SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.18 número71El padrón electoral mexicano: análisis demográfico e innovaciones tecnológicas y seguridad de datos personales, 2011Capital humano y cambios en la estructura productiva: análisis teórico en un modelo de crecimiento índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.18 no.71 Toluca ene./mar. 2012

 

Vulnerabilidad social y comportamiento electoral. Un análisis por secciones electorales

 

Edel Cadena Vargas y Juan Campos Alanís

 

Universidad Autónoma del Estado de México.

 

Este artículo fue
recibido el 28 de noviembre de 2011
aprobado el 27 de febrero de 2012.

 

Resumen

En este artículo se analiza la relación entre el comportamiento electoral y la vulnerabilidad social, a nivel de secciones y distritos electorales desde 1990 a 2009. Los indicadores que utiliza son: competitividad, volatilidad y lealtad electorales, correlacionándolos con la vulnerabilidad social, índice propio construido de ocho variables censales. Encuentra que, al utilizar unidades de desagregación territorial menores a las comunes, es posible apreciar mayor diversidad en el comportamiento electoral, dependiendo del estrato social y lugar que se trate.

Palabras clave: comportamiento electoral, vulnerabilidad social, competitividad, volatilidad, lealtad electoral.

 

Abstract

This article analyzes the relationship between electoral behavior and social vulnerability at the level of sections and districts from 1990 to 2009. The indicators used are: competitiveness, volatility and electoral loyalty, correlating them with the social vulnerability index, index built with eight census variables. Find that by using smaller units of territorial breakdown, it is possible to see more diversity in electoral behavior, depending on social class and place in question.

Key words: electoral behavior, social vulnerability, competiveness, volatility electoral loyalty.

 

Introducción

El análisis del fenómeno electoral ha tomado multiplicidad de rumbos, los más variados. Si fuese posible tipificarlos de manera muy amplia, encontraríamos que se inspiran en dos grandes orientaciones. La primera de ellas supone que el acto electoral es una decisión racional basada en una relación costo beneficio o en las dinámicas de las élites políticas, (Downs, 1973; Arzuaga y otros, 2007) y el otro camino presume que se deriva de factores estructurales, en donde el individuo actúa conforme a la situación del grupo. (Paramio, 2000).

La primer tendencia fue muy popular en México hace tiempo, quizá porque ciertas metodologías no eran tan usadas. No obstante, en los últimos años el avance tecnológico ―sobre todo la adopción creciente de metodologías cuantitativas― ha generado gran cantidad de trabajos inspirados en la búsqueda de factores socioeconómicos derivados de la estructura de un país que condicionarían el comportamiento electoral.

Algunos de ellos razonablemente concluyen que hay grupos que, dada su marginación pobreza o exclusión social, son más proclives a votar por ciertas organizaciones, sobre todo aquellas que practican el clientelismo, definiendo así pequeños procesos o elecciones nacionales. (Cornelius, 2002; Aparicio, 2002; Horbath 2002 y 2004; Aparicio y Corrochano, 2005; Pliego, 2006; Rodríguez y Rodríguez, 2007; Altman, 2007; Biderbost, 2007; Schröter, 2010; Hevia, 2011; Torres y Ortiz, 2011).

En ese intento por buscar factores estructurales que orientarían el comportamiento electoral, hay diversidad de estudios que asocian índices convencionales ―marginación, desarrollo humano y otros― o la violencia, con la competitividad, alternancia o permanencia de un partido en el poder. (Aguilera, 2002; Fernández y Aguilera 2002; Zepeda, 2010; Ramírez y Palacios, 2010.

De igual forma, ha habido intentos notables para describir y explicar las preferencias de los ciudadanos en los comicios a través de análisis multivariados que, incluso, aspiran a predecir estos actos o se auxilian de sistemas de información geográfica. (Vilalta, 2008; Sonnleitner, 2007).

Sin embargo, el común denominador la mayor parte de las investigaciones de este tipo es que trabajan con unidades de desagregación muy amplias (municipio, región o país), se refieren a periodos de tiempo muy cortos, o son estudios coyunturales muy localizados que no permiten hacer inferencias mayores o impiden la localización de la diversidad del comportamiento electoral en pequeñas zonas de un territorio mayor.

Un factor que con certeza generó este estilo de trabajo es que, hasta hace muy poco, correlacionar los resultados electorales a las características censales de los votantes en áreas muy pequeñas no era posible, ya que los niveles de desagregación territorial no coincidían.1 Esto obligaba a hacer estimaciones muy amplias ―como municipios o entidades federativas― o a estudios por muestreo solo aplicables al lugar y el momento del levantamiento.

Por ello, el objetivo de este trabajo es desarrollar una metodología propia de análisis focalizado de indicadores de comportamiento electoral correlacionados con un análisis multivariado de diversas características censales de los votantes.

Los indicadores electorales utilizados son: competitividad, volatilidad y lealtad a los principales partidos políticos, y el indicador de desigualdad social construido es vulnerabilidad social. El universo de trabajo utilizado fue el Estado de México, con más de seis mil secciones electorales, y siete elecciones que van de 1990 a 2009, que es el conglomerado de votantes de mayor peso en el país.

La aportación de este trabajo radica en que, a través del índice de vulnerabilidad social construido, es posible analizar de mejor manera la desigualdad social, ya que las unidades territoriales que usa son muy pequeñas. Correlacionando este índice multidimensional con los indicadores de comportamiento electoral, es factible encontrar preferencias diversas y cambiantes asociadas a posibles condicionantes estructurales. La utilización de esta metodología permitiría construir explicaciones más puntuales, o, de ser el caso, discursos políticos focalizados acordes a las características censales de los votantes por sección electoral.

 

Metodología

Construcción de indicadores. El primer paso fue la construcción de indicadores, a través de las estadísticas censales por sección electoral del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática INEGI ―conjuntamente con el Instituto Federal Electoral IFE ― y los resultados oficiales por sección electoral proporcionados por el Instituto Electoral del Estado de México IEEM, de los siete comicios que van de 1990 a 2009. Los indicadores construidos son:

Competitividad electoral. Se diseñó a partir de los resultados por sección electoral. Determinados el primero y segundo lugares, se midió y clasificó la diferencia porcentual o margen de victoria entre ambos. La clasificación en estratos se hizo a través del método de Dalenius y Hodges.2 En el caso de coaliciones, se asignó el triunfo al partido más grande que participaba en dicha alianza para poder normalizar los datos.

Volatilidad electoral. Medido y clasificado por la frecuencia de cambio en el partido ganador a lo largo de las siete elecciones que van de 1990 a 2009. El valor mínimo es cero y el valor máximo, seis. Se clasificó en cinco intervalos.

Lealtad electoral. Coeficiente calculado y clasificado por la consistencia en la victoria de un partido político en cada sección a lo largo de siete elecciones. Por cada victoria se asignó un valor de uno, con lo que el valor máximo fue siete y el valor mínimo, cero, después se dividió entre el número de procesos. Se clasificó en cinco intervalos.

Vulnerabilidad Social.3 Indicador construido por ocho variables censales, calculado a través del método de componentes principales,4 y clasificado en cinco estratos a través del método de Dalenius y Hodges. Las variables usadas son:

1. Porcentaje de población sin derechohabiencia a servicios de salud.

2. Porcentaje de población sin escolaridad alguna.

3. Porcentaje de hogares ampliados y compuestos.

4. Porcentaje de población que habla lengua indígena.

5. Porcentaje de viviendas sin agua potable.

6. Porcentaje de viviendas donde el piso es de tierra.

7. Porcentaje de viviendas sin energía eléctrica.

8. Porcentaje de adultos mayores.

Procesamiento de información. La presentación y cálculo de resultados requirió de la normalización de los resultados oficiales, de ahí que, en el caso de coaliciones o alianzas, solo se registró el nombre del partido mayor. Para el cálculo y representación de los diferentes indicadores se utilizó los programas MICROSOFT EXCEL 2010, IBM SPSS STATISTICS 19.0. y ARC GIS 9.3

 

Resultados

Ganadores por sección electoral

Contrariamente a lo que se piensa ―la especificidad del Estado de México― los resultados seccionales en esta entidad tienen una tendencia semejante a lo observado en los comicios nacionales. Es decir, si se analizan los procesos municipales hasta 2008, se observa un descenso sostenido de las preferencias hacia el Partido Revolucionario Institucional PRI, un ascenso constante del Partido Acción Nacional PAN, y un aumento modesto, pero consistente, para el Partido de la Revolución Democrática PRD.

En efecto, como podrá observarse en el cuadro 1, de 1987 a 2008 el PRI pierde casi la mitad de las alcaldías, pasando de poco más de 80 por ciento a alrededor de 43 por ciento. El PAN, por su parte, asciende lentamente hasta estabilizarse en alrededor de 20 por ciento y el PRD en promedio 14 por ciento. El resto de los partidos nacionales tienen una presencia marginal, pero las coaliciones y partidos locales acaparan una cantidad de alcaldías mayor que el PRD, pero semejante al PAN.

En el caso de los resultados por sección, como puede observarse en el cuadro 2, el PRI pierde las dos terceras partes de las secciones electorales de 1990 a 2006, para recuperarse notablemente en 2009, ganando las tres cuartas partes del total. El PAN, por su parte, tiene un ascenso vertiginoso de 1990 a 2000, cuando sus triunfos se multiplican por diez, para después iniciar un descenso consistente que le hace perder las dos terceras partes de las secciones electorales alcanzadas.

El PRD, en cambio, multiplica por veinte sus triunfos seccionales de 1990 a 2006, para después caer estrepitosamente, en los comicios de 2009, a la quinta parte de las secciones obtenidas. Por su parte, la presencia de partidos locales, así como de otras organizaciones nacionales, es marginal en el Estado de México.

Sin duda, el ascenso del PAN y del PRD tiene que ver con sus candidatos carismáticos a la Presidencia de la República, Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador, ya que las crestas de triunfos seccionales son, precisamente, 2000 y 2006. En el caso del PRI, es probable que su notable recuperación en 2009 se relacione con el clima de violencia en la frontera norte y algunas ciudades del país, que en la prensa se achaca al gobierno federal panista, pero también a lo que sucede en el vecino estado de Michoacán, gobernado por el PRD. Ambos fenómenos abonan a un desencanto creciente hacia el PAN y el PRD en el Estado de México, que el PRI ha capitalizado.

 

Competitividad en las secciones electorales

Si bien es cierto que un partido puede ganar en una contienda hasta las tres cuartas partes de las secciones, como es el caso del PRI en las elecciones de 2009, ello no necesariamente significa que dicha victoria pueda extenderse al o los siguientes procesos, pero tampoco forzosamente que los va a perder. De ahí que solo el análisis de los proceso electorales a lo largo del tiempo pueda revelar algunas regularidades que permiten explicar de mejor manera las preferencias de los votantes.

Un primer acercamiento a ello es la llamada competitividad electoral, indicador que se calcula, en su forma más simple, a través del margen de victoria entre el triunfador y el segundo lugar, medido en puntos porcentuales. Ello nos indica que el partido ganador triunfó por un determinado margen, distancia que podría o no ser indicador de una ventaja relativa.

Como puede observarse en el cuadro 3, la competitividad en el Estado de México no es producto de los disputados procesos electorales federales de 2000 y 2006, sino que data de 1996, cuando este fenómeno asciende de manera inusitada. La competitividad alta y muy alta, se cuadruplicó al pasar de 16 a 61.4 por ciento en tan solo seis años. En los procesos electorales subsecuentes, en promedio, 54.6 por ciento de las secciones electorales eran ganadas con una competitividad alta o muy alta, lo que significa que el partido ganador lo hizo por muy poco, lo que no le representa ventaja relativa ni seguridad alguna.

Significa lo anterior, lisa y llanamente, que desde hace tres elecciones, la mitad de las secciones electorales del Estado de México son altamente disputadas, lo que no implica certeza alguna para ningún partido.

Analizado por partido político, en las secciones que ganó, la competitividad va creciendo conforme pasan las elecciones, fenómeno que sugiere que la oferta de los partidos es cada vez más atractiva a conglomerados cada vez más parecidos en número.

En el caso del PRI, como se puede ver en el cuadro 4, en 1990 la mitad de las secciones que ganaba tenían una competitividad de baja a muy baja, y menos de 10 por ciento estaban en un grado alto o muy alto. En cambio, para 2009 la proporción prácticamente se invierte, ya que alrededor de la mitad de las secciones en donde resultó triunfador este partido tenían un grado alto o muy alto de competitividad electoral, y solo la décima parte está en baja o muy baja. Llama la atención que, después de 1996, baja el nivel de competitividad de las secciones electorales ganadas por este partido, para después repuntar en 2009.

Una hipótesis para explicar este comportamiento es que ―además de las dinámicas locales― las preferencias electorales están relacionadas con grandes eventos nacionales que alientan o desalientan las preferencias hacia la organización que detenta el gobierno federal o que es identificada con ese suceso. De ahí que, a raíz de la crisis económica de 1995, las preferencias electorales cambiaron radicalmente, disminuyendo la votación hacia el PRI, para después afectar de la misma manera al PAN a raíz de la crisis de seguridad interna iniciada en 2006.

En el caso del PAN, como puede verse en el cuadro 5, la proporción de secciones ganadas con alta o muy alta competitividad, desde 1990 y hasta 2009, siempre está alrededor de 50 por ciento. Lo que cambia es el número de secciones ganadas que, al igual que el PRI, coincide con las fluctuaciones en las percepciones acerca de grandes sucesos nacionales, en este caso la crisis de seguridad interna que México padece.

Como se observa en el cuadro 6, el caso del PRD es distinto, ya que tuvo un ascenso meteórico de 1990 a 2006, que corre en paralelo a la competitividad, y en donde alrededor de la mitad de las secciones que ganó presentan un grado alto y muy alto de competitividad.

Ello significa que los márgenes de victoria del PRD, en contraste con los de las otras dos organizaciones, son muy estrechos. Además de ello, resalta la caída estrepitosa de este partido en las elecciones de 2009, fenómeno que tiene su explicación en la estrategia post electoral seguida por Andrés Manuel López Obrador a raíz de los resultados de 2006, y que confirma la conjetura anterior que supone una asociación entre los grandes sucesos nacionales y las preferencias por determinado partido.

La distribución distrital de las secciones con muy alta competitividad es diversa. Lo primero que resalta es que hay un buen número de distritos locales donde más de la mitad de sus secciones tienen esta característica. Además de ello, la mayor parte de estos distritos se ubican en zonas aledañas a otras entidades. La capital del estado, Toluca, por su parte, tiene una baja concentración de secciones electorales con muy alta competitividad, así como algunos distritos de la zona conurbada con el Distrito Federal.

Destaca el caso de los distritos electorales locales XLI, XXXII, VI, XXV, XXXVII, XII, y XI, que tienen más de 50 por ciento de sus secciones con una competitividad muy alta, en contraste con los distritos XXIX, XXII, XLII, XXXV, II, XXI y I que tienen menos de 10 por ciento de las secciones con ese grado de competitividad, y en donde están incluidos los dos distritos de la capital, Toluca.

Visto por municipios la competitividad es muy alta, en tanto son muchos los municipios que concentran grados muy altos o altos de competitividad en sus secciones.

Tan solo en el primer caso, hay 37 municipios donde más de 50 por ciento de sus secciones tienen grados de muy alta competitividad. Estos municipios son: Temascalapa, Texcoco, Chimalhuacán, Capulhuac, Almoloya del Río, Chapultepec, Ecatepec, San Felipe del Progreso, Nextlalpan, Atizapán, Chicoloapan, Temascalcingo, Otumba, Atenco, Coatepec Harinas, Metepec, Texcalyacac, Ixtapaluca, Juchitepec, Ocoyoacac, Jaltenco, Jilotepec, Sultepec, San Martín de las Pirámides, Tultepec, Coyotepec, Timilpan, Nicolás Romero, Villa del Carbón, San Simón de Guerrero, Amatepec, Chiautla, Huehuetoca, Hueypoxtla, Jiquipilco, Otzolotepec y Zacualpan.

Los municipios con menos secciones en grado muy alto de competitividad, es decir menos de 10 por ciento de sus secciones en este caso, son: Amecameca, Polotitlán, Villa de Allende, Ixtapan de la Sal, Ecatzingo, Cuautitlán, Mexicaltzingo, Tonatico, Almoloya de Alquisiras, Atlacomulco, Ixtlahuaca, La Paz, Tenango del Aire, Tenango del Valle, Teotihuacán y Tonanitla.

Como resalta de ambos extremos, son los municipios más pequeños y menos urbanizados (excepto Ecatepec) los concentran la mayor y menor competitividad. Las zonas más urbanizadas y más pobladas tienden a tener competitividad concentrada en los grados intermedios.

De los anteriores indicadores es posible afirmar que la competitividad es un fenómeno moderno que caracteriza el conjunto de resultados seccionales, y es probable que se agudice conforme pase el tiempo.

No obstante, cuando se observa por partido, destaca que, tanto el PAN como el PRI tienen menos competitividad en las secciones que ganan, y el PRD triunfa por menos margen. Ello nos remite a la posibilidad de que los dos primeros partidos tienen públicos más estables o una oferta mejor diferenciada, mientras que el sector que vota por la izquierda es más fluctuante.

Sin embargo, no basta saber si el margen de victoria es mayor o menor, ni su distribución territorial, sino que es necesario complementarlo con el análisis del cambio de partido ganador a lo largo del tiempo, lo que se puede denominar volatilidad electoral.

 

Volatilidad en las secciones electorales

Diferente a la noción de voto duro, categoría que supone que hay un conglomerado relativamente estable de votantes que prefiere un partido político, la volatilidad electoral es un índice que hace referencia al cambio de partido ganador en una serie de comicios. Es decir, soslaya los porcentajes y solo se centra en el cambio de partido ganador.

Cuadro 7

En el caso del Estado de México, en el periodo analizado, ha habido siete elecciones que pueden traducirse en un valor máximo de seis cambios y un valor mínimo de cero.

Cuadro 8

Como puede observarse en el cuadro 9, en el Estado de México hay poco más de cuatrocientas secciones electorales cuya volatilidad es muy alta (cinco o seis cambios de seis posibles) lo que significa que ningún partido que haya ganado en esas secciones tiene certeza de triunfar o volver a ganar en el siguiente evento. Si sumamos a estas secciones aquellas que han tenido cuatro cambios, entonces casi la cuarta parte de las secciones tienen un grado de volatilidad alta o muy alta.

Es muy importante destacar que en solo 77 secciones electorales, es decir solo 1.2 por ciento del total, no hay volatilidad, y el o los partidos íticos que ganaron siempre ha ganado en ellas. En sentido estricto, únicamente a este mínimo porcentaje se les podría denominar voto duro ganador.

Analizado por distrito electoral local, como puede verse en el cuadro 10, en trece distritos más de 25 por ciento de sus secciones tienen un grado de volatilidad muy alto. Estos distritos son: IV, XXVIII, XXIII, XLII, XXXI, XLV, III, XXII, XXXIII, VII, V, XX y XXXVIII. De igual forma, en 13 distritos hay menos de 10 por ciento de las secciones con volatilidad muy alta, y que son: XL, II, XXIX, XI, XXV, XXX, XVIII, XXVI, XLIII, VIII, XXXVII, XXXII y XLI.

Examinado territorialmente, destaca que los distritos que concentran mayor porcentaje de secciones con muy alta volatilidad ocupan buena parte de la superficie, pero la mayor parte de ellos son los que colindan con otras entidades federativas. Ello quizá sugiere una posible influencia de otros procesos locales en lo que sucede en el Estado de México, al estilo de lo que hace muchos años se llamó la revolución de las expectativas crecientes.

Si se analiza el grado de volatilidad por el partido que ganó cada sección en 2009, como se puede apreciar en el cuadro 11, resalta que alrededor de la cuarta parte de las secciones que ganó el PRI tiene un grado alto y muy alto de volatilidad electoral. En el caso del PAN esa proporción es menos de la quinta parte, y en el PRD una proporción muy parecida. En Convergencia y PT, en cambio, la proporción de las secciones que ganaron con alta y muy alta volatilidad se acerca a la mitad.

Significa lo anterior que, si bien es cierto que hubo un incremento notable de las secciones ganadas por el PRI de 2006 a 2009, al menos la cuarta parte son altamente volátiles y su votación no es consistente hacia ese partido. En cambio, el PRD y el PAN, a pesar de su descenso dramático en el mismo periodo, las secciones que ganaron son menos volátiles.

No obstante, el anterior análisis solo estaría completo si se determina la consistencia en la victoria de un partido en las secciones electorales, es decir, el nivel de lealtad de una sección hacia un partido político.

 

Lealtad en las secciones electorales

Como podrá observarse en el cuadro 12, los partidos políticos mayoritarios en el Estado de México tienen muy diversa cantidad de secciones que les son leales a lo largo del tiempo. En el caso del PRI, menos de dos mil tienen muy alta lealtad, mientras que para el PAN son alrededor de doscientas y en el PRD menos de novecientas. De estas cifras se puede deducir que los triunfos constantes del PRI apenas alcanzan la tercera parte de las secciones, mientras que los del PAN y PRD son muy escasos.

Cabe suponer, por ello, que si bien es cierto que el PRI tiene una base muy amplia de votantes y secciones leales, ello no supone que a lo largo del tiempo sus triunfos perduren, toda vez que son casi el mismo número de secciones altamente leales que las que no lo son. En cambio, el bajo nivel de lealtad hacia el PAN y el PRD, a pesar que para el segundo es casi cuatro veces que el primero, permite suponer que los triunfos de estos partidos obedecen sobre todo a las pérdidas del primero, con lo que sus aciertos son más producto de la oportunidad que de la lealtad.

En todo caso, la escasa lealtad en las secciones electorales hacia el conjunto de partidos políticos, alrededor de las dos quintas partes, demuestra que el electorado del Estado de México vota en sentido diverso, y cambia de opinión con relativa frecuencia. Además de ello, la capitalización creciente de votos por parte de partidos diferentes al PRI, aparte de reforzar esta conjetura, muestra que el tipo y estilo de campañas y candidatos aumentan las posibilidades de triunfo o catalizan la derrota.

Analizado por Distrito Local, se observa que el porcentaje mínimo de secciones con un grado de lealtad muy alto hacia el PRI es de 7.9 por ciento y el valor máximo es 61.9 por ciento. Los distritos, como se ve en el cuadro 13, que tienen más de 50 por ciento con muy alta lealtad son solo cuatro, el XIII, XIV, XLI y XV. Los distritos que tienen menos de 20 por ciento de sus secciones con un grado muy alto son 11: el XLII, XXXII, XXV, XXVII, XXX, XLIV, XXVI, XXXVIII, XXII, XXIV y I.

Visto territorialmente, la mayor concentración de secciones con muy alta lealtad al PRI está en la parte norte del estado, colindante con Querétaro, y en menor grado al sur de la capital de la entidad y otros distritos dispersos. En cambio, la concentración más baja está en las zonas más urbanizadas, como es el caso del distrito I de Toluca, y de otros colindantes con el Distrito Federal. Ello apoya parcialmente la creencia de que en las zonas rurales el PRI su mayor público, pero a la vez se observa que el extremo sur no tiene esa preferencia.

Para el caso del PAN, solo en cuatro distritos electorales tiene más de 10 por ciento de las secciones con muy alta lealtad, que son: XXX, XVI, XVIII y XXIX. Por el contrario, como se observa en el cuadro 14, en 14 distritos tiene una nula lealtad electoral: XLI, XXXI, IX, XL, XXXII, XXIII, XXV, XXVII, XXVI, XIII, III, XI, y V.

Analizado territorialmente, destaca que las secciones con muy alto grado de lealtad al PAN se concentran en los distritos electorales locales de la zona conurbada con el Distrito Federal, en la zona poniente. En menor medida, se concentran en los distritos que colindan con Guerrero e Hidalgo. En el resto de la entidad la lealtad es muy baja o nula

En el caso del PRD, como se comprueba en el cuadro 15, son trece los distritos donde el porcentaje de secciones con muy alta lealtad supera 20 por ciento del total, y son el XXVII, XLII, XXII, XI, XXIV, XXVIII, IX, III, XXXVIII, IV, XXVI, XL y el XXIII. Por el contrario, los distritos con mayor porcentaje de secciones con nula lealtad son, en cifras que son superiores a 50 por ciento, veintidós: el distrito I, II, XXX, XXXV, XLIII, XXIX, XVI, XV, XLIV, XXXVI, XVIII, XXXVII, XVII, VIII, XIII, XII, XLV, XX, XIV, VII, VI, XXXIII y el XXXIV.

Analizado territorialmente, destaca que el PRD tiene más distritos donde concentra grados de lealtad muy alto, al contrario del PAN. Las zonas donde este partido concentra mayor porcentaje de secciones con ese nivel de lealtad son al sur de ambos extremos del Estado, limítrofes con Michoacán, Guerrero y Puebla.

En orden de importancia para este partido, le siguen los distritos contiguos con Michoacán, Querétaro, Hidalgo y Puebla. Por último se ubican aquellos distritos metropolitanos de Toluca y de la zona norponiente al Distrito Federal.

 

Vulnerabilidad social en las secciones electorales

La noción de vulnerabilidad social ha evolucionado notoriamente en los últimos años. De ser una categoría ligada a las escasas posibilidades de algunos grupos de hacer frente a fenómenos naturales o desastres (terremotos, inundaciones, tsunamis, y otros), en la actualidad se le considera como un indicador que muestra la amplia o escasa probabilidad de conglomerados humanos para hacer frente a las consecuencias de las políticas económicas y los grupos de poder. (Ayuso y Cadena, 2006)

En este contexto, construir un índice de vulnerabilidad social a una escala de desagregación geográfica diferente a la censal era prácticamente imposible. No obstante, con la publicación del CD-ROM Estadísticas Censales a Escalas Geoelectorales. II Conteo de Población y Vivienda 2005, por parte INEGI y el IFE en 2010, ahora sí es posible correlacionar las características de los votantes con el comportamiento electoral.

El índice construido, como ya se mencionó arriba, consta de ocho variables que pueden ser calculadas para más de seis mil secciones electorales, excepción hecha de 33 de las que no contienen datos.

Como se puede apreciar en el cuadro 16, la situación de alta y muy alta vulnerabilidad social en el Estado de México se encuentra localizada en casi 13 por ciento de las secciones. Si a esta categoría le agregamos la vulnerabilidad media, resulta que la cuarta parte de las secciones electorales tiene algún grado de vulnerabilidad social que va de media a muy alta. Las tres cuartas partes de las secciones tiene grados de vulnerabilidad social que van de baja a muy baja.

Visto por distrito local, como se observa en el cuadro 17, en ocho distritos electorales más de 10 por ciento y hasta 51.5 por ciento de las secciones electorales son de muy alta vulnerabilidad. Estos distritos son el IX, XII, VIII, XLV, VII, XI, XV, y el X.

Por el contrario, en diez distritos más de 50 por ciento de las secciones se encuentran en una situación de muy baja vulnerabilidad. Ellos son el XVIII, XXXVIII, XLIII, XXXV, XXIV, XXX, XXIX, XVI, I, XXXVII y el XLII.

Analizada territorialmente, la vulnerabilidad social por distrito electoral local muestra que las zonas donde se concentra mayor porcentaje de secciones electorales con muy alta vulnerabilidad social se ubican en la parte sur de la entidad, mientras que los distritos más urbanizados tienen una concentración muy baja de secciones en esta condición.

De igual forma, como era de esperarse, es visible una relación inversamente proporcional a la cercanía con las zonas metropolitanas y la concentración de secciones con un muy alto grado de vulnerabilidad social.

 

Vulnerabilidad social y comportamiento electoral

Cuando se busca relacionar las condiciones socioeconómicas y el comportamiento electoral hay lugares comunes que tanto actores políticos como analistas repiten con mucha frecuencia. Uno de ellos es que los grupos sociales menos favorecidos son presa fácil de prácticas clientelista o compra de voto, de ahí su marcada preferencia por determinado partido.

Otra de estas afirmaciones corrientes es que los grupos sociales más favorecidos tienen mayores niveles de discernimiento, por lo que tienen un criterio de votación más racional que otros grupos, de ahí su cambio de preferencia. Una más de estas afirmaciones es que, según el nivel socioeconómico y escolaridad, ello se relaciona con una preferencia mayor hacia determinado partido. Veamos si existen estas asociaciones.

Como puede verse fácilmente en el cuadro 18, conforme los grupos sociales son más vulnerables, la competitividad electoral es mayor, por ello la condición de muy alta competitividad se presenta en la tercera parte de las secciones que tienen muy alta vulnerabilidad social. Por el contrario, en este mismo grupo, solo 13 por ciento de las secciones con muy alta vulnerabilidad tiene baja y muy baja competitividad. En cambio, dentro del grupo de baja y muy baja vulnerabilidad social, el mayor porcentaje de secciones se presentó con un grado de competitividad media.

Significa lo anterior que, conforme los grupos sociales tienen mejores condiciones de vida, la distancia entre el que ganó y el que perdió se ensancha, lo que puede explicarse por dos razones básicas: al ascender en la escala social se tiene intereses políticos más homogéneos, o de alguna forma las organizaciones políticas cooptan con mayor facilidad a este tipo de personas.

No obstante, si analizamos conjuntamente la volatilidad electoral con la vulnerabilidad social, la relación resulta inversa en ciertos aspectos.

En efecto, conforme los grupos sociales tienen condiciones de vida más desfavorables, tienden a cambiar menos de partido de elección a elección, de ahí que más de la tercera parte de las secciones con muy alta vulnerabilidad social presenten muy baja volatilidad electoral.

Tendencia semejante se presenta con los grupos sociales más favorecidos, ya que las dos terceras partes de las secciones que tienen vulnerabilidad social muy baja, presentas grados de volatilidad media y baja. En los rangos medios de ambos indicadores hay una tendencia a incrementar tanto la competitividad como la volatilidad.

De lo anterior podemos deducir que, conforme las condiciones socioeconómicas se ubican en los puntos extremos, los grupos sociales cambian menos de partido que los sectores medios. Esto quizá porque la situación de medianía los hace menos proclives a las prácticas clientelistas, o, en su defecto, tienen intereses políticos menos definidos.

Otro análisis relevante es el que tiene que ver con las condiciones socioeconómicas y la lealtad hacia determinado partido, para comprobar si es que hay tendencias claras en ese sentido.

Como puede derivarse fácilmente del cuadro 19, el tipo de grupo social que es más leal al PRI se ubica en aquellas secciones con grados de vulnerabilidad de medio a muy alto, alrededor de la mitad de las secciones electorales, disminuyendo por la mitad en los grados bajo y muy bajo. Ello confirma la especie de que este partido tiene en los grupos sociales menos favorecidos buena parte de su clientela electoral.

Como es distinguible en el cuadro 20, en el caso del PAN la concentración de secciones con niveles de lealtad muy alta, alta y media, tiende a subir en los grados de vulnerabilidad baja y muy baja. De igual forma, la nula lealtad a este partido aumenta conforme aumenta el grado de vulnerabilidad social. Ello confirma la percepción común de que las simpatías por este partido se ubican en los sectores medios y altos de la población.

El caso de PRD reviste una peculiaridad inesperada, como se observa en el cuadro 21, ya que el nivel de lealtad muy alta no muestra diferencias significativas en los distintos grados de vulnerabilidad social. Sin embargo, resalta que en los grados extremos de la vulnerabilidad social aumenta la nula lealtad a este partido. Ambas tendencias contradicen la creencia de que el público del PRD es muy semejante al del PRI, y que los menos favorecidos tienden a simpatizar más con esta organización. En todo caso, la clientela electoral de este partido se encuentra dispersa en todos los estratos sociales, pero el rechazo abierto se ubica entre los más y los menos favorecidos, no así en los sectores medios.

 

Conclusiones

Contrariamente a lo que distintos actores y analistas del Estado de México suponen, el comportamiento electoral de los ciudadanos de esta entidad, visto desde los resultados de siete procesos electorales, sigue tendencias parecidas a las del resto del país. Ello se explica porque, en sí mismo, el Estado de México es un crisol donde, desde 1990 a 2010, las dos quintas partes de la población total son migrantes.

No obstante, los altibajos en el número de secciones que cada uno de los partidos políticos más importantes gana, al parecer se relaciona con grandes sucesos nacionales que afectan a cada una de las organizaciones que en la percepción popular es responsable. Por ello la crisis económica de 1995, la popularidad de Vicente Fox, el carisma inicial y la estrategia post electoral de López Obrador, así como la crisis de violencia nacional, han afectado positiva y negativamente a sus organizaciones, y beneficiado alternativamente a otras.

Apoya esta hipótesis el aumento de la competitividad electoral, ya que es un fenómeno que inicia y se agudiza con las cuatro elecciones marcadas por estas coyunturas.

El último beneficiario de estos grandes sucesos y fluctuaciones ha sido el PRI, que tuvo un aumento inusitado en las secciones ganadas en el proceso de 2009, y lo refrendó en 2011. Sin embargo, a la vez resalta que el gran cúmulo de secciones ganadas por esta organización tiene altos grados de competitividad y volatilidad electoral, mismos que hacen suponer cierto nivel de incertidumbre para este partido.

Por otra parte, resultó inesperado observar que los distritos electorales de las zonas metropolitanas del Valle de México y Toluca, son lugares donde disminuye la competitividad y la volatilidad electoral. Una conjetura a ello supondría que las clases medias urbanas tienen intereses políticos más definidos, o se aventuran menos a cambiar que otros sectores porque la estabilidad forma parte de su estructura moral.

Otro hallazgo imprevisto fue constatar que el PRI y el PRD tienen los niveles más altos de lealtad electoral, y que el PAN tiene muy pocas secciones con esta característica. Además de ello, destaca que estas concentraciones de lealtad se dan, en los tres casos, en distritos muy localizados, para los dos primeros son periféricos y en el tercero urbano.

Probablemente esta debilidad del PAN se asocia con el hecho de que su emergencia en la palestra nacional está más relacionada con el deseo de desplazar al PRI, que con una ideología o una forma de gobernar en lo específico. Más aún, quizá tiene que ver con la falta de congruencia entre su discurso político y moral, y las prácticas públicas y privadas de los gobernantes de ese partido.

Por otra parte, cuando se enlaza el análisis del comportamiento electoral con las características socioeconómicas de los ciudadanos ―a través de nuestro índice de vulnerabilidad― resalta de inmediato que tanto PAN como PRI tienen clientelas leales muy definidas entre los estratos con los que se identifica popularmente. No obstante, resalta que las lealtades más altas del PRD están en todos los niveles socioeconómicos, incluyendo los altos, contrario a su propio discurso e ideología. Posiblemente, esta amplitud de clientela leal tiene que ver con la moderación en su forma de gobernar, al contrario de la estridencia discursiva de algunos de los actores de esta organización.

En suma, en el Estado de México hay un clima de competitividad y volatilidad creciente, donde las organizaciones mayoritarias tienen clientelas definidas y localizadas, pero en donde ningún partido parece tener la certidumbre de obtener o refrendar triunfos de manera fácil o automática. Ello dependerá quizá, de que el PRI pueda capitalizar, de nueva cuenta, el descontento hacia el gobierno federal; que el PAN pueda desvinculares o corregir la crisis de violencia y los errores de gestión; y que el PRD pueda deslindarse del discurso de López Obrador y el estigma de sus enfrentamientos internos.

 

Bibliografía

AGUILERA TORRADO, Armando, 2002, "Implicaciones de la violencia política en la intención de voto y en el comportamiento electoral", en Reflexión Política, junio, año 4, núm. 7, Universidad Autónoma de Bucaramanga. Colombia.         [ Links ]

ALTMAN, David, 2004, "Redibujando el mapa electoral chileno: incidencia de factores socioeconómicos y género en las urnas", en Revista de Ciencia Política, año/vol. XXIV, número 2, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile.         [ Links ]

APARICIO, Ricardo y David H. CORROCHANO, 2005, "El perfil del votante clientelar en México durante las elecciones de 2000", en Estudios Sociológicos, vol. XXIII, núm. 2, mayo-agosto, El Colegio de México. México.         [ Links ]

APARICIO, Ricardo, 2002, "La magnitud de la manipulación del voto en las elecciones federales del año 2000", en Perfiles Latinoamericanos núm. 20, junio, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México.         [ Links ]

ARZUAGA MAGNONI, Javier Ariel, Orlando ESPINOSA SANTIAGO y José Javier NIÑO MARTÍNEZ, 2007, "Élites, alternancia y partidos políticos en el Estado de México: entre la pluralidad, la búsqueda del voto y el debilitamiento institucional", en Economía, Sociedad y Territorio, septiembre-diciembre, año/vol. VII, núm. 25, El Colegio Mexiquense, A.C., Toluca, México.         [ Links ]

AYUSO, Inmaculada y Edel CADENA, 2006, "Índice de vulnerabilidad social para los países de la OCDE", en Quivera, núm. 2. Universidad Autónoma del Estado de México. México.         [ Links ]

BIDERBOST, Pablo, 2007, "El voto ciudadano en tiempos de ajuste estructural y exclusión social. Perú y Venezuela en perspectiva comparada", en Papel Político, vol. 12, núm. 1, enero-junio, Pontificia Universidad Javeriana, Colombia.         [ Links ]

CIDAC, 2010, Base de datos de las elecciones locales 1964-2007, Centro de Investigación para el Desarrollo A.C., disponible en www.cidac.org.         [ Links ]

CORNELIUS, Wayne A., 2002, "La eficacia de la compra y coacción del voto en las elecciones mexicanas de 2000", en Perfiles Latinoamericanos, núm. 20 junio, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. México.         [ Links ]

DOWNS, Anthony, 1973, Teoría económica de la democracia, Aguilar. Madrid.         [ Links ]

FERNÁNDEZ DE MANTILLA, Lya y Armando AGUILERA TORRADO, 2002, "Violencia y elecciones en Santander", en Convergencia, septiembre-diciembre, núm. 30, Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, México.         [ Links ]

GIDDENS, Anthony, 1995, La Constitución de la Sociedad. Bases para la teoría de la estructuración, Amorrortú. Buenos Aires.         [ Links ]

HEVIA, Felipe J., 2011, "Relaciones sociedad-estado, participación ciudadana y clientelismo político en programas contra la pobreza. El caso de Bolsa Familia en Brasil", en América Latina Hoy, vol. 57, abril, Universidad de Salamanca. Salamanca, España.         [ Links ]

HORBATH, Jorge Enrique, 2002, "Cambio electoral, marginación y formas de manipulación en México: las elecciones de 1994, 1997 y 2000", en Convergencia enero-abril, núm. 27, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México.         [ Links ]

HORBATH, Jorge Enrique, 2004, "Pobreza y elecciones en Colombia: algunos hallazgos para reflexionar", en Espiral enero-abril, vol. X, núm. 29, Universidad de Guadalajara. Guadalajara, México.         [ Links ]

IEEM, 2010, Resultados electorales, Instituto Electoral del Estado de México, disponible en www.ieem.org.mx/numeralia/result_elect.html.         [ Links ]

INEGI, 2010, Estadísticas censales a escalas geoelectorales. II Conteo de Población y Vivienda 2005, Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática México/Instituto Federal Electoral, CD-ROM.         [ Links ]

PARAMIO RODRIGO, Ludolfo, 2000, "Decisión racional y acción colectiva", en Leviatán: Revista de hechos e ideas, núm. 79, Fundación Pablo Iglesias. Disponible en http://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=885, Madrid.         [ Links ]

PLIEGO CARRASCO, Fernando, 2006, "Las políticas de combate a la pobreza en México y sus efectos en la elección presidencial de 2006: ¿coacción del voto o justicia social?", en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, septiembre-diciembre, vol. XLVIII, núm. 198, Universidad Nacional Autónoma de México. México.         [ Links ]

RAMÍREZ MERCADO, Manuel y Jesús Alberto Palacios Espinosa, 2010, "La alternancia en las elecciones municipales del Estado de México, 1996-2006", en El Cotidiano, núm. 161, mayo-junio, Universidad Autónoma Metropolitana–Azcapotzalco. México.         [ Links ]

RODRÍGUEZ MANZANARES, Eduardo y Martín RODRÍGUEZ PEÑALOZA, 2007, "El papel del dinero en los procesos electorales en México", en Espacios Públicos vol. 10, núm. 19 agosto, Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, México.         [ Links ]

SCHRÖTER, Barbara, 2010, "Clientelismo político: ¿existe el fantasma y cómo se viste?", en Revista Mexicana de Sociología vol. 72 núm. 1, enero-marzo, Universidad Nacional Autónoma de México. México.         [ Links ]

SONNLEITNER, Willibald, 2007, "Participación electoral y desarrollo humano: apuntes metodológicos para el análisis territorial y multidimensional del voto en México y Centroamérica", en Estudios Sociológicos, vol. XXV, núm. 3, septiembre-diciembre, El Colegio de México, México.         [ Links ]

TORRES RODRÍGUEZ, José Jaime y Zenaido ORTIZ AÑORVE, 2011, "El 'tráfico de la pobreza' permite hacer matemáticas en la política: comportamiento electoral de los pueblos indígenas en el estado de Guerrero", en El Cotidiano núm. 167 mayo-junio, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. México.         [ Links ]

VILALTA PERDOMO, Carlos J., 2008, "¿Se pueden predecir geográficamente los resultados electorales? Una aplicación del análisis de clusters y outliers espaciales", en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 23, núm. 3, septiembre-diciembre, El Colegio de México. México.         [ Links ]

ZEPEDA BUSTOS, Carmen Silvia, 2010, "Violencia y política electoral en Chihuahua", en El Cotidiano, núm. 164, noviembre-diciembre, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. México.         [ Links ]

 

Notas

1 En efecto, hasta el año de 2010 la información censal pública solo podía desagregarse territorialmente por entidad federativa, municipio, localidad o Área Geoestadística Básica Ageb. En cambio, la información electoral se organiza por casilla, sección electoral, distrito electoral (federal o estatal) y circunscripción. Dado que los niveles de desagregación menor (ageb y sección) no coinciden territorialmente, cualquier correlación o análisis multivariado entre indicadores censales y electorales solo podía hacerse en los niveles que si ajustaban, como es el caso de municipio, entidad federativa o circunscripción. Muestra de esta incompatibilidad es que hay 2 mil 456 municipios donde la población menor es de 93 habitantes, el mayor de 1 millón 815 mil 786 y un promedio de 45 mil 739 habitantes; en el caso de Agebs hay 22 mil 876, con un mínimo de 1 habitante, un máximo de 22 mil 876 y un promedio de un mil 547 habitantes; y en secciones electorales hay 66 mil 749, con un mínimo de 1 habitante, un máximo de 79 mil 232, y una media de 1 mil 683 habitantes. Con la publicación conjunta entre el INEGI y el IFE, en el año de 2010, del CD ROM Estadísticas Censales a Escalas Geoelectorales. II Conteo de Población y Vivienda 2005, se abrió la posibilidad de analizar combinadamente indicadores censales y electorales a nivel de sección electoral o distrito electoral. Por cierto, la versión más reciente de dicho software, Estadísticas Censales a Escalas Geoelectorales. Censo de Población y Vivienda 2010, se puso a disposición pública en la página web del INEGI apenas en el primer trimestre de 2012.

2 Este método de clasificación, también conocido como Método de Estratificación Óptima, se utiliza corrientemente para convertir una variable numérica en una categórica. La bondad de este método radica en que pondera tanto la distribución de la variable como el número de casos, a diferencia de otros métodos que solo ponderan uno u otro factor. Por ello, instituciones como el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática INEGI o el Consejo Nacional de Población CONAPO, lo han incorporado a sus sistemas de visualización y consulta de datos web, y en sus índices de marginación y desarrollo humano. Cabe señalar que, hasta la fecha, este sistema de estratificación no se encuentra disponible en los sistemas de información geográfica comerciales más usados, a pesar de la extensión de su uso. Ver, para el caso del INEGI recientemente: http://www.inegi.org.mx/Sistemas/estratificador/mapa.aspx.

3 La categoría de vulnerabilidad social, que en su origen hace referencia al riesgo ante desastres naturales, supone la existencia de un conjunto de características que colocan a grupos de personas en un estado de indefensión respecto de un sistema social injusto e inequitativo. Del conjunto de indicadores censales, se eligieron aquellos que, una vez aplicadas las pruebas estadísticas del caso, permitieron construir un índice de vulnerabilidad social por sección electoral. Su lógica de organización es que a mayor cantidad de cada indicador, mayor vulnerabilidad social. Las dimensiones que contempla son educación, salud, vivienda, condición étnica y situación familiar, bajo el supuesto que estos indicadores permiten medir la indefensión de una comunidad respecto de las políticas de ajuste estructural.

4 El método de componentes principales es una técnica estadística común de análisis multivariado que permite sintetizar un conjunto de indicadores en una sola variable. En el caso de México lo utilizan el Consejo Nacional de Población CONAPO para calcular sus índices de marginación y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social CONEVAL para sus índices de rezago social.

 

Información sobre los autores:

Edel Cadena Vargas. Investigador de la Facultad de Geografía de la Autónoma del Estado de México UAEM. Licenciado, Maestro y Doctor en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM; Especialista en Cartografía Automatizada, Teledetección y Sistemas de Información Geográfica por la UAEM; Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología SNI/CONACYT. Entre sus publicaciones más recientes están el libro Impacto económico y social del neoliberalismo en México y el mundo occidental y los artículos La economía de las Zonas Metropolitanas de México, Transformaciones territoriales y proceso de poblamiento en el Valle de Toluca 1960-2005 y Crisis de la aglomeración económica. Las zonas metropolitanas de México, 1988-2003. Dirección electrónica: ecadenav@uaemex.mx

Juan Campos Alanís. Investigador de la Facultad de Geografía de la Autónoma del Estado de México UAEM. Doctor en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México y Maestro en Estudios Regionales por el Instituto de Investigaciones Sociales "Dr. José María Luis Mora". Desarrolla temas de investigación relacionados con la marginación social y la justicia espacial. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Entre sus publicaciones más recientes están: Dinámica de la estructura policéntrica del empleo terciario en el área metropolitana de Toluca, 1994-2004, Organización espacial del sistema bancario dentro de la ciudad: estrategia territorial, accesibilidad y factores de localización y el libro Geografía dela marginación: enfoque conceptual y metodológico alternativo para el caso de México. Dirección electrónica: juan_campos70@hotmail.com

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons