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Nóesis. Revista de ciencias sociales

versión On-line ISSN 2395-8669versión impresa ISSN 0188-9834

Nóesis, Rev. cienc. soc. vol.33 no.66 Ciudad Juárez jul./dic. 2024  Epub 25-Nov-2024

https://doi.org/10.20983/noesis.2024.2.3 

Ciencias Sociales

Tareas de cuidado de los menores de 14 años en las parejas de doble proveeduría en México, 2019

Childcare tasks in dual-earner couples with children under 14 years old in Mexico, 2019

1Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

2Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo


Resumen

México es uno de los países en los que se han reconocido desigualdades de género, propiciadas principalmente por la mala distribución en el uso del tiempo y cargas domésticas y de cuidado entre mujeres y hombres dentro de los hogares. Además, es evidente que hay un aumento en las parejas de doble proveeduría, reemplazando el modelo tradicional del hombre como único proveedor. Por lo que el objetivo de este trabajo es determinar si hay mayor igualdad en la carga de tiempo y de actividades de cuidado a menores de 14 años en las parejas de doble proveeduría en México en el año 2019, por medio del análisis del uso de tiempo y del reparto de las tareas de cuidado de los menores de 14 años según el tiempo que dedican al trabajo remunerado. La fuente de información que se analizará para lograr este propósito es la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo de 2019 (ENUT). Los resultados señalan que, a pesar de que las mujeres están insertadas en el mercado laboral, siguen dedicando casi el mismo tiempo al cuidado de los menores que aquellas que se dedican exclusivamente al hogar, lo que resulta en una doble carga de trabajo y persisten las desigualdades entre hombres y mujeres al interior de los hogares.

Palabras clave Uso del tiempo; Parejas de doble proveeduría; Tareas de cuidados; Jornada laboral; División sexual del trabajo

Abstract

Mexico is one of the countries where gender inequalities have been recognized, primarily due to the poor distribution of time and domestic caregiving responsibilities between women and men within households. Additionally, there is evident growth in dual-provider couples, replacing the traditional model where the man was the sole provider. Therefore, the aim of this study is to determine if there is greater equality in the allocation of time and caregiving activities for children under 14 in dual-provider couples in Mexico in 2019, through the analysis of time usage and the division of caregiving tasks for children under 14 years old according to the time spent on paid work. The source of information used to achieve this purpose is the 2019 National Time Use Survey (ENUT). The results indicate that although women are integrated into the labor market, they actually dedicate nearly the same amount of time to childcare as women who exclusively focus on homemaking, resulting in a double burden of work and persisting inequalities between men and women within households.

Keywords Time use; Dual-earner couples; Caregiving tasks; Workweek; Sexual division of labor

Introducción

El tiempo que la población le dedica a las actividades que generan ingresos u otras como las destinadas al estudio, las labores domésticas, el cuidado y la recreación varía según ciertos factores socioeconómicos y componentes culturales e institucionales (García-Román, 2020; Martínez, 2009). De estos elementos se reconoce que el sexo es la variable que representa las mayores diferencias en la forma en que se organiza y distribuye el recurso del tiempo diario en los hogares (Rubiano y Kashiwase, 2018). Una de las actividades que se asigna como deber de las mujeres es el trabajo de cuidado de los miembros de la familia, definida generalmente como una acción no remunerada y que no cuenta con reconocimiento o apreciación social (Aguirre, 2005). En particular, la división del trabajo de cuidado de los menores de edad del hogar es una de las tareas que ha estado fuertemente enmarcada a lo largo de la historia por expresiones culturales y determinada por los roles de género, que históricamente ha relegado al sexo femenino como principal responsable de esta actividad dentro y fuera de los hogares (Blair, 1992).

En las últimas décadas, una serie de investigaciones y de información derivada de encuestas han dado paso al reconocimiento y a la medición de la contribución económica y social de los trabajos de cuidado de los menores de edad en el hogar, con el propósito de visibilizar las desigualdades de género provenientes de la repartición dispar del tiempo y de las cargas entre mujeres y hombres, tanto a nivel individual como contextual (INMUJERES, 2020, García, 2019; Comunidad Mujer, 2017; Carrasquer, 2009; García, 2005; Meil, 2003a). De modo que se ha podido identificar con mucha más claridad lo que se denomina sobrecarga de trabajo para las mujeres o doble presencia femenina, pues estas dedican su tiempo casi en totalidad al trabajo remunerado y al no remunerado (Sagastizabal y Legarreta, 2016; CEPAL, 2007).

De forma particular, se ha llegado a poner especial atención a las estrategias familiares como recurso de conciliación entre la vida familiar y laboral, así como a las artimañas que ajustan las parejas de doble proveeduría en el reparto de tareas del hogar y sus diferencias por sexo (García-Román, 2020; INMUJERES, 2020; Hernández-Limonchi e Ibarra-Uribe, 2020; Domínguez et al., 2018; Dema, 2005; Kropf y Burnette, 2003; Dellmann-Jenkins et al., 2002, Wainerman, 2000).

Las parejas de doble proveeduría serán el tema central de este trabajo, ya que es necesario visibilizar el aporte de la función económica y no económica de estas y cómo afecta en la división de trabajo de cuidado de los menores de edad en el hogar. En este sentido, el objetivo de este estudio es determinar si existe cierta igualdad en la carga de tiempo y de actividades de cuidado a menores de 14 años en las parejas de este tipo y comparar con otros modelos de proveeduría en México.

Asimismo, se indaga cómo intervienen otros factores en el análisis del reparto de las tareas de cuidado de los menores de 14 años, en donde uno de los puntos principales para observar es el impacto de la duración de la jornada laboral. Se podría esperar que las parejas de doble proveeduría participen menos tiempo en las tareas de cuidado de los menores de hogar en comparación con las parejas tradicionales, a causa de que tienen que dividir su tiempo entre el trabajo remunerado y el no remunerado, rompiendo con los roles de genero tradicionales de hombres-proveedores y mujeres-cuidadoras. La fuente de información que se analizará para lograr este propósito es la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) de 2019.

1. La persistente desigualdad del reparto de trabajos de cuidado de menores de edad entre mujeres y hombres en México

Según la medición de uso del tiempo en México, la carga global de trabajo se calcula a través de tres actividades: trabajo para el mercado, trabajo no remunerado de los hogares (doméstico y de cuidados) y el trabajo de producción de bienes exclusivos para el hogar (INEGI, 2019a). De estas condiciones, se deriva que el 76% de los hombres mayores de 12 años participan en un trabajo para el mercado por 48 horas en promedio a la semana, mientras que el 48% de las mujeres mayores de 12 años participan durante 38 horas (INEGI, 2019b). Es importante resaltar que México tiene una de las tasas de participación laboral femenina más bajas en comparación con otros países de la Organización para la cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ya que solamente dos países en 2019, Turquía e Italia, tienen tasas más bajas, esto implica una pérdida económica para el país debido a que se pierde el valor de la producción que hubiera podido ser generado por ellas (Beltrán y Villa, 2023; Banco Mundial, 2021).

En contraste con los resultados anteriores, el promedio de horas que los hombres participan a la semana en trabajos no remunerados es de 15 horas, mientras que las mujeres lo hacen casi 3 veces más (40 horas). A partir de los datos anteriores, se puede señalar que los hombres alcanzan en promedio 10 horas más de trabajo para el mercado que sus parejas y en contraste, casi 25 horas menos para trabajo no remunerado realizado al interior de los hogares. Finalmente, el trabajo de producción de bienes exclusivos para el hogar representa casi 7 horas en promedio semanal para los hombres y 6 horas para las mujeres (INEGI, 2019b). Con las horas promedio a la semana mencionadas, se puede deducir que existe una brecha desfavorable para las mujeres de 7 horas más del tiempo total de trabajo a la semana (60 horas) en comparación con el tiempo total de trabajo de los hombres (53 horas). Aunque esta brecha de género sigue siendo importante, ha disminuido, ya que para el 2014 era de 10 horas. Esto se debe principalmente a que se ha reducido, en cierta medida, el tiempo que dedican las mujeres a las tareas domésticas (30 horas en 2014 a 25 horas en 2019), mientras que no ha disminuido el tiempo que consagran al cuidado de sus familiares (29 horas en 2014 y 2019) (INEGI, 2014; INEGI, 2019b).

En promedio, las mujeres en México participan por menos horas en un empleo remunerado que los hombres y, en contraste, asumen la gran mayoría de las labores de cuidado y tareas domésticas (INMUJERES, 2020). Lo anterior refleja una sobrecarga de tiempo de trabajo no remunerado para ellas, que finalmente logra restringir su tiempo, principalmente al acceso al trabajo remunerado o al de actividades personales y de ocio (Vaca-Trigo, 2019). Por ende, las aportaciones económicas de las mujeres se ven únicamente como un complemento al salario del hombre y las desigualdades asociadas como el principio de la segregación ocupacional, la discriminación salarial, la precarización laboral y la feminización/masculinización de las ocupaciones (Oliveira y Ariza, 1999).

En México se ha demostrado que la participación de las mujeres en el trabajo remunerado no se ha acompañado de una implicación similar por parte de los hombres en los trabajos reproductivos (INMUJERES, 2003; Sánchez-Peña y Pérez-Amador, 2016). Estos cambios han sido todavía incipientes y no han alcanzado a promover del todo actitudes de corresponsabilidad por parte de los hombres, las cuales modifiquen el reparto de tareas dentro del hogar, con miras a lograr un equilibrio entre la vida familiar y la laboral de las mujeres y conseguir compromisos compartidos (INMUJERES, 2003).

Uno de los temas inevitables en el reparto de tareas dentro del hogar son las actividades relacionadas con el cuidado de los miembros de la familia. La noción del cuidado en específico tiene una connotación sumamente amplia e incluye diversas actividades que suelen ser indispensables para la satisfacción de las necesidades de subsistencia de los individuos del hogar (Ceminari y Stolkiner, 2020. Un hecho indiscutible es que en casi todos los hogares residen personas dependientes en mayor o menor medida, tanto menores de edad como adultos mayores, lo que implica un desencadenamiento de cuidados que llega a ser desigualdad, puesto que principalmente afecta el tiempo y el involucramiento de las mujeres (Pacheco y Flórez, 2019).

Una gran parte de las actividades concernientes al ámbito del cuidado de los miembros del hogar son precisamente relevantes en la definición de los roles de género, ya que están altamente feminizadas (INMUJERES, 2020; García, 2019; Comunidad Mujer, 2017; Carrasquer, 2009; Meil, 2003b; Shelton y John, 1996). En las sociedades con estructuras patriarcales, se percibe a las actividades de cuidado como tareas asociadas a la vocación, al afecto y a la entrega, vistas como antagonistas de la retribución económica (ONU-Mujeres, 2021).

La discusión sobre los cuidados de la población incluye tanto el trabajo doméstico como el de cuidados propiamente hablando, por ello se puede describir a los de cuidados pasivos como el trabajo que se realiza mientras se llevan a cabo actividades domésticas (Pacheco y Flórez, 2019).

Según los resultados de la ENUT de 2019, las mujeres dedican a la semana 16 horas más que los hombres a los cuidados de los miembros del hogar en México. En particular, si se consideran los cuidados pasivos, ellas destinan 29 horas y ellos tan solo 13 horas. Es decir, las mujeres hacen alguna actividad principal, además cuidan o están al pendiente de algún miembro del hogar por un periodo más largo de tiempo que sus compañeros. Pero, si exclusivamente se dedican al cuidado directo, la diferencia es de 7 horas, donde las mujeres cuidan a alguien de su hogar por 12 horas y los hombres por un tiempo de 5 horas a la semana (INEGI, 2019b). Centrando el análisis en los cuidados de menores de 14 años de edad, se puede decir que estos números mantienen la proporción antes mencionada. Al considerar solo el cuidado directo, el grupo poblacional al que se le destinan más horas es a los menores de 5 años, pues en promedio se les cuida 15 horas a la semana por parte de las mujeres y 6 de los hombres. En general, para los menores de 14 años se destinan 6 horas de cuidado directo por parte de las mujeres y 3 de los hombres (INEGI, 2019b).

Los datos anteriores reflejan que la organización social del cuidado en México es desigual entre hombres y mujeres, por lo que se ha tenido que abordar a través de diferentes aristas (Rodríguez, 2015). Particularmente en Latinoamérica, desde la esfera política se han generado avances que implican la visibilización del problema y la redistribución de los cuidados hacía el ámbito público, manifestando que el Estado es un actor fundamental e indispensable en la provisión de programas y/o políticas que apoyen a la equiparación de las obligaciones relacionadas con las tareas de cuidado (CEPAL, 2010; Esquivel, 2011). De entre las propuestas para abordar las políticas concernientes al cuidado destacan dos especial mente: el modelo “Social Care” y el “Diamante del Cuidado”. El “Social Care” se basa en que tanto la familia como el mercado y el Estado tienen que estar permanentemente unidos para la provisión del bienestar de la población, siempre teniendo en la mira la organización social de los cuidados en el diseño de las políticas públicas (Ceminari y Stolkiner, 2020; Daly y Lewis, 2000). Por su parte, el “Diamante del Cuidado” también se refiere a aquellas instituciones relacionadas con la función de proporcionar de manera voluntaria y comunitaria el cuidado, las cuales son: el mercado, el sector público y el sector sin fines de lucro (Razavi, 2007).

Por otra parte, existen propuestas economistas para el abordaje del cuidado: La economía feminista y la economía del cuidado. Ambas pretenden dar cuenta de la contribución desigual del trabajo doméstico y de cuidado, así como su relación con las brechas de género en el ámbito laboral (Batthyány, 2021). En la economía de los cuidados se destaca la importancia de reconocer y redistribuir la responsabilidad del cuidado dentro de la sociedad, ya que, en el sistema capitalista funcional los cuidados son desplazados a la esfera doméstica y por ende su costo y valor quedan invisibilizados (Rodríguez, 2015).

La distribución desequilibrada de las tareas domésticas y de cuidado provoca una brecha de género en el uso del tiempo debido a la doble carga de trabajo para las mujeres y, son las barreras culturales, económicas, políticas y estructurales las que pueden afectar significativamente la negociación y las dinámicas de poder entre las parejas (Hernández-Limonchi e Ibarra-Uribe, 2020). Aunado a lo anterior, las diferentes crisis económicas que ha sufrido el país y la precariedad laboral amenazan al modelo de proveeduría tradicional, provocando que el arquetipo de dos proveedores se convierta en una necesidad para el sostén familiar y para evitar caer en la pobreza en tiempos de incertidumbre económica (González y Jurado, 2016). Una serie de investigaciones que analizan a las parejas de doble proveeduría, o en los casos que las fuentes de información lo permiten, a las parejas de doble ingreso, determinan que, aunque las mujeres trabajan fuera del hogar y tienen su propio ingreso laboral, se sigue perpetuando la desigualdad en sus hogares, no solo por el tiempo que dedica a las tareas domésticas y de cuidado en el hogar, sino por el número y el tipo de tareas que ellas realizan (García-Román, 2020; Domínguez et al., 2018; Dema, 2005). Una característica de estas parejas es que cuando se comparan con sus similares en donde los hombres son los proveedores únicos, las de doble proveeduría tienen una brecha menos pronunciada en el reparto de tareas domésticas y de cuidado entre sus miembros, mientras que las que parecen ser más igualitarias son aquellas donde las mujeres son las proveedoras (García-Román, 2020).

Retomando datos de la ENUT 2019, resulta reflexivo ver como el tiempo dedicado al cuidado de los menores de edad en el hogar no está determinado por el de la participación económica de los adultos. Se destaca el tiempo de cuidado de las mujeres mayores de 12 años que son económicamente activas con menos de 40 horas a la semana (15 horas), pues el tiempo que dedican a los miembros del hogar menores de 5 años es igual que al que destinan aquellas que no son activas económicamente, si esta comparación la hacemos con los hombres es de casi tres veces menos tiempo en ambos casos. Las mujeres económicamente activas con al menos 40 horas destinan 12 horas al trabajo de cuidado de estos menores de edad, mientras que los hombres que destinan el mismo tiempo al trabajo remunerado cuidan casi la mitad de tiempo (6 horas). Es decir que, si se trabaja en actividades remuneradas por más o menos horas a la semana o se está buscando un trabajo remunerado, las mujeres destinan más horas a los cuidados de los menores de edad en el hogar en comparación con los hombres. Las brechas de tiempo de cuidado se acortan por sexo y tiempo de trabajo remunerado cuando se habla de los menores de 14 años (INEGI, 2019b).

La literatura reporta dos causas principales para que las mujeres no accedan a jornadas de trabajo más amplias; la primera es la falta de servicios de cuidado infantil (Banco Mundial, 2021; ONU-Mujeres, 2021) y la segunda la falta de acceso al mercado laboral dada por la discriminación salarial, segregación ocupacional y en general, debido a los roles asignados socialmente a las mujeres (INMUJERES, 2003).

La investigación empírica sobre la división del trabajo reproductivo maneja tres explicaciones que no se han podido comprobar, comúnmente denominadas como: la figura de los recursos relativos, la limitación o de la disponibilidad de tiempo y la perspectiva de género (Shelton 1992; Godwin 1991; Ross 1987). La primera pone en manifiesto que la desigualdad de recursos (ingresos, educación y situación laboral) entre los miembros de una pareja define el poder de negociación, afectando así la división del trabajo doméstico y de cuidado (Covarrubias, 2022; Bermúdez y Morales, 2019; Domínguez et al., 2018; Sánchez-Peña y Pérez-Amador, 2016). En consecuencia, se esperaría que, si las mujeres tienen niveles educativos altos e ingresos por trabajo, tengan una menor carga de trabajo no remunerado. No obstante, los recursos con los que cuentan las mujeres tienen un efecto limitado a la hora de explicar la distribución de este trabajo, pues a pesar de tener niveles educativos y empleos con similar prestigio al de sus parejas, siguen realizando la mayoría de las tareas domésticas y de cuidado en el hogar (Brines 1993; Marini y Shelton 1993; Robinson 1988). En contraste, los factores relacionados con los ingresos de los hombres, el nivel de escolaridad y el prestigio ocupacional que tienen, sí logran impactar en una menor carga de tareas en el hogar (Sánchez-Peña y Pérez-Amador, 2016).

La segunda explicación se vincula con la desigual disponibilidad de tiempo de los hombres y de las mujeres para realizar trabajo doméstico y de cuidados, la cual proviene de las teorías sobre el capital humano y las teorías sobre la familia de Gary Becker (1981). Su explicación sustenta que entre los integrantes del hogar hay una contribución para el desarrollo del trabajo no productivo de acuerdo con tres factores: las habilidades innatas, la productividad de cada uno de sus miembros y el tiempo que socialmente se espera que dediquen a estas tareas (Sagastizabal y Legarreta, 2016; Martínez, 2009). El supuesto es sencillo, las mujeres son las que se encargan en su mayoría de las tareas reproductivas, puesto que pasan más tiempo en el hogar y trabajan por menos tiempo en empleos remunerados que los hombres (Domínguez et al., 2018; Greenstein, 1996).

La perspectiva de género exhibe al mandato sociocultural, que ha definido cuáles son las responsabilidades propias de los hombres y de las mujeres en la vida privada y pública. Estas normas colocan a los hombres como los encargados de ser proveedores de los recursos materiales del hogar; mientras que las mujeres dividen su esfuerzo y tiempo entre las tareas vinculadas al trabajo doméstico y al cuidado de las personas dependientes. La tradicional división sexual del trabajo es el motor principal de las desigualdades de género, ya que sostiene el modelo familiar y social que proporciona a los hombres el prestigio, estatus y retribución económica, ubicando a estos en el espacio público y relegando a las mujeres al espacio privado como receptoras de los beneficios que los hombres proveen (Domínguez et al., 2018; Shelton, 2000).

Las prácticas del cuidado pueden variar significativamente según el contexto y las características sociodemográficas individuales, lo que puede influir en cómo se distribuye el tiempo cuidado de los menores de edad entre los miembros de las parejas.

La disposición de tiempo para cuidar menores de edad tiene relación directa con la edad de los miembros de las parejas, ya que se ha observado que los más jóvenes son más equitativos en el reparto de estas tareas en comparación con los miembros de mayor edad (Martínez, 2009). Como se mencionó anteriormente, un factor que puede afectar las opciones disponibles para el cuidado de los menores de hogar son los ingresos. El punto es que, si la diferencia entre los ingresos de hombres y mujeres es incipiente, el reparto de trabajo de cuidados suele ser más equitativo, pero si el contraste se da a favor de los hombres, ellos pueden quedar liberados de estas actividades (Shelton y John, 1996). Por su parte, se ha evidenciado con encuestas de uso del tiempo que, los progenitores con formación universitaria destinan un período más considerable de tiempo al cuidado y la formación educativa de sus hijos en comparación con los de menor nivel de instrucción. Principalmente, esto da evidencia de lo que se denomina “tiempo de calidad”, en el cual participan más en actividades educativas y en aspectos esenciales del cuidado, como son la alimentación y la higiene de los menores de edad (INE, 2003; Comunidad Mujer, 2017).

2. Datos y metodología

2.1 Fuente de información sociodemográfica

Los datos utilizados para este trabajo provienen de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo realizada en el 2019 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Esta encuesta tiene como principal intención la generación de estadísticas con enfoque de género a nivel nacional. Además, medir todas las formas de trabajo de la población diferenciadas por edad y sexo, tanto de las actividades remuneradas como de las no remuneradas, haciendo perceptible la importancia de la producción doméstica y su contribución a la economía (INEGI, 2019a). La ENUT sigue criterios de diseño acordados internacionalmente en el que se distinguen las actividades entre productivas y no productivas según el estándar de “tercera persona”. La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) 2019 utilizó el Marco Maestro de Muestreo 2012 del INEGI, el cual proviene del Censo de Población y Vivienda de 2010. La encuesta es representativa para todo el territorio nacional, clasificado por tamaño de localidad y por entidad federativa. El método de muestreo fue probabilístico, de dos etapas, estratificado y por conglomerados. Se encuestaron casi treinta mil viviendas a nivel nacional, con una muestra adicional de dos mil viviendas en localidades con una alta proporción de población indígena.

2.2 Clasificación de las parejas

Esta clasificación de las parejas considera a la proveeduría como el eje rector, puesto que esta variable interviene en las relaciones de poder que a su vez generan acuerdos y conflictos entre los cónyuges (García-Román, 2012; Dema, 2006). De manera que la categorización queda de la siguiente manera:

  • a) Parejas de doble proveeduría: Este tipo de arreglo de proveeduría es aquel donde ambos miembros de la pareja se desempeñan como proveedores al dedicar parte de su tiempo a las labores remuneradas.

  • b) Parejas con hombres proveedores: Los hombres fungen como únicos proveedores, replicando los roles tradicionales en el sostén económico de la familia y las mujeres se desempeña como cuidadoras y encargadas del hogar de forma no activa, económicamente hablando.

  • c) Parejas con mujeres proveedoras: Este es un modelo emergente de proveeduría meramente femenina, donde se invierten los roles de trabajo remunerado y de cuidados del hogar, así ellas se vuelven el principal sostén económico.

Cabe mencionar que la población de estudio se centra en las o los jefes de hogar y sus parejas, ya sea en un arreglo matrimonial o en unión libre. La propuesta de este trabajo clasifica el tiempo que los miembros de la pareja se dedican a las actividades remuneradas a partir de sí trabajaron al menos una hora la semana previa.

2.3 Plan de análisis

En primer lugar, se calculan las cargas de tiempo y de actividades de cuidado a menores de 14 años según el tipo de pareja y el tiempo de jornada de trabajo remunerado. Para el cálculo de las horas semanales que dedican los diferentes miembros del hogar a las actividades de cuidado, se realizaron operaciones aritméticas simples, las cuales corresponden a la suma del tiempo en horas y minutos (convertidos a horas) que se le dedicó a la actividad específica de lunes a viernes y de sábados a domingos, tal y como se muestra a continuación:

Total de horas semanales de cuidado a menores de 14 años=(Horas de lunes a viernes)+(Minutos de lunes a viernes / 60)+(Horas de sábados y domingos)+(Minutos de sábados y domingos/60)3

De esa forma se obtiene el total de horas semanales destinadas a cualquiera de las actividades evaluadas y así poder hacer comparativos entre hombres y mujeres o, en su defecto, ubicar el total de las cargas de trabajo (remunerado o de cuidados).

Por otro lado, se recupera el Índice de Desigualdad de Uso del Tiempo, elaborado por García-Román (2012). Este indicador toma valores comprendidos entre –1 y 1, donde cero es sinónimo de plena igualdad entre los miembros de la pareja, mientras que un valor próximo a –1 determina que los hombres se encargan por completo de esa actividad y un valor próximo a 1 corresponde a la situación inversa.

Finalmente, en el análisis multivariado se utilizó un modelo de Mínimos Cuadrados Ordinarios (OLS).

La definición de modelo es la siguiente:

yi=b0+b1x1i+b2x2i+b3x3i+b4x4i+b5x5i+ui

Donde la variable dependiente (yi) es el tiempo que cada miembro de la pareja dedicó al cuidadode menores de 14 años en una semana. Para el ajuste se incluyen variables independientes o regresores(xki) como: el sexo, el tipo de pareja, la interacción entre el sexo y el tipo de pareja, el nivel educativo yla edad de los miembros de la pareja. Por su lado, b0 es el término constante, b1, b2b5 son los parámetrosde pendiente y ui es la expresión de error o perturbación (Montero, 2016).

Después de ajustar el modelo propuesto, es importante que se hagan las pruebas necesarias para establecer que se ha cumplido con los supuestos de: homocedasticidad (prueba de Breusch-Pagan y Cook-Weisberg), normalidad (la prueba Shapiro Wilk) y no colinealidad (previo al modelo se verificó el coeficiente de correlación de Pearson entre variables y posterior, el Factor de Inflación de la Varianza o VIF) (Montero, 2016).

2.4 Variables

En este apartado se explica la operacionalización de las variables a trabajar tanto en el análisis descriptivo como en el multivariado.

  • d) Sexo: Esta variable es fundamental en el estudio, pues se parte de indicios de que el trabajo de cuidado es una tarea que hacen casi en su totalidad las mujeres, explicación referida a la división del trabajo en los roles de género.

  • e) Nivel educativo: La elección de introducir esta variable se debe a que está estrechamente relacionada con la perspectiva de los recursos relativos. Esta variable se categorizó acorde a los niveles normativos tales como: Sin escolaridad, básica, media y superior y más.

  • f) Tiempo de la jornada de trabajo: Esta variable se considera fundamental porque está relacionada con la perspectiva de la disponibilidad de tiempo. Se clasifica en una jornada menor a 40 horas y en una mayor o igual a 40 horas.

  • g) Edad: De esta variable se espera que los miembros de las parejas más jóvenes sean más igualitarios en el reparto de tareas de cuidado de menores de 14 años que las parejas con miembros de mayor edad (Martínez, 2009). Se clasificó en 5 categorías diferentes, las cuales van de los 18 a los 24 años, 25 a 34, 35 a 44, 45 a 54 y de 55 a 64 años.

3. Resultados

A modo de contextualización, se desarrollan algunos indicadores de uso del tiempo relacionados con el trabajo remunerado, los cuales retoman la clasificación de parejas mencionada anteriormente. Al comparar el promedio de horas trabajadas para el mercado por sexo, se observa que los hombres trabajan más del doble que las mujeres. Aun en las parejas de doble proveeduría, los hombres pasan trabajando alrededor de 16 horas más que sus parejas mujeres (Tabla 1).

Tabla 1. Promedio de horas trabajadas para el mercado para cada miembro de las distintas clases de parejas 

Clase pareja Sexo Horas
Todas las parejas Hombre 50.8
Mujer 20.6
Parejas de doble proveeduría Hombre 56.9
Mujer 39.7
Mujeres como únicas proveedoras en la pareja 39.5
Hombres como únicos proveedores en la pareja 55.7

Fuente: Elaboración propia con datos de Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2019.

Incluso, cuando las mujeres son las únicas proveedoras de la familia, el número de horas que dedican es similar al de las mujeres en parejas de doble proveeduría debido a que, en muchas ocasiones, reducen su jornada para hacer frente al trabajo doméstico y de cuidado de sus familias, además del hecho de que tienen menos posibilidades de obtener empleos de mayor nivel y de progresar en su carrera profesional (ONU-Mujeres, 2021).

A pesar de que tanto hombres como mujeres participan en el mercado laboral, el tipo de jornada de trabajo a la que se enfrentan es bastante distante; desde que se tiene registro, la participación femenina en los empleos remunerados ha sido menor a su potencial, puesto que existen enormes brechas laborales. Por ejemplo, menos de la mitad de las mujeres inmersas en el mercado laboral tienen un empleo formal y eso se refleja directamente en la distribución del tiempo destinado a las diversas actividades dentro del hogar (Banco Mundial, 2021).

En este sentido, es importante el porcentaje de mujeres (45%) que trabaja por menos de 40 horas a la semana, independientemente del tipo de pareja. En el caso de los hombres proveedores, se puede decir que alrededor de 9 de cada 10 trabajan más de 40 horas a la semana (Tabla 2).

Tabla 2. Porcentaje por sexo del tipo de jornada semanal laboral para cada pareja 

Clase pareja >40 horas <40 horas
Parejas en general Hombres 85.1 14.9
Mujeres 53.2 47.8
Parejas de doble proveeduría Hombres 86.2 13.8
Mujeres 55.2 44.8
Mujeres como únicas proveedoras en la pareja 54.6 45.4
Hombres como únicos proveedores en la pareja 83.9 16.1

Fuente: Elaboración propia con datos de Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2019.

Entrando en materia de los cuidados a menores de 14 años, la Tabla 3 muestra un comparativo entre los miembros de las parejas según el tipo de jornada laboral. De manera particular, se destaca que, dentro de la familia, el trabajo de cuidado está feminizado: lo desempeñan en mayor medida las mujeres, aunque también estén participando en actividades para el mercado laboral. De forma general, en casi todos los casos las mujeres dedican más del doble de tiempo que sus parejas al cuidado de los menores de edad.

Respecto a las parejas de doble proveeduría ocurre algo sorprendente, aunque estas tienen una jornada laboral completa, dedican casi el mismo tiempo que las mujeres que se dedican exclusivamente al hogar. Estas cifras son más parecidas a aquellas que tienen jornadas menores a las 40 horas de trabajo incluso, se dedican más a rubros como el educativo y los cuidados pasivos. Un punto a destacar es que los hombres en parejas de doble proveeduría, en ambos tipos de jornadas, dedican más tiempo a los cuidados pasivos que aquellos de parejas con proveeduría femenina y tradicionales.

Por su parte, las parejas con proveeduría femenina parecieran ser las más equitativas en el cuidado de niños de 0 a 5 años, pero solo en ese caso, para el resto de las actividades y sin importar el tipo de jornada que tienen las mujeres siguen dedicando más del doble de tiempo que los hombres a esta actividad. La diferencia con otras parejas es que las mujeres de proveeduría femenina dedican un poco menos de tiempo a las labores de cuidados que el resto de las mujeres de las otras parejas.

Tabla 3. Media de horas trabajadas según el tipo de jornada laboral para cada clase de pareja 

Parejas de doble proveeduría
Tipo de cuidado Mujeres > 40 hrs. Mujeres < 40 hrs. Hombres > 40 hrs. Hombres < 40 hrs.
Cuidado 0 a 5 años 3.2 5.4 1.4 1.6
Educación 0 a 14 años 2.5 3.5 0.2 0.2
Salud 0 a 14 años 0.2 0.3 0.2 0.2
Pasivos 0 a 14 años 10.1 15.8 10.1 10.1
Mujeres como únicas proveedoras en la pareja
Tipo de cuidado Mujeres > 40 hrs. Mujeres < 40 hrs. Hombres
Cuidado 0 a 5 años 3.3 3.5 3.4
Educación 0 a 14 años 1.8 2.4 0.6
Salud 0 a 14 años 0.1 0.1 0.0
Pasivos 0 a 14 años 8.7 12 3.2
Hombres como únicos proveedores en la pareja
Tipo de cuidado Mujeres Hombres > 40 hrs. Hombres < 40 hrs.
Cuidado 0 a 5 años 6.3 1.7 1.5
Educación 0 a 14 años 3.2 1.1 1.0
Salud 0 a 14 años 0.3 0.1 0.2
Pasivos 0 a 14 años 14.7 4.5 4.5

Fuente: Elaboración propia con datos de Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2019.

Hablando en particular de las parejas con hombres proveedores, se puede observar que en estas las mujeres dedican una gran cantidad de horas más que los hombres a las labores de cuidado de los menores de 14 años, esto puede deberse a que, los hombres son los únicos encargados de llevar el sustento y pasan largas horas fuera del hogar.

Para vislumbrar de mejor forma la brecha de género en las actividades de cuidado entre hombres y mujeres, se puede observar la Gráfica 1. En este sentido, lo primero que hay que destacar de esta gráfica es que todos los valores son superiores a cero y siempre positivos. Esto implica que todas las actividades están cargadas directamente a la jornada femenina y se alejan de una jornada igualitaria, sin importar el tipo de pareja.

Fuente: Elaboración propia con datos de Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2019.

Gráfica 1. Índice de desigualdad de tiempo por tipo de cuidado para cada clase de pareja 

Más a detalle, el caso de las parejas con hombres proveedores, se puede observar que 3 de las 4 categorías de actividades de cuidado superan el 0.5. Lo cual implica que las mujeres destinan una mayor parte de su jornada a estas labores, considerando que su contraparte es el único proveedor. Por otra parte, las parejas de doble ingreso son las más cercanas a lo que se puede llamar equidad incluso, más que las parejas de proveeduría femenina, donde el índice está sumamente cargado hacia el lado de las mujeres, sin importar que ellas son las únicas que llevan el sustento al hogar. Es decir, aunque el rol tradicional de proveeduría se invierta en su totalidad, los roles de cuidados perduran y se mantienen, haciendo que ellas sean las que sigan cargando con la responsabilidad del trabajo de cuidados de los menores de 0 a 14 años. Centrándose en los resultados del modelo de regresión, se puede decir que, en primer lugar, el efecto neto del sexo muestra que las mujeres participan alrededor de 11 horas y media más a la semana que los hombres en este tipo de actividades (Tabla 4). Las parejas tradicionales y las de doble proveeduría cuidan casi el mismo tiempo a los menores de 14 años mientras que las parejas donde las mujeres son proveedoras o de las que no tienen proveedor cuidan alrededor de dos horas más que las tradicionales.

Tabla 4. Factores asociados al trabajo de cuidado de los menores de 14 años 

Variables Coeficientes E. estándar t P>t
Sexo
Hombre Ref.
Mujer 11.60* 0.3140748 24.50 0.000
Tipos de pareja
Tradicional Ref.
Doble proveeduría 0.70* 0.324093 -1.67 0.044
Mujer proveedora 2.10* 1050040 4.52 0.000
Sin proveedor 1.82* 0.906838 3.76 0.000
Interacción: tipo de parejas * sexo
Doble proveeduría*Mujer -3.98* 0.457933 8.81 0.000
Mujer proveedora*Mujer -6.83* 1.300044 -4.44 0.000
Ningún proveedor*Mujer -4.69* 1.156573 -2.04 0.042
Nivel educativo
Sin escolaridad Ref.
Básica 1.78* 0.622055 2.79 0.005
Media 3.06* 0.656861 4.78 0.000
Superior 3.32* 0.658750 4.51 0.000
Grupos de edad
18 a 24 años Ref.
25 a 34 años 1.75* 0.544774 3.37 0.001
35 a 44 años -3.88* 0.534892 -6.94 0.000
45 a 54 años -11.41* 0.538511 -20.89 0.000
55 a 64 años -14.20* 0.574209 -24.71 0.000
Constante -12.861 0.942054 3.21 0.000

Fuente: Elaboración propia con datos de Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2019.

Las interacciones entre los tipos de parejas y el sexo también son significativas y muestran que las mujeres de las parejas de doble proveeduría cuidan 4 horas menos a la semana que las parejas en que solo trabaja el hombre, cerca de 7 horas menos a la semana en parejas de proveeduría femenina y aproximadamente 5 horas menos en parejas donde ninguno de los dos es proveedor. Respecto al efecto neto del nivel educativo, se puede decir que a mayor nivel es mayor el número de horas que se cuidan a los menores de 14 años. Es decir, los que tienen los niveles educativos más altos cuidan más de 3 horas semanales en comparación con la población sin educación. En cuanto a la edad, el grupo de 25 a 34 años cuida un mayor número de horas (una hora y 45 min) en comparación con el de 18 a 24 años. Los grupos de mayor edad (mayores de 35 años) cuidan menos horas que el grupo de 18 a 24 años.

Con estos resultados se puede confirmar que las mujeres mantienen el papel de cuidadoras de los menores de 14 años. Específicamente hablando, en las parejas donde el hombre es el único proveedor, el tiempo de cuidado de sus parejas se maximiza. En este sentido, se observa cómo las parejas de doble proveeduría tienen un uso del tiempo de cuidado de menores de 14 años muy distinto al de las parejas de hombres proveedores, ya que si bien ambas parejas dedican casi el mismo tiempo semanal, cuando se hace la interacción con el sexo, las mujeres de las parejas de doble proveeduría sí dedican menos tiempo que las mujeres de parejas con hombre proveedor, lo cual demuestra una mayor participación de los hombres de parejas de doble proveeduría. Finalmente, las mujeres pertenecientes a parejas en las que ellas son las únicas proveedoras dedican menos tiempo al trabajo de cuidado, lo cual puede estar relacionado con el tiempo que pasan fuera del hogar y/o a las negociaciones con su pareja por ser la única proveedora en la pareja.

Para finalizar el análisis, este modelo predice el tiempo semanal que la población en pareja pasa en las actividades de cuidado de menores de 14 años según ciertos factores, los cuales resultaron en su totalidad significativos estadísticamente (p<0,05). Respecto a los indicadores del ajuste de bondad del modelo se puede decir que, la prueba de significancia global (Prob>F=0.0000) muestra que las variables son significativas a nivel general. El R2 ajustado fue de 0.1612 indica la cantidad proporcional de variación (16.12%) en la variable de respuesta y, explicada según las variables independientes en el modelo (observaciones=27,854). Para conocer si el modelo tiene problemas de heteroscedasticidad se realizó el test de Breusch-Pagan y Cook-Weisberg, del cual se puede decir que no se detecta porque se acepta la hipótesis nula (Prob>chi2=0.0587), tampoco se detecta multicolinealidad porque ninguna variable tiene un VIF>10 (media de 4.33) y cuando se analizaron todas las variables antes del modelo no se detectó correlación mayor a 0.29 entre ellas. La prueba de normalidad aprueba la hipótesis nula (Prob>chi2=0.0698) (Montero, 2016).

Conclusiones

Como ya se ha mencionado con anterioridad, el objetivo de este trabajo fue determinar si existe mayor igualdad en la carga de tiempo y de actividades de cuidado a menores de 14 años entre las parejas de doble proveeduría en contraste con los otros tipos de parejas en México para el año 2019. En primer lugar, se debe retomar con este tema lo que se ha ido reiterando en gran variedad de investigaciones y que los resultados de este estudio confirman, el trabajo de cuidados de los menores de 14 años del hogar recae preponderantemente sobre las mujeres, independientemente de si trabaja una jornada completa, predisponiéndolas a vivir en un escenario de desigualdad de género (García-Román, 2020; Domínguez et al., 2018; Comunidad Mujer, 2017; Martínez, 2009).

El apreciado cambio en los roles de género con respecto al trabajo remunerado de las mujeres aún no ha encontrado un cambio paralelo en lo que se refiere al trabajo no remunerado de los hombres, específicamente en las actividades de cuidado de los menores de edad. Se suele considerar al trabajo de cuidados como un trabajo que no requiere calificación, restando su valor frente a la sociedad y reproduciendo la discriminación hacia las mujeres. Es así como la dedicación de tiempo al trabajo de cuidados de los menores de 14 años continúa siendo uy desigual en función de otros factores, entre ellos el tipo de pareja que se considere.

Desde un primer momento, se podría esperar y considerar que las parejas de hombres proveedores son en las que se encuentran las mayores diferencias de tiempos de cuidado de menores de edad entre sus miembros; sin embargo, también se da entre las parejas de proveeduría femenina, por lo que se puede intuir que las desigualdades de género y las relaciones de poder constituyen parte del propio modelo de relación de pareja que caracteriza a la sociedad mexicana.

Entre las parejas de doble proveeduría tampoco se puede señalar que se reparten con mayor igualdad las tareas de cuidado de los menores de edad en comparación con las parejas tradicionales. La diferencia entre ellas radica en que los hombres de parejas de doble proveeduría dedican más de tiempo a los cuidados pasivos y educativos en comparación con los semejantes de las parejas tradicionales en México. Uno de los factores que en mayor medida determina los comportamientos sociodemográficos es el nivel de escolaridad y así se puede reconocer que las personas con mayor nivel educativo son las que cuidan por más tiempo a los menores del hogar, lo que podría contradecir la explicación de los recursos relativos y confirmar lo que se ha observado cos datos de otros países como España, donde se reconoce que quienes tienen mayor nivel de escolaridad son los más consecuentes con el uso del tiempo de cuidados (INE, 2003). Del mismo modo, la edad es determinante para el trabajo de cuidados, pues entre la población que está en una pareja se puede decir que son los más jóvenes los que contribuyen más al cuidado de los menores de 14 años (Martínez, 2009). Finalmente, es importante considerar que el trabajo no remunerado que realizan las mujeres dentro de los hogares contribuye al coste de los cuidados de los menores y de los adultos que necesitan de este servicio, supliendo con su trabajo las carencias en materia de servicios sociales (Roca, 2018). Es esencial abordar las desigualdades de género desde dos puntos de vista, uno individual y otro estructural. Esto requiere la implementación de políticas y prácticas que promuevan una distribución más equitativa de responsabilidades entre mujeres y hombres, tanto en el hogar como en la sociedad.

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Notas

3Según el documento metodológico de la ENUT, se busca controlar que las actividades domésticas y de cuidado no rebasenlas 168 horas a la semana desde el momento del levantamiento y el procesamiento de datos; sin embargo, es válido porque estasactividades son realizadas de forma simultánea.

Recibido: 05 de Febrero de 2024; Aprobado: 09 de Abril de 2024; Publicado: 11 de Junio de 2024

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Nacionalidad: mexicana. Adscripción: Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7378-7674 Correo: lo295282@uaeh.edu.mx

2

Nacionalidad: mexicana. Adscripción: Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4496-6275 Correo: elsa_ortiz@uaeh.edu.mx

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