Interludio 1
El pasado 9 de enero del 2018 la Corte interamericana de Derechos Humanos deliberó por unanimidad que Costa Rica debe reconocer y garantizar todos los derechos que deriven de un vínculo familiar entre personas del mismo sexo. En ese momento el país se dividió en dos grupos, un grupo apoyaba la sentencia de la corte y el otro grupo que expresaba públicamente en diversos medios de comunicación que las personas homosexuales deberían estar muertas. Cuando observé la noticia por primera vez solo pensaba en todas esas bromas de mis amigos homosexuales en donde se referían a mí como “la puta” o “la zorra” dentro del grupo de amistades o círculo social. Se refieren a mí de esta manera porque conocen sobre mis conductas sexuales disidentes. En ese momento entendí que sus comentarios iban a dejar de ser una broma para pasar a convertirme en una puta institucionalizada. Tengo casi 33 años y nunca he tenido una relación monógama, mi último conato de relación afectiva duro 3 meses y fue un 80% imaginaria.
Me preocupa que para alcanzar el estatus de ciudadano ahora deba agregar la opción del matrimonio como único medio correcto para lograrlo, también me asusta la idea de que nunca nadie me enseñó cómo construir una relación afectiva, porque los homosexuales no estamos eximidos del patriarcado como piensan algunas personas. Esta primera parte del texto está dedicado a todos esos homosexuales que el pasado 1 de abril del 2018 para las elecciones presidenciales de Costa Rica en segunda ronda, tuvimos que ir a votar llenos de frustración y miedo por nuestras vidas, por un partido político que representara la opción que menos odio y contradicciones hacia la población homosexual legitimara en su discurso.
Obertura uno
Muchos me han dicho que no es normal que me guste mi padre. Que me haya masturbado por primera vez espiándolo en el baño. Sí. Hasta hace poco lo espiaba. Era fácil hacerlo, sólo hacia agujeros en paredes y puertas. Los hacía con cuidado para que no se dieran cuenta. Y recuerdo que eyaculé sobre la puerta del baño. (Silva, 2016, p.32)
Recitativo Uno
Cuando tenía 9 años vivía con mis padres en un pequeño pueblo llamado Lagunillas, que se encuentra cerca de la carretera a Jaco. Recuerdo con frecuencia que a esa edad, mi padre acostumbraba a recorrer la casa en ropa interior corta y ajustada. ¡Cómo me encantaba ver sus piernas! Recuerdo una noche en la que no podía dormir y en la que mi padre tuvo que quedarse en la casa cuidándome. Por la falta de sueño y el exceso de morbo, lo primero que hice fue espiarlo por una rendija en la puerta de su cuarto. Él estaba acostado como de costumbre, viendo algunas de las películas de Jorge Porcel donde salían esas mujeres con pechos gigantes que no me llamaban la atención.
Tuve la oportunidad de introducirme en su cama dentro del cuarto, con el pretexto de que no podía dormir. Para mi sorpresa, mi padre continúo viendo el programa de televisión. Debajo de las sábanas aproveché, con el pretexto de un abrazo, y acerque mis nalgas al pene de mi papá y comencé a rosarme en él lentamente. Mi padre se percató de lo que sucedía, pero sin ser consciente de mi intención, y lo que hizo fue separarme de él. Esa fue la primera vez en mi vida que recuerdo que un hombre que deseaba me rechazaba y me hacía sentir humillada. Veinticuatro años después colecciono calzoncillos de otros hombres con los que mantengo encuentros casuales en el espacio público y que me recuerdan a mi padre. (Relato propio del autor)
Arias Uno
Cada cultura define aquellos aspectos que deben ser controlados, sancionados y regulados de las prácticas sexuales por medio de diversos procesos formales e informales naturalizados en nuestras sociedades occidentales (Langarita, 2014, p.107). Que estos procesos existan, no significa que eliminan las prácticas sexuales disidentes sino todo lo contrario, admiten la existencia de las mismas. Este artículo pretende ser un pequeño acercamiento a la gestión social del deseo y un pequeño aporte de las prácticas sexuales disidentes como mecanismos de producción de espacio que han sido invisibilizadas. Mi intención es, que además contribuya a la desconstrucción de la hegemonía de las prácticas sexuales heteronormativas como única vía correcta para la configuración de identidades sexuales legitimadas. Considero que subvertir esa mirada reguladora, normada y hegemónica con la que se ha degenerado y denigrado las prácticas sexuales disidentes y al sujeto que las produce permite un acercamiento al posicionamiento desde otros lugares y nuevas formas de enunciación. Para esta propuesta se van a desarrollar diversos conceptos que han sido teorizados por diferentes autores de la región. En primer término, me interesa definir la noción de sexualidad.
La sexualidad es responsable del género, la orientación sexual y del deseo. En todas estas nociones hay estructuras y conceptos diferentes construidos por cada cultura que cambian según el espacio y el tiempo (Schifter, 2016, p.66). En la sexualidad se inscriben las ideologías hegemónicas de cada sociedad en forma de instituciones, leyes, costumbres, normativas morales y religiosas, opiniones y creencias. Podemos afirmar que el cuerpo y sus emociones están, de este modo, regulados social y políticamente (Herrera, 2010, p.129). La sociedad occidental se ha encargado de suprimir cualquier tipo de pensamiento que no fuera conveniente o que destruya los dogmas sexuales existentes. Contextualmente, la sexualidad está ubicada o enmarcada en un esfuerzo de ordenar, regular y controlar las prácticas sexuales y los cuerpos que las gestionan. La heterosexualidad, dentro de este modelo, no es una práctica sexual sino más bien un régimen político de un sistema de producción capitalista (Herrera, 2010, p.54) que ha sido naturalizado como la única vía correcta de vivir la vida de los sujetos inmersos en este sistema.
Uno de los mayores logros ideológicos vinculados a la sexualidad es el concepto del amor romántico heterosexual. Por mucho tiempo fue devaluado a categoría de emoción irracional, pero en los últimos años se ha convertido en una categoría académica de mayor peso. El amor romántico heterosexual es una construcción sociocultural que sostiene la base de la sociedad capitalista, democrática y patriarcal, un instrumento de control social (Herrera, 2010, p.78) basado en expectativas desproporcionadas y alimentado de estereotipos y divisiones de roles de género entre sus participantes. El amor romántico heterosexual posee una dimensión económica y política (Herrera, 2010, p.121) y su principal función es mantener el orden social y perpetuar el patriarcado (Herrera, 2010, p.112). Este patrón privilegia el modelo de familia tradicional, monógama y heterosexual.
La idealización y reproducción del amor romántico heterosexual invisibiliza otras y diversas formas de afectividad no hegemónicas ni heterosexuales, las cuales reflejan la plasticidad que existe en el género. Como dice Pinina: “Para amar no hace falta darse besos o follar, si no cuidar y hacer del otro el depositario de nuestras ganas de concebir la vida” (Calderón y Flandes, 2016, p.54). En este punto, la homosexualidad se convierte en una amenaza y ocupa un espacio de intersección entre todos los conocimientos sexuales y geopolíticos construidos desde una mirada ajena y hegemónica. Representa la alteración de los modos normativos de codificar el género y la sexualidad, las prácticas del cuerpo y los rituales de producción de placer (Preciado, 2011).
El repudio y la regulación de las prácticas homosexuales se ha ejercido a través de las instituciones que han contado históricamente con el poder de deslegitimarlas como la psiquiatría, la iglesia y el Estado (Arboleda, 2011, p.112). Recién en el siglo XIX, la psiquiatría moderna empezó a distinguir entre los actos sexuales y las conductas sexuales. Muchas de estas prácticas consideradas sodomía se le atribuyeron a la “orientación sexual homosexual”, concepto por lo demás, muy reciente en Occidente (Schifter, 2016, p.56). Pero este hecho ha contribuido a la construcción de un imaginario estereotipado de una identidad del hombre gay como promiscuo. Debido a ello, en los últimos años ha existido un esfuerzo por construir un modelo de identidad homosexual homogénea, a partir de aspectos que la propia “cultura gay” ha ido aceptando y naturalizando. Este esfuerzo ha sido impulsado por la clase privilegiada gay, que se ha reapropiado de un movimiento político y sexual que, en sus inicios, fue contestatario, crítico e interpelador del sistema (Silva, 2016, p.147).
La despolitización del movimiento político y sexual gay, parte de su propia clase dominante, y la construcción de una identidad homosexual homogénea son hechos que repercuten y se manifiestan en la manera que se dictan y promueven los valores positivos para la comunidad gay. Este último aspecto es muy visible en la propuesta de la agenda política LGBTI, dónde solo privilegia al gay o la lesbiana que promueven dichos valores supuestamente positivos, excluyendo las demás letras de la sigla. En este proceso de construcción de una identidad homosexual legitimada se reproducen patrones de prohibición, regulación y control de los cuerpos y nuevas formas de ejercer poder repitiendo el modelo heteronormativo.
Este ejercicio de poder se manifiesta en las prácticas sexuales entre hombres, donde el modelo a seguir es el del amor romántico y monógamo como única vía segura y permitida de la sexualidad homosexual, basada en el modelo de romanticismo heterosexual y patriarcal, solo que entre dos sexos iguales. En este modelo toda conducta sexual disidente es juzgada y sancionada por la propia comunidad homosexual. Para efectos de este ensayo, se definen las prácticas sexuales disidentes como las conductas sexuales que se separan o distancian de las conductas sexuales dominantes. Las prácticas sexuales disidentes son: las que se producen por cuerpos que reclaman afecto y deseo, son aquellas que se practican en solitario o en grupo, sin distinción de edad, no son exclusivas de ninguna clase social, excepto para aquella clase que las categoriza como perversas, son aquellas que se llevan a cabo con objetos o con animales, sin repudio y sin regulaciones.
Dado que lo político lo permea todo, lo determina todo, lo limita todo (Arboleda, 2011, p.113), es importante politizar las prácticas sexuales disidentes como un acto subversivo y comprenderlas como prácticas de carácter heterogéneo y cambiantes (Silva, 2016, p.77). Las políticas sexuales y del deseo deben mantenerse en constante movimiento con el fin de lograr mayores transformaciones. Las prácticas sexuales disidentes están continuamente amenazando a la ideología hegemónica que, al mismo tiempo, va tratar de integrar esas disidencias por medio del capitalismo para despolitizarlas, y de esta manera, convertirlas en una etiqueta más y ponerlas de moda.
Por lo tanto, las prácticas sexuales disidentes también incluyen todas aquellas conductas que desafían los mandatos sexuales hegemónicos y alteran el orden en las dinámicas sociales legitimadas. Todo enmarcado en la desconstrucción del paradigma de la heteronormatividad y la naturalización de las prácticas sexuales hegemónicas. Por lo general estas prácticas sexuales disidentes son invisibilizadas, y los cuerpos que gestionan estas prácticas se consideran ilegitimados. Aun así, estas prácticas disidentes se constituyen como normas de funcionamiento propias, como rituales, códigos corporales, jerarquías, signos y símbolos, permeados de significados para las personas que tienen acceso a ellas y que además las vuelven muy complejas.
Estas diversas formas de resignificación del espacio donde se reproducen estas prácticas son el tema de interés de este ensayo. Quisiera por lo tanto tratar de entender cómo la ejecución de estas se convierte en un mecanismo de producción de espacio y permite la visibilidad, y con ello, la existencia de diversas identidades sexuales indómitas que han sido silenciadas. Es acá donde la visibilidad de nuevos discursos y configuración de nuevas subjetividades indómitas se revela como una urgencia, por lo tanto, permite proponer nuevas formas, además de la interpretación de estas prácticas sexuales disidentes que eviten la sanción de manera violenta.
En términos de apropiación de la injuria propongo resignificar una nueva identidad homosexual urbano indomable (Vidarte, 2007), representada por un sujeto políticamente injurioso, que no construye relaciones extrañas con la derecha en beneficio de los de su propia clase social y sus privilegios. Un sujeto donde sus formas de sexualidad no están sometidas a la economía capitalista, al que no le dé pena tenerla pequeña, que se sienta orgulloso de ser feo, al que no le interese ser un “buen polvo”, una identidad homosexual en donde ser femenino y afectivo son una fortaleza de ser disidente. Un sujeto que esté orgulloso de su indignidad, de sus miedos e inseguridades, un sujeto blando, sediento de ternura, que prefiere ser identificado como un sujeto improductivo y anormal que encaja con el estereotipo de loca y que no le molesta ser nombrado como el playo en la ciudad.
Esta nueva identidad representada por el sujeto homosexual urbano indomable, el cual a partir de ahora denominaremos como el playito2, se constituye de todos aquellos cuerpos que se resisten a la heterosexualidad como régimen político, cuerpos que gusten de no calzar con ninguna categoría rígida y que se encuentren cansados de reproducir aquellas fórmulas normativas que los heterosexuales han utilizado y con las que han fracasado, pero de los cuales no hemos percibido sus errores. El playito ni siquiera calza en la categoría de ciudadano al ser considerado degenerado, (es decir, el estereotipo de degenerado como una persona anormal por naturaleza, causante de inmoralidad). Por lo que este texto está dirigido en pensar que sus prácticas sexuales disidentes están vinculadas a diversos mecanismos de producción de espacio.
Como se ha abordado con anterioridad en otros trabajos, el espacio público se configura bajo una lógica heteronormativa la cual he nombrado como norma Buga3 (Rojas, 2016, p.332). Cualquier presencia de otras lógicas disidentes de esta norma se ven corregidas por un despliegue de dispositivos geopolíticos de control social.
A playito no le importa el sistema heteronormativo (buga) imperante en la ciudad, para el playito, la cuidad es lo erótico y lo erótico es homosexual, inclusivo y diverso. Esto es sin tradiciones. Son cuerpos que toman la ciudad y proclaman equivalencia territorial para todos los playitos que se lanzan al espacio público en búsqueda de placer. Se plantea un discurso de homo-erotización urbana para referirnos a toda esa red de percepciones y afectos vinculados al espacio que constituyen la significación del playito. Esa red de amenidades y cualidades espaciales que propician la producción de espacios homo-eróticos. Los espacios homo-eróticos responden a modos en que las sociedades gestionan la visibilidad de las prácticas sexuales disidentes y las estrategias que los playitos desarrollan para hacer frente a estas imposiciones. Mi interés primordial es entender cómo parte de esas estrategias gestionan diversas formas de la construcción del espacio4 con carácter homo-erótico.
Para efectos de este artículo se va definir como producción de espacio homo-erótico al conjunto de normas de comportamiento y de usos de espacio (público o privado) que pretenden conducir a la satisfacción de los deseos sexuales de los playitos que participan en la dinámica. Siguiendo la propuesta de Paul B. Preciado, una de las principales características de la pornotopia es la capacidad de establecer relaciones entre el espacio, la sexualidad, el placer, el deseo y las tecnologías como un derivado de sus operaciones espaciales (2010, p.120). Para efectos de este texto, abundaremos en dos de ellas, la pornotopia localizada y la pornotopia de resistencia.
La producción de espacios homo-eróticos generan enclaves y estos se localizan dentro de las pornotopias. Los enclaves son estratégicos de enunciación política y de resistencia. Como lo veremos en el próximo segmento Arias dos, a diferencia de los enclaves existentes en los espacios hetero-normados (bugas) que tienen como fin la reproducción y el sexo por amor romántico. Los enclaves ubicados en estas pornotopias y generados de la producción de espacios homoeróticos no tienen este fin.
Interludio 2
“La disidencia sexual no tiene madre. Alguna vez la quisimos, pero nos abortamos mutuamente” (Silva, 2016, p.114). El proyecto inscrito en el Centro de Investigación en Cultura Y Desarrollo (CICDE) de la vicerrectoría de investigación de la Universidad Estatal a Distancia (UNED): “Cuerpos y territorios indómitos cartografía disidente Josefina”, tiene como objetivo principal visibilizar dinámicas sociales en la ciudad, consideradas como informales por una mayoría hegemónica y que son producidas por sujetos indómitos, los cuales son todos aquellos cuerpos o territorios que están permeados de estereotipos y prejuicios.
Uno de los productos entregables de la investigación es un juego de tres mapas, utilizando el método de cartografía participativa, y la técnica de cartografía sentimental. Esta última permite mapear los afectos de las personas en el espacio. Cada uno de estos mapas trabaja un eje de acción relacionado al derecho de la ciudad, estos ejes de acción son acceso, visibilidad y movilidad. La sumatoria de estos tres mapas da como resultado un último mapa de configuración de espacio, el cual permite entender a una escala territorial cómo estos cuerpos producen el espacio desde su lógica de corporeidad. Algunas de las personas con las que se ha colaborado para realizar estos mapas son homosexuales y lesbianas cuya cartografía se llama “Tortigrafía playo-tica”, personas VIH positivas cuya cartografía se denomina “Cartografía VIH-Sida” y en este momento se trabaja en la construcción de una cartografía de personas transgénero.
Uno de los temas emergentes del proceso de investigación es la apropiación del espacio público para mantener prácticas sexuales disidentes en lo que se ha denominado a estos enclaves como espacios públicos de encuentros homo-erótico. La principal intención de este segundo segmento es proponer una aproximación a dos tipologías de esos enclaves descubiertos en el proceso de la investigación.
Para el siguiente segmento del texto se utilizó la auto-etnografía intensa (Langarita, 2014, p.40) por lo que todos los relatos y evidencia acá expuestos son el resultado de diversas conversaciones informales y encuentros sexuales efímeros que mantuve con otros hombres en el espacio público o en el video Rexxx. En este último espacio, realicé diversas visitas en un periodo de año y medio aproximadamente desde enero del 2016 a julio del 2017 con una frecuencia de 2 visitas mensuales en promedio.
La auto-etnografía intensa me permitió ser protagonista de los hechos que acá se mencionan, además de ser el centro de gravedad de mi propia narrativa o el objeto que se investiga. Por lo tanto, se va a recurrir a construir narrativas que se configuren desde un pensamiento destructivo hegemónico, sin desprecio y sin humillación, tratando de articular los aspectos positivos y afectivos de la experiencia auto-etnográfica intensa. Esto con el fin de resignificar por medio del uso de la palabra, sobre una práctica doblemente estigmatizada (Langarita 2014, p.45). Mi deseo es crear nuestro propio método y procedimiento el cual he denominado como epistemología playísima.
Para explorar y problematizar mi lugar de enunciación, es ese “yo” el que me ofrece más posibilidades para comprenderme e implicarme en este ensayo. Por otro lado, para efectos de esta propuesta el tema sobre el VIH-SIDA se considera como el resultado de circunstancias sociales vinculadas a diversos ejercicios de poder de carácter restrictivo, sancionador y no a las acciones individuales (Langarita, 2014, p.223). Por lo que no se va a recurrir al hecho de que estos espacios son los escenarios idóneos para la transmisión o propagación de enfermedades de transmisión sexual, y con esto evitar reproducir la estigmatización. Establecer estrategias afectivas de intervención en salud para las personas que utilizan estos espacios es un ejercicio de responsabilidad personal y científico que debe ser desarrollado en otra etapa de la investigación de manera interdisciplinaria, pero para objetivos de esta propuesta no se aborda el tema.
Obertura dos
¿Tiene miedo que se le homosexualice la vida?/ Y no hablo de meterlo y sacarlo/ Y sacarlo y meterlo solamente / Hablo de ternura compañero / Usted no sabe/ Cómo cuesta encontrar el amor/ En estas condiciones. (Lemebel 2000, p.95)
Recitativo dos
Las piernas de los hombres siempre me han producido placer, por ejemplo, las piernas de mi vecino lo hacían constantemente, me recordaban a las de mi padre. Recuerdo que ese día llegué a mi casa tarde después de clases del posgrado y doña Beatriz, la señora de la portería, estaba sentada en las gradas de acceso al edificio de apartamentos donde vivo, y me dio la mala noticia de que mi vecino había muerto ahogado en la playa. Lo primero que se me vino a la mente es que quería sus calzoncillos. Dentro de mi apartamento tenía visibilidad al patio del apartamento del vecino, cuando asomé la mirada había tres calzoncillos cortos y blancos tendidos en el patio. Sin pensarlo, me brinqué el muro que dividía las propiedades e ingresé a la casa de mi vecino difunto. Estando en su propiedad verifiqué que estuvieran las ventanas cerradas. Para mi suerte no lo estaban, por lo que me animé a entrar en su casa y robarme todos los calzoncillos cortos que encontré, pero primero los esparcí por la cama y me acosté desnudo sobre ellos y me masturbé. Es la experiencia más placentera que he tenido en mi vida. Hoy en día sigo usando los calzoncillos de mi vecino como trofeo (Relato propio del autor).
Arias dos
Los videos, los saunas y las zonas de cruising son algunos ejemplos de los enclaves que permiten la producción de espacios homo-eróticos, los cuales tienen como característica general ser incompatibles y representan la destrucción de las formas tradicionales y normadas de establecer relaciones espaciales hegemónicas (Langarita, 2014). Para efectos de esta propuesta se abordarán los enclaves desde la teoría del emboided y las micro-situaciones que ello generan (Rojas, 2016, p.340). A partir de este enunciado, se proponen dos categorías de ámbitos generales para los enclaves. El primero, los enclaves de ámbito públicos, y los segundos, los enclaves de ámbito privados. Para ambas categorías se reproducen una lógica de corporeidad y una lógica espacial, La sumatoria de ambas lógicas determina el carácter dominante de un enclave.
La lógica de corporeidad está vinculada a la capacidad de cada persona para desarrollar afectos y emociones en el espacio o el territorio que este habita, por lo tanto, al proceso de significación o resignificación de los mismos (Lindon, 2009, p.6). Por otro lado, la lógica espacial se relaciona al uso y valor que el sujeto le otorga al espacio o territorio que utiliza, si el uso y el valor se considera negativo por parte del sujeto reproduce una lógica que se denomina topofobia. De manera contraria, si el uso y el valor se considera positivo para el sujeto reproduce topofilia. Ambos conceptos tienen que ver con la capacidad del sujeto en desarrollar vínculos con el espacio o el territorio y se puede manifestar en diversas intensidades.
Una de las características principales del análisis de las micro-situaciones que se deben de tener en consideración, es que posee tres variables importantes, la primera, la temporalidad, la segunda, el uso del espacio y la tercera, la significación o el vínculo afectivo que el sujeto desarrolla con el espacio. Las tres variables mencionadas anteriormente se encuentran en constante cambio por su carácter inestable y recíproco, pero permiten un mejor entendimiento de las diversas formas de producir espacio que tienen los sujetos. Con el fin de explicar mejor la propuesta, se han desarrollado dos categorías generales de enclaves bajo estas premisas, las cuales no son absolutas por el argumento explicado con anterioridad:
1.) Enclaves privados:
Se generan dentro de la pornotopia localizada, y por lo tanto, son fijos. Se trata de plataformas de gestión de prácticas sexuales disidentes, donde su arquitectura tiene como bien común el consumo de pornografía y homo-erotismo. Son espacios de refugio para los hombres que mantienen prácticas sexuales indómitas con otros hombres. Pequeños lugares de fuga dentro de la ciudad que favorecen estos encuentros y garantizan el gozo sexual de sus visitantes. El papel de la pornografía en estos enclaves juega un papel significativo. Existen diversas formas de relación entre la imagen, el placer, el deseo, la injuria, el espacio y las formas de producción y performatividad de la subjetividad. Como se analizará más adelante los dispositivos móviles y fijos propician prácticas sexuales indómitas de diversas formas posibles en estos lugares. Además, son espacios ajenos del acoso policial como el que sufren los enclaves públicos. Ejemplos de estos enclaves son: los videos, los saunas, los cines, los lupanares.
Lógica corporal:
Performativa y fugaz. Existe en estos espacios diversas manifestaciones de identidades disidentes. Los códigos performativos son varios y complejos, pero efímeros.
Lógica espacial:
Topofilia de baja intensidad. Existe identificación con el espacio o esa porción del territorio. La identificación es un proceso en el que se crea una subjetividad, según unos modos específicos del contexto social y político en el que emerge el sujeto en relación con sus prácticas sexuales, como en el caso de este enclave, que propician la construcción del espacio bajo una lógica disidente e identitaria (Calderón y Flandes, 2016, p.25).
Carácter de la producción espacial:
Constantes y fijos. Son enclaves que generan identidad colectiva pero no generan sentido de pertenencia.
2.) Enclaves públicos:
Se generan dentro de las pornotopias de resistencia que tienen como particularidad escenificarse en el espacio público, donde convergen diversas lógicas y subjetividades (Preciado, 2010, p.121). Son espacios que se organizan a partir de la comunicación no verbal, cuentan con una alta presencia de hombres solitarios, su configuración espacial es heterogénea, la cual permite la visibilidad y la exposición de los cuerpos, pero que al mismo tiempo cuenta con elementos infraestructurales5 que le permitan llevar acabo la práctica sexual disidente y cuente con líneas de iluminación que permitan la visibilidad y la seguridad (Rojas, 2016, p.336).
La representación en los medios de comunicación de estos enclaves, hasta el momento, ha estado permeado de estereotipos y prejuicios, muchas veces con la intención de causar la burla y provocación de la persona que está consumiendo esa información. Como el caso de los reportajes del parque metropolitano La Sabana, hechos por noticieros nacionales en Costa Rica. La naturalización de este discurso, muchas veces moralista, sirve para perpetuar el discurso discriminatorio y los instrumentos de opresión y estigmatización social utilizados para invisibilizar estas prácticas. Ejemplos de estos enclaves son: los espacios públicos de encuentro homo-erótico y los programas de geolocalización en teléfonos móviles.
Lógica corporal:
Performativa e instrumental, son espacios de hipermasculinidad, donde el ritual del abordaje se masculiniza (Langarita 2014, p.152), pero al mismo tiempo, el cuerpo es el medio para desplazamiento.
Lógica espacial:
Topofilia de alta intensidad. El vínculo afectivo con el espacio o la porción del territorio es mayor que en los enclaves privados.
Carácter de la producción espacial:
Efímeros y móvil. Son enclaves los que no generan identidad colectiva, pero sí sentido de pertenencia.
Enclave privado: Video Rexxx
(Ver Porno-grafía Video Rexxx)
Se genera dentro de las pornotopia localizada, por lo tanto, es un enclave fijo, el video Rexxx se encuentra 50 metros este de la esquina sur/este del Parque Nacional en el Barrio La California, San José, Costa Rica. La zona urbana donde se encuentra ha experimentado un cambio importante en el uso del suelo desde décadas atrás. La zona tuvo una transición de uso residencial a zona de uso mixto, lo que quiere decir que se permiten actividades comerciales e institucionales en la misma zona. Alrededor del video Rexxx se encuentran diversas instituciones públicas y de comercio de carácter recreativo y lúdico. El local comercial fue una casa de habitación que ha sido adaptado a las necesidades propias del video Rexxx, por lo que cuenta con modificaciones importantes, lo cual es un buen ejemplo del desplazamiento del programa arquitectónico. (Ver planta de distribución arquitectónica en porno grafía video Rexxx)
A pesar de que es un enclave privado, la configuración del espacio arquitectónico es político y ayuda a organizar las prácticas sexuales disidentes como públicas o privadas por lo tanto sociales o íntimas (Preciado, 2011, p.23) de manera que el espacio arquitectónico se vuelve disciplinario. Los espacios dentro del video son máquinas performativas de los diversos roles sexuales que se puedan generar para producir deseo o placer. Dentro de este espacio existen dispositivos disciplinarios que regulan las conductas sexuales disidentes, estos dispositivos tienen una relación directa con la configuración del espacio. Para efectos de esta propuesta he categorizado los dispositivos de control y regulación del placer en dos tipos:
1.) Dispositivos fijos:
Son aquellos elementos arquitectónicos fijos en el enclave, son cualidades del espacio arquitectónico, por lo que se pueden modificar, la calidad de estos dispositivos varía según su intensidad de uso, por lo que muchos de ellos se pueden degenerar con el tiempo y producir un efecto estético negativo en las personas que lo utilizan si no se les da el mantenimiento debido. (Ver planta de distribución arquitectónica video Rexxx en porno grafía video Rexxx)
Los glory holes:
Son dispositivos de regulación del placer, consisten en aperturas en la pared donde un sujeto puede introducir su pene o ano y otro sujeto, que en ocasiones puede ser anónimo, desde el otro lado de la pared le practica sexo oral o sexo anal.
Tekvoyeristas:
En esta categoría se encuentran todas las cualidades espaciales que permiten mirar al sujeto y de esta manera ver la acción y participar de manera pasiva de la práctica sexual disidente. Entre los elementos Tekvoyeristas encontramos los vidrios, rendijas y agujeros en las paredes.
Áreas de transición:
Son espacios públicos dentro del espacio privado, en estas instancias se propicia la comunicación verbal o la socialización entre los sujetos disidentes que así lo deseen. Son espacios utilizados para el descanso del cuerpo, por lo general, del cansancio producido entre un abordaje y otro de alguna práctica sexual disidente.
Las salas de proyección
Son los espacios en general donde se reproducen las prácticas sexuales disidentes, la existencia de este espacio no anula la posibilidad de llevar acabo abordajes sexuales en cualquier otro espacio del enclave, aunque esto último no sucede con frecuencia. Existen códigos para el uso correcto de estas salas de proyección, si la puerta se encuentra abierta le dota de un carácter público al espacio, si la puerta está cerrada le dota de un carácter privado donde solo participan de la práctica sexual disidente y de manera activa los que se encuentran dentro del espacio.
Núcleo húmedo de aseo:
Es un dispositivo de limpieza y se utiliza con alta frecuencia, por lo general cuando se da un abordaje exitoso de una práctica sexual disidente. El sujeto procede a manera de ritual al baño donde se higieniza con el fin de continuar con diversas prácticas o desalojar el lugar.
El pasillo:
Juega un rol importante dentro de la configuración del espacio ya que la mayoría de los cuartos se encuentran distribuidos a lo largo del pasillo, por lo que este se convierte en una pasarela para visibilizar los cuerpos de los demás sujetos. La comunicación dentro de este dispositivo es no verbal por lo que los códigos corporales performativos se intensifican y existe la inversión de roles, así como la producción de otros roles no hegemónicos (Butler, 1999). En muchas ocasiones el sujeto puede participar de manera pasiva de lo que sucede en los cuartos desde el pasillo, ya que este es al mismo tiempo el borde y límite entre ambos.
El video Rexxx cuenta con diecisiete salas de proyección en total. Todas las salas de proyección poseen dispositivos móviles tipo televisor, donde se transfiere información al sujeto espectador de las conductas sexuales que debería acceder por medio de diversos tipos de películas de género pornográfico. Por lo que la relación constante entre la imagen y las acciones que se dan en las salas de proyección producen un disciplinamiento de las formas y conductas sexuales.
2.) Dispositivos móviles:
Son aquellos elementos arquitectónicos que no están fijos en el enclave, son amenidades del espacio arquitectónico, por lo que se pueden remplazar por otros de mejor calidad, la calidad de estos dispositivos varía según su intensidad de uso, por lo que muchos de ellos se pueden degenerar con el tiempo y producir un efecto estético negativo en las personas que lo utilizan si no se les actualiza constantemente. Ejemplos de estos dispositivos son las sillas, el sofá, los televisores, los dispensadores de condones, los dispensadores de alcohol en gel, los ventiladores, etc.
Lógica corporal:
Múltiple y performativa. Ejemplo: un hombre joven delgado desnudo bailando en el pasillo, al mismo tiempo que un hombre mayor obeso con ropa interior de mujer que se está masturbando en uno de los cuartos con la puerta abierta.
Lógica espacial:
Topofilia de baja intensidad, la frecuencia con la que se utiliza el espacio es alta en diversas temporalidades, pero el tiempo de duración en el espacio es corto, lo que propicia encuentros disidentes efímeros.
Carácter de la producción espacial:
El video Rexxx es un enclave privado que genera identidad colectiva, pero el sentido de pertenencia al lugar es bajo, a pesar de que es reconocido y utilizado por otros sujetos categorizados como hombres que tienen sexo con hombres.
Cartografía del Deseo: desde la subjetividad
(Ver Canca-grafía del deseo)
El objetivo principal de esta cartografía es crear un archivo que haga visible una de las diversas prácticas disidentes de producción de placer en el espacio público. Se utiliza la técnica de la cartografía porque se considera una herramienta más amena, que permite acercar al lector a una de las diversas formas de construir el espacio desde una corporeidad masculina disidente. Esta cartografía se genera dentro de una pornotopía de resistencia. Como lo mencioné anteriormente, esta se escenifica en el espacio público, por lo tanto, es un escenario móvil y cambiante,
La mayoría de los desplazamientos realizados para esta cartografía no superan el kilómetro a la redonda de distancia, siendo el punto central la casa de habitación del autor de este texto. Algo particular de esta cartografía es que los desplazamientos realizados se establecieron por lo que he denominado como coordenadas afectivas, que corresponden a los impulsos sentimentales, en este caso son cuatro y corresponden a la injuria, la lujuria, la lascivia y el deseo. En la cartografía se puede observar una serie de fotografías enumeradas pero que están ordenadas por coordenadas sentimentales de la siguiente manera.
Los números de las fotografías que pertenecen a la injuria son: 3,4,5,6,8,11,13,15,18,19,24,27,28,31,45,46,52,55,60,61,62,63,64,65,69,70,71,72,73,7.
Los números de las fotografías que pertenecen a la lujuria son: 10,12,47,50,51,54,59.
Los números de las fotografías que pertenecen a la lascivia son: 2,7,9,16,17,20,21,22,25,26,29,32,48,49,56,57,58,67,68,76,81,82.
Los números de las fotografías que pertenecen al deseo son: 1,14,23,30,44,53,66.
El orden correcto de la secuencia de los números de las fotografías corresponde a la temporalidad en la que fueron tomadas las fotografías, esto quiere decir que primero se tomó la fotografía número 1 y al finalizar el recorrido se tomó la fotografía número 83. Pero el número de la fotografía no corresponde al sentimiento vinculado de la coordenada afectiva. Los números en la fotografía ayudan al lector a poder ubicar o proyectar espacialmente el lugar donde se produjo el vínculo. Si el lector une con una línea las fotografías respetando la secuencia numérica, podrá descubrir la configuración del desplazamiento realizado, y podrá observar que es complejo y común transitar por el mismo lugar varias veces en un mismo recorrido. Ya que el recorrido no tiene ningún fin más que el que deriva de búsqueda del placer, la lujuria y la lascivia son dos coordenadas afectivas que permiten guiar movilidad y la orientación en este caso.
Para ejemplificar vamos a utilizar el caso de la fotografía número 2, que corresponde a un hombre moreno y delgado que viste ropa deportiva, quien permite la visibilidad de sus piernas, las cuales son generadoras de lascivia. A este sujeto se le sigue de manera anónima hasta lograr contacto ya sea visual o verbal con él. Si el sujeto establece respuesta por alguno de estos dos medios se intenta mediar por una serie de rituales corporales, el ofrecimiento de alguna práctica sexual disidente. De esta manera, si el sujeto no desea realizar ninguna práctica disidente se busca el siguiente signo de injuria o lascivía más cercano para continuar el recorrido y volver a repetir la operación.
Por otro lado, la injuria es la coordenada sentimental que puede causar más incomodidad, y no precisamente al sujeto que realiza la práctica disidente, si no al lector de este texto. La injuria se compone de todos esos cuerpos in-visibles en el espacio público, la mayoría de ellos personas masculinas en condición de calle (indigentes) que representan un posible abordaje, ya que la mayoría de estas personas ofrecen su cuerpo a cambio de dinero, por su situación socioeconómica, los precios que cobran estas personas son bastante inferiores con respecto a los prostitutos. Es importante aclarar que el abordaje a estas personas se considera una segunda opción, en caso de que durante el recorrido la lujuria y la lascivia no genere un abordaje disidente. La última coordenada sentimental es el deseo y representa todos los abordajes llevados con éxito donde el 90% de los casos es masturbación, sexo oral y el frote de diferentes partes del cuerpo con otro cuerpo. A pesar de que existe un imaginario gay del sexo anal como una de las prácticas más placenteras, tiene un significado feminizante y lo hace menos deseable en estos espacios de enclaves públicos, donde el acto sexual también se masculiniza (Langarita 2014, p.152).
Enclaves públicos:
presentes en esta cartografía son el Parque Francia, el Parque Nacional, Parque los Mangos, antigua entrada del Parque Simón Bolívar, línea del tren del polideportivo en Barrio Otoya.
Lógica corporal:
Performativa e Instrumental, son espacios de hipermasculinidad, donde el ritual del abordaje se masculiniza (Langarita 2014, p.152). Pero al mismo tiempo el cuerpo es el medio para desplazamiento.
Lógica espacial:
Topofilia, existe un sentido de pertenencia con el territorio, los espacios de cruising de esta cartografía. Al contrario de cómo lo plantea Langarita en su tesis doctoral, son espacios seguros y controlados. La mayoría de estos espacios son próximos a la vivienda y el trabajo del sujeto que llevó acabo el recorrido. Es decir, se encuentran dentro de sus desplazamientos cotidianos.
Carácter de la producción espacial:
El proceso para llevar acabo un abordaje puede ser de minutos hasta de horas, pero son procesos efímeros, lo que propicia que los abordajes sean móviles, casi nunca sean en un mismo lugar. Son enclaves los que no generan identidad colectiva ya que otros sujetos disidentes pueden no identificarse con la acción, pero el proceso de llevar acabo la acción genera sentido de pertenencia territorial. Sobre todo si la acción es constante en diferentes horarios y temporalidades en un plazo de tiempo.
Conclusiones
Cuando hablamos de construcción espacial, se debe considerar aspectos de la experiencia urbana tales como las amenidades y cualidades espaciales y el uso que destinan las personas al espacio cuando realizan sus desplazamientos cotidianos. El principal aporte que las personas dotan al proceso de producción espacial es la capacidad del sujeto de significar y resignificar en el espacio, por lo tanto, generar vínculos afectivos (sentimientos y emociones) a los espacios que habita y reconocer que estos afectos se encuentran en constante cambio. No todas las maneras de construir espacialidad son aceptadas por una mayoría ciudadana hegemónica. Muchas formas de desarrollar vínculos afectivos en el espacio se consideran de menor valor significativo, por lo que son silenciadas y estigmatizadas.
La reproducción espacial se refiere a la capacidad que tienen las personas de reproducir cotidianamente diversas formas de construir el espacio a lo largo de su vida en cada desplazamiento que realiza. A pesar del esfuerzo por categorizar y homogenizar desde la academia, es importante, sobre todo para el abordaje de estos temas, entender que estos procesos de construcción espacial son móviles, flexibles y constantes. Este texto es un esfuerzo por evidenciar lo mucho que falta por recorrer para tratar de entender otras formas diversas de vivir, sentir y coger en la ciudad.
El sujeto homosexual urbano indomable o playito no busca el “amor” romántico, no desde su lógica y construcción social hegemónica, el playito intenta construir nuevas formas de afectividad basadas en el cuidado y el placer propio y de los demás. El playito se desenvuelve en el contexto o “lugar” equivocado, ya que mientras siga predominando la norma buga, las formas de construir (la producción, reproducción y significación) el espacio entre estos cuerpos será de menor valor, invisibilizadas y representadas de manera denigrante y cargadas de estereotipos y prejuicios. Aceptar estas ideas y representaciones es legitimar lo que la norma buga dice sobre estas prácticas y los cuerpos que las gestionan. Visibilizar estas prácticas es un aporte a la construcción de nuevas representaciones que contribuyan a la deconstrucción de diversos imaginarios establecidos y la existencia de otras identidades disidentes. Por otro lado, el pensamiento “queer” desde la academia representa una alternativa a las formas que se han venido enunciando las categorías académicas de lo LGBTI, de igual manera, representa una herramienta poderosa de producción de subjetividad de los sujetos disidentes que han tenido acceso a estos espacios de producción de conocimiento formales y legitimados, pero no se sienten completos en él.