La desigualdad por razón de ingresos, sexo, edad, discapacidad, orientación sexual, raza, clase, etnia, religión, así como la desigualdad de oportunidades, sigue persistiendo en todo el mundo.
Organización Mundial de la Salud
“México enfrenta profundas desigualdades...”, con estas palabras inicia el trabajo de Enrique Bravo García, publicado en este número de la revista1. En su análisis sobre la desigualdad social y sus consecuencias, entre ellas la salud infantil, comenta sobre la tasa de mortalidad infantil como un indicador importante, y cómo algunos factores evitables, a los que se debería prestar atención, podrían modificar las cifras actuales. Sin embargo, los estados más afectados, que desde hace décadas mantienen elevadas tasas de mortalidad infantil muy asociadas con la pobreza, se encuentran ubicados en el sur del país.
Esta desigualdad social no solo se refleja en la nutrición, ya que la mala alimentación implica otros cambios que acompañarán a los niños hasta su edad adulta. La desnutrición en los infantes los hace más propensos a padecer diversas infecciones, ya que su sistema inmunitario no funciona adecuadamente, su desarrollo físico se verá mermado acompañado de una talla baja, además de presentar alteraciones en su salud mental2.
Las últimas Encuestas Nacionales de Salud reportan que en 2020 la prevalencia de talla baja en menores de cinco años era del 13.9%, mientras que un año después disminuyó al 12.6%. Otro dato relevante es que, en 2020, en esta misma población, la emaciación era del 4.4% y para 2021 de 3.7%. Aunque las intervenciones realizadas lograron disminuir la emaciación, no sucedió lo mismo con la talla baja. Si después de décadas el problema no se ha resuelto, ¿será necesario modificar las estrategias y el enfoque para abordarlo? No es agradable compararnos con otros países, pero es necesario hacerlo y dejar de “mirarnos el ombligo” para explorar qué han hecho otros que sí les ha funcionado y qué no nos ha funcionado a nosotros.
Ya se había mencionado que el país atraviesa una transición nutricional, en la que ahora se observan infantes con sobrepeso y obesidad que, a diferencia de otras tasas, se han mantenido más o menos estables3,4. Por un lado, es preocupante que algunas tasas se estanquen y otras estén subiendo con notable rapidez, como es el caso del sobrepeso en esta edad. Lo que antes preocupaba en los adultos, ahora también lo hace en los infantes, ya que el sobrepeso en ellos puede ocasionar problemas cardiovasculares, diabetes, afecciones en el sistema musculoesquelético, y cáncer endometrial, de mama y de colon.
¿Será que factores como la promoción de la lactancia materna no han sido del todo suficientes? ¿El prohibir el consumo de alimentos con bajo o nulo valor nutricional con marcas o etiquetas que no se leen? ¿Es realmente útil insistir en el plato del buen comer cuando, debido al cambio climático, no hay suficiente agua para los cultivos y existen otros gastos “extra” que encarecen el acceso a alimentos más saludables?3 ¿Será necesario impulsar más investigación con valor social, como lo sugiere Páez-Moreno?5
Araceli Damián González, doctora en Planeación con especialidad en Economía Urbana por la Universidad de Londres, Inglaterra, escribió sobre la evolución de la pobreza en México durante el período de 1968 a 2016. En su reflexión, destaca cómo México ha servido como laboratorio para reformas neoliberales, tanto en el ámbito económico como en el social, con resultados nada halagüeños, pues los niveles de pobreza y desigualdad son incluso mayores que en los años setenta6.
Lo que sí se sabe es que es incongruente querer infancias sanas y fuertes mientras las políticas y acciones nacionales no resuelvan las necesidades primarias de la población, no se inyecten recursos en la educación para la salud con una visión orientada a reforzar la prevención y no la curación, se actúe con paternalismo ante los hacinamientos poblacionales en las ya monstruosas ciudades al proveer infraestructura en sitios que de origen no son habitables, y se dé la espalda a aquellos otros factores que afectan la cadena de suministro de alimentos saludables y la posibilidad de una vida más sana y segura, seguiremos repitiendo los mismos errores de un pasado que o no conocemos o no queremos recordar, y por esa razón seguimos con la misma fórmula inútil al cometer las mismas injusticias y obtener los mismos resultados7.
Uno de los editores de esta revista, ya desaparecido, escribió en el umbral del presente nuevo milenio, ante la expectativa de un nuevo siglo con la oportunidad de formular lo que todos deseamos e imaginamos. Si se pudiera presentar un proyecto mental de lo que se quiere para el futuro; no sólo el propio, sino el de la ciencia, de la profesión médica y de nuestro país, sin preguntar con seguridad convergiríamos en lo mismo: alto al crecimiento demográfico, a la desnutrición, a la deserción escolar, todo lo cual provoca ignorancia; a la superstición, a la intolerancia, a la corrupción y la impunidad, a la baja productividad, porque todo ello provoca pobreza… Y en el plano superior, de gobierno, de promesas electorales, de acciones de la oposición, lo que deseamos es congruencia, racionalidad, honestidad, y que lo que un día se define de alguna manera, no se contradiga al siguiente8.
Uno de los editores de esta revista, ya fallecido, escribió en el umbral del presente milenio, ante la expectativa de un nuevo siglo con la oportunidad de formular lo que todos deseamos e imaginamos. Si se pudiera presentar un proyecto mental de lo que se quiere para el futuro, no solo el propio, sino el de la ciencia, de la profesión médica y de nuestro país, sin preguntar, con seguridad convergiríamos en lo mismo: alto al crecimiento demográfico, a la desnutrición, a la deserción escolar, todo lo cual provoca ignorancia; alto a la superstición, a la intolerancia, a la corrupción y la impunidad, a la baja productividad, porque todo ello provoca pobreza… Y en el plano superior, de gobierno, de promesas electorales, de acciones de la oposición, lo que deseamos es congruencia, racionalidad, honestidad, y que lo que un día se define de alguna manera, no se contradiga al siguiente.
Por mi raza hablará el espíritu