Introducción
COVID-19 produce síntomas que pueden ser moderados como fiebre, dolor de garganta, tos seca, mialgias, anosmia, ageusia y fatiga; o graves como neumonía con opresión en el pecho, dificultad para respirar e insuficiencia orgánica múltiple.1 La transmisión de la enfermedad ocurre a través de gotículas expulsadas por la boca o nariz o por contacto con objetos contaminados.2,3 Dado que es transmitida de persona a persona, el contacto con pacientes representa un riesgo adicional para el personal de salud.4
Las pruebas serológicas permiten estimar el porcentaje de trabajadores de salud que han sido infectados, algunas detectan anticuerpos IgG o IgM después de la primera semana de infección o vacunación.5 Esta información es fundamental para generar estrategias de vacunación y monitorear la enfermedad, así como para detectar poblaciones con alta tasa de contagio.6 Diversos metaanálisis han evaluado la seroprevalencia de IgG en personal de salud; se ha obtenido una prevalencia promedio de 8.7 %, mayor en Norteamérica (12.4-12.7 %), en comparación con Europa (7.7-8.5 %), África (8.2 %) y Asia (4.0-4.8 %).7,8
La aplicación de vacunas ha sido la principal estrategia para reducir contagios y fallecimientos por COVID-19.5 En octubre de 2021 se estimó que 36.9 % de la población mundial contaba con esquema completo de vacunación, con grandes diferencias entre los países desarrollados y el resto del orbe. En Guatemala, únicamente 18.1 % de la población posee el esquema completo de vacunación, por lo que constituye uno de los países con menor cobertura en Latinoamérica.9 A pesar de esto, el personal de salud fue de los primeros grupos en tener acceso a la inmunización contra COVID-19 y recibió la vacuna AZD1222.
Este estudio permitió determinar la seroprevalencia de anticuerpos IgG en trabajadores de salud del Instituto de Cancerología (INCAN) antes de ser vacunados y los factores que podrían estar relacionados con el desarrollo de IgG. Además, se evaluó la respuesta humoral posterior a la vacunación por medio de la titulación de IgG.
Métodos
Diseño del estudio y población
Fueron incluidos 171 médicos, enfermeras, paramédicos, no paramédicos y personal administrativo. Se incluyó personal con historia negativa y positiva de COVID-19 (diagnóstico por RT-qPCR). Se clasificaron según el departamento donde laboraban: consulta externa (cirugía, quimioterapia, radioterapia y otras clínicas), servicios hospitalarios (encamamiento y cocina), administración y otros. Finalmente, en 60 participantes se cuantificó la titulación de los IgG después de aplicar la vacuna. El estudio se realizó bajo los principios éticos de la Declaración de Helsinki y fue aprobado por el Comité de Bioética del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de Guatemala (protocolo 10-2020 y resolución 34-2020).
Recolección de muestras e interpretación de resultados
Se extrajeron 4 mL de sangre completa en dos ocasiones para obtener el suero y se utilizó la prueba serológica de Abbott (catálogo 6R86-20), la cual está dirigida a la proteína de nucleocápside (N). La prueba se realizó e interpretó conforme las instrucciones del fabricante. Para medir las concentraciones de IgG del personal vacunado, 26 días después de la administración de la segunda dosis de la vacuna AZD1222 se extrajeron 4 mL de sangre completa y se obtuvo el suero. El inmunoanálisis SARS-CoV-2 IgG II Quant Abbott (catálogo 6S60-32) sirvió para la identificación de IgG contra el dominio de unión de receptor (RBD) de la proteína Spike (S). La prueba se realizó e interpretó conforme a las instrucciones del fabricante.
Análisis estadístico
Las prevalencias en los grupos de edad y sexo fueron comparadas por medio de la prueba de χ2 y la prueba exacta de Fisher; los datos cuantitativos se analizaron con t de Student. Se evaluó la relación entre los síntomas y la presencia de IgG por medio de la prueba de χ2. La significación estadística se delimitó con p < 0.05. Fueron calculadas las razones de probabilidad (RM) para los síntomas con asociación significativa. Los análisis estadísticos se realizaron en Stata 15 (número de serie 301506305957).
Los análisis de IgG, que se produce como respuesta a la vacunación, incluyó a 60 participantes y se realizaron en R v.4.1.1. Con la prueba de Shapiro-Wilk se conoció la normalidad de los datos. Con la prueba de U-Mann Whitney se evaluó la diferencia en títulos de IgG entre las personas con historia positiva y negativa de COVID-19.
Resultados
Se reclutaron 171 participantes, de los cuales 74.27 % fue del sexo femenino y 25.73 % del masculino. La edad media fue de 42 años y los departamentos con la mayor prevalencia de IgG fueron los de servicios hospitalarios; la prevalencia total fue de 18.71 % (11.49 % fue asintomático). En trabajadores con historia positiva de COVID-19, los anticuerpos IgG se encontraron en 65.22 %. Respecto al puesto laboral, las enfermeras, paramédicos y trabajadores administrativos presentaron mayor prevalencia de IgG (p < 0.01). Los síntomas asociados significativamente con la presencia de IgG (p < 0.01) fueron anosmia (RM = 5.05), ageusia (RM = 5.86) y opresión en el pecho (RM = 2.71) (Tabla 1).
Variable | Población (%) | IgG positivo (%) | IgG negativo (%) | Prevalencia IgG (%) | p |
---|---|---|---|---|---|
Edad (años) | 1 | ||||
> 45 | 66 (38.60) | 12 | 54 | 18.18 | |
≤ 45 | 105 (61.40) | 20 | 85 | 19.04 | |
Sexo | 0.74 | ||||
Masculino | 44 (25.73) | 7 | 37 | 15.91 | |
Femenino | 127 (74.27) | 25 | 102 | 19.69 | |
Departamento | 0.43 | ||||
Clínicas de consulta externa | 106 (61.99) | 19 | 87 | 17.92 | |
Administración | 26 (15.20) | 4 | 22 | 15.38 | |
Servicios hospitalarios | 14 (8.19) | 5 | 9 | 35.7 | |
Otros | 25 (14.62) | 4 | 21 | 16.00 | |
Puesto laboral | < 0.01 | ||||
Médico | 36 (21.05) | 1 | 35 | 2.78 | |
Paramédico | 29 (16.96) | 8 | 21 | 27.59 | |
Enfermero | 46 (26.90) | 13 | 33 | 28.26 | |
Secretaría | 9 (5.26) | 2 | 7 | 22.22 | |
No paramédico | 33 (19.30) | 3 | 30 | 9.09 | |
Administrativo | 18 (10.53) | 5 | 13 | 27.78 |
De los 60 trabajadores de salud en los que se cuantificaron los anticuerpos posvacunación, 31 tenían antecedentes de infección (52 %). La media general de títulos de IgG posterior a la vacunación fue de 6735 UA/mL; el personal con historia positiva de COVID-19 presentó una mayor cuantificación. Además, se obtuvieron diferencias (p < 0.001) en el título al comparar al personal con historia positiva de COVID-19 versus el personal sin diagnóstico previo (10 277 UA/mL versus 6819 UA/mL) (Figura 1).
Discusión
En todo del mundo se han realizado estudios que evalúan la prevalencia de IgG en trabajadores de salud. En Japón, Estados Unidos y Bélgica se reportan prevalencias de 0.74, 1.06 y 6.4 %, respectivamente.10-12 En nuestra investigación se presentó una prevalencia de 18.71 %, mayor a las mencionadas. Sin embargo, nuestros resultados son similares a los reportados en hospitales de España y Suecia, con prevalencias de 16.9 y 19.2 %.13,14 Otro estudio realizado en España determinó una prevalencia de IgG de 31.6 %. Lo anterior ha sido explicado por una mayor incidencia de casos en la región, alta carga de trabajo y uso tardío de equipos de protección personal.15
Investigaciones recientes que evalúan la seroprevalencia de IgG y su relación con variables demográficas como la edad y el sexo han concluido que no existe una relación significativa entre ellas.16,17 Asimismo, no obtuvimos una relación entre la edad, el sexo y la seroprevalencia. El puesto laboral es un factor sumamente estudiado. Se ha reportado que los cargos con mayor exposición a pacientes como los de enfermeros, asistentes de enfermería y paramédicos presentan mayor probabilidad de contagio,18,19 similar a lo obtenido en el presente estudio, en el cual los enfermeros, paramédicos y personal administrativo fueron los más afectados. Destacó la alta prevalencia en el personal administrativo, grupo que no ha sido reportado como de alto riesgo.20 Los médicos presentaron una prevalencia de IgG más baja que el resto de los trabajadores (2.78 %), tal como lo reportan otros análisis (1-5 %).17,21
Otro aspecto importante son los síntomas asociados a la enfermedad, entre ellos la fiebre, el dolor de cabeza, la anosmia, la ageusia, la opresión en el pecho, etcétera. En nuestro estudio, la presencia de IgG se relacionó únicamente con los síntomas de anosmia, ageusia y opresión en el pecho. La falta de asociación de otros síntomas predictivos de la enfermedad pudo deberse al tamaño de la población estudiada.22,23 Además, la falta de datos sobre la prevalencia de IgG en Guatemala (este el único estudio realizado en el país) no permite estimar si el personal de servicios de salud tiene mayor riesgo que la población general.
Se ha descrito la seroconversión de trabajadores de la salud después de un diagnóstico de COVID-19. En este estudio, 65.22 % (15/23) de los trabajadores con previo diagnóstico positivo presentaron IgG, proporción similar a la reportada en un estudio mexicano en el que 52.17 % (12/23) de los trabajadores de salud presentaron seroconversión posterior a un diagnóstico positivo.13 Las diferencias en la seroconversión reportadas podrían deberse a las diferentes metodologías de las pruebas utilizadas, a las diferencias individuales en la producción de anticuerpos y a la consecuencia del paso del tiempo.2
Se ha demostrado que las vacunas vectoriales, como AZD1222, generan una menor titulación de anticuerpos, cuya concentración desciende en plasma a mayor velocidad en comparación con las producida por vacunas de ARNm.24 Se ha descrito que las personas con previa infección presentan mayores niveles de IgG al recibir una dosis de vacuna.25 Algunos estudios reportan que una semana después de la primera dosis, las personas con infección previa presentan una titulación 100 veces mayor que las no infectadas. Al aplicar la segunda dosis, los títulos de IgG son similares, aunque siguen siendo significativamente mayores en los convalecientes.26 Esto se conoce como una respuesta booster.27 Nuestros resultados concuerdan con esto, dado que los títulos de anticuerpos fueron mayores en los participantes con infección previa (Figura 1). Se obtuvo una media de 6735 UA/mL en el personal en general. Aun cuando en nuestro estudio únicamente se cuantificaron los títulos de IgG posterior a la segunda dosis de vacunación, los resultados apoyan los presentados en otras investigaciones, que indican que las personas con infección previa a la vacunación generan una respuesta inmune más rápida y presentan una mayor titulación después de la primera dosis de vacunación.28,29