Robachicos. Historia del secuestro infantil en México (1900-1960), es una investigación valiente que deja al descubierto el miedo sociocultural y la indignación, emociones que se instalan como un filtro para mirar esta temática que pocas veces se ha analizado desde la perspectiva histórica. De acuerdo a la autora, describir las claves del miedo podría ser una forma de conjurarlo. En un párrafo decisivo, Susana Sosenski anuncia: “Este libro es una historia pesimista, pero tiene también un ánimo de denuncia que parte de la esperanza. Es un llamado a asumir la responsabilidad que tenemos como adultos en el cuidado de la niñez. ¿Es México un país amigable con la niñez? No”.
El libro está dividido en una introducción muy bien aprovechada para plantear las categorías que articulan la investigación y cinco capítulos organizados de manera simétrica, donde cada uno abre y concluye para dar cabida al siguiente, dejando ver cómo cada subtema tiene el mismo grado de importancia en la interpretación. En los capítulos se profundiza en los siguientes aspectos: la realidad del secuestro infantil: sus prácticas y cifras; los usos de la infancia en contextos de explotación laboral, de violencia doméstica y de trata con fines de explotación sexual; se describen dos casos de secuestro infantil, el del niño Bohigas y la “niña millonaria”, con diferentes fines criminales y los tratamientos que ambos generaron en la prensa mexicana y, por último, cierra el libro con lo que la autora define como “la didáctica del miedo”, es decir, las aportaciones que hicieron los medios de comunicación a la temática del secuestro infantil. Con esto último se demuestra la circularidad de los imaginarios en los medios de comunicación, expertos muchos de ellos en desvanecer las complejidades de los comportamientos sociales y construir “convincentes” y, por qué no decirlo, retorcidas propagandas con fines moralizantes.
A lo largo del texto, se van levantando uno a uno los estratos culturales que administran esta temática difícil de agarrar por un solo lado. Es un poliedro el miedo sociocultural y los efectos de su publicidad a través de los medios de comunicación, así como la circulación de esta propaganda en imaginarios sociales abigarrados. Debajo de los estratos se encuentra el miedo al secuestro infantil transformado en narraciones, canciones, frases de uso común en la cotidianidad mexicana de todas las clases sociales, con mensajes escalofriantes detrás de canciones de cuna tan convencionales como, por ejemplo, “duérmete mi niño”. El miedo va de la mano con los hechos criminales reales del secuestro infantil, los modus operandi, los miles de expedientes sin resolver acumulados durante décadas que constituyen una de las grandes y más importantes agendas pendientes para la justicia criminal de todos los gobiernos en México. Sin duda, hay una deuda con la infancia. Conocemos, a través de esta investigación, el miedo racional con sustento, a partir de las explicaciones generadas por este estudio.
La autora habla de los números que día a día se suman en nuestro país, relacionados con el secuestro infantil con diversos fines, algunos declaradamente crueles como para conocerlos y mantener la cordura. Cifras que describen el vacío en que se ha colocado a la niña y al niño como sujetos sociales. Cito a la autora: “Las cifras actuales sobre el tema no ilustran el fin de este miedo que ha perdurado por décadas. Por el contrario, en muchos casos, el drama entre niños y niñas es cada vez peor a pesar de que son muchas las leyes y reglamentos que han sido promulgadas o reconocidas por nuestro país”.
Conocer la profundidad de este tema nos cambia como personas, ¿cómo no cambiarnos como académicos? Si esta investigación nos pone de frente al espejo viendo a los ojos este miedo sociocultural intrincado, compuesto por aspectos que con este libro son evidentes, como el control social del espacio acompañando la exclusión de la infancia y el silenciamiento de las voces infantiles, ¿cómo volver a ser la misma persona-investigadora?
Hay lecturas que se vuelven un filtro de comprensión de lo social y ésta es sin duda una de ellas. Lo debemos a la posición honesta y sui géneris que toma la autora desde el arranque mismo del texto, colocando a la infancia en el centro del argumento. Con ello no sólo hace una reverencia respetuosa al sujeto social estudiado, del cual si bien no puede recuperar su voz por no quedar demasiadas fuentes que la hubieran aprehendido, por lo menos lo saca del lugar del silencio en el cual “se habla del sujeto que está presente como si no lo estuviera”.
Hay un proceso de comunicación política de los casos de secuestro infantil que se advierte como el diseño de un telón de fondo para la normalización de la violencia, en este sector al que, como demuestra esta investigación, se le excluyó del espacio público y su voz se silenció. Sabemos de los hechos criminales indignantes que dan cuenta de la impunidad y el desasosiego, “pero como sociedad no queremos pensar en ellos, no queremos sentirlos, llorarlos, porque es demasiado”, pero sí producen este efecto que bien describe Susana Sosenski, desde la perspectiva histórica, “de protegernos de lo que sucede en el exterior”. Robachicos demuestra que esta temática puede estudiarse con perspectiva histórica, que no es sólo un tema para las disciplinas que abordan la criminalidad y las emociones. Ambas, la criminalidad y las emociones, dotan de perspectiva al oficio de historiar. Es un tema para los his to riado res sentir y comprender los hechos, y aportar a la sociedad un punto de vista fincado en un análisis de la realidad y la propaganda.
Robachicos. Historia del secuestro infantil en México (1900-1960), muestra también la vigencia y el tratamiento que como espectáculo en ciertos medios (la prensa sensacionalista y el cine, en particular) han tenido algunos casos de secuestro y el declarado clasismo con que se puso a la clase media en advertencia de un personaje, el “robachicos”, sin fisonomía específica y con características comunes atribuibles a cualquiera. Este personaje ha gobernado la mente de generaciones de personas desde niños. Si se hubiese puesto tanto empeño en crear políticas de protección de la infancia, mas no de exclusión, como el que se puso en los medios para diseccionar a los personajes detrás de estas historias elevadas a paradigmas en la ficción, tal vez otra cosa estaría pasando en nuestro país a este respecto. En este caso, la historia de la infancia va de la mano de la del miedo.
La autora ha dedicado su vocación como historiadora a analizar las emociones, escrituras, representaciones, signos, estructuras de muchas de las diferentes caras de la historia de la infancia, colocando a las niñas y los niños en el centro. Algunas de estas investigaciones son: Niños en acción. El trabajo infantil en la ciudad de México, 1920-1934 (2010); “Memorias de la infancia: la revolución mexicana y los niños a través de dos autobiografías” (2012); “Producciones culturales para la infancia mexicana: los juguetes (1950-1960) (2012); “La calle y los niños. Una mirada a las representaciones y experiencias infantiles en la ciudad de México durante la posrevolución” (2013); “Dar casa a las voces infantiles, reflexiones desde la historia” (2016); “Espacios y cultura material para la infancia en América Latina (siglos XIX y XX)” (2018); “Infancia y violencia” (2018); Robachicos (2021). Todos estos textos profundizan acerca de la infancia como paradigma, y de las niñas y los niños como sujetos sociales. El proceso de madurez intelectual, hizo posible que en Robachicos la autora pudiera administrar una metodología puntual, con fuertes conceptos y nociones que hacen que la construcción del relato se sustente bajo sus propias fuentes.
Después de leer Robachicos, si bien no perdemos el miedo, sí podemos comprender históricamente de dónde viene. Al secuestro infantil hay que entrarle por esta puerta. Ponerse de frente a los miedos. Comprender la emotividad y brindar explicaciones de fondo. ¿Cómo podemos, como sociedades, construir otros escenarios posibles para proteger a la infancia sin excluirla?
Éste es un libro que hilvana lo entrañable, lo afectivo, lo que desde lo más profundo que es ese “yo niño” se traduce en palabras, con una definitiva congruencia académica. Es un libro escrito de manera pausada, calculando con la respiración el trazo de líneas explícitas, entre los conceptos y la realidad de uno de los temas más sombríos y turbios en la vida social en México.
Robachicos. Historia del secuestro infantil en México (1900-1960) pone al descubierto numerosos temas desde los cuales identificar los perfiles de las prácticas criminales del secuestro infantil y las prácticas culturales que han refinado el miedo en un sustrato sobre el cual diseñamos modos de estar de la infancia en las sociedades presentes. Todos estos temas forman parte de una postura historiográfica y de vida: prácticas, espacio público, orden del espacio, el espacio público para todos como lugar de disputa, la exclusión de la infancia en el espacio público y en la construcción de la cultura, cuerpos infantiles, derechos de la infancia, privación de la voz y de la vida, normas y deber ser, emotividad, emociones, infancia y niñez, clase social, género y maternidad frustrada, la ciudad de México como un estado mental, angustias sociales, el valor emocional de las niñas y los niños, narrativas del delito y, como marco, el miedo sociocultural.