Introducción
La educación universitaria exige la participación de individuos comprometidos con la adquisición de conocimientos y motivados para asumir nuevos desafíos. Estos principios deben estar orientados hacia la mejora de la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje para que todos los involucrados puedan lograr un éxito laboral en un mundo cada vez más globalizado. Para alcanzar este fin, es crucial establecer una conexión sólida entre la universidad, el entorno, la sociedad y el mundo en general. Esta conexión debe fomentar la creación de conocimiento, la implementación de estrategias relacionadas con la enseñanza y la investigación, entre otras acciones necesarias para desarrollar, aplicar y ejecutar tácticas que generen un impacto positivo en la sociedad (Pesca, 2012).
En este contexto, el rol de los docentes es esencial, pues deben ser capaces de fomentar la empatía en el aula y atender las necesidades de aprendizaje de los estudiantes, los cuales deben ser capaces de ser críticos y autocríticos. Para ello, se pueden implementar
sesiones de tutoría en las cuales se recomienda que se promueva la responsabilidad y el compromiso de los estudiantes con las actividades del curso. Este enfoque, por tanto, se debe basar en el amor por el proceso de aprendizaje y en la búsqueda constante de ese conocimiento que trasciende lo académico (Pérez Alcalá, 2009).
Sobre este asunto, Pérez Alcalá (2009) identifica las principales fuentes de interacción en contextos educativos (figura 1):
Interacción entre estudiantes y profesores: Propicia una comunicación motivadora orientada al aprendizaje.
Estudiante-estudiante: Genera un vínculo de trabajo colaborativo entre compañeros, para debatir las ideas y contenidos de los cursos
Estudiante-contenido: El estudiante revisa los contenidos de aprendizaje para analizarlos y utilizarlos desde su perspectiva, lo que propicia un diálogo cognitivo entre experiencias propias y aprendizajes nuevos.
Profesor-contenido: El profesor revisa los contenidos del curso para elegirlos correctamente, de modo que fomenten el aprendizaje
Profesor-profesor: De la misma forma que los estudiantes fomentan el trabajo colaborativo y diálogo, los profesores interactúan para conocer las necesidades de los estudiantes.
Estas interacciones están presentes en la vida académica de toda persona, y si bien se pueden encontrar otras similares en el ámbito social (estudiante-familia, estudiante-trabajo, estudiante-institución e incluso estudiante-tecnología, entre otras), en este artículo se enfoca en la interacción tutor-estudiante (Castro Santander, 2006).
Según Castro Santander (2006), un ciudadano del siglo XXI debe ser capaz de adaptarse a cambios significativos, demostrar autonomía, espíritu cooperativo y colaborativo, poseer una amplia variedad de valores y mostrar una moral basada en el respeto hacia los demás. Además, debe tener un pensamiento abierto y honesto para comprender la complejidad del mundo y vivir en armonía consigo mismo y con su entorno, aspectos fundamentales para el establecimiento de una sociedad democrática en la que prevalezca la paz, la libertad y el respeto mutuo. En tal sentido, tanto los profesores-tutores como los estudiantes se encuentran dentro de esta categoría de ciudadanos del siglo XXI.
En un aula de clases, ya sea presencial o virtual, se desarrollan interacciones específicas relacionadas con la materia que los estudiantes están cursando. Durante un periodo determinado (como un cuatrimestre, semestre o año académico), los estudiantes se reúnen de manera constante para alcanzar las metas de aprendizaje trazadas. Durante este proceso, es esencial que los alumnos muestren respeto tanto hacia sus compañeros como hacia el profesor que imparte la materia. Por lo tanto, es necesario que el tutor conozca las materias que un alumno está cursando durante el semestre en el que se ofrece la tutoría.
La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES, 2001) de México define la tutoría como un proceso de acompañamiento durante la formación de los estudiantes, lo cual implica la atención individualizada a un alumno o a un grupo reducido de estudiantes por parte de profesores competentes. Así, el tutor desempeña un papel crucial al orientar, asesorar y acompañar al alumno para que consiga una formación integral y para estimular su responsabilidad en el proceso de aprendizaje.
El tutor, por tanto, desempeña diversas responsabilidades, que incluyen motivar a los estudiantes, fomentar un proceso de reflexión y crítica de los contenidos de sus materias, y ayudarlos a conocer a los diferentes profesores con los que interactúan, así como a los coordinadores de carrera. Esto implica un esfuerzo y dedicación significativos por parte del tutor para sentar las bases del trabajo académico (García et al., 2009).
Por eso, dentro de una institución educativa se sugiere contar con una unidad dedicada a formar y ofrecer el acompañamiento de tutores. Por ejemplo, la Unidad de Tutorías del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) (s. f.) lleva a cabo la programación, seguimiento y evaluación de esta actividad. En tal sentido, asigna a un profesor de la plantilla académica como responsable del seguimiento de uno a seis alumnos para asegurar una atención individualizada.
Así, durante el programa de tutoría académica, el tutor puede desempeñar un papel fundamental en ayudar al estudiante a identificar sus inteligencias, para lo cual existen materiales, como el test autoaplicable de inteligencias múltiples (Guerri, 22 de junio de 2023). El objetivo es desarrollar métodos y tácticas que se adapten a la personalidad del estudiante, lo que puede mejorar significativamente su potencial de aprendizaje.
Klug y Peralta (2019) ilustran cómo funciona la actividad de tutoría universitaria en el Instituto Universitario del Gran Rosario en Argentina. Durante estas sesiones, se busca comprender las percepciones de los estudiantes de primer año y del equipo tutorial sobre sus trayectorias educativas. El objetivo es copensar y construir un plan de trabajo con el estudiante que le permita enfrentar con éxito esta nueva etapa en su vida personal y fomentar procesos de autorreflexión para que pueda apropiarse significativamente del conocimiento.
Las sesiones de tutoría incluyen discusiones sobre estrategias de estudio, establecimiento de itinerarios curriculares y evaluación del esfuerzo personal necesario para un mejor rendimiento académico. Además, los estudiantes valoran la oportunidad de ser escuchados durante estas sesiones, ya que les permite reducir la angustia y la ansiedad, además de encontrar soluciones a factores que contribuyen al fracaso académico, algunos de los cuales están relacionados con problemas de atención, concentración y comprensión, o la falta de motivación para asistir a clases (ya sean presenciales o virtuales) y realizar tareas académicas. Además, se deben tomar en cuenta variables individuales, como la falta de confianza en uno mismo, la baja tolerancia a la frustración y los signos de depresión y ansiedad, así como el uso incorrecto de técnicas de estudio y la pérdida de tiempo en actividades no académicas (Contreras et al., 2008).
Aunado a todo esto, se debe recordar que la pandemia de covid-19 trajo consigo una reconfiguración significativa de la enseñanza, lo que obligó a la transición hacia un formato virtual. Esto implicó la migración de contenidos, un cambio en la dinámica temporal y espacial del aprendizaje, así como una adaptación a nuevas formas de utilizar foros para el intercambio de opiniones. Además, tanto profesores como tutores se vieron en la necesidad de familiarizarse con software y hardware diferentes a los que tradicionalmente se utilizaban en entornos presenciales.
Esta transición hacia la enseñanza virtual resultó en una mayor interacción tecnológica por parte de los estudiantes, quienes tuvieron que pasar más tiempo frente a sus computadoras personales, teléfonos inteligentes y tabletas para participar en clases virtuales y ver tutoriales necesarios para comprender los temas. Sin embargo, esto también condujo a un aumento de las distracciones y de la sensación de soledad, por lo que algunos estudiantes se sintieron “abandonados” en su proceso de enseñanza y aprendizaje.
Sobre este tema, es importante reconocer que en un entorno de aprendizaje en línea las manifestaciones afectivas se ven limitadas por la falta de gestos, tono de voz, posturas y expresiones corporales que se observan en un entorno presencial. Esto dificulta la interpretación precisa de las emociones y requiere la implementación de principios y técnicas específicas para comunicar efectivamente los aspectos emocionales en este entorno virtual.
En lo que concierne a los aspectos afectivos en modalidades a distancia, Pérez Alcalá (2012) destaca la importancia de que los docentes consideren las manifestaciones de afecto de los estudiantes, las cuales pueden influir de manera positiva o negativa en el proceso de aprendizaje e incluso en la decisión de los estudiantes de continuar o abandonar un curso. Para fomentar un entorno de aprendizaje más inclusivo y receptivo, es esencial que los docentes eviten generar ansiedad en los estudiantes a través de frases o mecanismos que puedan intimidar su participación. En lugar de ello, se debe promover un ambiente en el que no se denote una jerarquía de poder, lo que solía ser común en el pasado. Por eso, el compromiso del docente debe reflejarse en su disposición para responder a todos los mensajes, ya sea relacionados con las tareas académicas o no. Esto incluye saludos, reclamos o cualquier opinión expresada en los foros, lo que contribuye a establecer una interacción lo más cercana posible a la sensación de ser escuchado.
En otras palabras, no se debe subestimar el significado que estas acciones e interacciones tienen en el contexto sociocultural, las cuales están intrínsecamente relacionadas con el proceso de enseñanza-aprendizaje y son fundamentales para analizar la dinámica entre docentes y estudiantes en los foros. Por eso, resulta esencial investigar el significado de las palabras, frases o símbolos utilizados en los mensajes de los foros y correos electrónicos, ya que cada interacción se vive y se interpreta de manera única según el rol desempeñado.
Para lograr un ambiente de aprendizaje efectivo, los docentes deben mostrar vocación con actitud, empatía y sensibilidad hacia los alumnos, lo cual se basa en el respeto mutuo y en la eliminación de prácticas que refuercen la jerarquía. En su lugar, se debe promover una pedagogía de la cordialidad, tanto en entornos presenciales como virtuales, lo que implica el establecimiento de canales de comunicación eficientes a través de estrategias variadas que ayuden a los estudiantes a comprender los objetivos de aprendizaje identificados en la enseñanza, estando siempre atentos a los contenidos.
Por otra parte, es importante reconocer los desafíos que enfrentan los docentes y tutores en la actualidad, los cuales incluyen la dedicación de tiempo para diseñar y evaluar actividades, la elección de contenidos del curso, la gestión de requisitos de hardware y software, la resolución de dudas personalizadas, la sobrecarga de actividades docentes y la elección de estrategias didácticas innovadoras. Aunado a ello, se debe tener presente que el docente y tutor también debe filtrar y dirigir los recursos disponibles hacia los objetivos de aprendizaje, así como crear rúbricas claras para evaluar el desempeño de los estudiantes en diversas actividades.
En cuanto a la gestión de las emociones, se debe recalcar su importancia para reducir el estrés, resolver conflictos, comunicarse eficazmente y mantener la coherencia en las acciones. Además, es fundamental para alcanzar metas y contribuye a la formación de individuos equilibrados en diversos entornos, ya sea familiar, académico o laboral (García-Bullé, 8 de julio de 2021).
Sobre este asunto, Iberdrola (2021) presenta una infografía con ocho lecciones clave para la inteligencia emocional, las cuales son indispensables para conseguir una exitosa trayectoria académica. Esto, por supuesto, demanda madurez emocional y autoconocimiento personal para abordar situaciones frustrantes o fracasos académicos de manera precisa y directa, incluso desvinculándose de entornos o personas negativas.
Explicado todo lo anterior, se puede indicar que el presente artículo propone factores relacionados con la inteligencia emocional, con especial énfasis en la necesidad de comprender y reconocer las propias emociones, pues esta habilidad permite identificarlas en los demás, especialmente en el contexto tutor-tutorado. En efecto, el tutor debe controlar sus propias emociones para prevenir los efectos perjudiciales de las negativas y, posteriormente, motivar y fomentar emociones positivas en sus tutorados. El objetivo es desarrollar la capacidad emocional para automotivarse y mantener una actitud positiva ante la vida (Aliste y Alfaro, 2007).
Para ello, se propone un instrumento para detectar y analizar un conjunto de emociones que se pueden generar durante la actividad de tutoría. Luego, todos los tutores de la unidad de tutoría envían los análisis para su revisión y organización de las respuestas de los estudiantes que están siendo tutorados. Al respecto, es importante destacar que el tutor actúa como guía durante la interacción con el tutorado, ya que está familiarizado con el instrumento y posee un alto nivel de inteligencia emocional.
El instrumento está constituido por dos partes: una cualitativa y otra cuantitativa. La primera se enfoca en un proceso reflexivo que realiza el estudiante para establecer sus emociones básicas y determinar el origen de ellas. La segunda pondera la cantidad de eventos acumulados durante toda su vida para conocer las emociones básicas generadas y fijar un orden ascendente de ellas según sean las más repetidas.
Desarrollo
Los estudiantes aprenden por medio de diferentes recursos, como resúmenes, videotutoriales, clases presenciales, mapas conceptuales, entre otros. Sin embargo, durante la pandemia de covid19, el aprendizaje en línea y autodidacta se convirtió en la única manera para adquirir conocimiento mientras se permanecía en casa, lo cual obligó a los docentes a elaborar ejercicios participativos y material en pantalla que resultaran motivadores para el proceso de enseñanza-aprendizaje. En este contexto, algunas de las plataformas más usadas fueron Moodle o Classroom, y herramientas como Lucidchart, Canva y Prezi para fomentar el autoaprendizaje.
Al prestar atención a las emociones básicas y combinarlas con la motivación y la felicidad, los profesores se enforzaron por estimular a los estudiantes a continuar su educación y mantener su compromiso académico, pues una persona feliz es más propensa a motivarse para avanzar en su carrera.
Por otra parte, se debe tomar en cuenta que el intercambio de información y experiencias durante las clases desempeña un papel fundamental en el desarrollo de las habilidades sociales de los estudiantes. Cuando el contenido lo permite, realizar ejercicios de investigación y retroalimentación que impliquen un análisis profundo del tema, con el profesor como moderador, fomenta la comprensión crítica, lo cual puede llevarse a cabo a través de foros que faciliten el debate y el análisis reflexivo.
En tal sentido, Anzelin et al. (2020) llevaron a cabo un análisis de 72 artículos que exploran la relación entre las emociones de los estudiantes y los procesos de enseñanza y aprendizaje. Los autores identificaron categorías de análisis clave, como la relación entre emociones positivas y aprendizaje, emociones negativas y aprendizaje, diferencias individuales y culturales, influencia de la familia y compañeros, e impacto del clima en el aula. Además, destacaron la importancia de considerar las emociones de los profesores en diferentes etapas del proceso educativo.
Durante su rol como tutor, un profesor puede identificar mediante preguntas y cuestionarios cuáles procesos son los más utilizados por los estudiantes para aprender, aunque, al mismo tiempo, estos últimos necesitan sentir que están siendo guiados y que sus dudas se resuelven. Asimismo, deben percibir que el profesor domina el tema y que en clase se fomentan el diálogo y el análisis, en lugar de una simple exposición pasiva, por lo que la interacción en el aula debe incluir ejercicios prácticos que fomenten un ambiente interactivo.
En este contexto, la inteligencia emocional del docente es crucial para el proceso de aprendizaje, ya que el maestro actúa como modelo de aprendizaje para los estudiantes. A través de esta figura, ellos aprenden a razonar, expresarse y regular sus emociones, lo que es fundamental en el aula (David, 4 de enero de 2023; Extremera y Fernández-Berrocal, 2004).
En el proceso de tutoría, es importante que el tutor conozca sus áreas de dominio personal y esté familiarizado con otros profesores de la institución para brindar apoyo integral a los estudiantes en diferentes materias. Además, debe estar informado sobre las oportunidades laborales relacionadas con la carrera que los estudiantes están siguiendo y proporcionar orientación sobre las posibles trayectorias profesionales. Promover el aprendizaje autodirigido y participativo durante las sesiones de tutoría es esencial, al igual que destacar la importancia del pensamiento crítico y el aprovechamiento de recursos en línea.
Por otra parte, el docente debe considerar las problemáticas, desafíos y crisis que enfrentan los jóvenes que cursan una carrera determinada. Para eso, no deben ser vistos simplemente como una población necesitada de atención e intervención, sino como individuos con oportunidades y recursos para abordar y resolver los problemas y desafíos que la sociedad les presenta. En otras palabras, en lugar de ver a los jóvenes como víctimas o victimarios, el docente debe reconocerlos como participantes que requieren ser escuchados (Fandiño y Yamith, 2011). Se debe recordar, por tanto, que los estudiantes son susceptibles a diversas situaciones de riesgo, como adicciones, embarazos no planificados, divorcio de sus padres o acoso escolar, entre otros, de ahí que las instituciones de educación superior deban implementar estrategias para abordar y resolver estas situaciones.
Esto se puede conseguir apoyando a los tutores para que tengan acceso a datos que les permitan brindar orientación y tomar decisiones apropiadas y oportunas, de acuerdo con las necesidades de los estudiantes, lo cual implica interactuar con diversos profesionales, como coordinadores de carrera y personal médico, para proporcionar los recursos necesarios y apoyar a los estudiantes.
Además, se pueden diseñar estrategias de prevención y apoyo, así como cursos de educación sexual tanto para mujeres como para hombres, y programas para tratar la ansiedad y la depresión mediante servicios de psicología y psiquiatría, cuando sea necesario. Igualmente, en situaciones de extrema marginación y pobreza, se debe considerar la posibilidad de brindar apoyo económico a los estudiantes (Morín-Juárez et al., 2019).
Ahora bien, durante el proceso de tutoría se pueden implementar diferentes actividades, como las tres indicadas por el CUCEA (s. f.). La primera es una entrevista de diagnóstico en la que se recopilan aspectos generales sobre el estudiante, es decir, disponibilidad de servicios de internet, situaciones de vulnerabilidad, enfermedades crónicas o problemas de salud mental, que la institución debe conocer para informar al tutor. La segunda actividad es una entrevista de seguimiento y orientación académica, que aborda aspectos esenciales como la perspectiva profesional, el plan de vida académico y un análisis FODA personal, además de evaluar la asistencia a cursos y el desempeño en exámenes parciales y tareas. Finalmente, la tercera actividad consiste en una entrevista de cierre y proyección del siguiente calendario, donde se revisan áreas de mejora, como la asistencia a clases y el derecho a la calificación, y se planifica el próximo ciclo escolar.
Este artículo, en concreto, se enfoca en el manejo de las emociones durante la entrevista inicial en la interacción tutor-tutorado. Para ello, se destaca la importancia de un proceso reflexivo crítico acerca de las emociones personales, que incluye la evaluación de comportamientos pasados y la consideración de eventos que involucran a personas cercanas, como familiares, compañeros de escuela y amigos. Asimismo, se enfatiza la necesidad de poseer autocontrol y autodiagnóstico para reaccionar de manera inteligente ante los desafíos y situaciones cotidianas, y se considera que el tutor debe ser una persona con inteligencia emocional para desempeñar eficazmente su papel.
Instrumento de evaluación
En este trabajo se propone un instrumento que debe aplicarse durante la etapa inicial de asignación a los tutorados, en cualquier programa de tutoría. Para eso, se contemplan las emociones básicas, primarias o fundamentales: felicidad, tristeza, ira, sorpresa, miedo, disgusto y vergüenza (Aliste y Alfaro, 2007).
El instrumento se divide en dos partes: la tabla 1 representa la parte cualitativa. En esta, el estudiante reflexiona sobre diversas las emociones a lo largo de su vida. Para eso, debe identificar cuándo las experimentó por primera vez, las personas involucradas, describir de manera breve del evento y la solución actual para resolverla. En caso de considerar una emoción como negativa, se le pide que proponga una solución; en caso contrario, no es necesario proporcionar una respuesta. Este enfoque cualitativo permite identificar las emociones más relevantes y responder a la siguiente pregunta: “¿Cuál emoción logró identificar en mayores eventos?”
Por otra parte, la tabla 2 representa la parte cuantitativa. Aquí, el estudiante debe establecer un orden de las emociones que más ha sentido durante su vida, para lo cual se debe basar en las reflexiones de la tabla 1. Ese orden debe hacerlo utilizando una escala del 1 al 7. El número 1 representa la emoción que más ha experimentado durante su vida, mientras que el número 7 corresponde a la menos experimentada.
Es importante destacar que en la sección cualitativa se espera que el estudiante mencione dos sucesos trascendentales que hayan marcado su vida. Uno de estos eventos debe haber ocurrido durante su infancia, específicamente entre las edades de 0 y 12 años, y el otro desde los 12 años hasta su edad actual. Aunque es probable que haya experimentado más eventos emocionales a lo largo de su vida, se le solicita que se centre en estos dos eventos significativos. Esta división se basa en las etapas cognitivas propuestas por Jean Piaget, que incluyen las etapas sensoriomotora, preoperacional y de operaciones concretas (0-12 años), así como la etapa de operaciones formales (a partir de los 12 años) (Linares, 2007).
Etapa cualitativa | ||||
---|---|---|---|---|
Emoción | Edad en que se identificó la emoción | Personas que se encontraban | Descripción breve del evento | Solución actual |
Felicidad | ||||
Tristeza | ||||
Ira | ||||
Sorpresa | ||||
Miedo | ||||
Disgusto | ||||
Vergüenza |
Fuente: Elaboración propia
Etapa cuantitativa | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|
Felicidad | Sorpresa | Ira | Disgusto | Tristeza | Miedo | Vergüenza |
Fuente: Elaboración propia
El objetivo de la etapa cualitativa es sensibilizar al estudiante sobre sus emociones y su pasado para que el tutor pueda conocer una parte importante de sus eventos que lo hayan marcado en el conjunto de las emociones posibles. Durante esta parte cualitativa se pueden identificar las emociones y su comportamiento social al momento en que logró darse cuenta que la tenía.
El tutor al revisar las respuestas emitidas en la tabla 1, específicamente en la sección Descripción breve del evento. Si se encuentran palabras claves como abuso, droga, tristeza, alcohol, enfermedad o depresión en conjunto con la respuesta emitida en la sección de Solución actual, se propone que revise si ya le dio solución al problema. Además, si lo considera necesario, invita al estudiante a que visite a un especialista (psicólogo) para que lo ayude a superar o identificar ese evento traumático.
Barajas Márquez (2016) menciona diferentes aspectos relacionados con la conducta de los adolescentes e instrumentos que pueden ser aplicables para determinar la aparición de trastornos emocionales. Este autor comenta que la depresión y la ansiedad se están presentando a edad temprana, lo cual puede generar complicaciones como la agresión e incluso llevar al suicidio. Además, aborda cuestiones relacionadas con la imagen corporal, que a menudo se ven influenciadas por los medios de comunicación y la presión de sus compañeros. Trabajar en este aspecto es crucial para lograr la aceptación y mantener una autoestima saludable. Incluso en lo que respecta al inicio de su vida sexual, existe un mayor riesgo, ya que pueden estar expuestos a embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual con mayor frecuencia.
La fase cualitativa de este proceso es altamente personalizada y se basa en la vida individual de cada estudiante. Como señala Goleman (1995) en la quinta parte de su libro sobre el costo del analfabetismo emocional, los jóvenes a menudo muestran un bajo desempeño en áreas relacionadas con el aislamiento, problemas sociales, sentimientos de infelicidad, ansiedad y depresión. Esto puede derivar de la búsqueda de la perfección o el temor a no ser amados, así como el deseo de obtener la atención de padres o amigos, lo cual puede provocar un impacto negativo en su rendimiento académico.
Por eso, el instrumento cualitativo se centró en la autoconciencia emocional, lo que implica la capacidad de comprender las experiencias relacionadas con emociones básicas como felicidad, tristeza, ira, sorpresa, miedo, disgusto y vergüenza a lo largo de la vida del estudiante. Esta reflexión actúa como una guía para identificar eventos que generan respuestas emocionales profundas.
Por su parte, el propósito de la fase cuantitativa fue identificar y priorizar la emoción que el estudiante más ha experimentado hasta su ingreso a la universidad. Además, esta fase agrupa a los estudiantes por periodos escolares para un análisis más efectivo.
Resultados de la ejecución del instrumento propuesto
En esta sección, se empleó la parte cuantitativa del instrumento (tabla 2) para aplicar un enfoque experimental. Esto se realizó mediante la ejecución del instrumento en una hoja de cálculo, donde se generaron datos de manera aleatoria. De esta manera, se pudo manipular una o varias variables con el objetivo de observar los patrones de conducta deseados; en este caso, las emociones predominantes que los estudiantes que ingresan a una institución de educación superior pueden experimentar durante una actividad inicial de tutoría.
La ejecución del instrumento se llevó a cabo con una muestra de 233 alumnos. La variable de género se dividió en dos valores posibles: masculino (M) y femenino (F). Las variables que representan los sentimientos de felicidad, sorpresa, ira, disgusto, tristeza, miedo y vergüenza generaron números aleatorios con valores posibles entre 1 y 7, con lo cual se evitó la duplicación de números para cada sentimiento.
En la tabla 3, se presenta un ejemplo con 10 estudiantes. Esto ilustra cómo se registrarían los datos en una hoja de cálculo, teniendo en cuenta el género de cada estudiante para realizar análisis basados en esta variable.
Estudiante | Género | Felicidad | Sorpresa | Ira | Disgusto | Tristeza | Miedo | Vergüenza |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | M | 6 | 5 | 7 | 2 | 1 | 4 | 3 |
2 | M | 4 | 6 | 3 | 5 | 1 | 2 | 7 |
3 | F | 3 | 5 | 7 | 2 | 6 | 4 | 1 |
4 | M | 1 | 4 | 5 | 6 | 7 | 3 | 2 |
5 | F | 3 | 4 | 7 | 6 | 2 | 1 | 5 |
6 | M | 4 | 1 | 6 | 5 | 2 | 3 | 7 |
7 | M | 1 | 2 | 4 | 6 | 3 | 5 | 7 |
8 | F | 7 | 4 | 1 | 5 | 2 | 3 | 6 |
9 | F | 3 | 4 | 6 | 5 | 7 | 2 | 1 |
10 | M | 4 | 1 | 6 | 3 | 7 | 5 | 2 |
Fuente: Elaboración propia
La ejecución del instrumento considera una aleatoriedad, sin sesgo hacia un género -hay un equilibrio de la población masculina (117 estudiantes) y femenina (116 estudiantes)-, ni sesgo en los sentimientos. En la tabla 4 se observa el resultado de datos generados por género masculino y en la tabla 5 los de género femenino.
Prioridad | Felicidad | Sorpresa | Ira | Disgusto | Tristeza | Miedo | Vergüenza |
---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | 19 | 14 | 20 | 17 | 20 | 13 | 14 |
2 | 18 | 22 | 16 | 18 | 17 | 11 | 15 |
3 | 12 | 17 | 18 | 16 | 17 | 16 | 21 |
4 | 18 | 16 | 16 | 17 | 18 | 20 | 12 |
5 | 15 | 17 | 9 | 17 | 13 | 23 | 23 |
6 | 14 | 18 | 22 | 15 | 15 | 16 | 17 |
7 | 21 | 13 | 16 | 17 | 17 | 18 | 15 |
Suma | 117 | 117 | 117 | 117 | 117 | 117 | 117 |
Fuente: Elaboración propia
Prioridad | Felicidad | Sorpresa | Ira | Disgusto | Tristeza | Miedo | Vergüenza |
---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | 15 | 24 | 19 | 15 | 11 | 14 | 18 |
2 | 17 | 14 | 17 | 12 | 24 | 19 | 13 |
3 | 19 | 18 | 18 | 23 | 12 | 14 | 12 |
4 | 21 | 19 | 9 | 20 | 10 | 14 | 23 |
5 | 12 | 8 | 16 | 23 | 19 | 20 | 18 |
6 | 17 | 16 | 17 | 13 | 24 | 15 | 14 |
7 | 15 | 17 | 20 | 10 | 16 | 20 | 18 |
Suma | 116 | 116 | 116 | 116 | 116 | 116 | 116 |
Fuente: Elaboración propia
En la figura 2 se aprecia la distribución por sentimiento de la población total (117 hombres y 116 mujeres). Debido a que se realizó la ejecución del instrumento con aleatoriedad, se observa perfectamente que las emociones han sido distribuidas y presentadas con una igualdad durante su vida.
Gracias al factor de aleatoriedad, se parecía una población totalmente pareja sin mostrar algún sentimiento predominante. Sin embargo, se puede hacer que la ejecución del instrumento posea un sesgo en específico; por ejemplo, en las figuras 3 y 4 se observan las manipulaciones hacia las emociones de felicidad y tristeza, respectivamente, es decir, se puede identificar por generación de estudiantes algún sentimiento que predomina en la mayoría de los alumnos de nuevo ingreso.
Además, es posible realizar una predicción a futuro. Por ejemplo, en la tabla 6, se presenta una nueva ejecución del instrumento que se aplicaría al finalizar los estudios. En esta tabla, se agrega una columna adicional a la tabla 3, la cual registra la terminación de los estudios por cada estudiante. Esto implica la generación de un dato adicional, donde se indica si el estudiante ha concluido sus estudios (1) o si ha abandonado su carrera (0). Para este caso en particular, se considera un sesgo basado en la población inicial de 233 estudiantes, de los cuales 165 estudiantes han finalizado sus estudios, mientras que 68 no los han concluido.
Estudiante | Género | Felicidad | Sorpresa | Ira | Disgusto | Tristeza | Miedo | Vergüenza | Termina (1-Sí, 0-No) |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | M | 6 | 5 | 7 | 2 | 1 | 4 | 3 | 1 |
2 | M | 4 | 6 | 3 | 5 | 1 | 2 | 7 | 1 |
3 | F | 3 | 5 | 7 | 2 | 6 | 4 | 1 | 1 |
4 | M | 1 | 4 | 5 | 6 | 7 | 3 | 2 | 0 |
5 | F | 3 | 4 | 7 | 6 | 2 | 1 | 5 | 1 |
6 | M | 4 | 1 | 6 | 5 | 2 | 3 | 7 | 1 |
7 | M | 1 | 2 | 4 | 6 | 3 | 5 | 7 | 0 |
8 | F | 7 | 4 | 1 | 5 | 2 | 3 | 6 | 1 |
9 | F | 3 | 4 | 6 | 5 | 7 | 2 | 1 | 0 |
10 | M | 4 | 1 | 6 | 3 | 7 | 5 | 2 | 1 |
Fuente: Elaboración propia
Si se toman los datos de la ejecución del instrumento con esta información, es decir, sin sesgo en cuanto a algún sentimiento, pero con un sesgo en lo que respecta a la terminación de los estudios, podemos observar un caso interesante. Se puede establecer una relación entre la cantidad de estudiantes que finalizaron su carrera y el sentimiento predominante de felicidad (tabla 7).
Prioridad | Felicidad | Terminó (1) | No terminó (0) |
---|---|---|---|
1 | 34 | 20 | 14 |
2 | 35 | 24 | 11 |
3 | 31 | 23 | 8 |
4 | 39 | 27 | 12 |
5 | 27 | 21 | 6 |
6 | 31 | 26 | 5 |
7 | 36 | 24 | 12 |
Fuente: Elaboración propia
Esta ejecución del instrumento tiene como objetivo identificar el conjunto de emociones predominantes en los tutorados. Además, permite observar patrones de comportamiento asociados al género y a la culminación de sus estudios, lo que demuestra la utilidad del instrumento, especialmente en su parte cuantitativa. Como se muestra en la figura 5, se pueden identificar patrones en los datos generados. Por ejemplo, se observa que el 71 % de los estudiantes lograron completar sus estudios, mientras que el 29 % no alcanzó su objetivo y abandonó.
Discusión
La ejecución del instrumento utilizando hojas de cálculo permite asociar comportamientos que puedan manifestar los tutorados, e incluso categorizar las emociones según la generación de estudiantes en particular, lo que ejemplifica su utilidad. No obstante, cabe resaltar que este instrumento está diseñado específicamente para abordar las emociones, y no pretende ser una entrevista de diagnóstico general, pues su objetivo es permitir al tutor realizar un análisis más profundo de los estudiantes y conocer aspectos personales relacionados con sus emociones.
Por lo tanto, es esencial avanzar hacia la fase de implementación de este instrumento en una institución educativa. A pesar de que dentro del formato de diagnóstico de la entrevista inicial (CUCEA, s. f.) se incluyen algunas preguntas relacionadas con los sentimientos, estas no alcanzan el mismo nivel de profundidad que la etapa cualitativa del instrumento (tabla 1). Además, la tabla 2 permite a los estudiantes ordenar y agrupar sus emociones según las que han experimentado más a lo largo de sus vidas. Esto brinda al tutor la oportunidad de identificar a los estudiantes que puedan haber experimentado un conjunto significativo de emociones negativas, como tristeza e ira, y así derivarlos a profesionales especializados, como psicólogos, para evaluar su bienestar emocional y ayudarlos a superar cualquier evento que los haya afectado negativamente.
Sobre este asunto, Aguilera García (2019) presenta una tabla que enumera las cualidades principales para ser un tutor universitario, es decir, conocimientos, habilidades y actitudes. En esta lista, sin embargo, no se menciona específicamente la necesidad de tener inteligencia emocional ni de desarrollar habilidades en el manejo de las emociones. Por lo tanto, en el presente trabajo, se destaca la importancia de incorporar este enfoque basado en las emociones en el perfil del docente-tutor.
Por otro lado, Martínez Clares et al. (2020) llevaron a cabo un estudio en el que aplicaron un instrumento a 354 alumnos para identificar áreas de mejora en la acción tutorial. Los resultados muestran que el porcentaje más alto se encuentra en los rubros relacionados con la planificación y la relación tutor-alumno. Específicamente, se destaca la necesidad de incrementar las sesiones de tutoría para fomentar una mayor interacción tutor-alumno (23.2 %). También se menciona la importancia de una mayor implicación por parte del docente-tutor (19.8 %) para fortalecer el vínculo entre ellos. Además, se sugiere aumentar la difusión del plan de acción tutorial y las actividades que lo componen (16.1 %) para que los estudiantes comprendan mejor las funciones básicas de la tutoría.
A pesar de que estos estudios no mencionan explícitamente el manejo de las emociones, se puede inferir que, al aumentar las sesiones de tutoría y fortalecer la relación tutor-alumno, es posible promover la empatía entre el docente-tutor y el estudiante. Este artículo, por ende, se enfoca en el aspecto emocional de los estudiantes en el contexto de la tutoría, y subraya la importancia de que el docente-tutor emplee estrategias adecuadas para fomentar emociones positivas en los alumnos tutorados. Esto significa proporcionar un entorno de cordialidad y libertad para que los estudiantes reflexionen sobre su historia de vida y se sientan comprendidos a nivel personal. Ambos (docente y tutorado) deben ser responsables y comprometidos para asegurar que este enfoque en las emociones no tenga un impacto negativo en el rendimiento académico, sino que demuestre una genuina empatía y contribuya a una actitud positiva.
Conclusión
Los profesores y estudiantes del siglo XXI son personas talentosas que requieren una interacción respetuosa para tratar el tema del manejo de las emociones básicas, pues de esta manera se pueden atender las frustraciones que puedan aparecer a lo largo de su vida universitaria. Por eso, el instrumento propuesto se centra en promover la alfabetización emocional como parte integral de la tutoría cuando un estudiante ingresa a una institución de educación superior. El propósito es proporcionar a los tutores una herramienta para conocer a sus alumnos a un nivel personal y abordar el manejo de las emociones, que a menudo no recibe la atención que merece en las interacciones personales.
En efecto, este instrumento permite identificar si los estudiantes tienen un equilibrio emocional adecuado, ya que ayuda a los tutores a comprender los pensamientos y reconocer las emociones básicas a través de las tablas 1 y 2, lo que facilita la asistencia a los estudiantes cuando utilizan el instrumento. Además, al implementarlo en una hoja de cálculo, se demuestra su utilidad y se ilustra cómo se pueden almacenar los datos generados al aplicar el instrumento en una institución. Esto sirve para priorizar generaciones de estudiantes en función de las emociones predominantes y asociarlas con la culminación de sus estudios.
Se debe tener presente que desde una edad temprana los individuos atraviesan un proceso de desarrollo emocional, que involucra a los padres, la familia y la escuela, donde los profesores desempeñan un papel crucial. Por eso, estos últimos se convierten en figuras importantes en la formación emocional de los estudiantes, ya que cada interacción contribuye a su desarrollo emocional.
En este contexto, la identificación de las emociones básicas por parte del tutor le permite empatizar con los tutorados cuando participan en la acción tutorial. Dado que los docentes y tutores generalmente tienen un mayor nivel de madurez en comparación con los estudiantes, pueden establecer estrategias de orientación que ayuden a los tutorados a abordar problemas relacionados con las emociones que han experimentado. El objetivo es hacer que los estudiantes sean conscientes de sus emociones para que durante su vida académica puedan experimentar emociones más positivas, como la felicidad.
Futuras líneas de investigación
A futuro se sugiere implementar este instrumento en alguna universidad para obtener datos reales de estudiantes de alguna carrera de nivel superior. Para ello, se sugiere aplicar el instrumento al inicio y al finalizar la carrera, solo con aquellos alumnos que concluyeron sus estudios.
Otra recomendación sería volver a aplicar este instrumento a aquellos estudiantes que han logrado completar sus estudios, pero esta vez para pedirles que reflexionen y utilicen el instrumento exclusivamente en relación con su experiencia universitaria y su vida académica. El ajuste del instrumento (tabla 1) podría considerar dos momentos significativos: 1) desde el primer año hasta la mitad de la carrera y, 2) desde la mitad de la carrera hasta la finalización de sus estudios. Estos eventos en la parte cualitativa podrían ofrecer datos importantes como la evaluación de los profesores, las experiencias negativas con compañeros o los desafíos administrativos que enfrentaron durante su tiempo en la universidad.
Finalmente, la adaptación de la parte cuantitativa (tabla 2) podría centrarse en comprender el grado de felicidad o tristeza experimentado por un estudiante en general, agrupando sus emociones a lo largo de su vida universitaria, lo cual podría estar relacionado con el ambiente creado por la institución.