INTRODUCCIÓN
En el siglo XIX existían pocos medios para la difusión de los conocimientos científicos; si bien se habían creado algunas asociaciones que congregaban a diversos especialistas con el fin de discutir y analizar temáticas de contenido científico, la difusión y divulgación1 de tales saberes quedaban limitadas a los socios que las integraban. Una de estas agrupaciones científicas fue el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, que antecedió a la Sociedad del mismo nombre. Con el fin de determinar su papel en la difusión del trabajo científico de México durante el siglo XIX, se propone estudiar la figura de Francisco Jiménez, quien era socio y presidente de la SMGE. Jiménez era ingeniero militar e ingeniero geógrafo; publicó varios trabajos en el mencionado Boletín y, a pesar de la importancia de algunos de ellos, aún no han recibido la atención dentro del contexto de análisis de los mismos. Se detecta el reconocimiento de sus aportaciones tanto a la geografía y la astronomía, como a otras disciplinas a partir de la difusión de trabajos de especialistas procedentes de otros países. En esta investigación se analizan los artículos publicados en el Boletín de la SMGE en relación con las circunstancias particulares de Jiménez, así como su papel como generador, difusor y divulgador de la ciencia.2
LA GEOGRAFÍA Y LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA
En la construcción de la historia de la geografía la SMGE tuvo un papel destacado. Esta agrupación estaba integrada por científicos que no fueron ajenos a las circunstancias del momento que les tocó vivir, las situaciones políticas y sociales afectaron su quehacer científico y varios de sus miembros tomaron decisiones forzados por las circunstancias de su época. Por esto es necesario considerar el contexto espacio-temporal que vivieron y en el que se desarrollaron y, a partir de esto, valorar los logros y aportes a la ciencia a la que dedicaron sus esfuerzos. Además, es importante reconocer –como señalan Armstrong y Martin (2000: 256-259)– que no todos los países han tenido el mismo nivel de evolución de esta ciencia; sin embargo, al comparar de forma detallada las historias acerca del trabajo de los geógrafos de un país, se amplía la perspectiva del mismo, ya que se evita que se le vea como un trabajo aislado y local, con lo que se ensancha al entendimiento de esta disciplina en un contexto mayor; por tanto, esta ciencia adoptará la forma de un organismo cambiante y creciente y, al concatenarse, cada una de estas pequeñas historias se integrará en un todo completo y universal del conocimiento geográfico de dicha época. Elías Trabulse (1989: 309-311) menciona al respecto:
Frente a la inalterable trayectoria científica de la humanidad, hecha de innumerables acumulaciones de datos, de múltiples interpretaciones válidas en su momento y de las más diversas teorías… las otras historias parecen estar constituidas por altibajos y choques… A aquélla [historia de la ciencia], la determina su continuidad, a éstas [historias de los pueblos] su discontinuidad, … [ya que] la historia de la ciencia se caracteriza por un ritmo pausado, pero sostenido y ajeno a las convulsiones violentas y sonoras que constituyen buena parte del desarrollo político y social de un pueblo. Al hombre de ciencia lo caracteriza una actividad creadora, fértil y generosa, sin embargo, la mayoría de los nombres de muchos científicos no pasan a los registros históricos, y si lo hacen, sólo se conoce su obra; …[a pesar de que] aportaron su pequeño grano de arena al gran edificio de la ciencia universal.
Como se dijo, el antecedente de la SMGE fue el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (1833-1839); posteriormente cambió a la Comisión de Estadística Militar y, en 1850, al desaparecer esta, adoptó el nombre de Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, que conserva hasta ahora (Saldaña y Azuela, 1994: 144).
El Instituto Nacional de Geografía y Estadística surgió al amparo del Estado,3 los socios fundadores eran socios de número4 y eligieron a José Justo Gómez de la Cortina como su presidente y determinaron que los otros integrantes serían designados como socios honorarios y socios corresponsales. Se estableció que, en particular, los áreas de geografía y estadística eran conocimientos prácticos para la prosperidad y el mejor gobierno de la nación (Lozano, 1991: 104-111). A su interior se formaron cuatro secciones, la primera, de Geografía, la segunda de Estadística, la tercera de Observaciones astronómicas y meteorológicas, y la última se encargó de las adquisiciones materiales. Con el fin de difundir los materiales que resultaban de las actividades científicas realizadas por sus socios, en 1839 se publicó el primer número del Boletín del Instituto Nacional de Geografía y Estadística de la República Mexicana; en él se indicaba el deseo de dar a conocer en el extranjero dichos trabajos.5 Con el cambio de gobierno6 y la amenaza de una posible guerra con Estados Unidos, Juan Nepomuceno Almonte, designado por Bustamante como Ministro de Guerra, creó la Comisión de Estadística Militar y solicitó a José Gómez de la Cortina7 su ingreso a la comisión para facilitar al gobierno el material científico elaborado por los socios del Instituto; ante el valioso acervo se decidió incorporar a la Comisión a todos los socios; quienes no tenían título militar quedaron integrados como socios honorarios, y se conformaron dos secciones, una de estadística y otra de geografía. La primera se ocupó de darle forma a la estadística del país, con énfasis en el aspecto militar, la segunda se orientó a la construcción del mapa general de la República Mexicana. Otro trabajo propuesto fue el Diccionario Geográfico de la República Mexicana,8 se reflexionó entonces que faltaban referencias de muchos lugares, como latitud y longitud, lo cual era un problema; entonces se planteó formar primero el mapa y tomar de él las coordenadas necesarias. Esta Comisión se mantuvo hasta 1850; durante este tiempo, y dado su carácter militar, el ministro de Guerra y Marina ocupó su presidencia y, de acuerdo con la ley del 28 de noviembre de 1846, estaba obligada a proveer al gobierno la información requerida (como los trabajos geográficos, corográficos y estadísticos). En 1850 la agrupación adoptó el nombre de SMGE; el cambio se debió a que desde tiempo atrás se habían aceptado socios civiles, y los objetivos de la Comisión ya no eran sólo militares; es importante mencionar que hasta diciembre de 1849 se habían impreso siete boletines, uno del Instituto9 y seis de la mencionada Comisión de Estadística Militar;10 según María Lozano, con esta publicación la Comisión de Estadística Militar contribuyó a la divulgación de los adelantos de la práctica científica mexicana (Lozano, 1991). Ya con la nueva organización, y a pesar de las carencias de presupuesto para su funcionamiento, en 1850 se publicaron cuatro números de boletín, que para entonces tomó el nombre de Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; en los artículos publicados se hizo patente su apertura hacia otros campos científicos. La presidencia de la SMGE volvió a recaer en la figura del Ministro de Relaciones Exteriores y la vinculación con el Estado mexicano siguió concretándose; se terminó la Carta General de la República, pero no se pudo imprimir debido a los altos costos y a los problemas presupuestales del gobierno. El Boletín se imprimió, aunque no con la regularidad deseada, y llegó a diversas sociedades geográficas europeas a través de socios corresponsales y honorarios. Con el gobierno de Antonio López de Santa Anna, la presidencia de la SMGE recayó en la figura del ministro de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, que inició tareas en 1852 (Lozano 1991: 122-167).
El vínculo entre el gobierno y la SMGE continuó, y aunque en 185711 las pugnas entre liberales y conservadores –con sus gobiernos paralelos producto de la guerra de Reforma (1858-1861)– afectaron su trabajo, la Sociedad trató de mantener sus labores atendiendo las demandas del gobierno, con el objetivo de seguir con su labor científica; al respecto se publicaron artículos y se continuó con las sesiones; en esta etapa fue cuando ingresó Francisco Jiménez, quien permaneció como miembro activo entre 1859 y 1880;12 en ese lapso el Boletín de la SMGE publicó diversos trabajos que forman el análisis central de este artículo.
FRANCISCO JIMÉNEZ, FUNCIONARIO PÚBLICO Y CIENTÍFICO
La vida de Francisco Jiménez,13 desde su nacimiento estuvo marcada por los cambios políticos del país. Unos meses después de nacer se instauró la República como régimen político, y fue nombrado presidente Guadalupe Victoria (cuyo nombre era Miguel Fernández Félix). Jiménez cursó su educación primaria en un colegio particular, y al concluir estos estudios ingresó al Colegio Militar, en la rama de ingenieros, regido por un plan científico. Ascendió rápidamente a cabo, subteniente y teniente del Cuerpo de Ingenieros (Sosa, 1985: 315-318), grado que alcanzó antes de cumplir los 20 años de edad. La inestabilidad política reinaba en el país,14 y durante su juventud Jiménez fue testigo y participante de la guerra de los Estados Unidos contra México:15 después de la misma, y ante la pérdida del territorio norteño, fue incorporado a la Comisión de Límites Mexicana con el nombramiento de ingeniero de primera clase;16 viajó a la frontera para participar en su demarcación y cartografía, trabajo que se terminó en 1857. Como astrónomo de la Comisión determinó, junto con Manuel Alemán, las coordenadas de algunos de los puntos que definieron la frontera entre México y Estados Unidos.17 De regreso en la Ciudad de México recibió el nombramiento de catedrático en el Colegio Militar, y el 10 de agosto de 1856 el Colegio de Minería le otorgó el título de ingeniero geógrafo (Mendoza, 1993: 211), siendo el segundo en recibirlo.18 En 1857 Francisco Jiménez (Figura 1) ingresó al Ministerio de Fomento y, como se mencionó, en 1859 a la SMGE.
En el Ministerio de Fomento tuvo diferentes cargos y su principal actividad era determinar las coordenadas geográficas por métodos astronómicos ante la necesidad de un mayor conocimiento del territorio, de sus principales ciudades y caminos, así como de datos estadísticos nacionales a partir de itinerarios. Se requirieron medidas precisas de los caminos y para ello se utilizaron aparatos como el troqueámetro,19 por lo que fue nombrado Inspector de caminos y también se le solicitó un informe técnico acerca del desagüe de la Ciudad de México,20 uno de los principales problemas de la capital mexicana. Durante el imperio de Maximiliano fue nombrado Subsecretario del Ministerio de Fomento.21 En 1865 se le designó Director del Observatorio Astronómico Central, y en 1866, en colaboración con Miguel Ponce de León y Ramón Almaraz, calculó las coordenadas geográficas de Cuernavaca. En 1867, finalizado el imperio de Maximiliano, Jiménez fue retirado del servicio público, hasta diciembre de 1870, cuando se le encomendaron varias labores, como la exploración del río Mezcala, y en 1871 encabezó la Comisión de Reconocimiento en el camino de Nautla a Huamantla. Su trabajo sobre los pasos de Venus y Mercurio por el disco solar le permitió integrarse a la Comisión que en 1874 viajó a Japón a observar el paso de Venus por el disco solar.22
Como docente, por otra parte, se integró al Colegio Militar y en 1872 dictó la cátedra de Geodesia y Astronomía y, en 1876, se le solicitó también dictar la cátedra de Náutica.23
En 1877, bajo la presidencia de Porfirio Díaz, Francisco Jiménez ocupó el cargo de Inspector de Caminos; ese mismo año publicó en la Memoria de la Secretaría de Fomento dos artículos, uno en coautoría con Ángel Anguiano24 y el otro con Agustín Díaz.25 En los Anales de la Secretaría de Fomento publicó otros trabajos entre 1878 y 1881.26 Francisco Jiménez murió en la ciudad de México el 5 de noviembre de 1881.27
De acuerdo con Luis González y González, los personajes mexicanos nacidos entre 1806 y 182428 compartieron las siguientes características: su vida se desarrolló en un ambiente urbano, cuando el romanticismo reinaba en su infancia y juventud, lo que influyó en su falta de aspiración al enriquecimiento personal, en cambio tuvieron interés en la cultura y el conocimiento científico (González, 1997: 17-32). Estos rasgos, ahora identificados bajo la óptica de la teoría social, se reconocen en el caso de Jiménez, ya que se desempeñó en instituciones públicas o de educación profesional en donde fue integrado a comisiones científicas. Para Jiménez la directriz de México era la inteligencia y, por tanto, la ciencia, la cultura y la experiencia eran las características de las acciones a seguir de sus gobernantes; sin embargo, para otros estudiosos de la historia esto los definían como personas elitistas y excluyentes (Pani, 2001: 53). Cuando Maximiliano fue derrocado y triunfó la República, Jiménez era excluido de algunos círculos sociales y científicos por su participación, pero su valía y sus capacidades eran suficientes para ser llamado nuevamente a servir al gobierno y figurar entre las más destacadas sociedades científicas.29
FRANCISCO JIMÉNEZ Y LA DIFUSIÓN DE LA CIENCIA EN LA SMGE
Durante el siglo XIX una alta proporción de la población registraba analfabetismo,30 y México no era la excepción, lo que impedía que los conocimientos científicos llegaran a todos los habitantes, como eran los deseos de algunos intelectuales. Para Saldaña y Azuela, el ideario científico de la élite ilustrada del siglo XIX era la instauración de la ciencia mediante acciones encaminadas a fomentarla, principalmente a través de la creación de bibliotecas, colecciones, museos y de la formación de asociaciones científicas. Estas agrupaciones “se dedicaron principalmente a la difusión del saber existente a través de sus periódicos y revistas, recurriendo frecuentemente a la traducción de artículos extranjeros de divulgación; la generación de conocimientos no constituyó un objetivo grupal, aunque algunos de sus miembros sí lo hicieron de forma individual” (Saldaña y Azuela, 1994: 143). Los mismos autores señalan también que “El Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística encabezó la difusión y el desarrollo de la ciencia mexicana durante la primera mitad del siglo XIX” (p. 144).
Esta afirmación incide en los propósitos de este escrito, ya que los artículos de Francisco Jiménez tienen diferentes objetivos. Algunos se refieren al trabajo de socios corresponsales o científicos extranjeros destacados, este tipo de trabajos se presentaban como homenaje, pues, como menciona De la Torre (2005: 121):
… grande fue la estimación que los investigadores mexicanos tuvieron por las obras de sus colegas extranjeros… admiraron y envidiaron la inmensa posibilidad que aquéllos tenían para utilizar nutridas bibliotecas, auxiliares capaces e inteligentes, además de recursos económicos que les permitían laborar sin preocupación, consagrados por entero a la creación.
Otro grupo de trabajos eran traducciones y responden a requerimientos científicos y necesidades nacionales. Algunos más notificaban la invención de instrumentos, cálculo de los movimientos planetarios, dictámenes solicitados y posiciones geográficas del país que eran el apoyo para la cartografía moderna. A continuación se presentan cada una de estas áreas de interés de Jiménez.
Los homenajes a científicos extranjeros y la divulgación de la ciencia
Jiménez honró a tres científicos extranjeros: Andrés Poey,31 Lambert Adolphe Jacques Quételet32 y Ángel Secchi, señaló su importancia y analizó sus orientaciones científicas. En este orden, a Andrés Poey le dedicó en 1859 el “Estracto <sic> hecho por el Sr. Socio Don Francisco Jiménez sobre los trabajos físicos y meteorológicos hechos por el Sr. Socio Don Andrés Poey”; en este trabajo Jiménez analizó la totalidad de la obra de Poey33 y reconoció su importancia. Señaló que fue Director del Observatorio Meteorológico de Cuba, y destacó la necesidad de ordenar científica y sistemáticamente la forma de obtener los datos meteorológicos34 como sugiere Poey en su trabajo “Consideraciones filosóficas sobre por la Commission Scientifique du Mexique”, un ensayo de sistematización subjetiva de los fenómenos meteorológicos. Jiménez analizó la conveniencia de contar con una serie de instrumentos para realizar los estudios de los fenómenos meteorológicos y climáticos de forma adecuada, lo cual ya se hacía en otros países. También en el trabajo firmado por Poey, “Aplicación de la electroquímica para la extracción de partes metálicas en el cuerpo humano”, analizó el método sugerido por dicho autor para extraer el mercurio, el plomo y otros metales dañinos del cuerpo de los trabajadores mineros (Jiménez, 1859: 41-52).
El 25 de julio de 1874 Jiménez presentó un trabajo para honrar a Lambert Adolphe Jacques Quételet, quien había fallecido poco antes; lo publicó en 1878 con el título de “Discurso”, y en él analizó la obra de este reconocido astrónomo belga, e indicó que Quételet había sido Director del Real Observatorio Astronómico de Bruselas y Socio Honorario de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.35 Como se mencionó, los socios honorarios y los corresponsales extranjeros en su mayoría eran destacados científicos con quienes los intelectuales mexicanos intercambiaban información; además, estos socios extranjeros apoyaban a la difusión del Boletín. Jiménez destacó la labor de Quételet en favor del avance del conocimiento de la astronomía.
En 1878 realizó un trabajo al que tituló “Sesión en Honor al P. Ángel Secchi”, donde destacó la importancia de las investigaciones de Secchi sobre el Sol,36 estudios que lo ubicaron entre los primeros astrónomos físicos del mundo, y su escrito sobre “la unidad de las fuerzas físicas” lo colocó entre los primeros filósofos matemáticos. Jiménez inició diciendo:
La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, fiel a su costumbre de honrar la memoria de los hombres ilustres de las ciencias, y particularmente la de sus consocios en el extranjero, abre hoy las puertas de sus salones para tributar, en una sesión extraordinaria presidida por el Primer Magistrado de la República, mi justo homenaje de respeto a la del infatigable observador del Sol, al sabio astrónomo-físico, el P. Ángel Secchi, director del Observatorio Romano, muerto el 26 de febrero de 1878 en la ciudad de Roma (Jiménez, 1878: 396).
La divulgación de la ciencia a partir de las traducciones y su importancia para México
El imperio de Maximiliano favoreció los proyectos elaborados en las sociedades científicas. El emperador conocía los beneficios que la ciencia redituaba, por lo que fomentó y apoyó las propuestas de las agrupaciones como la SMGE. Además, en 1864, como se mencionó, también llegaron algunos integrantes de la Comisión Científica Francesa (Commission Scientifique du Mexique, CSM),37 quienes vinieron a México con la intención de hacer una expedición para recolectar materiales para analizar los recursos naturales de México, conforme al plan trazado en París (Pichardo, 2001). Asimismo, se conformó la Comisión Científica Literaria y Artística de México (CCLAM)38. Las investigaciones de la CSM se encuentran en los archivos de esta comisión39 en París, mientras que los resultados de las investigaciones de la CCLAM se publicaron en el Boletín de la SMGE (Ramírez y Ledezma, 2013:310).
Desde mediados del siglo XIX, en las reuniones de la SMGE se había señalado como un problema la falta de un patrón universal que permitiera unificar los pesos y medidas. Esto llevó a los asociados a proponer al gobierno la adopción del sistema métrico decimal; iniciativa que fue aprobada por decreto en el gobierno de Ignacio Comonfort, y respondiendo a dicho proyecto Francisco Jiménez se dio a la tarea de traducir el artículo correspondiente de L’Encyclopedie moderne ou Dictionnaire des sciences, des lettres et des arts, publicada en París en 1851. La traducción de Jiménez se tituló “Sistema Métrico Decimal”,40 y se publicó en 1863. En este artículo se ponderan las ventajas y la naturaleza científica de ese sistema de medidas (Jiménez, 1863: 89-92). Esta propuesta, emitida desde esta agrupación científica, aunada a la traducción de Jiménez, trajo una mayor divulgación del sistema para la población mexicana en general. También en ese año publicó otros dos trabajos, uno en colaboración con Francisco Martínez de Chavero y Próspero Goyzueta, titulado “Sistema Métrico Decimal. Tablas que expresan la relación entre los valores de las antiguas medidas mexicanas y las del nuevo sistema legal”,41 elaborado con el fin de facilitar el uso del sistema recién adoptado. En el otro artículo revisó y corrigió un trabajo realizado por Constancio Gallardo,42 socio corresponsal de la SMGE; este pequeño artículo contiene un cuadro sinóptico cuya finalidad también era facilitar el uso del sistema métrico, su título “Sistema Métrico Decimal” (Jiménez, 1863: 355-356).
También en el seno de la SMGE se propuso la idea de realizar observaciones meteorológicas tanto en la capital mexicana como en otras ciudades y puntos del país, y aunque no se dudaba en el gobierno de las ventajas y posibilidades que esto traería para el conocimiento de las características climáticas del país, su realización se pospuso durante varios años debido a los cambios políticos ocurridos en la década de los años cincuenta del siglo XIX; sin embargo, Jiménez, conocedor de las ventajas de la sistematización de estas observaciones, se dio a la tarea de traducir las instrucciones y metodologías que señalaba el Smithsonian Institute y publicó el artículo correspondiente al que tituló “Instrucciones para hacer las observaciones meteorológicas, adoptadas por el Instituto Smithsoniano de Washington y traducidas para la Sociedad de Geografía y Estadística por su socio Francisco Jiménez”.43 Nos parece que este artículo es un manual que describe el uso de diversos aparatos y la observación de los fenómenos meteorológicos.
También en 1863, y con el fin de aplicar el manual del Smithsonian, Francisco Jiménez publicó el cuadro “Resumen de las observaciones meteorológicas hechas en la Ciudad de México, en el año de 1858”.44 Las traducciones mencionadas respondieron a una necesidad que se tenía en México y la divulgación de estos conocimientos trajo ventajas al ponerlo de forma más accesible al público.
Dictámenes solicitados
Como parte de su labor académica Jiménez dictaminó el trabajo de Emeterio Pineda,45 quien había publicado un estudio sobre Chiapas en un momento en el que se necesitaba proponer el límite entre México y Guatemala, ya que Chiapas se había anexado a México y era necesario conocer con exactitud sus coordenadas, forma y superficie territorial. En 1862 Francisco Jiménez elaboró el “Dictamen de la Comisión que nombró la Sociedad de Geografía y Estadística para corregir errores cometidos por Emeterio Pineda en su trabajo Descripción Geográfica del Departamento de Chiapas y Soconusco”, donde menciona que:
…el Sr. Pineda tomó el término medio de las latitudes que, según las dos autoridades que cita, limitan el Estado, en lo cual no hay inexactitud, puesto que las latitudes todas parten de un origen común y fijo, como es el círculo del Ecuador: pero no sucede lo mismo respecto de las longitudes, porque, partiendo las unas del meridiano de Cádiz y las otras del de París, para tomar el término medio es necesario reducirlas todas a un mismo origen, lo cual no hizo el Sr. Pineda… (Jiménez, 1860: 352-353).
Finalmente, Jiménez señaló que los errores eran muy graves y, en cambio, recomendaba el trabajo elaborado por Antonio García Cubas por ser más exacto.
Artículos de divulgación y difusión científica
Después de derrotado el imperio de Maximiliano, y de regreso en la SMGE,46 Jiménez presentó en dos artículos dos aparatos construidos en Europa; el primero fue “Georama” (Jiménez, 1872), donde dio a conocer un artefacto ideado por el sabio francés, Charles-François-Paul Delanglard y perfeccionado después por Charles-Auguste Guérin, quien estableció en los Campos Elíseos una enorme esfera hueca de cerca de 30 metros de diámetro que representaba el planeta Tierra; se introducía al espectador a dicha esfera por una escalera de caracol que salía a la altura del Ecuador y le permitía observar la totalidad de la superficie terrestre.47 Jiménez mencionó que:
Los inmortales descubrimientos de Cristóbal Colón y la navegación atrevida de Magallanes autorizaron a Carlos V a colocar en el escudo de Sebastián de Elcano una esfera con estas palabras: “Primus circum dedi”. Desde este momento un globo fue el emblema de la geografía, y esto condujo naturalmente a construir grandes esferas… [éste] tomó el nombre de “georama” (Jiménez, 1872: 284-286).
El otro instrumento lo dio a conocer su artículo “Giroscopo” (sic) (1872); en él Jiménez describió el giróscopo de Foucault, y en la sesión en el salón de la SMGE hizo experimentos con un aparato semejante que se llamaba Rotáscopo; explicó la forma de utilizarlo, señalando las ventajas del aparato de Foucault en comparación con este, y mencionó que el giróscopo y el Péndulo suspendido comprobaban el movimiento de rotación de la Tierra y la gravedad. Jiménez apuntó lo siguiente:
Hace pocos años se ha inventado un pequeño instrumento, fundado en las propiedades que tienen los cuerpos en rotación, las que convenientemente aplicadas dan una nueva prueba práctica del movimiento diurno de la Tierra; este ingenioso instrumento es el Giroscopo de Mr. Foucault… (Jiménez, 1872: 504-508).
En estos dos artículos Jiménez dio a conocer lo realizado en otras partes del mundo; “Georama” es un artículo de divulgación, fácil de comprender por todas las personas, en cambio, ‘Giróscopo’ estaba dirigido a científicos y requirió de conocimientos más especializados.
En 1880, Francisco Jiménez, Leandro Fernández y Antonio Palafox publicaron el artículo “Determinación de la longitud del Péndulo de segundos y de la Gravedad de México a 2283 metros sobre el nivel del mar”. En este trabajo de investigación científica comparaban las mediciones dadas por dos péndulos,48 para determinar el aplanamiento y forma del esferoide terrestre, así como la aceleración de la fuerza de gravedad que se registraba en el país.
Investigaciones para el adelanto de la astronomía
Francisco Jiménez presentó en 1872 el trabajo “Pasos de Mercurio y Venus por el disco del Sol, observados en México y California en 1769”,49 donde señalaba la utilidad de este fenómeno tanto para la astronomía como para la geografía, ya que estas observaciones permitían deducir varias medidas relacionadas con el Sol y el sistema planetario.50 Sólo dos años después de publicar este artículo, en 1874, Jiménez viajó a Japón para observar este fenómeno.
En 1880 escribió un breve artículo, “Determinación de la fecha en que se verifica la Pascua de Resurrección”; en él señala que utilizó las fórmulas de Gauss Karl (Friedrich Gauss, 1777-1855) para obtener la fechas, ya que es cambiante con el calendario litúrgico de la iglesia católica; también con ese método Jiménez pudo determinar otras fechas del calendario litúrgico para 187651 (Jiménez, 1880: 274).
Determinación de coordenadas, atendiendo uno de los problemas prioritarios nacionales
Una necesidad del México independiente era el conocimiento del extenso territorio nacional, sus fronteras internacionales, el interior del país y sus litorales, tanto del Golfo como del Pacífico; asuntos obligatorios para asegurar la defensa del territorio y así afirmar la existencia política de la nación mexicana. El desconocimiento de la geografía nacional era un serio problema para los hombres de Estado, y varios funcionarios públicos, como Tadeo Ortiz, plantearon la urgencia de construir compendios geográficos con esta información, pero hasta después de la guerra de intervención de los Estados Unidos se evidenció la conveniencia de un trabajo de alta precisión y la necesidad de contar con ingenieros geógrafos para su realización (Mendoza, 1999: VII-XII).
Con la formación de la Comisión de Límites entre México y Estados Unidos y el trazo de la frontera entre ambos países, se logró construir los mejores mapas del límite entre los dos países, además de una metodología científica para definir las coordenadas geográficas, que se fijaban a partir de observaciones astronómicas52 y levantamientos topográficos53; esta metodología probó ser hasta ese momento la de mayor exactitud, se tenía la idea de que los levantamientos topográficos permitían obtener imágenes fidedignas del territorio (Mendoza 2002: 98); sin embargo, ese procedimiento es muy tardado y costoso, y en México continuaban los problemas políticos. Durante la invasión francesa, Victor Duruy, quien dirigía la CSM, había solicitado al presidente de la SMGE la colaboración de sus miembros para agilizar los estudios sobre el territorio y sus recursos,54 entonces Francisco Jiménez publicó su trabajo titulado “Posiciones de longitud y latitud de varios lugares del Imperio, recogidos y presentados a la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística”, en donde da la posición geográfica (referida al meridiano de Greenwich) de 104 lugares de la frontera entre México y Estados Unidos obtenidos durante su trabajo en la Comisión de Límites Mexicana (Jiménez, 1862: 187-192).
En 1863 Jiménez publicó “Puerto de la Libertad en la Bahía de Lobos, próximo al desierto de Altar en Sonora”,55 en donde señala que las coordenadas fueron incluidas en el Diario de Emory:
Los resultados me fueron pedidos por los ingenieros de la Comisión Americana, y la confianza que en ellos tenían les merecieron el honor de la publicación, apareciendo bajo mi nombre en el 1er. Tomo de la obra del Sr. Emory, gefe <sic> de la Comisión, impresa en Washington bajo la dirección del Sr. Secretario del Interior, en 1857 (Jiménez, 1863: 460).
En 1865 publicó el artículo “Memoria sobre la determinación astronómica de San Juan Teotihuacán”, en el que Jiménez explicaba el método utilizado para calcular las coordenadas de uno de los sitios prehispánicos más importantes del país.56 Para obtener la latitud realizó sesenta observaciones de diecinueve estrellas,57 hechas con un altazimut de Troughton, un círculo vertical de Ertel y dos cronómetros Parkinson y Vázquez.58 La posición obtenida fue: 19° 41’ 07.20” de latitud Norte y 98° 51’ 01.46” de longitud Oeste de Greenwich (Jiménez, 1865: 155-182).
En 1867 terminó el Imperio de Maximiliano, y Francisco Jiménez, José Salazar Ilarregui y otros científicos fueron deshabilitados varios años por haber colaborado con él (Mendoza 1993: 262-263). Mendoza (1999: XIX) indica que durante el Imperio se definieron las posturas políticas y los científicos, entre ellos los geógrafos, quienes no fueron ajenos a la crisis y actuaron de acuerdo con sus convicciones. Al reflexionar acerca de las intenciones de la CSM59 y la CCLAM,60 da la impresión de que el imperio de Napoleón engañó no sólo a los científicos de la SMGE sino al propio Maximiliano, ya que mientras declaraba su deseo de apoyar el desarrollo científico para México, su intención real era ensanchar el dominio de Francia a América y convertir a ese país en un gran imperio.
Como anotó Azuela, Maximiliano advirtió la necesidad de contar con una comunidad científica activa para impulsar la modernización de su nueva patria (2003: 161).61 Tras la derrota total del imperio y la restauración de la República se continuó con la tarea de reconocer el país y analizarlo en su totalidad; para Puyó, el análisis del trabajo de la CSM mostraba la realidad del campo y las áreas urbanas mexicanas, quizá con cierto perjuicio, pero también, posteriormente, se dieron a conocer noticias interesantes sobre México, como en la obra de Vivien de Saint Martin (Puyo, 2010: 152).
Para continuar con el conocimiento del país era necesario determinar las coordenadas (latitud y longitud) mediante métodos científicos. Así, en enero de 1871, Francisco Jiménez publicó “Escala universal de latitudes y longitudes hecha para la Carta General de la República que está construyendo la Comisión Especial nombrada por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística” (Jiménez, 1871: 15-16). En este trabajo dio a conocer un sencillo método ideado por él, que fue del agrado de Manuel Orozco y Berra, por lo que le solicitó su publicación para utilizarlo en dicho mapa (Orozco y Berra, 1881).
En febrero y marzo de ese año, junto con Manuel Orozco y Berra y Alfredo Chavero, publicó en el mismo boletín “Dictámenes de la Comisión para la formación de la Carta General de la República” (Jiménez, Orozco y Berra y Chavero, 1871: 170-174). Para lograr esto proponían una expedición científica62 y argumentaban:
Los planos corográficos, los perfiles y el ensayo de una carta magnética, que sería uno de los resultados de esta expedición científica, enriquecerían nuestra geografía, serían un estudio preliminar para los ferrocarriles y un laudable ejemplo para continuar estos trabajos en mayor extensión… (Jiménez, Orozco y Berra y Chavero, 1871: 173).
El proyecto fue presentado a la Sociedad en una de sus sesiones, y se solicitaba el apoyo gubernamental para el uso de los instrumentos de la Escuela de Ingenieros y el uso del telégrafo (Jiménez, Orozco y Berra, y Chavero, 1871).
CONCLUSIONES
La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística era uno de los pocos lugares del país en donde se discutía sobre ciencia y se propiciaba su comunicación. En las reuniones de esta agrupación eran presentadas las ideas, conocimientos y nuevos saberes y las aportaciones de científicos –tanto mexicanos como de otras partes del mundo– se dieron a conocer, se discutieron, se analizaron y se difundieron.
La vida de Francisco Jiménez transcurrió en el siglo XIX, y estuvo enmarcada por la inestabilidad política, dominada por las luchas ideológicas que imperaron en ese siglo; su trabajo en la frontera norte le permitió obtener un prestigio que posteriormente enriqueció con su trabajo constante y tenaz. Como funcionario público respondió de la mejor manera a los requerimientos e intereses nacionales. El problema del conocimiento del territorio nacional le hizo trabajar para obtener coordenadas geográficas de varios puntos del país, que apoyaron los trabajos cartográficos posteriores. Si bien el principal interés de Jiménez fue la ciencia, y lo que ésta podía hacer para el beneficio de la nación, sus alianzas políticas no lo beneficiaron, ya que como científico distinguido fue invitado a integrarse al selecto grupo cercano al Imperio de Maximiliano, lo cual después provocó que fuera señalado como traidor.
Napoleón III, quien buscaba el engrandecimiento de Francia, emulando quizá a su antecesor Napoleón Bonaparte, tomó medidas con una doble finalidad, una manifiesta y aparentemente noble y desinteresada (desarrollar la ciencia en México para beneficio del país); la otra oculta egoísta y perversa (hacer de México parte del gran imperio francés), de manera que logró engañar no sólo a su protegido, Maximiliano y a su ejército63 sino también a los mexicanos estudiosos del territorio de los que requirió el apoyo.
De los franceses que integraron las dos comisiones (CSM y CCLAM), la primera estuvo dirigida por Victor Dupuy –el único de los científicos franceses que conocieron las verdaderas intenciones del emperador francés–, y que trabajó en París a partir de las noticias que les enviaban sus corresponsales y colaboradores que hacían las exploraciones en México a petición de los científicos franceses que seguían el plan trazado por Napoleón III. La segunda, integrada tanto por militares franceses como por científicos mexicanos (CCLAM), fue más ingenua y, si bien los mexicanos aprendieron técnicas modernas y estructuradas para hacer estudios científicos, la opinión que ha perdurado es que dichos científicos mexicanos olvidaron el rigor científico y tuvieron “una actuación que buscaba congraciarse con el régimen imperial francés” (Ramírez y Ledezma, 2013: 339).
Sin embargo, en el caso de Francisco Jiménez no parece justa esta afirmación, ya que su trabajo fue constante y continuado, ya fuera en el servicio público o como integrante de la SMGE. Su afán siempre fue lograr un conocimiento científico a favor del adelanto de la ciencia mexicana; su vida transcurrió en un ambiente urbano, y su interés en la cultura y el conocimiento científico pesaron más que sus aspiraciones de enriquecimiento personal.
Sin duda sus dos grandes pasiones fueron la geografía y la astronomía aplicadas al conocimiento del territorio; se distinguió por la búsqueda de nuevos conocimientos, los cuales difundió en el mejor foro de ese tiempo la SMGE; fue un profesional de la geografía que buscó responder a las necesidades nacionales.
Al analizar la naturaleza de sus trabajos publicados en el Boletín de la SMGE se concluye que su desempeño profesional tuvo dos vertientes, la primera fue su trabajo científico, cuyos objetivos fueron cooperar para el mayor conocimiento de la geografía nacional y desarrollar o aplicar nuevas metodologías que coadyuvaran a estructurar mejor estos saberes; la otra vertiente fue como comunicador de la ciencia, al divulgar y facilitar la comprensión de los adelantos científicos logrados en México y en otras partes del mundo.