En enero de 2023, la Junta de Ciencia y Seguridad del Boletín de los Científicos Atómicos adelantó las manecillas del reloj del juicio final de los 90 antes de la medianoche, reflejando el creciente riesgo de una guerra nuclear.1 En agosto de 2022, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, advirtió que el mundo se encuentra ahora en “una época de peligro nuclear no vista desde el apogeo de la Guerra Fría”.2 El peligro se ha visto acentuado por las crecientes tensiones entre muchos estados con armamento nuclear.1,3 Como editores de revistas biomédicas relacionadas a la salud de todo el mundo, hacemos un llamado a los profesionales de la salud para que alertemos al público y a nuestros líderes sobre este grave peligro para la salud pública y los sistemas esenciales de soporte vital del planeta, e instamos a que se tomen medidas para evitarlo.
Los actuales esfuerzos de control de armas nucleares y de no proliferación son inadecuados para proteger a la población mundial contra la amenaza de una guerra nuclear por diseño, error o error de cálculo. El Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) compromete a cada una de las 190 naciones participantes a “celebrar negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces relativas a cesar la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear, y sobre un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional”.4 Los avances han sido decepcionantemente lentos y la última conferencia de revisión del TNP, celebrada en 2022, terminó sin una declaración consensuada.5
Hay muchos ejemplos de casi catástrofes que han puesto de manifiesto los riesgos de depender de la disuasión nuclear para un futuro indefinido.6 La modernización de los arsenales nucleares podría aumentar los riesgos, por ejemplo, los misiles hipersónicos disminuyen el tiempo disponible para distinguir entre un ataque y una falsa alarma, lo que aumenta la probabilidad de una escalada rápida.
Cualquier uso de armas nucleares sería catastrófico para la humanidad. Incluso una guerra nuclear “limitada” en la que participaran sólo 250 de las 13,000 armas nucleares que hay en el mundo podría matar a 120 millones de personas y provocar una alteración climática global que llevaría a una hambruna nuclear, poniendo en peligro a 2,000 millones de personas.7,8 Una guerra nuclear a gran escala entre EEUU y Rusia podría matar a 200 millones de personas o más a corto plazo, y potencialmente provocar un “invierno nuclear” global que podría matar entre 5,000 y 6,000 millones de personas, amenazando la supervivencia de la humanidad.7,8 Una vez detonada un arma nuclear, una guerra nuclear podría producirse rápidamente. Por lo tanto, la prevención de cualquier uso de armas nucleares es una prioridad urgente de salud pública y también deben tomarse medidas fundamentales para abordar la raíz del problema: la abolición de las armas nucleares.
Las comunidades enfocadas en salud han desempeñado un papel crucial en los esfuerzos por reducir el riesgo de guerra nuclear y deben seguir haciéndolo en el futuro.9 En la década de los 80, los esfuerzos de los profesionales sanitarios, liderados por la Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW por sus siglas en inglés), ayudaron a poner fin a la carrera armamentística de la Guerra Fría al educar a los responsables políticos y al público de ambos lados del Telón de Acero sobre las consecuencias médicas de la guerra nuclear. Así se reconoció con la concesión del Premio Nobel de la Paz de 1985 a la IPPNW10 (http://www.ippnw.org).
En 2007, la IPPNW lanzó la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, que se convirtió en una campaña mundial de la sociedad civil con cientos de organizaciones asociadas. Se creó una vía hacia la abolición nuclear con la adopción del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares en 2017, por lo que la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares recibió el Premio Nobel de la Paz 2017.
Organizaciones médicas internacionales como el Comité Internacional de la Cruz Roja, la IPPNW, la Asociación Médica Mundial, la Federación Mundial de Asociaciones de Salud Pública y el Consejo Internacional de Enfermeras, desempeñaron un papel clave en el proceso previo a las negociaciones y en las propias negociaciones, presentando las pruebas científicas sobre las catastróficas consecuencias para la salud y el medio ambiente de las armas nucleares y la guerra nuclear. Continuaron esta importante colaboración durante la Primera Reunión de los Estados Partes en el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que actualmente cuenta con 92 signatarios, incluidos 68 Estados miembros.11
Ahora pedimos a las asociaciones de profesionales de la salud que informen a sus miembros de todo el mundo sobre la amenaza a la supervivencia humana y que se unan a la IPPNW para apoyar los esfuerzos para reducir los riesgos a corto plazo de una guerra nuclear, incluyendo tres medidas inmediatas por parte de los estados con armas nucleares y sus aliados: en primer lugar, adoptar una política de no ser el primero en usarlas;12 en segundo lugar, retirar sus armas nucleares de la alerta de gatillo fácil; y, en tercer lugar, instar a todos los estados implicados en conflictos actuales a comprometerse pública e inequívocamente a no usar armas nucleares en estos conflictos.
Además, les pedimos que trabajen para poner fin definitivamente a la amenaza nuclear, apoyando el inicio urgente de negociaciones entre los estados con armamento nuclear para llegar a un acuerdo verificable y sujeto a plazos para eliminar sus armas nucleares de acuerdo con los compromisos del TNP, abriendo el camino para que todas las naciones se adhieran al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares.
El peligro es grande y creciente. Los estados nuclearmente armados deben eliminar sus arsenales nucleares antes de que nos eliminen a nosotros. Las comunidades enfocadas en salud han desempeñado un papel decisivo durante la Guerra Fría y, más recientemente, en el desarrollo del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Debemos volver a asumir este reto como una prioridad urgente, trabajando con renovada energía para reducir los riesgos de guerra nuclear y eliminar las armas nucleares.
Este editorial se publica simultáneamente en varias revistas https://www.bmj.com/content/full-list-authors-and-signatories-nuclear-risk-editorial-august-2023