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Crítica (México, D.F.)

versión impresa ISSN 0011-1503

Crítica (Méx., D.F.) vol.41 no.121 Ciudad de México abr. 2009  Epub 23-Abr-2020

https://doi.org/10.22201/iifs.18704905e.2009.976 

Notas bibliográficas

Ricardo Salles, Los estoicos y el problema de la libertad

Alejandro G. Vigo* 

* Departamento de Filosofía, Universidad de Navarra, España, avigo@unav.es

Salles, Ricardo. Los estoicos y el problema de la libertad. Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM, México: 2006. Estudios Clásicos, 192 pp.


El libro que es objeto de esta reseña es la versión española de una obra aparecida en inglés, en 2005, con el título The Stoics on Determinism and Compatibilism (Ashgate, Londres), y su origen se remonta a un trabajo de tesis de doctorado realizado por el autor, el profesor Ricardo Salles, en el King’s College de Londres bajo la dirección del profesor Richard Sorabji. La presente versión es resultado de un largo tiempo de reelaboración. Por su temática más general, la obra puede caracterizarse como un intento de reconstrucción de la posición del estoicismo antiguo sobre un problema fundamental: el vinculado a la necesidad de dar cuenta de la posibilidad de acción voluntaria e imputabilidad moral, tanto en sentido positivo (i.e., en términos de atribución de mérito moral y, con ello, como razón de alabanza), como en sentido negativo (i.e., en términos de atribución de demérito moral, culpa y, con ello, como razón de reproche), en un mundo concebido como un sistema causalmente cerrado, dentro del cual todo lo que acontece tiene una causa que determina necesariamente su ocurrencia. Como es sabido, el problema así planteado no sólo es central en el contexto de la filosofía estoica, que parece haberlo formulado por primera vez expresamente en estos términos, sino también desde el punto de vista de los sistemas filosóficos más característicos de la Modernidad (p. ej., Kant). Esto hace que la problemática abordada en el texto pueda resultar de verdadero interés no sólo para quienes se especializan en filosofía griega, sino también, de modo mucho más general, para todos los que se ocupan de temas vinculados con el problema metafísico que plantea la alternativa entre determinismo y libertad, incluso desde una perspectiva contemporánea.

Entre los méritos de la obra hay que mencionar, sobre todo, la muy bien lograda combinación de trabajo de interpretación de fuentes, por un lado, y de reconstrucción de argumentos con arreglo a puntos de vista sistemáticos, por el otro. De este modo, Salles consigue hacer hablar a las fuentes antiguas examinadas en un lenguaje que deja ver la relevancia de las posiciones transmitidas para el debate sistemático de fondo y su interés también desde el punto de vista de la discusión actual. El hecho de que el autor logre proveer una convincente reconstrucción de conjunto de la posición estoica, en sus aspectos fundamentales, es cuanto más destacable, si se piensa en el carácter fragmentario y disperso de las fuentes en las que se basa la tarea de interpretación. Salles considera prácticamente la totalidad de las fuentes relevantes, y lo hace de un modo ordenado, riguroso y ceñido al hilo fundamental de la argumentación de conjunto desarrollada en el trabajo.

A esto se agrega un segundo mérito general del escrito, igualmente importante, que consiste en el hecho de que las ideas y los argumentos desarrollados están comunicados en un lenguaje claro y preciso, que nunca deja lugar a dudas acerca del alcance de los puntos de vista defendidos. La sobriedad de la exposición no es aquí resultado de una sobresimplificación de los problemas discutidos. Por el contrario, Salles conoce y considera ampliamente la discusión especializada sobre los diferentes tópicos abordados en el escrito. Pero la discusión de aspectos de detalle vinculados con las fuentes y la polémica con intentos de interpretación diferentes tomados de la literatura especializada está armónicamente integrada en un texto que resulta, a la vez, preciso y exigente, pero también muy legible. Quien conozca mínimamente el grado de sofisticación alcanzado por la actual discusión especializada de la filosofía estoica (y, en general, de la filosofía griega) sabrá ponderar adecuadamente los méritos de un texto que combina, de modo tan satisfactorio, el tipo de rigor exigido por los actuales estándares de la investigación con las virtudes de la claridad expositiva.

Por último, hay que señalar también la abundancia de la literatura especializada que Salles considera y, sobre todo, el hecho de que ésta es empleada de modo específico y competente con el fin de enriquecer la discusión desarrollada, y no por el mero afán de abundar en una erudición poco productiva. Todo ello pone de manifiesto también el alto grado de familiaridad que posee el autor con el área temática abordada.

En lo que respecta al desarrollo mismo del trabajo, tras una breve introducción, Salles organiza la exposición en torno a dos ejes temáticos: en primer lugar (Parte I, caps. 1-2) realiza una reconstrucción de la posición determinista del estoicismo; en segundo lugar (Parte II, caps. 3-6), reconstruye la concepción estoica relativa a la agencia racional, desde el punto de vista de la pregunta por la posibilidad de compatibilizar la adscripción de responsabilidad (y, con ello, de mérito y/o demérito) moral con las asunciones deterministas de la ontología estoica.

En la primera parte resulta especialmente clara la caracterización de la forma específica de determinismo que Salles atribuye a los estoicos. Dicho determinismo aparece basado en una particular concepción nomológica de la conexión causal, que involucra también, desde el punto de vista lógico-semántico, un tratamiento reduccionista de los casos más notorios de (supuestas) lagunas veritativas (en especial el famoso caso aristotélico de las proposiciones sobre sucesos futuros -supuestamente- contingentes) (cfr. pp. 29 ss.). La posición de Crisipo recibe aquí especial atención, pues provee la versión más refinada de la posición determinista de base (cfr. pp. 36 ss.). Salles la caracteriza como un peculiar tipo de fatalismo causal (cfr. pp. 45 ss.). Sobre esta base, Salles proyecta, en un segundo paso, la problemática vinculada con el determinismo hacia el plano cosmológico, y discute así los dos tópicos centrales vinculados con la teoría del eterno retorno y la teoría de la conflagración universal (cfr. pp. 49 ss.). La discusión dedicada al problema de la identidad transcíclica es excelente (cfr. pp. 54 ss.). Salles defiende de modo convincente la tesis de que la teoría de la eterna recurrencia, basada en una concepción causal nomológica, trae consigo también la apelación a una noción peculiar de identidad transcíclica, estricta y no meramente específica. De este modo, el tipo de regularidad que introduce la tesis estoica diferiría sustancialmente de las regularidades observables (intracíclicamente) en la experiencia inmediata de la naturaleza, pues en este caso se trata de regularidades basadas en una identidad meramente específica de los sucesos considerados (cfr. p. 61). A partir de esto, Salles sostiene que en la versión estoica ortodoxa hay que asumir la indiscernibilidad transcíclica de los diferentes “mundos” o “ciclos cósmicos”: este tipo peculiar de regularidad resulta constitutivo del tipo de determinismo causal que se conecta con la doctrina del eterno retorno (cfr. p. 61). La objeción obvia que podría realizarse aquí es la siguiente: si esto es así, y si, como afirma Salles expresamente, la noción estoica de indiscernibilidad es de carácter metafísico, y no meramente epistemológico, de modo tal que implica la identidad numérica de lo que es indiscernible (cfr. p. 53), ¿qué razones quedan todavía para hablar de “diferentes” mundos o ciclos cósmicos, si es verdad que éstos son estrictamente indiscernibles y numéricamente los mismos? No parece haber una explicación exacta de esto en las fuentes consideradas. Paradójicamente, las poderosas razones que Salles ofrece para descartar la versión heterodoxa que admite determinadas variaciones intracíclicas, siendo ellas mismas altamente persuasivas, parecen entonces conducir a dificultades, al mismo tiempo, a la propia versión ortodoxa, porque ponen de manifiesto la necesidad de explicar en dónde radicaría la diferencia entre los diferentes ciclos. Dicho de otro modo: la aplicación de la noción de indiscernibilidad o identidad estricta con referencia al contenido de los diferentes ciclos cósmicos no parece ser fácilmente conciliable con la necesidad de distinguir, en un segundo nivel de consideración, los ciclos cósmicos que, por hipótesis, se consideran diferentes. Y, desde luego, si ellos no fueran diferentes en algún sentido, tampoco se podría hablar ya de una “recurrencia” de los “mismos” ciclos. Es probable que éste sea un problema de la versión estoica ortodoxa, y no de la reconstrucción realizada por Salles. Y no parece inverosímil suponer que el problema así planteado pudiera haber formado parte de las razones que tuvieron quienes prefirieron flexibilizar la versión ortodoxa, admitiendo variaciones intracíclicas y sustituyendo así, al menos tendencialmente, la noción estricta de indiscernibilidad e identidad por otra menos exigente (cfr. pp. 49 ss.).

La segunda parte de la obra (Parte II, caps. 3-6) provee una reconstrucción y una discusión excelentes de las principales estrategias estoicas para hacer plausible la posición compatibilista que intenta dar cuenta de la posibilidad de la acción voluntaria, la deliberación y el mérito (o demérito) moral en un mundo concebido como un sistema causal cerrado, en el sentido del determinismo. Un aspecto original del tratamiento de los problemas tratados en esta parte viene dado por el hecho de que Salles presenta las principales estrategias estoicas para defender la posición compatibilista como una serie de respuestas a objeciones planteadas por diferentes defensores de posiciones rivales. La decisión de adoptar este tipo de estrategia expositiva resulta muy adecuada, porque permite apreciar mejor el verdadero alcance de las posiciones desarrolladas por los estoicos, al reinsertarlas en su contexto de motivación inmediato. Si bien el interés de los argumentos estoicos no se reduce a responder objeciones y argumentaciones específicas, pues dichos argumentos poseen implicaciones sistemáticas de gran importancia, no es menos cierto que, desligados del contexto polémico en el cual surgieron, no pueden desplegar completamente su genuina significación. Suele ocurrir que el lector no especializado tenga grandes dificultades para percibir la relevancia de posiciones expuestas en fragmentos aislados y dispersos, cuya inserción en un contexto específico de discusión no queda revelada de modo inmediato. Al recontextualizar los argumentos, el tratamiento realizado por Salles facilita un acceso mucho más completo a la problemática filosófica de fondo, en toda su complejidad y en su innegable vigencia. Salles considera fundamentalmente cuatro tesis o “teorías” estoicas para hacer plausible la posición compatibilista de base. Tres de ellas corresponden a Crisipo (caps. 3-5), la cuarta a Epicteto (cap. 6). La centralidad de la figura de Crisipo en esta parte del trabajo está fundada en razones tanto históricas como sistemáticas, por haber sido Crisipo el autor de los argumentos compatibilistas más sofisticados e interesantes. Salles muestra sucesivamente cómo Crisipo responde o provee material para responder a: 1) el argumento epicúreo que concluye la imposibilidad de la acción responsable a partir del carácter cerrado del sistema de causas externas al agente (cfr. pp. 76 ss.); 2) el argumento peripatético (Alejandro de Afrodisia, y, de otro modo, Nemesio de Apamea) que enfatiza la necesidad de la capacidad de optar entre posibles cursos de acción alternativos como requisito de la atribución de responsabilidad (cfr. pp. 86 ss.); 3) el argumento, complementario del anterior, que subraya la necesidad de que una acción sea relativamente contingente (con referencia a un tiempo dado) como requisito para la atribución de responsabilidad por ella, aspecto a cuya discusión Salles dedica un desarrollo particularmente pormenorizado y poblado de valiosas sugerencias, también con referencia a su presencia en autores precedentes como Aristóteles (cfr. pp. 122 ss.). La posición de Crisipo emerge en su conjunto como una posición coherente, comparable con algunas posturas contemporáneas conocidas (H. Frankfurt) y digna de ser tomada en serio, dentro de un debate del problema filosófico de fondo. El cuadro se completa con el tratamiento de la posición desarrollada por Epicteto para dar cuenta de la posibilidad de atribución de responsabilidad en el caso de acciones que no surgen de un proceso previo de deliberación reflexiva (cfr. pp. 139 ss.). Este caso particular, que Crisipo no aborda de modo específico, es de gran relevancia sistemática dentro del conjunto de la posición estoica, precisamente, en la medida en que la teoría del propio Crisipo pone en el fenómeno del asentimiento y en los procesos de mediación reflexiva que lo posibilitan el factor decisivo a la hora de fundar la posibilidad de atribución de responsabilidad. Salles muestra cómo la teoría de Epicteto complementa armónicamente la concepción de Crisipo. En general, el desarrollo de la segunda parte pone de manifiesto las mismas virtudes señaladas con ocasión de la primera: claridad y elegancia en la exposición, penetración en el desarrollo y la evaluación de argumentos, y tino hermenéutico a la hora de evaluar e interpretar las fuentes. Además de la bibliografía, la obra incluye al final un índice de pasajes citados y otro de materias y nombres, ambos de gran utilidad.

Para terminar, reitero mi convencimiento de que la publicación de este excelente trabajo constituye una importante contribución al estudio de un conjunto de problemas de gran interés, desde el punto de vista histórico y sistemático. Dentro del ámbito de los estudios especializados de filosofía antigua en nuestra lengua, monografías de este nivel de calidad siguen siendo, todavía hoy, muy poco frecuentes, lamentablemente. Tanto más saludable resulta, pues, el hecho de que la versión española del libro haya podido ver la luz. Por lo demás, desde el punto de vista material, la edición está muy bien cuidada. No tengo dudas de que para muchos interesados en la investigación especializada de la filosofía antigua el libro de Ricardo Salles será una fuente de inspiración, y también un modelo a imitar.

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