Introducción
Durante el siglo XX, los cambios económicos, sociales y tecnológicos han modificado la relación existente entre el mercado laboral, social y familiar, lo que trasciende el límite de la división laboral por enfoque de género y marca una nueva relación entre el trabajo y la dinámica familiar. Este hecho genera una multiplicidad de roles que pueden potenciar o limitar el desempeño profesional y personal de las mujeres que tienen esta doble responsabilidad (Álvarez y Gómez, 2011).
Históricamente, el vínculo laboral ha funcionado como un modelo tradicionalista en el que el hombre es el proveedor y la mujer es cuidadora del hogar. Sin embargo, Aguirre y Martínez (2006) señalan que con el paso del tiempo este modelo ha cambiado, ya que la incorporación de las mujeres al mercado laboral y el ingreso que perciben les ha llevado a tomar un rol productivo, pero al mismo tiempo mantienen el rol reproductivo en el hogar.
En este sentido, Marín et al. (2002) establecen que el trabajo y la dinámica familiar son dos aspectos importantes para el desarrollo personal y social de las personas. Por su parte, Geurts et al. (2005) definen el concepto de interacción trabajo-familia como un proceso en el que el comportamiento de un trabajador en un dominio (por ejemplo, en el hogar) es influenciado por determinadas ideas y situaciones (positivas o negativas) que se han construido o vivido en otro dominio (por ejemplo, en el trabajo).
Por otra parte, Abarca (2007) y Sztompka (1995) establecen que el crecimiento experimentado en los últimos años en el nivel educativo ha sido uno de los factores por los que las mujeres deciden participar en el mercado laboral. Otros factores han sido la necesidad de contar con mayores ingresos dentro del hogar, así como los cambios sociales tales como la globalización, el crecimiento tecnológico, las crisis económicas y financieras, además de los cambios ambientales.
A su vez, Andrades et al. (2019) señalan que en la última década el empoderamiento de las mujeres a través de su participación en el mercado laboral ha sido un factor clave en el crecimiento económico y social en los países, y el emprendimiento de microempresas1 posee un gran potencial para empoderar a este segmento de la población. Sin embargo, la triple jornada de las mujeres, vinculada con los roles tradicionales que les han sido asignados por la sociedad, conlleva a ciertos conflictos al interior del hogar, ya que el trabajo formal no forma parte de las responsabilidades principales que deberían desempeñar (Cavazos, 2014).
En función de lo anterior, en este estudio se pretende conocer qué características sociodemográficas2 influyen en las mujeres para tomar la decisión de iniciar un micronegocio y qué diferencias presentan sus negocios en función de algunas de esas características. A partir de esta interrogante, no se consideran hipótesis ya que el estudio es descriptivo. Sin embargo, el objetivo de esta investigación es analizar la educación, la dinámica familiar y otros aspectos sociodemográficos de las mujeres que inician un micronegocio en el municipio de General Escobedo, en el estado de Nuevo León, México.
Para lograr el objetivo antes mencionado y dar respuesta a la pregunta planteada, se aplicó una encuesta a 50 participantes con preguntas relacionadas con su trabajo, hogar y grado de estudios, durante el segundo trimestre del año 2022, en el municipio referido. El análisis de la información obtenida en el levantamiento consistió en identificar las características individuales y familiares de las mujeres microempresarias. Además, se aplicó un análisis de varianza (Anova) para determinar si existe una diferencia significativa entre las microempresarias que tienen un establecimiento fijo y las que ofrecen sus productos o servicios por internet.
El trabajo se organiza de esta forma: en la siguiente sección se presenta una breve revisión bibliográfica sobre la participación económica de las mujeres y los factores asociados, con la finalidad de verificar si influyen en la decisión de iniciar un negocio. En la sección tres se describen la metodología y la obtención de los datos. En la sección cuatro se exponen los resultados y, por último, se ofrecen algunas conclusiones del estudio y futuras líneas de investigación.
Marco contextual
La educación y algunos elementos que influyen en la participación económica de las mujeres
En las últimas décadas, se han presentado importantes cambios en la configuración de la vida familiar. Algunos de los aspectos más relevantes han sido el aplazamiento de la edad del matrimonio y del nacimiento de los hijos. Estos cambios están relacionados fundamentalmente con el papel social de las mujeres, en particular en el desarrollo socioeconómico, ya que su contribución económica al hogar es muy importante en la actualidad (Forest et al., 1995). Otro factor relevante en dichos cambios ha sido el acceso al sistema educativo, el cual ha traído una vinculación al mercado laboral en mejores condiciones (Buchmann y Diprete, 2004) y, al mismo tiempo, ha mejorado la calidad de vida al aumentar los ingresos, mantener relaciones más estables y tener mayor control sobre el tamaño de la familia (Diprete y Buchmann, 2006).
De esta manera, a nivel internacional, las brechas de género en el sistema educativo se han invertido, lo que ha beneficiado a las mujeres (Buchmann y Diprete, 2004). Esto se debe a una serie de situaciones que se han presentado en la sociedad, como los cambios demográficos vinculados con el retraso de la fecundidad en las mujeres, la repartición de actividades en el ámbito familiar, la reducción en la discriminación laboral y la necesidad de cubrir temas de trabajo y familia, especialmente en los casos de las mujeres jóvenes que continúan sus trayectorias educativas y laborales sin sacrificar una etapa por la otra (Lancrin, 2008). Además, otro aspecto positivo que hace referencia a los resultados académicos y competencias de las mujeres es el mayor nivel educativo de los padres (Buchmann y Diprete, 2004).
Para algunos autores, las decisiones más importantes que las personas toman se visibilizan en el transcurso de unos cuantos años, los cuales se denominan años de transición a la vida adulta. Este proceso supone cuatro situaciones o transiciones que son muy comunes en el estado de las personas: terminar el sistema educativo, obtener un empleo, formar una familia y tener hijos (Hostetler et al., 2007). Estas transiciones adquieren mayor intensidad en la toma de decisiones de las mujeres sobre otros escenarios que también son relevantes (Jacobs y King, 2002), en especial, considerando que aún existen actividades que están relacionadas con los roles tradicionales de género y que requieren mayor tiempo y recursos diferentes para hombres y mujeres.
Algunos autores, como Becker et al. (1959, 1964, 1974, citados en Harmon et al., 2000), en su teoría del capital humano, muestran la educación como una inversión de recursos actuales, que incluye el costo de oportunidad del tiempo involucrado, así como los costos directos a cambio de rendimientos futuros. Por lo tanto, continuar en el sistema educativo resulta una gran oportunidad para las mujeres (Bradburn et al., 1995). De hecho, según los estudios europeos mencionados anteriormente, las mujeres tienen una mayor posibilidad de retorno económico por logros educativos en comparación con los hombres (Harmon et al., 2000).
En un estudio realizado por Salas (2018) sobre la participación laboral, el autor explica la relación entre educación y salario a través de trayectorias laborales, lo que demuestra que este vínculo genera una mayor calidad en el empleo, e incluso que dentro de las brechas de género, la educación superior es un factor que está asociado con la creación de mejores condiciones para alcanzar mayor equidad de género y mejorar las diferencias salariales con el tiempo.
En este sentido, Guzmán et al. (2000) analizan los cambios que experimentan las trayectorias laborales de tres generaciones de mujeres chilenas. En su análisis, los autores estudian la vida laboral, permanencia y movilidad de las mujeres. En tal sentido, determinan que los factores familiares que impactan en dichas trayectorias son la edad de ingreso al mercado laboral, la delegación de las tareas domésticas, la distribución del cuidado de los miembros de la familia, así como la cantidad de hijos y si estos se encuentran en edad de cuidado, o su grado de escolaridad y su estado civil.
Es así como la discriminación laboral por sexo sigue existiendo y puede definirse como la concentración de mujeres dentro de un reducido número de ocupaciones, pues la mayoría de las oportunidades se ofrece a los hombres, lo que da como resultado la primacía masculina en los puestos de alta responsabilidad o de mayor rango dentro de las organizaciones (Cuadrado y Morales, 2007).
En este sentido, según Castaño (1999), la incorporación de las mujeres al mercado laboral se ha relacionado con la reducción de la fecundidad y el aumento de la oferta de cuidado infantil. Además, la remuneración de las mujeres dependerá de su preparación educativa para aumentar sus oportunidades laborales, así como de la disminución en el número de hijos.
Mujeres empleadoras o microempresarias
Diversos estudios indican que un tema importante a considerar es la búsqueda de mayor independencia por parte de las mujeres, sin importar su edad, estado civil o nivel educativo. En un trabajo realizado por Malone et al. (2010) se sugiere que las mujeres desean mayor independencia económica como resultado de situaciones financieras inestables en el pasado, por lo tanto, buscan oportunidades para iniciar negocios que aseguren ingresos a largo plazo.
De acuerdo con el estudio previamente mencionado, las mujeres mayores de edad cuentan con más educación y, a su vez, con ingresos más altos. Al mismo tiempo, presentan una mayor preocupación por su situación financiera actual y futura, lo que les brinda más posibilidades de buscar mayor independencia económica y, de esta manera, decidir iniciar un microemprendimiento.
Por otro lado, un estudio realizado por Navarro (2016) concluye que el acceso ampliado a la educación superior para las mujeres es una herramienta indispensable para el desarrollo de habilidades y competencias que no solo contribuyen a combatir las desigualdades de género, sino también para generar autoconfianza y brindarles la capacidad de evaluar su entorno, lo que les permite optar por iniciar un microemprendimiento.
En relación con lo anterior, un estudio realizado por Briseño et al. (2016) analiza el caso de tres mujeres microempresarias en el estado de Tamaulipas, México, con el fin de conocer los motivos por los cuales decidieron emprender su propio negocio. En uno de estos casos, la mujer tenía estudios de posgrado y los principales motivos por los que inició el negocio fueron la necesidad de tener más ingresos, aumentar su patrimonio, tener mayor independencia y poder participar en la toma de decisiones dentro del hogar. En otro caso, la mujer tenía estudios universitarios y el principal motivo para emprender fue la insatisfacción con su campo laboral. Finalmente, en el tercer caso, una mujer con estudios técnicos, la falta de actividad después de su jubilación fue su principal motivación para iniciar un negocio, ya que las tareas del hogar no eran suficientes como única actividad y obtener un ingreso adicional le brindaba la oportunidad de tener mayor independencia. De acuerdo con lo anterior, se puede deducir que, independientemente del nivel de estudios, las mujeres pueden iniciar un microemprendimiento.
También existen otras características sociodemográficas -como la edad, el estado civil y la experiencia laboral- que juegan un papel muy importante en el inicio y la continuidad de un micronegocio. Si bien es cierto que los niveles educativos más altos aumentan la posibilidad de encontrar un empleo estable o de contar con las bases para tener un plan de negocio efectivo, la experiencia laboral puede consolidar habilidades de tipo gerencial que permitan el éxito de un negocio. Además, en lo que respecta a las mujeres que inician un negocio a una edad avanzada, esta característica les permite contar con una mayor experiencia en la aplicación de planes de negocio (Dvouletý et al., 2018).
Asimismo, en cuanto al estado civil de las mujeres, ya sean casadas o en una unión con alguna pareja, y quienes tienen mayor edad, ellas generalmente están más enfocadas en la oportunidad de continuar con las operaciones de sus negocios con la idea de generar un patrimonio que, con el paso de los años, crecerá y podrán heredar a sus familias (Alvarado et al., 2018).
Análisis de las características de las mujeres empleadoras y su participación económica en Nuevo León y en México
En México, a lo largo de las últimas dos décadas se han llevado a cabo diversas investigaciones que han estudiado los cambios ocurridos en los roles de género en el mercado laboral y en el funcionamiento de las familias. Estos estudios han señalado que existen múltiples transformaciones en la vida de las personas como resultado de cambios sociales y culturales (Rojas, 2016).
Durante la década de los noventa del siglo pasado, se observaron diferencias significativas en la cantidad de mujeres que decidían participar económicamente y buscar empleo en comparación con las que decidían dedicarse exclusivamente a las tareas del hogar. Aunque con el paso del tiempo se incrementó la cantidad de mujeres que se incorporaron al mercado de trabajo, aún persiste la idea de que las mujeres son las principales encargadas del hogar. Esto provoca una doble carga laboral al tener que dedicarse tanto a las tareas del hogar como al trabajo extradoméstico, lo que genera inequidad, escasas oportunidades, violencia, entre otros problemas (Moctezuma et al., 2014). Para entender los cambios en la participación económica de las mujeres, es necesario comprender las diversas responsabilidades a las que se enfrentan.
En la figura 1 se muestran de manera resumida los cambios que se han presentado a nivel nacional y estatal en cuanto a la participación económica de las mujeres. En el caso de México, se observa que la tasa de participación más baja se registró en el año 2010, con un 39.7 %, mientras que la tasa más alta fue en 2019, con un 43.9 %. A nivel nacional, se han presentado disminuciones en la participación, pero esta se ha recuperado en los años siguientes. En el caso de Nuevo León, la tasa más elevada fue en 2007, con un 44.6 %, seguida por un 44.5 % en 2019, mientras que la tasa más baja fue en 2005, con un 41.8 %. Además, en 2013 se registró un descenso de 1.5 puntos porcentuales a nivel estatal, el cual se ha ido recuperando de manera constante de 2014 a 2019.
Fuente: Elaboración propia con base en el cuarto trimestre de cada año de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [Inegi], 2021).
En la siguiente tabla, se comparan los trabajos subordinados e independientes para el año 2020 (tabla 1). Según los trabajos desempeñados por mujeres, a nivel nacional, el 73.94 % son subordinados, mientras que el 26.06 % son independientes. En el caso de Nuevo León estas cifras son del 80.88 % y 19.12 %, respectivamente. Las mujeres asalariadas tienen una importante participación en el mercado laboral, y hay una diferencia de 10.22 puntos porcentuales en la participación en dichos trabajos entre México y Nuevo León, siendo a nivel estatal un mayor porcentaje de participación si se compara a nivel nacional.
México | Nuevo León | |
---|---|---|
POSICIÓN | (%) | (%) |
Trabajadores independientes | 26.06 | 19.12 |
Empleadores | 2.46 | 2.40 |
Trabajadores por cuenta propia | 23.60 | 16.73 |
Trabajadores subordinados | 73.94 | 80.88 |
Asalariados | 66.34 | 76.56 |
Con percepciones no salariales | 1.84 | 0.74 |
Trabajadores familiares sin pago | 5.49 | 3.22 |
Trabajadores no familiares sin pago | 0.27 | 0.35 |
TOTAL | 100.00 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia de acuerdo con el promedio obtenido de los cuatro trimestres del año 2020 con información de la ENOE (Inegi, 2020).
Por otro lado, en los trabajos independientes3, el porcentaje de participación a nivel nacional es mayor, con una diferencia de 6.94 puntos porcentuales en comparación con el estado de Nuevo León. También es mayor la participación de las mujeres en los trabajos como empleadoras y por cuenta propia a nivel nacional, con solo 0.06 y 6.87 puntos porcentuales de diferencia con respecto a Nuevo León, lo cual es relevante porque indica que los trabajos independientes están aumentando en todo el país.
En lo que respecta a las mujeres que trabajan de forma independiente como empleadoras en México y Nuevo León, la mayoría de ellas tienen un nivel educativo de secundaria (con un 34 % y un 51 %, respectivamente), seguido por aquellas con nivel de educación media superior o superior (con un 31.29 %) y un 35,55 % para el estado de Nuevo León (tabla 2). Como se ha mencionado, las mujeres han obtenido grandes beneficios al alcanzar niveles educativos más altos y tener un mejor desarrollo profesional. Por ejemplo, la posibilidad de acceder a empleos profesionales, así como más oportunidades de labores mejor remunerados y un mayor crecimiento profesional dentro de las organizaciones (Ariza y Oliveira, 2001).
México | Nuevo León | |
---|---|---|
NIVEL EDUCATIVO | (%) | (%) |
Primaria incompleta | 15.49 | 3.22 |
Primaria completa | 19.24 | 9.93 |
Secundaria | 33.93 | 51.15 |
Medio superior y superior | 31.29 | 35.55 |
No especificado | 0.05 | 0.15 |
TOTAL | 100.00 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia de acuerdo con el promedio obtenido de los cuatro trimestres del año 2020 con información de la ENOE (Inegi, 2020).
En lo que respecta a la participación en trabajos independientes, se observa que la mayoría de las mujeres casadas son las que ocupan el mayor porcentaje, con 42 % en el caso de México y 47 % en el caso de Nuevo León, seguido de las mujeres solteras y en unión libre, tanto a nivel nacional como estatal, con 19 % y 17 % para México, y 18 % y 14 % para Nuevo León (tabla 3).
México | Nuevo León | |
---|---|---|
ESTADO CIVIL | (%) | (%) |
Soltera | 19.63 | 18.24 |
Casada | 42.47 | 47.78 |
Unión libre | 17.17 | 14.40 |
Separada | 8.17 | 4.24 |
Divorciada | 3.29 | 8.14 |
Viuda | 9.27 | 7.21 |
No especificado | 0.00 | 0.00 |
TOTAL | 100.00 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia de acuerdo con el promedio obtenido de los cuatro trimestres del año 2020 con información de la ENOE (Inegi, 2020).
En cuanto a la edad, se encuentra que las mujeres con mayor participación en el mercado laboral se encuentran en el rango de 20 a 49 años, donde la concentración porcentual es mayor al 70 %, tanto para México como para Nuevo León. A partir de los 50 años, los porcentajes comienzan a disminuir.
México | Nuevo León | |
---|---|---|
EDAD | (%) | (%) |
15 a 19 años | 4.55 | 4.23 |
20 a 29 años | 22.01 | 23.12 |
30 a 39 años | 24.51 | 22.44 |
40 a 49 años | 24.25 | 26.58 |
50 a 59 años | 16.61 | 16.83 |
60 años y más | 8.00 | 6.60 |
No especificado | 0.06 | 0.20 |
TOTAL | 100.00 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia de acuerdo con el promedio obtenido de los cuatro trimestres del año 2020 con información de la ENOE (Inegi, 2020).
En relación con el número de hijos, aquellas mujeres que tienen de uno a dos hijos presentan el mayor porcentaje de participación, con el 40.44 % a nivel nacional y el 38.37 % a nivel estatal, seguido de aquellas que no tienen hijos, con el 27.0 % y el 31.74 %, respectivamente. Cabe mencionar que las mujeres que tienen entre tres y cinco hijos también presentan una participación importante, con más del 28.0 % en ambos casos.
México | Nuevo León | |
---|---|---|
CANTIDAD HIJOS | (%) | (%) |
Sin hijos | 27.01 | 31.74 |
1 a 2 hijos | 40.44 | 38.37 |
3 a 5 hijos | 28.69 | 28.03 |
6 y más hijos | 3.86 | 1.82 |
No especificado | 0.01 | 0.04 |
TOTAL | 100.00 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia de acuerdo con el promedio obtenido de los cuatro trimestres del año 2020 con información de la ENOE (Inegi, 2020)
Metodología
Para investigar cómo la educación y otras características sociodemográficas influyen en el poder emprendedor de las mujeres, se diseñó un cuestionario de 28 preguntas dividido en dos bloques. El primero se centró en las características sociodemográficas generales de las mujeres microempresarias (edad, estado civil, educación, número de hijos y sector económico) y en las características de sus negocios (tiempo de operación, ubicación, financiamiento e ingresos), mientras que el segundo se enfocó en la dinámica familiar y los principales motivos y problemas que las mujeres enfrentan debido a su participación económica (autoconfianza, respeto y emprendimiento).
Es importante determinar si la autoconfianza, el respeto y el emprendimiento también influyen en las mujeres al momento de iniciar un negocio, especialmente porque las mujeres que tienen negocios propios suelen tener estas características. La característica de emprendimiento apoyará en la evaluación de aspectos como el tipo de financiamiento obtenido, los motivos para iniciar el negocio, los ingresos actuales del negocio, la antigüedad y el tipo de establecimiento, entre otros.
Se llevó a cabo un muestreo no probabilístico por bola de nieve e intencional, apoyado por el programa Kimakul de la Universidad de Monterrey4, ubicada en el estado de Nuevo León. Se buscó a mujeres que trabajaran como microempresarias y, gracias a la asociación, se logró contactar con ellas, lo que generó mayor confianza para su participación en el estudio. Una vez que se contactaba con una participante y se aplicaba el cuestionario, se le pedía que recomendara a una compañera con el mismo tipo de emprendimiento (preferentemente).
En este estudio, se evaluó a un grupo de mujeres con micronegocios en el municipio de General Escobedo, México. Durante el primer trimestre del año 2022, se aplicó una encuesta y se recopilaron 50 cuestionarios. La información obtenida fue tratada mediante la identificación de las características individuales y familiares de las mujeres microempresarias. Además, se realizó un análisis de varianza (Anova) de un factor para comparar grupos de microempresarias que venden u ofrecen sus productos o servicios en un establecimiento fijo, en su domicilio o a través de internet. El objetivo de este análisis estadístico fue determinar si existen diferencias significativas entre los tipos de negocio de la muestra de microempresarias en Escobedo, Nuevo León.
Por último, se utilizó el software R, versión 4.2.1, para generar nubes de palabras que permitieran analizar de forma gráfica la frecuencia con la que las mujeres mencionaron expresiones o palabras específicas durante el levantamiento de información relativo a las tres dimensiones que conforman las preguntas abiertas del segundo bloque del instrumento (autoconfianza, respeto y emprendimiento). Este análisis permitió identificar patrones y tendencias en las respuestas de las mujeres microempresarias en cuanto a su percepción sobre estas dimensiones.
Resultados
Características individuales y familiares de las mujeres microempresarias
En la tabla 6 se puede observar que la mayoría de las encuestadas indicó tener entre 36 y 45 años, seguidas por las de 26 a 35 años. Asimismo, se aprecia que la mayor parte de las participantes indicó tener estudios universitarios (54.0 %), estar casadas (62.0 %), tener entre uno y dos hijos (60.0 %) y no considerarse el jefe de familia del hogar (74.0 %). En lo que respecta a la antigüedad de sus negocios, el 32 % señaló que éstos tenían menos de tres años, mientras que el sector donde más se desenvuelven es el sector de comercio y servicios.
Componente | Total | ||
---|---|---|---|
Frecuencia | % | ||
Edad | Menos de 25 años | 5 | 10.0 |
De 26 a 35 años | 18 | 36.0 | |
De 36 a 45 años | 19 | 38.0 | |
Más de 46 años | 8 | 16.0 | |
Total | 50 | 100.0 | |
Estado Civil | Soltera | 9 | 18.0 |
Casada | 31 | 62.0 | |
Divorciada | 5 | 10.0 | |
Unión libre | 3 | 6.0 | |
Viuda | 2 | 4.0 | |
Total | 50 | 100.0 | |
Escolaridad | Secundaria | 3 | 6.0 |
Preparatoria | 8 | 16.0 | |
Técnica | 5 | 10.0 | |
Estudios universitarios | 27 | 54.0 | |
Posgrado | 7 | 14.0 | |
Total | 50 | 100.0 | |
Hijos | De 1 a 2 hijos | 30 | 60.0 |
De 3 a 4 hijos | 7 | 14.0 | |
No tiene | 13 | 26.0 | |
Total | 50 | 100.0 | |
Jefe de familia | Sí | 13 | 26.0 |
No | 37 | 74.0 | |
Total | 50 | 100.0 | |
Antigüedad | Menos de 3 años | 16 | 32.0 |
De 4 a 5 años | 10 | 20.0 | |
De 6 a 10 años | 10 | 20.0 | |
Más de 11 años | 14 | 28.0 | |
Total | 50 | 100.0 | |
Sector | Comercio | 24 | 48.0 |
Industria | 2 | 4.0 | |
Servicios | 24 | 48.0 | |
Total | 50 | 100.0 |
Fuente: Elaboración propia
Al investigar algunos aspectos relacionados con la vida familiar de las mujeres microempresarias, se encontró que aquellas que tienen pareja cuentan con su apoyo en la realización de labores domésticas en un alto porcentaje de casos, ya sea casi siempre o siempre (figura 2). Sin embargo, en el cuidado de los hijos, aunque se observa un porcentaje importante de parejas que participan siempre en esta labor, también es destacable que un porcentaje igual tenga una menor participación (figura 3).
En este estudio, destaca que el 64.0 % de las mujeres microempresarias mencionó tener libertad para manejar el ingreso familiar, lo cual ha sido señalado en otros estudios como un indicador de autonomía femenina (García y Oliveira, 2006).
Las microempresarias y sus negocios
En cuanto a los negocios que dirigen estas mujeres, se observa que la mayoría de ellas indica que su principal motivación para trabajar de manera autónoma fue que era su “única forma de obtener ingresos”, seguido por contar con un “horario flexible para poder atender a los hijos y el hogar”, mientras que la motivación de menor importancia fue que “los empleos que encontró estaban mal pagados” (tabla 7).
Concepto | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
Tradición familiar | 3 | 6.0 |
Complementar ingreso familiar | 8 | 16.0 |
Única forma de obtener ingreso | 14 | 28.0 |
Horario flexible para poder atender a los hijos y el hogar | 9 | 18.0 |
Para ejercer su oficio, carrera o profesión | 4 | 8.0 |
Los empleos que encontró estaban mal pagados | 2 | 4.0 |
Hobby | 4 | 8.0 |
Superación personal | 6 | 12.0 |
Total | 50 | 100.0 |
Fuente: Elaboración propia
En cuanto a la forma de financiamiento de las mujeres que trabajan en micronegocios, las participantes informan que iniciaron sus operaciones o emprendimientos utilizando ahorros personales en un 56.0 % de los casos, seguido por préstamos de amigos o familiares y la liquidación de trabajos anteriores en un 18.0 %. No obstante, el 38 % de las encuestadas indica que el esfuerzo de emprendimiento vale la pena debido a que, en promedio, sus ganancias son de diez mil pesos mensuales (tabla 8).
Concepto | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
Financiamiento | ||
Préstamo de amigos o familiares | 9 | 18.0 |
Ahorros personales | 28 | 56.0 |
Venta, hipoteca o empeño de sus bienes | 1 | 2.0 |
Liquidación del empleo anterior | 9 | 18.0 |
Heredó el negocio | 3 | 6.0 |
Total | 50 | 100.0 |
Ganancias | ||
Menos de 2 500 pesos | 7 | 14.0 |
Entre 2 501 a 5 000 pesos | 13 | 26.0 |
Entre 5 001 a 7 000 pesos | 5 | 10.0 |
Entre 7 001 a 10 000 pesos | 6 | 12.0 |
Más de 10 000 pesos | 19 | 38.0 |
Total | 50 | 100.0 |
Fuente: Elaboración propia
Por otro lado, un aspecto poco explorado en los estudios sobre microempresarias es el de las diferencias entre el tipo de negocio que ellas dirigen, considerando algunas de sus características individuales y familiares. Como se mencionó en el apartado de metodología, se llevó a cabo un análisis de varianza (Anova) de un factor para comparar los grupos de mujeres microempresarias que venden u ofrecen sus productos o servicios en un establecimiento fijo, en su domicilio o a través de internet, a partir de la cuantificación de diferencias significativas de medias para la muestra recabada de microempresarias en General Escobedo, Nuevo León.
De acuerdo con lo anterior, la tabla 9 muestra las estimaciones del Anova para las variables de ganancias, edad, antigüedad y educación. En dicha tabla se aprecia que para la variable de ganancias o utilidades de las mujeres que tienen micronegocios, existe una diferencia significativa entre quienes tienen un establecimiento fijo y las que ofrecen sus productos o servicios por internet. La diferencia es, en promedio, de 9832 pesos mensuales a favor de las microempresarias con establecimiento fijo respecto a las que ofrecen por internet.
Variable | Diferencia de medias (I-J) | Error estándar | Sig. | ||
---|---|---|---|---|---|
Ganancias | Internet | Establecimiento fijo | -9832.550* | 2078.396 | .000 |
Domicilio propio | -1303.786 | 3281.847 | .917 | ||
Establecimiento fijo | Internet | 9832.550* | 2078.396 | .000 | |
Domicilio propio | 8528.765* | 3438.962 | .043 | ||
Domicilio propio | Internet | 1303.786 | 3281.847 | .917 | |
Establecimiento fijo | -8528.765* | 3438.962 | .043 | ||
Edad | Internet | Establecimiento fijo | -8.809* | 2.717 | .006 |
Domicilio propio | -3.750 | 4.290 | .659 | ||
Establecimiento fijo | Internet | 8.809* | 2.717 | .006 | |
Domicilio propio | 5.059 | 4.496 | .504 | ||
Domicilio propio | Internet | 3.750 | 4.290 | .659 | |
Establecimiento fijo | -5.059 | 4.496 | .504 | ||
Antigüedad | Internet | Establecimiento fijo | -6.176* | 1.745 | .003 |
Domicilio propio | -1.200 | 2.755 | .901 | ||
Establecimiento fijo | Internet | 6.176* | 1.745 | .003 | |
Domicilio propio | 4.976 | 2.887 | .207 | ||
Domicilio propio | Internet | 1.200 | 2.755 | .901 | |
Establecimiento fijo | -4.976 | 2.887 | .207 | ||
Educación | Internet | Establecimiento fijo | -.002 | .794 | 1.000 |
Domicilio propio | .021 | 1.254 | 1.000 | ||
Establecimiento fijo | Internet | .002 | .794 | 1.000 | |
Domicilio propio | .024 | 1.314 | 1.000 | ||
Domicilio propio | Internet | -.021 | 1.254 | 1.000 | |
Establecimiento fijo | -.024 | 1.314 | 1.000 |
* La diferencia de medias es significativa en el nivel .05.
Fuente: Elaboración propia
Del mismo modo, se puede observar que en comparación con las microempresarias que ofrecen sus productos o servicios a domicilio, las que tienen un establecimiento fijo muestran resultados estadísticamente significativos. Es decir, hay una diferencia promedio de 8528 pesos a favor de las microempresarias con establecimiento fijo. Sin embargo, en lo que respecta a las mujeres que tienen micronegocios administrados en su domicilio en comparación con las que venden u ofrecen por internet, no hay evidencia estadística para llevar a cabo una inferencia.
En cuanto a la variable edad, se aprecia que la única diferencia significativa que existe es entre los grupos de microempresarias que cuentan con un establecimiento fijo y las que ofrecen sus productos o servicios por internet. Las mujeres que trabajan en un establecimiento fijo, en promedio, tienen 8.8 años más que las que trabajan desde portales de internet. Del mismo modo, se observa que las mujeres que tienen un establecimiento fijo, en promedio, tienen 6.1 años más en el mercado en comparación con las que ofrecen a través de internet.
En cuanto a la variable educación, no se encuentra relevancia estadística en la muestra recopilada para estos grupos de mujeres que trabajan en micronegocios5. Sin embargo, si analizamos la tabla 10, podemos apreciar el valor promedio de cada uno de los grupos de mujeres empleadoras. No obstante, dado que se trata de una muestra pequeña, se observa que respecto a dicha variable, los grupos tienen los mismos años de escolaridad, en promedio, razón por la cual no resulta ser estadísticamente significativa.
Ganancias | Edad | Antigüedad | Educación | |
---|---|---|---|---|
Domicilio propio | 7540.00 | 38.00 | 5.20 | 14.80 |
Establecimiento fijo | 16080.76 | 43.06 | 10.18 | 14.82 |
Internet | 6236.21 | 34.25 | 4.00 | 14.82 |
Fuente: Elaboración propia
En relación a las ganancias, se puede observar que las microempresarias con establecimientos fijos son quienes obtienen mayores ingresos con un promedio aproximado de 16 000 pesos. Estos establecimientos son operados por mujeres con una antigüedad mayor a los 10 años y con una edad promedio de 43 años. En contraste, para los negocios administrados en domicilios propios, las ganancias promedio son de 7500 pesos y la antigüedad es casi la mitad que la de los establecimientos fijos. Las mujeres que operan estos negocios tienen una edad promedio de 38 años. Por su parte, para los negocios en línea, las ganancias son de 6200 pesos en promedio. Las mujeres que los operan son generalmente más jóvenes, con una edad promedio de 34 años, y la antigüedad es menor, con una duración promedio de 4 años.
Por último, con respecto a los resultados obtenidos a través del software R, versión 4.2.1, se han identificado los códigos asignados a las dimensiones de autoconfianza, respeto y emprendimiento, que están relacionados con la participación económica de las mujeres microempresarias que formaron parte de la muestra. Por lo tanto, las nubes de palabras permiten analizar gráficamente la frecuencia con la que las participantes mencionaron una expresión o palabra específica para cada dimensión. El tamaño de la letra indica la frecuencia de las respuestas, es decir, una tipografía grande demuestra un mayor número de menciones.
Dimensión de autoconfianza
La figura 4 resalta en particular la palabra autoestima, lo que subraya la importancia que tienen las mujeres al desempeñar el rol de microempresarias en el municipio de Escobedo, Nuevo León. Entre las frases se encontraron testimonios que indican que contar con estudios (técnicos o universitarios) incrementa la “igualdad” y el “empoderamiento” de las mujeres en el mercado laboral y comercial.
Dimensión respeto
Otra de las dimensiones de interés que se incluyó en el instrumento de medición se refiere al “respeto” que puede generar el hecho de ser una mujer preparada y microempresaria en relación a su dinámica familiar. En la figura 5 se observa que las mujeres que tienen estudios y un emprendimiento fueron las más mencionadas por sus familias (principalmente por sus hijos). Asimismo, destacan las palabras sustento y decisión, ya que al tener un oficio relacionado con sus estudios, las mujeres ganan respeto en su dinámica familiar por su contribución.
Dimensión emprendimiento
La nube de palabras de la dimensión de emprendimiento presenta un enfoque central en la palabra ingreso, la cual se destaca como el principal incentivo para que las mujeres emprendan actividades relacionadas con sus estudios. Además, los ingresos están estrechamente vinculados con el término autoempleo, dado que al ser las mujeres dueñas o microempresarias y trabajar por cuenta propia, logran una mejor capacidad de autosustento tanto para ellas como para sus familias.
Discusión
De acuerdo con los resultados de esta investigación sobre las características sociodemográficas generales de las mujeres, se observa que la mayoría de las participantes tiene estudios universitarios, con un 54 %, y una edad promedio entre 36 y 45 años, situándose en el rango de edad en el que, según Jacobs y King (2002), las mujeres presentan mayores transiciones y sus decisiones son más relevantes. Además, se identifica que la mayoría de ellas están casadas (con un 62 %), solo el 26 % son jefas de familia y 16 % cuentan con negocios de menos de tres años de antigüedad, con un 96 % en el sector comercio y servicios.
Es importante destacar que aunque la mayoría de las mujeres presenta un alto grado de escolaridad, gran parte de ellas considera su micronegocio como la única forma de obtener ingresos, seguidas por aquellas que necesitan tener horarios más flexibles para su familia y, finalmente, para evitar empleos mal remunerados. Según Guzmán et al. (2000), estas son algunas de las situaciones que afectan negativamente la participación laboral de las mujeres.
Autores como Crittenden (2014, citado por Kawash, 2015) señalan que las mujeres reducen su participación económica al convertirse en madres, principalmente debido a las condiciones de maternidad y cuidados, lo que constituye una de las causas de su ausencia o inactividad durante dicho periodo. Si consideramos que la mayor parte de las mujeres que participaron en la presente investigación están casadas, no reciben ingresos por falta de flexibilidad horaria y empleos mal remunerados, esto confirma los resultados del estudio.
Otro aspecto interesante es el financiamiento; en este sentido, la mayoría de las mujeres lo lleva a cabo con ahorros personales, préstamos de amigos o familiares o con la liquidación de su empleo anterior. Según un estudio realizado por Saavedra et al. (2020), las mujeres tienden a recurrir a los financiamientos familiares o de amigos antes que a un financiamiento bancario, y desconocen organismos gubernamentales y privados que puedan apoyarlas en términos económicos. Dado que muchas de las participantes (38 %) recibe ingresos mensuales de diez mil pesos y se encuentra en el rango de edad donde se tiene mayor utilidad, quizá para estas mujeres valga la pena invertir en un micronegocio, sobre todo para la mayoría que los iniciaron con ahorros personales y no se ven comprometidas con una deuda.
En cuanto a los resultados del estudio, se observa que, según el análisis de la prueba Anova, las utilidades de los micronegocios con establecimiento fijo son significativamente superiores a aquellos administrados en domicilio o por medio de internet. Además, se evidencia que estos establecimientos son mayoritariamente propiedad de mujeres de mayor edad. En este sentido, es posible que las mujeres más jóvenes prefieran utilizar aplicaciones de internet y redes sociales para llevar a cabo sus negocios, ya que les brinda mayor comodidad y flexibilidad. Este hecho guarda relación con la investigación realizada por Goyal (2001), quien señala que el uso del internet en el ámbito empresarial es particularmente atractivo para las mujeres, ya que les permite mayor flexibilidad en términos de tiempo y trabajo, así como la posibilidad de obtener ingresos adicionales.
En lo que respecta al factor educativo, no se observaron diferencias significativas entre las mujeres participantes en cuanto a su nivel de escolaridad. Esto se debe probablemente a que la mayoría cuenta con niveles educativos similares. No obstante, en futuros estudios sería pertinente analizar la relación entre la escolaridad y el tipo de empleo que desempeñan mujeres con micronegocios de diferentes niveles educativos, ya que estudios como los de Wainerman (2003), Bradburn et al. (1995) y Navarro (2016) sugieren que el nivel educativo sí tiene un impacto en la participación económica de las mujeres.
Por lo tanto, resulta interesante profundizar en cómo la educación influye realmente en los trabajos independientes, tanto por cuenta propia como empleadores. Si bien es cierto que, según estudios como el de Ocañas (2019), las brechas salariales también existen en el sector formal del trabajo y se relacionan con los bajos niveles de escolaridad en las mujeres, es necesario examinar con mayor detalle cómo influye este factor en los ingresos salariales en el ámbito de los micronegocios. Asimismo, el estudio realizado por Huacho y Rosales (2019) señala que el nivel educativo es uno de los factores que incide en las diferencias de ingresos.
Conclusiones
De acuerdo con los resultados obtenidos de la prueba de Anova de un factor y la prueba H de Kruskal-Wallis, se encontró evidencia significativa en las variables de estudio (antigüedad del negocio, edad de las mujeres, ganancias percibidas y nivel educativo) al momento de iniciar un negocio. La variable de educación resultó significativa solo en la prueba H, lo que indica que, aunque las mujeres de la muestra tengan niveles educativos similares, hay una influencia significativa de aquellas mujeres que han completado sus estudios en comparación con aquellas que no.
En cuanto a los criterios vinculados a la dinámica familiar, en general se observó que las mujeres casadas y con hijos pequeños optan por empleos con mayor flexibilidad para poder cuidar de sus hijos y pasar tiempo con su pareja, siendo el trabajo independiente una buena opción. Además, las herramientas tecnológicas apoyan en la publicidad y promoción de sus actividades, especialmente para las mujeres más jóvenes que están más familiarizadas con el uso de estas plataformas. Finalmente, se observó que aquellas mujeres que tienen hijos más grandes cuentan con aún más libertad y pueden dedicar más tiempo a sus actividades laborales de forma presencial.
Futuras líneas de investigación
Esta investigación demuestra la necesidad de seguir analizando el nivel educativo de las mujeres microempresarias, considerando una muestra más amplia que permita evaluar las diferencias en cuanto al grado de estudios. Asimismo, se debe determinar qué otros aspectos permiten cuantificar la dinámica familiar de las mujeres, con la finalidad de conocer el papel que desempeñan en las tareas del hogar y del cuidado de los hijos, de acuerdo con su nivel educativo y actividad económica.
En este sentido, para futuros trabajos se recomienda ampliar la muestra del análisis, no solo para el municipio de General Escobedo, sino también para otros municipios del estado de Nuevo León, o bien considerar su área metropolitana como parte del estudio. También se podría observar a las mujeres casadas o con pareja en comparación con las solteras, las que tienen hijos y las que no tienen, y, incluso, de acuerdo a rangos de edad o tipo de negocio, para identificar sus diferencias.