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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.19 no.76 Toluca abr./jun. 2013

 

Migración hacia y desde 16 zonas metropolitanas de México. Una reconstrucción histórica 1965-2010

 

Migration to and from 16 metropolitan areas of Mexico. An historic reconstruction 1965-2010

 

Virgilio Partida-Bush

 

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica México

 

Recibido el 8 de enero de 2013.
Aprobado el 17 de abril de 2013.

 

Resumen

La ausencia del municipio de procedencia en la información sobre migración recogida en los censos de población de México, excepto en 2000 y 2010, ha dado una idea distorsionada de las tendencias de la movilidad territorial en el país. Sea porque solo se atiende a la inmigración, sea porque se trata de aproximar mediante la migración interestatal y se dejan de lado los desplazamientos intraestatales, algunos autores concluyen una disminución de la intensidad con el cambio de siglo. Con los datos de los censos de población de 1970 a 2010 y el conteo de 2005 y encuestas levantadas en 16 ciudades se hace una estimación de los flujos hacia y desde esas zonas metropolitanas. Se concluye que los cambios en la intensidad y dirección de los flujos migratorios no se ubican necesariamente en el nuevo milenio.

Palabras clave: Migración interna, urbanización, estimación demográfica.

 

Abstract

The lack of the municipality of previous residence in Mexican population censuses, except in 2000 and 2010, has brought out a distorted idea of the internal migration trends in Mexico. Because it is only put attention in immigration, or because it is approximated by the interstate migration and the intrastate movements are left aside, some authors conclude a decrease in intensity with the turn of the new century. I estimate flows to and from 16 metropolitan areas from data of population censuses since 1970 to 2010 and 2005 and household sample surveys in those cities. It is concluded that changes in the intensity and direction of migration flows are not necessarily located in the new millennium.

Key words: Internal migration, urbanization, demographic estimation.

 

Introducción

Antaño, dentro del modelo económico conocido como industrialización por sustitución de importaciones (ISI), las ciudades mexicanas concentraban las actividades industriales, comerciales, financieras, políticas y gran parte de los servicios educativos y de salud, generando una alta oferta de empleo y propiciando numerosos desplazamientos del campo a las ciudades.

Conforme el viejo modelo económico del ISI fue dando de sí y la globalización sentando sus reales, los servicios financieros y el poder político permanecieron en las grandes ciudades, pero la mayoría de las actividades económicas se diversificaron en el territorio, originando el surgimiento de migraciones entre ciudades, de las grandes metrópolis hacia núcleos urbanos de menor tamaño, entre zonas rurales y, nada despreciable, del ámbito citadino al campirano; los traslados del campo a las ciudades se han mantenido, pero ha aminorado su importancia relativa en el total de movimientos internos del país.

La pérdida de atracción migratoria de varias de las grandes metrópolis mexicanas es un hecho ampliamente reconocido. Los datos sobre la inmigración dan cuenta clara de una disminución no solo en términos relativos, sino incluso en absolutos. Del lado de la emigración, en cambio, la falta de datos adecuados para una medición precisa no permite identificar con claridad la intensidad del fenómeno y, por ende, tampoco concluir que la retención de población haya aumentado o disminuido.

El monto de inmigrantes se puede obtener tanto de los censos de población como de encuestas de hogares por muestreo; no obstante, el volumen de los emigrantes solo se puede deducir de los censos de población, pues como las encuestas de hogares por muestreo se levantan en el lugar de destino (inmigrantes), es difícil captar con precisión la amplia gama de orígenes (emigrantes).

En este trabajo se presenta una estimación de la inmigración total hacia y de la emigración global desde 16 zonas metropolitanas de México, de 1965 a 2010, que fueron los dominios de estudio de la Encuesta Nacional de Migración en Áreas Urbanas (ENMAU) de 1986-1987: Ciudad Juárez, Chihuahua, Guadalajara, La Laguna,1 León, Matamoros, Mérida, Monterrey, Nuevo Laredo, Orizaba, Puebla-Tlaxcala, San Luis Potosí, Tampico, Tijuana, Valle (Ciudad) de México y Veracruz. Independientemente de encontrarse entre las más pobladas,2 se eligieron porque solo para ellas se puede reconstruir la migración desde los años sesenta del siglo pasado—a partir de los resultados de la ENMAU y los censos de población—, sin necesidad de hacer retrospecciones demográficas. La idea general que subyace al procedimiento de estimación es similar para las 16 metrópolis, pero algo distinto para el Valle de México.

La reconstrucción de la tendencia temporal en las 16 ciudades, además de su atractivo histórico, ayuda a comprender cómo la transformación del modelo económico ha incidido en el cambio de la distribución espacial de la población del país. De ese entendimiento, se puede prefigurar el futuro de las metrópolis consideradas, o bien asimilar la tendencia de la migración de alguna de ella para otros asentamientos urbanos no incluidos aquí.

En la primera sección se describe la información sobre migración interna recabada en los últimos cinco censos de población y el conteo de 2005; en la segunda, el procedimiento de estimación de los flujos migratorios de las 16 metrópolis; en la tercero los resultados; y, finalmente, algunas conclusiones.

 

La migración interna en los censos de población de México

La migración para periodos específicos solo se ha recabado en los censos de población de 1960 a 2010 y en el conteo de 2005; no obstante, del recuento de 1960 no se publicó dato alguno. En 1970 y 1980 se preguntó por la última migración —si la hubo— y se recogió la entidad federativa o el país de residencia anterior y los años de residencia en el lugar de destino (donde se levantó el censo); en 1990, 2000, 2005 y 2010 se preguntó por la entidad federativa o el país de residencia cinco años antes, y en los censos de 2000 y 2010 se captó además el municipio de residencia cinco años antes. El cambio de enfoque, a partir de 1990, se debió a ciertas inconsistencias que en el censo de 1980 (Partida, 1993).

Con el fin de ceñirnos a la realidad socioeconómica que determinó históricamente la migración interna en México, retuvimos la delimitación geográfica establecida en la época de ocurrencia de la movilidad territorial, en vez de mantener fija la demarcación más reciente. Trece zonas metropolitanas se componen de la unión de dos o más municipios, al menos en algún quinquenio del periodo 1965-2010; Ciudad Juárez, Matamoros y Nuevo Laredo, por su parte, abarcan solo al municipio donde se asienta la ciudad. A estas tres últimas se les considera zonas metropolitanas por su interacción con sus pares urbanos en el estado de Texas en Estados Unidos.

La secuencia histórica de la conformación de las 16 zonas metropolitanas descansa en los resultados de investigación de varios autores (Negrete, 1995; Negrete y Salazar, 1986; Negrete et al, 1995; y Unikel et al, 1978; SEDESOL et al., 2004). Siendo el ejercicio de SEDESOL et al. (2007) para 2005 el más reciente, se eliminaron de la demarcación de cada zona metropolitana, en el pasado, aquellos municipios que no fueron reconocidos por SEDESOL, CONAPO e INEGI como pertenecientes a la metrópoli en 2005.3

La cuantificación de los inmigrantes del lustro previo a cada censo y el conteo es directa, ya que al ser los censos mexicanos de derecho, mediante el agrupamiento de los municipios (región de destino) se deriva el monto; no obstante, como dijimos arriba, en los recuentos poblacionales de 1970, 1980, 1990 y 2005 solo se captó la entidad federativa o país de procedencia, y solo en 2000 y 2010 además el municipio. Es claro que, excepto en los dos últimos censos, no se puede saber con precisión qué parte de la emigración de la entidad federativa salió de la zona metropolitana y cuál del resto de la entidad. El objetivo de este trabajo es estimar esos datos faltantes para tener una idea más precisa de la migración interna total hacia y desde las 16 zonas metropolitanas.

La información sobre la residencia cinco años antes en los censos de 1990, 2000 y 2010 y el conteo de 2005 solo se recabó para las personas de cinco años o más de edad al momento del censo, ya que los niños de 0 a 4 años aún no nacían un lustro atrás. De la misma manera que cinco años atrás es el momento extremo previo del quinquenio para las personas de cinco años o más de edad, el momento del nacimiento lo es para los menores de cinco años. Bajo este razonamiento, el total de emigrantes se compone del lugar de residencia cinco años antes para los individuos de cinco años o más de edad, y del lugar de nacimiento para los niños de 0 a 4 años.

Los censos de 2000 y 2010 captaron el lugar de nacimiento por entidad federativa o país, pero no por municipio; con lo cual es necesario hacer la estimación por municipio para los menores de cinco años de edad. La evidencia empírica revela una fuerte asociación entre la distribución espacial de los lugares de procedencia de los niños de 0-4 años de edad y aquellos de 5-9, ya que ambos se desplazan en su mayoría dentro de migraciones familiares. Así, para cada municipio de residencia, sexo y entidad de nacimiento de los infantes de 0 a 4 años, se sobrepuso la distribución municipal de cada entidad federativa de procedencia (residencia en 1995 o 2005, según el caso) de los niños de 5-9 años.

Un procedimiento similar se siguió para el quinquenio 2000-2005, ya que ahí no se preguntó por el lugar de nacimiento. La estimación solo se hizo por entidad federativa de origen para cada uno de los 2 454 municipios existentes en el país al momento del conteo de 2005.4 La desagregación por municipio de procedencia, al igual que para los censos de 1970 a 1990, es el objeto del acápite siguiente.

 

Reconstrucción histórica de los flujos migratorios

Como dijimos arriba, la estimación fue distinta entre el Valle de México (ZMVM) y las restantes 15 metrópolis. Iniciamos con el Valle de México y después utilizamos la ciudad de Puebla como ejemplo de las demás zonas metropolitanas.

Valle de México

Antes de pasar a describir el procedimiento de estimación para los tres censos previos a 2000 y el conteo, conviene detallar la estimación para 2010, ya que el municipio de residencia en 2005 solo se captó en el cuestionario ampliado (muestra de 10.7 por ciento para el conjunto del país). La información se reproduce en el Cuadro 1. En el panel inferior, los datos en letras redondas corresponden al cuestionario básico (100 por ciento de la enumeración) y las cifras en cursivas a la estimación a partir de la muestra (panel superior).5

La estimación consiste en repartir, entre la parte metropolitana (59 municipios) y no metropolitana (66 municipios) del Estado de México, los totales por entidad federativa de procedencia de la enumeración total, usando para eso los datos muestrales.

Primero se distribuyeron los totales de migrantes del resto del país (30 entidades federativas ajenas a la ZMVM) y del extranjero de acuerdo con la muestra. Para el conjunto de los 59 municipios metropolitanos los montos son:

Al descontar los procedentes de otros países del total de residentes (11 012 132), tenemos a quienes vivían en la República Mexicana en 2005 (10 964 613); y al restar a quienes provenían del resto del país, se tienen los residentes en 2010 en la parte metropolitana del Estado de México, que un lustro antes vivían en el conjunto del Distrito Federal y el Estado de México (10 257 491). Siguiendo pasos análogos se tienen los valores correspondientes para la parte no metropolitana del Estado de México.

Bajo la perspectiva del Distrito Federal como lugar de origen, desagregamos el total de sus emigrantes hacia el Estado de México, nuevamente con la distribución de la muestra. Para la parte metropolitana es 507 468 = 517 321 x 558 464/569 307; de la parte no metropolitana hacia la metropolitana del Estado de México son 46 482 = 46 913 x 10 257 491/10 352 628, y en sentido opuesto 31 677 = 31 740 x 3 858 238/3 865 879. Bajo el mismo criterio separamos a los emigrantes del Estado de México hacia el resto del país, es decir, 225 054 = 273 570 x 269 007/ 326 998 para quienes salieron de los 59 municipios metropolitanos y 269 007 - 225 054 = 43 953 para quienes lo hicieron de los restantes 66 municipios.

En el Cuadro 2 se muestra la información de los migrantes hacia y desde la ZMVM, para los quinquenios previos a los censos de población de 1970 a 2010 y el conteo de 2005. Las cifras del segundo panel del Cuadro 2 corresponde a la agrupación por renglones del panel inferior del Cuadro 1, donde la suma del Distrito Federal y el Estado de México metropolitano corresponden a la ZMVM y la adición del Estado de México no metropolitano y el resto de la nación forman al resto del país. Por ejemplo, entre los residentes en el Distrito Federal en 2005, los supervivientes en la ZMVM son 8 836 568 = 8 329 190 + 507 468 y en el resto del país 446 868 = 50 996 + 395 872.

En el panel superior del Cuadro 2 se presenta el esquema de disponibilidad de los datos: las celdas con números entre paréntesis indican el acervo recolectado en cualquiera de los censos y el conteo, y las casillas con letras los valores a estimar —digamos incógnitas—, que no se pueden obtener de la información censal, excepto para 2000 y 2010, porque la residencia anterior no se captó por municipio, sino solo por entidad federativa.

En el tercer panel se reproducen los datos del conteo de 2005. Como punto de partida utilizamos el promedio aritmético de algunas proporciones de los censos de 2000 y 2010, ya que los quinquenios previos a los dos últimos censos bordean al lustro anterior al conteo.

Del total de inmigrantes internos hacia la ZMVM, esto es, de las otras 30 entidades federativas y los municipios del Estado de México que no pertenecían a la ZMVM, se tiene que 13.2 por ciento (69 203 de 69 203 + 454 960) procedían de los municipios no metropolitanos del Estado de México en 1995-2000 y 14.6 por ciento en 2005-2010, con lo cual, estimamos que la proporción para 2000-2005 sería ([0.1320 + 0.1463]/2) = 0.1392. Denotemos por r a esa proporción. De acuerdo con el esquema del panel superior, el total de inmigrantes del resto del país hacia la ZMVM es (7) +B, con lo cual B = r[(7)+B] y al despejar:

Para los datos del conteo de 2005:

valores que se pueden cotejar en el primer renglón del tercer panel del Cuadro 2. Es claro que, dado el esquema del panel superior, basta con determinar solo una de las incógnitas C, D, E o F para derivar las restantes mediante sumas y restas.

Las probabilidades que tiene un residente del Distrito Federal o de los municipios metropolitanos en 2000 de haber emigrado hacia —y se encuentre residiendo en 2005 en— el resto del país son:

las cuales para el censo de 2000 son:

para el censo de 2010:

y para el conteo:

Considérese el cociente Pm/Pd y supongamos que el promedio de los censos de 2000 y 2010 corresponde al conteo de 2005, es decir, si

entonces, para 2000-2005:

Una vez estimado el valor de pm , como A + C = E, y C = pmE = pm [A + C] y, despejando, tenemos:

El eventual lector puede cotejar las estimaciones en el tercer panel del Cuadro 2.

Para los quinquenios anteriores echamos mano de la Encuesta Nacional de Migración en Áreas Urbanas (ENMAU) de 1986-1987. Para el lustro previo a la encuesta (1981-1986) se tiene que r = 0.130 (CONAPO, s/f: 215). Si suponemos que esa proporción prevalece para 1985-1990 (además que es casi igual a la del censo de 2000 para el lustro previo), tenemos que para ese quinquenio:

Haremos el supuesto que el cociente pm/pd de 1995-2000 fue el mismo para los quinquenios previos, con lo cual, para 1985-1990:

Dado que la información de los censos de 1980 y 1970 guarda el mismo esquema que el panel superior del Cuadro 2, el procedimiento de estimación es igual al seguido para 1985-1990, donde suponemos pm/pd = 0.61918 para 1965-1970 y 1975-1980.

En los últimos cuatro paneles del Cuadro 2 se reproducen los datos para los censos de 1970 y 1980, según el procedimiento descrito para 1985-1990. Para el periodo 1965-1970 adoptamos r = 0.098 obtenido por Claudio Stern (1977: 119-121) para 1955-1970 en la encuesta de migración de la ciudad de México levantada en 1970. El valor para 1975-1980 (r = 0.149) se tomó de la ENMAU para quienes llegaron a la metrópoli entre cinco y 10 años antes de la encuesta (1976-1981), prácticamente el mismo lustro. Cabe mencionar que, al adoptar la proporción de 1976-1981, suponemos que no se desvirtúa por aquellos que, habiendo llegado en ese lustro a la ZMVM, dejaron la metrópoli en el siguiente quinquenio y, por ende, la ENMAU no los captó.

Si, para el quinquenio 1965-1970, asimilamos la proporción de quienes llegaron entre 15 y 20 años antes de la ENMAU, y permanecían en la ZMVM al momento de la encuesta, el valor de 0.105 es cercano al obtenido por Stern. Con base en esa proximidad, podemos pensar en un sesgo menor el estimar la emigración de la Ciudad de México en el periodo 1975-1980 con el valor de cinco a 10 años antes de la ENMAU.

Cabe mencionar que en las estimaciones para las 16 zonas metropolitanas se usa la corrección de Partida (1993) para la migración interestatal de 1975-1980.

Puebla-Tlaxcala

La estimación es similar al procedimiento seguido para el Valle de México; la diferencia estriba en que el Valle de México abarca íntegro al Distrito Federal, mientras las restantes quince metrópolis comprenden solo parte de uno o dos estados. Seleccionamos la zona metropolitana de Puebla-Tlaxcala (ZMPT) porque junto con Torreón y Tampico son las otras tres —además del Valle de México—, entre las 16 seleccionadas, que se asientan en dos entidades federativas.

Comencemos por el censo de 2010. Los datos muestrales y expandidos se reproducen en el Cuadro 3, donde nuevamente, en el panel inferior, las cifras en letras redondas corresponden a 100 por ciento de la enumeración y las cursivas a la estimación a partir de la muestra. Consideremos la unión de los estados de Puebla y Tlaxcala como una sola unidad geográfica.

Primero repartimos el total de inmigrantes de la región, procedentes de las restantes 30 entidades federativas (columna "resto del país") y otros países, en el destino metropolitano y no metropolitano. Para la parte metropolitana tenemos:

y para la parte no metropolitana:

39 867 = 56 734 - 16 867, 103 227 = 172 153 - 68 926, cifras que se pueden cotejar en las columnas respectivas de los primeros dos renglones del panel inferior del Cuadro 3. Los residentes en la metrópoli que cinco años antes vivían en la república mexicana y en la suma de los estados de Puebla y Tlaxcala eran:

39 867 = 56734 - 16 867, 103 227 = 2 606 286 - 68 926

La proporción r ahora expresa la fracción de la migración interna total hacia la ZMPT, que representa el flujo procedente de la parte no metropolitana de la unión de los estados de Puebla y Tlaxcala, es decir, en la muestra:

con lo cual, para las cifras de la enumeración total:

y los no migrantes de la ZMPT son: 2514 243 = 2 537 360 - 23 117

Respecto de la emigración total de la ZMPT, denotemos por pze la fracción que se dirige hacia el resto de la región Puebla-Tlaxcala y por pzr la que se muda al resto del país. De la emigración total del resto de la región Puebla-Tlaxcala sea prr la fracción que se dirige al resto del país. De la muestra del censo (panel superior del Cuadro 3) tenemos que los valores de esas proporciones son:

Asimilando los valores muestrales a la enumeración total, como pze + pzr representa la proporción de emigración total de la ZMPT, los residentes cinco años antes en la metrópoli (supervivientes al momento del censo en la república mexicana) eran:

los emigrantes al resto de la región y al resto del país: 22 403 = 2 606 883 x 0.00859, 70 237 = 2 606 883 x 0.02694

Para los residentes en 2005 en el resto de la región: 4 099 736 = 4 122 139 - 22 403, 4 122 853 = 23 117 + 4 099 736, y el total:

Pero la suma de los emigrantes hacia el resto del país de las dos partes de la región (167 317 = 70 237 + 97 080) difiere del total obtenido de la enumeración global (166 584). Consideremos el factor de corrección 0.99562 = 166 584/167 317 y multipliquemos por él a las proporciones pze, pzr y prr. Si se repite el ejercicio con estas nuevas proporciones, la suma de los emigrantes hacia el resto del país de las dos partes de la región (166 565 = 69 918 + 96 647) excede por solo 19 al valor de la enumeración global. Si las nuevas proporciones se multiplican por el factor 1.00011 = 166 584/166 565, la suma (166 585 = 69 659 + 96 659) es solo una persona menos. Al volver a multiplicar las proporciones por 0.99999 = 166 584/166 585, la suma satisface el total esperado. Las cifras finales del proceso iterativo se reproducen en el panel inferior del Cuadro 3.

La estimación para los otros cuatro lustros se hace de manera similar. Para ello utilizamos el esquema del panel superior del Cuadro 4. Ejemplifiquemos el procedimiento con el periodo 2000-2005. Supongamos nuevamente que el valor de r es el promedio aritmético de 1995-2000 y 2005-2010:

El total de inmigrantes del resto del país hacia la ZMPT es (6) + B, con lo cual B = r[(6) + B] y despejando:

Para los datos del tercer panel del cuadro 4:

En el esquema del panel superior del cuadro 4, las incógnitas referidas a la emigración de la zona metropolitana y el resto de la región, además de B que ya estimamos, son C, G y H, ya que D corresponde a los no migrantes del resto de ambas entidades federativas —igual que A para la zona metropolitana. Las tres probabilidades de emigración son:

Como I = A + C + G = A + Ip + Ip = A + I[p + p ], despejando:

Igual que para 2005-2010, obtenemos la solución mediante el mismo proceso iterativo. Iniciamos con el promedio de las proporciones de los quinquenios contiguos. Para 1995-2000, las proporciones son:

y el promedio:

La población residente en 2000 en la ZMPT (superviviente en 2005) es:

con lo cual: C = Ipze= 2 393 666 x 0.00804 = 19 256, G = Ipze = 2 393 666 x 0.02954 = 70 698

Para los residentes en 2000 en el resto de la región:

D = 3 847 450 = 3 866 706 - 19 256, F = 3 866 852 = 19 204 + 3 847 450 y el total:

Pero G + H = 70 698 + 103 209 = 173 907 y (4) =110 934, es decir, una diferencia de 62 973 personas, cuando ambas cifras debieran ser iguales de acuerdo a la estructura del panel superior. Si multiplicamos las proporciones pze, pzr y p por el factor 0.63789 = 110 934/173907 y repetimos el ejercicio JG + H = 44 469 + 65 327 = 109 796 una diferencia de 1 138 personas respecto del valor esperado.

Si multiplicamos las nuevas proporciones por el factor 1.01036 =110 934/173 907 y repetimos el ejercicio, G + H = 44 941 + 66 013 = 110 954 ahora solo 20 personas menos que el valor esperado. Al volver a hacer el procedimiento el proceso converge a los resultados del tercer panel del Cuadro 4.

Para los quinquenios previos a los censos de 1970 a 1990 se siguió el mismo procedimiento. Los valores de r se tomaron de la ENMAU, asignando la proporción de menos de cinco años de la encuesta a 1985-1990 (0.305), cinco a nueve años a 1975-1980 (0.347) y 15 a 19 años a 19651970 (0.425).

El proceso iterativo inicia con las proporciones pzr y prr del quinquenio previo, procediendo de manera retrospectiva: para 1985-1990 con las proporciones de 1995-2000, las que resulten de 1985-1990 se usan como iniciales para 1975-1980, y las definitivas de este último como semilla para 1965-1970.

En las 14 zonas metropolitanas restantes, los valores de r se toman de la ENMAU para los quinquenios previos a los censos de 1970, 1980 y 1990, de acuerdo a la cronología señalada para la zona metropolitana de Puebla y Tlaxcala. Las excepciones son Guadalajara y Monterrey solo para el periodo 1965-1970, donde las proporciones se tomaron para 1962-1971 (35.5 por ciento) de una encuesta de hogares por muestreo llevada a cabo en Guadalajara en 1972 (Arroyo et al, 1986: 245), y hasta 1965 (22 por ciento) de una encuesta de hogares por muestreo levantada en Monterrey en ese año (Browning et al, 1977: 86).

En el Cuadro 5 se presentan las matrices de origen y destino condensadas para las 16 zonas metropolitanas.6 Por ejemplo, para la zona metropolitana Puebla-Tlaxcala para 2005-2010, de acuerdo con el segundo panel del Cuadro 4, los no migrantes (celda superior izquierda) son 2 514 243; los inmigrantes (del resto del país fuera de la ZMPT) 92 043 = 23 117 + 68 926, ubicados en la celda superior derecha; los emigrantes (de la ZMPT al resto del país) 92 230 = 22 304 + 69 926 situados en la casilla inferior izquierda; y los "no migrantes del resto del país" 106 947 703 = 4 099 835 + 103 227 + 96 658 + 102 647 983 (celda inferior derecha).

Tasas de migración

Una tasa en demografía se define como el cociente que resulta de dividir los eventos ocurridos en un intervalo de tiempo entre los años-persona vividos por la población durante el mismo periodo. Así, si suponemos que la población de la zona metropolitana varía de manera lineal durante el quinquenio, el tiempo vivido es:

donde P(t) son los residentes en la zona metropolitana al momento del censo (columnas total en el Cuadro 5) y P(t-5) la que vivía ahí cinco años antes —superviviente al momento del censo— (renglones total en el Cuadro 5).

De la definición de tasa tenemos que las de inmigración y emigración son:

donde I(t-5,t) son los inmigrantes y E(t-5,t) los emigrantes, los cuales corresponden a las casillas fuera de la diagonal principal en las matrices de origen y destino del Cuadro 5.

Por ejemplo, para Ciudad Juárez en el lustro 1985-1990, las poblaciones al inicio y al final del periodo son 662 345 y 763 601, con lo cual el tiempo vivido es:

Los inmigrantes (personas que se desplazan del resto del país hacia la zona metropolitana) fueron 120 155 y los emigrantes (de la metrópoli hacia el resto de la nación) 18 899; de donde, las tasas son:

o 33.7 y 5.3 por mil, respectivamente. Las tasas se presentan en el Cuadro 6 y en la Gráfica 1.

 

Las tendencias temporales

Una inspección detallada de las tasas (Cuadro 6) sugiere clasificar las 16 metrópolis en cuatro grupos de cuatro ciudades cada uno, de acuerdo con los paneles de la Gráfica 1.

El primer grupo lo forman las ciudades que colindan físicamente con Estados Unidos: Ciudad Juárez, Matamoros, Nuevo Laredo y Tijuana. En las dos últimas se advierte una caída franca de la inmigración en los años setenta del siglo pasado, un aumento en la emigración en la misma década, este último compartido también por Ciudad Juárez y Matamoros. La oposición en las tendencias temporales de las componentes de la movilidad territorial indica, de alguna manera, la pérdida de dinamismo económico en la frontera norte de México a raíz del cierre del Programa Bracero con el vecino del norte. La baja en el tránsito de migrantes laborales hacia Estados Unidos disminuyó la demanda de servicios, desalentando la inversión de nuevos pobladores potenciales y estimulando el retiro de sus habitantes hacia horizontes más prometedores en el resto del país.

La reactivación de la economía fronteriza derivada de la profusa instalación de maquiladores en las ciudades colindantes con Estados Unidos, en las dos últimas décadas del siglo pasado, estimuló la inmigración y amilanó la emigración, solo para volver a invertir las tendencias, en el presente siglo, por el escaso crecimiento del sector secundario y la inseguridad imperante en la región, quizás esta última indicativa de la pérdida neta por migración en Ciudad Juárez y Matamoros en el lustro más reciente, pérdida que no se observaba, al menos, desde 1930.7

En el segundo grupo están Guadalajara, Monterrey, Puebla-Tlaxcala —las tres más pobladas después del Valle de México— y Chihuahua. Después de experimentar altos crecimientos en sus habitantes por causa de la migración interna hasta los años setenta del siglo pasado, la inmigración disminuyó rápidamente, mientras la emigración se mantuvo aproximadamente constante, excepto en Puebla-Tlaxcala donde también experimentó un descenso pronunciado.

En la segunda mitad de la primera década de este siglo, las cuatro exhiben una migración neta prácticamente nula, lo cual se puede corroborar al comparar los renglones respectivos de la última columna de los dos paneles del Cuadro 6.

León, Mérida, San Luis Potosí y Tampico pertenecen al tercer grupo. Las distingue en que, aún en el lustro más reciente, presentan ganancia neta por migración, incluso mayor que aquellas, entre las doce restantes, con superávit.8 El declive de las tasas de inmigración y su ubicación temporal prácticamente coincide en las cuatro ciudades; pero, mientras en León y San Luis Potosí se advierte un descenso continuo en la emigración hasta el primer lustro del nuevo milenio, en Mérida y Tampico se mantuvo aproximadamente estable hasta las postrimerías del siglo pasado.

El cuarto grupo lo componen las ciudades que, desde el siglo pasado, experimentaron pérdida neta por migración. Mientras en La Laguna, Valle de México y Veracruz, la inversión de inmigración y emigración se remonta a los años ochenta, en Orizaba data del último quinquenio del siglo pasado.

En Veracruz se advierte la mayor pérdida neta por migración en las 16 ciudades desde 1995, sobre todo en el lustro postrero del siglo XX, cuando acusó un decremento medio anual de 1.5 por ciento por causa de la migración interna. El aumento de la emigración del Puerto de Veracruz puede ser indicativo de la pérdida de dinamismo de su economía, ante la creciente merma de su actividad portuaria. Las ciudades que colindan físicamente con Estados Unidos ejercieron una fuerte atracción sobre la población de Veracruz a fines del siglo pasado, atracción que bajó notablemente en 2005-2010. En efecto, mientras 30.1 por ciento del total de migrantes del Puerto se dirigió hacia el conjunto de doce ciudades fronterizas y solo 9.3 por ciento al resto del estado de Veracruz en 1995-2000, las proporciones se invirtieron (9.9 y 29.6 por ciento, respectivamente) en el lustro más reciente; incluso uno de cada ocho se dirigió hacia Ciudad Juárez al final del siglo pasado, pero solo uno de cada treinta en 2005-2010.

La Laguna, por su parte, junto con León y San Luis Potosí, son las únicas entre las 16 metrópolis consideradas, que experimentaron pérdida migratoria antes de 1980. La recuperación de la ganancia en 1970-1985 en La Laguna se desvaneció en los tres quinquenios siguientes para remontar con el nuevo siglo. Los vaivenes de las tasas de migración interna en la metrópoli bien pueden señalar las oscilaciones de su economía, el tránsito del cultivo importante de algodón a la intensa producción lechera.

La pérdida de atracción de Orizaba refleja sin duda el desplome de su participación en el sector manufacturero del país, principalmente debido a la obsolescencia y escasa reactivación de su planta industrial.

La migración de la zona metropolitana del Valle de México ha sido quizás la más documentada y analizada entre las 16 ciudades, lo cual se debe a su importancia numérica y que ha sido la concentración histórica del poder político y los servicios sociales y financieros, entre otros, reuniendo también una alta proporción de los habitantes del país: casi constante en 18 por ciento del total nacional de 1970 a 2010. La atracción de potenciales migrantes del resto del país fue tan intensa hasta 1980, que más de 20 por ciento del acrecentamiento poblacional de la metrópoli en el periodo 19651980 se debió a la migración interna.

Más aún, en 1965-1970 sus inmigrantes representaban 19.1 por ciento del total de llagadas al sistema urbano del país y 16.9 por ciento de la movilidad territorial total de la nación; en cambio, en 2005-2010 sus emigrantes cubrían 20.7 por ciento del total de salidas del sistema urbano nacional y 14.6 por ciento de los desplazamientos espaciales del país, estas últimas proporciones no tienen precedente en la ciudad de México, al menos una vez concluida la lucha armada de la Revolución Mexicana (1910-1921).

El viraje hacia una mayor expulsión que atracción a partir de los años ochenta, con una pérdida neta relativa acentuada al inicio y, si bien con un claro descenso en los lustros siguientes, muestra un repunte en 2005-2010. Esta tendencia contradice la apreciación de Haydea Izazola (2009: 117118), quien señala que se confirma que la Ciudad de México no alcanzó a consolidarse como una expulsora importante de población, como parecía indicar la información censal de 1990, e incluso llegó a mantener el relativo equilibrio migratorio ya documentado para el periodo 1990-1995.

Entre las 16 ciudades objeto de este trabajo, solo Veracruz muestra una tasa de migración neta negativa mayor que el Valle de México, de manera global en la primera década de este siglo. Si bien las tasas de emigración de la ciudad de México se han mantenido en un punto medio desde 1995 entre de las 16 metrópolis, el flujo que ha partido del Valle de México osciló, desde entonces, de 86 mil anuales en 2000-2005 a 168 mil en 1995-2000, pero con un ascenso marcado a 141 mil en 2005-2010. Mis estimaciones presentadas aquí, a partir de la evidencia censal, muestran que la ciudad de México sí se ha consolidado como una zona de expulsión de población.

 

Conclusiones

El objetivo de este trabajo fue doble. Por un lado, proponer un procedimiento de estimación de la migración hacia y desde una zona metropolitana, cuando los datos de base no distinguen el municipio de procedencia (residencia previa), sino solo la entidad federativa o país. Y, por otro, una reconstrucción de esa migración para 16 zonas metropolitanas de México de 1965 a 2010, lo cual nos permitió identificar tendencias y similitudes en la evolución de la movilidad territorial.

Al encontrarse 13 de esas 16 ciudades entre las 19 con más habitantes del país, sus trayectorias temporales, reconstruidas para el pasado medio siglo, bien pueden ser una guía para delinear el futuro previsible de otras urbes del país. En ese sentido, una mirada de conjunto de las 16 ciudades nos permite prefigurar el futuro próximo de su migración.

Si asimilamos el itinerario de las tasas del Valle de México desde 1965 a los años por venir para las otras tres grandes metrópolis —Guadalajara, Monterrey y Puebla-Tlaxcala—, se puede prever una pérdida neta continua. Mientras Guadalajara y Monterrey apenas mantuvieron positivo el saldo neto migratorio con tasas de 0.3 y 0.1 por mil en 2005-2010, respectivamente, Puebla acusaba una leve pérdida de 1.4 por cien mil; sin embargo, cabe señalar que Guadalajara experimentó un decremento de 0.3 por mil a fines del siglo pasado, solo para recuperarse con una ganancia de 0.1 por mil positivos al inicio del milenio presente.

El recorrido prefigurado para Guadalajara, Monterrey y Puebla-Tlaxcala sugiere que en esas tres zonas metropolitanas, igual que en lustros recientes en el Valle de México, las deseconomías por aglomeración desincentivarían la inversión, es decir, que las otrora ventajas comparativas de las economías de escala para la sector secundario, por el abastecimiento de insumos en la misma ciudad, se han tornado hoy en desventajas, dados los altos costos actuales del transporte intraurbano.

Las previsiones para las cuatro ciudades que colindan físicamente con Estados Unidos se aperciben similares a la pauta reciente, mientras no se reactive su economía y se combata efectivamente la inseguridad imperante en la zona norte del país. Solo en Tijuana, entre las cuatro, el censo de 2010 no reportó pérdida migratoria durante el lustro previo; sin embargo, el franco declive de su inmigración y el reciente aumento de su emigración apuntan a pérdida por movilidad territorial en el futuro próximo.

Chihuahua, y Tampico, si bien no contiguas al vecino del norte, parecen seguir los pasos de las cuatro ciudades que sí limitan con Estados Unidos, pues mientras Chihuahua ya acusaba pérdida migratoria en 2005-2010, en Tampico la ganancia fue de un magro 0.5 por mil anual.

Se percibe que el Puerto de Veracruz está destinado a seguir perdiendo cantidades significativas de su población por migración interna. La decreciente actividad portuaria, la falta de inversión en otras ramas de la economía, y el escaso atractivo turístico en comparación a otros desarrollos vacacionales, no son precisamente los alicientes para generar empleos y, por ende, captar migrantes potenciales, sino más bien disuaden a sus habitantes de permanecer en la metrópoli. El repunte de Orizaba en 2005-2010 puede ser coyuntural, toda vez que no se avizora una recuperación de la importancia industrial y económica que tuvo en la primera mitad del siglo XX.

Es probable que La Laguna, León, Mérida y San Luis Potosí mantengan su acrecentamiento en los próximos años, por su ubicación geográfica y porque han sostenido algún incremento económico en años recientes.

La eventual aplicación del procedimiento, de sencilla replica en una hoja de cálculo, a otras ciudades del país, permitiría probar su robustez o su debilidad. Aquí no hicimos ese ensayo porque no contamos con encuestas de inmigración hacia otras ciudades previas a la ENMAU, como es el caso de las encuestas de hogares alrededor de 1970 para Guadalajara, Monterrey y Valle de México.

El cambio en la dirección y el volumen de los flujos migratorios dentro del país se ha vinculado a la metamorfosis del ISI a la globalización. Los desplazamientos del campo hacia las ciudades han dejado de ser mayoría; la primacía ahora pertenece a la movilidad interurbana, y emergen los traslados de las ciudades hacia el campo. Las mudanzas entre los componentes del sistema urbano nacional representaron 66.3 por ciento del la migración interna total del país en 1995-2000 y 54.3 por ciento en 2005-2010; y por cada dos personas que se desplazaron de las áreas rurales hacia las urbanas, casi una lo hizo en sentido opuesto en ambos lustros (Partida, 2012).

El poder de atracción sobre los habitantes del resto del país, del conjunto de las 16 metrópolis consideradas aquí, ha mermado con el paso del tiempo. Por un lado, la migración agregada hacia esas ciudades perdió importancia en el total de mudanzas del país, de 30.8 por ciento en 19651970 a 26.8 por ciento en 2005-2010, pero con una tendencia ascendente desde 1985-1990; su participación en el monto global que se dirige al medio urbano fue el mismo (35 por ciento) en los quinquenios extremos, con una tendencia igualmente ascendente desde 1985-1990. Por otro lado, la fracción que representa la emigración en el total nacional se ha mantenido en continuo aumento, al pasar de 9.3 por ciento en 1965-1970 a 23.9 por ciento en 2005-2010, así como también respecto de la suma de las salidas del sistema urbano nacional, donde el alza fue de 20.8 a 46.8 por ciento, respectivamente.

La ENMAU se levantó en solo 16 zontas metropolitanas, de las 55 detectadas por SEDESOL, CONAPO e INEGI en el conteo de 2005, con lo cual el espectro más amplio de cursos de la migración interna se restringe a solo unas ciudades del país. Asentamientos urbanos como Aguascalientes, el corredor urbano de Querétaro a León, y los crecientes polos de desarrollo turístico en el Caribe mexicano, Puerto Vallarta y Los Cabos, seguramente trazan trayectorias diferentes a las estimadas en las 16 conurbaciones de este trabajo. La acelerada concentración de habitantes en algunas ellas precisa prefigurar su futuro, aunque sea de corto plazo, y encarna un desafío, ya que la previsión de los polos de atracción de población emergentes difícilmente se podrá asimilar a la tendencia pasada de la migración en las 16 ciudades analizadas aquí. Si bien un algoritmo de retrospección del valor de la proporción r posibilita la réplica del algoritmo propuesto aquí para otras ciudades, tal procedimiento es objeto de un estudio posterior.

 

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Notas

1 También conocida como Torreón o Torreón-Gómez Palacio.

2 Valle de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla-Tlaxcala, Tijuana, León, Ciudad Juárez, La Laguna y San Luis Potosí-Soledad son ocho de las nueve ciudades con un millón de habitantes o más en la actualidad, y Mérida, Tampico, Chihuahua y Veracruz son cuatro entre las diez más pobladas siguientes.

3 Por motivos de espacio no se reproducen la delimitación histórica de las zonas metropolitanas. El lector interesado en ellas las puede solicitar al autor mediante correo electrónico.

4 Una descripción pormenorizada del algoritmo de estimación para los menores de cinco años se puede ver en Partida (2013: 85-88). En todos los casos, el rubro no especificado en las cifras censales se distribuyó de manera proporcional (prorrateo) de acuerdo con el reparto de quienes sí detallaron la información. En el censo de 1970 solo se prorrateó el periodo de residencia, ya que no hubo omisión en la residencia anterior. En el censo de 1980, primero se prorrateó el periodo de residencia no especificado y después el lugar de procedencia. En los censos de 1990 a 2010 y el conteo, como la residencia se refiere a una fecha fija previa, solo fue necesario repartir de la no respuesta por lugar de procedencia. Cabe agregar que, en los censos de 1990 a 2010 y el conteo de 2005, se dejó de lado la no respuesta correspondiente a la población imputada a las viviendas pendientes, es decir, el parque habitacional presumiblemente habitado donde no fue posible enumerar a sus ocupantes. También se omitió a la población que no especificó su edad.

5 Los datos del cuestionario básico provienen de tabulados inéditos proporcionados al autor directamente por el INEGI.

6 Por motivos de espacio no se reproducen las matrices de origen y destino para el censo de 2010 (Cuadro 3) ni las ampliadas de los seis lustros (Cuadro 4) para las 14 zonas metropolitanas restantes. El lector interesado en ellas las puede solicitar al autor mediante correo electrónico.

7 El crecimiento demográfico medio anual de Ciudad Juárez en las primeras siete décadas intercensales del siglo XX (2.6, 5.5, 7.9, 2.1, 9.2, 7.6 y 4.4 por ciento) fueron significativamente más altas que la media nacional (1.1, -0.6, 1.6, 1.8, 2.7, 3.1 y 3.1 por ciento), indicando una importante ganancia neta poblacional por migración; mismo caso de Matamoros (4.8, 10.7, siete y cuatro por ciento) en los cuatro decenios de 1930 a 1970.

8 Excepto La Laguna, que con uno por ciento medio anual de migración neta supera a León (0.9 por ciento) en 2005-2010, pero pertenece al grupo restante como se verá adelante.

 

Información sobre el autor

Virgilio Partida-Buchs. Actuario y Doctor en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México y Maestro en Demografía por El Colegio de México. Profesor en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, El Colegio de México, El Colegio de la Frontera Norte, Centro Interamericano de Estudios de Seguridad Social (CIESS), Instituto Tecnológico Autónomo de México y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, donde actualmente se desempeña como profesor e investigador. Es Autor o coautor de 22 libros y más de cien artículos, capítulos en libros y colaboraciones periodísticas. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel II y Profesor Honorífico del CIESS. Dirección electrónica: vpartida@flacso.edu.mx

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