Señor editor: La lactancia materna exclusiva (LME), con 30.8% de práctica entre las madres mexicanas,1 sigue representando uno de los mayores pendientes de salud pública en México. Dicho asunto suele ser explorado desde la mirada de los “expertos” o desde la óptica de las propias madres, dejando en segundo plano la del personal de salud operativo. Presentamos algunos hallazgos de nuestra investigación llevada a cabo en 2017 en un hospital de segundo nivel de atención en la zona metropolitana de San Luis Potosí. Nos propusimos explorar las experiencias y creencias de los profesionales de la salud en torno a este tema mediante un estudio cualitativo. Dicho proyecto formó parte de un trabajo de mayor alcance encaminado al diseño de una iniciativa mHealth para la promoción de la LME, a partir de las experiencias y creencias de este personal de la salud (PS). La información se obtuvo mediante 21 entrevistas semiestructuradas a personal médico (9), de trabajo social (3), enfermería (8) y nutrición (1) en su mayoría mujeres. Se realizó un análisis cualitativo de contenido.2
El PS relató experiencias desalentadoras con la lactancia desde su propia experiencia, los trabajadores narraron que esta etapa los hizo conscientes de la falta de información durante su formación académica, carencia que les hace entender que si el personal de salud no está capacitado sobre LME, no se puede esperar que la promueva.
Es de resaltar que los propios participantes reconocieron ser un obstáculo para la promoción de la LME. Señalaron que no existe entre ellos convencimiento acerca de los beneficios de esta práctica, pero identifican áreas de oportunidad para incrementar sus conocimientos acerca del tema, por ejemplo, fomentar la colaboración con sus compañeros y realizar la promoción con las madres contribuirá a la mejora de los índices de LME.
Aunado a lo anterior, asuntos como los contratos temporales, así como la falta de personal o su rotación constante, dificultan las acciones en pro de la LME, lo que da como resultado que pasantes en servicio social sean quienes estén a cargo de estos servicios.
Ante este panorama, consideramos que hacen falta acciones multinivel, ya que la promoción, protección y apoyo de la LME debe ser un compromiso compartido y debe abordarse de manera holística mediante programas y políticas con estrategias educativas.
Los obstáculos en materia de promoción de LME parecen tener un peso mayor que las acciones que se llevan a cabo para fomentarla, cuyo éxito, como se denota líneas arriba, depende más de una iniciativa y actitud configurada por una experiencia personal ante la necesidad de aprender acerca de LME que a una respuesta o estrategia del sistema de salud.
Finalmente, es importante sugerir que en estudios posteriores se incorporen las voces de otros actores de diferentes niveles y servicios de salud que se relacionen con la promoción de la LME.
Escuchar estas posturas y conocer sus experiencias permitirá diseñar acciones específicas encaminadas al fomento de esta práctica como una estrategia integrada en los servicios de salud.