Introducción
Oportunidades es un programa implementado por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) del gobierno de la república mexicana. Opera desde 2002 y tiene como finalidad incentivar el desarrollo humano de la población en situación de pobreza extrema mediante la asignación de apoyos relacionados con su educación, salud, nutrición e ingresos. Bimestralmente, las madres de familia reciben trasferencias condicionadas en efectivo. En consecuencia, los beneficiarios deben garantizar que los menores de edad asistan a la escuela, los miembros del hogar acudan periódicamente a su centro de salud y, sobre todo, los niños registren un buen nivel nutricional (Sedesol, 2014a).1
El propósito de esta investigación es revelar los cambios que presenta la actividad comercial durante la entrega de este tipo de subsidios en una de las principales localidades indígenas de Ayutla de los Libres, municipio de la Costa Chica de Guerrero, México. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la región tiene una extensión de 8 089.7 km2 y, en 2010, 428 501 habitantes (INEGI, 2014a). Entre estos hay miembros de los grupos étnicos ñuu savi (mixtecos), nn'anncue (amuzgos), mepha'a (tlapanecos), afrodescendientes y mestizos (Figura 1). Las circunscripciones municipales más pobladas son: Ayutla (14.6% del total regional), Ometepec (14.3%), San Marcos (11.3%), Tecoanapa (10.3%) y San Luis Acatlán (9.9%) (Cuadro 1). Hay solo dos asentamientos con más de 15 000 personas; en la porción occidental de la región, la cabecera municipal de Ayutla tiene 15 370 pobladores y, en el extremo oriental, la ciudad de Ometepec cuenta con 24 120 habitantes (INEGI, 2014a) (Figura 2). Ambos sitios son nodos económicos sobresalientes y su actividad comercial ejerce influencia sobre numerosas localidades de la Costa Chica y del sur de La Montaña de Guerrero.
En la Costa Chica, 70 810 personas laboran en el sector primario, 18 344 en el secundario y 41 045 en el terciario (INEGI, 2014a) (Cuadro 2). Las cabeceras municipales aglutinan gran parte de la población que desempeña actividades terciarias; se trabaja en pequeños comercios formales e informales, oficinas de gobierno o prestan servicios profesionales. Esos sitios también concentran los principales establecimientos manufactureros, la mayoría relacionados con la elaboración de productos alimenticios y bebidas. Además, en la región existe una cantidad significativa de predios dedicados a la agricultura extensiva, sobre todo en las partes cercanas de la costa. La ganadería es otra actividad arraigada en esta parte del territorio estatal; es común la cría de bovinos con insumos escasos que sólo permiten reproducir un número limitado de animales para abastecer al sureste del estado (INEGI, 2014a)
El relieve más escarpado de la región está al norte de la Costa Chica, en esta área hay un número importante de asentamientos indígenas; pequeños, dispersos y la mayoría articulados por caminos de terracería. Por lo que respecta a las actividades económicas primarias, es usual que se cultive en las laderas con técnicas agrícolas antiguas que generan cosechas pobres, la ganadería de traspatio es la práctica más frecuente y, en algunas localidades serranas, la explotación forestal se ha convertido en una fuente de ingresos para la población (García, 2011). Los estanquillos son los únicos establecimientos comerciales con que cuentan esos sitios. Por tal motivo, los domingos, algunas personas se desplazan hasta la cabecera municipal más cercana para vender parte de su cosecha o artesanías y, con el dinero obtenido, adquirir productos básicos. Para tener acceso a una mayor gama de bienes y servicios tienen que viajar hasta las principales ciudades de la región o fuera de ella, aunque esto último no es frecuente debido a los pocos recursos económicos de los que disponen (García, 2011). No obstante, en años recientes, algunas de esas localidades se han robustecido como fuente de ingresos para los comerciantes que acuden desde distintos puntos de la región, ya que la recepción de subsidios del programa Oportunidades ha originado un aumento temporal en el poder adquisitivo de la población indígena.
Oportunidades es uno de los programas federales vinculados al combate a la pobreza en México, con asignación presupuestal y muy buena cobertura. En 2008, benefició a 5 049 206 familias mexicanas; en el 2010, a 5 818 954 hogares y, en 2013, fueron 5 922 246. Opera en, aproximadamente, 100 mil localidades, situadas en los municipios con mayor marginación del país. De acuerdo con la información oficial disponible, en el cuarto bimestre de 2014, el programa benefició a 446 083 familias guerrerenses; se les entregaron más de 39 millones de dólares. Ayutla de los Libres captó más de 2% de este último monto, pues la demarcación cuenta con 54 695 personas que reciben estas subvenciones, esto es 87.2% de la población del municipio (Sedesol, 2014a) (Figura 3).
Antecedentes cognoscitivos
Existen varias obras que estudian, tanto desde la óptica de las ciencias sociales como de las naturales, la Costa Chica de Guerrero o alguna de las demarcaciones que pertenecen a esta. En ese contexto, los estudios hechos por geógrafos son escasos, destacan los trabajos de Sánchez (2001) y Villerías y Sánchez (2010). Los rasgos territoriales de las actividades productivas, presentes en esta parte del país, también han sido abordados por economistas, administradores y agrónomos. En estudios como los de Mendizábal (1952), Aguirre (1984), Alcalá (1984), Felipe (1987), Castellanos (1999) y Mendoza (2003).
De estos trabajos, solo el de Castellanos (Castellanos, 1999) explora la impronta de un programa social en esa región guerrerense. Analiza la relación que hay entre la puesta en marcha del Programa Nacional Solidad (Pronasol) y los cambios observados en la dinámica socioeconómica de los productores agropecuarios, en el decenio de los noventa. En investigaciones sobre otras entidades de la república mexicana tampoco se ha examinado, con mucha frecuencia, el impacto económico de la política social porque no es concebido como parte de los objetivos substanciales de ésta, sino como un elemento externo o un efecto indirecto. Son escasos los estudios que abordan el nexo que existe entre el aumento del poder adquisitivo de hogares en situación de pobreza extrema, incorporados a un programa de transferencias condicionadas en efectivo, y la mayor adquisición de algunos productos o servicios.
Lo anterior suele incidir en el mercado y en el sector productivo, ya que se estimula la demanda de ciertos bienes, lo que también origina una expansión de la oferta de estos y, algunas veces, el alza de sus precios (Martínez et al., 2013). La variación de estos dos últimos aspectos depende de la capacidad productiva y de comercialización para responder al exceso de demanda momentánea que emerge en aquellas poblaciones beneficiarias. Hay estudios hechos en Brasil, Colombia, México, Nicaragua y Paraguay que revelan que, en los hogares inscritos en los programas sociales de ese tipo, sobre todo aumenta la compra de alimentos y de prendas de vestir (Cecchini y Martínez, 2011).
El sector de la sociedad no beneficiario también suele adquirir más productos y servicios básicos, esto es porque la recepción de subsidios inyecta liquidez al mercado crediticio local. Este, en muchas áreas rurales, tiene un carácter informal; opera mediante préstamos entre familiares, amigos o aquellos concedidos por los propietarios de establecimientos comerciales. Por lo tanto, hay un conjunto de personas favorecidas de manera indirecta, como consumidores o proveedores, con la modificación que surge en el tamaño y variedad de la oferta de productos y servicios, precios relativos o la restricción presupuestaria (Martínez et al., 2013). Barrientos y Sabatés-Wheeler (2010) acotan que los programas de transferencias condicionadas no solo generan o aumentan el bienestar de las personas inscritas en el padrón de estos, sino en un segmento más amplio de la población que se beneficia del crecimiento periódico de la economía local, derivado de la recepción de esas subvenciones.
Distintas obras advierten que la política social modifica, en forma directa e indirecta, la dinámica económica de aquellos sitios donde se implementa; (Martínez et al., 2013) compila las principales elucidaciones en torno a ese tópico, en especial aquellas emergidas en América Latina. Sin embargo, se ha estudiado poco la influencia que las transferencias condicionadas ejercen sobre la actividad comercial de un espacio concreto; probablemente, debido a la escasa información estadística con la que se cuenta para ese tipo de ponderaciones.
Metodología
Esta investigación se sustenta en la consulta de fuentes documentales y en la recopilación de información in situ, realizada durante el primer semestre de 2014. La entrevista semiestructurada fue el medio de interlocución con algunos funcionarios públicos municipales y los propietarios de los cuatro establecimientos comerciales más importantes de la ciudad de Ayutla. Se abordaron tópicos relacionados con los atributos de las actividades productivas que caracterizan a la circunscripción, la magnitud y el tipo de intercambio económico que mantiene la cabecera municipal con otras localidades, así como los cambios recientes que este último aspecto ha mostrado. Estos temas también se escudriñaron, a través de un cuestionario corto, en más de treinta comercios pequeños de giros diversos (tiendas de abarrotes, farmacias, zapaterías, venta de ropa, aparatos electrónicos) todos localizados en el centro de la ciudad de Ayutla.2
De esta manera, se obtuvo información esencial para acotar las particularidades económico-territoriales del municipio de Ayutla de los Libres, la cual reveló la presencia de asentamientos indígenas con escasa dinámica comercial, salvo los días en que se entregan subsidios derivados del programa social Oportunidades. En este sentido, según lo reportado por los entrevistados en la cabecera municipal, La Concordia se eligió como un ejemplo adecuado para observar el impacto económico causado por las TCE, de entre las varias localidades con población originaria que hay en este municipio.
La Concordia destaca por ser uno de los poblados indígenas más grandes de la jurisdicción y, tras la puesta en marcha de Oportunidades, es uno de los primeros que registró variaciones en el intercambio económico que sostiene con la cabecera municipal y con aquellos sitios de menor dimensión que lo rodean. Por tal motivo, en el Catalogo de Localidades Indígenas (2010), editado por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), y en el Padrón de Beneficiarios de la Sedesol se reunió información estadística de ese asentamiento y otros ocho pueblos que allí reciben su pago (Figura 4). Asimismo, a principios de 2014, en un primer viaje a ese poblado, se conversó con autoridades locales y se observó la dinámica económica de ese sitio.
A la postre, en los meses de febrero, abril y junio de ese mismo año, se efectuaron visitas que coincidieron con la entrega de los subsidios de la Sedesol. Se examinó un conjunto de elementos que arrojan luz sobre el aumento transitorio del poder adquisitivo de los indígenas y su impacto en la reconfiguración de los patrones espacio-temporales que ostenta la actividad comercial ayutleca. Para ello, se aplicaron entrevistas semiestructuradas a los dueños de los estanquillos de La Concordia, a comerciantes que se desplazan hasta esta localidad y al comisario de la misma. Además, se realizaron encuestas entre los beneficiarios de Oportunidades; las preguntas formuladas revelaron su lugar de procedencia, la periodicidad con la que salen de este, el sitio al que acuden con mayor frecuencia, la causa de tal desplazamiento y los productos que adquirieren durante su estancia en esos lugares. La información compendiada, a través de la secuencia descrita arriba, es el soporte empírico de los apartados que se presenta a continuación.
Rasgos socioeconómicos del municipio de Ayutla de los libres
El municipio de Ayutla de los Libres tiene una extensión de 1 055.3 km2 (1.6% del territorio estatal) y está habitado por 62 690 personas (1.8% del total en Guerrero); 24.5% se asienta en la cabecera municipal y el resto vive en 127 localidades pequeñas (INEGI, 2014a) (Cuadro 3). Entre las más pobladas están Colotepec (2 808 habitantes), Tonalá (2 176 habitantes), El Cortijo (1 979 habitantes) y La Azozuca (1 924 habitantes) (Figura 5).
En cuanto a la composición étnica, 42% de la población municipal habla una lengua originaria, en particular el mixteco. Los asentamientos con mayor número de indígenas son: Ahuacachahue (1 305 personas), La Concordia (1 010 personas), Plan de Gatica (948 personas) y La Angostura (883 personas) (CDI, 2014). Además, en la ciudad de Ayutla, hay 6 784 mixtecos y tlapanecos (25.7% de la población autóctona municipal); esto es resultado del constante flujo migratorio que procede de otros poblados ayutlecos y de las circunscripciones de San Luis Acatlán y Acatepec. En esa localidad también radican afrodescendientes que se han desplazado desde el sur de la Costa Chica, principalmente de Copala y Florencio Villarreal.
En el municipio de Ayutla, el sector económico que reúne más activos es el primario, con 10 142 personas, es decir, 71% de la PEA de la demarcación. En tanto, el terciario y el secundario reportan 22% y 6%, respectivamente (INEGI, 2014a). La agricultura y la ganadería no son muy dinámicas debido a la deficiente comercialización de la producción, el acaparamiento de esta, así como a la falta de inversión económica y créditos que propicien el uso de fertilizantes, semillas mejoradas u otros insumos necesarios para transformarlas en actividades más rentables. En la demarcación existe industria ligera incipiente y múltiples establecimientos relacionados con el comercio y los servicios, la mayoría son pequeños y poco sofisticados. En ese contexto, en el municipio, 66.7% de las personas que laboran percibe como máximo un salario mínimo mensual (un poco más de 150 dólares americanos) (INEGI, 2014a). La mayor parte de los ayutlecos vive por debajo de la línea de bienestar mínimo; sus pocos ingresos les dificultan comprar los productos que integran una canasta alimentaria (Sedesol, 2014a).
En Ayutla se estima que hay 55 838 personas en situación de pobreza, esto es 88% de los habitantes de la demarcación (Sedesol, 2014a). De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se considera que tal condición existe cuando la población presenta, al menos, una carencia social y sus ingresos no le permiten satisfacer sus necesidades tanto alimentarias como no alimentarias. En el municipio, 92.2% de los habitantes tiene carencias vinculadas con el acceso a la seguridad social; 78.3%, asociadas con los servicios básicos en sus viviendas; 61.3%, relacionadas con la calidad y dimensiones de la vivienda; 52.6%, ligadas con el acceso a la alimentación; 31.8% presenta rezago educativo y 28.4% muestra deficiencias en el acceso a los servicios de salud (Coneval, 2014).
Ante tal escenario, el municipio muestra un éxodo constante de campesinos que buscan mejores ingresos en algunas ciudades de Guerrero, en las demás entidades federativas o en Estados Unidos. Paradójicamente, un número importante de habitantes del occidente de la Costa Chica y suroeste de La Montaña contempla asentarse en la cabecera de Ayutla porque ésta tiene actividad comercial sobresaliente y algunos servicios básicos que no hay en sus lugares de origen; por ejemplo, un hospital general, tres escuelas de nivel medio superior, un plantel de la Universidad Pedagógica Nacional y otro de la Universidad Intercultural del estado de Guerrero.
La actividad comercial de la ciudad de Ayutla
La cabecera de Ayutla funciona como un lugar central que enlaza distintas áreas rurales del centro-oeste de la Costa Chica con el exterior. El aislamiento de numerosos asentamientos en Guerrero, originado por el relieve escarpado y la escasa infraestructura carretera existente en la entidad, ha dado pauta al fortalecimiento de ciudades pequeñas que operan como capitales subregionales, tal es el caso de la localidad que interesa a esta parte de la investigación. La función y relevancia de esos sitios es más significativa cuanto mayor es la distancia que los separa de los principales centros urbanos; eso les dota una condición estratégica para la estructuración territorial, con efectos dinamizadores sobre los espacios adyacentes (Pumain, 1997 citado por Capel, 2009). En ese sentido, Ayutla atrae población del sureste de Guerrero debido a su oferta de productos, servicios y, ocasionalmente, empleos. Desde hace varios decenios, la cabecera municipal ha sostenido un intercambio económico importante con los municipios de San Luis Acatlán, Cuautepec, Florencio Villareal y Tecoanapa, aunque su influencia se extiende hasta jurisdicciones del suroeste de La Montaña. En la localidad es relevante la presencia de acaparadores de la producción agrícola regional, quienes se encargan de transportarla y venderla en la Ciudad de México, Chilpancingo y Acapulco (García, 2011).
La actividad comercial municipal hace uso de los tramos de carretera federal siguientes: Ayutla-Cruz Grande, que le da acceso tanto al puerto de Acapulco como a Pinotepa Nacional (Oaxaca), y Ayutla-Tierra Colorada que lo comunica con la capital de la entidad. Esta última es la ruta más corta entre la porción centro-oriente de la Costa Chica y Chilpancingo o el Distrito Federal (García, 2011).
En la ciudad de Ayutla hay treinta establecimientos comerciales de venta al mayoreo, seiscientos sesenta que expenden al menudeo, setenta y tres relacionados con los servicios, un mercado público y un tianguis dominical (INEGI, 2014b). En esos sitios se vende mercancía adquirida en el Distrito Federal, Puebla, el estado de México, Chilpancingo, Acapulco y Tlapa. La actividad comercial es intensa en el centro la cabecera municipal, en cerca de treinta manzanas; gran parte de las tiendas se localiza en el perímetro circunscrito por las calles Plan de Ayutla, Florencio Villareal, Allende y Democracia (Figura 6).
La cabecera municipal presenta un claro predominio de equipamiento comercial relacionado con compras corrientes: tiendas de abarrotes, puestos de alimentos y bebidas, recauderías, carnicerías, panaderías, farmacias y papelerías (Cuadro 4).3 El conjunto de establecimientos que expenden de manera irregular es el segundo más numeroso y está constituido por algunas zapaterías, negocios relacionados con la venta de ropa, bisutería, artículos diversos para el hogar y ferretería. En tanto, las compras excepcionales se realizan en las pocas mueblerías, tiendas de electrodomésticos, materiales de construcción o joyerías que hay en la cabecera municipal (INEGI, 2014b).
La afluencia de compradores aumenta durante el fin de semana; en especial, personas de las localidades contiguas que suelen arribar para adquirir productos básicos que consumen a lo largo de la semana. En el caso de los habitantes de comunidades indígenas, esto ocurre solo cuando obtienen algo de dinero por la venta de maíz, fríjol y vegetales que ofertan en el tianguis o a los o a los propietarios de algunos establecimientos del mercado municipal. La información recopilada, entre los comerciantes encuestados en la ciudad de Ayutla, revela que 75% de los clientes procede de asentamientos con poca presencia indígena, entre ellos Colotepec, Tonalá, El Cortijo, La Azozuca, Los Tepetates, San José La Hacienda y El Refugio. En tanto, la población autóctona suele provenir de Ahuacachahue, La Concordia, Plan de Gatica, La Angostura, Tecruz, El Paraíso, El Camalote y Tepango.
Al interior de la demarcación, las personas se desplazan en camionetas de redilas o en taxis colectivos. Estos solo viajan a pocos sitios fuera de la cabecera municipal debido a las malas condiciones de los tramos de terracería trazados sobre la parte serrana. En términos generales, el viaje sencillo, en uno de esos vehículos, cuesta el equivalente a dos dólares. En un tramo largo, un trayecto que dura entre una y dos horas, el costo es superior a los cuatro dólares. Por tal motivo, los indígenas salen poco de sus comunidades o, en ocasiones, tienen que caminar varios kilómetros para vender su cosecha, que cargan a cuestas.
La actividad comercial en las localidades indígenas del municipio de Ayutla de los Libres
En Ayutla de los Libres existen sesenta y nueve localidades en las que más del 60% de los habitantes habla una lengua originaria, fundamentalmente mixteco. Los sitios más poblados albergan entre 500 y poco más de 1 000 personas (CDI, 2014). Son asentamientos con muy alto grado de marginación, la población subsiste con la siembra de maíz y fríjol, algo de ganadería de traspatio y la recolección de productos vegetales silvestres. Pocos indígenas obtienen ingresos por la confección de manufacturas artesanales (elaboración de tejidos), pan y piloncillo.
La venta o el intercambio de todos esos productos son el soporte de las transacciones en estas áreas rurales del municipio. Los estanquillos son los únicos establecimientos comerciales existentes; en los poblados más grandes suele haber más de cinco tiendas de ese tipo. Básicamente, se trata de negocios improvisados que se instalan al interior de una vivienda, en unos cuantos metros cuadrados, donde se expenden algunos artículos no perecederos.
Desde hace dos decenios, vehículos de la Pepsi-Cola y Grupo Modelo transportan sus productos hasta varias localidades serranas del municipio. Asimismo, en años recientes, el personal de los dos principales almacenes de abarrotes, establecidos en la ciudad de Ayutla, surte los pedidos hechos por algunos de los pequeños comerciantes que viven en esas localidades. Sin embargo, según los encuestados en la cabecera municipal, la mayoría de las ocasiones, los propietarios de los estanquillos tienen que trasladarse hasta Ayutla para reabastecerse; esto ocurre cada fin de semana y, en promedio, adquieren menos de 150 dólares en productos básicos.
Esporádicamente, algunos comerciantes, procedentes de las regiones Centro y Acapulco, incursionan en el área serrana de Ayutla para vender ropa, enseres domésticos o muebles. En sus itinerarios visitan los sitios más habitados y los próximos a estos; en especial, aquellos a los que es posible arribar mediante brechas. Estas, aunque con cierta dificultad, posibilitan el desplazamiento de automóviles en el periodo de estiaje. En la época de lluvias, entre junio y octubre, la red de caminos municipal se deteriora de manera significativa, debido al colapso de algunos tramos carreteros o su bloqueo por la caída de material de los cerros adyacentes; esto origina que el intercambio con la ciudad de Ayutla sea menos frecuente. En contraste, la actividad comercial suele intensificarse los días en los que tienen lugar las fiestas patronales, sobre todo en las localidades más pobladas, y durante la recepción de subsidios del programa Oportunidades (Figura 7). A continuación se presentan las características económicas que diferencian a esos momentos.
La actividad comercial originada por la celebración de fiestas patronales
Con el objeto de recaudar fondos para la iglesia del pueblo o alguna obra pública necesaria en un asentamiento indígena, se realizan actividades recreativas en el contexto de la festividad patronal; entre ellas, un baile popular en el que actúan grupos musicales que gozan de popularidad local e inclusive regional. Esto último atrae pobladores de la cabecera municipal o de otras localidades, tanto de Ayutla como de municipios circundantes (Acatepec, Cuautepec, San Luis Acatlán o Tecoanapa). A estos se suman aquellas personas que retornan a su pueblo. Generalmente, acuden a tal celebración tras haber trabajado todo un año fuera de la zona, en Acapulco, Ixtapa-Zihuatanejo, Chilpancingo, la Ciudad de México o en Estados Unidos.
La afluencia de visitantes incrementa las ventas locales donde tiene lugar el festejo religioso. También incentiva la instalación informal de algunas personas que venden comida y bebidas. Aunque tal actividad suele concebirse como una fuente eventual de ingresos económicos, son pocos los habitantes beneficiados porque se requiere realizar una inversión para adquirir materia prima y, además, contar con infraestructura mínima para atender a los consumidores. La falta de recursos económicos que caracteriza a las personas de estas comunidades también explica porqué los visitantes constituyen el principal objetivo de mercado durante la fiesta. Sin embargo, el poder adquisitivo de la población originaria presenta un ligero aumento, durante la entrega de las TCE que otorga la Sedesol, cada bimestre. Esto transforma no solo la actividad económica interna, sino también la interacción comercial que sostienen los asentamientos indígenas con la ciudad de Ayutla y otros sitios localizados fuera de la demarcación municipal. En seguida se puntualizan los cambios que sufren la oferta y demanda en La Concordia.
La actividad comercial en La Concordia durante la entrega del pago de Oportunidades
La Concordia se ubica a poco más de 25 km de la ciudad de Ayutla. Tiene 1018 habitantes, 99% de ellos habla mixteco (INEGI, 2014a). Las actividades económicas son similares a las identificadas en los demás asentamientos indígenas del municipio. La localidad cuenta con diez estanquillos que ofrecen una cantidad limitada de mercancías y algunos se encargan de acopiar la producción de fríjol y maíz. Ambas actividades están relacionadas ya que, algunas veces, los campesinos intercambian sus productos agrícolas por artículos de la tienda. Además, se suele acudir a esta para solicitar mercancía cuyo costo será cubierto con la cosecha siguiente, lo que se espera ocurra varias semanas después. Por lo general, una familia gasta alrededor de diez dólares por semana, en estos establecimientos comerciales. Asimismo, según la información consignada por los tenderos, se estima que cada estanquillo realiza menos de diez ventas diarias. La clientela está conformada por habitantes de la localidad y personas que viven en los asentamientos más pequeños contiguos a La Concordia, en un radio aproximado de 2.5 km. De esta manera, para comprar un producto, las personas tienen que caminar desde comunidades distantes como se muestra en la Gráfica 1.
Por otra parte, 35 personas que reciben TCE, esto es 50% del total de encuestados, revelaron que algún miembro de su familia visita la cabecera municipal, al menos una vez al mes. De ese monto, 80% declaró que viajan en las camionetas que transportan pasaje y mercancías entre esa localidad y el oriente de la demarcación. El porcentaje restante señaló que debe caminar para viajar a la ciudad de Ayutla debido a la falta de recursos económicos; esto fue expresado, sobre todo, por los habitantes de varios asentamientos localizados al noroeste de La Concordia. Por lo que respecta a las causas de los viajes, destacan los motivos siguientes, en orden de importancia: 77% adquirir algún producto que no hay en su lugar de origen; 14% recibir atención médica; 5% realizar algún trámite administrativo en el ayuntamiento; y 4% asistir a un centro de educación media superior o universidad. En cualquiera de los tres escenarios, los encuestados señalaron que cuentan con menos de 15 dólares para comprar un artículo básico y, en su caso, pagar su pasaje; asimismo, expresaron que suelen viajar con mayor frecuencia durante los fines de semana.
Con la entrega de las TCE, la actividad comercial local adquiere características cualitativas y cuantitativas distintas a las mencionadas, en los párrafos precedentes (Figura 8). A La Concordia arriban los encargados de entregar recursos económicos a 678 jefas de las familias que habitan en esta localidad y ocho asentamientos mixtecos más. También llegan cuarenta comerciantes que se desplazan desde la cabecera municipal de Ayutla, Tecoanapa y Florencio Villareal. Estas personas se instalan en la calle principal del pueblo; aproximadamente a lo largo de cien metros colocan sus puestos para vender ropa (nueva y usada), calzado, utensilios escolares, medicamentos, herramientas y enseres domésticos, entre otros.
Los vendedores y sus empleados permanecen dos días en ese asentamiento, pernoctan en los puestos donde venden mercancía diversa cuyo precio oscila entre uno y veinte dólares. El costo de esos productos suele ser similar al registrado en los establecimientos comerciales de la cabecera municipal.
En esta parte del municipio de Ayutla, el programa Oportunidades beneficia a 3 015 personas, esto es 92.1% del total de habitantes registrados en las nueve localidades ya mencionadas. En cada hogar, los apoyos monetarios varían según la cantidad de integrantes menores de edad, el número de becarios y el grado escolar de estos, así como el total de adultos mayores (Cuadro 5). Entre enero y junio de 2014, las familias con miembros inscritos en escuelas primarias y/o secundarias, como la mayoría de las que habitan en esta parte de Ayutla, pudieron recibir poco más de 130 dólares como monto máximo bimestral (Cuadro 6). A esta cantidad se tiene que sumar los recursos económicos que se entregan a las personas con más de 70 años, o aquellos por concepto de útiles escolares, aunque éstos se otorgan sólo dos veces al año.
En La Concordia, 80% de los encuestados adquiere algunos de los bienes que se venden tanto en la calle principal del pueblo como en los distintos estanquillos de este, ya que cuentan con recursos económicos para realizar sus compras y, además, consideran que, al hacerlo, evitan gastar mayor tiempo y dinero al trasladarse hasta la ciudad de Ayutla (Gráfica 2). Asimismo, 90% de las personas consultadas señaló que suele gastar más de la mitad de los subsidios que reciben bimestralmente, en la adquisición de productos básicos, artículos de limpieza personal y para el hogar, así como en prendas de vestir, fundamentalmente de segunda mano (Gráfica 3 y 4). Solo 10% expresó que, en ocasiones, adquiere algunos alimentos preparados, artículos escolares, calzado o enseres domésticos. En contraste, todas las personas encuestadas mencionaron que parte del dinero que cobran les sirve para pagar la mercancía que habían pedido en los estanquillos, días o semanas antes.
Según lo expresado por los propietarios de esas tiendas, cada bimestre, durante las fechas en las que tiene lugar la entrega de recursos económicos a los beneficiarios de Oportunidades, la población consume más mercancía; las ventas suelen incrementarse hasta 40%, en comparación con el número de transacciones efectuadas otros días. La clientela está constituida de la manera siguiente: 30% vive en La Concordia, 18% en San Felipe, 16% en El Mesón Zapote, 13% en Quiahuitepec, 7% en La Palma y 4% en cada uno de los asentamientos restantes. Por lo general, 65% de las personas que acuden a los estanquillos son mujeres cuyas edades oscilan entre 18 y 45 años, 13% es población que pertenece a la tercera edad, 12% son hombres adultos y 10% son menores de edad.
La mayor parte de los clientes que gastan entre 5 y 10 dólares, adquieren productos básicos para la alimentación familiar. Cada estanquillo de La Concordia vende alrededor del 50% de su inventario de mercancía. En consecuencia, cada dos meses, al llegar el fin de semana posterior a la entrega de subvenciones, los propietarios de esas tiendas tienen que reabastecerse, es común que compren mayor cantidad de mercancía de la habitual, entre 100 y 150 dólares más.
Asimismo, durante el par de días en los que se paga Oportunidades, el grueso de los comerciantes consultados manifestó que las ventas que efectúan suelen constituir hasta 25% de los ingresos que obtienen en el mes. Por otra parte, más del 90% de los beneficiaros encuestados declaró que rara vez pueden ahorrar parte de los subsidios o bien utilizarlos para comprar insumos relacionados con su actividad productiva. Han surgido pocos emprendimientos agropecuarios o artesanales, a pequeña escala, que pudieran erigirse como fuente estable de recursos económicos y, en lo sucesivo, mejorar la situación socioeconómica de las familias inscritas en el programa aludido. En términos generales, en La Concordia, las TCE solo aumentan temporalmente la capacidad de consumo de los beneficiarios, lo que da lugar a la proliferación efímera de transacciones económicas.
Conclusiones
El proceso investigativo realizado confirma que los subsidios proporcionados por la Sedesol a comunidades indígenas en este municipio de Guerrero, no son suficientes para que las familias beneficiarias ahorren una parte significativa de las TCE o inviertan en bienes intermedios. En La Concordia, la poca o nula compra de esos artículos no ha permitido aumentar la rentabilidad de las actividades productivas presentes en este asentamiento rural, tampoco obtener mayores ingresos económicos, ni consumir, de manera permanente, más bienes y servicios. Los montos que se reciben solo dan pauta para paliar, por poco tiempo, la pobreza extrema de la población local; en particular, se incentiva la compra de algunos productos básicos, así como el pago de las deudas asociadas con la adquisición de estos en los estanquillos locales, lo que ocurre semanas antes respecto a los días en los que se entregan las subvenciones.
En consecuencia, cada bimestre, el programa Oportunidades también beneficia a los propietarios de los estanquillos de La Concordia y a los comerciantes que incursionan en esta localidad, ya que son los principales proveedores de productos básicos y se han consolidado como tales porque ofertan artículos con precios similares a los registrados en las tiendas existentes en la cabecera municipal (Ayutla). Lo anterior ha intensificado el intercambio que mantiene La Concordia con los asentamientos contiguos a esta, con la cabecera municipal e incluso con otros municipios como Florencio Villareal o Tecoanapa. Desde hace diez años, además de la incursión esporádica de algunos comerciantes procedentes de otras regiones o la afluencia de algunos vendedores originarios de la ciudad de Ayutla (durante la fiesta patronal), al asentamiento indígena estudiado arriba un número importante de personas para realizar transacciones cada bimestre, lo cual denota la influencia que ejerce Oportunidades sobre la actividad comercial local, sin que esto sea parte de los objetivos estratégicos del programa; sin embargo, ambos aspectos están estrechamente relacionados entre sí ya que la asignación periódica de recursos económicos incrementa la posibilidad de adquirir bienes con los que se pueden cubrir algunas necesidades básicas y, en consecuencia, mejorar un poco las condiciones de vida de los beneficiarios, dos circunstancias cruciales para incentivar el desarrollo humano de la población.