Del ideal unionista hasta las fracturas políticas generadas por los conflictos armados desarrollados en las décadas de 1970 y 1980, de las luchas pasadas para establecer fronteras nacionales hasta las luchas actuales para regular o impedir el paso de los migrantes y refugiados, de los centros de poder económico y político hasta los márgenes donde las instituciones estatales siempre estuvieron ausentes,1 el espacio centroamericano constituye un territorio contrastado y marcado por las movilidades de personas y de ideas.
Los artículos reunidos en este número proponen interrogar la complejidad del paisaje centroamericano a través de la problemática de las circulaciones y las reconfiguraciones que generan.2 Esta temática es particularmente indicada para entender los procesos históricos de la región, dado que América Central se ha desempeñado como un puente entre dos subcontinentes y también entre dos océanos. Su condición ístmica ha determinado en gran parte su importancia geoestratégica (Granados, 1985), así como las relaciones económicas, sociales y políticas que se desarrollaron dentro del espacio centroamericano (Acuña, 2015). A partir de una pluralidad de miradas disciplinarias (Historia, Literatura y Derecho), los análisis aquí presentados rastrean la historia contemporánea del istmo haciendo hincapié en las dinámicas internas, los conflictos entre Estados, la porosidad de las fronteras entre grupos y espacios, así como los juegos de representaciones de las “comunidades imaginadas” (Anderson, 1996).
Es necesario conservar una distancia crítica en la elaboración del pensamiento sobre la historia “centroamericana”. Mientras aquí enfatizamos la importancia de destacar y establecer vínculos entre los trabajos sobre América Central, las identidades nacionales siguen siendo un punto de referencia que no debe ignorarse. La producción de la literatura académica refleja la historia regional y las relaciones de poder entre Estados, por ejemplo con la prominencia de publicaciones costarricenses.3 También predominan trabajos cuyos límites de cuestionamiento corresponden a los de las fronteras nacionales. Esta tendencia es más acentuada en tanto que, a pesar de algunos intentos por compilar documentos a nivel regional, la actual dispersión de fuentes representa un desafío para los investigadores que desean desarrollar sus estudios en varios países.4 Por lo tanto, el interés de cuestionar este espacio a través de las rupturas y continuidades que han marcado la época contemporánea es aún más fuerte.
Al insistir en el estudio de los fenómenos de circulación se trata de romper con el “nacionalismo metodológico” aún presente en las Ciencias Humanas y Sociales. El Estado-nación como categoría de análisis puede ser cuestionado desarrollando investigaciones a diferentes niveles: local, regional y transnacional. Sin adoptar una concepción jerárquica entre los espacios, los trabajos deben ser llevados a cabo según un juego de escala movedizo (Saunier, 2004). Los estudios actuales sobre los desafíos contemporáneos relacionados con los espacios fronterizos (Lestage, 2009; Chavarochette, 2011) y las dinámicas sociales y culturales transfronterizas (Pédron-Colombani, 2016; Chavarochette y Philippe, 2009) entre América Central, México y Estados Unidos han mostrado el interés de abordar los fenómenos multi-situados.
La intervención de potencias extranjeras (en particular España, Gran Bretaña, Estados Unidos y China más recientemente) ha tenido repercusiones determinantes sobre la construcción de las naciones centroamericanas (Couffignal, 1992).5 Particularmente porosas, las fronteras centroamericanas son, por sí mismas, espacios geográficos propicios al estudio de las interacciones entre los pueblos (Bovin, 1997). De hecho, instancias regionales han apoyado durante las últimas décadas la cooperación transfronteriza como “un instrumento de integración y una herramienta de resolución de conflictos”(Medina-Nicolas, 2009). No se trata de ignorar la importancia del intercambio local-internacional que permite cuestionar las relaciones de las poblaciones con el Estado (Duterme, 2017), sin embargo, el estudio de tales dinámicas también puede vincularse con el conocimiento de las especificidades regionales, en particular con el diálogo entre las diferentes situaciones nacionales y el ideal unionista (Lacaze, 2018).
El interés de este enfoque es poner de relieve el dinamismo de los mecanismos de transferencia, de conexión, de articulación o de “transacción” (Weber, 2001) en relación con las categorías de negociación y de apropiación elaboradas por Paul Ricœur (2000). Al adoptar esta perspectiva, que destaca el análisis de las interacciones tanto al nivel de los individuos como de las instituciones, se puede producir una reflexión que supera las dicotomías, sin negar la existencia de líneas divisorias. La idea de circulación implica pensar de manera articulada el espacio y el tiempo, y permite captar la complejidad de las relaciones entre poblaciones o entre gobiernos. Los movimientos de individuos, objetos y representaciones se entrecruzan y se expresan en el imaginario, lo que Appadurai (2001) traduce con la noción de “flujo”. Puede ser difícil abordar las producciones culturales y las representaciones como objetos en circulación, dada la tentación de limitarse a su descripción en un contexto sociocultural específico. Sin embargo, si existe la posibilidad de hablar de una identidad centroamericana, su riqueza reside precisamente en la diversidad, como lo expresan las producciones artísticas, literarias en particular (Cortés, 2016). Las condiciones de producción y de recepción influencian las modalidades y el uso de los objetos en circulación (Bourdieu, 2002) sobre todo en el istmo, que se caracteriza por su gran pluralidad étnica y cultural. Los dos fenómenos están íntimamente ligados, ya que todo producto cultural se inscribe en un registro compartido entre el locutor y el receptor al cual se dirige (Prost, 1997).
Este dossier temático tiene como objetivo subrayar las interrelaciones dentro del istmo desde el siglo XIX hasta nuestros días, e insistir particularmente en dos escalas de referencia identitaria que operan en América Central: la de los Estados y la del istmo. Numerosos intentos unionistas, pacíficos o militares fueron promovidos desde el siglo XIX porque los Estados centroamericanos dudaron de su viabilidad política y económica. El proceso de integración centroamericana, percibido durante mucho tiempo como una necesidad histórica, sigue vigente hoy en día. Los trabajos presentados en este número aportan entonces una mirada específica sobre la historia pasada y presente de América Central, enfocándose en las circulaciones de los individuos (comerciantes, militares, intelectuales, migrantes), los objetos (obras literarias, literatura académica, mercancías), y las transformaciones de las representaciones identitarias y sociales. La sucesión de los artículos respeta el orden cronológico, desde el periodo que sigue a la independencia y las guerras federales durante la primera mitad del siglo XIX (Clara Pérez Fabregat), las décadas de 1950 y 1960 cuando reaparece una corriente de integración política y económica (Carlos Sancho Domingo), la época revolucionaria que continúa hasta los años de 1980 (Edgar Romero Figueroa), hasta la gestión actual de los flujos migratorios (Esteban Vargas-Maza). La conjunción de los artículos deja ver las dinámicas entre los poderes estatales y la sociedad civil a escala regional, entre discursos oficiales y realidades locales complejas.
La independencia de América Central se realizó sin confrontación armada con la corona española. Un caso particular en la historia de la América Hispánica. Tras la caída del Imperio Mexicano en 1823, una asamblea constituyente dio origen a la República Federal de América Central uniendo cinco provincias: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.6 El periodo federal se caracterizó por la lucha política y militar entre las élites locales, sobre todo entre guatemaltecos y salvadoreños. Los primeros buscaban conservar su predominio heredado del sistema colonial mientras que los segundos deseaban extender su esfera de influencia (tanto política como económica). La República Federal duró poco tiempo. Marcada por la figura del liberal hondureño Francisco Morazán, quien la dirigió entre 1830 y 1839, se derrumbó con el exilio y posterior fusilamiento de este caudillo. América Central entró entonces en un periodo caracterizado por la hegemonía del guatemalteco Rafael Carrera, de tendencia conservadora, mientras que los partidarios de Morazán y los liberales centroamericanos intentaban reorganizarse a nivel regional.
El artículo de Pérez Fabregat propone un análisis detallado de estos juegos de influencia a partir de un espacio específico que denomina “Arco de Conchagua”, territorio compartido entre El Salvador, Honduras y Nicaragua, alrededor del Golfo de Fonseca. Este trabajo muestra cómo la minoría dominante del oriente salvadoreño se apropió del unionismo centroamericano en un contexto en el cual los circuitos económicos y políticos superaban las fronteras estatales. Según la autora, tanto las redes tejidas desde la época tardocolonial como las guerras federales y post-federales generaron actores interregionales. El eje San Miguel-La Unión-León constituyó en la región un proyecto alternativo al control de Guatemala, que fue efectivo hasta 1850, cuando el descubrimiento de oro en California desplazara la atención hacia el Pacífico.
Los Estados tardaron en declarar su independencia ante la República Federal y el ideal unionista perduró como la promesa de construir una nación próspera y reconocida a nivel internacional. En cierta medida, este ideal dificultó la consolidación de identidades nacionales (Díaz, 2005). Sin embargo, los sentimientos de pertenencia no son excluyentes: el unionismo ha sido incorporado en los discursos de cada Estado y la referencia a la comunidad centroamericana siguió vigente en los nacionalismos particulares (Cuenin, 2010). A principios del siglo XX, nuevas ideologías cuestionaron el modelo liberal de Nación abogando por un unionismo más cercano al pueblo (Casaús y García, 2005). Pero fracasó el intento de reconstruir una Federación para el centenario de la independencia en 1921. Hubo que esperar hasta los años de 1960 para que el proceso se renovara, sobre todo en la dimensión económica con la creación del Mercado Común Centroamericano.
En este contexto, el Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) en 1949 propuso un ambicioso proyecto de cooperación académica, lo que dio lugar al efímero Instituto de Estudios Centroamericanos (IECA) entre 1972 y 1975, adscrito a la Universidad de Costa Rica. El artículo de Sancho Domingo destaca las etapas de este proyecto -uno de sus principales frutos es el aún vigente Anuario de Estudios Centroamericanos- y evidencia las dificultades que las diversas instituciones encontraron para llevarlo a cabo. Al abordar esta iniciativa inacabada de una producción científica común, el trabajo del autor también muestra cómo la difícil circulación de los archivos entre los distintos países ha tenido un papel en la elaboración de la historia del istmo, y cómo influye aún en los recursos a disposición de los historiadores.
Ante esta historia compleja, marcada por acercamientos y rupturas, por la defensa de los intereses nacionales frente a un ideal unionista articulado al deseo de reconocimiento internacional, la idea de una identidad centroamericana no es evidente. Las fronteras territoriales de los Estados se han establecido de manera definitiva a mediados del siglo XX y todavía en la actualidad son fuentes de disputas. Paradójicamente, en los años de la década de 1960 se desarrollaron ideologías políticas cuya aplicación cuestionaba los límites del ideal supranacional. El marxismo, reivindicado por los movimientos guerrilleros, se dirigía al pueblo en una lógica universalista, y el conjunto del istmo se vio afectado por los conflictos armados que tuvieron lugar en Guatemala, Nicaragua y El Salvador.
En este ámbito, se generaron producciones literarias específicas dentro de la región centroamericana, articulando la poesía y testimonios7 de fuerte dimensión política. El trabajo de Romero Figueroa estudia textos poéticos producidos por Ernesto Cardenal (Nicaragua), Roque Dalton (El Salvador), Roberto Sosa (Honduras) y Otto René Castillo (Guatemala). El autor propone hablar de una “antipoesía” ligada a una retórica revolucionaria. Su análisis destaca el lenguaje común utilizado por los poetas que buscaban difundir sus ideas más allá de un círculo literario y propagar un mensaje entre el conjunto del pueblo.
El proceso de “pacificación” durante la década de 1990 también se dio a nivel regional, y la lógica neoliberal que ha prevalecido posteriormente aboga por una cierta eliminación de las fronteras. Esta, sin embargo, tiene más realidad para el movimiento de mercancías que para la circulación de individuos. Los ideales humanistas reivindicados por los poetas contrastan con la brutalidad concreta de las políticas migratorias estudiadas por Esteban Vargas-Mazas. Su trabajo sobre la legislación relativa a la circulación de personas dentro del istmo destaca cómo la voluntad de los Estados de colaborar a nivel centroamericano, inspirándose en otras asociaciones de países tales como la Unión Europea, entra en conflicto con las preocupaciones nacionales. Expresión de la voluntad declarada de una gestión común de algunos retos políticos y económicos, el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) es el organismo competente ante la coyuntura migratoria acaecida entre el 2013 y 2018. Sin embargo, los juegos de poder entre Estados, y la posición manifestada por Costa Rica en particular, influyen profundamente en la aplicación efectiva de las normas legislativas.
En esta sección temática, escogimos considerar a América Central como una entidad global, unida por una historia compartida y una proximidad geográfica. Las contribuciones permiten reflexionar sobre una diversidad de espacios nacionales, de Guatemala a Costa Rica, pasando por Honduras, El Salvador, Nicaragua, Belice, Panamá, e incluso República Dominicana. Estos últimos países, forjados por procesos históricos diferentes, hoy forman parte de la integración regional. Enfocarse en el tema de las circulaciones nos obliga a considerar las interrelaciones entre diferentes niveles de análisis, mostrando el interés de traspasar las fronteras nacionales y establecer vínculos entre los diversos espacios. Estas reflexiones podrán relacionarse con otros enfoques, en particular desde la antropología, abriendo un diálogo a nivel local y microlocal. Esperamos que la lectura de este dossier destaque la pertinencia de un enfoque reflexivo sobre la producción de conocimientos acerca de América Central.