La alergia alimentaria es común en todo el mundo y se ha convertido en un importante problema de salud pública, pues 220 millones de personas la padecen.1 Afecta, incluso, un 10% de la población y la prevalencia se ha incrementado en las últimas dos a tres décadas. La prevalencia exacta de la alergia alimentaria es difícil de determinar, porque la prueba diagnóstica de referencia consiste en la provocación alimentaria doble ciego controlada con placebo (DBPCFC), que no está exenta de riesgos para el paciente, y solo puede realizarse en centros especializados. Por esta razón, la mayor parte de los estudios se basan en evidencia autoinformada o informes de los padres. Esto ha llevado a una sobreestimación de la prevalencia de la alergia alimeria.2 La alergia alimentaria se ha observado de manera desproporcionada en personas de países industrializados u occidentales, y se considera previamente con predominio en la población pediátrica versus adultos.3 Sin embargo, el crecimiento exponencial actual de la población adulta y adultos mayores, especialmente en los países occidentales, además de los cambios ambientales y de estilo de vida, han cambiado profundamente la epidemiología de la alergia alimentaria, con un aumento creciente incluso en edades avanzadas.4 El aumento aparente en la prevalencia de alergia alimentaria en adolescentes y adultos jóvenes es particularmente preocupante, puesto que estos grupos de edad parecen afectarse de manera desproporcionada por la anafilaxia inducida por alimentos, incluidas las reacciones mortales.5 No obstante, las reacciones anafilácticas mortales inducidas por alimentos son extremadamente raras, particularmente en neonatos y niños pequeños.5 Los alimentos que representan mayor gravedad y repercusión clínica son: cacahuate, nuez, pescado, mariscos, huevo, proteína de leche de vaca, trigo, soya y semillas.3Aguilar-Jasso y colaboradores informaron, en una población del noroeste de México de 95 pacientes con alergia alimentaria, que la leche de vaca, soya, trigo y huevo fueron los alimentos con mayor respuesta. La alergia alimentaria fue más alta en mujeres, con un tiempo de inicio de los síntomas al momento del diagnóstico definitivo de 3.2 años. Los síntomas respiratorios y gastrointestinales se asociaron frecuentemente con el consumo de leche y soya, mientras que el huevo fue el causante de síntomas gastrointestinales y cutáneos, y el trigo provocó manifestaciones del sistema digestivo.6 En los países de la zona del trópico de América Latina, los alimentos reportados con mayor frecuencia en las reacciones de hipersensibilidad incluyen: frutas y verduras, pescado y mariscos, huevo, proteína de leche de vaca, maíz y cacahuate.7
Sánchez y su grupo analizaron los estudios epidemiológicos de América Latina respecto a la alergia alimentaria.8Cuadro 1
Petriz y su equipo de trabajo9 reportaron, en una población Argentina de 321 pacientes menores de 18 años, una frecuencia de alergia alimentaria del 64%. Observaron un mecanismo mediado por IgE en el 53%, alergia a la proteína de la leche de vaca en el 68 % y alergia al huevo en el 20%. La manifestación clínica más frecuente fue la anafilaxia en el 12 %.9
Se han identificado diversos factores de riesgo para alergia alimentaria. El factor de riesgo conocido más importante es el eccema, sobre todo el de inicio temprano en la vida y de mayor gravedad. Se ha planteado la hipótesis de que la barrera cutánea dañada, como resultado del eccema, permite la absorción de alérgenos alimentarios a través de la piel, lo que resulta en sensibilización y alergia a los alimentos, en ausencia de tolerancia oral preexistente a esos alimentos. Las explicaciones alternativas incluyen factores de riesgo genéticos o ambientales compartidos, que conducen a un mayor riesgo de eccema y alergia alimentaria.10 Al igual que en otras enfermedades atópicas, el antecedente familiar de atopia supone un factor de riesgo importante. En un estudio poblacional de neonatos con alergia alimentaria de 1 año de edad, diagnosticados mediante prueba de reto oral (principalmente huevo o cacahuate), el riesgo de alergia alimentaria aumentó en un 40% en pacientes con un familiar inmediato con cualquier enfermedad alérgica y en un 80% en pacientes con dos familiares inmediatos con cualquier enfermedad alérgica versus pacientes sin antecedentes familiares de alergia. La raza-etnicidad y otras características demográficas también se asocian con alergia alimentaria, por ejemplo: etnia de raza negra no hispana, sujetos asiáticos y sexo masculino. En general, estos hallazgos sugieren una predisposición genética; sin embargo, los determinantes genéticos de alergia alimentaria son, en gran parte, indefinidos.11 Los factores ambientales también se asocian con riesgo de alergia alimentaria.3 Los pacientes pediátricos con hermanos mayores12 y que mantienen mascotas en el hogar tienen menor riesgo de alergia al huevo a los 12 meses, lo que respalda la hipótesis de que una mayor estimulación microbiana en la infancia puede tener un efecto protector para padecer alergia.
Países | México | Costa Rica | Colombia | Venezuela | Brasil | Chile |
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Frecuencia de sensibilización a alimentos | 30-70% de casos y 20% controles | 0-70% de casos y 2-40% cotroles | 15-23% | 80% casos y 20% controles | 40-80% casos y 20-40% controles | 15% |
Alimentos con respuesta IgE | Pescado, leche de vaca, frutas, chile y tomate | Pescado, verduras, cacahuate. cereales | Futas, verduras y pescado | Leche de vaca | Leche de vaca | Varía con la edad: leche, huevo, carne de res, soya y naranja |
Sistemas afectados | Vía aérea | Vía aérea | Piel gastrointestinal | Piel y vía aérea | Piel y vía aérea | N/D |
Historia natural de la alergia alimentaria
Aunque algunos tipos de alergia alimentaria (leche de vaca y huevo) pueden desaparecer, la alergia al cacahuete y la nuez de árbol pueden persistir hasta la edad adulta.13 El control o curación de la alergia a la proteína de leche de vaca es gradual a lo largo de la niñez y la adolescencia, y ocurre en el 19, 42, 64 y 79% de los niños de entre 4, 8, 12 y 16 años, respectivamente. Las características clínicas asociadas con la alergia persistente a la leche de vaca incluyen: rinitis alérgica concomitante, asma o dermatitis atópica moderada-grav e inicio de la alergia en el primer mes de vida. En general, cuanto mayor sea la concentración de IgE específica contra la leche de vaca (sIgE) es menos probable que el niño se vuelva tolerante con el tiempo.13 La alergia al huevo es una de las más comunes en la infancia y, al igual que la alergia a la leche de vaca, con frecuencia se supera durante la niñez o la adolescencia. La alergia al huevo es un marcador de sensibilización posterior a aeroalérgenos, así como de la posterior evolución a asma. La tolerancia al huevo en productos horneados es común y generalmente ocurre a una edad más temprana que la tolerancia al huevo ligeramente cocido o crudo.13 La alergia al trigo también es una alergia alimentaria común que suele superarse en la adolescencia. Se ha informado que la alergia al trigo mediada por IgE afecta del 0.4 al 1% de los niños. La alergia al trigo durante la infancia se controla o cura en el 80% de los pacientes a los 5 años de edad.
A pesar del predominio de la alergia del pescado, los mariscos, cacahuates y nueces de árbol en la mayoría de las reacciones en adultos, la forma más común de alergia alimentaria mediada por IgE en es el síndrome de alergia oral (SAO) o síndrome de alergia al polen-alimento.13
La alergia alimentaria es muy común en todo el mundo y representa un problema de salud pública; suele aparecer en la infancia y depende de la identificación de factores de riesgo, pero que en general tienen un patrón de manifestación que puede o no persistir hasta la edad adulta.