El 15M fue la expresión más notable de la serie de acontecimientos ocurridos entre la Huelga General del 29 de septiembre de 2010 y el 19 de junio de 2011 en España, en el marco de las consecuencias que provocó la crisis de las subprime en Estados Unidos y su mutación en crisis de deuda por el efecto contagio acusado en varios países. Debido a los efectos causados por la Gran Recesión, el 15M fue un movimiento asambleario surgido en un momento y un lugar por lo que difícilmente se repetirán las condiciones, pero una década más tarde España estaba sumida en otra gran crisis con importantes repercusiones económicas y sociales.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publica mensualmente resultados que miden el estado de la opinión pública, para lo cual se entrevista a 2 500 personas elegidas al azar dentro del territorio español. Los barómetros contienen bloques de preguntas fijas sobre la identificación ideológica y religiosa o sobre la situación económica y política del país, y preguntas variables en función de cuestiones de interés coyuntural. En el barómetro de marzo de 2011 (CIS, estudio núm. 2864) yttadvertía el elevado malestar entre la población: i) para el 39.5% y el 40% la situación económica era «Muy mala» o «Mala»; ii) para el 42.7% y el 31.0% la situación económica sería «Igual» o «Peor» al cabo de un año; iii) para el 81.8% el principal problema era «El desempleo», y iv) para el 42.9% «El desempleo es el problema que más me afecta personalmente». Una década más tarde, en el marco de los efectos generados por la crisis del coronavirus SARS-CoV-2 (covid-19), los resultados del barómetro de marzo de 2021 (CIS, estudio núm. 3313), fueron los siguientes: i) al 40% le preocupaba más «Los efectos sobre la salud», mientras que para el 23.6% «Los efectos sobre la economía y el empleo»; ii) para el 26.9% el principal problema consistían en «Los peligros para la salud», seguido del 11.2%, «La crisis económica», y iii) respecto al «Problema que a Vd. personalmente le afecta más», el 22% respondió «Los peligros para la salud», seguido del 11.5%, «La crisis económica». En suma, si bien la principal fuente de preocupación era de naturaleza sanitaria, los problemas económicos se situaban en inmediato segundo lugar.
Sin llegar a la situación extrema de 2011, en 2020 y durante los primeros meses de 2021 el escenario económico era de especial gravedad como consecuencia de la crisis sanitaria, económica y social provocada por el covid-19. En virtud de lo anterior, la presente investigación se propuso estudiar: i) el grado de conocimiento sobre las principales ideas progresistas y la huella que el 15M ha dejado entre jóvenes estudiantes de universidades públicas madrileñas, quienes por razones de edad no participaron en aquel momento, y ii) el grado de predisposición a sumarse a movimientos sociales, tal y como en su día lo hizo la juventud del 15M, con manifestaciones multitudinarias y la acampada a lo largo de varias semanas en plazas de las principales ciudades.
Con el objetivo de llegar a conclusiones metodológicamente consistentes sobre la existencia/ausencia de base crítica para un movimiento semejante al 15M entre los universitarios, en septiembre de 2020 se estableció el primer contacto con personas relacionadas con los acontecimientos en Madrid y Cataluña. A partir de las ideas recabadas en cuatro entrevistas se construyó un cuestionario, se subió en la plataforma Forms de Microsoft y se difundido a través redes sociales (WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram y TikTok). Las respuestas de los participantes se recabaron en las semanas previas a la celebración del décimo aniversario del 15M, si bien el 92% se cumplimentó durante la semana del 10 al 16 de mayo de 2021 por la resonancia que estos hechos tuvieron en los medios de comunicación. Dada la accesibilidad y rapidez que proporcionan las redes sociales para compartir enlaces digitales a cuestionarios, la investigación se centró en estudiantes de Grado de cuatro universidades públicas de Madrid.1 La encuesta fue de libre acceso.
Aproximación teórica a los movimientos sociales y el 15M
Desde el ámbito de las ciencias sociales hay diversos trabajos sobre la socialización de los problemas, los cuales en algunos casos evolucionan hasta conformar movimientos sociales, como el del 15M. Los movimientos sociales se han estudiado desde diversas perspectivas. En el caso de la psicología de masas, las ideas originales de Le Bon (1895) se dividen en dos corrientes principales, la estructural-funcionalista (Smelser, 1962) y la del interaccionismo simbólico (Blumer, 1969), mientras que en el caso de la economía la atención se ha centrado en los incentivos que llevan a los individuos a actuar como rebaño, tanto desde la perspectiva de la economía política (Olson, 1965) como de la economía del comportamiento (Thaler, 2015).
En el plano de la sociología, los movimientos sociales se han estudiado desde distintos ángulos, entre los que destacan: i) las motivaciones, es decir, cómo a partir de puntos de desencuentro se produce un malestar que desemboca en un movimiento asociativo que persevera, bien de las élites hacia abajo o de las bases hacia arriba, como en el caso de las revoluciones (Alexander, 1988; 2019), y ii) las características y sistemas de organización (Rossi, & von Bülow, 2015, pp. 34-41). Cada caso, sin embargo, es especial, lo que dificulta hacer paralelismos o modelizaciones.
Aún es objeto de discusión la existencia consolidada de una Teoría de los movimientos sociales. En cualquier caso, es un campo de estudio con multitud de enfoques y aproximaciones teóricas cuyas ideas seminales se encuentran en Durkheim (compiladas en 1950) sobre los lazos que retroalimentan diversas formas de consciencia social y las acciones colectivas consecuentes; es decir, el cúmulo de símbolos y sentimientos morales compartidos que actúan como detonantes para la movilización con distinto grado de organización (Durkheim, 1912). Según Durkheim (1893), las condiciones indispensables para que prospere un movimiento social son: i) vínculos sociales y morales que permiten el surgimiento de una identidad de grupo y sentimiento de pertenencia entre los individuos; ii) a partir de ciertas ideas o creencias generales, establecimiento de ceremonias y rituales con significados simbólicos, y iii) para el fortalecimiento del movimiento en el tiempo se precisa de un tejido de relaciones directas e indirectas con individuos o grupos afines, pero también con antagonistas respecto a los cuales alimentar la rivalidad y la lucha. En virtud de lo anterior, todo movimiento social está abocado al conflicto, a intentar romper el statu-quo y en su lugar imponer nuevos valores (Snow, 2004, pp. 380-412). Durkheim no diferenció los movimientos sociales motivados por intereses generales de los movimientos reivindicativos de derechos laborales, debido a que en ambos casos es necesario que existan valores y sentimientos que identifiquen la pertenencia al grupo y que haya objetivos culturales y sociales concretos, así como su plasmación en un nuevo acervo jurídico (Segre, 2016).
En la actualidad la teoría durkheimiana es cuestionada por varias razones. Cuando Durkheim (1895) en el epígrafe xvii afirma «(…) los estados de consciencia colectiva son de naturaleza diferente a los de la consciencia individual», pretende justificar que el triunfo de un movimiento social conlleva la imposición de una nueva moral, cuando en sentido estricto los nuevos valores pueden lesionar derechos individuales fundamentales (Goodwin et al., 2004, pp. 380-412). El énfasis en la «consciencia colectiva» implícitamente conlleva la contraposición con la «consciencia individual», por lo cual, la crítica hacia el legado de Durkheim se dirige en dos sentidos: i) hacia la manera en que se desdeñan las consecuencias que dejan tras de sí los movimientos sociales, y ii) hacia quienes integran los movimientos sociales, que protegidos por el manto de una muchedumbre deseosa de imponer un cambio (en algún caso, sedienta de venganza), soslayan las responsabilidades individuales (Dreikurs, 1969). Así, la teoría durkheimiana es un marco teórico en el que se diluye la responsabilidad individual en el maremágnum de una moralidad colectiva etérea, sujeta a la interpretación de quienes encabezan dichos movimientos.
La aproximación teórica a los movimientos sociales contemporánea se interesa en el análisis de la ponderación de los costes y beneficios individuales en la consecución de objetivos generales (Zald, 1996, pp. 261-274), en particular en los incentivos sociales y psicológicos que impulsan el surgimiento de movimientos sociopolíticos (Marks, 1975), incluso a escala global, como la lucha contra el cambio climático.
Desde la sociología contemporánea hay un elenco de textos considerados canónicos sobre los movimientos sociales, entre ellos los de Tilly (1978), Touraine (1982), Sztompka (1993), Melucci (1996), Meyer y Tarrow (1998), Touraine (2000), Tilly (2003), Tarrow y Tilly (2008), y el imprescindible Tilly et al. (2019). En un segundo grupo de investigaciones más especializadas figuran los de McCarthy y Zald (1977), Melucci (1985), Melucci y Massolo (1991) y Tilly (2010), entre otros. Finalmente, en un tercer grupo están las investigaciones sobre la confluencia del descontento ciudadano hacia opciones políticas radicales/anti-sistema, tales como De Bromhead et al. (2012), Mian et al. (2014), Funke et al. (2016) y Algan et al. (2018), entre otros.
El 15M
A finales de la primera década del presente siglo se produjeron una serie de acontecimientos contra las oligarquías dominantes en varios países del norte de África y Próximo Oriente. El hastío ciudadano acumulado a lo largo de décadas por el padecimiento de gobiernos déspotas en combinación con la potencia de socialización de la información de las entonces incipientes redes sociales, en los primeros meses de 2011 desembocaron en estallidos sociales en Túnez, Egipto, Libia y Yemen, y posteriormente en Siria, Irak, Argelia, Omán, Jordania, Marruecos, Kuwait, Sudán y Bahréin (Carty, 2015, pp. 44-61; Hoyle, 2016).
La denominada Primavera Árabe fue un precedente indirecto de lo ocurrido en marzo de 2011 en plazas de toda España, y a su vez el 15M lo fue de ecos posteriores, como el movimiento Occupy Wall Street en Estados Unidos (Chari, 2015, pp. 199-216). El 15M fue un movimiento social, no tan espontáneo como en su momento se creyó (Flesher-Fominaya, 2014a), articulado en torno a proclamas promovidas desde los grupos Juventud sin Futuro, ¡Democracia Real Ya!, Asociación de Desempleados, Juventud en Acción y Ponte en Pie, entre otros, además de algunos más especializados, como Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Economía Crítica, Colectivo Novecento-Juntos por el pueblo o Econonuestra (Castañeda, 2012). En el plano regional, Madrid, Cataluña, Navarra, Andalucía y Galicia fueron las autonomías donde el 15M tuvo mayor resonancia (Revilla, & Molina-Sánchez, 2021). En los tres años siguientes a los acontecimientos surgieron partidos políticos que en distinta manera recogieron las inquietudes expresadas en el 15M (Artal et al., 2011; Adell-Argilés, 2011; Oñate, 2013; Díez-García, 2015; Marzolf, & Ganuza, 2016).
En lo concerniente a cuestiones filosóficas, el 15M tiene escasas referencias. Aunque probablemente muy pocos de los manifestantes que acudieron a las plazas se habían nutrido de los teóricos (los grandes teóricos suelen ser más citados que leídos), el pensador que mejor pudo inspirar el movimiento es Bauman (2000). Para Bauman (2007) vivimos en una «sociedad líquida», donde todo cambia rápidamente, luego no hay certezas ni asideros a los que aferrarse, lo que lleva a la pérdida de sentimientos de comunidad, de ahí que el 15M surgiera como una reacción explosiva contra todo ello. Pero sin duda el gran trabajo inspirador del movimiento fue el panfleto de Hessel (2010), por poner blanco sobre negro la frustración de quienes más acusaban los efectos de lo que a la postre se conocería como la Gran Recesión.
Varios trabajos explican los motivos que condujeron hasta los movimientos sociales de ese momento, cómo se desarrollaron los acontecimientos antes, en el transcurso y las implicaciones ulteriores desde una perspectiva amplia. En este caso hay cuatro referencias relevantes: Chomsky (2012), Castells (2012), Flesher-Fominaya (2014b) y Offe (2015). En un segundo bloque están los trabajos especializados en el 15M; la lista es extensa, pero entre los indispensables están Calvo-Borobia et al. (2011), Casero-Ripollés y Feenstra (2012), Toret et al. (2013), Taibo (2014), Peña-López et al. (2014), Flesher-Fominaya (2014c), Monterde (2015) y Romanos (2016; 2017). Más recientemente ha habido una serie de trabajos sobre las expectativas, logros y fracasos del 15M en retrospectiva, entre los que destacan Castro (2021), Ramírez-Blanco (2021) y Monge et al. (2021). De cara a la realización de futuras investigaciones, resultará de especial utilidad la consulta del acervo construido por el Centro Social Tres Peces Tres (https://3peces3.wordpress.com), donde se han recopilado, ordenado y preservado más de 14 mil documentos, desde manuscritos hasta viñetas y fotografías sobre el 15M.
Por último, todo lo acontecido en torno al 15M sacudió la consciencia de la sociedad española, pero se cometieron varios errores, entre los que destacan: i) debido al carácter asambleario fue un movimiento anárquico y adanista, concentrado en el diagnóstico de los males pero sin ofrecer alternativas; ii) fue ciego ante problemas igual de acuciantes a los de carácter económico, como los de género (una muestra de ello es que en la Plaza del Sol la única pancarta que fue retirada rezaba «La revolución será feminista o no será», por considerarla sexista y excluyente); iii) en el 15M también participaron mayores, personas que veían peligrar su modo de vida o bien que en el seno del hogar vivían el drama de los recortes y la precariedad en sus hijos y nietos, y sin embargo sus voces fueron silenciadas y sus propuestas ignoradas, y iv) como movimiento urbanita y cosmopolita soslayó cuestiones tan importantes como el ecologismo y la despoblación del medio rural. En el balance general, el 15M fue un desahogo, pero tuvo escasa repercusión en el diseño y puesta en marcha de políticas públicas, tanto por las restricciones impuestas desde las instituciones comunitarias como por desinterés de los gobiernos.
Al paso de los meses la flama del 15M se extinguió en la mayoría de las ciudades. Con posterioridad a estos acontecimientos la única región donde un movimiento ha cobrado verdadera relevancia ha sido en Cataluña tras la llamada a «la lucha» por parte de los partidos separatistas en el contexto del «El procés independentista catalá». El 6 de septiembre de 2017 el Parlamento de Cataluña aprobó la denominada Ley del Referéndum, de carácter claramente inconstitucional y por tanto ilegal. Soportado por una ajustada mayoría electoral, el gobierno autonómico celebró el referéndum de autodeterminación el 1 de octubre de 2017, del cual emanó un controvertido resultado sobre el que el 10 de octubre el president de la Generalitat fundamentó una fugaz declaración de independencia. La efímera «independencia» apenas duró 56 segundos.
En las semanas previas y en las posteriores a esos hechos hubo grupos de jóvenes organizados desde el independentismo para cometer actos vandálicos y de violenta confrontación con las fuerzas del orden, tanto constitucionalistas como autonómicas. En este convulso escenario, fue especialmente notable la disyuntiva a la que se enfrentó el movimiento catalanista independentista en su fuero interno, entre la prevalencia del pensamiento territorial identitario y las convicciones estrictamente ideológicas.2,3 El deseo de independencia obligaba a emparejamientos imposibles entre partidos radicales de izquierda, en particular Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y la aún más extremista Candidatura d’Unitat Popular (CUP), con las formaciones políticas herederas de Convergència i Unió (la suma de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y Unió Democràtica de Catalunya (UDC), una alianza de partidos históricamente identificados con el regionalismo no independentista y la Democracia Cristiana europea (centroderecha).4
En este marco de referencia, en el futuro habrá que estudiar los elementos que confluyen en el agotamiento del impulso inicial de los movimientos sociales. En el caso catalán es muy evidente. Según el Centre d’Estudis d’Opinió (2022), organismo nada sospechoso de contemporizar con el Estado español, mientras que en junio de 2017 el 44% de los catalanes se declaraba a favor de la independencia, en noviembre de 2022 el total había bajado hasta el 38%, y el 53.3% directamente la rechazaba.
Método
Tras un primer contacto con personas vinculadas al 15M, entre septiembre y octubre de 2020 se mantuvieron cuatro entrevistas por videoconferencia debido a las restricciones de socialización que impuso el confinamiento por el covid-19, de las cuales se obtuvo información sobre los acontecimientos y las motivaciones de aquel momento. A partir de las ideas recabadas se elaboró un cuestionario, se subió en la plataforma Forms de Microsoft y se difundió por las redes sociales. En una segunda etapa, entre octubre y diciembre de 2020 se estableció contacto con representantes de asociaciones de estudiantes de las universidades Autónoma de Madrid (Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales), Carlos III (Campus de Getafe), Complutense de Madrid (Facultades de Ciencias de la Información, Económicas y Empresariales, Matemáticas, Psicología y Ciencias Políticas) y Rey Juan Carlos (Campus de Madrid, Móstoles y Fuenlabrada), a quienes se les solicitó su colaboración para compartir el enlace del cuestionario en las dos semanas previas a la conmemoración del décimo aniversario del 15M. En lo concerniente al perfil sociodemográfico de los participantes: i) se recabaron 642 encuestas que respondieron estudiantes de Grado y Doble grado matriculados en universidades públicas madrileñas, principalmente en la modalidad presencial y con una edad comprendida entre los 18 y los 25 años; ii) el contacto se estableció tanto con asociaciones de estudiantes con declarada inclinación ideológica como con asociaciones con intereses sociales, culturales o deportivos, y iii) las respuestas se recabaron entre el 28 de abril y el 20 de mayo de 2021, si bien el 92% se realizó a lo largo de la semana del 10 al 16 de mayo por la resonancia que la conmemoración tuvo en los medios de comunicación. El cuadro 1 muestra la relación de preguntas formuladas.
Datos de autoidentificación: |
¿Cómo sueles votar? |
Extrema izquierda – Izquierda – Centro – Derecha – Extrema derecha |
¿A quién no votarías nunca? |
Extrema izquierda – Izquierda – Centro – Derecha – Extrema derecha |
A partir de las dos respuestas anteriores, ¿cómo te definirías? |
Extrema izquierda – Izquierda – Centro – Derecha – Extrema derecha |
1. Conocimientos sobre el entorno político I. |
Puntúa cada una de las siguientes afirmaciones de conformidad a los conocimientos que supones tener, donde 1 es «En absoluto» y 5 «Completamente»: |
Puedo identificar a los partidos que actualmente conforman el Gobierno de España. |
Puedo identificar a los cuatro anteriores presidentes de gobierno y el partido al que pertenecían. |
Puedo identificar a los partidos que actualmente conforman la Asamblea de Madrid. |
2. Conocimientos sobre el entorno político II. |
Puntúa cada una de las siguientes afirmaciones de conformidad a los conocimientos que supones tener, donde 1 es «En absoluto» y 5 «Completamente»: |
Puedo explicar por qué Unidas-Podemos es un partido de izquierdas. |
Puedo explicar por qué Vox es un partido de derechas. |
Puedo identificar plenamente a los partidos de izquierdas y de derechas nacionalistas de otras entidades autonómicas. |
3. Conocimientos sobre ideas y pensamiento crítico. |
Puntúa cada una de las siguientes afirmaciones de conformidad a los conocimientos que supones tener, donde 1 es «En absoluto» y 5 «Completamente»: |
Puedo explicar en qué consiste el marxismo. |
Puedo explicar en qué consiste el anarquismo. |
Puedo explicar en qué consiste el socialismo utópico. |
Puedo explicar en qué consiste el estructuralismo. |
Puedo explicar en qué consiste la teoría de la dependencia. |
4. Conocimientos sobre conceptos. |
Puntúa cada una de las siguientes afirmaciones de conformidad a los conocimientos que supones tener, donde 1 es «En absoluto» y 5 «Completamente»: |
Puedo explicar en qué consiste el concepto de desempleo. |
Puedo explicar en qué consiste el concepto de desigualdad. |
Puedo explicar en qué consiste gravar progresivamente las rentas del trabajo y del capital. |
5. Conocimientos sobre políticas públicas. |
Puntúa cada una de las siguientes afirmaciones de conformidad a los conocimientos que supones tener, donde 1 es «En absoluto» y 5 «Completamente»: |
Puedo explicar los costes y beneficios derivados del ingreso mínimo vital. |
Puedo explicar los costes y beneficios derivados de la renta mínima de inserción. |
Puedo explicar los costes y beneficios derivados de los pactos de rentas. |
6. Conocimientos sobre la huella del 15M en la política española. |
Puntúa cada una de las siguientes afirmaciones de conformidad a los conocimientos que supones tener, donde 1 es «En absoluto» y 5 «Completamente»: |
Puedo explicar las reivindicaciones promovidas en el 15M. |
Puedo explicar los logros alcanzados por el 15M. |
Puedo explicar los fracasos del 15M. |
7. Conocimientos sobre la huella del 15M sobre las ideas. |
Puntúa cada una de las siguientes afirmaciones de conformidad a tus apreciaciones, donde 1 es «Estoy completamente en desacuerdo» y 5 «Estoy completamente de acuerdo»: |
El 15M fue un movimiento social legítimo y necesario. |
El 15M fue un movimiento social que obedeció a una coyuntura y por tanto es irrepetible. |
Sobre las bases del 15M se producirán movimientos sociales en el futuro. |
8. Decisiones personales sobre la participación en acciones concretas I. |
Señala tu máximo nivel de participación en la consecución del mayor de tus ideales: |
Manifestar mi opinión con amigos y/o en redes sociales. |
Participar en huelgas estudiantiles o marchas reivindicativas. |
Acampar en las plazas para reivindicar derechos sociales. |
Emprender acciones de kale borroka/lucha callejera. |
Morir por mis ideales. |
Matar por mis ideales. |
9. Decisiones personales sobre la participación en acciones concretas II. |
A partir de la respuesta anterior, señala tu disposición a llevar a cabo la decisión que has marcado: |
Antes de hacerlo me lo pensaría. |
Esperaría a que otros dieran el primer paso. |
Estaría dispuesto a tomar la iniciativa. |
Lo haría ya, ahora mismo. |
Fuente: Elaboración propia.
Herramientas metodológicas
El desarrollo de herramientas estadísticas sobre datos recabados en redes sociales es un área en construcción. El trabajo más comúnmente aceptado como punto de arranque es el de Wasserman y Faust (1994), a partir del cual ha habido propuestas más recientes (Di Ciaccio, & Giorgi, 2013; Tracy, & Whittaker, 2015; Yildiz et al., 2017; Stark, 2017). En la presente investigación los datos recabados se procesaron mediante la factorización por ejes principales, rotación Varimax y puntuaciones factoriales (Jöreskog, & Goldberger, 1975). El formato de los planteamientos obligaba a los participantes a contestar en una escala ordinal (Likert, 1932), por lo que era procedente la extracción factorial al presuponer la existencia de variables continuas (Spearman, 1927). En lo relativo al método de extracción de los factores, se recurrió a la factorización por ejes principales (Fabrigar et al., 1999), por la facilidad para identificar factores débiles, incluso cuando las correlaciones son moderadas (De Winter, & Dodou, 2012). Debido al interés en identificar perfiles de individuos en función de su sensibilidad respecto a los movimientos sociales, se procedió a realizar una rotación Varimax que al forzar la ortogonalidad de los factores facilitara la interpretación de la posición de los grupos en la estructura latente (Beavers et al., 2013). Para la obtención de las puntuaciones factoriales se optó por el método Anderson-Rubin (1949) por su capacidad para arrojar puntuaciones ortogonales (debido a que este método no es el adecuado para realizar pruebas de bondad del ajuste, éstas no se llevaron a cabo). Finalmente, los resultados se contrastaron con la metodología propuesta por Rocha y Quelhas Brito (2018) para el procesamiento de datos recabados a través de redes sociales.
A partir de la metodología descrita se obtuvieron factores que explican un 73.2% de la varianza total del conjunto de variables sobre las que se realizó la extracción. En lo relativo a la relación entre las variables, alcanzaron diverso grado de correlación, de manera que: i) el valor del determinante de la matriz de correlaciones fue de 0’105, un valor adecuado para el número de participantes porque permite la inversión de la matriz de correlaciones; ii) en relación con el estadístico de Kaiser-Meier-Olkin (Kaiser, 1970; 1974), arrojó 0’594, y iii) en relación con la prueba de esfericidad de Bartlett (1951), se rechazó la hipótesis nula en relación con que las variables observadas sean ortogonales a nivel poblacional, lo que permite suponer que existen combinaciones lineales poblacionales que posibilitan la extracción.
Resultados
En una investigación como la presente cobra relevancia la consciencia política del individuo. La consciencia política es un estado en el que el sujeto se percata de la manera en que percibe el mundo, lo que le motiva a tomar decisiones relacionadas con la identidad y la cultura en un contexto social y lugar determinados (Jameson, 1991, pp. 438-444); son los lazos que conectan al individuo con un grupo de intereses y objetivos compartidos, los cuales pueden presentarse en términos de identidad territorial, socioeconómica, cultural o religiosa (Rulska-Kuthy, 2014). Con estos fundamentos, la figura 1 muestra la distribución porcentual a partir de la autoidentificación ideológica de los participantes.
El análisis de los datos sometidos a la metodología descrita en la sección anterior arroja cinco perfiles de individuos claramente diferenciados. Las figuras 2 y 3 muestran esquemáticamente los perfiles de «indignados» a partir de la interpretación de los grupos, el porcentaje que concentra cada uno respecto del total y los grupos estadísticamente significados por el perfil ideológico.
A continuación, se analizan las características de cada grupo.
Indignados apáticos
Constituyen el mayor porcentaje de la muestra, pues suman el 41% de los participantes. Sus conocimientos sobre las cuestiones cotidianas, pensamiento crítico y políticas públicas se sitúan en la media, pero la influencia del 15M es relativa. Está mayoritariamente conformado por individuos de izquierda y centro; la principal característica es que, si bien reconocen la necesidad de movimientos sociales, no serán quienes den el primer paso.5 En la Teoría de umbrales (Threshold Theory) Schelling (1971) señala que no hay una correspondencia directa entre los incentivos individuales y el comportamiento colectivo. Esta idea seminal fue desarrollada por Granovetter y Soong (1986) para afirmar que el comportamiento o las decisiones de un individuo se verán influidos por el comportamiento o las decisiones de otros individuos, a lo que denominan «umbral de comportamiento»; es decir, el porcentaje o la proporción necesaria para que quienes hasta entonces se mantenían indiferentes decidan sumarse, y éstos pueden oscilar en función de diversas variables, tales como el estatus social, el nivel socioeconómico, el prestigio intelectual, el nivel educativo o el rango de edad, y su relación o correlación con el cálculo del «umbral de utilidad» de cada individuo. Llevada a la práctica, esta teoría ha tenido diversas aplicaciones en sociología y psicología, por ejemplo, en el caso del estudio de la formación de disturbios en las calles, pero también en la toma de decisiones electorales. Aún es objeto de discusión el porcentaje o la proporción necesaria a partir de la cual una persona decide cambiar de opinión y sumarse a una determinada masa social.
De cara a futuras investigaciones un tema a profundizar consiste en la realización de experimentos para identificar el momento a partir del cual puede triunfar desde una simple protesta ante el encarecimiento del precio de un bien hasta su transformación en una revolución. Los avances tecnológicos de la actualidad han contribuido definitivamente a revolucionar la opinión pública.
Anti-indignados
Está constituido por una mayoría de derecha y extrema derecha (en conjunto suman el 85%), más una minoría no pequeña del 13% de centro y una residual del 2% de izquierda. A pesar del malestar, reconocen que los movimientos sociales pueden conllevar más perjuicios que beneficios, de lo que en principio se puede deducir que se precisará de una mayoría aún más extensa para que se sumen a una propuesta de cambio social, conforme a lo descrito en la Teoría de umbrales.
Los resultados alcanzados en el presente trabajo permiten afirmar que en torno a una crisis confluyen una serie de identidades que no necesariamente son incompatibles. Como se aprecia en la tabla 2, hay similitudes que subyacen entre los Anti-indignados y los Indignados 15M. De hecho, las diferencias más llamativas son las relativas a la huella del 15M.
Indignados 15M
A este grupo le define la huella que los acontecimientos les ha dejado. Se conforma de una amplia base de extrema izquierda e izquierda (en total, un 95%). Su disposición a sumarse a un movimiento se produciría en las fases tempranas. En futuras investigaciones habrá que centrarse en cómo está conformado este grupo en función de género y hacia qué tipo de problemas sociales muestran más interés.
Aunque no ha sido objeto de la presente investigación, puede intuirse por el nivel en conocimientos generales, en pensamiento crítico y en políticas públicas, que se trata de un colectivo más formado que la media, razón por la cual puede advertirse, además de su malestar, su grado de desconcierto ante la falta de propuestas y de la consecución de resultados por parte las actuales opciones políticas del arco parlamentario, lo que posiblemente los lleva a no sentirse representados. Para este grupo conviene ofrecer soluciones específicas.
¿Indignarse, pero de qué?
De acuerdo con la interpretación de los resultados, este grupo se sitúa a mayor distancia del resto, cuestión comprensible puesto que no creen que haya motivos para la movilización. Está constituido por la suma de la derecha y extrema derecha, cuya suma alcanza el 95%, más un residual 5% del centro.
Estos resultados merecen atención. España es un país con cierta tendencia a desconfiar de los políticos, pero al mismo tiempo es un país con querencia por los valores liberales y cosmopolitas, de ahí que (cuando menos de momento) se encuentra más alejada de la xenofobia, aunque esto puede cambiar.
La importancia de este grupo radica en el potencial de influencia y apoyo que en una movilización social podría tener del exterior. En Europa, más que una ola conservadora parece vivirse el surgimiento de una ola reaccionaria. Si fuera conservadora se trataría de una contrarrevolución de la derecha en el seno de los valores democráticos y liberales, mientras que los cuatro años de gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, el triunfo del Brexit en el Reino Unido, los gobiernos iliberales de Viktor Orbán en Hungría y Andrzej Duda y Mateusz Morawiecki en Polonia, los recién formados gobiernos de Giorgia Meloni en Italia y Ulf Kristersson en Suecia, así como los partidos más radicales de Alemania, Austria, Francia y Países Bajos, todos ellos comparten valores reaccionarios. Aunque en la mayoría de los casos esas fuerzas políticas no han ganado elecciones, su presencia ha sido capaz de contaminar los programas electorales de partidos más moderados, como ha quedado demostrado en el caso de Suecia, un país de honda cultura política y una arraigada tradición en la consolidación de derechos sociales, donde los partidos conservadores (en el sentido clásico) han cedido ante las pretensiones más radicales.
El estudio de colectivos radicales está bien documentado. Tavris y Aronson (2014) han estudiado la forma en que personas con un perfil parecido a este grupo manipulan los hechos para adaptarlos a sus ideas. Según la metáfora de la «pirámide de la elección», al situar a dos individuos en la cúspide, cada uno verá ángulos que el otro no puede ver, de manera que es relativamente fácil negar su existencia. La radicalidad de este perfil dificulta el acercamiento para la interacción y el acercamiento de posturas.
¡Indignados… a las barricadas!
No es especialmente llamativo su reducido número. Conformado por un amplio 69% de extrema izquierda y el 31% de izquierda, es el grupo más reducido, con apenas 4% del total. En el 15M este grupo de personas no estuvo particularmente significado porque de lo contrario hoy esos acontecimientos se recordarían como una tragedia, no como una celebración, un triunfo colectivo de una sociedad hasta entonces adormecida.
El cuadro 2 muestra esquemáticamente los grupos estadísticamente significados y sus principales características.
Denominación | % del total | Conocimientos generales sobre entorno político | Conocimientos sobre ideas y pensamiento crítico | Conocimientos sobre conceptos y políticas públicas | Huella del 15M | Valoración sobre la participación en acciones concretas |
Indignados apáticos | 41.1% | Amplios | Amplio | Suficientes | Escasa | Creen justificados los movimientos sociales, pero no darán el primer paso. En función del cariz que tomen los acontecimientos, sobre la marcha se sumarán o se abstendrán. |
Anti-indignados | 24.5% | Escasos | Muy escasos | Amplios | Nula | Reconocen el malestar, pero consideran que los movimientos sociales generan más perjuicios que beneficios. Son reacios. Sólo cuando haya una amplia masa crítica se sumarán. |
Indignados 15M | 17.7% | Profundos | Amplio | Amplios | Amplia | Sienten un enorme malestar. Están dispuestos a movilizarse en cuanto haya algo de organización. |
¿Indignarse, pero de qué? | 12.5% | Escasos | Muy escasos | Suficientes | Nula | No creen que haya motivos para indignarse ni les interesa sumarse a movilizaciones sociales. |
¡Indignados… a las barricadasị | 4.2% | Amplio | Amplio | Amplio | Profunda | Sienten un enorme malestar. Son indignados impulsivos, dispuestos a casi todo. Su desbordada predisposición puede tender a legitimar el uso de la violencia. |
Clasificación por orden de intensidad: Nulo - Muy escaso - Escaso - Suficiente - Amplio - Profundo. Fuente: Elaboración propia.
Discusión
En la “Encuesta sobre tendencias sociales” el CIS (2021, estudio núm. 3343) pregunta a los españoles «con qué personas te identificas más o compartes inquietudes en común». Los porcentajes más altos se concentraron en la edad (42%) y en los gustos o aficiones (36%), mientras que los porcentajes más bajos se registraron en ideas políticas similares (17%), en la pertenencia a la misma clase social (11%), en la región de origen (10%) y en la religión (5%). Es decir, que se atribuye gran valor a la generación a la que se pertenece o a las aficiones, pero un valor limitado a la ideología, la clase social o la religión. Por tanto, de acuerdo con estos resultados los antagonismos ideológicos son más aparentes que reales (véase Orriols, 2021).
La globalización y la facilidad de acceso a la tecnología ha relativizado las distancias. Esto ha ampliado los puntos de encuentro y confluencia en materia de hábitos de consumo de información, moda o bienes culturales (p.e. cine, series de televisión y música). Los resultados explicados en el informe del CIS (2021, estudio núm. 3343) son, sin embargo, antagónicos a lo que se preconiza desde los partidos políticos, cuyos líderes se empeñan en mostrar a la ciudadanía española como «nosotros vs. ellos» (Anderson, 1991) y en profundizar en aquello que divide (Lechien, & Siblot, 2019). Esto es, la explotación del «sentimiento de identidad» en detrimento del «sentimiento de comunidad», originalmente esbozado por Tönnies (1887) y posteriormente desarrollado por Adler (1933). Las diferencias sustanciales entre ambos radican en lo siguiente: i) el primero es excluyente y para perseverar precisa de un enemigo, mientras que el segundo es incluyente y para perseverar necesita encontrar soluciones ante las adversidades; ii) el primero reduce al individuo a una sola dimensión tribal (p.e. conservadores-progresistas, caucásicos-mestizos, blancos-negros, puros-impuros, heterosexuales-homosexuales, feministas-antifeministas o de derechas-de izquierdas), mientras que el segundo se forja sobre la tolerancia, y iii) el primero se interesa en agudizar los disensos, mientras que el segundo en construir consensos. Todo ello confirma que en la posmodernidad ha pervivido la tendencia a construir un enemigo a partir de la propia subjetividad.
En retrospectiva, el 15M fue la consumación de una ruptura traumática, alimentada durante el «aznarato» (el gobierno de José María Aznar comprendió del 4 de mayo de 1996 al 17 de abril de 2004) y el «zapaterismo» (el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero comprendió del 17 de abril de 2004 al 21 de diciembre de 2011), entre las promesas de progreso y bienestar al alcance de la mano, pero cuyas grandilocuencias se desvanecieron tras el estallido de la crisis. Durante la Gran Recesión de todos los estratos sociodemográficos uno de los más perjudicados fue el de los jóvenes, quienes comprendieron que el nuevo escenario no sería pasajero, sino la notificación de años duros por venir (Portos, 2016). La movilización social del 15M se inflamó por la necesidad de encontrarse con semejantes que compartían el miedo ante un futuro adverso.
Tras el paso de una década era el momento para valorar cómo todo aquello es recordado y la huella que ha dejado entre la juventud. La presente investigación se articula sobre la existencia/ausencia de base crítica para un movimiento similar al 15M entre los universitarios. De conformidad a los resultados antes mostrados, el 17.7% del grupo de los Indignados 15M no parece ser suficiente para emprender un movimiento de la magnitud del 15M. La falta de interés de la juventud en formar parte de movimientos asociativos contestatarios puede obedecer a diversos factores, tales como: i) desinterés por la construcción de pensamiento crítico, por ejemplo, mediante la lectura de clásicos heterodoxos o de la celebración de debates en preparatorias, institutos y facultades; ii) desinterés en el seguimiento de los acontecimientos relacionados con la política tradicional (Grimm et al., 2017); iii) desinterés en la asunción de compromisos de carácter social (Michael, 2021, pp. 19-33), y iv) por ignorancia de los costes sociales que conlleva la producción y transporte de bienes de consumo desde países lejanos, más por voluntad que por la falta de información (Berumen, 2019; Berumen, & Arriaza Ibarra, 2022), entre otros.
No obstante, la suma de Indignados apáticos e Indignados 15M es superior al porcentaje del resto de los grupos, de lo que se deduce cierto compromiso latente, sólo que posiblemente fundado en cuestiones distintas a las que se reclamaba en el 15M, tales como: i) un mayor compromiso con causas vinculadas a la preservación del medioambiente (Cui et al., 2022), y ii) un rol de la mujer más participativo y acorde a sus capacidades (Smith, 2015), entre otras. Así, más que una juventud indolente esto explicaría que se trata de una juventud adormecida.
Por tanto, a partir de los resultados, ¿qué queda del 15M?
La «huella visible» del 15M entre los universitarios madrileños es muy limitada (véase el cuadro 2), pero también hay una «huella tenue, aunque aún indeleble». 15M fue la semilla de una cultura política que ha florecido lentamente. Con diversa fortuna se ha construido una cultura política que hasta antes del 15M apenas existía (entre 1995 y 2008, la mayor época de bonanza en España en tiempos recientes, el interés de la juventud era mayoritariamente económico, causante entre otros factores de la deserción escolar; véase González, 2015).
En la actualidad se protesta, puede que incluso más que antes, pero de diferente manera. Es decir, el compromiso sigue, pero ahora es más acomodaticio porque se hace desde plataformas y redes sociales como Twitter (actualmente X), Reddit, Mastodon, Tumblr, CounterSocial y Minds, entre otras, o en los foros de los periódicos. En segundo lugar, hay «confrontación de ideas», pero se hace telegráficamente, con fogonazos ocurrentes que no sirven para la reflexión pausada y de largo recorrido. En tercer lugar, tanto las «victorias como las derrotas» son efímeras porque al anteponerse unas con otras éstas se diluyen. En cuarto lugar, los participantes, protegidos por el anonimato, exponen los argumentos a «garrotazos», más que en un intercambio respetuoso. Y en quinto lugar, la interacción entre las partes enfrentadas sólo busca conseguir pequeñas victorias, no convencer, por lo que la comunicación se constituye como una consecución de monólogos, no de un diálogo.
El 15M constató que las protestas cívicas, pacíficas, y sobre todo de desobediencia civil, eran posibles; hasta antes del 15M la insumisión era un rasgo político que no estaba en el horizonte, por lo que el gran legado del 15M es más filosófico que pragmático: es la búsqueda de autoconsciencia sobre «quiénes somos», «dónde estamos» y «hacia dónde queremos ir».6 Disquisiciones kantianas muy necesarias.
A partir de lo antes mostrado caben dos reflexiones.
Berardi (2021) advierte que en la actualidad la dicotomía entre izquierda y derecha está superada y ahora lo que impera es una «guerra civil de identidades», que son muchas y caóticas, de ahí que estamos en medio de una mutación de la dimensión colectiva, cuyo mayor rasgo positivo es su enorme capacidad para sintonizar individuos muy distintos. Tal dicotomía no está superada, sigue vigente, pero la segunda parte del argumento es correcta, en virtud de lo cual desde el horizonte de las ideas políticas debe estimularse la conexión entre sensibilidades heterogéneas, como las aquí estudiadas. El punto de partida es entender cómo cada grupo interpreta la realidad y su disposición a avanzar sobre las ideas compartidas, en términos parecidos a lo estudiado por Leshem, & Halperin (2020).
La segunda es sobre lo que puede ocurrir en el futuro cercano. En la mentalidad de muchos jóvenes ha arraigado el sentimiento de estar avocados a vivir peor que sus padres y abuelos. Según el CIS (estudio núm. 3329), en 2021 el 73.2% de los jóvenes españoles consideraron que vivirán peor que sus padres (el dato más grave indica que el 54.2% señaló que, de no cambiar sustancialmente las cosas, de mayores podrían llegar a ser ciudadanos de segunda). Los argumentos están en sintonía con lo estudiado por Standing (2014; 2018), en tanto que esos jóvenes se consideran un nuevo grupo social, en el espectro del denominado «precariado» y que en el caso de España ha emergido al calor de dos crisis consecutivas (la Gran Recesión y covid-19) en muy corto espacio de tiempo, sin margen para la plena recuperación de la economía y de los derechos sociales.