Introducción
En la política oficial mexicana es común que cada administración presidencial imprima un sello particular a la estrategia de desarrollo social del gobierno entrante como muestra del carácter innovador y del espíritu de cambio que anuncia cada sexenio. Como lo señalan Martínez-Flores y Benavides (2018), históricamente la vida de los programas sociales en México ha estado vinculada al gobierno federal en turno y estos son una “herramienta poderosa de identificación presidencial” (Martínez-Flores y Benavides, 2018, p. 103). Así se evidenció durante el mandato de Enrique Peña Nieto (2012-2018), que representó el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al gobierno federal, después de dos administraciones de alternancia política en manos del Partido Acción Nacional (PAN), a las que antecedieron más de setenta años de permanencia del PRI en el poder.
La Cruzada Nacional contra el Hambre (CNCH) fue denominada una política social de nueva generación, la cual surgió con la ambiciosa misión de renovar la estrategia gubernamental para el desarrollo social en México. Como parte del carácter innovador, esa política estableció “asumir un enfoque integral que conjunt[ara] los esfuerzos que en materia de desarrollo social llevan a cabo los tres órdenes de gobierno” (DOF, 22 enero 2013), por medio de la coordinación interinstitucional, la complementariedad entre los programas públicos existentes y la implementación de acciones “coordinadas, eficaces, eficientes y transparentes con un alto contenido de participación social” (DOF, 22 enero 2013).
Actualmente, diversos estudios críticos han analizado los alcances de la CNCH en el marco de las políticas de alimentación y desarrollo en México (Acuña, 2015; Aguilar y Santiago, 2017; Huesca et al., 2016; Martínez-Flores y Benavides, 2018; Martínez, García et al., 2018; Martínez, Jiménez et al., 2018; Martínez, 2019a, 2019b, 2020; Torres y Lutz, 2016). En la investigación de Martínez-Flores y Benavides (2018) se argumenta que la coordinación entre los programas de desarrollo social, se planteó como una iniciativa innovadora de la CNCH aun cuando esto ha sido un objetivo recurrente e inalcanzable en las distintas administraciones federales desde el surgimiento de las políticas de combate a la pobreza (Martínez-Flores y Benavides, 2018).
Algunos estudios sobre la CNCH han enfatizando en la ausencia de cambios normativos profundos durante los últimos sexenios (Martínez, 2020), la continuación de programas agroalimentarios asistencialistas (Acuña, 2015), la falta de estrategias a largo plazo para lograr la seguridad alimentaria en México (Martínez, García et al., 2018), así como la ausencia de acciones integrales para disminuir la pobreza y mejorar la alimentación con resultados sostenibles, acordes a la problemáticas y demandas socioeconómicas específicas (Aguilar y Santiago, 2017, p. 167-8)
Asimismo, diversas investigaciones han orientado su análisis a programas específicos que se implementaron en el marco de la CNCH, como el Programa de Apoyo Alimentario (PAL) (Huesca et al., 2016) y el Programa de Comedores Comunitarios (PCC), el único creado durante la estrategia contra el hambre. En el caso del PCC, los estudios destacan las debilidades que tuvo el programa dadas las constantes modificaciones en su diseño, definición de cobertura e implementación (Martínez, 2019a, p. 276-300); la falta de incorporación de la perspectiva de género a nivel operativo (Martínez, Jiménez et al., 2018), así como la reproducción de un “asistencialismo alimentario de ‘nueva generación’ [que] recurre al voluntariado de los mismos beneficiarios para responsabilizarles de sus carencias” (Torrez y Lutz, 2016, p. 267).
El presente artículo surge con el objetivo de abordar una temática que no ha sido suficientemente tratada en los estudios sobre el tema, la cual refiere al análisis social de los actos mediáticos y propagandísticos que dieron origen a la CNCH. La investigación plantea que estas acciones abonaron a la creación de una imagen innovadora de la estrategia contra el hambre, a través del despliegue de una fuerte maquinaria gubernamental basada en el espectáculo, la estetización de la pobreza y la simulación del éxito, que contrastó con las debilidades e inconsistencias que tuvo esta política de desarrollo social en términos de su diseño, implementación y alcances.
El primer apartado presenta la propuesta teórico-metodológica del trabajo con base en algunos debates antropológicos sobre las políticas públicas, el Estado y el desarrollo. Posteriormente, se analiza el arranque de la CNCH en el municipio de Las Margaritas, Chiapas, destacando la disputa simbólica por el espacio y la puesta en marcha del aparato estatal como una máquina generadora de espectáculos (Nuijten, 2003). El siguiente apartado aborda la estrategia de difusión propagandística de la CNCH, a partir de la crítica de Harvey (1998) a la estetización de la pobreza en el marco de las políticas carismáticas. Finalmente, se analiza el inicio oficial de las primeras acciones, desde una lectura sobre la construcción del conocimiento y la ignorancia que propone Mathews (2006) y la simulación del éxito en Mosse (2005; 2006).1
La formación mediática de las políticas públicas
Este artículo plantea que el análisis social de la formación mediática de las políticas sexenales es un campo de investigación fértil en la antropología de las políticas públicas (Shore y Wright, 1997; Wedel, Shore, Feldman y Lathrop, 2005), dado que permite profundizar en las formas como se materializan las prácticas y los discursos mediáticos de los programas sociales en actos y representaciones del poder gubernamental. En el presente estudio la dimensión mediática de las políticas públicas refiere a los espacios y las relaciones entre los poderes públicos y los actores sociales, que están mediadas por dispositivos de comunicación masiva y difusión propagandística de las acciones gubernamentales, tales como los eventos públicos y las estrategias publicitarias generadas para promocionar el inicio de una nueva política de desarrollo social.
Analizar desde una mirada antropológica la formación mediática de las políticas sexenales, como es el caso de la CNCH, permite identificar los contrastes que existen entre la enérgica construcción propagandística de los programas y las estrategias de desarrollo social frente a las ambigüedades, fallas y debilidades que estas presentan a nivel de diseño e implementación. Asimismo, el estudio social de la construcción mediática de las políticas públicas contribuye a cuestionar las prácticas de simulación, participación forzada y control gubernamental que se generan en las arenas locales del desarrollo, a partir de las interacciones entre los diversos actores sociales y gubernamentales en el marco de los actos mediáticos y propagandísticos que tienen lugar en el territorio. Aspectos sobre los cuales profundiza esta investigación retomando algunos planteamientos antropológicos que se presentan a continuación.
En el marco de los debates antropológicos sobre el Estado y el desarrollo, Nuijten propone estudiar las ideas, miedos y expectativas que generan los aparatos burocráticos con la introducción de nuevos programas de desarrollo social al inicio de cada administración, destacando la actuación del Estado como una “máquina generadora de esperanzas” (Nuijten, 2003, p. 16). La autora propone analizar la forma como se diseñan los discursos sobre el orden social, a partir de las creencias y fantasías que reproducen la idea de que existen un control que se concentra en el Estado. Nuijten nos invita a observar etnográficamente las prácticas cotidianas de la cultura del Estado, destacando el papel que juegan los símbolos, los rituales, la propaganda gubernamental y los discursos oficiales en las relaciones que entablan los actores sociales con las burocracias; así como la atmósfera de opacidad, desconfianza y conspiración que se genera a partir de las disputas, negociaciones y mecanismos de resolución de conflictos a nivel local (Nuijten, 2003, p. 15-17).
Mathews (2006) analiza las relaciones de poder que se activan en la arena del desarrollo durante la puesta en marcha de las acciones específicas de los programas públicos, al indagar en qué momento los actores sociales y las burocracias gubernamentales emplean estratégicamente el conocimiento y la ignorancia oficial de las normas, los acuerdos locales e institucionales, dotando de continuidad y coherencia a las políticas públicas (Mathews, 2006, p. 136-155). El autor invita a observar etnográficamente las circunstancias bajo las que se esquiva el cumplimiento de las normas, las regulaciones o los compromisos, haciendo uso de grados sutiles de “conocimiento parcial” u “olvido conveniente” por medio de lo que llama “la ignorancia oficial con conocimiento personal” (Mathews, 2006:155).
Mosse y Lewis (2005) afirman que entrado el siglo XXI, las agencias de gobierno nacionales e internacionales han invertido grandes esfuerzos en revisar y reformular las ideas del desarrollo desechando los supuestos teóricos del viejo orden colonial y el autoritarismo, a partir de un constante trabajo conceptual para que las acciones basadas en el desarrollo continúen siendo política y moralmente viables, desde nuevos enfoques que parten de la retórica del asociacionismo, la participación y la democracia para simular el éxito del desarrollo (Mosse y Lewis, 2005; Mosse, 2006). Por su parte, Harvey evidencia los rasgos más cínicos de la política carismática representados en la estetización de la pobreza y el espectáculo, como expresiones que confluyen en las actuales políticas de desarrollo neoliberal (Harvey, 1998).
El análisis que se presenta a continuación retoma las propuestas mencionadas para profundizar en el surgimiento mediático de la CNCH, a partir de los eventos políticos y las acciones propagandísticas en las que se difundió y expuso masivamente el inicio de esta estrategia. En términos metodológicos, el estudio recupera los principales hallazgos del trabajo de campo que realicé durante el periodo de diciembre de 2012 a julio 2013 en el estado de Chiapas, México. La investigación se sustenta en la revisión y análisis de los discursos, relatos y registros etnográficos de los actos públicos y acontecimientos locales que tuvieron lugar un mes antes del arranque de la estrategia y en los primeros siete meses de esta política sexenal. Asimismo, se realizó una revisión y análisis de los documentos normativos, notas periodísticas locales y nacionales, comunicados gubernamentales y de la sociedad civil, informes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), e investigaciones sociales y periodísticas compiladas durante la implementación y al término de la CNCH.
El surgimiento de una política pública: la “maquinaria generadora de espectáculos”
Días antes de que iniciara oficialmente la Cruzada Nacional contra el Hambre se dio a conocer públicamente que el municipio de Las Margaritas, Chiapas sería el escenario para la presentación oficial de la estrategia de desarrollo social más ambiciosa en México. En la cabecera municipal y en las localidades aledañas se puso en marcha el personal del municipio para iniciar la repartición de pulseras que serían el pase de entrada al acto gubernamental, mientras que las organizaciones partidistas comenzaron a movilizarse para informar en las comunidades que estarían disponibles los servicios de trasporte para viajar a la cabecera durante la madrugada previa a la llegada del presidente.
El evento inició pasada la una de la tarde. A la entrada del ejecutivo federal rumbo al estrado, el moderador se encargó de animar al público con emoción, mientras decía: “Vamos a levantar los sombreros”, “a subir el espíritu y el corazón”, “a regalar fuertes aplausos para el presidente por su sencillez” (CNCH, 2013a). Al pasar el camino de vallas que los dirigía al escenario principal, el moderador continuaba exclamando: “Miren cómo saluda a todos sin distingo alguno […] La sonrisa y el saludo de los niños y sobre todo el entusiasmo de darle la mano al presidente de la república y su distinguida esposa” (CNCH, 2013a).
En las primeras filas se encontraban funcionarios y autoridades de los tres niveles de gobierno: presidentes municipales, diputados locales, diputados federales, senadores y el gabinete del estado de Chiapas. En el templete principal fueron colocadas sillas para los 26 gobernadores que llegaron al evento, más el jefe de gobierno de la ciudad de México e integrantes del gabinete federal, sumando un total de 65 funcionarios y autoridades que permanecieron sentados al frente de la tarima durante los 50 minutos que duró el acto político.
El entonces gobernador de Chiapas, dio las palabras de bienvenida a Peña Nieto, declarando efusivamente: “Aquí, en Las Margaritas y en todo Chiapas se le quiere mucho” (MVC, 2013a). Remarcó su entusiasmo por la presencia del ejecutivo, al señalar: “Nos sentimos muy honrados que haya escogido a nuestro estado para iniciar aquí el mayor esfuerzo social emprendido por su administración” (MVC, 2013a). En su discurso destacó que la CNCH sería una estrategia de movilización de las conciencias, que el reconocimiento del hambre en México es un “imperativo moral” y que el nuevo gobierno federal lo hacía latente desde una “visión humanista” (MVC, 2013a).
Después de la bienvenida, el conductor dio paso a la intervención de Rosario Robles, quien fue titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) hasta agosto del 2015 cuando la removieron del cargo. En las Margaritas, durante el arranque de la estrategia, inició su discurso señalando: “Señor presidente, el pasado 01 de diciembre usted dio la instrucción de que la Secretaría de Desarrollo Social pusiera en marcha la Cruzada Nacional contra el Hambre en un plazo máximo de sesenta días. Hoy cumplimos arrancando esta cruzada con gran entusiasmo” (RRB, 2013a). Robles mencionó los objetivos que componían a la CNCH, los cuales, estaban plasmados en el sucinto Decreto Oficial de cinco páginas de contenido más anexos, cuya presentación y firma eran el motivo del evento.
En su discurso señaló que la política contra el hambre se respaldaba en el derecho a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, conforme al Artículo 4º constitucional. También mencionó que se respaldaba en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en la estrategia Cero Hambre implementada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), así como en los indicadores oficiales de pobreza extrema y pobreza alimentaria del Coneval (RRB, 2013a). Expuso que se conformaría el Consejo Nacional de la Cruzada contra el Hambre como la instancia encargada de “la creación de acuerdos entre los sectores público, privado y social” y mencionó que se formarían comités comunitarios para fomentar la participación social de “ciudadanos que incidirán en el diseño, instrumentación y supervisión de las políticas” (RRB, 2013a).
Posteriormente, el entonces gobernador de Chihuahua, César Duarte, emitió su discurso en nombre de las autoridades estatales y municipales de “todo el país” (CDJ, 2013). Al iniciar mencionó: “Hoy los gobernadores de los estados y los alcaldes de todo el país apreciamos en su justo valor, la trascendencia de esta Cruzada Nacional contra el Hambre” (CDJ, 2013). “Le reiteramos que seremos la voz que convoque en nuestros estados y municipios, a la iniciativa privada, a las organizaciones sociales, al sector académico, a todos los ciudadanos a aportar sus esfuerzos en esta lucha que busca abatir no solo el hambre, sino el abandono, la enfermedad y la desesperanza” (CDJ, 2013). Se refirió a la CNCH como la estrategia que movería a México más allá del “asistencialismo efímero y vacío” (CDJ, 2013), habló de la democracia participativa y la justicia distributiva, señalando que “Peña Nieto ha hecho visibles las heridas del México profundo” y que la CNCH sería la solución para “romper las ataduras de los viejos esquemas” (CDJ, 2013).
En el marco del evento, el moderador anunció la firma del Decreto Oficial por parte de Peña Nieto en un acto casi imperceptible que duró segundos. En dicho documento se estableció la formación del Sistema Nacional para la Cruzada contra el Hambre y los 5 objetivos iniciales de la estrategia:
Cero hambre a partir de una alimentación y nutrición adecuada de las personas en pobreza multidimensional extrema y carencia de acceso a la alimentación.
Eliminar la desnutrición infantil aguda y mejorar los indicadores de peso y talla de la niñez.
Aumentar la producción de alimentos y el ingreso de los campesinos y pequeños productores agrícolas.
Minimizar las pérdidas post-cosecha y de alimentos durante su almacenamiento, transporte, distribución y comercialización.
Promover la participación comunitaria para la erradicación del hambre. (DOF, 22 enero 2013)
Al igual que el resto de los mandatarios, Peña Nieto celebró que se hubiera realizado la firma del Decreto en el estado de Chiapas, haciendo breves alusiones al municipio de Las Margaritas. Robles hizo una mención del territorio, al nombrarlo como un “municipio simbólico” (RRB, 2013a), Duarte como “lugar emblemático de nuestras raíces nacionales” (CDJ, 2013) y Peña Nieto como la sede para encontrase con “esta gran representación del estado de Chiapas” en la que se ven reflejados “millones de mexicanos de distintas regiones del país” (EPN, 2013a).
El acto político no estuvo dirigido a las mujeres y hombres que asistieron al evento ese día en Las Margaritas y que llegaron de localidades distantes a presenciar el despliegue de la maquinaria gubernamental para el arranque de la política de desarrollo sexenal. Los primeros tres discursos estuvieron cargados de elogios hacia la figura del presidente, enunciado frases de apoyo en nombre del pueblo, los mexicanos y la nación. Mientras que el resto de los representantes y las autoridades de los tres niveles de gobierno, legitimaban con su presencia el inicio de la política social de nueva generación.
Al inicio de la CNCH los medios de comunicación nacionales dieron a conocer lo sucedido en Las Margaritas, en algunos casos con encabezados y notas que decían: “Inicia cruzada en bastión del EZLN” (Reséndiz, 2013), “EPN inicia cruzada contra el hambre en zona zapatista” (Gutiérrez y Reséndiz, 2013), y “A 19 años del levantamiento zapatista, inicia programa en lugar insigne de este movimiento” (Redacción El Universal, 2013). Mientras tanto, diversos sectores de la sociedad civil expresaron su indignación ante el fuerte despliegue del aparato gubernamental en el municipio de Las Margaritas, lo cual, fue denunciado como un acto eminentemente provocador hacia el movimiento zapatista y los proyectos de organización autónoma de la región.
Esto fue confirmado por la rápida respuesta de la comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el mismo 21 de enero de 2013, al término del evento oficial de la CNCH. El comunicado gráfico firmado por el subcomandante Marcos, estaba dirigido “Para Ali Babá y sus 40 ladrones (gobernadores, jefe de gobierno y lame-suelas)” (EZLN, 2013) y en su contenido decía: “No encontramos palabras para expresar nuestro sentir sobre la Cruzada Nacional contra el Hambre, así que va, sin palabras”. Seguido de una imagen de insulto en la que se expone el dedo índice levantado y una larga posdata (EZLN, 2013).
La disputa simbólica por el territorio fue un hecho evidente desde que el gobierno entrante tomó la decisión de iniciar la CNCH en Las Margaritas, a un mes de la toma silenciosa de esa misma cabecera municipal. El 21 de diciembre de 2012 se realizó una movilización donde se estimó la participación de 40,000 hombres y mujeres bases de apoyo zapatista, que se trasladaron de Las Cañadas, La Selva y la sierra montañosa hacia las cabeceras municipales de Las Margaritas, Ocosingo, Altamirano, San Cristóbal de Las Casas y Palenque. Como en el resto de los municipios, el acto de resistencia en Las Margaritas consistió en la marcha de entrada a la localidad hasta llegar al parque ubicado enfrente del Ayuntamiento. Ahí colocaron un pequeño templete de madera al que subieron en fila cada uno de los presentes, alzando el puño izquierdo para luego bajar y continuar la marcha en silencio hasta salir de la localidad.
Enlace Zapatista (EZLN, 2012) difundió el siguiente comunicado ese mismo día:
¿ESCUCHARON?
Es el sonido de su mundo derrumbándose.
Es el del nuestro resurgiendo.
El día que fue el día, era noche.
Y noche será el día que será el día.
¡DEMOCRACIA!
¡LIBERTAD!
¡JUSTICIA!
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN.
El acto oficial de presentación de la CNCH fue el comienzo de una serie de acontecimientos que develaron el nacimiento de una política de desarrollo sexenal a la manera de un espectáculo mediático, el cual surgió de manera apresurada y con una estrategia imprecisa para abordar la ambiciosa meta de abatir y erradicar el hambre (Torres y Lutz, 2016:266). De acuerdo con Nuijten, el Estado se articula como una “maquinaria generadora de esperanza” (Nuijten 2003, p. 16) a través de las expectativas de cambio y mejora que activan los aparatos gubernamentales con la introducción de nuevos programas sociales al inicio de cada administración de gobierno, aun cuando en la práctica no necesariamente se realizan modificaciones sustanciales a las estrategias y políticas de desarrollo de sexenios previos.
Esto sucedió en el caso de la CNCH, ya que si bien en el marco de la estrategia fue creado el Programa de Comedores Comunitarios (Martínez, 2019a), se planteó como un aspecto prioritario e incluso innovador del gobierno entrante, la coordinación y articulación entre los programas públicos ya existentes. Retomando la metáfora de Nuijten (2003), podemos decir que el Estado no solo funciona como una “maquinaria generadora de esperanza” también funge como una maquinaria “generadora de espectáculos” que emplea estratégicamente los recursos materiales y simbólicos del aparato gubernamental para difundir discursos, imágenes e ideas de una política pública transformadora sin necesariamente realizar modificaciones sustanciales a los programas específicos, pero haciendo visible el control fáctico que ostenta sobre el territorio a través de actos mediáticos como el que tuvo lugar en Las Margaritas y la construcción propagandística de la estrategia, como se muestra a continuación.
La creación propagandística de la CNCH y la estética de la pobreza
Cuando se estetiza a los pobres, la misma pobreza se nos sale del campo de nuestra visión social, excepto en tanto descripción pasiva de la otredad, de la alienación y la contingencia de la condición humana. Cuando se recurre a la pobreza y a la condición de homelessness por placer estético entonces, sin duda, la ética ha sido relegada por la estética, dando lugar así a la cosecha más amarga de la política carismática y el extremismo ideológico.
La Cruzada Nacional contra el Hambre se expandió por el territorio nacional a través de los medios de comunicación que propagaron masivamente el inicio de la nueva política de desarrollo. Los spots publicitarios se difundieron por la radio, la televisión, el internet y en espectaculares que tuvieron como uno de sus principales lemas: “Mover a México”. Los mensajes de presentación de la nueva estrategia anunciaban lo imperante de atacar el problema del hambre en México, empleando frases, imágenes gráficas y audiovisuales que evocaban a una “estética de la pobreza” (Harvey, 1998) donde la miseria, la enfermedad y la escasez se convirtieron en un elogiado y consumido producto cultural. Para el arranque publicitario de la CNCH se diseñó un programa de actividades culturales donde la fotografía, la pintura, la música y el cine se pusieron al servicio de la nueva política gubernamental, convocando prioritariamente a la participación de las y los jóvenes.
Primeramente, fue abierta la convocatoria del concurso fotográfico: “México sin hambre” cuyo cartel tenía como sugerente logo una cámara mordida en uno de los costados. En la convocatoria se especificaba que las imágenes premiadas serían aquellas que mejor retrataran “el hambre, la pobreza extrema, a los pequeños productores agrícolas, a los desperdicios de alimentos y/o las pérdidas post-cosecha” (Sedesol, 2013a). El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) participó en el comité dictaminador que dio por ganadora del primer lugar en la categoría “exposición”, la imagen de una mujer recolectando residuos sobre una montaña de basura, acompañada de una decena de buitres a su alrededor. En la categoría “online” ganó la fotografía de cinco niños que fueron capturados por la cámara, donde sobresalen los ojos grandes, la tez morena y la vestimenta gastada de los menores.
En ambas fotografías se identificaba el hambre y la pobreza -los temas del concurso- con escenarios que reproducen los estereotipos decimonónicos de la pobreza vinculados al “abandono”, la “mendicidad” o la “suciedad” en los que se estigmatiza, delimita y excluye simbólica y materialmente aquello que no se ajusta a los ideales del desarrollo y la modernidad (Edelman y Haugerud, 2005; Hobart, 1993; Reygadas, 1998, p. 28-29). En el marco de los eventos culturales también fue presentada la convocatoria llamada: “En corto contra el hambre”. El jurado dio el primer lugar a un video de diez minutos que tenía como tema la recolección de comida en la central de abastos de la ciudad de México. El cortometraje muestra a una mujer de la tercera edad que está sentada en el suelo seleccionando cartón y plástico. La imagen audiovisual reafirma la construcción discursiva de la pobreza como una condición de mendicidad.
Por otra parte, se realizó un concierto en el Auditorio Nacional para recaudar alimentos y apoyar las actividades de concientización y sensibilización al inicio de la CNCH. Las personas asistentes debían donar mínimo un kilo de productos de consumo básico, como frijol y arroz, a cambio de escuchar a bandas mexicanas de música rock y pop que se promocionaron como parte de la estrategia bajo el lema: “compartamos la música, erradiquemos el hambre”. De acuerdo con el reporte del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI), que se dio a conocer diez meses después, el concierto tuvo un costo total de diez millones de pesos y a cambio se logró una colecta de víveres que correspondió aproximadamente a quinientos mil pesos (Román, 2014).
Mientras tanto en las fachadas de las oficinas de gobierno, en los automóviles oficiales, en las estancias infantiles de Sedesol, en las tiendas DICONSA y LICONSA, sobre mantas, carteles, playeras y calcomanías fue impreso el sello de la CNCH, compuesto por dos tenedores enlazados. También apareció en escena la mascota de la estrategia contra el hambre, la cual, fue presentada oficialmente en una conferencia de prensa emitida por la secretaria de Desarrollo Social, con motivo del inicio del “Mes de la Cruzada”, en la que sostuvo: “Hemos creado un personaje, bautizado como Pepe Tenedor, que identificará y acompañará la historia de la Cruzada Nacional Contra el Hambre de una manera creativa. Es un personaje dirigido a los niños y a las niñas para que también se concienticen, se identifiquen y participen en todo este proceso” (Sedesol, 2013b, p.6).
Los costos de la publicidad política generada para la difusión de la CNCH pronto fueron motivo de crítica social y denuncia en los medios de comunicación. Ante los cuestionamientos públicos sobre el derroche de recursos destinados para la imagen promocional de la CNCH, el IFAI solicitó a la Sedesol que diera a conocer los gastos en publicidad realizados en cada entidad federativa al inicio de la estrategia, sobre lo cual, la titular de la dependencia mencionó que “no tenía información” (Velasco, 2013). Más adelante se dio a conocer que en el periodo de 2013 a 2015, la CNCH reportó un gasto de casi 500 millones distribuidos en 98 contratos de los cuales el 80% de gastos, correspondientes a 92 contratos, se firmaron para la difusión de la CNCH en la radio, televisión, medios impresos y playeras (Flores, 2018; Martínez, 2019b, p. 133-134).
En los primeros meses de promoción de la estrategia, también se realizaron los dos principales convenios entre la Sedesol y las empresas privadas del sector alimentario. El primero fue celebrado con Pepsico y el segundo con Grupo Nestlé, corporativos que tienen entre sus principales marcas productos y bebidas con alto contenido calórico y bajo valor nutricional; cuyo consumo ha sido denunciado por académicos y actores de la sociedad civil, como uno de los principales factores de la malnutrición, desnutrición y sobrepeso en la población mexicana, situación que se agudiza en las regiones y en los sectores de población con mayores índices de pobreza en el país (Calvillo y Székely, 2018; Torres y Lutz, 2016). De acuerdo con Torres y Lutz (2016, p. 253-4), como resultado de las críticas y los cuestionamientos realizados por la sociedad civil, el gobierno federal congeló los convenios suscritos con ambas corporaciones, aunque se continuó impulsando la participación de empresas de la industria alimentaria en la CNCH y el consumo de producto industriales a través de programas como los Comedores Comunitarios y los Desayunos Escolares.
La CNCH generó desde sus primeros meses una estética de la pobreza que fue promocionada a la manera de una mercancía cultural para el gusto, disfrute y compasión de quienes la consumían, lo cual, era reforzado por los spots publicitarios que invitaban a la sociedad a sumar esfuerzos y voluntades. Las fotografías, imágenes y videos al tiempo que reproducían estereotipos discriminatorios de la pobreza, eran muestra de las innovadoras prácticas de participación social impulsadas por la política carismática, la cual, como plantea Harvey, responde a una retórica “donde las escenas del empobrecimiento alimentan el molino de los productos culturales […] como un telón de fondo exquisito y vertiginoso acerca del cual no se puede hacer ningún comentario social” (Harvey, 1998, p. 369).
La estrategia de difusión mediática de la CNCH contrastó con la falta de mecanismos claros en el diseño e implementación de la política pública, como se muestra a continuación a partir del análisis de los conflictos, malestares e incertidumbres que surgieron a nivel local a raíz del segundo acto político que el gobierno federal realizó en el estado de Chiapas, a la manera de una representación pública y propagandística de las “primeras acciones” de esta política de desarrollo sexenal.
Primeras acciones y resultados: la simulación del éxito
El 20 de abril del 2013, Chiapas se convirtió nuevamente en el escenario del gobierno federal para promocionar las primeras acciones de la CNCH, a tan solo tres meses de la presentación oficial de la nueva política de desarrollo. El acto oficial comenzó después del mediodía en la localidad de Navenchauc, en la región Altos de Chiapas. Durante la espera se presentaron bloques musicales, a cargo de un grupo de música tribal que tocó de manera intermitente. Mientras tanto se realizaron varios ensayos dirigidos por el locutor para practicar la toma de protesta de los comités comunitarios que se conformarían durante el evento. En numerosas ocasiones se repitió el acto y la frase que posteriormente enunciaría el ejecutivo federal para oficializar las denominadas “primeras acciones” de la CNCH, la cual decía:
A continuación, el ciudadano presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Licenciado Enrique Peña Nieto, llevará a cabo la toma de protesta a los once comités comunitarios. El presidente preguntará: “¿Protestan servir a sus pueblos y comunidades con compromiso y honradez para vigilar el cumplimiento de los objetivos de la Cruzada, el ejercicio transparente de los recursos y la promoción del desarrollo comunitario?” Si así fuere que la sociedad se lo reconozca, si no que se lo demande (CNCH, 2013b).
Los representantes de los comités comunitarios, quienes estaban ubicados abajo del templete principal, debían responder en voz alta: “Sí, protesto” para después terminar con unos aplausos. En el último ensayo antes de la llegada del ejecutivo, el moderador advirtió: “Vamos a agradecerles si le echan un poco más ganas y entusiasmo para que se vea proyectado en el evento” (CNCH, 2013b). Alrededor de las 11:30 am arribaron a la localidad los representantes de gobierno, Enrique Peña Nieto, Rosario Robles y Manuel Velasco, junto con el expresidente de Brasil, Lula da Silva.
En las pantallas de la explanada se proyectó el arribo de los aviones a la localidad. Se esperaba que en ese momento entraran al recinto, pero eso no sucedió hasta después de una hora, aproximadamente. Al día siguiente, algunos medios de comunicación dieron a conocer que al llegar las autoridades de gobierno hicieron un recorrido por la localidad, donde el presidente municipal les obsequió un traje tradicional que portaron durante el evento. Además, visitaron los módulos de un vivero para la producción de flores y hortalizas, cuya construcción se anunció como parte de las obras de la CNCH (Redacción Excélsior 2013).
El acto político inició con las palabras de bienvenida de Manuel Velasco quien señaló que para Chiapas era un orgullo y un honor que en tres meses el presidente visitara por segunda ocasión el estado (MVC, 2013b). Rosario Robles comenzó con un saludo a Lula da Silva y señaló que el Programa Hambre Cero en Brasil había sido, en gran medida, la inspiración de la Cruzada Nacional contra el Hambre (RRB, 2013b). Posteriormente, el moderador dio paso a la “entrega de los apoyos” en un acto simbólico donde fueron llamadas algunas mujeres y hombres como representantes de los beneficiarios. En todos los casos, subieron al templete para recibir su respectiva constancia de “apoyo para adultos mayores”, “apoyo para proyecto textil”, “prerregistro de seguro de vida para jefas de familia”, “apoyo a proyectos productivos”, “tarjeta del programa Oportunidades”, “tarjeta de Liconsa”, “tarjeta de afiliación al Seguro Popular”, “apoyo económico para la compra de materia prima y herramientas” y “contrato a productores de maíz” (CNCH, 2013b).
Mientras tanto a un costado del templete principal, un grupo de jóvenes que previamente habían sido situados en el lugar, coreaban porras que decían: “Se ve, se siente, Peña está presente” o “Se ve, se siente, el güero está presente”. A continuación, se realizó la toma de protesta de los comités comunitarios por parte del ejecutivo federal, quien celebró que se hayan “incorporado al trabajo social para combatir el hambre de esta comunidad, del municipio y el país” (EPN, 2013b). Mientras que la porra gritaba fuerte: “Peña, Peña, Peña”.
Posteriormente, el locutor dio paso a la intervención de Lula da Silva quien comenzó su discurso señalando: “Estoy muy preocupado porque estamos lanzando un programa que se llama Sin Hambre. Y ya son casi las dos de la tarde, y las personas tienen hambre […] No es justo con el programa Sin Hambre” (LDS, 2013). Los asistentes aplaudieron y aprobaron entre risas el comentario del exmandatario, en un acto espontáneo que contrastó con el resto del evento. Posteriormente, Lula da Silva dijo que daría su testimonio de que “sí se puede erradicar el hambre en el mundo” (LDS, 2013). Primero habló de las garantías que debe asegurar el Estado para que los pequeños productores y sectores pobres del país tengan acceso a los sistemas de crédito, señalando: “los ricos no necesitan a los gobiernos, quienes necesitan a los gobiernos son los pobres del mundo” (LDS, 2013).
Lula da Silva hizo alusión a la generación de empleos y a la importancia de orientar los Programas de Transferencia en Efectivo hacia las mujeres por ser ellas las más responsables (LDS, 2013). Al tiempo que sostenía: “Les puedo decir a todos, mirando a los ojos del presidente Peña, mirando a los ojos de cada hombre y de cada mujer mexicana, que el hambre no existe por falta de dinero, ni existe por falta de producción agrícola, no existe por falta de tecnología. El hambre existe por falta de vergüenza de gobernantes en el mundo que no se preocupan por el pueblo pobre” (LDS, 2013). Frase que desató nuevamente el aplauso efusivo de las personas asistentes, mientras que el resto de los mandatarios del pódium asentían.
Finalmente, el ejecutivo concluyó el evento haciendo referencia a las críticas recibidas durante los primeros meses de arranque de la CNCH: “Han empezado las críticas, han empezado las descalificaciones por aquellos a quienes ocupa y preocupa la política y las elecciones. Pero nosotros, este gobierno, tenemos un objetivo claro, una tarea comprometida con los mexicanos, que es acabar con el hambre. Que sigan aquellos criticando las acciones, porque a otros los ocupan las elecciones. A nosotros nos ocupa y nos compromete acabar con el hambre de México” (EPN, 2013b). Peña Nieto continuó señalando que “el hambre no tiene partido, no tiene color, no tiene interés partidario” (EPN, 2013b). El evento tuvo una duración de hora y media, reportando los medios de comunicación una asistencia de 15 mil personas.
Los primeros meses de promoción de la estrategia contra el hambre contrastaron con la escasa claridad en la definición del programa de actuación político-administrativo, cuya función es clave para la puesta en marcha de cualquier política pública (Subirats et al., 2008, p. 180-200). Al preguntar a funcionarios locales sobre las actividades específicas de la CNCH y los motivos por los que había sido seleccionado el estado de Chiapas para el arranque de la estrategia, aseguraban no saber, no tener información, ni injerencia en las acciones que se estaban implementando a nivel local, a pesar de que el territorio chiapaneco fungió desde el primer día como escenario privilegiado para publicitar tanto el surgimiento de la CNCH como el inicio de las acciones.
La falta de información sobre la CNCH, o como lo plantea Mathews (2006), la ignorancia como práctica intencionada de actuación en la arena del desarrollo, fue un recurso estratégicamente empleado durante los primeros meses de esta política. Al tiempo que comenzaron a difundirse en medios locales las prácticas autoritarias de participación inversa, las cuales, como plantea Jonathan Fox (2006, p. 48-49) se basan en mecanismos condicionados, clientelares y favoritistas para premiar o castigar a los ciudadanos.
Después de la gira presidencial algunos medios de comunicación comenzaron a difundir que no hubo una distribución transparente de los proyectos productivos, del dinero y la comida que las autoridades locales prometieron a los pobladores a cambio de asistir al evento (Henríquez, 2013). En las notas periodísticas se decía que el alcalde “no informó acerca del destino de los recursos económicos recibidos para el acarreo de personas al acto y para las obras”, que “no repartieron el dinero que recibieron para que los habitantes acudieran” o en su defecto, que sólo fueron beneficiados los militantes de un partido político, quienes recibieron “doscientos pesos en efectivo cada uno y les dieron de comer pollo”, mientras que a los demás “ni un refresco” (Henríquez, 2013; SIPAZ, 2013).
En el marco de las tensiones y los rumores se solicitó la intervención del entonces gobernador de Chiapas para que los representantes locales “transparentaran” los recursos destinados al acarreo. Además se exigió información sobre el destino de un supuesto cheque bancario que “el presidente de la república le dio al alcalde para la construcción de las obras en el municipio” (Henríquez, 2013) y finalmente, se solicitó que se diera a conocer cuáles habían sido los criterios para la selección de los beneficiarios de las primeras acciones. Los acontecimientos y las denuncias difundidas públicamente fueron muestra de que las obras implementadas en el marco del evento, lejos de realizarse bajo un plan de acción con ejes estratégicos y reglas operativas claras, se realizaron en una atmósfera de dudas e incertidumbre de la que se deslindaban los funcionarios públicos, al asegurar que no sabían y no conocían la operación de la nueva política de desarrollo.
La falta de conocimiento sobre las reglas y los mecanismos para implementar la CNCH podía justificarse al revisar los propios documentos oficiales al inicio de la estrategia. Después de la publicación del decreto por el que se estableció el Sistema Nacional para la Cruzada contra el Hambre (DOF, 22 enero 2013) en el evento de Las Margaritas, el gobernador de Chiapas fue de los primeros mandatarios en firmar el Decreto por la Cruzada contra el Hambre a nivel estatal (POE, 2013a). En el Decreto estatal se alude a la CNCH como un “programa”, una “estrategia” y/o una “iniciativa” a la que se adhiere el estado de Chiapas, creando a su vez un “Programa Estatal de la Cruzada contra el Hambre” (POE, 2013a). Este es el primer punto de confusión del que derivan las demás inconsistencias dado que la CNCH se presentó inicialmente como una estrategia de política pública para articular los programas de desarrollo social de los tres niveles de gobierno y no se planteó como un programa público específico.
Al inicio de la estrategia se dio a conocer que la CNCH no contaría con una partida especial del Presupuesto de Egresos de la Federación, dado que se implementaría a través de la firma de acuerdos con las secretarías del gobierno federal y con las entidades federativas para que destinaran sus respectivos recursos públicos etiquetados para el desarrollo social (Sedesol, 2013c). Sin embargo, cuando se firmó el decreto estatal no había un plan de actuación político-administrativo definido en el que se explicara claramente cómo se lograría la concurrencia, la coordinación y la participación de los tres niveles de gobierno, lo cual debía estar claramente definido desde la etapa de diseño previa a la implementación de acciones.
Después de la formalización del decreto estatal, el gobernador de Chiapas firmó el Acuerdo Integral para el Desarrollo Social Incluyente para definir la orientación del gasto social entre la federación y la entidad federativa (POE 2013b). De este documento se desprende el acuerdo para establecer acciones conjuntas entre los tres niveles de gobierno donde se especifican con mayor precisión los lineamientos generales de actuación gubernamental. Sin embargo, permaneció el problema de origen de esta política pública que fue el promocionar el inicio de la estrategia y comenzar la implementación de acciones, mientras que su diseño continuó en proceso por más de un año, hasta la creación del Programa Nacional México Sin Hambre (DOF, 30 abril 2014) donde incluso se añadió un objetivo adicional a la estrategia, vinculado con la promoción del desarrollo económico y el empleo en zonas de pobreza extrema alimentaria.
A nivel local, durante los primeros meses de la CNCH se anunció que además de los 70 programas públicos y las 19 dependencias del ámbito federal que formaban parte de la CNCH, se integrarían en Chiapas un total de 98 programas estatales por medio de 24 dependencias. La cantidad de programas y dependencias que progresivamente iban en aumento pronto contrastó con el recorte de municipios que se dio a conocer después del evento de Navenchauc. En un principio, a nivel federal se anunció que iniciarían las acciones de la CNCH en 400 municipios del país, pero meses más tarde se comunicó que en la primera etapa sólo se atenderían 80 de estos municipios. En el caso de Chiapas hubo una disminución de 55 a 12 municipios,2 siendo una de las entidades federativas con mayor cobertura inicial y posterior recorte de municipios en el primer año.
Las primeras acciones de la CNCH fueron claramente establecidas en una presentación de powerpoint donde se definieron las metas que debían alcanzarse en los ochenta municipios del país, durante el periodo de mayo a agosto de 2013.3 La información vertida en el powerpoint se dio a conocer en el Semanario Proceso donde se denunció que las metas de la ambiciosa política nacional contra el hambre habían sido acomodadas para cumplirse antes del I Informe Presidencial y así “levantar banderas blancas” en los 80 municipios (Turati, 2013), como lo señalaba literalmente dicho documento, el cual, después de la nota publicada en Proceso fue eliminado de la página web de Sedesol.
En el marco de las primeras acciones, comenzaron a surgir dudas, miedos, expectativas e indignación por parte de diversos sectores de población. A nivel local, el uso mediático del término “hambre” como estandarte de la política sexenal, derivó en una serie de rumores y cuestionamientos respecto a las acciones gubernamentales que se realizarían como parte de esta política pública. Había quienes se preguntaban si el gobierno “quitaría el hambre” a través de platillos preparados, granos en especie o despensas; se cuestionaba qué tipo de productos entregarían y quiénes recibirían los beneficios. Había expectativas de que las nuevas despensas no contuvieran alimentos industrializados como huevo en polvo, atún en bolsa, carne seca o harina de maíz; productos que usualmente contienen las ayudas alimentarias y que son considerados de dudosa calidad a nivel local, por lo que en ocasiones las familias prefieren emplearlos como alimento para animales, como también lo han registrado estudios en diversas regiones del país (Acuña, 2015, p. 258; Torres y Lutz, 2016, p. 261).
Igualmente, en localidades de Las Margaritas se desató la molestia, indignación y movilización de padres y madres de familia, ante la noticia de que se eliminarían los desayunos escolares calientes elaborados con alimentos frescos. Al tiempo que la CNCH promovía la distribución de desayunos fríos compuestos por bebidas azucaradas, galletas “fortificadas” y alimentos “enriquecidos con vitaminas”, como parte de los convenios de colaboración con las empresas de la industria alimentaria. Además, algunas familias de la región mantenían la esperanza de que la CNCH distribuyera maíz a sus comunidades, ante la recurrente escasez del grano derivado de la poca producción y la falta de tierras de cultivo para satisfacer el consumo doméstico.
Por otra parte, algunas organizaciones de productores agropecuarios de la región Selva argumentaban que no vivían en una condición de “hambre” por falta de ingesta de alimentos, de modo que cuestionaban y temían que la CNCH restringiera la continuación de los proyectos de desarrollo local que estaban en marcha en el territorio. Esto generó la movilización de los productores de la selva para exigir a las instituciones de gobierno que la CNCH no afectara los procesos de organización previos y continuaran en marcha los proyectos productivos, creados en vinculación con actores gubernamentales y sectores de la sociedad civil (MT, 2013).
Las primeras acciones de la CNCH fueron impulsadas bajo la idea del éxito del desarrollo, a la manera que lo plantean Mosse y Lewis (2006), promoviendo expectativas de cambio en la población con ideas renovadas sobre la participación, la suma de voluntades, la toma de conciencia social y la supuesta aplicación de lineamientos oficiales para alcanzar las ambiciosas metas de erradicar el hambre y la pobreza en México, aunque en la práctica esto se contradecía constantemente. Incluso, Mosse (2005) afirma que desde la lógica del éxito del desarrollo, cuando los resultados de las políticas sociales son poco favorables, igualmente se construye y justifica la idea de fracaso como resultado de la puesta en marcha de estrategias, cuyos efectos no deseados, acreditan la reformulación, los cambios y las adecuaciones necesarias en los programas de acción e incluso, la generación de nuevas políticas públicas, asegurando con ello la reproducción del desarrollo y sus vicios (Mosse, 2005, p. 18-19).
En el caso de la CNCH, las inconsistencias de esta política pública se hicieron latentes desde sus primeros días de arranque, en las evaluaciones realizadas por Coneval a lo largo de su desarrollo y en el recuento de resultados al término de esta (Coneval, 2013; 2015; 2018). En el informe final de Coneval (2018) se identificaron los problemas que tuvo la CNCH desde su diseño, dada la falta de claridad en la definición de su población potencial y objetivo; la ambigüedad del problema que pretendía atender y la falta de una definición precisa del concepto de hambre que se empleó mediáticamente durante el inicio de la estrategia.
Asimismo, el balance de cierre de la CNCH señala que hubo una ausencia de un plan de coordinación interinstitucional entre los diferentes niveles de gobierno e instituciones, sobre lo cual se menciona: “la coordinación entre programas no se refinó y terminó basándose en la idea de ‘sumar esfuerzos’, lo que ocasionó que se diluyeran las responsabilidades […] y que no fuera claro el papel o contribución de cada uno de los involucrados; así que en la práctica los programas [continuaron] operando como lo hacían antes de ser incorporados a la Cruzada” (Coneval, 2018:38).
La Cruzada Nacional contra el Hambre concluyó oficialmente el 30 de noviembre del 2018, el día de cierre del mandato presidencial de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, como lo menciona Martínez (2019b, p.134), la estrategia perdió presencia mediática y política desde el año 2015 con el cambio de titular de la Sedesol. Al término del sexenio se ampliaron las investigaciones sobre los casos de corrupción durante dicha administración presidencial, donde destaca el papel que tuvo la CNCH como una de las principales fuentes de desvío de recursos públicos con fines políticos y electorales, a través de convenios con universidades e institutos estatales de radio y televisión, en el marco de la llamada Estafa Maestra (Castillo, Roldán y Ureste, 2017; Martínez, 2019b, p. 133).
El análisis presentado sobre la construcción mediática de la CNCH mostró el surgimiento de una política de desarrollo sexenal basada en el espectáculo y la simulación que evidencia las renovadas prácticas, discursos y representaciones mediáticas de la política pública, bajo las que se esconden las relaciones de poder autoritarias, clientelares y de control estatal que están fuertemente arraigadas en la arena del desarrollo. Cuestiones que en última instancia impulsan a repensar la necesaria construcción de mecanismos sociales e institucionales para lograr la reformulación del sentido y la actuación de los gobiernos en las políticas de desarrollo social.
Conclusiones
Este artículo presentó una propuesta analítica para estudiar el surgimiento mediático de la Cruzada Nacional contra el Hambre, a partir de un ejercicio de observación etnográfica, seguimiento y contrastación de fuentes. Se retomaron diversos debates antropológicos sobre las políticas públicas, el Estado y el desarrollo, con la finalidad conocer las contradicciones, tensiones y conflictos generados en las arenas locales del desarrollo al inicio de la estrategia. A lo largo del trabajo se argumentó que la construcción mediática de esta política de desarrollo sexenal se basó en tres principales elementos: el espectáculo, la estetización de la pobreza y la simulación del éxito.
La metáfora de Nuijten (2003) sobre el Estado como una “maquinaria generadora de esperanza” fue el punto de partida para analizar el despliegue mediático del aparato gubernamental durante el surgimiento de la CNCH, donde destacó el papel del Estado como una maquinaria que también funge como “generadora de espectáculos”. El evento político que tuvo lugar en el municipio de Las Margaritas, Chiapas al arranque de la estrategia hizo visible el surgimiento de una política de desarrollo que hábilmente empleó los recursos discursivos, simbólicos y materiales del Estado para imponer su presencia en el territorio local y mostrar a nivel nacional no solamente el inicio de la nueva política pública sino el poder autoritario del aparato estatal en un territorio donde se gestan proyectos de organización autónoma en rechazo a las políticas gubernamentales.
La construcción mediática de la CNCH también se analizó a partir de lo que Harvey (1998) llama la “estatización de la pobreza”, la cual considera la manifestación más amarga de la política carismática. En el caso de estudio, esto se hizo evidente desde el propio nombre de la política sexenal que convirtió al hambre en un eslogan publicitario, reproduciendo masivamente imágenes estereotipadas, discursos y prácticas discriminatorias de la pobreza. Asimismo, la CNCH generó diversas acciones propagandísticas basadas en el consumo cultural de actividades artísticas, lúdicas y recreativa para “erradicar el hambre”. Al tiempo que se establecieron los primeros contratos con la industria alimentaria y las acciones asistencialistas que promovieron el consumo de alimentos industrializados.
Finalmente, la formación mediática de esta política de desarrollo tuvo lugar a partir de la construcción escenográfica de la CNCH en el evento de “primeras acciones”. Los ensayos de la simulación donde se formaron los primeros comités comunitarios y se hizo la entrega de diversos “apoyos” a los pobladores locales, evidenciaron los esfuerzos del gobierno por crear una imagen mediática del "éxito del desarrollo” a la manera que lo plantea Mosse (2005, 2006). Sin embargo, como se observó en el estudio, la ausencia de mecanismos normativos y operativos claros para iniciar la puesta en marcha de la estrategia generó a nivel local una serie de dudas, malestares e incertidumbres sobre las acciones y repercusiones que tendría la CNCH, en medio de una atmósfera donde prevalecía lo que Mathews (2006) denomina el “conocimiento parcial” y la “ignorancia oficial” de la política pública.
A lo largo del artículo se mostró que la enérgica maquinaria estatal desplegada sobre el territorio a través de actos mediáticos y propagandísticos contrastó con la falta de un plan de actuación político-administrativo consistente para alcanzar los objetivos de la estrategia. A manera de cierre basta mencionar que el análisis de la construcción mediática de las políticas de desarrollo sexenal es un tema de discusión social que contribuye a repensar y valorar la pertinencia de arrancar cada gestión gubernamental con programas públicos que se promocionan como innovadores, pero los cuales corren el riesgo de reproducir las relaciones autoritarias de poder, los vicios y las inercias del desarrollo.