Introducción
La violencia contra las mujeres es una situación estructural y un fenómeno social y cultural1 que contribuye a mantenerlas en una situación de subordinación. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo, 1 de cada 3 mujeres ha sido objeto de violencia sexual a lo largo de su vida por alguien que no es su pareja o de violencia física y/o sexual por parte de su pareja íntima. El 38% de todos los asesinatos de mujeres son cometidos por parejas íntimas.1 Los efectos de esta violencia en la salud física,2 mental,3 sexual y reproductiva4 han sido ampliamente documentados.
No obstante, no existe un consenso internacional sobre cómo nombrar a las agresiones que se cometen hacia las mujeres por parte de quienes integran el espacio doméstico.5 Según la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), la violencia que ocurre en el ámbito familiar se considera como “el acto abusivo de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, controlar o agredir de manera física, verbal, psicológica, patrimonial, económica y sexual a las mujeres, dentro o fuera del domicilio familiar, cuyo agresor tenga o haya tenido relación de parentesco por consanguinidad o afinidad, de matrimonio, concubinato, o mantengan o hayan mantenido una relación de hecho”.6 Sin embargo, lo que se denomina violencia familiar, aunque incluye los conflictos entre cónyuges, abarca también a las mujeres no cónyuges -sean niñas, adolescentes o adultas-, a los niños, así como a personas adultas mayores y con alguna discapacidad, quienes en su calidad de población dependiente y vulnerable están expuestas a los riesgos de experimentar cualquier forma de abuso en este entorno.7
Flores,8 por su parte, señala que la violencia doméstica se circunscribe al ámbito o espacio del hogar y es considerada como violencia intrafamiliar, en tanto que la víctima y el victimario pertenecen a la misma familia y se ejecuta en el ámbito privado, comprendiendo a todos los miembros, que incluyen padres, madres, hijos, abuelos, hermanos, tíos, familiares políticos y a la pareja íntima. Entre sus consecuencias destaca la reproducción de la violencia contra las mujeres, lo que empeora otras formas de abuso.
Asimismo, estimaciones poblacionales reportan que 10.3% de las mujeres de 15 años o más ha experimentado algún tipo de violencia en el ámbito familiar, y 8 de cada 10 manifestaron haber padecido estas agresiones por parte del hermano/a (25.3%), seguida del padre (15.5%) y de la madre (14.1%).9
A partir de la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia asociada con el SARS-CoV-2 y declarada en 2020 por la OMS, se instalaron medidas de distanciamiento social y confinamiento como acciones de mitigación para la transmisión del virus.10 En el ámbito internacional se advirtió que dichas medidas modificarían a gran velocidad estresores previamente existentes asociados con la violencia, como la exposición a situaciones de aislamiento, hacinamiento o vulnerabilidad económica11,12 y se señaló que los efectos serían particularmente adversos para mujeres, niñas, niños y adolescentes, quienes podían enfrentar el surgimiento o agravamiento de situaciones de violencia en el hogar.10,13
Alemania, Italia, Brasil, Uruguay, China, Estados Unidos y Reino Unido reportaron un aumento en los reportes telefónicos de entre 20 y 50% de violencia doméstica.14 En América Latina, el número de llamadas a los servicios de atención a la violencia de género también se disparó durante los primeros meses del confinamiento.15 De acuerdo con Bradbury-Jones e Isham,16 este incremento en los reportes da cuenta de un patrón mundial de profundización del riesgo de violencia para las mujeres en sus hogares.
En México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 sobre Covid-19 (Ensanut 2020 Covid-19) incluyó preguntas que permiten documentar la experiencia y los cambios en el comportamiento que experimentó la población mexicana en el marco de la pandemia. El objetivo de este estudio fue analizar la prevalencia de violencia en el hogar en mujeres adultas durante el confinamiento derivado de la pandemia de Covid-19, la percepción de su incremento o disminución, y algunos factores asociados de corte individual, familiar y comunitario, tomando como marco de referencia el modelo ecológico.17
Material y métodos
Se realizó un análisis secundario a partir de la información obtenida de 5 084 mujeres adultas (20 años o más) que participaron en la Ensanut 2020 Covid-19,18 la cual tiene un diseño probabilístico, polietápico y estratificado, con representatividad nacional, por estrato rural, urbano y metropolitano, en nueve regiones del país: Pacífico-Norte (Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Sinaloa, Sonora), Frontera (Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas), Pacífico-Centro (Colima, Jalisco, Michoacán), Centro-Norte (Aguascalientes, Durango, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas), Centro (Hidalgo, Tlaxcala, Veracruz), Ciudad de México (Ciudad de México), Estado de México (Estado de México), Pacífico-Sur (Guerrero, Morelos, Oaxaca, Puebla) y Península (Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán).
Los detalles metodológicos se presentan en otro documento.18 El periodo de levantamiento de campo fue entre el 18 de agosto y el 13 de noviembre de 2020. Los procedimientos fueron autorizados por los Comités de Ética e Investigación del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). Además, se tomaron en cuenta condiciones de privacidad y seguridad para las participantes al momento de dar sus respuestas.
Variables de interés
Para indagar en la violencia doméstica contra las mujeres se consideraron las siguientes preguntas: Durante el periodo de confinamiento (23 de marzo al 1 de junio) ¿vivió hechos de violencia o agresiones por algún integrante de su hogar como (agresiones verbales, pleitos familiares, insultos, gritos, golpes, hostigamiento, etc.)? Las opciones de respuestas incluyeron los siguientes hechos, los cuales se especificaron para cada una de las encuestadas: 1) gritos, insultos o amenazas (violencia emocional); 2) empujones, jalones o golpes (violencia física); 3) actos de carácter sexual o violaciones (violencia sexual) y 4) agresión económica (violencia económica). Cada encuestada tuvo como opción de respuesta: Sí, No, No responde. A partir de los cuatro tipos de violencia explorados se construyó una variable dicotómica en la que se contabilizó si se había experimentado algún tipo de violencia en el hogar.
Para determinar si estos hechos habían iniciado a partir del confinamiento o si había cambiado su frecuencia en comparación con la situación vivida previamente, se utilizó, para cada uno de los cuatro tipos de violencia, la pregunta: ¿Considera que los/las (por ejemplo, empujones, jalones o golpes) entre los integrantes de su hogar aumentaron durante el confinamiento? Con opciones de respuesta: 1) Se presentaron por primera vez; 2) Ya existían y siguieron; 3) Fueron más frecuentes; 4) Disminuyeron y 5) No responde. Además, se utilizaron las siguientes variables:
Individuales (de las mujeres): edad, escolaridad, estado civil (unido/a o no unido/a), esquema de aseguramiento en salud (con derechoahabiencia, sin derechoahabiencia, privado y otro).
Familiares: estresores económicos en el hogar como pérdida de empleo de al menos un integrante y pérdida de ingresos de al menos un integrante del hogar; condición de bienestar evaluada en terciles (el tercil 1 se consideró nivel bajo, el tercil 2 medio y el tercil 3 alto), calculada a partir del índice de bienestar obtenido con base en el Análisis de Componentes Principales, el cual considera las características de las viviendas, los bienes y servicios disponibles como materiales de construcción del piso, paredes y techo, número de cuartos para dormir, disposición de agua, posesión de automóvil, número de bienes domésticos (refrigerador, lavadora, microondas, estufa y boiler) y número de aparatos eléctricos (TV, cable, radio, teléfono y computadora). Se seleccionó como índice el primer componente que acumuló 50.1% de la variabilidad total, con un valor propio (lambda) de 4.0.
Comunitarias: tipo de localidad (< 2 500 habitantes, 2 500-< 100 000 habitantes, 100 000 habitantes >) y pertenecer a alguna de las nueve regiones geográficas mencionadas previamente.
Análisis estadístico
Se realizó un análisis descriptivo para estimar la prevalencia de la variable dicotómica de cualquier tipo de violencia en el hogar y de los cuatro distintos tipos (cuadro I, cuadro II y cuadro III), y se consideraron las características de las participantes, del hogar y del contexto. Se calcularon intervalos de confianza al 95% (IC95%) para cada una.
N* |
% |
IC95% |
|
Total |
43 743.4 |
||
Edad en años (media, SD) |
44.1 (18.1) |
||
Escolaridad |
|||
Años de escolaridad (media, SD) |
9.5 (5.0) |
||
Ninguna/preescolar |
2 543.9 |
5.8 |
5.0,6.7 |
Primaria |
10 612.7 |
24.3 |
22.6,26.0 |
Secundaria |
11 419.1 |
26.1 |
24.3,28.0 |
Preparatoria/estudios técnicos |
10 355.8 |
23.7 |
22.1,25.4 |
Licenciatura o más |
8 811.9 |
20.1 |
18.2,22.2 |
Estado conyugal |
|||
No unida |
18 331.6 |
41.9 |
40.2,43.6 |
Unida |
25 411.8 |
58.1 |
56.4,59.8 |
Esquema de aseguramiento |
|||
Sin derechohabiencia |
22 047.6 |
50.8 |
48.5,53.1 |
Seguridad social |
20 871.6 |
48.1 |
45.8,50.4 |
Privado |
228.1 |
0.5 |
0.3,1.0 |
Otro |
257.2 |
0.6 |
0.4,0.9 |
Condición de bienestar (terciles) |
|||
Bajo |
13 304.9 |
30.4 |
28.2,32.8 |
Medio |
14 789.2 |
33.8 |
31.8,35.9 |
Alto |
15 649.3 |
35.8 |
33.5,38.1 |
Estrato de urbanidad según tamaño de la localidad | |||
Menos 2 500 |
8 966.7 |
20.5 |
18.6,22.5 |
2 500-100 000 |
13 172 |
30.1 |
28.0,32.3 |
100 000 o más |
21 604.6 |
49.4 |
47.0,51.8 |
Al menos un miembro del hogar dejó de recibir ingresos por la contingencia | |||
No |
28 029.3 |
64.1 |
62.0,66.1 |
Sí |
15 714.1 |
35.9 |
33.9,38.0 |
Al menos un miembro del hogar perdió el empleo durante el confinamiento | |||
No |
33 622.1 |
76.9 |
75.2,78.4 |
Sí |
10 121.3 |
23.1 |
21.6,24.8 |
N*: Frecuencia en miles
IC95%: Intervalo de confianza al 95%
SD: Desviación estándar
% |
IC95% |
|
Gritos, insultos o amenazas |
4.3 |
3.7,5.0 |
Frecuencia durante el confinamiento |
||
Se presentaron por primera vez |
21.8 |
15.7,29.3 |
Ya existían y siguieron |
43.7 |
36.3,51.3 |
Fueron más frecuentes |
22.9 |
17.0,30.0 |
Disminuyeron |
10.4 |
6.4,16.6 |
No responde |
1.2 |
0.5,3.3 |
Empujones, jalones o golpes |
1.9 |
1.5,2.4 |
Frecuencia durante el confinamiento |
||
Se presentaron por primera vez |
14.1 |
8.2,23.4 |
Ya existían y siguieron |
51.8 |
39.8,63.7 |
Fueron más frecuentes |
21.1 |
12.8,32.7 |
Disminuyeron |
10.9 |
5.2,21.4 |
No responde |
2.1 |
0.6,7.1 |
Actos de carácter sexual o violaciones |
0.6 |
0.4,1.0 |
Frecuencia durante el confinamiento |
||
Se presentaron por primera vez |
11.1 |
3.4,30.9 |
Ya existían y siguieron |
34.9 |
18.7,55.6 |
Fueron más frecuentes |
23.2 |
6.9,54.9 |
Disminuyeron |
13.4 |
3.6,39.2 |
No responde |
17.4 |
7.3,36.1 |
Agresión económica |
2.1 |
1.7,2.6 |
Frecuencia durante el confinamiento |
||
Se presentaron por primera vez |
35.3 |
24.0,48.6 |
Ya existían y siguieron |
41.4 |
30.6,53.2 |
Fueron más frecuentes |
16.2 |
10.0,25.4 |
Disminuyeron |
5.6 |
2.1,14.2 |
No responde |
1.5 |
0.3,7.3 |
IC95%: Intervalo de confianza al 95%
% |
IC95% |
|
5.8 |
5.1,6.6 |
|
Escolaridad |
||
Ninguna/preescolar |
5.6 |
3.4,9.1 |
Primaria |
5.9 |
4.6,7.6 |
Secundaria |
5.6 |
4.3,7.2 |
Preparatoria/estudios técnicos |
6.3 |
4.8,8.2 |
Licenciatura o más |
5.4 |
3.9,7.3 |
Estado civil |
||
Unida |
5.8 |
4.7,6.9 |
No unida |
5.8 |
4.8,6.9 |
Esquema de aseguramiento | ||
Sin derechohabiencia |
6.3 |
5.3,7.5 |
Seguridad social |
5.1 |
4.1,6.4 |
Privado |
4.4 |
1.0,18.0 |
Otro |
4.2 |
0.6,25.3 |
Condición de bienestar (terciles) | ||
Bajo |
7.2* |
5.8,8.9 |
Medio |
5.9 |
4.7,7.3 |
Alto |
4.4 |
3.4,5.8 |
Estrato de urbanidad según tamaño de la localidad | ||
Menos 2 500 |
5.7 |
4.3,7.6 |
2 500-100 000 |
6.3 |
5.1,7.8 |
100 000 o más |
5.5 |
4.5,6.7 |
Regiones |
||
Pacífico-Norte |
6.4 |
4.2,9.5 |
Frontera |
4.6 |
3.0,7.1 |
Pacífico-Centro |
5.9 |
3.9,8.7 |
Centro-Norte |
5.2 |
3.5,7.5 |
Centro |
4.5 |
3.0,6.6 |
Ciudad de México |
7.7 |
5.8,10.2 |
Estado de México |
6.4 |
4.4,9.3 |
Pacífico-Sur |
4.3 |
2.7,6.8 |
Península |
8.1 |
5.4,11.9 |
Al menos un miembro del hogar dejó de recibir ingresos por la contingencia | ||
No |
5.3 |
4.5,6.3 |
Sí |
6.6 |
5.4,8.0 |
Al menos un miembro del hogar perdió el empleo durante el confinamiento | ||
No |
4.7 |
4.0,5.6 |
Sí |
9.2* |
7.3,11.6 |
* Valor p<0.05, prueba de Wald
IC95%: Intervalo de confianza al 95%
Se realizaron pruebas de asociación utilizando el estadístico de Wald. Se construyó un modelo de regresión logística múltiple con variable dependiente de violencia en el hogar y se estimaron razones de momios (RM) y sus IC95% (cuadro IV). Se evaluó la bondad de ajuste del modelo con el estadístico F-ajustada. El modelo mostró un buen ajuste (F=0.638). El análisis estadístico considera el diseño muestral de la encuesta y se realizó con Stata/MP 14.0.*
Variables |
RM |
Significancia |
IC95% |
Edad (años) |
1.00 |
0.468 |
0.99,1.02 |
Escolaridad de la mujer (años) |
1.02 |
0.316 |
0.98,1.06 |
Estado conyugal |
|||
No unida |
1.00 |
||
Unida |
1.03 |
0.839 |
0.77,1.37 |
Condición de bienestar (terciles) | |||
Alto |
1.00 |
||
Medio |
1.42 |
0.093 |
0.94,2.13 |
Bajo |
1.96 |
0.002 |
1.28,2.99 |
Al menos un miembro del hogar perdió el empleo durante el confinamiento | |||
No |
1.00 |
||
Sí |
1.96 |
<0.001 |
1.41,2.73 |
Regiones |
|||
Ciudad de México |
1.00 |
||
Pacífico-Norte |
0.83 |
0.497 |
0.48,1.43 |
Frontera |
0.61 |
0.070 |
0.36,1.04 |
Pacífico-Centro |
0.73 |
0.265 |
0.42,1.27 |
Centro-Norte |
0.66 |
0.115 |
0.39,1.11 |
Centro |
0.48 |
0.006 |
0.29,0.81 |
Estado de México |
0.72 |
0.213 |
0.43,1.21 |
Pacífico-Sur |
0.43 |
0.004 |
0.24,0.76 |
Península |
0.87 |
0.625 |
0.49,1.54 |
IC95%: Intervalo de confianza al 95%
RM: Razón de Momios
Resultados
El cuadro I muestra las características de la población. La edad promedio es de 44 años, con 9.5 años promedio de escolaridad, 30% tenía nivel educativo de primaria o menos y 20% licenciatura o más. El 58% se encontraba unida, 48% cuenta con seguridad social, 30.4% pertenece al tercil bajo en las condiciones de bienestar y una proporción similar se ubica en el tercil medio y alto (34 y 35% respectivamente); 20.5% vive en localidades con menos de 2 500 habitantes y 49.4% con 100 000 o más. Además, por motivos de la contingencia, en 35.9% de los hogares donde habitan estas mujeres alguna persona dejó de recibir ingresos y en 23.1% de los hogares al menos una persona perdió el empleo.
La prevalencia de violencia contra las mujeres adultas en el hogar (cualquier tipo de agresión) durante el confinamiento fue de 5.8%. Los actos más reportados fueron los de tipo emocional (gritos, insultos o amenazas) con 4.3%, seguida por la económica y física (empujones, jalones o golpes) en proporción similar (2.1 y 1.9%, respectivamente) y finalmente por actos de carácter sexual o violaciones con 0.6% (cuadro II).
Cabe señalar que la mayoría de las mujeres que reportaron cualquiera de los tipos de violencia en el hogar ya los habían experimentado antes del confinamiento. Ocho de cada diez reportaron empujones, jalones o golpes previamente (83.8%), lo que ocurrió en casi 8 de cada 10 respecto a gritos, insultos y amenazas (77%) y actos de carácter sexual o violaciones (71.5%) y cerca de dos terceras partes reportaron agresión económica (63.2%). Para todos los tipos de violencia, más de 35% reportó que las agresiones “ya existían y siguieron”. Una de cada cuatro mujeres mencionó que las agresiones “fueron más frecuentes” en el caso de la violencia emocional (22.9%), actos de carácter sexual o violaciones (23.2%), la violencia física (21.1%) y la económica (16.2%). En el caso de la violencia sexual destaca la alta proporción de no respuestas (17.4%). Es de gran interés señalar que los gritos, insultos y amenazas se presentaron por primera vez en 21.8% de las mujeres, mientras que la agresión económica en 35.3%, los actos de carácter sexual o violaciones en 11% y los empujones, jalones o golpes en 14%. La prevalencia de violencia en la familia es mayor en mujeres cuyos hogares tienen una condición de bienestar baja y en los que al menos un integrante del núcleo familiar perdió el empleo durante la contingencia (7.2 y 9.2%, respectivamente) (cuadro III).
El modelo multivariado arrojó que los factores asociados con la violencia contra las mujeres en el hogar se relacionan con los niveles bajos de bienestar, donde se incrementa cerca de dos veces la posibilidad de sufrir violencia (RM=1.96, IC95%: 1.28,2.99), así como vivir en algún hogar donde se perdió por lo menos un empleo debido a la contingencia (RM=1.96, IC95%: 1.41,2.73). Por otra parte, en la región Pacífico-Sur, las posibilidades de reportar violencia doméstica disminuyen en comparación con las mujeres que viven en la Ciudad de México (RM=0.43, IC95%: 0.24,0.76) (cuadro IV).
Discusión
Se encontró que entre el 23 de marzo al 1 de junio de 2020 las mujeres reportaron una prevalencia de 5.8% de agresiones de cualquier tipo. A pesar de las dificultades de comparación con otros estudios por el tipo de preguntas realizadas, vale la pena señalar que una encuesta en línea con 3 818 mujeres adultas alemanas llevada a cabo entre abril y mayo de 2020 mostró que durante el mes que llevaban en confinamiento, 3.09% reportó incidentes de violencia física, 7.67% abuso emocional y 6.58% habían ejercido castigo corporal contra sus hijos. Además, 3.57% había sido obligada por su pareja a tener relaciones sexuales. Los mayores factores de riesgo asociados con la violencia física en Alemania fueron tener malestares de salud mental (OR= 3.41, IC95%: 2.12,5.50) un hijo menor de 10 años (OR= 2.48, IC95%: 1.32,4.64) y preocupaciones financieras (OR= 1.60, IC95%: 0.98,2.61).19
Otro estudio en El Congo mostró que la prevalencia de violencia de pareja fue de 11.7% en mujeres adultas menores de 40 años. Los principales factores de riesgo asociados fueron el nivel socioeconómico bajo (OR= 1.84, IC95%: 1.04,3.24) y estar embarazada (OR= 1.63, IC95%: 1.16,2.29).20 Un estudio en línea con 687 mujeres árabes en Jordania arrojó una prevalencia de violencia doméstica de 40% durante los meses de confinamiento, de ellas, sólo 10% había experimentado algún abuso por parte de su pareja en el pasado. Entre los predictores, encontraron que tener un trabajo incrementaba el riesgo y lo atribuyeron a las tensiones entre los cuidados y la atención que requería el teletrabajo.21
En México, el único referente comparativo es la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (Endireh 2016),9 la cual reportó que sin considerar al esposo o pareja, 10.3% de las mujeres de 15 años o más había padecido violencia en su contra por parte de algún integrante de su familia durante los 12 meses previos, y que 8.1% reportó violencia emocional, 3.1% económica o patrimonial, 2.8% violencia física y 1.1% violencia sexual, siendo las jóvenes de 15 a 24 años las que reportaron más violencia en el ámbito familiar (15.8%). Asimismo, 25.6% de las mujeres de 15 años o más habían experimentado violencia por parte de su actual o última pareja durante los 12 meses anteriores a la encuesta: 23.2% refirió violencia emocional, 10% violencia económica o patrimonial, 6.5% violencia física y 2.1% violencia sexual.
En ese contexto, es posible suponer que la Ensanut 2020 Covid-19 presenta una posible subestimación de la violencia en el hogar. Se ha reportado previamente que cuando las encuestas generales de salud introducen preguntas sobre violencia se observa un subreporte, lo cual constituye una de las principales limitaciones del estudio.22 Lo anterior es particularmente visible al observar la alta proporción de no respuestas en la pregunta sobre actos de violencia sexual. No obstante, una fortaleza de los resultados de este estudio es que derivan de una muestra representativa y no de llamadas telefónicas o de datos de servicios especializados, lo cual refuerza lo que en otros países se está reportando acerca del incremento de violencia contra las mujeres en el hogar durante la pandemia.17
Los hallazgos apuntan a la importancia de los factores familiares y comunitarios, vinculados con la pérdida de algún empleo y con bajas condiciones de bienestar en términos de las características de las viviendas, así como los bienes y servicios disponibles en los hogares. En ese sentido, Usta23 señala en su revisión de literatura que el aumento de la violencia contra las mujeres en el hogar durante el confinamiento pandémico ha sido producto, entre otros aspectos, del incremento de tensiones entre los integrantes de los hogares y de las dificultades económicas.24 Otras revisiones reportan los siguientes elementos: el aislamiento social y el aumento de los intentos de los abusadores de ejercer poder y control coercitivo, el desempleo, la angustia económica, el conflicto conyugal y el uso y abuso de sustancias, entre otros.25,26 A nivel comunitario destaca que se hayan encontrado diferencias en la prevalencia de la violencia en relación con las regiones geográficas, lo cual concuerda con otros estudios.24
Conclusiones
Los resultados de este estudio dan cuenta de la existencia de la violencia hacia las mujeres en el hogar. Una de cada dos mujeres que reportaron estas agresiones respondió que éstas ya estaban presentes y continuaron con igual o mayor frecuencia durante el confinamiento, incluida la violencia sexual. Por otro lado, entre 11.1 y 35.3% de las mujeres reportaron que experimentaron algún tipo de violencia en su hogar por vez primera al implementarse el confinamiento como una estrategia para la mitigación del contagio de Covid-19 en México.
Estos datos son similares a lo reportado en otras latitudes del mundo, aun con situaciones diferentes en el confinamiento en sí mismo (por ejemplo, si era o no obligatorio). A partir de ello es posible hipotetizar que las condiciones de violencia en el hogar previas al confinamiento jugaron un papel decisivo en los incrementos de los incidentes violentos. Lo anterior pone de manifiesto la vulnerabilidad de las mujeres en situaciones de desastres y emergencias sanitarias como la pandemia de Covid-19.27
Es urgente retomar esta experiencia nacional para no suspender los servicios de apoyo a las mujeres en situación de violencia y considerar estos servicios como una actividad esencial para emergencias futuras, así como buscar formas novedosas que posibiliten el acceso a recursos en condiciones de aislamiento social y confinamiento.