Introducción
En la actualidad, la cultura se presenta como un medio de cohesión social, de acumulación de conocimiento, entendimiento y crecimiento humano, tanto individual como colectivo (Delgado Ruiz, 2000). En este sentido, el acceso a bienes culturales es un derecho de todas las personas. De acuerdo con el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos “toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten” (Naciones Unidas, 1948: 8).
La cultura constituye un importante motor de la economía, ya que -debido al flujo de ingresos y gastos derivados del consumo y la producción de actividades culturales- genera riqueza y trabajo. A nivel de economía local y regional, el fortalecimiento de dichas actividades puede ejercer transformaciones de las estructuras productivas locales, que en última instancia podrían derivar en el desarrollo de nuevas ventajas comparativas (Devesa et al., 2012). En este sentido, Delgado Ruiz (2000: 178) manifiesta que, actualmente, “la cultura lleva acopladas nuevas exigencias funcionales, ligadas básicamente a su capacidad de generación de riqueza, de cambio urbano y de cohesión social”. De esta manera, señala Herrero Prieto (2011), puede hablarse de cultura como un factor de desarrollo humano, como factor productivo o como parte de las transacciones económicas. Numerosos estudios e investigaciones dan cuenta no sólo de la rentabilidad per se del sector cultural, sino también de las externalidades positivas y efectos derrame que éste genera sobre el resto de la economía (Throsby, 2001; Seaman, 2003; Devesa et al., 2012).
Las repercusiones de la cultura sobre el resto de las actividades económicas del país hacen que la dimensión e importancia del sector excedan las propias actividades culturales y por lo tanto dificulten su medición. En Argentina, la Dirección Nacional de Industrias Culturales, a través del Sinca (Sistema de Información Cultural de la Argentina) y de la Dirección Nacional de Cuentas Nacionales (DNCN) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), se ocupan de esta tarea, para la cual desarrollaron la Cuenta Satélite de Cultura (CSC), mediante ésta recopilan datos sobre el aporte económico del sector cultural desde el 2004 en adelante. En particular, la CSC realiza análisis macroeconómicos de la actividad cultural en su conjunto, como el PIB cultural, el empleo y comercio exterior cultural, el gasto del gobierno en cultura, entre otros, de acuerdo con el marco metodológico establecido por el Convenio Andrés Bello.1
Estas estimaciones reflejan que la contribución del sector a la economía en su totalidad experimentó un incremento desde principios de siglo. De acuerdo con Tarayre et al. (2019), la participación del valor agregado bruto cultural aumentó 28% entre 2004 y 2018, pasó de 2.01% a 2.57%. Sin embargo, existen diferentes barreras geográficas y socioeconómicas que limitan el acceso a los bienes culturales generando desigualdades en el consumo (Cepal, 2014), las cuales impiden su total aprovechamiento como herramienta de desarrollo.
En este contexto, es relevante conocer los hábitos de consumo cultural de la sociedad para así poder contribuir el diseño de políticas y líneas de acción que asuman a la cultura como un factor de integración y desarrollo económico. Las investigaciones orientadas en esta dirección son extensas en países desarrollados pero escasas para países de América Latina (Espinal Monsalve et al., 2020). Algunos trabajos han priorizado en el análisis la pregunta del rol que tiene la participación en el acceso a los bienes simbólicos sobre la construcción de las diferencias sociales y trayectorias individuales (Güell et al., 2012). Sin embargo, la mayor parte de las investigaciones centran su atención en el estudio de los determinantes del consumo cultural (Morrison y West, 1986; Lévy-Garboua y Montmarquette, 1996; Fernández-Blanco y Prieto-Rodríguez, 1997 y 2009; Ateca Amestoy, 2009; Aguado Quintero y Palma-Martos, 2015; Bermúdez Triviño et al., 2016; Ramos Ramírez y Espinal Monsalve, 2020).
En Argentina, según Wortman y Bayardo (2012), hay antecedentes tempranos de estudios vinculados al consumo cultural, no obstante, la mayoría de los aportes aparecen con más énfasis en los últimos años. Entre los ochenta y noventa destacan algunos estudios de consumos culturales en ciudades como Córdoba, Santa Fe, Paraná, Mar del Plata y Mendoza. Sin embargo, los estudios de este tipo para el caso de ciudad de Bahía Blanca aún son incipientes. Tarayre y Elías (2020) analizan el consumo cultural local en tiempos de pandemia, y Leonardi et al. (2020) testan la hipótesis de aprendizaje basados en el consumo para el caso de esta ciudad.
Dada esta problemática, el objetivo de este trabajo es caracterizar los hábitos de consumo cultural de residentes de la ciudad de Bahía Blanca, Argentina. La metodología empleada es cuantitativa y se basa en estadística descriptiva. La base de datos se construyó a partir de una encuesta realizada virtualmente en el 2019, a través de Google forms. El diseño de la encuesta se basó en la Encuesta Nacional de Consumos Culturales (ENCC), hecha por Sinca (2017).
El resto del trabajo se estructura como sigue: luego de la breve introducción, en la sección 1, se detalla la metodología de la investigación; en la 2 se presentan y discuten los resultados de la misma. Finalmente, se concluye y señalan algunas limitaciones y nuevas líneas de estudio.
1. Metodología
Para esta investigación se utilizó una metodología cuantitativa y exploratoria basada en el cálculo de frecuencias absolutas y relativas de las variables de interés. Como técnica de recolección de datos primarios se utilizó una encuesta, hecha virtualmente entre el 1 de marzo y el 1 de diciembre de 2019, mediante un cuestionario de Google forms. Las preguntas se diseñaron teniendo en cuenta las formuladas por la ENCC, que elabora y realiza el Sinca (2017). El público objetivo fueron los residentes de la ciudad de Bahía Blanca, Argentina, mayores de 16 años. Mediante la encuesta se obtuvieron 336 respuestas válidas. Al considerar el tamaño de la población de 319.365,2 se determinó un error de muestreo de aproximadamente 6%, dicho valor es aceptable de acuerdo a los estándares estadísticos tradicionales que consideran errores entre uno y 10 por ciento.
Sin embargo, para asegurar su representatividad, primero se comparó la composición de la muestra en relación con la de la población bahiense mayor de 16 años desde dos perspectivas: sociodemográfica y socioeconómica. En cuanto a la comparación en términos sociodemográficos se consideraron las siguientes variables: género (mujer-varón), edad (entre 16 y 25 años; entre 26 y 40; entre 41 y 60; más de 60), nivel educativo (primario, secundario, superior) y categoría ocupacional (ocupado, desocupado, inactivos), de las cuales destacan las subcategorías: estudiante, ama de casa y jubilado. Para realizar esta comparación se estudió la población bahiense mayor de 16 años a partir de la Encuesta Permanente de Hogares realizada por Indec (2019), ésta se llevó a cabo de forma trimestral, por lo que aquí se tomaron en cuenta los valores promedio de los cuatro trimestres de 2019 de las variables de interés. Asimismo, se comparó la distribución geográfica de los encuestados, en relación con la de la población bahiense, considerando la proporción de cada uno de ellos que habita en cada barrio de la ciudad.
El análisis que combina la esfera socioeconómica y la distribución espacial de la población se realizó con el softwareQGIS (2020), se utilizaron datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (Indec, 2010) para comparar la composición de la muestra y de la población bahiense en relación con el grado de vulnerabilidad del barrio de residencia y su distribución espacial. Específicamente, se equiparó la cantidad de respuestas obtenidas y la cantidad de personas que habitan en barrios de alta, media y baja vulnerabilidad. Se consideró como medida general de la vulnerabilidad el porcentaje de hogares que tiene al menos una necesidad básica insatisfecha (NBI).
Se establecieron las siguientes categorías de vulnerabilidad: si la proporción de hogares del barrio con al menos una NBI se encuentra entre 8% y 23%, se considera que se trata de un barrio altamente vulnerable; entre 3% y 8%, vulnerabilidad media, y entre 0.1% y 3%, barrio no vulnerable.
Una vez evaluada la representatividad de la muestra, se procedió a abordar el objetivo de la investigación en cuatro instancias.
I. Se intentó identificar qué se entiende por cultura, dado que hay muchas formas de definir el concepto, se pregunta por el grado de conformidad con las siguientes acepciones del término: a) hábitos, costumbres, comportamientos; b) información, estudiar, conocer; c) arte y patrimonio; d) forma de pensar, ideología, valores; e) la identidad. Para conocer el grado de conformidad con cada definición presentada se utilizó la escala de Likert. Los encuestados indicaron en una escala de uno a cinco su grado de acuerdo con las definiciones de cultura: fue una la de mayor acuerdo y cinco la de menor, fue posible señalar más de una opción. Luego se calcularon las frecuencias absolutas y relativas considerando el total de la muestra de cada opción para determinar cuál fue el concepto mayormente aceptado.
II. Se midió el nivel del consumo cultural a partir del Índice de Acceso al Consumo Cultural (IACC) desarrollado por Leonardi et al. (2020). El IACC está compuesto por una canasta de 19 bienes culturales (tabla 1). Para cada uno de los bienes culturales considerados se asigna valor uno, si el individuo lo consume, y valor 0, si no lo consume. El valor del IACC surge de la adición de estos consumos (no consumos) parciales. En consecuencia, el indicador varía en el rango [0; 19]. Luego se estratificó la variable en cinco niveles: [0] indica que no se verifica consumo cultural en el periodo de análisis; [1; 5] indica un consumo cultural bajo; [6; 10], consumo cultural mediobajo; [11; 15], consumo cultural medio-alto y [16; 19] consumo cultural alto. Así, el consumo cultural bajo implica que el individuo sólo consumió cinco o menos bienes o servicios culturales durante 2019. El resto de las categorías se interpretó de forma análoga.
III. Se analizó cuáles fueron los bienes culturales preferidos por los encuestados, así como la cantidad de personas que consumieron los distintos bienes culturales (grupales e individuales) especificados en la Tabla 1. El análisis se concentró en la “popularidad” de los bienes culturales, por lo tanto, se estudió cuántas personas consumieron un determinado bien cultural, sin tener en cuenta cuánto consumieron de cada uno. Para determinar la preferencia por cada bien cultural, se calcularon las frecuencias absolutas y relativas, considerando que el consumo de cada persona vale uno.
Grupo | Bienes y servicios culturales |
---|---|
Talleres artísticos culturales | 1. Danza 2. Literatura 3. Pintura 4. Música 5. Acrobacia y circo 6. Teatro 7. Artesanías y manualidades |
Eventos y espectáculos en vivo | 8. Bailes, peñas y milongas 9. Espectáculos musicales 10. Espectáculos de danza 11. Obras de teatro 12. Ópera 13. Espectáculos infantiles |
Exposiciones | 14. Ferias y exposiciones de artesanías 15. Exposiciones (pintura, fotografía, etc.) |
Bienes patrimoniales | 16. Fiestas populares 17. Museos y monumentos |
Audiovisuales | 18. Cine 19. Televisión |
Fuente: Leonardi et al. (2020).
Complementariamente, se estudiaron los principales motivos por los cuales los encuestados decidieron no consumir los bienes culturales de interés. Para ello se presentaron las siguientes opciones: falta de compañía, de información, de interés, de propuestas, de tiempo y problemas con los horarios en los que se puede acceder al consumo cultural. Además, para el caso de los talleres artísticos culturales se consideró como posible obstáculo al consumo la falta de dinero. Estas alternativas no son excluyentes y se decidió cuál fue más generalizada con base en el cálculo de frecuencias absolutas y relativas.
Vale destacar que la falta de propuestas, de información y los problemas en los horarios hace referencia a la oferta cultural, mientras que el resto de los obstáculos se refiere a problemas en la demanda. De este modo, se puede inferir si los encuestados no consumen los bienes culturales por razones asociadas a la oferta o a la demanda.
IV. Se determinó la cantidad de demanda de bienes y servicios culturales, para ello se analizó el consumo cultural en relación con la cantidad consumida de los bienes culturales grupales e individuales especificados en la Tabla 1. A diferencia del caso anterior, aquí el foco se centró en la cantidad consumida total de bienes culturales, sin considerar cuántas personas lo consumen. De modo que para medir la cantidad de demanda de cada bien cultural, se calcularon las frecuencias absolutas considerando que cada consumo vale uno. Complementariamente, se estudió el consumo cultural según el grupo etario y la distribución geográfica del consumo cultural. En relación con el grupo etario, se segmentó la muestra en las cuatro categorías mencionadas previamente, luego se calculó la cantidad de demanda y el consumo per cápita de cada segmento. En cuando al análisis espacial de la demanda, se calculó la cantidad consumida de cada bien cultural en los diferentes barrios de la ciudad mediante el softwareQGIS (2020).
La diferencia entre el análisis basado en las personas (III) y aquél basado en la cantidad consumida (IV) reside en que, en el primer caso, se puede observar la “llegada” o “aceptación” que tienen cada uno de los bienes culturales a la población al distinguir a cuánta gente le gusta cada bien. En tanto que, en el segundo, se puede observar la demanda de cada bien, sin importar si ésta se concentra en unos pocos encuestados o si se distribuye más homogéneamente entre la población.
2. Resultados
2.1. Representatividad de la muestra: composición de la muestra en relación con la de la población
La Tabla 2 compara la composición socioeconómica de los respondientes con la de la población bahiense mayor de 16 años. En cuanto al género, casi 70% de la muestra está compuesta por mujeres, en tanto que dicha proporción es 47% para el caso general. Respecto a la edad, cada grupo etario representa entre 28 y 34% de la muestra, excepto los adultos mayores de 60 años (8%). En cambio, en la ciudad, la proporción de jóvenes (18%) es menor que la del resto de los grupos etarios, mientras que la del resto de los grupos es más similar, variado entre 24% y 31%. En lo concerniente al máximo nivel educativo alcanzado, 90% de los encuestados, contra 37% de la población bahiense mayor de 16 años, cuenta con estudios universitarios. Además, se observa una subrepresentación de los desocupados e inactivos (estudiantes, amas de casa y jubilados).
La muestra | La población | |||||
---|---|---|---|---|---|---|
Variable | Categoría | Frecuencia | % | Frec. Promedio | % | |
Género | Mujer | 231 | 69 | 115.265 | 47 | |
Varón | 104 | 31 | 128.938 | 53 | ||
Edad | Entre 16-25 | 96 | 29 | 44.841 | 18 | |
Entre 26-40 | 113 | 34 | 64.369 | 26 | ||
Entre 41-60 | 95 | 28 | 75.315 | 31 | ||
Más de 60 | 27 | 8 | 59.678 | 24 | ||
Máximo nivel educativo | Primario | 1 | 0 | 52.980 | 22 | |
Secundario | 32 | 10 | 101.682 | 42 | ||
Superior | 302 | 90 | 89.540 | 37 | ||
Categoría ocupacional | Ocupado | 179 | 53 | 134.025 | 41 | |
Desocupado | 10 | 3 | 12.082 | 26 | ||
Estudiante | 122 | 36 | 23.442 | 11 | ||
Ama de casa | 4 | 1 | 13.353 | 7 | ||
Jubilado | 21 | 6 | 51.214 | 24 | ||
Otros inactivos | 0 | 0 | 10.013 | 4 |
Fuente: elaboración propia con base en la encuesta realizada e Indec (2019).
Por otro lado, el Mapa 1 muestra que la distribución geográfica de las personas encuestadas es uniforme en términos de la población de los barrios de la ciudad de Bahía Blanca. Dicho mapa categoriza los barrios de la ciudad según la proporción de la población bahiense que los habita y representa la cantidad de respuestas que se pudieron obtener en cada barrio. Se observa que, en general, se obtuvieron más respuestas en los barrios que concentran mayor cantidad de población. Sin embargo, destaca la sobrerrepresentación de algunos barrios específicos: Universitario, Villa General Belgrano y Parque Norte. Y la subrepresentación de algunos barrios del sudeste bahiense, tales como Grünbein, Villa Hardingreen, Villa Muñiz, Anchorena, Misiones, San Martín y Aldea Romana.
Fuente: elaboración propia con base en resultados obtenidos e Indec (2010), realizado con QGIS (2020).
La Tabla 3 resume la comparación del grado de vulnerabilidad del barrio de residencia entre los encuestados y la población bahiense. El Mapa 2 representa espacialmente esta situación. Se observa que la proporción de encuestados que viven en barrios no vulnerables es mayor que la de la población en general. Similarmente, la proporción de encuestados que habita en barrios con condiciones sociales y habitacionales más comprometidas es menor que la de los bahienses en general.
La muestra | La población | ||||
---|---|---|---|---|---|
Frecuencia | % | Frec. promedio | % | ||
Grado de vulnerabilidad | Bajo | 209 | 62 | 52.980 | 43 |
Medio | 116 | 35 | 101.682 | 48 | |
Alto | 7 | 2 | 89.540 | 12 |
Fuente: elaboración propia con base en la encuesta realizada e Indec (2010).
Fuente: elaboración propia con base en la encuesta realizada e Indec (2010), realizado con QGIS (2020).
En síntesis, la evaluación de la representatividad de la muestra indica que ésta podría considerarse representativa en cuanto a la cantidad de respuestas obtenidas e, incluso en cuanto a la distribución espacial en términos barriales. Sin embargo, se observa un sesgo a favor de los sectores más favorecidos de la ciudad. Así, se sobrerrepresenta a los sectores de mayor nivel socioeconómico, en particular mujeres y personas con estudios universitarios, a la vez que se subrepresenta a los sectores más vulnerables. Dicho sesgo podría asociarse a la modalidad virtual de la encuesta aplicada. Así, es posible que aquellos sectores con mayor acceso a la tecnología queden sobrerrepresentados en la muestra y, al mismo tiempo, que aquellos con menor acceso a la misma resulten subrepresentados. Esto se debe a que la encuesta llega a la población vía correo electrónico o WhatsApp y requiere acceso a internet para poder ser respondida. Por esta razón, los resultados tienen valor para la muestra particular de estudio y no se deben extrapolar al total de la población bahiense.
2.2. Caracterización del consumo cultural de los encuestados
2.2.1. ¿Qué se entiende por cultura?
La Gráfica 1 muestra el grado de conformidad de los respondientes con las diferentes definiciones de cultura. En relación con las respuestas que indicaron estar muy de acuerdo, los resultados fueron los siguientes: hábitos, costumbres y comportamientos (48.8%), identidad (43.2%), forma de pensar, ideología y valores (37%), arte y patrimonio (34.2%) y, finalmente, la información, estudiar, conocer (26.8 por ciento).
(a) Hábitos, costumbres, comportamientos; (b) Información, estudiar, conocer; (c) Arte y patrimonio; (d) Forma de pensar, ideología, valores; (e) Identidad. Fuente: elaboración propia con base en información primaria.
Del total de encuestados, sólo 22 agregaron otras cuestiones vinculadas a la historia de un grupo en un lugar determinado y la transmisión de hábitos, costumbres, procedimientos, tradiciones de los padres a los hijos en un sitio determinado durante una época determinada, a la lengua y los símbolos, al modo de ser y estar en el mundo -no sólo como una manera de pensar sino también de hacer y manifestarse- religión y moral, libertad, memoria, forma de vida, características generales de una sociedad, entretenimiento, diversidad de expresiones, estructuras de comunicación y dispositivos de control social, idiosincrasia de un pueblo, atributos conceptuales y emocionales que predominan en una región geográfica, entre otras.
2.3. Medición del consumo cultural de los encuestados: IACC
De las 336 personas que respondieron el cuestionario, 331 afirmaron haber consumido al menos uno de los bienes culturales presentados en la Tabla 1. Es decir, 98% de los respondientes consumieron algún tipo de bien cultural durante 2019.
La Tabla 4 presenta el nivel de consumo cultural de los encuestados, según el cálculo del IACC. La mayoría de los encuestados presenta un consumo cultural bajo (42%) o medio-bajo (41%). Le siguen en importancia aquéllos que manifiestan un consumo cultural medio-alto (12%). En los extremos, sólo 3% de la muestra un consumo cultural alto y 2% no consumió los bienes culturales de la canasta especificada en la Tabla 1.
2.4. ¿Cuáles fueron los bienes culturales preferidos por los encuestados?
Para describir cuáles fueron los bienes culturales más preferidos, la Gráfica 2 presenta la proporción de personas que consume cada grupo de bienes culturales. Los bienes culturales más populares fueron los eventos y espectáculos en vivo, con una concurrencia de 85% de los bahienses encuestados. Le siguen las exposiciones, con una participación de 78% de la muestra; los audiovisuales, 77% y los bienes patrimoniales, 70%. Los talleres artísticos fueron los menos “populares”, considerando que sólo 38% de los respondientes consumió esta categoría cultural.
La Tabla 5 desglosa la información anterior en función de la canasta de bienes culturales que componen cada categoría. El bien cultural más difundido fue el cine, 78% de encuestados manifestó haber concurrido al menos una vez en 2019. Por su parte, 76% miró programas televisivos, 68% asistió a ferias y exposiciones de artesanías, 66% a espectáculos de música, más de 50% a fiestas populares, museos y monumentos. Vale destacar que del total de personas que asistieron a fiestas populares, 46% mencionó haber participado de La Fiesta del Camarón y el Langostino en Ing. White. Otras fiestas regionales mencionadas fueron la Fiesta del Omelette gigante en Pigüé, la Fiesta de la Golondrina en Villa Ventana, la Fiesta del Turismo Termal en Carhué, la Fiesta de los Humedales en Villa del Mar y Strudel Fest, Fullsen Fest, Volga Fest, todas en Coronel Suárez, entre otras. Finalmente, respecto a las prácticas culturales, 25% de los encuestados asistió a talleres de danza y entre 12% y 18% a otro tipo de talleres artísticos.
Bienes o servicios culturales | Frecuencia | % | |
---|---|---|---|
Talleres | Danza | 83 | 25 |
Música | 58 | 17 | |
Teatro | 56 | 17 | |
Artesanías | 54 | 16 | |
Literatura | 47 | 14 | |
Pintura | 44 | 13 | |
Acrobacia | 39 | 12 | |
Eventos y espectáculos en vivo | Bailes, peñas y milongas | 76 | 23 |
Espectáculos musicales | 217 | 65 | |
Espectáculos de danza | 130 | 39 | |
Obras de teatro | 150 | 45 | |
Ópera | 20 | 6 | |
Espectáculos infantiles | 76 | 23 | |
Exposiciones | Ferias y artesanías | 224 | 67 |
Exposiciones | 154 | 46 | |
Bienes patrimoniales | Fiestas populares | 165 | 49 |
Museos y monumentos | 176 | 52 | |
Audiovisuales | Cine | 258 | 77 |
Televisión | 251 | 75 |
Fuente: elaboración propia con base en información primaria.
Complementariamente, se observa que sólo una minoría de los encuestados (2%) declara no haber consumido ningún bien cultural de la canasta considerada en 2019. Entre ellos, 15% y 27% manifestó no haber consumido eventos y espectáculos en vivo, ferias y exposiciones, fiestas populares o museos y audiovisuales; 62% no asistió a talleres artísticos culturales.
A continuación, se resumen los motivos por los que los encuestados no consumieron los bienes culturales de la canasta de interés. En promedio 13% de los obstáculos al consumo identificados se asocian con la demanda, en tanto que sólo 5% a la oferta. En todos los casos, excepto para el consumo de talleres artísticos y culturales, la principal limitación al consumo fue la falta de interés (casi 40% promedio). En el caso particular de los talleres artísticos y culturales, las limitaciones obedecen principalmente a la falta de tiempo y de propuestas, combinándose problemas de oferta y de demanda. Por otro lado, la falta de recursos económicos no parece ser relevante (Tabla 6).
Falta de… |
Problemas de horarios |
||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Compañía | Dinero | Información | Interés | Propuestas | Tiempo | ||
Espectáculos y eventos en vivo |
2 | 9 | 34 | 6 | 9 | 1 | |
Bailes, peñas y milongas | 2 | 8 | 45 | 4 | 9 | 1 | |
Espectáculos de danza | 1 | 11 | 32 | 3 | 8 | 2 | |
Espectáculos infantiles | 1 | 6 | 51 | 3 | 5 | 1 | |
Espectáculos musicales | 2 | 10 | 10 | 5 | 10 | 2 | |
Teatro | 2 | 10 | 18 | 9 | 14 | 1 | |
Ópera | 2 | 12 | 49 | 9 | 6 | 1 | |
Exposiciones | 1 | 11 | 18 | 4 | 9 | 2 | |
Exposiciones | 1 | 14 | 23 | 4 | 9 | 2 | |
Ferias y artesanías | 1 | 8 | 14 | 3 | 9 | 2 | |
Bienes patrimoniales | 1 | 9 | 19 | 4 | 11 | 2 | |
Fiestas populares | 2 | 9 | 21 | 4 | 11 | 2 | |
Museos y monumentos | 1 | 9 | 18 | 4 | 11 | 2 | |
Talleres artísticos y culturales |
2 | 5 | 4 | 5 | 19 | 42 | 4 |
Danza/baile | 4 | 6 | 3 | 2 | 22 | 36 | 8 |
Literatura | 1 | 1 | 8 | 9 | 24 | 37 | 3 |
Pintura | 1 | 6 | 4 | 5 | 18 | 45 | 2 |
Música | 2 | 8 | 5 | 5 | 27 | 29 | 6 |
Circo y acrobacia | 1 | 3 | 3 | 4 | 8 | 62 | 2 |
Teatro | 2 | 8 | 4 | 6 | 15 | 43 | 3 |
Artesanías y manualidades |
1 | 6 | 4 | 6 | 20 | 42 | 4 |
Fuente: elaboración propia con base en información primaria.
2.5. Análisis de la cantidad demandada de bienes culturales consumidos
La cantidad demandada de bienes culturales por parte de las personas que respondieron la encuesta fue de 2278 bienes culturales. La Gráfica 3 presenta la cantidad demandada de cada categoría de bienes culturales, la mayor cantidad corresponde a la categoría eventos y espectáculos en vivo (29%), seguido de bienes audiovisuales (22%), talleres artístico culturales y exposiciones (17% cada uno) y bienes patrimoniales (15 por ciento).
En la Tabla 7 se desglosa la demanda de cada uno de los bienes culturales correspondientes a cada categoría. Se puede observar que, dentro de los talleres, la danza ocupa el primer lugar, seguido de la música, el teatro y las artesanías. Por su parte, la literatura, pintura y acrobacia quedan en último lugar. En el caso de los eventos y espectáculos en vivo, el primer lugar corresponde a espectáculos musicales (33%), le siguen obras de teatro (22%) y danza (20%). Entre las exposiciones predominan las ferias y artesanías sobre las exposiciones de fotografía, escultura y pintura. Las visitas a museos y monumentos son preferidas levemente a las fiestas populares. Por último, respecto a los audiovisuales, la preferencia por el cine es semejante a la de la televisión.
Cantidad consumida | % dentro de cada grupo | ||
---|---|---|---|
Talleres artístico culturales | 381 | ||
Danza | 83 | 22 | |
Literatura | 47 | 12 | |
Pintura | 44 | 12 | |
Música | 58 | 15 | |
Acrobacia | 39 | 10 | |
Teatro | 56 | 15 | |
Artesanías | 54 | 14 | |
Espectáculos y eventos en vivo | 669 | ||
Baile | 76 | 11 | |
Danza | 130 | 19 | |
Musicales | 217 | 32 | |
Teatro | 150 | 22 | |
Ópera | 20 | 3 | |
Infantiles | 76 | 11 | |
Exposiciones | 378 | ||
Exposiciones varias | 154 | 41 | |
Ferias | 224 | 59 | |
Bienes patrimoniales | 341 | ||
Fiestas populares | 165 | 48 | |
Museos y monumentos | 176 | 52 | |
Audiovisuales | 509 | ||
Cine | 258 | 51 | |
TV | 251 | 49 |
Fuente: elaboración propia con base en resultados obtenidos
En cuanto al análisis etario de la cantidad de demanda de bienes culturales, se observa que la mayoría de los bienes culturales fue consumida por adultos jóvenes de entre 25 y 40 años (37%). Le sigue en importancia el consumo de los jóvenes de entre 16 y 25 años (26%). De los adultos de entre 41 y 60 años 29% demandan los bienes culturales y de los adultos mayores de 60 años, apenas 8%. Estos resultados son esperables si se tiene en cuenta la composición etaria de la muestra. Para evitar este sesgo se analizó el consumo promedio o per cápita de cada grupo, este análisis indica que el consumo per cápita de bienes culturales de los grupos etarios analizados es similar, rondando los siete bienes por persona, excepto para el caso de los más jóvenes, que se aproxima a los seis bienes.
La Gráfica 4 muestra el consumo per cápita de cada categoría de bienes culturales de los distintos grupos etarios. Se observa que, en el caso de los grupos menores de 60 años, los preferidos son espectáculos y eventos en vivo. Le siguen en orden de preferencia el consumo de audiovisuales, mayoritariamente por los jóvenes (16-25 años) y por adultos mayores de 60 años. En cuanto al consumo per cápita de talleres, se observan niveles de consumo similares entre los distintos grupos, tal vez con una menor preferencia de los adultos de entre 41 y 60 años. Lo mismo sucede con las exposiciones y bienes patrimoniales, pero estas categorías son menos preferidas por los jóvenes menores a 25 años.
En cuanto a la caracterización espacial del consumo cultural, el Mapa 3 presenta la distribución geográfica del consumo de bienes culturales de los encuestados. El mayor consumo se concentra en el centro de la ciudad, le siguen los barrios Pacífico, Universitario, Napostá, Villa Floresta, Barrio del Parque y Barrio Patagonia, con un consumo de entre 77 y 300 bienes culturales por barrio. Villa Belgrano y Parque Norte, San Cayetano, Bellavista, Palihue, La Falda, Altos del Pinar, Villa Mitre, Pedro Pico y Noroeste presentan menor consumo, el resto de los barrios periféricos presentan un consumo más bajo, de hasta 27 bienes culturales por barrio.
El Mapa 4 localiza espacialmente la cantidad de las distintas categorías de bienes culturales consumidas por las personas encuestadas en Bahía Blanca. Para las cinco categorías estudiadas, se observa que el consumo es mayor en el centro de la ciudad. En el caso de los talleres, fiestas populares, museos y monumentos destaca el consumo de los barrios Universitario y Napostá. El barrio Patagonia se suma en el caso de la asistencia a exposiciones y ferias. Finalmente, respecto a la asistencia a eventos y espectáculos en vivo y al consumo de bienes audiovisuales, además de los barrios mencionados, se encuentran Villa Floresta y del Parque, La Falda y Pacífico, entre los principales demandantes.
3. Discusión
La actividad cultural es un componente del desarrollo humano y un derecho inalienable de las personas cuya importancia excede los efectos sobre el desarrollo económico; se constituye como un vector de indiscutido potencial económico y de cohesión social. Se torna entonces relevante pensar, en conjunto con los diferentes actores culturales locales, la manera de impulsar dicha actividad con el objetivo de lograr que todos los habitantes gocen de la posibilidad de tener acceso a los bienes culturales.
En este trabajo de campo se pone de manifiesto que 98% de las personas encuestadas tiene motivación y han realizado alguna actividad cultural. Además, se observa que los bienes culturales más populares, es decir aquellos a los que acceden la mayoría de los bahienses encuestados, son los eventos y espectáculos en vivo, seguidos muy de cerca de las exposiciones, audiovisuales y bienes patrimoniales, como fiestas populares y visitas a museos y monumentos.
Los talleres artísticos culturales fueron los que tuvieron menor alcance social, al respecto vale destacar que, si bien en general los encuestados destacan motivos asociados a la demanda como limitantes para el consumo de los bienes culturales estudiados, en el caso de los talleres artísticos y culturales se mencionaron obstáculos relativos a la oferta, tal como la falta de propuestas, aspecto que resulta importante.
Los resultados ponen de manifiesto que, si bien la mayor cantidad demandada de bienes culturales se asocia al consumo de espectáculos y eventos en vivo, en primer lugar, y de audiovisuales, en segundo lugar, el consumo de talleres artísticos y culturales, exposiciones y bienes patrimoniales es similar. La principal demanda de bienes culturales proviene de los adultos jóvenes de la muestra: entre 26 y 40 años, seguida de los adultos de entre 41 y 60 años. Sin embargo, todos los encuestados mayores de 25 años muestran un consumo per cápita similar, rondan los siete bienes culturales en el año de referencia.
Conclusiones
Se observa una desigual distribución geográfica de los residentes que consumen bienes culturales. En particular, la demanda se concentra fuertemente en quienes residen en el centro de la ciudad y, en segundo lugar, en unos pocos barrios, entre los que se pueden mencionar Pacífico, Universitario, Napostá, Villa Floresta y Barrio del Parque y Barrio Patagonia. Con un consumo menor aparecen los barrios Villa Belgrano y Parque Norte, San Cayetano, Bellavista, Palihue, La Falda, Altos del Pinar, Villa Mitre, Pedro Pico y Noroeste.
Con base en estos resultados, se considera recomendable la coordinación de esfuerzos entre los organismos públicos y las instituciones barriales para planear estrategias de acceso más generalizado de los bienes culturales. De esta forma, posiblemente las sociedades barriales de fomento puedan servir de nexo entre la política pública y la población, asegurando de este modo la posibilidad de que las personas que viven en barrios y manifiestan un menor consumo cultural puedan enriquecerse con este tipo de bienes y servicios.
Es relevante destacar que este vínculo debe ser bidireccional. Es decir, no sólo debe funcionar como medio de difusión, sino también como canalizador de los intereses de la población a los encargados de la oferta cultural. Por otro lado, dado el menor consumo per cápita de los jóvenes menores de 25 años, se recomienda intensificar los esfuerzos de política cultural para fomentar el acceso a la cultura para este sector.
Para concluir el estudio, se deben señalar algunas limitaciones de la encuesta, que lejos de quitarle valor a los resultados, abren lugar a continuar con la investigación, en especial porque los estudios locales sistemáticos de la cultura desde una perspectiva económica aún son incipientes. Por un lado, al tratarse de una encuesta virtual, los sectores de la población con menor acceso a la tecnología resultan subrepresentados. Por ello, se considera necesario avanzar en este estudio para conocer la realidad de las familias de menor nivel socioeconómico de la ciudad y así poder realizar propuestas diseñadas a su medida, pues la cuestión espacial puede constituir un hecho significativo para las familias de escaso poder adquisitivo (Wortman et al., 2015).
Por otro lado, la demanda de bienes culturales considerada en este primer estudio no es exhaustiva, pues deja de lado el consumo de algunos bienes culturales como libros, radio y videojuegos, entre otros. En este sentido, es posible que el IACC subestime el consumo cultural local. Una vez más, quedará para futuras encuestas incorporar esta problemática. El análisis de la cantidad de demanda de bienes culturales debe considerar tanto la demanda como la oferta de bienes culturales de la ciudad. En esta investigación sólo se abordan características cualitativas asociadas a los problemas de oferta, queda relegado el análisis cuantitativo de la misma, dada la falta de datos empíricos sistemáticos.