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Alteridades
versión On-line ISSN 2448-850Xversión impresa ISSN 0188-7017
Alteridades vol.21 no.41 Ciudad de México ene./jun. 2011
Diálogos
La enseñanza de la antropología en Centroamérica: ¿desde lo propio o lo ajeno?
María Eugenia Bozzoli Vargas* y Margarita Bolaños Arquín**
* Profesora emérita, Escuela de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica. Apartado 20602050, San Pedro de Montes de Oca, Costa Rica <maria.bozzoli@ucr.ac.cr>.
** Catedrática jubilada, Escuela de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica. Apartado 20602050, San Pedro de Montes de Oca, Costa Rica <margarita.bolanos@ucr.ac.cr>.
Entre 1999 y 2003 nos correspondió enseñar los cursos de Teorías Antropológicas Contemporáneas y Teoría y Práctica de la Antropología Sociocultural en Centroamérica, en la maestría académica en Antropología de la Universidad de Costa Rica. Tuvimos la fortuna de contar con estudiantes de muy alto nivel académico y amplia experiencia en investigación, lo que nos permitió enseñar lo que sabíamos y embarcarnos conjuntamente en la tarea de pensar las grandes preocupaciones de la antropología centroamericana desde la fundación de sus departamentos en las universidades nacionales, a partir de la segunda mitad del siglo XX. Cuando abordamos con los estudiantes la reflexión sobre qué tan propia o ajena era nuestra producción antropológica y la de los extranjeros, surgieron varias preguntas: ¿Por qué siguen las antropologías distintas rutas en su consolidación como disciplina? ¿Qué tienen en común todas estas antropologías? ¿Podemos hablar de una antropología del Sur?
Estas reflexiones se nutrieron de los aportes de los congresos nacionales y centroamericanos de Antropología que desde 1994 se han venido realizando, cada vez con mayor participación de los departamentos de Antropología de Centroamérica y México.1 En lo que sigue, presentamos elementos centrales de esta experiencia y algunas reflexiones sobre la antropología centroamericana, su perfil y su enseñanza, contrastándolas con ideas contenidas en varios textos del dossier ofrecido en este volumen de Alteridades.
En el periodo anterior a la creación de la Red Centroamericana de Antropología, el estudio de la producción local y latinoamericana era muy escaso. En cuanto a esta última, se tenía acceso a la tradición antropológica mexicana principalmente; otras eran de acceso más limitado.2 El resto de las antropologías latinoamericanas eran prácticamente desconocidas para el gremio profesional y los estudiantes centroamericanos. Sin embargo, contamos con un registro importante de encuentros y seminarios realizados en las décadas anteriores, pero los resultados no lograron filtrarse en la fina malla curricular de los programas de enseñanza de la disciplina en nuestros países. En el marco del II Congreso Centroamericano, celebrado en Guatemala en 1997 y dedicado a dos de los fundadores de la antropología en ese país (Joaquín Noval y Francisco Rodríguez Rouanet), la historia de la disciplina y las estrategias para la enseñanza comenzaron a interesarnos. El posgrado en Antropología de la Universidad de Costa Rica, inaugurado en agosto de 1999, se planteó el énfasis en Centroamérica. Al mismo tiempo nos mostramos interesados en crear una línea editorial que recogiera las investigaciones llevadas a cabo en la región por locales y extranjeros. Se hicieron importantes esfuerzos para publicar las trayectorias de la disciplina en cada país, así como para reconocer las aportaciones de otras tradiciones antropológicas que, por colonialistas e imperialistas, antaño estuvieron vetadas.3
A partir de los congresos centroamericanos y la demanda del estudiantado por conocer a sus precursores, sus fundamentos teóricos, sus contribuciones a la comprensión de la realidad política y cultural, trabajamos una matriz que nos permitiera: a) examinar contextos históricos que explicaran la apertura o no de instituciones nacionales promotoras de los estudios antropológicos b) establecer las conexiones entre las corrientes teóricas de la antropología norteamericana y la europea y los estudios antropológicos locales; y c) determinar el papel de los estudios antropológicos en las construcciones de identidad nacional, en la definición de las políticas indigenistas y en las estrategias de desarrollo promovidas en los países centroamericanos después de la Segunda Guerra Mundial.
Elaboramos una periodización que ha servido de marco para extender el conocimiento sobre la producción antropológica en Centroamérica, la cual ha guiado el estudio del desarrollo de la disciplina y las preocupaciones de cada periodo propuesto. De esta forma, hemos logrado establecer continuidades y rupturas en los estudios antropológicos en el istmo. Los periodos son los siguientes:
1. Los estudios antropológicos y las construcciones de la identidad nacional en Centroamérica: la indianidad y el mestizaje como preocupaciones principales (1880-1945).
2. Los estudios antropológicos y la modernización de las sociedades rurales centroamericanas: ladinización, integración, cambio social y modernización de las economías rurales tradicionales (1945-1970).
3. Los estudios antropológicos y la lucha étnica y campesina, la violencia doméstica, el deterioro ambiental y el fracaso de las políticas de modernización e integración de las sociedades rurales (1970-1985).
4. Los estudios antropológicos y las alternativas populares de desarrollo: la economía informal, la sostenibilidad de los sistemas tradicionales de producción, el ecoturismo, el desarrollo sostenible y las nuevas alternativas de poder (1985-2000).
5. Las preocupaciones y tendencias actuales de la antropología centroamericana (2001-2011).
En la historia de la antropología de cada país centroamericano identificamos aspectos que les son propios, lo que ya ha sido tratado por sus estudiosos nacionales. Empero, en el análisis comparativo han sido posibles las generalizaciones.
La antropología en Centroamérica se inicia alrededor de temas indígenas, mediante los enfoques de la arqueología, la historia, la lingüística, la etnografía/ etnología, y el indigenismo. Por esta atención a cuestiones indígenas, el comienzo no difiere del resto de América, desde el norte (Canadá) hasta el sur (Argentina y Chile).
La evolución del pensamiento antropológico centroamericano se evidencia a partir de la creación de las instituciones nacionales encargadas del estudio, la custodia y la conservación del patrimonio cultural desde el siglo XIX, hasta el presente. Sin embargo, la antropología profesional en Centroamérica es un desarrollo de la segunda mitad del siglo XX. En los primeros decenios no es posible identificar antropólogos profesionales nacionales. En este sentido, coincidimos con lo que expresa Carlos Benjamín Lara Martínez en su contribución al dossier en cuanto a que él también destaca la diferencia entre pensamiento antropológico y lo que denomina antropología científica. No obstante, se adoptan o se desarrollan ideas de las disciplinas antropológicas por parte de profesores de materias que hacen uso de este tipo de conocimiento (educación, jurisprudencia, medicina, historia, por ejemplo), por parte de escritores y poetas, y entre los encargados de museos. Los primeros antropólogos profesionales nacionales ejercen en la disciplina después de la Segunda Guerra Mundial.4
El intento de relacionar los estudios antropológicos con aspectos de la nacionalidad de cada país, aunque no del todo ausente en los inicios, se hace más patente hacia mediados del siglo XX, pero más claramente a partir de los estudios de etnicidad e identidad de los años ochenta. Además, las y los antropólogos han buscado, mediante diferentes perspectivas, aportar a la solución de problemas nacionales o a la discusión de ese tipo de asuntos. En esta preocupación coincidimos con la experiencia colombiana, expuesta en el artículo de Myriam Jimeno y David Arias en el dossier.
Las situaciones políticas de cada país centroamericano han incidido en el desarrollo de la disciplina. Entre 1970 y 1985 se presentan graves conflictos en Centroamérica, pero aun con dificultades se va consolidando la enseñanza formal de la disciplina en las universidades estatales, orientándose los programas a valorar la situación de estas llamadas "repúblicas bananeras" ante los países hegemónicos y en el contexto de América Latina, a comprender los procesos nacionales e internacionales relacionados con las condiciones de pobreza, y a destacar los aportes de las clases populares a la nacionalidad, entre otros asuntos.
En nuestras antropologías nacionales, al igual que lo han hecho otros colegas en el dossier, podemos hablar de "difusión" de ideas, prácticas y metodologías; como todo resultado de ese proceso, lo difundido se puede adoptar manteniéndolo muy semejante a su origen; empero, lo normal es que además implique un proceso de adaptación, en ese caso autónomo, para integrarse a esquemas locales; otro resultado de la difusión, que también da cuenta de antropologías propias, es la difusión por estímulo: se adopta una idea general pero son diferentes los detalles concretos para llevarla a cabo, como las transformaciones sui géneris que sufren con el tiempo los programas de docencia universitaria en Antropología. En la construcción de una antropología propia, en cuanto complejo cultural, las y los estudiosos aportan, aunque en menor medida, invenciones particulares, por ejemplo las temáticas novedosas en la investigación.
Se puede caracterizar a las antropologías centroamericanas de la siguiente manera:
1. La atención a temas indígenas no es necesariamente un análisis de la otredad, más bien es análisis del nosotros, por cuanto la preocupación es cada país o nación como un todo.
2. Siempre con la preocupación por lo nacional, la evolución del pensamiento antropológico centroamericano está en estrecha relación con la creación de las instituciones encargadas del estudio, la custodia y la conservación del patrimonio cultural de la nación.
3. Considerando que estos países se benefician por la comprensión y solución de sus problemas sociales con el aporte de las ciencias sociales, se abren los programas de antropología en los que se aprecia la diversificación de los componentes de población estudiados y de las preocupaciones que contrastan con las ideas de los intelectuales de los primeros decenios. El indígena comienza a tomar el rostro de sujeto oprimido y aparecen nuevos sectores: los afrodescendientes y el multiétnico sector de trabajadores bananeros, campesinados y conglomerados urbanos en desventaja, diversos grupos inmersos en la inequidad, etcétera.
4. El intento de relacionar los estudios antropológicos con aspectos de la nacionalidad de cada país, aunque no totalmente ausente en los inicios, se hace más evidente hacia la década de los setenta y la siguiente, aquella que el mundo recordará por las matanzas y la tortura de las poblaciones campesinas pobres e indígenas. Los estudios de etnicidad e identidad, de 1980 al presente, están en nuestro criterio, en estrecha relación con las luchas protagonizadas por los indígenas y otros grupos étnicos que sufrieron los embates de las políticas de modernización.
5. Las perspectivas teóricas se combinaron con las políticas, al punto de que contribuir a la solución de problemas nacionales o a la discusión de ese tipo de asuntos costó la vida a antropólogas y antropólogos. Las situaciones políticas de cada país centroamericano han incidido profundamente en el desarrollo de la disciplina. Los años de 1970 a 1985 son de graves conflictos en Centroamérica: étnicos, de clase y bélicos, pero incluso con inconvenientes se fue consolidando la enseñanza formal de la antropología en las universidades públicas y las de orientación jesuita, dirigiéndose los programas a valorar la posición de estas pequeñas naciones frente a los países hegemónicos y en el contexto de América Latina; a extender los procesos nacionales e internacionales relacionados con las condiciones de pobreza; a realzar las aportaciones de las clases populares a la nacionalidad; y otras cuestiones más.
6. Partimos de la hipótesis de que la consolidación de los programas de enseñanza de la antropología en Centroamérica en las universidades públicas, entre 1960 y 1970, estuvo íntimamente ligada a las preocupaciones de las emergentes clases medias nacionalistas, que en algunos países centroamericanos accedieron al poder en los decenios anteriores. En esa medida, el retraso en la apertura de los programas, o el cierre de algunos de ellos en años subsiguientes, es consecuencia directa de la permanencia o del retorno al poder de regímenes oligárquicos y autoritarios, temerosos siempre de los efectos que la antropología, como la mexicana, podría tener sobre los intelectuales de las emergentes clases medias nacionalistas, con clara orientación antiestadounidense y revolucionaria.
7. No se debe olvidar que el desarrollo antropológico ocurre en un contexto de influencias internacionales, tanto en la esfera general de nuestras sociedades como en la específica de nuestra disciplina y sus subdisciplinas.
8. Se deben reconocer las especificidades de la historia de la antropología en cada país centroamericano, ya documentadas por sus propios estudiosos. Es posible, sin embargo, intentar un cierto nivel de generalización, basado en esos estudios y en la experiencia de las autoras, que por varias décadas han sido partícipes de los esfuerzos de los profesionales de la antropología por compartir sus vivencias en la enseñanza y por establecer relaciones de cooperación para superar las visiones fragmentadas de la región centroamericana.
1 Las autoras expusieron resultados en "Aportes de la antropología mexicana para la comprensión de Centroamérica: reflexiones desde la antropología social costarricense" (IV Congreso Centroamericano de Antropología, Xalapa, Veracruz, 2002) y "Teoría y práctica de la antropología en Centroamérica: perspectivas nacionales" (V Congreso Centroamericano de Antropología, Managua, Nicaragua, 2004).
2 Esta influencia dependía del país de estudios del o de la profesional, y de la subdisciplina. Por ejemplo, Reina Torres, en Panamá, se graduó en Argentina. En las ramas de etnología y arqueología había conocimientos primordialmente de la producción brasileña, colombiana y peruana. Los congresos de americanistas, como el celebrado en Costa Rica en 1958, y en otros países de América y Europa en los años sesenta y setenta, permitieron acercamientos entre las y los estudiosos de Latinoamérica.
3 En el Encuentro Centroamericano de Antropología, realizado en febrero de 2001 en Costa Rica, el Departamento de Antropología y la maestría académica presentaron a la Red Centroamericana de Antropología la propuesta del programa editorial Tendencias teóricas de la antropología centroamericana: una lectura contemporánea. En esa misma fecha se comenzaron a trabajar las bases para un programa de doctorado conjunto.
4 Antonio Goubaud Carrera (1902-1951), de Guatemala; Carlos Aguilar P. (1917-2008), de Costa Rica; Reina Torres (19321982), de Panamá.