ANTECEDENTES
La insuficiencia hepática aguda es un síndrome de disfunción grave de los hepatocitos. Es una enfermedad poco frecuente, potencialmente mortal, que aparece en niños previamente sanos y puede progresar rápidamente a encefalopatía hepática y otras complicaciones. Para determinar su origen debe considerarse la edad del paciente y región geográfica de procedencia; por tanto, se reconoce un origen metabólico, infeccioso, tóxico, autoinmune, vascular u oncológico. Las manifestaciones clínicas dependen de la etiología, pero habitualmente inicia con un episodio de hepatitis aguda, que en días o semanas tiene evolución desfavorable, apareciendo ictericia acompañada de afectación del estado general y coagulopatía. El tratamiento consiste en medidas generales que corrijan las alteraciones metabólicas, adecuado aporte nutricional, prevención y tratamiento de las complicaciones que se presentan en el curso de la insuficiencia hepática aguda. La hepatitis indeterminada es actualmente la causa más frecuente en el mundo. A pesar de los avances terapéuticos, los pacientes pediátricos con insuficiencia hepática aguda pueden requerir trasplante, y de no ser posible la tasa mortalidad es alta.1-2
Los adenovirus son virus de ADN de doble cadena que causan distintas enfermedades en humanos, incluso algunos informes actuales señalan hepatitis grave o insuficiencia hepática aguda asociada con adenovirus.3
REPORTE DE CASO
Paciente pediátrica de 2 años y 6 meses, hija de padres jóvenes no consanguíneos, con inmunizaciones incompletas (no se le aplicó la vacuna BCG y las dosis para hepatitis B, rotavirus, influenza, difteria, tosferina, tétanos, poliomielitis y Haemophilus Influenzae tipo b fueron incompletas), el tamiz neonatal para enfermedades metabólicas de 6 elementos fue normal y no se informaron antecedentes de importancia para el padecimiento actual. Inició con rinorrea hialina, cefalea y un día posterior manifestó ictericia generalizada, por lo que se decidió su admisión a la unidad médica. En la anamnesis dirigida, los padres no informaron fiebre ni síntomas gastrointestinales, sólo manifestó coluria y acolia. El examen físico no informó datos de encefalopatía hepática, alteraciones en el tórax y abdomen, ni datos de enfermedad hepática crónica; se encontró hepatomegalia de 2 cm, por debajo del reborde costal; bordes hepáticos de consistencia normal, sin esplenomegalia; las extremidades sin alteraciones. A su ingreso, los exámenes de laboratorio demostraron alteración de las pruebas de función hepática: alanina aminotransferasa 942, aspartato aminotransferasa 913, gamma-glutamil transferasa 45, bilirrubina total 18.1, bilirrubina directa 13.1, International Normalized Ratio (INR) 2.68. La citometría hemática, química sanguínea, perfil de lípidos, electrolitos séricos, lactato y gases venosos fueron normales. Se inició tratamiento con vitamina K por intravenosa, sin normalización del INR, por lo que se integró el diagnóstico de insuficiencia hepática aguda e inició tratamiento con ácido ursodesoxicólico y lactulosa. El panel de hepatitis A, B y C fueron negativos, al igual que el perfil TORCH y virus Epstein Barr. La prueba de PCR para COVID-19 resultó negativa, pero se detectaron anticuerpos IgG para SARS-CoV-2. Se mantuvo a la paciente en vigilancia, sin mostrar datos de encefalopatía; no obstante, persistió con prolongación del INR, por lo que a partir del día 7 de su ingreso se administró una sola dosis de inmunoglobulina intravenosa, en dosis de 1 g/kg, con lo que se observó descenso gradual del INR (Figura 1) hasta su normalización. La PCR sérica evidenció la presencia de adenovirus serotipo 41, y resultó negativo a otros agentes (adenovirus 40, enterovirus, virus herpes 6); la búsqueda de adenovirus y calicivirus por PCR en heces fue negativa, y el exudado faríngeo por PCR fue negativo para adenovirus, coronavirus, SARSCoV-2, metapneumovirus, enterovirus, influenza A y B, Parainfluenza 1, 2, 3 y 4, virus sincitial respiratorio, Bordetella pertussis y parapertussis, Chlamydia pneumoniae y Mycoplasma pneumoniae.
DISCUSIÓN
En mayo de 2022 se inició la vigilancia epidemiológica estrecha por la OMS de hepatitis aguda grave de origen desconocido.4 Dentro de los agentes etiológicos se identificó al adenovirus 41.5 Los adenovirus en humanos causan diversas enfermedades, por ejemplo: infección de vías respiratorias superiores, neumonía, gastroenteritis y conjuntivitis. En la actualidad se reconocen 51 serotipos de adenovirus en humanos, y más de 85 genotipos. Los diferentes tipos de adenovirus tienen diversos tropismos tisulares, es decir, un tipo específico puede causar una enfermedad más focal al generar afinidad a determinados órganos o sistemas.3 Los adenovirus suelen causar infecciones autolimitadas en sujetos sanos e infecciones graves, incluida la hepatitis en niños inmunocomprometidos. Sin embargo, recientemente se informó el adenovirus 41 como causa de hepatitis aguda en niños sanos.6,7 La paciente aquí referida evidenció anticuerpos para SARS-CoV-2; dentro de las teorías propuestas para padecer hepatitis grave se encuentra la coexistencia de superantígenos, y se ha informado planteado que la hepatitis puede ser consecuencia de la infección por adenovirus con trofismo intestinal en niños previamente infectados por SARS-CoV-2 y portadores de reservorios virales.8
La administración de inmunoglobulina por vía intravenosa es un tratamiento conocido para diferentes enfermedades, con efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores en trastornos autoinmunes e infecciones. Dentro de los efectos antivirales se incluye: actividad para prevenir la penetración celular y activar el sistema inmunológico innato y las vías del complemento. Actualmente se indica en pacientes inmunocomprometidos o con enfermedades autoinmunes graves y con mala respuesta a otros tratamientos. Se ha encontrado una actividad significativa frente a distintos virus (citomegalovirus, virus varicela-zóster, virus del herpes simple, virus de la hepatitis A, virus sincitial respiratorio, virus Epstein-Barr, sarampión, paperas, rubéola, parvovirus B19 y poliomavirus BK). La inmunoglobulina intravenosa también es eficaz en el tratamiento de infecciones graves o resistentes a medicamentos por citomegalovirus, parvovirus B19 y poliomavirus BK, indicada en pacientes postrasplante.9 Las inmunoglobulinas reconocen y se unen directamente a los antígenos de determinados agentes infecciosos, por lo que son eficaces en la profilaxis y tratamiento de enfermedades infecciosas en niños. Actualmente la inmunoglobulina se prescribe para diferentes enfermedades infecciosas y trastornos relacionados con infecciones (botulismo, CMV, hepatitis B, rabia, tétanos, entre otros).10
En la infección por SARS-CoV-2, la administración de inmunoglobulina intravenosa ha mostrado efectos de actividad antiviral, y se ha informado que los anticuerpos neutralizantes que se unen a la proteína espiga pueden prevenir la unión del SARS-CoV-2 al receptor ACE2, lo que inhibe la entrada del virus a la célula y, a su vez, la replicación viral, incluso para unirse y saturar los receptores Fcγ en los macrófagos. Por su parte, los anticuerpos anti-idiotípicos pueden unirse a anticuerpos antivirales y citocinas proinflamatorias, y muestran un efecto modulador de la cascada del complemento activada. Además, confiere acción antiinflamatoria a través de la inhibición de la activación de células B y células dendríticas, así como la producción de IL-2, incluso induce la producción de interleucinas moduladoras (IL-10).9
CONCLUSION
Si bien no se recomienda la administración de inmunoglobulina por vía intravenosa en pacientes con hepatitis grave o insuficiencia hepática aguda,11 existe evidencia de activación inmunitaria mediada por superantígenos, como en la paciente expuesta en este estudio, con hepatitis por adenovirus 41 e infección previa por SARS-CoV-2; por tanto, puede considerarse un tratamiento inmunomodulador en pacientes pediátricos con hepatitis aguda grave o insuficiencia hepática aguda de posible etiología viral.