“La información no puede obtenerse de fantasmas ni espíritus, ni se puede tener por analogía, ni descubrir mediante cálculos. Debe obtenerse de personas; personas que conozcan la situación del adversario.”
Fuente: Sun Tzu (544 - 496 a.C.)
Introducción
Los estudios sobre servicios de inteligencia y su injerencia en los movimientos normalistas y magisteriales no son muy frecuentes en México. Sólo se han tocado como parte de estudios más amplios, que tienen que ver con problemas de seguridad nacional vinculados al narcotráfico, movimientos guerrilleros y delitos relacionados con el crimen organizado1. De ahí que el estudio de las labores de inteligencia, donde se analizan movimientos estudiantiles y magisteriales, se enmarca en el conflicto estudiantil de 1968, un ejemplo de ello es que la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), creada en las Escuelas Normales Rurales (ENR)
formó parte del Comité Coordinador de Huelga y luego del Comité Nacional de Huelga en agosto de 1968. Las demandas planteaban peticiones propias de las escuelas normales rurales (ENR), que solo participaron en el Consejo General de Huelga en solidaridad con el movimiento nacional (Flores, 2019, p. 216).
El propósito de este artículo, es revelar los informes de los agentes de la Dirección Federal Seguridad (DFS) con respecto a las actividades políticas y sociales de los estudiantes de la Escuela Normal Luis Villareal de El Mexe, ubicada en el municipio de Francisco I. Madero del estado de Hidalgo; de los profesores y su huelga en 1981, año que estudiantes de la Normal y docentes se unieron en el activismo político.
Nos interesa describir la percepción oficial que tenían los agentes de la DFS con respecto a las actividades de resistencia estudiantil y magisterial, para conocer una versión más detallada de las acciones que ellos reportaban a sus superiores y poder entender la versión de los ojos y oídos del Estado en su versión secreta; el espionaje.
La metodología que respalda los resultados que aquí se exponen es de carácter documental, que recupera experiencias de primer orden de los hechos sociales acontecidos, por parte de actores sociales del Estado, y permitió realizar un recorrido puntual de los informes levantados por los agentes de la DFS, en el reconocimiento de un sujeto que puede ayudar a llenar otros vacíos explicativos en el estudio de las Normales rurales, permitiendo con la información recopilada, construir una perspectiva histórica de un acontecimiento poco estudiado.
Es un estudio documentado con expedientes de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, ubicado en el Archivo General de la Nación, archivo particular con las siglas PH y periódicos. Cabe apuntar que, para clarificar algunas de las ideas en ella trabajadas, nos valimos de relacionar los documentos con artículos y capítulos de libros especializados en el tema, lo que nos permitió situar el análisis de la información en las condiciones imperantes en el momento histórico social.
Los orígenes del movimiento estudiantil normalista y magisterial
El sistema educativo mexicano nace a partir de la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 1921, y con ello la educación se inserta en el engranaje del naciente Estado moderno que impulsó la Revolución mexicana. Ese mecanismo, incluyó una estrategia para la formación de los docentes; así tenemos un modelo de "normalismo" para las comunidades rurales, más colectivas y sociales, y el modelo para las ciudades, más individual y profesional. Este último se vuelve hegemónico a medida que el modelo de desarrollo económico del país sostenía transformar un país agrícola a un país industrializado.
Sin embargo, en la historia de la educación mexicana, las escuelas normales han constituido una estructura estratégica; las normales rurales proveían de maestros a los sectores más marginados en las zonas rurales, mientras que los egresados de las normales urbanas brindaban sus servicios a las clases medias en su mayoría de las principales ciudades del país. Este sistema bifurcado de "normalismo" propició la existencia de una doble trayectoria: educación para los pobres desde los pobres (maestros rurales) y educación para los más favorecidos económicamente en las zonas urbanas.
Estos modelos de “normalismo” son distintos tanto en su concepción como en sus condiciones de desarrollo, pues además de las obvias diferencias relacionadas con la infraestructura escolar; hay que agregar las que tienen que ver con el enfoque que se le otorgó en su momento a la formación y a la práctica profesional del maestro rural.
Dichas diferencias, tenían que ver con la propia orientación de la formación en la educación básica, pues el modelo curricular y las enseñanzas de los maestros rurales y urbanos, obedecían a propósitos distintos; para los niños rurales no era prioridad el que se apropiaran de un gran cúmulo de conocimientos; que supieran leer, escribir y hacer cuentas era suficiente. Era más importante prepararlos para desempeñar ciertos oficios. Con los niños de las ciudades las tareas escolares estaban dedicadas a la adquisición de conocimientos y prepararlos para los siguientes niveles educativos2.
Los efectos de esta segmentación son evidentes en términos de la distribución y de la calidad de sus servicios. El sistema educativo ha servido para reforzar desigualdades sociales entre la población urbana y rural del país. De esta manera los normalistas y profesores rurales nacieron con la vocación de exigir al Estado más y mejores recursos materiales para desarrollar sus comunidades.
Para lograrlo, se convirtieron en líderes sociales que convocaron a manifestaciones por las calles, pliegos petitorios con demandas para mejorar las condiciones económicas de los normalistas con becas, acondicionar la infraestructura de las escuelas rurales; incremento de salarios y derechos laborales, promovieron paros estudiantiles y toma de carreteras. Tales pedimentos de los normalistas se efectuaban en las distintas entidades donde existía alguna Normal rural; por lo que el movimiento social denominado normalismo rural fue una constante3 a nivel nacional.
Alicia Civera (2008) sostiene que los normalistas rurales:
Guiados por sus maestros […] apoyaron movimientos sociales, como el magisterial en los cincuenta y el estudiantil en los sesenta, y todo ello culminó con el cierre de un número importante de normales rurales. Este momento representó la segunda crisis de estas escuelas, después de la de 1940, que expresó la paralización a partir de dos posturas: por una parte, quienes intentaron independizarse del gobierno bajo una política izquierdista influida por la Revolución cubana que llevaría a algunos normalistas a sumarse a la guerrilla, y por otra parte quienes aceptaron sumarse a las redes del Estado autoritario. Fueron dos vías para exigir sus derechos y mejorar las condiciones de los pobres. Por ello no es posible comprender a los normalistas si no se considera su vulnerabilidad y su ubicación en las estructuras de poder (p. 56).
El Mexe y el magisterio, una historia de activismo social
Desde 1935, época de la educación socialista, las Escuelas Normales Rurales se agruparon en la FECSM, organización que militaba en la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM), sector juvenil del Partido Nacional Revolucionario (PNR) desde 1939. En 1956 en varias Normales rurales creció la inconformidad frente a la pasividad con que la CJM abordaba los problemas de esas escuelas y surgió una disputa por la representación estudiantil. En 1961 se conformaron dos grupos
el primero que apoyaba a Lucio Cabañas de Ayotzinapa, Guerrero, y el segundo a Antonio Valtierra, de Salaices, Chihuahua. La división se dio en el Congreso de El Mexe cuando Cabañas salió electo secretario de la FECSM, y el grupo perdedor formó el Consejo Nacional Permanente (CNP) de ENR (Castellanos, 2007, p. 45).
El cisma de las ENR se dio porque Antonio Valtierra era el candidato de los dirigentes de la Juventud Comunista (JC) del Partido Comunista Mexicano (PCM). Pero la elección fue controlada por la facción de la CJM y su dirigente, Liderato Montenegro, favoreció a Cabañas, quien no cuestionó la militancia de la FECSM en la CJM. El PCM influyó en la separación de algunas ENR de la FECSM y en la creación del CNP, porque continuaban reconociendo a la dirigencia de la CJM, vinculada al partido en el poder… (López, 2016, p. 119).
El partido mencionado en la cita anterior ya llevaba el nombre de Revolucionario Institucional (PRI). A fines de 1962, se realizó el Congreso de la FECSM en El Mexe, Hidalgo, para elegir nueva dirección, participaron 17 ENR que no se pusieron de acuerdo sobre la dirigencia estudiantil y se realizó otro en Galeana, Nuevo León, en mayo de 1963
el objetivo era buscar la unidad de las normales. Pero no hubo representación, solo asistieron 16 delegados, algunos abandonaron la FECSM, y se unieron al Consejo Nacional Permanente con sede en Roque, Guanajuato. Desde abril, los disconformes se habían reunido en Salaices, y acordaron no asistir al congreso… (Cuevas, 1984, p. 56).
Posteriormente se dieron más congresos en distintas ENR que provocaron rupturas y divisiones. En 1964
la FECSM con Heliodoro Ramos Venegas ratificó la unidad de las ENR en la FECSM, pero continuó sin desprenderse plenamente de la CJM. Sin embargo, advirtió en una reunión en El Mexe que la facción comunista organizaba el Congreso de Hecelchakán y pretendían apoderarse de la FECSM o dividirla. El resultado fue la expulsión de líderes estudiantiles comunistas de la FECSM. En dicho congreso transitaron hacia una nueva dirigencia que abrazó finalmente una militancia en el movimiento estudiantil democrático que encabezaba la Juventud Comunista” (López, 2016, p. 181).
A fines de 1964, el gobernador de Chihuahua, Práxedes Giner declaró que los internados de las Normales rurales eran guaridas de comunistas y encarceló a estudiantes, lo que provocó la unidad de las ENR. Así “la Juventud Comunista del PCM se apropió de la FECSM, votando la mayoría de los dirigentes estudiantiles durante el Congreso de Hecelchakán en mayo de 1965” (Flores, 2019, p. 4). Es el 23 de septiembre de 1965 cuando surge un grupo guerrillero que asaltó el cuartel de Madera, en Chihuahua. Dicho grupo, que tenía como miembros a distintos estudiantes y profesores de las ENR, que a la postre se convertiría en la Liga Comunista 23 de septiembre.
En todos estos hechos la Escuela Normal Rural de El Mexe tuvo un espacio central de organización, fue sede varias veces de distintos congresos estudiantiles y de la FECSM cuando era elegida como sede de la organización; todo esto propició que el Estado viera al Mexe como foco de insurrección social, de activismo político, resistencia estudiantil y magisterial, que se solidarizaba con los movimientos agrarios y de lucha contra la injusticia social.
Este telón de fondo ha originado una resignificación de la relación de los estudiantes y los profesores de El Mexe con el Estado; por una parte: los primeros se manifestaban y podían obtener algunas demandas, mientras el segundo decía que escuchaba y concedía ciertas peticiones; pero también vigilaba sin que los estudiantes supieran cómo, cuándo y en dónde los aparatos políticos del establishment sabían de sus acciones.
La seguridad nacional, El Mexe y el movimiento magisterial: una visión de Estado
Los servicios de inteligencia son de Estado y no de régimen4; conllevan una agenda institucional de riesgos5 que el grupo en el poder valora como latente de convertirse en un problema de “gobernabilidad”; constituyen una línea profesionalizada y con la fortaleza suficiente para acompañar cualquier eventualidad, se encargan de investigar asuntos delicados o considerados como tales por sus jefes, lo que presupone que tanto el presidente de la República, el secretario de gobernación o el director del área de inteligencia preparan la agenda de seguridad nacional.
Para construir esta agenda, el Estado requería de información de las organizaciones sociales, partidos políticos; grupos de poder fáctico y ciudadanos que pudieran poner en riesgo la estabilidad de la seguridad nacional y la gobernanza del régimen en turno. Conseguir los datos que el Estado requería, necesitó de capacitar agentes dedicados al espionaje y a la “infiltración de grupos opositores, intercepción de correspondencia, uso de redes de informantes en todas las esferas, la utilización de identidades falsas, entre otras”. (Aguayo, 2001, p. 68).
Para tal fin se creó la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS) en 1941, dependiente de la Secretaría de Gobernación, que fungió como una oficina dedicada a investigar y analizar los acontecimientos políticos relevantes de la vida nacional. El cumplimiento de este cometido requería de la “detección permanente de los fenómenos más destacados en la actividad sociopolítica de México; investigación sobre la naturaleza de los mismos y el análisis de los factores que inciden en ellos y la ponderación de sus repercusiones” (Salazar, 2006, p. 11). Esta agencia de investigación política se transformó en una dirección dedicada a la seguridad interior y con personal más especializado en tareas de espionaje e infiltración de grupos sociales disidentes al régimen.
La Dirección Federal de Seguridad (DFS) creada “en 1953, misma que ya venía ejerciendo sus funciones desde marzo de 1947…” (Cáceres, 2021, p. 79) cumplía con la agenda de seguridad nacional. Para la década de los ochentas, en el gobierno del presidente de la República José López Portillo, fue nombrado Secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles y tres meses después de la toma de posesión de López Portillo, tomó posesión
Javier García Paniagua como director de la DFS el 8 de marzo de 1977 […] La gestión de García Paniagua al frente de la DFS duró escasamente un año y cinco meses, sin embargo, durante este tiempo convirtió a la organización en una sólida base de poder ganándose la lealtad de sus agentes y subordinados a partir de mejoras salariales, así como de tolerancia en cuanto a la comisión de actividades ilegales (Cáceres, 2021, p. 89).
Para ese entonces la DFS ya contaba con representación en todos los estados de la República mexicana, “de acuerdo con un documento interno de la Federal de Seguridad, ésta contaba con una plantilla de tres mil empleados que controlaban a 10 mil informantes…” (Cáceres, 2021, pp. 89-90). Dos de estos informantes estaban comisionados a la Normal Rural de El Mexe con las iniciales J.L.M.G y M.A.M quienes mandaban novedades de lo acontecido en la escuela; dichos reportes eran enviados a la DFS, que a su vez los remitía a la Secretaría de Gobernación con la fecha, hora, número de folio y asunto.
Los informes de los agentes son nutridos y a detalle, pues “este grupo era el responsable de llevar a cabo labores de investigación, recolección y concentración de información, así como de infiltración en grupos subversivos y guerrilleros que pudieran representar una amenaza a la desestabilización del régimen…” (Cáceres, 2021, p. 87) como los ferrocarrileros, médicos, maestros disidentes, movimientos estudiantiles, entre otros.
La DFS además de coordinar las acciones, era la encargada de valorar la disidencia como problema de Estado. En un informe fechado el 22 de mayo de 1980, a las 22:55 horas, el agente con iniciales J.L.M.G transcribe el volante que se entregó en la ciudad de Pachuca:
El día de hoy un grupo de aproximadamente 20 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Luis Villareal” del Mexe, repartieron en esta ciudad un volante el cual dice lo siguiente: Al pueblo en general: Hace aproximadamente 7 meses, cuando los funcionarios de la SEP, en el Estado y la Dirección General de Educación Normal firmaron un acuerdo en el sentido de resolver los problemas de nuestra escuela, pero esto, únicamente ha quedado en papeles pues aún siguen persistiendo infinidad de cuestiones problemáticas como; la falta de compostura de los autobuses, la entrega de un autobús nuevo por la SEP, aumento de raciones, de partidas, etc. Por otro lado damos a conocer, ante todo el pueblo la situación que prevalece en nuestra institución por dos corrientes políticas en pugna (SNTE y Dirección de la Escuela), quienes pretenden conducir al Mexe hacia las tinieblas, creando, con ello la falta de trabajo académico tanto de un grupo como de otro, tomando en consideración que estos lo único que pretenden conquistar son sus intereses personales y no intereses meramente positivos para la escuela. Ante esta situación los funcionarios de la SEP tanto del Estado como de la Dirección General de Educación Normal han hecho caso omiso obstaculizando con ello el progreso y prestigio de la Normal. Alto a las mentiras de los funcionarios de la SEP en Hidalgo. Por la liberación de la juventud y de las clases explotadas. Exigimos hechos no palabras. Escuela Normal Rural del Mexe, Hgo. Cuadro de trabajo Genaro Vázquez Rojas (AGN, 1980, f. 21-22).
Con este reporte dio cuenta de lo acontecido a los mandos medios de la DFS. Para dar continuidad a lo ocurrido con los estudiantes de El Mexe, el agente J.L.M.G mandaba novedades constantemente, lo que nos hace suponer que estaba infiltrado en la Escuela Normal; como estudiante, maestro, trabajador o funcionario.
He aquí un ejemplo de la cercanía con los sucesos de la normal, en un documento fechado el 16 de marzo de 1981, el infiltrado mandó un reporte desde Tepatepec (Francisco I. Madero, municipio donde se ubica la Normal Rural de El Mexe), mencionando en el asunto que las clases se están realizando irregularmente y notificando la muerte de un estudiante:
El día de ayer, en la población de Tecolutla, Ver., se ahogó un estudiante de este plantel Jorge Olivares Hernández, quien en compañía de aproximadamente 40 compañeros de dicha escuela y de la normal de Teteles, Pue., realizaban una excursión en este lugar, sin permiso oficial, según lo expresado por el Director de este plantel, profr. Noé Arciniega Lora, quién salió a temprana hora el día de hoy, rumbo a Tecolutla, para hacer los trámites necesarios y trasladar el cadáver del estudiante a Molango, Hgo., lugar de origen de éste (AGN, 16 de marzo, 1981, f. 262).
Al mencionar el nombre del estudiante fallecido y lo expresado por el director del plantel, nos damos cuenta de la cercanía del informante con respecto a lo que sucedía en la normal. Dándole una connotación de asunto de Estado y que el gobierno federal debía ser informado constantemente al considerar a la institución, sus estudiantes y profesores como un grupo de interés. La atención del gobierno en turno por esta escuela se centra en la narrativa estudiantil
de la defensa de los derechos sociales, entre ellos la educación pública; representan, por tanto, una lucha social que va más allá de lo local y que manifiesta en sus actos e intenciones la ideología de las clases sociales desprotegidas, el anhelo de ser escuchados y atendidos en sus demandas, asumiéndose como clase explotada e identificando en el otro a la clase explotadora (Granados, 2018, p. 196)
Esta idea es significativa, la constante lucha de esta institución y sus miembros por cambiar el statu quo y ver en el Estado a la clase opresora, mantuvo en alerta al sistema político y sus representantes, y no deja duda que la DFS estuviera siempre al tanto de las actividades de El Mexe.
El paro estudiantil y magisterial de 1981
El movimiento estudiantil en El Mexe fue una constante a través de su historia institucional que
son una expresión de una larga y feroz resistencia por preservar su institución, aumentar la matrícula y mejorar las condiciones del internado en cuanto a infraestructura y alimentación, además de ello uno de los constantes puntos de negociación lo representa la asignación de plazas automáticas para sus egresados… (Granados, 2018, p. 196).
Su adhesión a las protestas magisteriales representa, para el estudiante y el profesor, una posibilidad para dejarse ver y ser tomado en cuenta en sus demandas. Esto llevó a los estudiantes y profesores a salir a la calle cuando existía la necesidad de apoyarse para mostrar músculo político. Al Estado le correspondía vigilar estas manifestaciones so pretexto de salvaguardar la seguridad de los ciudadanos, pero también de sondear que estos grupos sociales no representaran un peligro para el statu quo y su posible insurrección en contra del gobierno local, estatal y federal.
Esas premisas están fundadas en diversas manifestaciones sociales que se dieron en el pasado y que contaron con el apoyo de los estudiantes de El Mexe
se recuerda la ayuda que El Mexe prestó a la “Liga de soldadores”, que en 1974 triunfaron en un movimiento de huelga, también se recuerda la ayuda moral y física que se prestó al poblado de San Pedrito Alpuyeca en donde la escuela expropio el balneario La Cantera en 1977 y preparó al pueblo para que el balneario sirviera para beneficio colectivo (PH, s.f., f. 4).
En ese contexto de apoyo social, el paro de 1981 fue una alianza entre estudiantes de El Mexe y docentes del Consejo Central de Lucha del Magisterio Hidalguense, creado a raíz de las movilizaciones magisteriales a fines de 1980
que demandan la democratización de su sindicato en el Valle de México instalaron un plantón frente a las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, en el que se hace una constante denuncia del charrismo sindical. Con la presión de la cúpula jonguitudista a la burocracia política, los maestros se ven obligados a levantar la protesta sin ver cumplidas todas sus demandas (Poy, 2009, p. 100).
El 15 de enero de 1981
diez mil de los catorce mil maestros que componen la sección del SNTE, se instalaron en plantón frente al palacio de gobierno en Pachuca, Hidalgo, para exigir solución a sus demandas: “Destitución del Director Federal de Educación en el estado, reinstalación de maestros despedidos por participar en el movimiento, sanciones a directores e inspectores que han tomado represalias contra maestros democráticos, garantías de no represión al movimiento por parte del gobierno del estado, restitución de tres funcionarios locales de la SEP, removidos de sus cargos a instancias de los líderes del comité seccional” (Molcajete II. Suplemento, 1981, p. 1).
En seguimiento a estos acontecimientos y en virtud de que las demandas no fueron cumplidas satisfactoriamente “por la re-solución del pliego petitorio nacional que presentó la CNTE y que en el punto diez señala solución a los pliegos petitorios estatales y seccionales” (Molcajete II. Suplemento, 1981, p. 1), los profesores de “Guerrero e Hidalgo comienzan a sumarse a las movilizaciones para preparar un paro indefinido que estallará el 2 de febrero de ese mismo año” (Poy, 2009, p. 100) y que se convierte en nacional. Es aquí que los estudiantes de El Mexe deciden participar, en apoyo de la base magisterial en huelga. El agente infiltrado informó lo siguiente:
Los alumnos de la Escuela Normal Rural “Luis Villareal” de El Mexe, ubicada en la población de Tepatepec de este municipio, iniciaron el día de hoy un paro indefinido de labores en apoyo a los maestros del Consejo Central de Lucha del Magisterio Hidalguense; la mayoría de los profesores de dicho plantel, se trasladaron a la Ciudad de México, a participar en el plantón que los maestros disidentes efectuarán frente a las oficinas de la SEP, con el fin de pedir 50% de aumento salarial y el descongelamiento de los sueldos principalmente (AGN, 2 de febrero, 1981, f. 246).
Con la amenaza de mayor represión y la intransigencia de la SEP y el SNTE, “los CCL del Valle, Hidalgo y Guerrero finalmente aceptan una "solución en paquete" que consiste en ampliar en cinco carteras los Comités Ejecutivos Seccionales existentes, para dar cabida a los disidentes” (Editorial, 1981, p. 3). Aun así, las movilizaciones magisteriales en Hidalgo prosiguieron para la Central de Lucha del Magisterio Hidalguense, que reclamaba peticiones incumplidas, en una táctica de desgaste por parte del gobierno para combatir la insurgencia sindical, desconocimiento de acuerdos firmados y siendo espiados todo el tiempo. En otro reporte el agente J.M.L.G nos dice:
Continúan con en el plantón de la Plaza Juárez de esta ciudad aproximadamente 800 maestros y estudiantes de la Escuela Normal Rural “Luis Villareal” del Mexe, quienes cantan canciones de protesta y piden cooperación económica a los transeúntes; hasta el momento no se ha entablado diálogo entre el Gobierno del Estado y los profesores disidentes (AGN, 31 de marzo, 1981, f. 26).
Los estudiantes se unieron a los maestros con reclamo de mejora de los servicios de las Normales, infraestructura, aumento a las raciones alimenticias, mobiliario para aulas, etcétera. Conforme avanzaba el tiempo, la ideología se hizo más patente y los simples reclamos tomaron tintes más bruscos. El estudiantado no solo sentía la obligación de demandar derechos propios, sino por el pueblo de donde provenía y vincularse con los anhelos de redención a los más desprotegidos. Tan es así que la lucha magisterial y estudiantil se apoyaba por medio de los ciudadanos, como se menciona en una petición: “se solicita a los maestros y padres de familia hidalguenses, ayuda en alimentos, medicamentos y en dinero en efectivo, para continuar en su lucha hasta ver cristalizadas sus peticiones” (AGN, 17 de febrero, 1981, f. 87). Esto les permitiría continuar con un paro indefinido que se iba prolongando con los meses, sólo así se explica una resistencia dilatada.
En el mes de junio de 1981 la FECSM, con sede en El Mexe, se une al movimiento
Se sabe que el día de mañana a temprana hora, saldrán de esta entidad a la Ciudad de México, los principales dirigentes del Consejo Central de Lucha del Magisterio Hidalguense, encabezados por el Profr. Roberto Meza García, para participar en la reunión que sostendrán todos los dirigentes de los Consejos Centrales de Lucha del Valle de México, Hidalgo, Guerrero y otros, para acordar las medidas necesarias respecto a futuras acciones para terminar con los problemas de rezago de pagos y basificaciones para maestros que ya son acreedores a sus plantas y otros. Por otra parte, se sabe que un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural “Luis Villareal del Mexe”, pertenecientes a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, asistirán el día de mañana a dicha reunión de dirigentes magisteriales […] encabezados por Cuauhtémoc Vidal Salas, delegado de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (AGN, 9 de junio, 1981, f. 74).
Con detalle se informa de nombres de dirigentes y acciones a seguir por parte de los profesores y estudiantes. El Estado estaba informado y empezó a sentir, no sólo el peso político de estos centros educativos, sino de sus egresados, maestros con ideas de transformación social y con la firme intención de que el progreso se llevara a cabo mediante la educación y con la mejora de condiciones laborales, que los condujo a tomar las calles por asalto y realizar plantones y mítines.
Con la incorporación de la FECSM, el movimiento fue creciendo con acciones más contundentes por parte de los paristas, pues toman las oficinas de la sección XV del SNTE:
Aproximadamente 800 maestros disidentes apoyados por estudiantes de la Escuela Normal Rural “Luis Villareal” de El Mexe, continúan posesionados del edificio de la Sección XV del SNTE; dichos mentores se encuentran armados con palos, tubos, machetes, piedras, pistolas y bombas molotov, expresando que por ningún motivo permitirán que su edificio sindical sea tomado por maestros simpatizantes del dirigente de la sección XV del SNTE, Profr. Ernesto Ordaz Labra y que a toda costa impedirán un intento de toma. El Consejo Central de Lucha del Magisterio Hidalguense, se encuentra posesionado de dicho edificio sindical desde el pasado día 13 de los corrientes, cuando en forma violenta se posesionaron de él (AGN, 24 de noviembre, 1981, f. 97).
Usando la palabra disidente, el agente J.L.M.G. destaca las armas que tenían los profesores y estudiantes de El Mexe, apercibiendo a las autoridades federales como un problema social latente. Su visión catastrófica, al decir que por ningún motivo los “disidentes” dejarán el edificio, es mandar el mensaje de una radicalización que no aceptaba el diálogo por parte de los paristas, lo cual nos hace recurrir a lo que Aguayo (2001) menciona como exageraciones de los agentes de la DFS para quedar bien con el jefe en turno y el presidente de la República. Un ejemplo es lo que declaran del movimiento estudiantil de 1968:
La DFS mostró una excelente capacidad para infiltrarse en el movimiento y recopilar información, pero fue notable la pobreza de su análisis y tendencia a alimentar las paranoias de Gustavo Díaz Ordaz. En los informes que enviaba diariamente a la Federal de Seguridad al presidente y al secretario de gobernación aparecen sin ponderación los rumores y chismes que sobre armas, guerrillas y violencia contra el gobierno circulaban por las escuelas (Aguayo, 2001, p. 89).
Estos informes convencieron al Estado que los paristas iban escalando sus peticiones y acciones de manera rijosa, debido a que se cumplían a medias o la autoridad dilataba las negociaciones, obligando al magisterio y a los estudiantes en lucha a moverse en el marco de la manifestación pública que -como ya mostramos- no permite la menor posibilidad de vida democrática y sólo desincentivaba el acuerdo entre las partes.
Lo anterior es una deducción, no una certeza, pues para ser tal, tendríamos que tener documentos que aprobaran estos dichos. Lo que sí sabemos es que, con base en los informes vertidos por el agente J.L.M.G, la movilización magisterial continuó por un año hasta que en 1982 terminó el conflicto con represión del Estado, por conducto de funcionarios de la SEP, que “desarticularon en gran medida el insurgente movimiento democrático de la CNTE, que aunque año tras año mantuvo su presencia política por aumento salarial y democracia sindical, el desgaste obligó a un profundo repliegue al movimiento democrático magisterial…” (Pérez, 2006, p. 109) 6.
Conclusiones
El movimiento estudiantil y magisterial de 1981 en el estado de Hidalgo representó una efervescencia social de contingentes de extracción popular, que en poco más de un año pusieron en entredicho el control del gobierno federal y menoscabó la figura del charrismo sindical. Lo caracterizó una gran fortaleza y combatividad, así como mucha creatividad en las formas de lucha y organización. El magisterio y los estudiantes de El Mexe rápidamente asimilaron las experiencias de lucha de sus compañeros y desecharon muchas de las trabas ideológicas que los ataban al sistema: el respeto irrestricto a las leyes y a las instituciones. De reproductores de los valores del sistema, pasan a impugnarlos, aunque incipientemente y con resultados poco favorables.
Como lo denotan los informes del agente J.L.M.G., los paristas aprenden a reconocer a sus aliados y a sus enemigos; esto no es un proceso fácil, ni rápido. Con los primeros requiere afianzar más sus lazos, al participar juntos en marchas, mítines y acuerdos para conseguir una causa en común. Los reportes de la DFS indican acciones conjuntas entre los profesores y estudiantes de El Mexe. Reconociéndose como una unidad, resistieron por un tiempo el desgaste de una protesta social larga, que los condujo a recibir más aliados, como la FECSM, que fortalecieron aún más el paro magisterial y estudiantil.
En el reconocimiento del enemigo, primero aprendieron que los dirigentes sindicales no sólo no llevaban las demandas adelante, sino que las combatían con dilaciones y falsas promesas. Después comprendieron que la SEP no resolvía si no se le presionaba con la movilización. De la actuación de gobernación aprendieron que no está para dirimir el conflicto, sino para apoyar al Estado y sus órganos de representación.
El espionaje fue otra forma de desgaste al movimiento, pues el infiltrado sabía de primera mano las acciones de los paristas y las reportaba a sus jefes inmediatos. Esto era una desventaja, pues el factor sorpresa se perdía y además se daban a conocer nombres de dirigentes, organizaciones y recursos para llevar a cabo marchas y plantones.
También los documentos dejan ver el grado de infiltración que por momentos lograron los agentes del régimen, quienes cuentan con los nombres reales de quienes encabezaron el movimiento (cuando los estudiantes siempre se relacionan públicamente con alias o seudónimos). Refieren las órdenes del día de los acuerdos tomados (cuando los alumnos las realizan de manera secreta y sólo con los estudiantes representantes de cada una de las escuelas) y con ubicaciones exactas de los lugares que frecuentaban o visitaban.
En este trabajo también dimos cuenta de traslaciones de discursos y mensajes que se realizaban en las escuelas: folletos, volantes y otros escritos que los estudiantes generaban; y hasta informes de actividades extracurriculares que los alumnos hacían para distraerse, como la muerte por ahogamiento del estudiante Jorge Olivares Hernández, en Tecolutla Veracruz.
Esto nos sugiere nuevos actores y aproximaciones para el estudio de los movimientos estudiantiles y magisteriales. Nos advierte sobre la importancia de comenzar a preguntarnos sobre cómo veía el Estado las demandas y acciones de los paristas. Los informes y reportes de los agentes, como primer respondiente y observador de los hechos tiene un cariz muy importante, la visión del Estado sobre los hechos acontecidos en los movimientos sociales. Ahora sabemos que los reportes de la DFS son parciales y exagerados, lo que nos hace replantearnos más preguntas y reconfigurar la historiografía sobre este tema.