Introducción
La sierra de Las Ánimas fue decretada como área natural protegida (ANP) el 15 de mayo de 1977 con la denominación de Parque Estatal Chapa de Mota; ello debido a que las condiciones ambientales y la relativa lejanía de centros poblacionales hacían del sitio un lugar ideal para instalar un observatorio astronómico (municipio de Chapa de Mota, 2009; SAM, 2013). Cómo el sitio aún conserva su estatus de conservación y presenta una vegetación original, entonces vale la pena realizar un estudio florístico, ya que este tipo de estudios es uno de los aspectos básicos para llevar a cabo diagnósticos biológicos regionales, estudios de impacto, investigación, gestoría y formulación de políticas de manejo en general. El conocimiento de las especies vegetales de un sitio dado, ligados a un tipo de ambiente físico particular, son de gran utilidad para soportar decisiones que validen tanto los modelos teóricos en ecología como al manejo ambiental (Palmer et al., 1995), sobre todo cuando existen presiones socioeconómicas para el cambio de uso de suelo.
Aunque existen recolectas botánicas en el área de norte del Estado de México realizadas por E. Matuda entre los años de 1952 y 1957 como parte de las expediciones de la Comisión Botánica Exploradora del Estado de México que sirvieron de base para la edición de los fascículos de la “flora del Estado de México”, entre 1953 y 1972 (Martínez y Matuda (1979), no se localizaron trabajos florísticos íntegros previos en la región de la sierra de Las Ánimas. Existen varios estudios de índole faunístico, tal como los de Keer García (2003), Torres Reyes (2008), Villanueva Santiago (2008), Mejía (2011), y micoflorístico como el de Montañez Arce (1999). De las regiones aledañas, similares por su fisiografía y clima, la mayoría ubicadas en la parte septentrional de la cuenca de México (Ciudad de México y Estado de México), se localizaron los siguientes estudios: Osorio Rosales (1984) describió la flora y vegetación en la región superior de la sierra de Monte Alto; Bracho Linares (1985) estudió la zona inferior de la sierra de Monte Alto; Castilla Hernández y Tejero-Díez (1987) estudiaron la vegetación del Cerro Gordo (San Juan Teotihuacán) y zonas aledañas; García Hernández (1999) enlistó las especies del municipio de Jilotepec; Nava Rojas (2005) realizó un diagnóstico ambiental en Los Molinitos, municipio de Villa del Carbón; Medina Lemus y Tejero-Díez (2006) realizaron el estudio de la flora en el parque estatal Atizapán-Valle Escondido, en el municipio de Atizapán; Aguilar Campos (2009) realizó un diagnóstico ambiental en el parque El Ocotal, municipio de Timilpan. Estudios en la línea de la ecología vegetal comparativa que se han realizado en sitios cercanos al área de estudio son los de González Martínez y Rodríguez Zaragoza (1987), Rubio Lincona (2006) y Ramírez Cruz (2009).
Dado que la sierra de Las Ánimas es un área natural protegida y debido a la importancia de los servicios ambientales que ésta ofrece en la región (provisión de madera (carbón), explotación del mantillo del suelo, la presencia de manantiales; regulación en los ciclos de agua locales y la sedimentación y de apoyo por el aporte de sedimentación y nutrientes en las áreas agrícola adyacentes y las de tipo ecoturístico), se consideró importante elaborar un listado de las plantas vasculares de la localidad con el propósito de contribuir al conocimiento del recurso florístico de la región y valorar a través de éste la relevancia de conservación de la zona considerada para su studio.
Métodos y materiales
Con la finalidad de asegurar la toma de datos mínimo para este estudio, se siguieron las proposiciones de información estandarizada de Palmer et al. (1995) que a continuación se exponen:
Área de studio
Ubicación: El municipio de Chapa de Mota se localiza en la porción noroccidental del Estado de México, entre los paralelos 19° 43’ 57’’ y 19° 54’ 15’’ de latitud norte y los meridianos 99° 25’ 13’’ y 99° 40’ 15’’ de longitud oeste, con un intervalo de altitud entre 2 600 m en el poblado hasta 3 070 en la cima del cerro Las Ánimas (INEGI, 2010). El municipio cuenta con una superficie de 28949 hectáreas, 1.29% del territorio estatal; se divide en 38 localidades y su población es de 21.746 (en 2005) habitantes. La sierra de Las Ánimas se ubica al sur de la cabecera municipal y al noroeste del poblado de Villa del Carbón. Las vías de acceso son, a partir del noroeste de la Ciudad de México por la estatal núm. 5 (Atizapán de Zaragoza-Villa Nicolás Romero), se circula hasta el poblado de Villa del Carbón; unos cuatro kilómetros al norte se divide en dos: a) la estatal 5 continua por el sur de la sierra de Las Ánimas hasta el poblado de Tecoac y b) la estatal núm. 4 (13) llega a Chapa de Mota. A partir de estas rutas, existen numerosas brechas y veredas que permiten llegar a los diferentes sitios de recolecta de ejemplares (fig. 1).
Fisiografía: La sierra de Las Ánimas forma parte de la región Atlacomulco de la Faja Volcánica Transmexicana (FVT). Se trata de una sierra semiaislada con forma de herradura, que se constituye de seis elevaciones secundarias que van de los 3 010-3 070m, donde el más alto corresponde al de Las Ánimas (Latitud 19° 47’ 25.8” N - Longitud 99° 31’ 24.8” O). Las topoformas que rodean al área de estudio son las sierras de Jilotepec al norte, San Bartolo y Timilpan al oeste, Monte Bajo al sur y la región de cañadas de Villa del Carbón al este.
Geología: Las rocas ígneas o volcánicas del periodo Oligoceno-Mioceno, con aproximadamente 26 millones de años de antigüedad, son el elemento más importante en la zona septentrional del valle de Toluca (región Atlacomulco) a la cual pertenece las sierras de San Andrés-Ñadó y de Chapa de Mota entre otras. Sin embargo, sobreyaciendo a la anterior fase, se encuentran los estratos de roca ígnea procedentes del vulcanismos Plioceno-Holoceno de 10 millones de años de antigüedad. En esta última fase, se encuentran rocas ígneas de composición clástica, andesítica y basáltica, con depósitos piroclásticos. Simultáneamente con la última fase volcánica, en las partes bajas se encuentran sedimentos fluviales y lacustres derivados de las anteriores rocas. Por lo anterior, las rocas ígneas que más frecuentemente afloran en el área de estudio son: andesita, tobas, brecha, basaltos, riolitas y dacitas (Zavaleta-Mondragón et al., 2005).
Suelos: En la sierra de Las Ánimas dominan cinco tipos de suelo: los de tipo Vertisol se encuentran principalmente en la parte baja de la sierra, ocupan ca. de 15% del área del municipio y son susceptibles a la erosión, aspecto que se observa en las inmediaciones del poblado y en el piedemonte occidental de la sierra. Los Feozem se encuentran ligados a las laderas medias y bajas de la sierra y principalmente tienen orientación este-oeste, cubren un 50% de la superficie del municipio. Los Luvisoles se sitúan en las zonas lacustres bajas al oeste y centro de la sierra, los cuales cubren 15% de la superficie. En las zonas altas de la sierra, se localizan los suelos de tipo Andosol y algunos Leptosoles, abarcan 20% de la superficie del municipio (SEMARNAT, 2009). El uso del suelo en el municipio está ocupado principalmente por bosques (49% del terreno montañoso) y la agricultura y ganadería (23.9 y 23.3 % respectivamente, en los sitios de menor pendiente). El uso urbano del suelo aún es bajo, ya que sólo impacta el 0.5% del terreno municipal (municipio de Chapa de Mota, 2009).
Clima: Por la posición geográfica, la altitud ya indicada y, dado que los vientos alisios son atajados por la Sierra Madre Oriental y parte de la Faja Volcánica Transmexicana, excepto en verano que logran penetrar al centro continental, el clima en la localidad es de índole templado subhúmedo de montaña tropical (Jáuregui-Ostos y Vidal-Bello, 1981). Según García (2004), la fórmula climática de la zona llana (presa Danxho y presa Taximaya 2400 mal NNO y NE respectivamente) es templado subhúmedo, el intermedio de los subhúmedos con cociente P/T de 54, con lluvias en verano. La mayor cantidad precipita es en los meses de julio a septiembre (468.2 mm) y en invierno llueve menos del 10% del total anual. La temperatura promedio anual es de 13.2°C; los meses más cálidos son abril-mayo (14.5°C) y los más fríos en diciembre-enero (11.3°C): Cb(w1)(w)ig (fig. 2). En invierno el cociente P/T aumenta a 62 y suelen ocurrir de 20 a 40 días con heladas. Las tormentas eléctricas aparecen principalmente en el mes de agosto, la niebla se concentra entre noviembre y febrero (6-11 días al año) y el granizo (cinco días en promedio anual) cae con mayor frecuencia en el mes de agosto (Jáuregui-Ostos, 1981). Sin embargo, en la zona de la sierra, de acuerdo a los datos obtenidos de la estación meteorológica Chapa de Mota a 2 620 m snm (CONAGUA, 2011) (fig. 2), disminuye la temperatura con la altitud a ca. 11°C y aumenta sensiblemente la precipitación (a 817 mm anual).
Hidrología: Chapa de Mota forma parte de la región hidrológica del Alto Pánuco (RH-26) (SAGARPA, 2003). En la cuenca de la sierra de Las Ánimas nace el río Piedra Azul, el cual se dirige al noreste para ser captado en un tándem de tres represas (San Luis Taxhimay, Requeno y Endhó) antes de formar parte del río Tula. Otros arroyos que nacen en la periferia de la sierra favorecen la alimentación de presas como Danxhó al norte y la Concepción al suroeste.
Vegetación: Dado que el 46.9% del territorio municipal son áreas forestales, el arbolado representa la mayor riqueza del municipio, el cual cubre 13 592.8 has, con bosques templados de encino con Quercus castanea, Q. crassipes, Q. dysophylla, Q. crassifolia y Q. frutex; encino-pino con algunas de las especies anteriores y Pinus leiophylla y/o P. teocote y bosque de galería, formado por las especies riparias Alnus jorullensis, Garrya laurifolia, Crateagus mexicana y Salix bonplandiana, entre otros.
Trabajo de campo y laboratorio
Se realizaron recorridos extensivos por el área de estudio entre los años 2009 a 2011; se realizaron 23 visitas, al menos una en cada mes del año, pero se intensificaron a finales de la época de lluvias (septiembre a diciembre). Se acopió un total de 417 ejemplares; cada grupo morfo/taxonómico se preparó para su colección de acuerdo a los métodos propuestos en Lot y Chiang (1986). En el laboratorio se determinaron con la ayuda de floras regionales, principalmente Rzedowski y Rzedowski (2001), así como de revisiones o monografías cuando fue necesario. Una vez determinados los ejemplares, se cotejaron contra ejemplares tipo en Jstor Global Plants, así como en Trópicos del Missouri Botanical Garden (Tropicos.org, 2009), a excepción de casos crípticos que se acudió al herbario IZTA. La escritura de los nombres y la abreviación de los autores se tomaron de Trópicos (http://www.tropicos.org/Home.aspx). En general, la circunscripción taxonómica de las familias y especies está de acuerdo a Rzedowski y Rzedowski (2001), pero, una vez separadas las divisiones, el listado se acomodó alfabéticamente. Los especímenes de referencia se donaron al herbario Nacional de México (MEXU) y una copia al herbario del Missouri Botanical Garden, EU (MO).
Con la finalidad de obtener indicadores ambientales, de cada espécimen se anotó la siguiente información: Ambiente (hábitat), según criterio de vegetación de Rzedowski (2006). Forma de vida, de acuerdo con el concepto de Raunkiaer modificado por Mueller-Dombois y Ellenberg (1974). Abundancia, utilizando la escala de cobertura- abundancia de Braun-Blanquet (Matteucci y Colma, 1982). Sinantropía, por observaciones en campo y mediante la consulta de Rzedowski y Rzedowski, (2001), Villaseñor y Espinosa-García (2004), Villaseñor y Espinosa-García (1998). Una vez determinados los ejemplares se consideró la Distribución geográfica, según Rzedowski y Rzedowski, (2001) y la Categoría de riesgo de acuerdo a la NOM-059-SEMARNAT-2010, la lista roja de la IUCN (2008) y CITES (2008).
La riqueza florística del área de estudio se calculó mediante el índice de biodiversidad taxonómica (Squeo et al., 1998), donde Ibt = S/LnA; S = número de especies y A = tamaño del área. Todos los datos obtenidos se ordenaron en una matriz básica de datos; esta se expresa en el apéndice I.
Resultados
Florística
A partir de 417 ejemplares recolectados en la zona estudiada, se obtuvo un listado florístico de 271 especies, 176 géneros y 75 familias. De esta última categoría taxonómica, una pertenece a Lycopodiophyta, siete a Polypodiophyta, una a Pinophyta y el resto (66) a Magnoliophyta: 55 Magnoliopsida y 11 Liliopsida (cuadro 1, apéndice I).
División | Familias | Géneros | Especies |
---|---|---|---|
Lycopodiophyta | 1 | 1 | 2 |
Polypodiophyta | 7 | 15 | 22 |
Pinophyta | 1 | 1 | 2 |
Magnoliophyta | 66 | 159 | 245 |
Total | 75 | 176 | 271 |
Las familias con diez o más especies son: Asteraceae 57 spp. (21%), Fabaceae 22 spp. (8%), Pteridaceae, Fagaceae y Lamiaceae 11 spp. (4%); juntas representan 41% de la flora total, el resto de las familias (59%), presentan menos de nueve especies. Este orden de importancia de las familias sólo discrepa con las de las últimas posiciones en la representación mexicana (Rzedowski, 1991) (fig. 3).
Los géneros mejor representados, con cuatro o más especies, son: Quercus (10 spp.), Salvia (7 spp.), Solanum, Senecio, Cologania (5 spp. c/u), Verbena, Verbesina, Stevia y Bidens (4 spp. c/u); de estos géneros, cinco (Senecio y los últimos cuatro) pertenecen a Asteraceae.
Formas de vida
Las formas de vida, es la expresión adaptativa de las plantas a las presiones que ejerce el medio ambiente. Entre los principales elementos que afectan a las plantas se encuentran la cantidad de agua precipitada, la duración de los periodos de lluvia y sequía, el tipo de suelo, la severidad de la temperatura invernal y evidentemente, la actividad humana (fuego inducido, pastoreo, etc.) (Krebs, 1987). Por el tipo climático del área de estudio (templado subhúmedo), la forma de vida dominante es la hemicriptófita (50%), seguido de los criptófitos (14%) y caméfitos (10%); con menor número de especies y en orden descendente, se encuentran los fanerófitos escaposos (8%), fanerófitos cespitosos (7%), terófitos (6%), y lianas (1%). Las plantas corticícolas (epífitos) y las heterótrofas (saprofitas, hemiparásitas y parásitas) están escasamente representadas (2% cada grupo) (fig. 4).
Distribución geográfica de las especies
El 37.28% de las especies encontradas se distribuyen dentro de los límites políticos de México, de éstas 11.45% son endémicas regionales a alguna de las provincias fitogeográficas que coinciden con el área de estudio. Entre estas últimas destacan las pertenecientes a la Faja Volcánica Transmexicana (7.75%) y el resto de las especies (3.70%), combinan esta provincia con dos o más provincias limítrofes (tal como Altiplano Mexicana, Sierra Madre Occidental y/o Depresión del río Balsas). La mayoría de las especies reportadas (62.73%) tienen una distribución que rebasa los límites políticos de México; en este caso descuellan las de México-Sudamérica (20.30%) y las endémicas a Megaméxico 2 (15.86%). El resto de la flora corresponde a especies con alguna otra distribución extraterritorial (cuadro 2).
Distribución | spp | % | Distribución | spp | % |
Cosmopolita | 19 | 7.01 | Megaméxico 1 | 18 | 6.64 |
América | 2 | 0.74 | Megaméxico 2 | 43 | 15.86 |
México-Centroamérica | 12 | 4.43 | Límites políticos de México | 70 | 25.83 |
Norteamérica | 6 | 2.21 | Sierra Madre Occidental, | 10 | 3.70 |
México-Suramérica | 55 | 20.30 | Depresión del Balsas, Faja | ||
Megaméxico 3 | 15 | 5.54 | Volcánica Transmexicana | ||
Faja Volcánica Transmexicana | 21 | 7.75 |
Sinantropía de la flora
El 74.54% de la flora es parte de la vegetación madura de la región; de éstas 14.02% suelen favorecerse por el disturbio (especies recurrentes). El 25.46% de las especies se pueden considerar como sinantrópica, entre ellas 4.43% corresponden a especies exóticas (no nativas o introducidas), algunas de las cuales tienen un comportamiento de invasoras. El resto de la flora sinantrópica (21.03 %) es catalogada como maleza nativa por Villaseñor y Espinoza (1998).
Especies bajo protección legal
Se encontraron 15 especies consideradas en alguna categoría de riesgo o protección:
En la NOM-059-SEMARNAT-2010: Bletia urbana: Amenazada (endémica) también mencionada en CITES: A II. Comarostaphylis discolor: Sujeta a protección especial (Pr). Furcraea bedinghausii: Amenazada (endémica). Gentiana spathacea: Sujeta a protección especial (Pr, endémica) y Litsea glauscesens: En peligro de extinción (P).
Riesgo bajo de preocupación menor en la Lista roja de la IUCN (2008): Pinus montezumae, Pinus teocote, Alnus acuminata, Arbutus xalapensi y Viburnum elatum.
Apéndice II de CITES (2008): Corallorhiza ehrenbergii, Corallorhiza maculata, Deiregyne eriophora, Malaxis fastigiata y Malaxis soulei.
Riqueza florística
La riqueza florística de la sierra de Las Ánimas es de 30 especies por ha; si se excluye la flora considerada como sinantrópica, la riqueza de las áreas mejor conservadas se reduce a 22 especies por ha. (cuadro 3).
Localidad | Extensión (ha)* | Altitud (m snm) | No. Spp* | Riqueza (spp/ha) |
Las Ánimas Chapa de Mota | 8 833 | 2 200 - 3 400 | 271 | 30 |
Parque Estatal Valle Escondido (Medina y Tejero-Díez, 2006) | 200 | 2 250 - 2 650 | 96 | 18 |
Cerro Gordo y zonas aledañas (Castilla y Tejero-Díez, 1987) | ≈150 | 2 250 - 3 050 | 109 | 22 |
Sierra de Monte Alto parte superior (Osorio, 1984) | ≈4 600 | 2 650 - 3 700 | 402 | 48 |
Sierra de Monte Alto parte inferior (Bracho Linares, 1985) | ≈10 200 | 2 400 - 2 650 | 138 | 15 |
*NOTA: se considera exclusivamente a las especies que los autores reportan para el bosque de Quercus; la extensión de tal tipo de vegetación se recalculó en la mayoría de los casos para este trabajo.
Discusión
En la Sierra de las Ánimas, las familias representadas con 10 o más especies son siete y todas, excepto Fagaceae, son de las que presentan mayor número de especies en la flora de México (Villaseñor, 2003 y Mickel y Smith, 2004). Dentro de estas siete familias, las que presentaron mayor abundancia de especies y que coinciden en relación con el espectro normal reportado para México por Rzedowski (1991) son Asteraceae (56 spp.) y Fabaceae (21 spp.). A diferencia del normal mexicano, en la zona estudiada existe una alta representatividad de las familias Pteridaceae (24 spp.), Fagaceae (10 spp.), Lamiaceae (10 spp.), Poaceae (9 spp.) y Scrophulariaceae (9 spp.); este conjunto de familias son propias de los sistemas montañosos con clima templado subhúmedo del país (Rzedowski, 2006; Tejero-Díez y Arreguín-Sánchez, 2004), especialmente de la Faja Volcánica Transmexicana (fig. 3). (Martínez-Gordillo et al., 2013; Valencia-Avalos, 2004; Suárez Mota et al., 2013).
El tipo de vegetación que caracteriza a la sierra de Las Ánimas es el bosque de Quercus; el estrato arbóreo (fanerófitos escaposos 8%) está compuesto principalmente por árboles del género Quercus (encinos) con especies como: Quercus candicans, Q.castanea, Q. crassifolia, Q. crassipes, Q. deserticola, Q. dysophylla, Q. frutex, Q. laurina, Q. mexicana y Q. obtusata, todas ellas de amplia distribución en México (Valencia-Ávalos, 2004). Generalmente tienen una cobertura cerrada a continua, con una altura uniforme de 5 a 10 m y no presenta subestratos arbóreos. En menor proporción, en la zona NE de la sierra se localiza el bosque de Quercus-Pinus; la cobertura está definida por alguna de las anteriores especies de encino y por Pinus teocote y/o P. montezumae que tienen un dosel abierto que sobresale por3a5mdelamediadelosencinos; además, el subestrato arbóreo de los encinos está compartido con Arbutus xalapensis, A. tesellata y Comarostaphylis discolor.
El estrato arbustivo (fanerófitos cespitosos 7%) está representado por especies de los géneros Baccharis, Eupatorium, Senecio, Verbesina, Berberis, Viburnum, Cornus, Buddleia, Ceanothus y Amelanchier. Las lianas (1%), están representadas por bejucos (lianas subherbáceas) Smilax moranensis, S. pringlei y Clematis dioica y tienen baja frecuencia y abundancia; esta forma biológica es típica de las zonas cálidas (Toledo, 2010), por ello era de esperarse que estuviese pobremente representada en Chapa de Mota.
El estrato herbáceo se compone principalmente de Asteraceas, Pteridaceas, Boraginaceas, Caryophyllaceas, Fabaceas, Lamiaceas, Scrophulariaceas, Solanaceas, Cyperaceas y Poaceas, la mayoría de éstas, están representadas por la forma de vida hemicriptófito (50%) representación normal para la zona templada subhúmedas de México (Rzedowski, 2006 y Braun-Blanquet, 1979). En menor proporción, pero bien representadas en la zona de estudio, están los criptófitos (14%) y caméfitos (10%) propias de las zonas frías de México (Mueller-Dombois y Ellenber, 1974), cuya proporción coincide con el clima de la región (Medina y Tejero-Díez, 2006; Castilla y Tejero-Díez, 1987). Los terófitos tienen una baja representación (6%); en general, ésta es una forma de vida propia de los sistemas semiáridos así como de hábitats abiertos temporalmente (Grime, 1982), así que la baja muestra de ella en el área de trabajo, en comparación con otros sitios como Atizapán (21%, Medina y Tejero-Díez 2006), indica que en la zona de estudio existe cierta actividad humana que favorece su establecimiento, sobre todo en zonas abiertas cercanas a las carreteras y márgenes de la vegetación, pero que el impacto aún no es mayúsculo (fig. 4).
En la zona de estudio la presencia de plantas corticícolas (epífitas) (2%) es pobre, tanto florísticamente como en su abundancia; están representadas principalmente por plantas herbáceas perennes (caméfitos) como los helechos: Pleopeltis polylepis, Pleopeltis madrensis, Polypodium subpetiolatum y Bromeliaceae como: Tillandsia andrieuxii, T. erubescens y T. recurvata. Esta escasa representación es un reflejo del predominio del clima subhúmedo y estacional local.
Otro grupo notorio de especies son las heterotróficas (2%), con especies hemi-parásitas características de los bosques de Quercus-Pinus, como Arceuthobium globosum, Phoradendron galeottii y Cladocolea diversifolia, que se injertan en las partes leñosas de los árboles como ramas y troncos, a diferencia de la parásita Conopholis alpina, que lo hacen en las raíces. Corallorhiza ehrenbergii y C. maculata son saprófitas humícolas. Ninguna de estas plantas mencionadas presenta frecuencias o abundancias notables; por ello se considera que forman parte de la riqueza y es un indicador de un buen estado de salud trófico en el bosque (Nickrent y Musselman, 2004; Way, 2011).
Esta estructura descritas para los encinares y el ensamble de especies coinciden con lo reportado por Bracho Linares (1985), Osorio (1984) y Medina y Tejero-Díez (2006); parecen ser el aspecto normal para esta comunidad en el área septentrional (o más seca) de las montañas interiores en la región de los valles de Anáhuac.
Otros tipos de vegetación existentes en el área de estudio, pero con muy bajo porcentaje de cobertura son el bosque de galería y el matorral de Quercus. El primero se encuentra en cañadas excavadas por ríos y arroyos dentro de la matriz del encinar y presenta un conjunto de elementos propios del bosque de Galería tal como: Alnus acuminata, Alnus jorullensis, Garrya laurifolia, Litsea glauscesens, Salix bonplandiana, Salix paradoxa y Crataegus mexicana, combinación de especies que coincide con lo reportado por Bracho Linares (1985) para este tipo de vegetación y representan la fase de suelos húmedos y fondo de cañada de la vegetación propia de la zona templada subhúmeda de la FVT. El matorral [xerófilo] de Quercus ocupa una pequeña fracción en ciertas áreas al interior de la sierra; está dominado por Quercus frutex y Q. deserticola, especies ligadas a un clima semiárido, que en el área de estudio son producto de perturbación causada por tala y fuego en un sustrato de suelo delgado (leptosol).
El número y disposición de los estratos, las familias mejor representadas y las formas de vida dominantes encontradas en la sierra de Las Ánimas, son las típicas representativas de los encinares de la FVT caracterizada por el clima templado subhúmedo, con estacionalidad marcada de lluvias (Rzedowski, 2006; Rzedowski y Rzedowski, 2001). Igualmente sucede con la afinidad geográfica en donde el componente holártico está representado principalmente por los árboles, mientras que el neotropical es propio de los estratos arbustivo y herbáceo (Rzedowski, 2006).
Para señalar el valor biológico del área de estudio hay que destacar, aparte de las especies citadas en el listado de las protegidas por la NOM-059-2010 y UICN y CIITES, la presencia de 21 especies (7.75%) endémicas que crecen en la provincia florística de la FVT y otras 10 especies (3.70%) que se encuentran en al menos dos provincias. Casi el 75% de la flora reportada corres ponden a la vegetación natural de la región; esto refleja el buen estado de conservación en lo general del bosque de la sierra de Las Ánimas. De éstas solo el 14% son especies recurrentes que suelen favorecerse por el disturbio incipiente dado por la remoción parcial de la cobertura arbórea. El 25% restante de las especies encontradas son consideradas como flora sinantrópica y se desarrollan principalmente en caminos, terrenos donde se ha extraído la vegetación arbórea y en los lugares cercanos a las viviendas. De éstas el 4.43% corresponde a especies exóticas y el resto (21.03%) es catalogada como maleza nativa por Villaseñor y Espinoza (1998). Este último grupo de especies son inevitables en la actualidad, ya que como Villaseñor (2004) apuntó, “se puede afirmar que no hay rincón del territorio nacional que no presente un importante número de géneros y especies de malezas”.
El bosque de Quercus-Pinus está representado al oriente de la sierra, en la zona de drenes hacia la presa Taximay y es aquí donde se concentran las 15 especies consideradas en alguna categoría de riesgo o protección. Por la topografía, su función ecológica y la concentración de especies protegidas por leyes y tratados, convierte a este tipo de vegetación en el área de estudio como la más relevante; sin embargo, al mismo tiempo está amenazada debido a que la carretera principal Villa del Carbón-Chapa de Mota serpentea por la localidad y se desarrolla a sus lados actividad de deforestación tipo “hormiga”.
El conocimiento de la riqueza biológica de una zona en particular es uno de los aspectos más importantes para la toma de decisiones en materia de conservación y así llevar a cabo un adecuado manejo de los recursos naturales. Para el caso de la sierra de Las Ánimas, la riqueza natural de su bosque (30 spp/ha) es elevada en comparación con la riqueza de otros bosques similares ubicados en la parte septentrional de la cuenca de México (cuadro 3); sin embargo, esta riqueza es superada por la flora de la sierra de Monte Alto parte superior (48 spp./ha), en donde existen varios tipos de vegetación más húmeda (Osorio, 1984). Este hecho es de suma importancia ya que la sierra de Las Ánimas, al ser un área aislada y de menor extensión con respecto a las comparadas, presenta una alta riqueza de especies; esta particularidad aumenta el valor de conservación de la zona.
Comparando las especies arbóreas que representan el bosque templado subhúmedo-semiárido de Chapa de Mota con las presentes en bosques de encino de afinidad más cálida, se observa una diferencia en el ensamble de las especies: por ejemplo, en la Sierra de Sultepec, la comunidad arbórea está dominada por Quercus magnoliifolia y Q. urbani asociación propia de los encinares cercanos al clima cálido subhúmedo en la cuenca del río Balsas y vertiente del Pacífico (Torres-Zúñiga y Tejero-Díez, 1998). Otro ejemplo de un bosque de encino tropical es el de Papalutla, Guerrero, igualmente en clima cálido subhúmedo, el cual presenta una matriz de bosque tropical caducifolio en combinación con el bosque de Q. magnoliifolia, Q. glaucoides y Q. castanea (Martínez et al., 1997): en ambos casos la presencia de epífitas es muy escasa y la estratificación sencilla (un estrato de árboles). Si bien estos bosques de Quercus comparados presentan igualdad estructural con diferencias florísticas, muy distintos son tanto estructural como florísticamente con respecto a los encinares de sistemas húmedos en la cuenca del río Balsas, que Miranda (1947) calificó como bosque mesófilo de montaña o aquellos de sistemas más secos, abiertos y combinados con pastizal del norte de México (Gentry, 1957): tal vez por ello, alguna de estas últimas expresiones podrían ser consideradas como sinucias o tipos distintos de vegetación (Rzedowski, 2006).
El bosque de Chapa de Mota ha sido explotado desde hace más de un siglo para la obtención de carbón y leña y, actualmente, se explota el mantillo vegetal para ser vendi do como tierra de hoja en los asentamientos urbanos. Sin embargo, la apertura de nuevos terrenos para la actividad agropecuaria están provocando que en dicho municipio se observe un aumento del grado de deterioro en las zonas llanas y base de las laderas. Una buena proporción de los encinos que se encuentran en la zona límite con la de actividad económica presentan crecimiento anómalo, ya que retoñan a partir del tocón después del corte del fuste. Sin embargo, los indicadores en este estudio (cobertura, riqueza de la flora, endemismos y relativamente escasa presencia de plantas consideradas como malezas), aunado al gran contingente de especies vegetales y animales referidos en la NOM-059-2010 (Torres, 2008; Villanueva, 2008; Mejía, 2011) y los servicios del ecosistema de protección de suelo, acopio y filtración de agua propios del sitio estudiado, permiten vislumbrar un valor relativamente alto para la conservación del bosque. Este bosque, le da identidad e importancia ecológica e histórica al municipio de Chapa de Mota y el cercano Villa del Carbón. Los encinares que limitan la zona subhúmeda/ semiárida en la fase de lomeríos y sierras de baja altitud en la región de los valles de Anáhuac han sido diezmados, debido a que generalmente sus suelos son aptos para la actividad agropecuaria.
El hecho de que ya se encuentre establecido una reglamentación para la conservación en una fracción de la sierra (Área Natural Protegida), sus límites fisiográficos bien definidos, la aún baja densidad de población, además de la importancia económica, biológica y cultural para los pobladores del noroeste del área metropolitana de México, hace del bosque de la sierra de Las Ánimas un lugar ideal para el manejo sostenible de los recursos naturales y fomento de la edu cación ambiental. Por ello la aplicación de la información generada en este estudio será trascendental para el futuro en la gestoría de estos bosques y por consiguiente para beneficio de las comunidades. Por otro lado, este trabajo cumple con el compromiso de difundir información actualizada, confiable, accesible y oportuna del capital natural presente en la región y por ende de México, esto con el afán de utilizarla o conservarla a favor de una sociedad más informada y responsable con el cuidado del ambiente.