El primer caso de Covid-19 se conoció en México el 28 de febrero de 2020, aproximadamente dos meses después de que se anuncia el brote epidemiológico en Wuhan, China. Mientras la epidemia avanzaba en países de Asia y Europa, los mexicanos -a lo lejos- fuimos siendo testigos de sus impactos en los ámbitos de salud y servicios de salud, y de los efectos poblacionales de las medidas para contenerla y mitigarla socialmente. Sin tratamiento ni vacuna, las respuestas de salud pública basadas en medidas no farmacológicas se vuelven prioritarias, a pesar de que muchas de ellas implican un enorme costo social, económico y político. Entre las medidas más importantes para el control de la epidemia han estado el distanciamiento y el aislamiento físico, la restricción de movimiento de personas, la suspensión de actividades no esenciales y, dentro de ellas, el cierre de escuelas y universidades. Con el avance de la pandemia, la reapertura de universidades ha sido un dilema, principalmente cuando éstas son privadas y están bajo presiones económicas. Hasta ahora las experiencias para regresar a las actividades presenciales en las universidades muestran que sólo pueden abrirse exitosamente cuando la propagación comunitaria está prácticamente eliminada (CDC, 2010; Gavin y Walensky, 2020; Cheng et al., 2020).
Siguiendo estos lineamientos, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) suspendió totalmente sus actividades presenciales a partir del 20 de marzo de 2020, fecha en la que la comunidad de la UNAM empezó a experimentar más directamente las medidas de confinamiento, de trabajo y estudio en casa. Esto ha llevado a una reorganización en todas las dimensiones de la vida cotidiana de los universitarios así como de sus familias, provocando una dinámica de múltiples efectos en los diferentes ámbitos de la vida, situaciones que hombres y mujeres están experimentando en forma diferente.
Sin dejar de reconocer la histórica deficiencia en la investigación que incorpore las diferencias por sexo y género en la salud-enfermedad-atención, es importante señalar que en el caso de la pandemia de Covid-19 se ha venido identificando una mayor preocupación por documentar los diferenciales entre mujeres y hombres (PNUD, 2020; Turquet y Koissy-Kpein, 2020; Manrique de Lara y Medina, 2020). Para fines analíticos -y no conceptuales-, la investigación sobre la influencia del sexo y el género en la pandemia de Covid 19 se puede dividir en vertientes: la primera es la relación con la infección, morbilidad y mortalidad, y la segunda es la relación entre el género y los efectos derivados de las medidas asociadas a la emergencia sanitaria.
En cuanto al primer aspecto, que llamaremos biológico-médico-epidemiológico, la preocupación se ha orientado a investigar la influencia de los mecanismos asociados con los factores genéticos, epigenéticos, hormonales, inmunológicos y fisiológicos del sexo en la enfermedad y letalidad. Entre los hallazgos preliminares se identifica que la exposición al riesgo afecta en forma diferencial a mujeres y varones según la edad. Por ejemplo, los varones mayores de 20 años contagiados de SARs-Cov-2 tienen un mayor riesgo de evolucionar con una enfermedad severa y de morir al infectarse, pero las mujeres que están entre los 10 y 50 años tienen un mayor riesgo de infectarse (Scavini y Piemonti, 2020). Sobre esta situación se han propuesto una serie de hipótesis, entre las que sobresalen aquellas que apuntan a diferencias inmunológicas asociadas con el sexo (Peckham et al., 2020; Scully et al., 2020).
Fuera del enfoque orientado a la biomedicina y la epidemiología, de menor interés (sobre todo en los meses iniciales de la pandemia) ha sido el estudio de los diferenciales por género en otros ámbitos de esta crisis, como son los efectos sociales, psicológicos y de salud (no Covid-19) derivados de las medidas adoptadas por la emergencia sanitaria. Las construcciones sociales, como las normas y los patrones culturales que imponen los roles que mujeres y varones desempeñan en la sociedad, están siendo factores determinantes de los impactos diferenciados por género en los efectos de la epidemia de Covid-19, por lo que diversas organizaciones internacionales han venido exhortando a que el enfoque de género se integre en el diseño de las intervenciones económicas y sociales de respuesta (PNUD, 2020). Entre las diferencias asociadas con el género están, entre otros ejemplos, los papeles tradicionales del varón como proveedor del hogar y los tipos de trabajos más frecuentes en los varones, que en mayor medida los llevan a tener su empleo fuera de casa, situaciones que los exponen a un mayor riesgo de contagio (Bernales y Figueroa, 2016; Henriques, 2020). Por otro lado, también se han señalado múltiples circunstancias por las que la mujer está más expuesta a contagios, como es el caso del sector salud y social, donde a nivel mundial 70% de los trabajadores son mujeres (Boniol et al., 2019; Wenham, Smith y Morgan, 2020; WHO, 2019). Cabe mencionar que adicionalmente, en México se reporta una mayor mortalidad por Covid-19 en personal sanitario, por lo que es de esperarse que las mujeres trabajadoras en este sector estén expuestas a un mayor riesgo que los hombres a nivel mundial (Agren, 2020; Guerrero-Torres et al., 2020).
La mujer está llevando la mayor carga del impacto de la pandemia a través de múltiples mecanismos, como la suspensión de empleos informales y en el sector de servicios de actividades no esenciales; al tener que quedarse en casa, estudiar y/o realizar el trabajo remunerado dentro del hogar, con el incremento de la carga de trabajo derivado de la limpieza de la casa de manera exhaustiva como medida de prevención de contagios, con la atención extra a los hijos para brindar apoyo en las actividades escolares virtuales, con el cuidado de enfermos y personas mayores, con la dificultad adicional de estar solas y no tener el apoyo social acostumbrado; y en las mujeres sin pareja y con hijos la angustia de enfermarse, fallecer y dejarlos desamparados (Gómez, 2020; Bandiera et al., 2018; UNWOMEN Data Hub, 2020; Duerto-Valero y Tinonin, 2020). Aunado a lo anterior, el aumento del desempleo genera tensiones en los hogares, impactando en el incremento en la violencia doméstica (Davies et al., 2020; Peterman et al., 2020).
Documentar esta situación es importante, con el fin de visibilizar los diferenciales por género y facilitar la identificación de las intervenciones más adecuadas durante y después de los eventos críticos que respondan equitativamente a los diversos factores que han dado origen a los impactos desiguales entre mujeres y varones y a las necesidades diferenciales que han provocado. Al igual que en el caso de otros factores de desigualdad social, los diferenciales por género en momentos de crisis sanitarias no son nuevos, sino que se profundizan, ya que se derivan de los problemas de inequidad subyacentes en la estructura económica, social y cultural (Doyal, 1995) que las crisis ponen en evidencia (Busso y Messina, 2020). Sin embargo, al ser socialmente creadas, al igual que en otros desastres, estas problemáticas deben ser contextualmente analizadas considerando las condiciones de las poblaciones particulares donde se presentan y el tipo de crisis de la que se trate (Velázquez-Gutiérrez, 2018).
El análisis que aquí se presenta está basado en la encuesta “Efectos de la pandemia de Covid-19 en la comunidad universitaria” e incluye un análisis por género de la información obtenida en la segunda investigación desarrollada sobre los efectos de las pandemias en la comunidad de la UNAM en los últimos 11 años: influenza A(H1N1) y Covid-19. El primer estudio se realizó en 2009, “Opiniones de los universitarios sobre el nuevo virus de influenza humana y sus efectos sociales” (Infante et al., 2009). El primer propósito de estos dos estudios ha sido proporcionar información útil para la comunidad y autoridades universitarias para la toma de decisiones sobre las estrategias para continuar con las labores de la Universidad. Documentar el impacto de la pandemia en la comunidad de la UNAM es fundamental para identificar formas de respuesta equitativas durante y después de los momentos críticos de la pandemia, según las necesidades de cada población, para lo que será una difícil recuperación y más para poblaciones en las que se demuestre una mayor vulnerabilidad a los impactos de las emergencias epidemiológicas que hemos estado enfrentando.
Los resultados del análisis, que compara el efecto diferencial de la epidemia de Covid-19 entre los estudiantes, el personal académico y el administrativo de la UNAM, fueron difundidos ampliamente en las páginas web de la UNAM en julio de 2020. Dicho informe da a conocer las diferencias de la forma como estas tres poblaciones han vivido la experiencia de la pandemia, sus conocimientos sobre la enfermedad, sus percepciones de riesgo, sus reacciones, respuestas y efectos sociales (Infante et al., 2020).
El objetivo del análisis que aquí se presenta fue identificar las diferencias por género de los efectos sociales de las medidas no farmacológicas para enfrentar la pandemia de Covid-19 en la comunidad UNAM. Se incluyen, por un lado, los efectos a nivel familiar: en la convivencia y en la economía, y por otro lado, los efectos a nivel individual: en la vida social, en las actividades recreativas, en las actividades deportivas, en los estudios, en el trabajo, en la economía familiar, en las actividades cotidianas del hogar, en la salud física y en la salud mental.
Métodos
Población de estudio
La población de estudio consistió en la comunidad universitaria de la UNAM, que en el momento del estudio se desempeñaba en funciones como estudiante, personal académico o administrativo. La encuesta estuvo en línea del 6 de abril al 26 de mayo de 2020, utilizando un cuestionario diseñado con el software libre LIMESURVEY para recopilar los datos. El cuestionario estuvo accesible en línea a través de la página oficial de la UNAM, de las páginas de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus, y del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. También se enviaron invitaciones a la comunidad universitaria a través de correos electrónicos, haciendo uso de diversos vínculos universitarios oficiales. En el cuestionario virtual colocado en los vínculos de las páginas web se explicaron los objetivos del estudio y el aviso de privacidad.
Aspectos éticos
Este proyecto fue aprobado por los comités de ética, de investigación y de bioseguridad del Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”, con número de registro DI/20/301/03/22, y por las autoridades universitarias de la UNAM; además, se siguieron las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud para la realización de investigación en salud pública en la pandemia de Covid-19 (OPS, 2020).
Instrumento de estudio
El cuestionario de este estudio (UNIV-Covid-19) fue diseñado en español incluyendo preguntas relacionadas con las características sociodemográficas, conocimientos sobre la pandemia, percepción de severidad, los factores de riesgo, experiencias y efectos de la pandemia en la población universitaria. La versión final del cuestionario quedó elaborada a partir de la adaptación de tres instrumentos: el cuestionario “Opiniones de los universitarios sobre el nuevo virus de influenza humana y sus efectos sociales” (UNIV-Influenza), que se realizó en mayo de 2009 en población universitaria mexicana (Infante et al., 2009); algunas preguntas del cuestionario “Instrument for capturing the community responses to the ongoing Coronavirus Disease 2019 (Covid-19) in Hong Kong” utilizado en el estudio en Hong Kong, China (Kwok et al., 2020), y algunas del cuestionario utilizado en la en- cuesta nacional realizada en el Reino Unido sobre la respuesta pública a las recomendaciones del gobierno sobre Covid-19 (Atchinson et al., 2020).1
Para las adaptaciones se contó con la autorización por escrito de los autores de los cuestionarios de Hong Kong y del Reino Unido. Estos cuestionarios fueron traducidos al español por un traductor bilingüe cuya lengua materna es el inglés británico, y dicha traducción fue revisada por otro traductor bilingüe cuya lengua materna es el español.
La versión traducida fue revisada por los investigadores del estudio en México y distribuida a una muestra piloto que incluyó diversas subpoblaciones de universitarios para verificar su comprensión y pertinencia en el contexto mexicano.
Análisis de los datos
Los datos se analizaron utilizando SPSS (IBM Corp), versión 21. Se realizó un análisis estadístico descriptivo con las características de las personas que respondieron a la totalidad del cuestionario para describir los elementos incluidos en la encuesta respecto al tema de efectos a nivel familiar y a nivel individual. Se usaron porcentajes para describir los datos categóricos y se realizaron pruebas estadísticas chi cuadrada (χZ), para ver diferencias estadísticas entre mujeres y varones, considerando estadísticamente significativos los valores p < 0.05.
Resultados
Se obtuvieron 21 781 cuestionarios; de ellos, 60% estaban completos; y fue a partir de éstos que se llevaron a cabo los análisis que aquí se presentan. El cuestionario estuvo accesible a toda persona que ingresara a las páginas Web de la UNAM en las que el vínculo estuvo disponible, lo cual hizo posible que personas no pertenecientes a la UNAM lo respondieran, como fue el caso de 534 ex alumnos y otras personas sin relación con la UNAM (n= 380). Esos casos fueron excluidos para el análisis, quedando únicamente población universitaria.
Características de los participantes
Este estudio incluyó un total 12 158 personas de la comunidad de la UNAM, 7 497 mujeres (62%) y 4661 varones (38%). La media de edad fue de 32.7 años. Un total de 7 834 fueron estudiantes (9% de bachillerato, 45% de licenciatura y 11% de posgrado); 3 021 fueron personal académico (25%) y 1 303, personal administrativo (11%). En el cuadro 1 se muestran las características generales de la población universitaria que respondió la encuesta. Se observa que, en general, hubo una mayor participación de población menor de 30 años, principalmente del grupo de 20 a 29 años (42%), y una menor participación de población de 60 años y más (7%); se encontró una tendencia hacia una mayor participación de varones a partir de los 50 años y una mayor participación de mujeres en menores de 50 años. La mayoría de la población mencionó como estado civil no tener pareja (72%); más mujeres que varones declararon no estar unidas: 75% fueron solteras, divorciadas o separadas, mientras que en el caso de los varones la cifra fue 67%. Un alto porcentaje de los participantes (87%) mencionó que el número total de personas con las que convivía no excedía de cinco (incluyéndose ella o él); la distribución por número de personas por vivienda fue similar en el caso de las mujeres y de los varones.
Respecto al nivel máximo de estudios completos, 46% tenía preparatoria o menos, 25% mencionó que tenía licenciatura y 29% posgrado; hay una mayor proporción de varones con estudios de posgrado (32%) comparada con las mujeres (27%), y una mayor proporción de mujeres con nivel de preparatoria o menos (48%) comparada con los varones (43%) con ese nivel máximo de escolaridad. Cabe aclarar que los estudiantes de licenciatura se registraron dentro del grupo de: estudios de preparatoria como máximo.
Con respecto a la actividad que desempeñan en la Universidad, la participación más alta fue de estudiantes cursando la licenciatura (45%), seguidos de personal académico (25%), con la diferencia de que entre los estudiantes de licenciatura que participaron, hubo más mujeres que varones (48% contra 40%), mientras que entre el personal académico fue lo contrario, ya que participaron más varones que mujeres (28% contra 23%), situación que fue similar para los estudiantes de posgrado (12% varones contra 10% mujeres) y para los estudiantes de bachillerato (10% varones contra 8% mujeres).
Mujeres | Varones | Total | Chi-cuadrado | |
---|---|---|---|---|
7 497 (%) | 4 661 (%) | 12 158 (%) | p-value | |
Edad | ||||
19 y menos | 1 045 (14) | 701 (15) | 1 746 (14) | <0.001 |
20 a 29 | 3 312 (44) | 1 789 (38) | 5 101 (42) | |
30 a 39 | 1 056 (14) | 699 (15) | 1 755 (14) | |
40 a 49 | 939 (13) | 577 (12) | 1 516 (12) | |
50 a 59 | 666 (9) | 466 (10 ) | 1 132 (9) | |
60 a 69 | 409 (5) | 318 (7) | 727 (6) | |
70 y más | 70 (1) | 111 (2) | 181 (1) | |
Estado civil | ||||
Sin pareja | 5 632 (75) | 3 136 (67) | 8 768 (72) | <0.001 |
Con pareja | 1 865 (25) | 1 525 (33) | 3 390 (28) | |
Número de personas en el hogar | ||||
Una | 407 (5) | 285 (6) | 692 (6) | 0.442 |
Dos | 1 308 (17) | 770 (17) | 2 078 (17) | |
De 3 a 5 | 4 790 (64) | 3 016 (65) | 7 806 (64) | |
Más de 6 Escolaridad máxima | 992 (13) | 590 (13) | 1 582 (13) | |
Preparatoria o menos | 3 576 (48) | 2 023 (43) | 5 599 (46) | <0.001 |
Licenciatura | 1 869 (25) | 1 146 (25) | 3 015 (25) | |
Posgrado | 2 052 (27) | 1 492 (32) | 3 544 (29) | |
Actividad dentro de la UNAM | ||||
Estudiante bachillerato | 597 (8) | 467 (10) | 1 064 (9) | <0.001 |
Estudiante licenciatura | 3 583 (48) | 1 855 (40) | 5 438 (45) | |
Estudiante posgrado | 775 (10) | 557 (12) | 1 332 (11) | |
Personal académico | 1 694 (23) | 1 327 (28) | 3 021 (25) | |
Personal administrativo | 848 (11) | 455 (10) | 1 303 (11) |
Fuente: Encuesta “Opiniones de los universitarios sobre la epidemia de Covid-19 y sus efectos sociales”.
Efectos negativos a nivel familiar
El impacto económico es el efecto más severo a nivel familiar: más de la mitad de la población reportó que la pandemia y las medidas para enfrentarla han tenido efectos económicos negativos en su hogar (cuadro 2). Adicionalmente, los datos muestran que los encuestados han tenido más efectos negativos a nivel económico (53%) comparados con los efectos negativos en la convivencia familiar (24%), en ambos casos con diferencias estadísticamente significativas entre los géneros, siendo mayor la proporción en las mujeres que en los varones: en la población femenina, un poco más de la mitad de ellas mencionó tener problemas en la economía familiar (54%) y una cuarta parte en la convivencia familiar (25%). Los motivos por los que la economía familiar se ha visto afectada fueron: porque la pandemia ocasionó disminución de trabajo o de sus ingresos en alguno(s) de los integrantes (36%), algún miembro del hogar quedó desempleado (18%), y en otros casos no han recibido pagos o recibieron un pago inferior (17%), o dejaron de percibir ingresos por el cierre de negocios y empresas (17%). Otros factores que han afectado la economía familiar tienen que ver con el alza de precios y con el aumento en los gastos del hogar debido a las medidas de confinamiento (cifras no incluidas en el cuadro) (Infante et al., 2020).
Afectó negativamente en la convivencia familiar 2 953 (24%) | Afectó negativamente en la economía familiar 6 435 (53%) | |||||
---|---|---|---|---|---|---|
Mujeres 1 908 (65%) | Varones 1 045 (35%) | Total 2 953 (100%) | Mujeres 4 051 (63%) | Varones 2 384 (37%) | Total* 6 435 (100%) | |
Edad | ||||||
19 y menos | 265 (14) | 140 (13) | 405 (14) | 572 (14) | 369 (15) | 941 (15) |
20 a 29 | 919 (48) | 425 (41) | 1 344 (46) | 2 177 (54) | 1 131 (47) | 3 308 (51) |
30 a 39 | 292 (15) | 184 (18) | 476 (16) | 534 (13) | 353 (15) | 887 (14) |
40 a 49 | 189 (10) | 132 (13) | 321 (11) | 392 (10) | 214 (9) | 606 (9) |
50 a 59 | 129 (7) | 79 (8) | 208 (7) | 234 (6) | 181 (8) | 415 (6) |
60 a 69 | 96 (5) | 59 (6) | 155 (5) | 121 (3) | 100 (4) | 221 (3) |
70 y más | 18 (1) | 26 (2) | 44 (2) | 21 (1) | 36 (2) | 57 (1) |
Estado civil | ||||||
Sin pareja | 1 485 (78) | 713 (68) | 2 198 (74) | 3 206 (79) | 1 773 (74) | 4 979 (77) |
Con pareja | 423 (22) | 332 (32) | 755 (26) | 845 (21) | 611 (26) | 1 456 (23) |
Escolaridad | ||||||
Preparatoria o menos | 960 (50) | 443 (42) | 1 403 (48) | 2 216 (55)** | 1 251 (52)** | 3 467 (54) |
Licenciatura | 564 (24) | 259 (25) | 723 (24) | 1053 (26)** | 601 (25)** | 1 654 (26) |
Posgrado | 484 (25) | 343 (33) | 827 (28) | 782 (19)** | 532 (22)** | 1 314 (20) |
Actividad dentro de la UNAM | ||||||
Estudiante de bachillerato | 142 (7) | 86 (8) | 228 (8) | 320 (8) | 238(10) | 558 (9) |
Estudiante de licenciatura | 1 004 (53) | 428 (42) | 1 442 (49) | 2 335 (58) | 1 188 (50) | 3 523 (55) |
Estudiante de posgrado | 208 (11) | 150 (14) | 358 (12) | 434 (11) | 286 (12) | 720 (11) |
Académico | 380 (20) | 282 (27) | 662 (22) | 573 (14) | 450 (19) | 1 023 (16) |
Administrativo | 174 (9) | 89 (9) | 263 (9) | 389 (10) | 222 (9) | 611 (9) |
Todas las comparaciones fueron estadísticamente significativas p <0.001 excepto: * p<0.01; ** p <0.05. Fuente: Encuesta “Opiniones de los universitarios sobre la epidemia de Covid-19 y sus efectos sociales”.
En el cuadro 2 se identifican las diferencias por género de los efectos en las dimensiones de convivencia familiar y en la economía familiar según las características sociodemográficas (no se presenta la variable número de personas en el hogar porque las diferencias por género no fueron estadísticamente significativas en éste y en ninguno de los análisis subsiguientes). En cuanto a efectos negativos en la convivencia familiar, se encontró que en la población general los porcentajes más altos se encuentran en los universitarios de entre 20 y 29 años de edad (46%), en aquellos sin pareja (74%), en los que tenían preparatoria o menos como grado máximo de estudios (48%) y en los estudiantes de licenciatura (49%). Las características demográficas de las mujeres que presentaron mayores proporciones de efectos negativos en la convivencia familiar comparadas con los varones fueron: tener de 20 a 29 años (48%), no vivir con una pareja (78%), las que tienen menor escolaridad (50%) y las estudiantes de licenciatura (53%). Los varones que sufrieron un mayor efecto negativo en la convivencia familiar fueron aquellos que tenían 30 años y más, estaban unidos en pareja (32%), los más escolarizados (33%), los que estaban realizando un posgrado (14%) o quienes son trabajadores académicos (27%).
Los impactos negativos en la economía familiar fueron uno de los principales efectos adversos de la pandemia mencionados por la comunidad universitaria encuestada en los inicios de la emergencia sanitaria entre el 6 de abril y el 26 de mayo del 2020. Las poblaciones que presentan los porcentajes más altos de afectación son las personas de 20 a 29 años (51%), los que no viven con una pareja (77%), los que tienen una menor escolaridad (54%) y los estudiantes de licenciatura (55%). Cuando se compara entre mujeres y varones, se observa que fueron principalmente las mujeres de 20 a 29 años (54%), las que refirieron no estar unidas (79%) y las estudiantes de licenciatura (58%) las que tuvieron proporciones más altas de impacto económico negativo en su familia. En el caso de los varones, fueron aquellos con 50 años y más, los que tenían pareja (26%) y los que estaban realizando un posgrado (22%) o se desempeñaban como académicos dentro de la UNAM (19%) quienes reportaron más efectos económicos negativos a nivel del hogar en comparación con las mujeres.
En resumen, se encontró que las mujeres jóvenes (<30 años), las que no tienen pareja y las estudiantes de licenciatura fueron quienes manifestaron más efectos negativos a nivel familiar tanto en la convivencia como en la economía, comparadas con los hombres de su misma edad y condición de actividad. Por su parte, aquellos varones que tienen 30 o más años de edad, los que tienen una pareja, los que tienen una escolaridad a nivel de posgrado y los que se desempeñan como académicos en la universidad fueron quienes reportan mayores efectos negativos a nivel familiar, comparados con las mujeres de su misma edad, escolaridad, estado civil y actividades dentro de la UNAM.
Efectos negativos a nivel individual
En las primeras dos columnas del cuadro 3 se presenta la lista de efectos individuales de “quedarse en casa” como medida del confinamiento, reportados por los entrevistados, en las cinco dimensiones incluidas en este estudio y los nueve efectos específicos: Dimensión 1: esparcimiento: efectos en la vida social, en las actividades recreativas y en las actividades deportivas; Dimensión 2: estudios y trabajo: efectos en los estudios y en el trabajo; Dimensión 3: ingresos económicos: con una sola variable, que correspondió a la economía personal; Dimensión 4: con una sola variable: actividades cotidianas del hogar; Dimensión 5: salud, con dos variables: salud física y salud mental.
Mujeres | Varones | Total | Chi-cuadrado | ||
---|---|---|---|---|---|
7 497 (%) | 4 661 (%) | 12 158 (%) | p-value | ||
Efectos a nivel individual | |||||
Dimensiones | Tipos de efecto | ||||
Esparcimiento | En la vida social | 6 078 (81) | 3 737 (80) | 9 815(81) | 0.116 |
En actividades recreativas | 6 092 (81) | 3 607 (77) | 9 699(80) | <0.001 | |
En actividades deportivas | 5 073 (68) | 3 357 (72) | 8 430(69) | <0.001 | |
Estudios | En los estudios | 5 275 (70) | 3 064 (66) | 8 339 (69) | <0.001 |
y trabajo | En el trabajo | 4 485 (60) | 2 821 (61) | 7 306 (60) | 0.223 |
Ingresos Económicos | Economía personal | 42233 (56) | 2 452 (53) | 6 685 (55) | <0.001 |
Hogar | Actividades cotidianas del hogar | 32646 (49) | 2 042 (44) | 5 688(47) | <0.001 |
Salud | Salud física | 42557 (61) | 2 590 (56) | 7 147 (59) | <0.001 |
Salud mental | 42421 (59) | 2 093 (45) | 6 514 (54) | <0.001 |
Fuente: Encuesta “Opiniones de los universitarios sobre la epidemia de Covid-19 y sus efectos sociales”.
El mayor efecto negativo individual del confinamiento se reportó en las actividades sociales y de esparcimiento (entre 81% y 69%), seguidas de efectos en los estudios (69%), trabajo (60%) e ingresos económicos (55%); las actividades cotidianas del hogar presentaron el efecto más bajo a nivel individual (47%); la dimensión de efectos negativos en la salud fue reportada por el 59% para la salud física y 54% para la salud mental.
El cuadro 3 muestra la comparación por género de los efectos negativos a nivel individual de las medidas de confinamiento “quedarse en casa”. Las mayores diferencias entre mujeres y varones se observan en la dimensión de la salud, en la cual las mujeres reportaron una proporción mayor de efectos en su salud mental (59%) que los hombres (45%), y también en la salud física (61% mujeres contra 56% varones).
El impacto en los estudios es mayor en las mujeres que en los varones (70% contra 66%), al igual que en las actividades cotidianas en el hogar (49% contra 44%) y en los ingresos económicos. También en las actividades recreativas el efecto es mayor en las mujeres que en los varones (81% contra 77%); sin embargo, fue en las actividades deportivas en donde se observó el único efecto contrario, ya que comparados con las mujeres (68%), una mayor proporción de varones (72%) reporta un efecto negativo en el rubro de deportes. Entre el 60% y 80% de los encuestados reportó efectos negativos en el trabajo y la vida social respectivamente; sin embargo, no hubo diferencias significativas entre géneros en estos dos rubros.
Con el fin de identificar las diferencias entre mujeres y varones del impacto “conjunto” de los nueve efectos negativos individuales, se construyó una variable que constituye el promedio de las respuestas de los nueve efectos individuales, variable que fue analizada según las características demográficas por género.
Las proporciones más altas de efectos individuales se observan en los grupos de los universitarios de 20 a 29 años (intervalo 39%-57%), aquellos que no viven con una pareja (intervalo 64%-84%), los que tienen una escolaridad máxima de preparatoria o menos (intervalo 37%-60%) y en los estudiantes de licenciatura (intervalo 38%-63%).
Las diferencias por sexo/género de los efectos individuales conjuntos se muestran en las gráficas 1 a 3. Respecto a la edad, en la gráfica 1 se observa que en promedio cinco de cada 10 mujeres entre los 20 a 29 años de edad se vieron afectadas en alguna(s) de las dimensiones del confinamiento analizadas; mientras que en el caso de los varones, este promedio es de cuatro de cada 10. En la gráfica 2 se observan las diferencias entre tener o no pareja por género: las mujeres sin pareja presentan una mayor afectación individual promedio por el confinamiento a nivel individual en comparación con los varones que no tienen pareja; en forma contraria, los varones con pareja refieren mayor afectación en la mayoría de las dimensiones en comparación con las mujeres con pareja.
* Intervalo de confianza al 95%.
Fuente: Encuesta “Opiniones de los universitarios sobre la epidemia de Covid-19 y sus efectos sociales”.
En relación con la escolaridad, se encontraron las siguientes diferencias entre mujeres y varones sobre el promedio de efectos individuales. Como se observa en la gráfica 2, la escolaridad no provoca un efecto diferencial entre mujeres y varones en los efectos individuales de quedarse en casa ya que, en promedio, un poco más de 50% de las mujeres que tienen nivel de escolaridad de preparatoria o menos manifestó que las medidas de confina- miento afectaron varias de las dimensiones estudiadas, y en el caso de los varones este promedio es prácticamente el mismo (49%). En la población universitaria con estudios de posgrado se observaron también mínimas diferencias, pero con una tendencia contraria: mayor afectación en los varones en comparación con las mujeres con escolaridad de posgrado.
* Intervalo de confianza al 95%.
Fuente: Encuesta “Opiniones de los universitarios sobre la epidemia de Covid-19 y sus efectos sociales”.
Finalmente, la gráfica 3 muestra las diferencias de los efectos individuales por género según el tipo de actividad dentro de la Universidad. Se encontró que en comparación con los varones (46%, intervalo 38-56%), las mujeres estudiantes de licenciatura presentan un promedio de afectación mayor en la mayoría de las dimensiones analizadas (54%, intervalo 43- 63%). Lo contrario se observa en el caso del personal académico, en el que fueron los varones quienes, en promedio, refirieron más efectos negativos individuales comparados con las mujeres académicas en la UNAM (22% contra 18%). En el caso de los estudiantes en los extremos, es decir, de bachillerato y de posgrado, también fueron los varones quienes presentaron promedios de afectación individual mayores que las mujeres que están inscritas en este mismo nivel de estudios. No se encontraron diferencias en los promedios de afectación a nivel individual por las medidas de con- finamiento en el personal administrativo.
* Intervalo de confianza al 95%.
Fuente: Encuesta “Opiniones de los universitarios sobre la epidemia de Covid-19 y sus efectos sociales”.
En resumen, los nueve efectos individuales de la pandemia analizados en forma promediada muestran que, por un lado, comparadas con los varones, las mujeres se ven más afectadas si están dentro del grupo de edad entre 20 y 29 años, sin pareja, con escolaridad máxima de preparatoria, y están estudiando la licenciatura. Por otro lado, los varones presentaron una vulnerabilidad individual promedio mayor que las mujeres si tienen menos de 20 años o tienen 30 años o más, si están casados o unidos, si tienen una escolaridad a nivel de posgrado, o si pertenecen al personal académico o son estudiantes de posgrado en la UNAM. Es decir, las estudiantes de licenciatura (por lo general entre los 20-29 años) sin pareja manifiestan más frecuentemente efectos individuales, mientras que los varones en bachillerato o los que son académicos o estudian posgrados manifiestan mayor vulnerabilidad a efectos individuales de la pandemia.
Discusión
Al analizar las diferencias por género en la encuesta aplicada en línea sobre el impacto de la pandemia de Covid-19 en la comunidad de la UNAM, en primera instancia resalta una mayor participación de las mujeres (62% contra 38%), predominio que es mayor en la población menor de 50 años, sin pareja (solteras o no unidas) y estudiantes de licenciatura. En una encuesta sobre Covid-19 y estrés en México, Nadia Yanet Cortés-Álvarez y colaboradores (2020) usaron una metodología similar con un cuestionario en línea enviado con la técnica de recolección de datos de bola de nieve iniciada en población de estudiantes universitarios, a través de la cual los autores obtuvieron la misma proporción de participación de mujeres (62.1%), proporciones muy similares de participantes no unidos (71.1% Cortés-Álvarez et al. contra 72% UNIV-Covid), con hogares entre una y dos personas (24.1% Cortés-Álvarez et al. contra 23% UNIV-Covid). Sin embargo, cabe resaltar que en dicha encuesta se obtuvo una proporción mayor de participantes de menos de 29 años (68.7% Cortés-Álvarez et al. contra 56% UNIV-Covid), indicando una población más joven que la reportada en la comunidad de la UNAM aquí analizada (Cortés-Álvarez et al., 2020).
En resumen, los resultados obtenidos a nivel familiar muestran que, en la población general, el confinamiento ha afectado 1.2 veces más en la economía que en la convivencia familiar. En cuanto a las diferencias por género, se observó que, por un lado, tanto a nivel familiar como a nivel individual, la pandemia ha afectado más a las mujeres jóvenes (<30 años), sin pareja y estudiando la licenciatura, y por otro lado a los varones mayores de 30 años, con una pareja, con un puesto académico o estudiando un posgrado. También se encontraron diferencias por género en los efectos en determinadas actividades a nivel individual. Comparadas con los varones, el quedarse en casa ha provocado que, comparadas con los varones, una proporción más alta de mujeres reporte efectos en sus actividades de recreación y del hogar, en sus estudios, en su economía personal, en su salud física y mental, estos últimos dos aspectos con diferencias por género marcadamente altas, especialmente en la salud mental. Resalta que a nivel individual, los varones reportaron mayor afectación que las mujeres únicamente en las actividades deportivas.
Los resultados aquí documentados permiten reflexionar sobre la manera como la pandemia ha venido profundizando la vulnerabilidad ya existente por la coexistencia del género con diferentes posiciones sociales, en este caso, la edad, la presencia de una pareja y la posición dentro de la universidad. Dos grupos de universitarios reportan mayores afectaciones diferenciales: las mujeres jóvenes, estudiando una licenciatura y no unidas, y los varones mayores de 30 años, académicos con una pareja. Estos datos no hacen más que evidenciar que las mujeres estudiantes jóvenes, antes de la pandemia, ya vivían rutinariamente situaciones asociadas con su rol que las ubicaban en una posición de mayor vulnerabilidad que los jóvenes estudiantes varones. En este sentido, la pandemia vino a exacerbar -y con ello hacer más visibles- estas condiciones haciendo que vivan en mayor proporción los efectos adversos de la crisis, lo cual lleva a que tengan mayores riesgos para no poder continuar con sus planes de vida, entre ellos, sus estudios. Entre las posibles hipótesis que se pueden asumir es que muchas de las jóvenes que estudian y trabajan ya tenían empleos de medio tiempo, menos estables y con sueldos menores, por lo que la pandemia afectó su frágil equilibrio entre los estudios (tele-estudios) y el empleo (trabajo en casa o fuera de ella), más el factor adicional del tradicional tiempo dedicado al hogar, alimentación y cuidados a la familia (Bandiera et al., 2018; Jericho, 2020). Esta situación es todavía más clara en las mujeres sin pareja, quienes estudian y/o trabajan, lo cual las ubica en una posición de mayor riesgo de impacto que a los jóvenes estudiantes varones sin pareja (Duerto-Valero y Tinonin, 2020). Al respecto, en un estudio longitudinal realizado en estudiantes universitarios, Huijun Liu y colaboradores (2020) encontraron que tanto el aislamiento como el estar solo predicen la depresión en las mujeres, mientras que en los varones sólo la predice el aislamiento, resultados con base en lo cual proponen que las intervenciones sean diferentes entre las y los estudiantes universitarios. De manera complementaria, estudiando el impacto de la cuarentena durante el Covid-19 en jóvenes universitarios en Italia, Sara Marelli y colabora- dores (2020 encontraron que las mujeres presentaron un mayor impacto psico-emocional y en alteraciones en el sueño comparadas con los varones, lo cual podría ser uno de los mecanismos mediadores de los efectos diferenciales aquí documentados en población similar.
Para los varones académicos o estudiando un posgrado la situación es diferente. En la UNAM, el personal académico, independientemente de su género, durante la pandemia ha continuado con las mismas condiciones de trabajo y sueldo; empero, los que reportan más efectos familiares e individuales son los varones mayores de 30 años, con una pareja. Es posible que en las mujeres esto se asocie al grave problema de “normalización de la prioridad” al dedicarse primero al trabajo del hogar y posponer las actividades laborales personales, ya que manifestaron un menor efecto de la pandemia en la convivencia y la economía familiar que los académicos varones, a pesar de que la pandemia ha incrementado el trabajo doméstico (Gómez, 2020). Sin embargo, esto no significa que no tenga un efecto en ellas ya que, por ejemplo, se ha demostrado que la pandemia y la contingencia están afectando la productividad de las mujeres académicas: publicaciones, proyectos, alteración en el ritmo de trabajo académico actual que impactará a lo largo de su vida profesional (Viglione, 2020; Hunt, 2020; Myers et al., 2020).
Aun sin haberse medido en este estudio, la carga inequitativa del trabajo en casa que usualmente lleva a cabo la mujer -ahora incrementada por la pandemia- muy posiblemente en parte es responsable de los resultados que aquí se reportan respecto a los efectos negativos proporcionalmente mayores en las mujeres que en los varones en sus actividades individuales en prácticamente todos los aspectos: en los estudios, trabajo, ingresos económicos, su salud física y mental.
Las mujeres tienen una menor letalidad por Covid-19, pero sufren mayores efectos secundarios de la pandemia en sus condiciones de salud. En primera instancia, resulta abrumador encontrar que, al inicio de la pandemia en México, que fue cuando se obtuvo la información de este estudio, ya más de la mitad de los universitarios encuestados manifestaba tener efectos negativos en su salud. A esto hay que añadir la diferencia porcentual de este efecto entre mujeres comparada con los varones en su salud física (61% contra 56%) y sobre todo en su salud mental (59% contra 45% respectivamente): 5 puntos porcentuales de diferencia en la salud física y 14 puntos porcentuales en su salud mental. Esta es una diferencia considerable aun cuando se sabe que en general las mujeres tienen una prevalencia más alta de problemas de salud mental (Whiteford et al., 2013).Como menciona Joel Swendsen (2020) sobre el Covid-19 y la salud mental: es una muestra de cómo una pandemia revela otra ya existente. Habiéndose demostrado en pandemias previas y en la actual de Covid-19 que las mujeres llevan una mayor carga en la respuesta (Wenham et al., 2020), no extraña que reporten un impacto negativo mucho más alto que los varones, al intensificarse sus labores domésticas, sumadas a las nuevas formas de trabajo en los universitarios como la tele-escuela/trabajo (Vaidyanathan, 2020; Said y Alatorre, 2020). Los resultados aquí obtenidos son consistentes con el reporte de un 50.3% de ansiedad (distress) por Covid-19 en la población en otro estudio realizado en México, a pesar de que éste no analiza diferenciales por género (Cortés-Álvarez et al., 2020). Estudios en otros países sí proporcionan esta información, por ejemplo el Ministerio de Salud de Chile encontró datos muy parecidos: 56% de las mujeres reportó que su ánimo era peor o mucho peor que antes de la pandemia de Covid-19, mientras que entre los varones, 43% mencionó esa alternativa (Universidad de Chile, 2020; Said y Alatorre, 2020). Resultados de otra encuesta elaborada en Estados Unidos reportan que 36% de mujeres y 27% de varones sienten que la pandemia ha tenido efectos negativos en su salud mental (Frederiksen et al., 2020). Con la misma tendencia, las encuestas de las Naciones Unidas en Asia han reportado un mayor efecto emocional y mental en las mujeres; entre los factores asociados se proponen el incremento de trabajo en casa, los efectos económicos y el incremento de la violencia en los hogares (UNWOMEN, 2020a, 2020b). Esta fue la situación en los primeros meses de la epidemia en México (lapso de esta encuesta), en los que se registraron más llamadas de auxilio en los servicios públicos y búsquedas en Google en México sobre violencia doméstica, lo cual es consistente con las cifras de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica en las Relaciones de los Hogares (Endireh) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que informó que por lo menos siete de 10 mujeres sufrieron violencia dentro de sus hogares en México (García y Rojas, 2020; Fernández-Nieto, 2020). Estudios sobre esta y otras epidemias como el ébola y el zika han documentado mundialmente esta asociación (Davies et al., 2020; UN, 2020; UNWOMEN Gender and Covid-19, 2020).
Para los varones, la epidemia y la contingencia han tenido diferentes efectos adversos. Se han visto comprometidos a realizar actividades laborales en casa, inusualmente compartiendo tiempos, espacios y equipos tecnológicos, además de asumir tipos y cantidades de actividades domésticas que no acostumbraban, especialmente aquellos varones con puestos académicos, que tienen pareja y probablemente hijos. Es decir, la población de la comunidad universitaria incluida en este estudio refleja el referente del tradicional rol del género masculino, que usualmente trabaja fuera de casa en la esfera de lo público. A esta población de académicos varones el confinamiento al ámbito doméstico los afecta en el uso y la distribución de su tiempo personal, de sus espacios y por asumir más responsabilidades en la casa. Sin documentarse en esta encuesta, adicionalmente se sabe que la pandemia está teniendo un fuerte efecto en los varones más que en las mujeres, en las actividades familiares y personales cuando la pareja enferma de Covid-19. Estos efectos de la pandemia no sorprenden si tenemos en cuenta la brecha de género que existía antes de ella en relación con el tiempo dedicado a tareas domésticas y al trabajo no remunerado. En enero de 2020, dentro del foro “Igualdad de género para el crecimiento incluyente en México”, Luisa María Alcalde, titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, con datos del INEGI reportaba hechos contundentes: las mexicanas con un empleo remunerado emplean 24 horas a la semana a realizar trabajo no remunerado mientras que los varones con empleo destinaban únicamente ocho horas a la semana, además de que el tiempo que dedican los varones a tareas del hogar en los últimos 10 años sólo se ha incrementado de seis a siete minutos diarios. Para comprender mejor este panorama hay que añadir el hecho de que las mujeres realizan tres cuartas partes del trabajo no remunerado en México, lo cual representa 23% del Producto Interno Bruto (PIB) (Navarro, 2020; Ochoa, 2020).
En síntesis, este estudio aporta evidencia del impacto diferencial por género que ha producido esta pandemia en la convivencia cotidiana en el hogar, el trabajo, la economía y las relaciones sociales de la comunidad universitaria, resaltando las inequidades interseccionales que producen las relaciones de género ya existentes, agravadas por un fenómeno de salud pública. Estos resultados confirman una vez más la importancia de investigar y documentar las diferencias por género de los efectos de las pandemias, a lo que hay que agregar la necesidad de que la mujer participe en políticas de gobernanza, en organismos, grupos de expertos, puestos directivos y de tomadores de decisiones para el manejo de la epidemia a todos los niveles, con el fin de traducir las evidencias científicas a la práctica. En ese rubro también resta mucho por hacer, ya que en esta pandemia más de 80% de las instancias tomadoras de decisiones a nivel internacional tienen participación mayoritaria o están encabezadas por varones (Daalen et al., 2020).
Conclusiones
En las universidades, al igual que en la población general, las respuestas a las pandemias están mediadas por la dimensión social que requiere tomar en cuenta las diferencias por género, con el fin de disminuir la inequidad de los efectos de las pandemias entre las mujeres y los varones, especialmente en universidades públicas en países del tercer mundo.
Limitaciones
El estudio fue realizado al inicio de la pandemia en México, dentro de un lapso determinado en el tiempo (50 días), en una crisis sanitaria por una pandemia con una duración indefinida hasta el momento. La muestra no es estadísticamente representativa y corresponde a una población universitaria, por lo que la comparabilidad con población general debe hacerse con cautela (Peterson, 2001). Hay sesgos inherentes a un diseño de encuesta virtual, como los de memoria, de participación y de selección.