SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.36 número143Guillaume Gaudin, Thomas Calvo (préface), Penser et gouverner le Nouveau Monde au XVIIe siècle: l'empire de papier de Juan Diez de la Calle, commis du Conseil des Indes índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.36 no.143 Zamora sep. 2015

 

Reseñas

Gladys Lizama Silva, Llamarse Martínez Negrete. Familia, redes y economía en Guadalajara, México, Siglo XIX

Carlos Riojas López* 

*Departamento de Estudios Regionales-CUCEA, Universidad de Guadalajara. Correo electrónico: riojas.carlos@gmail.com

Lizama Silva, Gladys. Llamarse Martínez Negrete. Familia, redes y economía en Guadalajara, México, Siglo XIX. Zamora: El Colegio de Michoacán, 2013. 394p.


¿Cómo fue posible la quiebra de la Compañía Francisco Martínez Negrete e Hijos al inicio del siglo XX, después de largos años de un aparente éxito que incluyó a dos generaciones de empresarios en el centro-occidente de México? Precisamente, creo que en el aparente éxito radica la clave de lo sucedido. Llamarse Martínez Negrete es una obra compleja, bien documentada, con excelentes mapas y gráficos, que da testimonio del profundo trabajo de investigación de su autora (donde tiempo, espacio y sujeto son claros). Con base en lo anterior, considero que de este libro pueden hacerse varias lecturas. Se puede leer lo que Lizama escribe en el sentido más literal del término. Asimismo, es factible examinar el texto entre líneas. Y, por supuesto, leer lo que no se dice, pero que salta a la vista gracias a una lectura perspicaz e imaginativa. Por lo tanto, iniciaré mi exposición abordando las dos primeras posibilidades de lectura, que son las más evidentes, posteriormente, intentaré señalar algunos aspectos de la tercera con la finalidad de impulsar la discusión, pero evitaré caer en un terreno meramente especulativo. Más bien mi objetivo radica en dejar abierta la puerta para un intercambio futuro de opiniones que vaya más allá de esta reseña.

Llamarse Martínez Negrete seguramente será una de las piezas clave de una prolífica producción de trabajos históricos que nos dan cuenta de la trayectoria de una exitosa generación de historiadores en nuestro medio, la cual ha trabajado incesantemente desde al menos tres lustros. Un prominente miembro de esta generación es Gladys Lizama, quien ha invertido gran parte de su tiempo en estudiar el desenvolvimiento empresarial en el centro occidente de México, con un énfasis especial en Michoacán (Zamora fundamentalmente)1 y Jalisco (la ciudad de Guadalajara y su variable Hinterland).2 Otros miembros sobresalientes son los David Carbajal López (homónimos, uno nacido en Jalisco3 y el otro en Veracruz4), Elisa Cárdenas,5 Roberto Miranda Guerrero6 (a quien recuerdo con admiración), Federico de la Torre7 y Sergio Valerio Ulloa, entre otras y otros.8 ¿Por qué es importante mencionar esta generación? Porque ellos le cambiaron el rostro a los estudios históricos de nuestra región, que aún transita de lo que llamo la historia testimonial (la mera compilación de hechos relativamente ordenados con la pretensión cuasi única de darlos a conocer) a una historia científica (especialmente aquélla vinculada con la teoría económica), que a través de diferentes metodologías, enfoques, comprobaciones y refutaciones empíricas busca explicar la naturaleza misma del desenvolvimiento de nuestras sociedades a través del tiempo, con el objetivo de encontrar respuestas y relacionarlas con los principales desafíos que hemos enfrentado como comunidad. Por lo tanto, propongo que este libro no se lea de manera aislada, sino más bien, en el contexto de una producción historiográfica que entrelaza sutilmente múltiples interpretaciones con base en el análisis histórico de nuestro entorno inmediato. Considerar a Llamarse Martínez Negrete como una obra singular empobrecería la amplia perspectiva que pretende alcanzar este texto en el marco de una generación que camina a paso firme hacia la consolidación de la historia científica en nuestra entidad.

Lo que se lee en este libro es una historia. Una historia en el más amplio sentido de la palabra, cuyos protagonistas principales se originan de una familia de vascos que emigró hacia México en un contexto sociopolítico y económico complejo, como lo fueron las primeras décadas del siglo XIX. Se trata de una especie de segunda conquista, no territorial e institucionalizada, sino más bien una conquista que buscaba fortuna, renombre y riquezas. Asimismo, nos relata de manera global cómo se tejieron las distintas relaciones sociales que serían la base de los posteriores éxitos económicos, mientras que de forma particular se aborda lo que es la biografía empresarial, es decir, una pequeña y profunda pausa en la vida de estas personas, con la finalidad de entender qué significaba ser empresario en aquel contexto decimonónico en la ciudad de Guadalajara. Esta biografía, según lo muestra la autora, se sustentaba en dos grandes pilares como lo fueron el crédito y las finanzas. Hasta aquí, digamos que la historia es una historia feliz, de éxito. Sin embargo, a través del texto encontramos una serie de eventos que vistos aisladamente no adquieren un verdadero significado sino hasta que se acumulan, se intrincan, se retroalimentan y dan pauta al surgimiento del imprescindible drama de cualquier historia bien narrada: La quiebra.

Este último párrafo es un resumen de lo que el lector encontrará en el libro. Obviamente mi síntesis no satisfará a todas las personas, por eso los invito a conocer esta obra por su propia cuenta. Si se lee de una manera tradicional, es decir; sólo poniendo atención a lo que está expuesto literalmente, descubrirán algo muy similar a lo señalado hasta el momento. Pero, creo que existen varias estrategias de lectura; a continuación me gustaría abordar una segunda: leer entre líneas.

"Contar la historia de una fortuna de dos generaciones de la familia Martínez Negrete en el siglo XIX" (p. 9), es lo que se propone como objetivo Gladys Lizama. Es importante, a pesar del discurso triunfalista de la modernización que prevalece en la historiografía del periodo y el cual se reproduce en el texto, recordar que precisamente durante este tiempo fue cuando se sentaron las bases de un proceso sustentable de subdesarrollo en México, retroalimentado por fenómenos de índole exógena y endógena. Esta percepción triunfalista del advenimiento del sistema capitalista de producción tiene como fuente principal una literatura eurocentrista, la cual ha intentado imponer su visión sobre el desempeño del capitalismo occidental a nivel global, entre sus máximos exponentes se pueden reconocer autores como David Landes, Jan de Vries o Joel Mokyr.

Entonces, ¿cuál fue el papel que los Martínez Negrete jugaron en este fenómeno, si lo vemos desde el punto de vista local? Los principales beneficiados de la quiebra no fueron los deudores directos, sino más bien, ciertos grupos empresariales con sólidos vínculos en el extranjero quienes recibieron la transferencia de una proporción importante de la riqueza concentrada durante décadas, la debacle de los Martínez Negrete favoreció ampliamente a estos últimos grupos empresariales. ¿Acaso estamos ante un escenario de flujo de recursos hacia el exterior en detrimento del desarrollo local? Habrá que seguir investigando, este tema no se aborda en el libro.

Por otra parte, el patrón de acumulación descrito, vía transacciones mercantiles, puede ser considerado como un patrón de orden Smithiano, sustentado en los principios básicos de la economía clásica cuya propuesta estelar fue la aún escuchada recomendación ricardiana, que consiste en no proteger actividades clave, como industrias o manufacturas, sino más bien concentrarse en las ventajas comparativas gracias al libre comercio y a la dotación "natural" de recursos: fuente inagotable de subdesarrollo. Es decir, sus influencias resultaron desastrosas para nuestro proceso de desarrollo, las cuales aún hacen mella ante una postura acrítica a las mismas. ¿Qué industria podría resultar exitosa cuando todas las costumbres o rutinas económicas se sustentaban en una lógica comercial (especuladora) donde aprendizaje, conocimiento o emulación de casos exitosos brillaban por su ausencia?

Si concebimos el ambiente institucional bajo el espectro de las teorías del neoinstitucionalismo económico se genera un desafío interpretativo para el historiador. Por ejemplo, la formalización de las operaciones mercantiles bajo la sombra de las instituciones emanadas de la república se dio hasta la aparición del Código de Comercio de 1854; anteriormente, este tipo de transacciones se basaba, según lo muestra Lizama, en las Ordenanzas de Bilbao de 1737 o La Novísima Recopilación (p. 85). Esta situación resulta interesante porque la formalización de dichas operaciones obviamente no se dio de manera automática, sino más bien fue un lento proceso donde se detectan y documentan una serie de prácticas que pudiéramos llamar semiformales o, en su defecto, semiinformales. Conceptos que ni el mismísimo Douglas C. North ha contemplado al interior de esta corriente de pensamiento económico, los cuales serían susceptibles de explorarse más en el contexto de la formación de sociedades subdesarrolladas como la nuestra.

Un desafío similar surge cuando se trata de hacer una tipificación de los actores económicos con base en estrechos conceptos como empresario o comerciante. Todo comerciante es empresario, pero no todo empresario es comerciante. Este hueco conceptual da la pauta a una variedad de actores cuya única constante es la inminente hibridación gracias a la adquisición variada de fenotipos y genotipos. Por ejemplo, los dos personajes que la obra analiza a detalle pudieran clasificarse como: empresario, prestamista, banquero, terrateniente, casa teniente, especulador, cuasi industrial, etcétera, es decir; estamos frente a un engendro empresarial difícilmente catalogable en las taxonomías hasta ahora aceptadas.

¿Acaso lo anterior nos impide hacer una historia económica de calidad? Claro que no, la muestra es el presente libro. Pero, sí es importante tomar en cuenta estas limitaciones e interpretar con cautela ante la aparición de notables oxímorones tales como el noble-capitalista o moderno- tradicional empresario. Otra situación que me llamó la atención es el desenvolvimiento del crony capitalism, cuyo término climatizado al contexto tapatío bien pudiera aceptarse como el capitalismo de compadres y, por qué no, también capitalismo de comadres, cuyo activo empresarial por excelencia ha sido la relación social (donde se incluyen los vínculos familiares), no así la innovación, la eficacia en los procesos productivos y el intercambio de conocimientos.

Por último, señalaré algunos elementos que no se abordan en este libro, pero que considero importantes. Me gustaría iniciar con la referencia al concepto de red, el cual es un componente central en este trabajo. Creo que la definición que se usa (p. 70) estorba más de lo que ayuda. Sin embargo, posteriormente se mejora un poco esta situación al mencionar que: "La red necesita tejerse y para tejer una red es necesario hacer nudos" (la autora cita a Tarragó y Barriera en la página 71). Por lo tanto, descubrimos dos conceptos clave que no se señalan: el nodo y el vínculo conector donde circulará el flujo (con cierto ritmo y densidad). No obstante, creo que las redes tejidas por estos personajes se describen de una forma muy estática. Pero, ¿qué es lo que le da dinamismo a la red, sobre todo, a una red empresarial? Pienso que son el flujo de conocimiento e innovación, elementos que definitivamente no encontré en esta historia.

Tal y como está diseñada la obra, un objetivo central sería una explicación amplia sobre la quiebra de la Compañía. Sin embargo, sólo se da testimonio de la misma y no de sus causas. De nuestra parte, proponemos como hipótesis las limitantes que tuvo Francisco Martínez Negrete Alba como incipiente industrial, donde según la información presentada en el libro, resultó catastrófica junto con las actividades relacionadas con la creación de infraestructura hídrica en los alrededores de la ciudad. Finalmente, si me lo permiten, me gustaría recomendar a la autora de este libro, así como a los otros miembros de esta exitosa generación de historiadores, acercarse a la geografía económica evolutiva, la cual puede constituirse un referente teórico metodológico útil, dada la agenda de investigación que se han trazado.

1Gladys Lizama Silva, Zamora en el Porfiriato: Familias, fortunas y economía, Zamora, El Colegio de Michoacán, Ayuntamiento de Zamora, 2000.

2Gladys Lizama Silva, Correspondencia de Francisco Martínez Negrete Alba, Guadalajara, México, 1903 y 1904. Capital social y vida cotidiana, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2011.

3David Carbajal López, La población en Bolaños. 1740-1848. Dinámica demográfica, familia y mestizaje, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2008

4David Carbajal López, coord., Catolicismo y sociedad, nueve miradas, siglos XVII-XXI, México, Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de los Lagos, Miguel Ángel Porrúa, 2013.

5Elisa Cárdenas Ayala, El derrumbe: Jalisco, microcosmos de la revolución mexicana, México, Tusquets, 2010.

6Roberto Miranda Guerrero, La economía de la Nueva Galicia durante la época de la Independencia, México, Universidad de Guadalajara, 2004.

7Federico de la Torre, El patrimonio industrial jalisciense del siglo XIX: entre fábricas de textiles, de papel y de fierro, México, Gobierno del Estado de Jalisco-Secretaría de Cultura, 2007.

8Sergio Valerio Ulloa, Entre lo dulce y lo salado. Bellavista: genealogía de un latifundio (siglos XVI y XX), México, Universidad de Guadalajara, 2012.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons