Introducción
Desde el siglo pasado, la mayoría de los países ha experimentado una transformación demográfica caracterizada, principalmente, por el acelerado envejecimiento de la población. En México, en el año 2000 las personas con 60 años o más representaron 7.3 por ciento del total de la población, mientras que este porcentaje fue de 9.1 por ciento en 2010 y de 12 por ciento en 2020 (INEGI, s/f). Además, se espera que, para 2050, una quinta parte de los mexicanos sea adultos mayores (Gutiérrez-Robledo et al., 2016). El logro que ha significado para la humanidad el alargamiento de la vida también se acompaña de retos en los distintos ámbitos: económico, social y de salud. En este sentido, la violencia hacia las mujeres adultas mayores se ha identificado como un tema especialmente relevante del cual aún queda mucho por explorar (OMS, 2022; Agudelo-Cifuentes et al., 2020).
Las mujeres tienen un mayor riesgo de padecer maltrato y violencia a lo largo de sus vidas (Giraldo-Rodríguez et al., 2022; Agudelo-Cifuentes et al., 2020; Giraldo-Rodríguez, 2019; Ruelas-González y Salgado-de Snyder, 2009), y entre más avanzada es la edad, el riesgo se acumula, debido a su mayor sobrevivencia, a la elevada dependencia económica y a que, por lo general, tienen peores condiciones de salud (Giraldo-Rodríguez, 2019; Frías, 2016). La violencia hacia las mujeres no solo constituye una violación de los derechos humanos, sino que también tiene repercusiones a nivel individual, familiar, social e institucional (OMS, 2022; Giraldo-Rodríguez, 2019; Frías, 2016;). Se ha documentado que las mujeres adultas mayores maltratadas tienen menor calidad de vida y bienestar, presentan con mayor frecuencia trastornos psicológicos (depresión, estrés, ideación suicida, entre otras) y tienen tasas más altas de morbilidad y mortalidad, en comparación con las mujeres que no son maltratadas (OMS, 2022; Giraldo-Rodríguez, 2019).
En México, con datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016 (ENDIREH) se encontró que 17.3 por ciento de las mujeres adultas mayores reportó haber sido maltratada en el último año (INEGI, 2017a); de estas, 81 por ciento fue revictimizada (es decir, fue violentada en dos momentos distintos de su vida por dos o más perpetradores) y 14 por ciento sufrió violencia en la infancia, violencia íntima de pareja y también maltrato en la vejez (Giraldo-Rodríguez et al., 2022). Si bien, gran parte de la literatura sobre violencia hacia las mujeres se ha centrado en la violencia que se da en el marco de las relaciones de pareja (actuales o pasadas), lo cierto es que, indistintamente de su edad y su condición conyugal, estas están expuestas, de diversas maneras, a ser víctimas de maltrato dentro del hogar. De hecho, la vejez se constituye en una etapa donde la violencia hacia las mujeres puede surgir o donde se da continuidad a una violencia perpetuada a lo largo de la vida (Frías, 2016).
En un estudio realizado en Ciudad de México y Xalapa, en 2019, se observó que 17.4 por ciento de las mujeres con 60 años o más, no unidas (solteras, separadas o viudas) y 29.9 por ciento de las unidas (casadas o en unión libre), había vivido situaciones de maltrato. En 47.2 por ciento de los casos, los responsables fueron parientes -sin incluir al cónyuge o pareja- es decir, hijo/a, nieto/a, yerno/nuera, hermano/a, sobrino/a y otras personas con vínculo sanguíneo o filial (Giraldo-Rodríguez, 2019). Esto muestra que la violencia hacia las mujeres adultas mayores no solo proviene de las parejas, sino que se extiende a todo el núcleo familiar, sin embargo, este es un fenómeno que se ha estudiado con menor profundidad en el país. El objetivo general de este estudio es analizar las características y principales factores asociados con la violencia en el ámbito familiar de las mujeres adultas mayores en 2016 (sin incluir la violencia de pareja), según grupos de edad y subtipos de violencia.
En el presente estudio se toma el concepto y clasificación de violencia establecida por la OMS, la cual la define como el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. Asimismo, la OMS propone que la violencia se clasifique en tres categorías generales: autoinfligida, interpersonal y colectiva. Dichas categorías se subdividen a su vez para reflejar tipos de violencia más específicos. En este caso, la violencia familiar se encuentra dentro de la violencia interpersonal, y se define como la violencia que se produce sobre todo entre los miembros de la familia o de la pareja y que, por lo general, aunque no siempre, sucede dentro del hogar (OMS, 2002).
Material y métodos
Diseño del estudio y fuentes de información
El presente es un análisis secundario, basado en la ENDIREH 2016. La ENDIREH tuvo como objetivo principal generar información sobre las experiencias de violencia que han enfrentado las mujeres de 15 años o más en distintos ámbitos (de pareja, familiar, escolar, laboral y comunitario), y de acuerdo con el vínculo o relación con el/los agresores. El diseño de la muestra de esta encuesta fue probabilístico, trietápico, estratificado y por conglomerados, donde la unidad última de selección fue la vivienda y la unidad de observación las mujeres de 15 años y más (INEGI, 2017b).
Para este artículo se seleccionaron las mujeres con 60 años o más que respondieron sobre los antecedentes de violencia en el ámbito familiar por parte de personas con quienes tuvieran vínculo consanguíneo o por afinidad -excluyendo al esposo, novio o pareja-. Además, se consideraron todas las mujeres, indistintamente su condición conyugal, es decir, casadas/unidas, separadas/divorciadas/viudas y solteras. De esta manera, la muestra final estuvo conformada por 18,416 mujeres de 60 años o más, que representó un total de 7,043,622 mujeres de dicho grupo de edad.
Variables de interés
Variable dependiente: Violencia familiar y subtipos
Se construyó una variable dicotómica, según la condición de violencia (0 = sin incidentes de violencia, 1 = con incidentes de violencia). Se consideró que las mujeres sufrieron violencia familiar (sin incluir la violencia de pareja) cuando contestaron afirmativamente, al menos, a una de las 28 preguntas que se formularon sobre violencia familiar en los últimos 12 meses, previos al levantamiento de la encuesta. Asimismo, se conformaron cuatro subgrupos de violencia: emocional, económica, física y sexual (Tabla 1).
Tipo de violencia familiar | Preguntas |
---|---|
Emocional | 1. ¿Le dejan de hablar? 2.¿La dejan sola o la abandonan? 3. ¿Le gritan, la insultan o la ofenden? 4. ¿La han amenazado con correrla o sacarla de la casa? 5. ¿Le han dicho o le hacen sentir que es un estorbo? 6. ¿La descuidan cuando se enferma o le dejan de comprar sus medicamentos? 7. ¿Le piden que haga quehaceres que le cuesta trabajo realizar? 8. ¿Se niegan a ayudarla cuando lo necesita? 9. ¿La han ignorado o no la han tomado en cuenta, por ser mujer? 10. ¿Le han roto o escondido algún objeto personal? 11. ¿La han ofendido o humillado por el hecho de ser mujer (la hicieron sentir menos o mal)? 12.¿Le han impedido o prohibido estudiar o trabajar? 13. ¿La han amenazado con hacerle daño a usted o a alguien que a usted le importa? 14. ¿La han corrido de su casa o amenazado con correrla? |
Económica | 15. ¿La han obligado a poner a nombre de otra persona alguna propiedad de usted o le han quitado o robado papeles de alguna propiedad? 16. ¿Le han quitado su dinero o lo han usado sin su consentimiento? 17. ¿Le han quitado bienes o propiedades de usted? 18. ¿Le dejan de dar dinero? 19. ¿La han amenazado con correrla o sacarla de la casa? |
Física | 20. ¿La han lastimado, golpeado o aventado cosas? 21 ¿La han pateado o golpeado con el puño? 22. ¿La han atacado o agredido con un cuchillo, navaja o arma de fuego? 23. ¿La han pellizcado, jalado el cabello, empujado, jaloneado, o abofeteado? |
Sexual | 24. ¿La han manoseado, tocado, besado o se le han arrimado, recargado o encimado sin su consentimiento? 25. ¿La han obligado a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad? 26. ¿Han tratado de obligarla a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad? 27. ¿Alguna persona le mostró sus partes íntimas o se las manoseó enfrente de usted? 28. ¿La han obligado a mirar escenas o actos sexuales o pornográficos (fotos, revistas, videos o películas pornográficas)? |
Fuente: elaboración propia con base en la ENDIREH, 2016.
Covariables
Las siguientes fueron las covariables incluidas en el estudio:
Escolaridad: ninguno/preescolar/primaria; secundaria o más.
Estado conyugal: no unida (soltera/viuda/separada/divorciada); unida (unión libre/casada).
Lengua indígena: no/sí.
Jefatura del hogar: no/sí.
Enfermedad o discapacidad: no/sí
Violencia de pareja (por parte de la pareja actual u otra pareja previa): no/sí.
Tipo de localidad: urbana/rural.
Región: Noroeste (Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Sinaloa y Sonora); Noreste (Coahuila, Durango, Nuevo León, San Luis Potosí y Tamaulipas); Occidente (Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Querétaro y Zacatecas); Centro (Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala); Sureste (Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán).
Índice de marginación: Muy bajo (Baja California, Coahuila, Ciudad de México, Nuevo León); Bajo (Aguascalientes, Baja California Sur, Colima, Chihuahua, Jalisco, Estado de México, Querétaro, Sonora, Tamaulipas); Medio (Durango, Guanajuato, Morelos, Nayarit, Quintana Roo, Sinaloa, Tabasco, Tlaxcala, Zacatecas); Alto (Campeche, Hidalgo, Michoacán, Puebla, San Luis Potosí, Veracruz, Yucatán); Muy alto (Chiapas, Guerrero, Oaxaca).
Análisis estadístico
En primer lugar, se realizó un análisis descriptivo sobre las características de las mujeres que sufrieron y no sufrieron violencia familiar (sin incluir la violencia de pareja), para lo cual se utilizaron frecuencias y porcentajes, dado que todas las variables fueron categóricas. Además, se estimó la relación bivariada, mediante ji cuadrada, entre violencia con las covariables (escolaridad, estado conyugal, lengua indígena, jefatura del hogar, enfermedad o discapacidad, violencia de pareja, tipo de localidad, región e índice de marginación estatal). Luego, para determinar los factores asociados con la violencia se emplearon modelos de regresión logística binaria y se evaluó la bondad de ajuste a través de la prueba Hosmer-Lemeshow. Los resultados se reportan como posibilidad o razón de momios (RM). El nivel de significancia estadística que se consideró en todas las pruebas fue de p ≤ 0.05 y un intervalo de confianza (IC) de 95 por ciento. Los modelos se estratificaron por subgrupos de edad (60-69 y 70+) y por los subtipos de violencia familiar. Los datos fueron procesados en el paquete estadístico Stata® versión 17 (Stata Corp, College Station, Texas, USA).
Consideraciones éticas
Los datos utilizados para este artículo son de acceso público y no contienen información que permita la identificación de las mujeres participantes. A todas ellas se les solicitó el consentimiento oral para llevar a cabo el estudio, preservando en todo momento su anonimato y la confidencialidad de la información proporcionada.1
Resultados
Descripción de la población de estudio
En la Tabla 2 se presentan las principales características de las mujeres adultas mayores mexicanas, clasificadas según los incidentes de violencia. 16.2 por ciento de las mujeres de 60 a 69 años reportó haber sufrido violencia familiar en el último año, porcentaje que fue superior en las mujeres con 70 años o más (18.6 por ciento). En términos generales, se observó que las mujeres que habían sido violentadas tenían menos escolaridad y no estaban unidas. Aproximadamente, 30 por ciento hablaba lengua indígena y en mayor proporción eran jefas de hogar, respecto con las que no fueron violentadas. Para el total de las mujeres, y por subgrupos de edad, se encontró que las mujeres que experimentaron violencia tuvieron una prevalencia más elevada de enfermedades o limitaciones y también de violencia en sus relaciones, ya sea por parte de sus parejas actuales o previas. Las mujeres pertenecían, principalmente, a áreas urbanas, a estados con índice de marginación bajo y a la región centro (para las mujeres sin y con incidentes de violencia, así como para ambos grupos de edad). Por su parte, el análisis bivariado arrojó una relación estadísticamente significativa entre la violencia con casi todas las covariables, excepto con el tipo de localidad y el índice de marginación estatal.
Características | 60-69 años N (%) | 70 años o más N (%) | Total N (%) | Valor p | ||||
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Sin violencia 3,379,651 (83.8) | Con violencia 654,990 (16.2) | Sin violencia 2,447,959 (81.4) | Con violencia 561,022 (18.6) | Sin violencia 5,827,610 (82.7) | Con violencia 1,216,012 (17.3) | |||
Escolaridad | Sin escolaridad | 602,849 (17.8) | 140,000 (21.4) | 826,967 (33.8) | 225,130 (40.1) | 1, 429,816 (24.5) | 365,130 (30.0) | ≤0.001 |
Primaria | 1,712,171 (50.7) | 353, 497 (54.0) | 1, 207, 631 (49.3) | 280, 905 (50.1) | 2,919,802 (50.1) | 634,402 (52.2) | 0.833 | |
Secundaria o más | 1,064,631 (31.5) | 161,493 (24.7) | 413,361 (16.9) | 54,987 (9.8) | 1,477,992 (25.4) | 216,480 (17.8) | ≤0.001 | |
Unida | No | 1,415,964 (41.9) | 322,819 (49.3) | 1,558,509 (63.7) | 390,873 (69.7) | 2,974,473 (51.0) | 713,692 (58.7) | |
Sí | 1,963,687 (58.1) | 332,171 (50.7) | 889,450 (36.3) | 170,149 (30.3) | 2,853,137 (49.0) | 502,320 (41.3) | ≤0.001 | |
Condición étnica | No | 2,474,143 (73.2) | 447,393 (68.3) | 1,782,595 (72.8) | 400,856 (71.5) | 4,256,738 (73.0) | 848,249 (69.8) | |
Sí | 905,508 (26.8) | 207,457 (31.7) | 664,629 (27.2) | 160,166 (28.5) | 1,570,137 (27.0) | 367,623 (30.2) | ≤0.001 | |
Jefa de hogar | No | 2,163,691 (64.0) | 362,879 (55.4) | 1,333,686 (54.5) | 271,100 (48.3) | 3,497,377 (60.0) | 633,979 (52.1) | |
Sí | 1,215,960 (36.0) | 292,111 (44.6) | 1,114,273 (45.5) | 289,922 (51.7) | 2,330,233 (40.0) | 582,033 (47.9) | ≤0.001 | |
Enfermedad/ limitación/ discapacidad | No | 3,068,157 (90.8) | 548,516 (83.7) | 1,856,525 (75.8) | 385,654 (68.7) | 4,924,682 (84.5) | 934,170 (76.8) | |
Sí | 311,494 (9.2) | 106,474 (16.3) | 591,434 (24.2) | 175,368 (31.3) | 902,928 (15.5) | 281,842 (23.2) | ≤0.001 | |
Violencia de pareja | No | 1,976,758 (58.5) | 209,645 (32.0) | 1,569,750 (64.1) | 193,463 (34.5) | 3,546,508 (60.9) | 403,108 (33.2) | |
Sí | 1,402,893 (41.5) | 445,345 (68.0) | 878,209 (35.9) | 367,559 (65.5) | 2,281,102 (39.1) | 812,904 (66.8) | ≤0.001 | |
Tipo de localidad | Urbano | 2,681,619 (79.3) | 530,728 (81.0) | 1,875,259 (76.6) | 426,166 (76.0) | 4,556,878 (78.2) | 956,894 (78.7) | |
Rural | 698,032 (20.7) | 124,262 (19.0) | 572,700 (23.4) | 134,856 (24.0) | 1,270,732 (21.8) | 259,118 (21.3) | 0.611 | |
Índice de marginación estatal | Muy bajo | 647,517 (19.2) | 95,312 (14.6) | 449,793 (18.4) | 93,161 (16.6) | 1,097,310 (18.8) | 188,473 (15.5) | 0.063 |
Bajo | 1,093,919 (32.4) | 231,271 (35.3) | 733,431 (30.0) | 201,470 (35.9) | 1,827,350 (31.4) | 432,741 (35.6) | 0.013 | |
Medio | 526,580 (15.6) | 99,749 (15.2) | 398,517 (16.3) | 83,019 (14.8) | 925,097 (15.9) | 182,768 (15.0) | 0.828 | |
Alto | 776,716 (23.0) | 166,275 (25.4) | 600,345 (24.5) | 132,461 (23.6) | 1,377,061 (23.6) | 298,736 (24.6) | 0.576 | |
Muy alto | 334,919 (9.9) | 62,383 (9.5) | 265,873 (10.8) | 50,911 (9.1) | 600,792 (10.3) | 113,294 (9.3) | 0.048 | |
Región | Sureste | 627,269 (18.5) | 136,067 (20.7) | 495,642 (20.2) | 88,631 (15.8) | 1,122,911 (19.2) | 224,698 (18.4) | 0.000 |
Centro | 1,250,867 (37.0) | 251,306 (38.4) | 850,350 (34.7) | 228,949 (40.8) | 2,101,217 (36.1) | 480,225 (39.5) | 0.037 | |
Noroeste | 387,096 (11.5) | 57,250 (8.7) | 254,087 (10.4) | 51,819 (9.2) | 641,183 (11.0) | 109,069 (9.0) | 0.000 | |
Noreste | 459,131 (13.6) | 64,568 (9.9) | 354,649 (14.5) | 60,327 (10.8) | 813,780 (14.0) | 124,895 (10.3) | 0.001 | |
Occidente | 655,288 (19.4) | 145,799 (22.3) | 493,231 (20.1) | 131,296 (23.4) | 1,148,519 (19.7) | 277,095 (22.8) | 0.007 |
Fuente: elaboración propia con base en la ENDIREH, 2016.
Prevalencia de los subtipos de violencia
En la Figura 1 se puede observar que la violencia emocional fue el tipo de violencia familiar más frecuente entre las mujeres adultas mayores, tanto para los subgrupos de edad como para el total de las mujeres; le siguió la violencia económica, siendo más alta para el grupo de 70 años o más; en tercer lugar, fue la violencia física, la cual fue mayor para el grupo de 60-69 años y; por último, la violencia sexual. No obstante, en las mujeres del grupo de 70 años o más la violencia emocional y económica fue más alta que en el grupo de 60 a 69 años; en cambio, la violencia física y la sexual fueron más elevada en este último grupo de edad. Cabe señalar que las diferencias entre los grupos de edad y los subtipos de violencia fueron estadísticamente significativas (p ≤ 0.001).
Factores asociados con la violencia familiar de mujeres adultas mayores
La posibilidad de sufrir violencia familiar (sin incluir la violencia de pareja) fue diferente entre los grupos de edad (Tabla 3). Una mayor escolaridad disminuyó la posibilidad de que las mujeres adultas mayores sufrieran violencia, de la misma forma que para el total de las mujeres que se encontraban unidas. Asimismo, la condición étnica no tuvo una asociación estadísticamente significativa con la variable dependiente. El antecedente de violencia en pareja y la enfermedad/discapacidad fueron las covariables que más incrementaron la razón de momios de violencia entre las mujeres en los tres grupos (60-69; 70+; total). En el caso de las mujeres de 70 años o más, la RM aumentó en 2.97 (IC 95 por ciento, 2.64-3.35) para aquellas que experimentaron violencia en sus relaciones de pareja; en tanto, las mujeres de 60 a 69 años, con enfermedad/discapacidad, tuvieron una RM de 1.81 (IC 95 por ciento, 1.56-2.12). Además, llama la atención que para el total de mujeres que eran jefas de hogar, y para las del grupo de 60 a 69 años, la posibilidad de sufrir violencia familiar aumentó, en comparación con las que no lo eran. Por otro lado, para las mujeres de 70 años o más que pertenecían a las regiones del centro, noreste y occidente, las posibilidades se incrementaron en 1.41, 1.28 y 1.41 veces, respecto con las mujeres de este mismo grupo de edad de la región sureste.
Características | Razón de momios (Intervalo de confianza: 95%) | |||||
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Total | 60-69 años | 70+ | ||||
Escolaridad (referencia: sin escolaridad) | ||||||
Primaria | 0.81** | (0.71-0.93) | 0.82** | (0.72-0.93) | 0.81* | (0.74-0.89) |
Secundaria o más | 0.66* | (0.56-0.78) | 0.53* | (0.43-0.66) | 0.61* | (0.55-0.69) |
Unida (referencia: no) | 0.90 | (0.76-1.06) | 0.84 | (0.71-1.00) | 0.87*** | (0.77-0.98) |
Condición étnica (referencia: no) | 1.14 | (1.01-1.29) | 1.09 | (0.95-1.24) | 1.12 | (1.02-1.22) |
Jefa de hogar (no) | 1.28** | (1.08-1.51) | 1.17 | (0.99-1.38) | 1.22*** | (1.09-1.38) |
Enfermedad/discapacidad (referencia: no) | 1.81* | (1.56-2.12) | 1.36* | (1.19-1.55) | 1.54** | (1.39-1.70) |
Violencia de pareja (referencia: no) | 2.89* | (2.58-3.23) | 2.97* | (2.64-3.35) | 2.93* | (2.70-3.18) |
Región (referencia: Sureste) | ||||||
Centro | 1.14 | (0.97-1.34) | 1.41* | (1.17-1.69) | 1.25* | (1.11-1.41) |
Noroeste | 0.96 | (0.78-1.17) | 1.25 | (1.00-1.56) | 1.07 | (0.93-1.25) |
Noreste | 1.00 | (0.83-1.22) | 1.28*** | (1.03-1.58) | 1.12 | (0.97-1.29) |
Occidente | 1.17 | (0.99-1.38) | 1.41* | (1.18-1.70) | 1.27* | (1.12-1.44) |
Ji cuadrada = *≤ 0.001; **≤ 0.01; ***≤ 0.05
Fuente: elaboración propia con base en la ENDIREH, 2016.
En la Tabla 4 se muestran las RM de los distintos tipos de violencia. Consistente con los resultados previos, la violencia de pareja se asoció de manera significativa con la posibilidad de que las mujeres, de todos los grupos de edad, fueran violentadas en el hogar por todas las violencias (física, emocional, económica y sexual), al igual que la enfermedad/discapacidad que asoció con casi todas ellas. La condición étnica, por su parte, se asoció con la violencia emocional en las mujeres de 60 a 69 años y con la violencia económica para este mismo grupo y para el conjunto de mujeres. El contar con una mayor escolaridad actuó como factor protector de la violencia familiar, especialmente, el tener secundaria o más, tanto para la violencia física como para la emocional y la económica.
Variables | Física | Emocional | ||||
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60-69 años | 70+ años | Total | 60-69 años | 70+ años | Total | |
Razón de momios (95% intervalo de confianza) | ||||||
Primaria | 0.57 (0.39-0.84)** | 0.63 (0.39-1.00)*** | 0.66 (0.49-0.88)*** | 0.76 (0.66-0.89)* | 0.80 (0.69-0.91)** | 0.78 (0.71-0.86)* |
Secundaria/Media superior | 0.37 (0.23-0.60)* | 0.37 (0.15-0.89)*** | 0.45 (0.30-0.68)** | 0.65 (0.55-0.77)* | 0.51 (0.41-0.64)* | 0.61 (0.53-0.69)* |
Unida | 0.53 (0.32-0.86)*** | 1.20 (0.61-2.36) | 0.78 (0.53-1.16) | 0.85 (0.71-1.01) | 0.76 (0.63-0.91)** | 0.81 (0.71-0.92)** |
Condición étnica | 0.97 (0.67-1.40) | 0.64 (0.38-1.08) | 0.85 (0.63-1.15) | 1.13 (1.00-1.29)*** | 1.04 (0.90-1.20) | 1.09 (0.99-1.20) |
Jefe de hogar | 0.94 (0.58-1.53) | 1.74 (0.91-3.32) | 1.21 (0.83-1.78) | 1.25 (1.05-1.50)*** | 1.15 (0.96-1.37) | 1.20 (1.06-1.36)** |
Enfermedad/limitación/ discapacidad | 1.32 (0.84-2.08) | 1.44 (0.90-2.29) | 1.21 (0.88-1.67) | 1.88 (1.60-2.20)* | 1.39 (1.22-1.60)* | 1.58 (1.42-1.75)* |
Violencia de pareja | 3.53 (2.43-5.12)* | 3.02 (1.91-4.80)* | 3.46 (2.59-4.61)* | 2.87 (2.55-3.24)* | 3.01 (2.66-3.42)* | 2.95 (2.70-3.21)* |
Centro | 1.83 (1.08-3.08)*** | 1.31 (0.70-2.47) | 1.58 (1.06-2.36)*** | 1.13 (0.95-1.34) | 1.32 (1.09-1.60)*** | 1.21 (1.06-1.37)** |
Noroeste | 1.59 (0.85-2.96) | 0.77 (0.32-1.86) | 1.21 (0.73-2.01) | 1.00 (0.81-1.23) | 1.21 (0.96-1.54) | 1.09 (0.93-1.27) |
Noreste | 1.07 (0.54-2.12) | 1.02 (0.47-2.21) | 1.04 (0.63-1.74) | 1.02 (0.83-1.26) | 1.26 (1.00-1.58)*** | 1.12 (0.97-1.31) |
Occidente | 1.83 (1.07-3.10)*** | 0.74 (0.37-1.49) | 1.30 (0.86-1.98) | 1.11 (0.93-1.32) | 1.33 (1.09-1.61)* | 1.20 (1.05-1.37) |
Económica | Sexual | |||||
60-69 años | 70+ años | Total | 60-69 años | 70+ años | Total | |
Razón de momios (95% intervalo de confianza) | ||||||
Primaria | 0.82 (0.67-1.02) | 0.74 (0.62-0.89)** | 0.76 (0.66-0.87)* | 1.18 (0.55-2.52) | 1.39 (0.52-3.73) | 1.36 (0.75-2.48) |
Secundaria/Media superior | 0.53 (0.41-0.69)* | 0.35 (0.24-0.50) | 0.44 (0.36-0.54)* | 0.68 (0.27-1.72) | 1.19 (0.29-4.90) | 0.91 (0.42-1.95) |
Unida | 0.87 (0.67-1.13)** | 0.93 (0.72-1.20) | 0.88 (0.74-1.06)** | 1.31 (0.54-3.15) | 1.73 (0.46-6.48) | 1.57 (0.76-3.23) |
Condición étnica | 1.21 (1.01-1.46)*** | 1.08 (0.89-1.31) | 1.14 (1.00-1.31)*** | 1.08 (0.57-2.02) | 1.46 (0.58-3.63) | 1.20 (0.71-2.01) |
Jefe de hogar | 1.28 (0.99-1.67) | 1.24 (0.97-1.58) | 1.26 (1.05-1.51)*** | 1.62 (0.67-3.90) | 2.00 (0.54-7.44) | 1.76 (0.85-3.63) |
Enfermedad/limitación/discapacidad | 1.84 (1.47-2.30)* | 1.39 (1.15-1.68)* | 1.59 (1.38-1.83)* | 0.88 (0.35-2.25) | 0.29 (0.06-1.29) | 0.53 (0.24-1.16) |
Violencia de pareja | 2.86 (2.38-3.43)* | 2.97 (2.49-3.56)* | 2.91 (2.56-3.30)* | 3.05 (1.63-5.70)* | 5.69 (2.08-15.5)** | 3.82 (2.25-6.49)* |
Centro | 1.26 (0.98-1.63) | 1.52 (1.15-2.00)** | 1.37 (1.14-1.66)** | 1.41 (0.58-3.45) | 0.82 (0.16-4.14) | 1.24 (0.57-2.70) |
Noroeste | 0.93 (0.67-1.29) | 1.39 (0.99-1.95) | 1.12 (0.89-1.42) | 1.27 (0.44-3.64) | 2.35 (0.49-11.0) | 1.52 (0.64-3.62) |
Noreste | 1.06 (0.77-1.45) | 1.36 (0.98-1.89) | 1.20 (0.96-1.51) | 1.26 (0.43-3.62) | 2.00 (0.41-9.56) | 1.42 (0.59-3.40) |
Occidente | 1.25 (0.96-1.62) | 1.68 (1.27-2.20)*** | 1.44 (1.20-1.74)* | 1.31 (0.52-3.27) | 2.17 (0.55-8.51) | 1.53 (0.72-3.25) |
Ji cuadrada = *≤ 0.001; **≤ 0.01; ***≤ 0.05; IC = Intervalo de confianza; Los valores entre paréntesis al lado de las covariables corresponden a la RM.
Fuente: elaboración propia con base en la ENDIREH, 2016.
Por último, la única característica que se asoció con la violencia sexual fue el haber sufrido violencia por parte de la pareja en los tres grupos presentados.
Discusión y conclusión
El objetivo de este estudio fue analizar las características y los factores asociados con la violencia familiar en el último año (sin incluir la violencia de pareja) de mujeres adultas mayores mexicanas. Para esto se utilizó la ENDIREH 2016 y se emplearon modelos estadísticos que permitieron ver las principales variables asociadas con la violencia familiar en las mujeres de 60 años o más. De manera general, los resultados convergen con otros estudios que han mostrado que el antecedente de violencia de pareja es un factor de riesgo para sufrir violencia familiar (Giraldo-Rodríguez et al., 2022; Agudelo-Cifuentes et al., 2020; Giraldo-Rodríguez, 2019; OMS, 2022), al igual que presentar alguna enfermedad o discapacidad (Giraldo-Rodríguez et al., 2015). Estas fueron las dos covariables que más se asociaron, e incrementaron, en mayor medida, la posibilidad de que las mujeres adultas mayores fueran violentadas por sus familiares (no parejas).
Las mujeres del grupo de 60-69 años tuvieron una mayor prevalencia de violencia familiar, en comparación con las mujeres de 70 años o más. Esto podría explicarse por el hecho de que, si las mujeres son o fueron violentadas por su pareja, también hay una alta posibilidad de que estas sean violentadas por otros familiares. En el caso de las mujeres de edades más avanzadas, esta posibilidad disminuye, ya que muchas de ellas enviudan.
Por otro lado, llama la atención que, las mujeres, jefas de hogar, tuvieron una mayor posibilidad de ser violentadas que las que no lo son. Este es un resultado que tendrá que explorarse en estudios posteriores para poder evaluar con mayor detalle la relación con la violencia familiar. Sin embargo, en otros estudios se ha observado que las mujeres adultas mayores jefas de hogar, que disponen de mayores recursos económicos, son más propensas a sufrir violencia económica y psicológica, y suelen ser presionadas por sus parejas o familiares para ceder sus recursos, o bien, son despojadas de estos (Tabueña, 2006; Hafemeister, 2003).
La violencia familiar ejercida hacia las mujeres mayores podría ser un círculo vicioso en el cual están inmersas desde la infancia, ya que se ha demostrado que las mujeres que sufren violencia en otras etapas de su vida (niñez y adultez), tienen una probabilidad mayor de ser violentadas dentro del hogar en las edades más avanzadas (Giraldo-Rodríguez et al., 2022; Aakvaag et al., 2017). También, se ha encontrado que, cada vez, es más común, que las mujeres están expuestas a múltiples violencias, lo que requiere que este tema sea abordado de manera multidimensional. Es decir, a diferentes tipos de violencia y en diferentes contextos que van más allá del ámbito familiar.
De acuerdo con Arteaga y Valdés (2010), la violencia hacia las mujeres es un acto que es insuficientemente cuestionado y problematizado en el ámbito familiar. Esto constituye un obstáculo, en tanto, muchas veces las agresiones y los malos tratos hacia las mujeres no son denunciados, ya sea porque los mecanismos para garantizar sus derechos son inoperantes o inexistentes, o porque las mujeres, por temor, no hablan del tema (Giraldo-Rodríguez y Agudelo-Botero, 2022; Ruelas-González et al., 2014).
Este estudio permitió evidenciar que las mujeres adultas mayores son violentadas por otros miembros de la familia -sin considerar a los cónyuges-, lo cual demuestra que no solo las mujeres unidas están en riesgo de sufrir violencia, sino que el peligro se extiende a todas, indistintamente si se encuentran unidas o no. Indudablemente, es necesario que el abordaje de este fenómeno incluya una perspectiva de género ya que, la violencia hacia las mujeres se ha naturalizado en la sociedad y es menos tenida en cuenta si esta acontece en el seno familiar, pues se considera que este es un asunto privado y personal que debe tratarse y resolverse desde allí (Rodríguez-Calvo et al., 2018). Sin embargo, por la misma complejidad de las redes familiares y sus dinámicas es que muchos de estos casos de violencia son callados y ocultados en los hogares, donde las mujeres adultas mayores son víctimas de quienes deberían protegerlas y cuidarlas (Rodríguez-Calvo et al., 2018).
De hecho, la violencia hacia las mujeres ha sido considerada una “pandemia silenciosa”, pues ha obligado a las mujeres a permanecer confinadas con sus abusadores y con pocas o nulas posibilidades de buscar ayuda (Justice in Mexico, 2020). En este sentido, situaciones como la contingencia sanitaria por la enfermedad por coronavirus (Covid-19) pone de manifiesto la gravedad de esta problemática y la urgente necesidad de diseñar políticas públicas que contribuyan a reducir los riesgos, así como a generar canales de contención y atención intengral, tanto individual como para el núcleo familiar (Yunus et al., 2021; Han y Mosqueda, 2020).
En conclusión, el abordaje de la violencia familiar de las mujeres adultas mayores en México debe considerar no únicamente la violencia de pareja, sino también la violencia que es ejercida por otros miembros de la familia, ya que es muy posible que, en las edades más avanzadas, las mujeres estén en mayor riesgo de ser violentadas. Esto es especialmente relevante, pues las mujeres están más expuestas a la violencia porque tienen una mayor sobrevida que los hombres y porque llegan en peores condiciones de salud y con mayor dependencia económica a esta etapa de sus vidas. En este sentido, las mujeres adultas mayores están vulnerables a la violencia familiar por lo que, para procurar su bienestar y seguridad, se requieren de políticas públicas que involucren a todos los miembros de la familia.
Fortalezas y limitaciones del estudio
La principal fortaleza de este estudio es que se utilizó una fuente de información que tiene representatividad a nivel nacional, con lo cual se pueden hacer inferencias para el total de mujeres adultas mayores mexicanas (unidas o no). No obstante, hay algunas limitaciones que deben considerarse:
La encuesta solo permite hacer un análisis transversal por lo que no se pude establecer las causas y consecuencias de la violencia.
La percepción o experiencia de violencia familiar puede variar entre las mujeres, según sus características sociodemográficas, lo que podría derivar en una subestimación de las dimensiones reales de este problema.
Con la base de datos empleada, no fue posible caracterizar el contexto en el que ocurrieron las agresiones; por ejemplo, no se identificó si los agresores viven de manera permanente con las mujeres adultas mayores, la frecuencia de los maltratos y la gravedad de estos.