Introducción
Todos los sectores económicos aportan al crecimiento de un país; sin embargo, el sector primario, y específicamente la agricultura, juega un papel único en el desarrollo en todos los aspectos de la humanidad, incluyendo el social y el ambiental. Las actividades agrícolas abarcan desde la producción de alimentos, así como a todos los actores que intervienen a lo largo de la cadena productiva. Comienza con el mismo productor, pasa por el distribuidor y finaliza con el comercializador para llegar al cliente final. Incluso abarca la agroindustria, que genera valor agregado al mercado en el que se desenvuelve, buscando la competitividad nacional e internacional y aportando al Producto Interno Bruto (PIB) (Galván, 2022).
Pérez (2021) sostiene que el objetivo primordial de la agricultura es eliminar la pobreza, lograr la seguridad alimentaria de toda la población y promover la producción ecológica como forma de desarrollo sostenible. Se enfatiza en contribuir a la seguridad alimentaria de las familias rurales pobres y en extrema situación de hambre, ya que la agricultura genera alimentos, ahorro e ingresos (Jaramillo, 2018).
En México, el sector primario, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2019), contempla las actividades de agricultura, cría y explotación de animales, aprovechamiento forestal, pesca y caza, y contribuye con el 3.1% de la economía total del país. Si consideramos también el sector agropecuario, que incluye, además de la actividad primaria, las actividades de transformación y los insumos de producción y servicios, este sector representa aproximadamente el 7.5% de la economía (Graziano, 2019).
Por otra parte, la política agroalimentaria desarrollada por el gobierno de México prioriza el bienestar económico de todas las personas. En esta política, fomentada a la par por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2020), se destaca la relevancia de los productores de pequeña y mediana escala, quienes constituyen el 85% del total de productores agroalimentarios, generan más del 60% del empleo y preservan la agrobiodiversidad. Esto ha permitido la disponibilidad continua de alimentos durante 2020. El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP, 2021) de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) pronostica un aumento del 3.2% en la producción de este sector en comparación con el año pasado.
En cuanto al subsector agrícola en 2021, la superficie sembrada alcanzó las 21 millones 584 mil hectáreas. Los agricultores mexicanos lograron un volumen de 268.4 millones de toneladas, lo que representa un aumento del 1.3% en comparación con el año anterior (SIAP, 2021). Esto convierte a este subsector en el de mayor importancia dentro del sector primario. El incremento del volumen se debe a una mayor cosecha de granos y oleaginosas, productos industriales y forrajes. En cuanto al empleo, según cifras de la Secretaría de Gobierno de México (SEGOB, 2022), las actividades agrícolas otorgaron 5 millones 407 mil empleos en el primer trimestre de 2022. Este subsector representa el 83.4% de todas las fuentes de empleo en el conjunto de actividades agropecuarias.
De todas las unidades de producción del sector primario del país, 3.2 millones, es decir, el 86% de ellas, se dedican a actividades agrícolas. La característica principal de estas entidades económicas es que en su mayoría son pequeñas y medianas productoras ubicadas al inicio de la cadena productiva. Sin embargo, presentan una baja productividad debido a su limitado acceso a servicios financieros, asistencia técnica, Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) e innovaciones tecnológicas (Graziano, 2019).
En términos de producción de cultivos agrícolas, México se ubica en el puesto 11 a nivel mundial. Sus principales productos incluyen aguacate, tomate, frutos rojos, chile, nuez, pepino, limón, cebolla, calabaza, trigo y maíz (Bustamante, 2020). Esto convierte a México en un país importante en la producción de alimentos para el mundo, con un valor que asciende a $692,828,564.09 pesos (SIAP, 2021).
Uno de los estados con mayor producción en el sector agrícola es Nayarit, el cual colinda al norte con Sinaloa y Durango, al este con Durango, Zacatecas y Jalisco, y al sur con Jalisco y el Océano Pacífico. Ocupa el lugar 29 a nivel nacional en cuanto a su número de habitantes (INEGI, 2019).
Asimismo, la economía de Nayarit depende en gran medida de las actividades productivas del sector primario, que representa aproximadamente el 25% del PIB total y emplea al 40% de su población económicamente activa (Gobierno de Bahía de Banderas, 2018). En la tabla uno se muestra el valor de la producción agrícola en el estado.
Entidad | Superficie (ha) | Valor Producción | |
---|---|---|---|
Sembrada | Cosechada | ||
Nayarit | 277 484.34 | 254 973.34 | $11 309 840.36 |
Fuente: SIAP (2021).
Dentro de este estado, el municipio de Bahía de Banderas cuenta con la presencia de actividades agrícolas gracias a las condiciones favorables del terreno, el clima, la mano de obra y la infraestructura existente, especialmente en la región del Valle de Banderas. Aproximadamente el 60% de la tierra agrícola cuenta con sistemas de riego y es de carácter húmedo, mientras que el resto se cultiva de manera temporal. Los principales cultivos en la zona incluyen maíz, frijol, sorgo, tabaco y frutales (Gobierno de Bahía de Banderas, 2018). A continuación, en la tabla dos se presenta la producción agrícola y su valor en el municipio de Bahía de Banderas.
Cultivo | Rendimiento | Valor de la producción en pesos mexicanos. |
---|---|---|
Elote | 13.41 | 198 360.72 |
Frijol | 2.06 | 2 437 600 |
Maíz grano | 5.32 | 25 470 305.82 |
Pepino | 27.3 | 1 266 762.67 |
Sandía | 12.18 | 32 248 433.9 |
Frijol | 1.23 | 543 300.01 |
Sorgo forrajero en verde | 27.59 | 547 523.55 |
Arroz palay | 5.22 | 9 415 799.46 |
Pepino | 9.61 | 2 54 254.47 |
Maíz grano | 4.11 | 4 964 501.88 |
Sorgo forrajero en verde | 30.77 | 1 247 446.57 |
Aguacate | 6.33 | 196 138.34 |
Limón | 9.08 | 245 429.19 |
Mango | 11.92 | 13 107 544.15 |
Nopalitos | 9.14 | 2 66 961.12 |
Papaya | 17.39 | 424 415.62 |
Piña | 25.85 | 72 52106.4 |
Plátano | 12.96 | 980 131.36 |
Limón | 8.44 | 166 985.06 |
Mango | 9.39 | 14 502 066.14 |
Plátano | 11.33 | 77 781.81 |
Fuente: Elaboración con base en datos abiertos (SIAP, 2021).
Paradójicamente, a pesar de los beneficios del sector primario para Nayarit, en el caso del sector agrícola, la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN, 2021) señaló que se encuentra en la misma situación que el resto del país, con una larga historia de pobreza entre sus habitantes, especialmente en las zonas rurales. Además, existe una baja productividad derivada de los sistemas agrícolas existentes, falta de innovación y mano de obra no especializada, entre otras complejidades que afectan al sector.
La agricultura y la alimentación son sectores estratégicos para cualquier país que busca generar condiciones de desarrollo económico para sus habitantes. Sin embargo, se reconoce que las actividades primarias enfrentan dificultades para lograr una alta producción de calidad que pueda abastecer todo el mercado, y en las zonas rurales esto es especialmente importante para su sustento. Los problemas que enfrentan son diversos, como fluctuaciones en el mercado, escaso impacto de las políticas agrícolas y baja remuneración, entre otros. En este contexto, Pérez (2021) comentó que uno de los principales desafíos en las actividades agrícolas es el cambio climático, que afecta los ciclos de siembra y, por lo tanto, la producción de los agricultores.
Por otro lado, Rincón et al., (2004) mencionó que los problemas del sector primario están relacionados con la comercialización. Los productores que tienen menor participación en el proceso de comercialización son precisamente los que experimentan problemas en este sentido. Principalmente, se ven afectados por los bajos precios que reciben por sus productos, que en ocasiones no cubren los costos de producción en su totalidad. Además, la fuerte presencia de intermediarios, que obtienen las mayores ganancias del sector, encarece los precios para el consumidor final y deja en desventaja al productor. De manera similar, los programas recientes dirigidos a pequeños productores están fragmentados y benefician en última instancia a grandes empresas agroalimentarias, algunas de ellas transnacionales (Ocón, 2016), destinando la mayoría del presupuesto público a productores con potencial de producción, es decir, grandes propietarios y empresas agroindustriales.
Vargas (2018) coincide con Pérez (2021) en que los problemas de la actividad agrícola son resultado del cambio climático, los procesos biológicos y las fluctuaciones del mercado, que afectan la producción, el rendimiento de los cultivos, así como las inversiones y los ingresos. La Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA, 2020) también identifica una serie de problemas en este sector que dificultan su avance y competitividad, como altos costos de insumos y servicios, dificultad para la comercialización debido a precios bajos, falta de capacitación y asistencia técnica, envejecimiento, enfermedad o discapacidad del productor, y excesiva intermediación que dificulta la comercialización.
Añadiendo a lo anterior, otro problema es el nivel de tecnología y mecanización utilizado en las actividades agrícolas. Esto se debe a la falta de maquinaria, herramientas y equipo de transporte, ya que la mayoría de los productores no cuentan con los recursos económicos para adquirirlos debido a su situación de pobreza o falta de calificación para obtener préstamos necesarios para adquirir el equipo necesario. Esto tiene un impacto directo en la producción, ya que se ha encontrado que los gastos de labores mecanizadas representan la tercera estructura de costos de producción más alta e importante por hectárea (Garay, 2018).
Además de la falta de maquinaria y equipo de trabajo, se encuentra el problema de escasez de recursos financieros y el aumento de precios de los insumos de producción agrícola, como semillas y plantas mejoradas, fertilizantes y pesticidas. También existe una falta de disponibilidad de información y tecnología para los pequeños productores, lo que provoca el abandono del campo (Mendoza, 2018).
En el ámbito administrativo, las unidades económicas agrícolas enfrentan problemas como la baja proactividad, gestión de recursos, integridad, resolución de problemas y toma de decisiones (Camacho, 2018). Además, carecen de herramientas para elaborar presupuestos y costos de producción, y no utilizan programas de cómputo. Los productores también carecen de una visión empresarial, y los encargados de estos negocios carecen de habilidades directivas para el manejo de datos y la toma de decisiones. Las malas decisiones afectan la lógica de producción y la estrategia en general. Por lo tanto, las pequeñas empresas en este sector carecen de estrategias efectivas para competir en el mercado (González, 2019).
Además, se presta poca atención al desarrollo de habilidades empresariales que permitan una gestión adecuada de una empresa agrícola. Esto contribuiría a resolver problemas como los bajos ingresos, el escaso acceso al empleo y la baja competitividad del sector agropecuario. Las políticas educativas y socioeconómicas no respaldan suficientemente esta situación por parte del estado. La educación emprendedora en el sector agrícola es limitada, y los jóvenes trabajadores en el campo carecen de instrucción educativa sobre el manejo de negocios, lo que los lleva a insertarse en la economía informal y a tener una falta de visión en el campo (Canales, 2017; Merino, 2022).
Añadiendo a este problema, también se encuentran aquellos relacionados con la edad avanzada del agricultor, ya que muchos de ellos se sienten cómodos en su zona de confort y sus descendientes no están interesados en continuar con el negocio, lo que dificulta el emprendimiento (González, 2019).
Además de la falta de habilidades directivas, se suma la personalidad del emprendedor mexicano, incluyendo al sector agrícola en la fundación de agronegocios. Burbano (2019) comenta que los emprendedores no tienen actitudes ni personalidad emprendedora, ya que carecen de las cualidades necesarias para desarrollar un modelo de negocios en la mayoría de los casos. Villafañe (2021) señala que el emprendedor carece de la personalidad y actitud suficientes para enfrentar los riesgos e incertidumbres que conlleva ser emprendedor. En cambio, un emprendedor debe trabajar para combatir aspectos como la tolerancia al estrés y el apetito por el riesgo (Segura, 2018).
Dado todos los problemas anteriormente mencionados que enfrentan los agronegocios, es necesario involucrar cada vez más aspectos de emprendimiento con la capacitación adecuada, tecnología y herramientas novedosas para incentivar a los jóvenes a invertir en modelos económicamente rentables y sustentables, aprovechando la experiencia de los líderes en el mercado. Asimismo, se debe trabajar en conjunto con políticas públicas que fomenten el desarrollo del agronegocio. En este sentido, la personalidad emprendedora siempre será importante para el éxito de cualquier negocio. Por lo tanto, el objetivo de este estudio es evaluar los rasgos de la personalidad emprendedora en agricultores del municipio de Bahía de Banderas, Nayarit, para diseñar estrategias que fortalezcan el agronegocio.
Soporte teórico
En realidad, emprender tiene un carácter de acción que se vincula con los rasgos centrales de la administración. Por lo tanto, el éxito de emprender depende exclusivamente de las aptitudes y el olfato (Urcola, 2019) de las personas. Según Millán (2021), el emprendedor es un individuo capaz de descubrir oportunidades, apreciarlas en su justo valor y reunir y organizar los recursos necesarios para aprovechar dichas oportunidades. En esencia, es un innovador que altera la forma tradicional de hacer las cosas y las rutinas establecidas. Es una persona con habilidades de liderazgo y una capacidad especial para identificar el mejor curso de acción. Tiene la capacidad de ver las cosas de manera única, es un creativo (Basurto, 2020).
Para Paz (2020), un emprendedor no es solo alguien que desarrolla una empresa, sino que aprovecha las oportunidades para crear espacios para la innovación constante, tanto dentro como fuera de la vida económica. Sin embargo, debe existir un equilibrio entre el emprendimiento y el desarrollo de la comunidad en la que se encuentra, de manera que sean un éxito para la sociedad y, al mismo tiempo, generen beneficios económicos para él, su familia y sus empleados. Es aquella persona capaz de innovar, entendido como la capacidad de generar bienes y servicios de una forma diferente, sistemática, ética, comprometida y efectiva (Paredes, 2020).
De igual manera, Murtagh (2017, citado en Arias y Ribe, 2019) comenta que los emprendedores sociales se destacan como héroes en varios roles, ya que resuelven problemas de la comunidad. Tratan de identificar brechas y oportunidades para hacer crecer el negocio desde una perspectiva altruista, no solo esperan obtener ganancias personales, sino que es importante para ellos que las comunidades participen de todos los beneficios y actividades que fomentan el negocio, provocando el desarrollo económico y social para todos.
Desde la perspectiva de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, 2022), los emprendedores del sector primario y social deben contar con habilidades para catalizar el liderazgo colectivo en otros, para fomentar la toma de decisiones compartida en la comunidad, así como facilitar el intercambio y el aprendizaje entre las diferentes disciplinas que respaldan estas actividades agrícolas. Además, deben proporcionar incentivos para la colaboración entre todas las partes interesadas, trabajar en redes y asociaciones en toda la cadena de producción que fomenten el valor agregado a los productos del campo. Por lo tanto, deben crear empresas de alto impacto con espacios interactivos donde las personas que se dedican a este sector se desarrollen como seres humanos y profesionales. Los emprendedores deben ir más allá de sus propias ideas y beneficios.
En palabras de Salazar (2019), la innovación es una característica indispensable para los emprendedores, ya que les permite detectar ideas o proyectos y, al mismo tiempo, prometer resultados con características diferentes a su competencia o resolver una complicación en el mercado.
Otra característica aparte de la innovación en los emprendedores es contar con autonomía, lo que significa tener la facultad de realizar lo que realmente creen en el momento indicado. Es importante que los nuevos empresarios experimenten la autoeficacia empresarial, ya que les ayuda a desempeñarse mejor en entornos inciertos al compensar sus deficiencias reales en la experiencia (Brandle, Berger y Kuckertz, 2018). Asimismo, deben analizar toda la información disponible y considerar el uso apropiado de la información para generar estrategias que permitan que su emprendimiento sea un éxito.
Para la personalidad emprendedora, sin lugar a dudas, la confianza en sí mismo es un rasgo que no puede faltar en el futuro empresario. Este valor es positivo, es decir, el individuo tiene la seguridad de sus recursos y considera todas las oportunidades para expandir sus talentos y habilidades, porque ser dueño de su propio negocio requiere confianza en sí mismo para fortalecer dichas capacidades, es decir, no tiene que desesperarse cuando las cosas no salen en el primer intento (Barajas & Ramírez, 2020).
Según Ramos et al. (2022), la responsabilidad es un valor intrínseco de un emprendedor, es decir, se encuentra en el pensamiento de cada individuo y da la oportunidad de dirigir, reflexionar, orientar y evaluar el efecto de sus acciones siempre en materia moral. En la tabla número tres se enumeran las características de un emprendedor.
Jácome (2018) | Creatividad e Innovación. Autoconfianza en las capacidades. Arriesgados en sus propuestas y acciones. Olfato para las oportunidades. Calidad y eficiencia. Persistentes en sus objetivos. Planificación. Evaluación en función de objetivos. Trabajo en equipo. |
Paredes (2020) | Compromiso. Iniciativa. Resolución. Creatividad e innovación. Optimismo. Saber escuchar. Tolerancia al fracaso. Visión. |
Adie (2021) | Asunción de riesgos. Capacidad de negociación. Confianza en sí mismo. Flexibilidad y adaptarse al cambio. Innovación y Creatividad. Liderazgo de equipos Capacidad de trabajo. |
Fuente: Información basada en Jácome (2018), Paredes (2020), Adie (2021).
En la tabla número tres, Jácome (2018) identifica como parte de la personalidad emprendedora las características de creatividad e innovación, autoconfianza en las capacidades, arriesgados en sus propuestas y acciones, olfato para las oportunidades, persistentes en sus objetivos, puntualidad y compromiso, planificación, evaluación en función de objetivos y trabajo en equipo. Mientras que Paredes (2020) sostiene que un emprendedor también debe contar con iniciativa, visión y tolerancia al fracaso. Por otra parte, Adie (2021) añade flexibilidad y capacidad de adaptarse al cambio, capacidad de negociación y asunción de riesgos como parte de la personalidad emprendedora.
Toda persona que desea emprender cuenta por sí sola con una iniciativa innata, sin embargo, la preparación para desarrollar una carrera empresarial se logra a través de cursos, diplomados, planes de negocio, conferencias, estancias, prácticas, entre otros. Lo anterior ayuda a crear el ambiente académico-empresarial para fomentar la creación de empresas (Ovalles, 2018).
Los emprendedores son la base del desarrollo empresarial de cualquier país; su impulso es necesario para crear unidades de negocio innovadoras para el mercado. En el sector primario, son parte fundamental para la competitividad. Contar con agricultores capacitados es fundamental para el logro de los objetivos económicos de México. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE, 2022), un agricultor es una persona que se dedica a cultivar o labrar la tierra y explota una o varias unidades agrícolas por cuenta propia, y lo hace como su profesión habitual (Leiva, 2020).
Respecto al agricultor mexicano, la Ley de Desarrollo Agropecuario, Rural y Sustentable del Distrito Federal del Gobierno de México (2021) lo define como "gente de la tierra, hombres y mujeres que tienen una relación directa y especial con la tierra y la naturaleza a través de la producción de alimentos y otros productos agrícolas; que hacen suya la tierra" (p. 2). Para todos los trabajadores del sector primario, es necesario aplicar herramientas y métodos que contribuyan a su desarrollo, incluyendo el emprendimiento.
Materiales y Método
Esta investigación se realizó con un enfoque cualitativo, transversal y de tipo descriptivo, debido a que se recolectaron datos cualitativos en un mismo instrumento y tiempo. El diseño fue no experimental, dado que no se pretende manipular las variables, sino estudiarlas tal como se presentan en el contexto determinado. El muestreo fue aleatorio simple, es decir, cualquier agricultor podía contestar el instrumento. Los participantes fueron 120 agricultores, 72 hombres y 48 mujeres.
El instrumento utilizado fue el cuestionario Test Adaptativo Informatizado, elaborado y validado por Pedrosa (2015), con propiedades psicométricas adecuadas y una estructura principalmente unidimensional, confirmada mediante análisis factoriales exploratorios. El cuestionario consta de preguntas en escala Likert con opciones de respuesta: Totalmente en desacuerdo, En desacuerdo, Ni de acuerdo ni en desacuerdo, De acuerdo y Totalmente de acuerdo, con el propósito de recopilar datos cualitativos. La recolección de datos se llevó a cabo mediante el cuestionario en el trabajo de campo con entrevistas y su análisis se realizó utilizando el programa SPSS. Sin embargo, dado que se utilizó en otro lugar geográfico, se sometió al análisis de confiabilidad unidimensional de Alpha, mostrando coeficientes por encima de .80 (ver tabla cuatro).
Resultados
Los resultados de los rasgos de personalidad emprendedora de los agricultores del municipio de Bahía de Banderas se evaluaron en una escala del 1 al 5, siendo 5 la puntuación más alta para cada rasgo y 1 la más baja. Los rasgos que obtuvieron los puntajes más altos son los índices de Locus de control, Autonomía, Autoeficacia y Optimismo, con puntajes de 4.13, 4.13, 4.06 y 4.06 respectivamente (ver figura uno). Sin embargo, se obtuvieron puntajes mínimos de 1 en el caso del índice de tolerancia al estrés y 2 en los índices de autoeficacia, Autonomía, Motivación al logro y Toma de riesgos (ver tabla cinco).
Media | Mínimo | Máximo | |
---|---|---|---|
Autoeficacia | 4.06 | 2,00 | 5,00 |
Autonomía | 4.13 | 2,00 | 5,00 |
Innovación | 3.60 | 3,00 | 4,00 |
Locus de Control | 4.13 | 3,00 | 5,00 |
Motivación de Logro | 3.73 | 2,00 | 4,00 |
Optimismo | 4.06 | 3,00 | 5,00 |
Tolerancia al Estrés | 3.00 | 1,00 | 4,00 |
Toma de Riesgos | 3.73 | 2,00 | 5,00 |
Fuente: Elaboración propia
Se realizó el análisis de la personalidad emprendedora en las mujeres agricultoras. En este análisis, los rasgos que obtuvieron mayores puntajes fueron Locus de control, con una calificación de 4, mientras que los demás rasgos obtuvieron un promedio de 3.33. Únicamente en el rasgo de toma de riesgos se obtuvo un índice bajo de 2.67, como se muestra en la siguiente tabla seis.
Media | Mínimo | Máximo | |
---|---|---|---|
Autoeficacia | 3.00 | 2 | 4 |
Autonomía | 3.33 | 2 | 5 |
Innovación | 3.33 | 3 | 4 |
Locus de Control | 4.00 | 4 | 4 |
Motivación de Logro | 3.33 | 2 | 5 |
Optimismo | 3.33 | 3 | 4 |
Tolerancia al Estrés | 3.00 | 3 | 3 |
Toma de Riesgos | 2.67 | 2 | 3 |
Fuente: Elaboración propia
Respecto al análisis de la personalidad emprendedora de los hombres agricultores, se encontró que los rasgos que obtuvieron los mayores puntajes fueron Autoeficacia y Autonomía, ambos con un promedio de 4.33. Asimismo, se observó un alto puntaje en optimismo, con 4.25, seguido de Locus de control, con una calificación de 4.17, y toma de riesgos, con una calificación de 4. Los demás rasgos obtuvieron un promedio por debajo de 4, como se muestra en la tabla siete.
Discusión
Los rasgos de personalidad emprendedora que son representativos y con cargas factoriales más altas, según Pedrosa (2015), quien creó el instrumento de evaluación, no difieren mucho de los encontrados en los agricultores del municipio de Bahía de Banderas. Es decir, existen coincidencias en los rasgos con puntajes más altos, como Autoeficacia, Autonomía, Locus de control y Optimismo. Sin embargo, se encontraron diferencias en los rasgos de Innovación y Motivación al logro. También se coincide en los rasgos con puntajes bajos pero importantes, como la tolerancia al estrés y la toma de riesgos.
En términos generales y según los resultados encontrados, los ocho rasgos mostraron coeficientes aceptables y deben ser considerados al evaluar la personalidad emprendedora.
Conclusiones
En conclusión, los agricultores del municipio de Bahía de Banderas muestran rasgos de personalidad emprendedora con puntajes más altos en los siguientes aspectos: Autonomía, que implica la capacidad de organizar el tiempo de trabajo, tomar decisiones y fijar objetivos; Locus de control, que se refiere a ser consciente de que el éxito depende del esfuerzo propio y asumir la responsabilidad de los errores; Autoeficacia, que implica aprovechar los recursos y oportunidades, creer en la capacidad de superar desafíos y enfrentar problemas; y Optimismo, que implica creer en alcanzar las metas, ver los desafíos como oportunidades y encontrar aspectos positivos incluso en situaciones difíciles. Además, se observó una alta motivación de logro, disposición a asumir responsabilidad y esfuerzo extra para mejorar, así como una disposición a asumir riesgos en busca de recompensas valiosas.
En ese sentido, los rasgos de personalidad emprendedora de los agricultores con puntajes más bajos, es decir, aquellos que no figuran y prevalecen, son: Innovación. Este rasgo consiste en que el emprendedor crea ideas originales, apoya nuevas ideas, está dispuesto a aprender nuevas formas de trabajo e incorpora ideas nuevas en sus tareas. Tolerancia al estrés. Este rasgo consiste en que el emprendedor tenga control de sus emociones y sea capaz de concentrarse en situaciones estresantes y trabajar bajo presión.
Futuras líneas de investigación
Se recomienda continuar indagando sobre los rasgos de personalidad emprendedora para generar modelos que contengan acciones que los fortalezcan y continuar fomentando actividades emprendedoras no solo en las universidades, sino también en dependencias de los diferentes niveles de gobierno.
Por último, también valdría la pena investigar y retomar las buenas prácticas de emprendimiento llevadas a cabo por los agricultores, las cuales servirán de punto de partida para nuevos planes de acción y líneas de investigación.