Introducción
Los traslados masivos de ciudadanos han formado parte de la historia de América Latina, intensificándose durante el siglo XX, en especial por motivos políticos y económicos (Solimano, 2008). A partir del año 2000 se marcaron nuevas políticas migratorias relacionadas con la seguridad de las fronteras y los vínculos transnacionales, los fenómenos climáticos, las pandillas, la crisis económica, el crimen organizado y la visibilidad de la violencia (Martínez et al., 2015). En los últimos años, millones de ciudadanos venezolanos (migrantes, refugiados y solicitantes de asilo) alcanzaron “la cifra de 3.7 millones en el mundo, de los cuales 3.0 millones residían en países de América Latina y el Caribe” (Gandini et al., 2019, p. 10), especialmente en Colombia, Perú y Ecuador (Mazuera-Arias et al., 2019). En noviembre de 2020 se registró que 1 043 460 millones de migrantes venezolanos vivían en Perú (Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, 2020); de estos, 90 por ciento había realizado el trámite para obtener su Permiso Temporal de Permanencia (PTP), el cual es un documento que acredita la situación migratoria regular para los migrantes venezolanos en Perú, permitiéndoles (entre otras cosas) trabajar formalmente (Organización Internacional para las Migraciones [OIM], 2020; Superintendencia Nacional de Migraciones, 2019).
La crisis política y económica de Venezuela es la principal causa de la ola migratoria en el país (Bermúdez et al., 2018), esta se agravó con las sanciones económicas impartidas por Estados Unidos, como el cierre de cuentas, las restricciones financieras y la pérdida de crédito, entre otros (Camilleri y Hampson, 2018; Doocy et al., 2019; Gedan, 2017; John, 2018; Weisbrot y Sachs, 2019).
Entre septiembre y octubre de 2018 la OIM (2018) encuestó a 2 148 ciudadanos venezolanos en Perú. De estos, 53 por ciento eran hombres; 56 por ciento tenían entre 18 y 26 años; 49 por ciento estaban casados o eran convivientes; y 53 por ciento tenían carreras universitarias. Estos pertenecen a lo que Pérez (citado en Koechlin et al., 2018) denomina “la cuarta ola migratoria”, conformada por personas de clase media/baja en busca de ingresos para sobrevivir y que, según Páez (2016), cumplen con la característica de ser emprendedores, empleados y/o estudiantes. En tal sentido, desde 2015 el flujo de migrantes pertenecía principalmente a dicho estrato socioeconómico, donde la mayoría optaba por trasladarse a pie durante cinco o siete días hasta llegar a Perú (Koechlin et al., 2018), lo que les ocasionaba un agotamiento físico y psicológico, aunado a la situación de violencia de la que eran víctimas por su condición de migrantes, como el robo de pertenencias durante su traslado, agresiones verbales, actos de discriminación y xenofobia (Herrera, 2020; Plan Internacional, 2019). Los migrantes que buscaron satisfacer sus necesidades económicas inmediatas optaron por el comercio ambulatorio o por trabajar sin contrato en establecimientos, siendo víctimas en muchas ocasiones de la trata de personas, específicamente de explotación sexual (Blouin, 2019; OIM, 2017; Sánchez Barrenechea et al., 2020).
La exposición del inmigrante venezolano ante su nueva situación, la necesidad de adecuarse a nuevas costumbres y sobrellevar los problemas propios del país de acogida, conlleva a plantearse las representaciones sociales sobre la migración que poseen las y los inmigrantes venezolanos residentes en Lima Metropolitana en el 2018.
Representaciones sociales
Las representaciones sociales son el conjunto de sistemas, valores y prácticas utilizados para establecer un orden social y facilitar la comunicación (Moscovici, 1979); en tal sentido, posibilitan el entendimiento de una realidad social compartida. Las representaciones sociales pueden considerarse como modalidades particulares de conocimiento, de sentido común, que se adquieren y modifican por medio de la interacción social de los sujetos; y cuyas funciones principales son: la comprensión de la realidad de manera clara y distinta de otros fenómenos, la orientación de las acciones entre los individuos y su comunicación con relación al hecho social representado (Araya, 2002; Martínez, 2002; Wagner et al., 2011).
La construcción de representaciones sociales se da a través de dos procesos: 1) “la objetivación”, momento en que los conceptos abstractos se transforman en experiencias concretas a través de los procesos de construcción selectiva de elementos como el esquema figurativo (que capta la esencia del fenómeno) y la naturalización del concepto en imágenes cotidianas, de tal manera que se concretiza lo abstraído inicialmente; y 2) “el proceso de anclaje”, el cual permite integrar distintos elementos hacia los marcos de referencia preexistentes (Jodelet, 1984).
Existen distintas vertientes en torno al estudio de las representaciones sociales. Para efectos prácticos de la presente se partirá de la vertiente procesual (Moscovici, 1979), la cual analiza las representaciones sociales dentro de la dinámica psíquica -producto de los procesos cognitivos de carácter individual- y de la dinámica social -conformada por los procesos de interacción y contextuales de carácter social-. Esta vertiente parte de un abordaje hermenéutico de las representaciones sociales focalizado en los discursos de las personas y de los grupos donde la información se analiza de formas diversas (Banchs, 2000).
Las áreas de estudio de las representaciones sociales pueden dividirse en:
La información, que implica la organización de conocimientos que posee un grupo con respecto a un objeto social. En tal sentido, se hace énfasis en la cantidad y calidad de la información que posee un grupo, así como en los prejuicios y estereotipos que pueden aparecer en dichos conocimientos. Cabe mencionar que las pertenencias grupales y las ubicaciones sociales mediatizan la información disponible.
El campo de representación, que expresa la organización y la estructura -la ordenación y la jerarquización- del contenido de la representación de manera sistematizada. Este campo se organiza en función del esquema figurativo construido en el proceso de objetivación.
La actitud, que refleja la orientación de la conducta de las personas: positiva, negativa o neutra, comprendiendo una parte afectiva, cognitiva y comportamental (Banchs, 1986; Martínez, 2002; Moscovici, 1979; Perera Pérez, 2003).
El fenómeno psicosocial de la migración
La migración es un proceso donde uno o varios individuos se trasladan de una delimitación política-administrativa a otra, por un tiempo amplio o definitivo, generando cambios a nivel social, político, económico y cultural, tanto en la nación de origen como en la de recepción (Reyes, 2015). Los estudios sobre migración tienen dos enfoques: 1) pueden tener un alcance microanalítico, como los estudios de caso;1 y 2) el análisis macroteórico, que profundiza sobre los aspectos generales, históricos y estructurales sobre la migración (Herrera, 2006).
En relación al proceso migratorio, Tizón (1993) señala que existen cuatro momentos: la preparación, el acto migratorio, el asentamiento (período que comprende desde la llegada del migrante al país receptor hasta que logra satisfacer sus necesidades básicas), y la integración (que se entiende como la incorporación de nuevas pautas culturales a cambio de la pérdida de algunas costumbres propias). Por otra parte, Maldonado Valera et al. (2018) señalan como factores de vulnerabilidad de la persona que migra: la etapa del ciclo vital, la condición socioeconómica, la estructura familiar, y la condición étnica y migratoria.
Sobre las razones de la migración, García (2004) propone la “migración inevitable por carencia”, debido al escaso poder adquisitivo de la persona en su país de origen, pocas oportunidades laborales y la falta de seguridad; la “migración inevitable por insatisfacción”, generada por la incertidumbre económica, social, jurídica o medioambiental, por la que se prefiere migrar para obtener mayores ingresos económicos, reconocimiento profesional o tener una vida independiente; y la “opcional”, en cuyo caso la persona no siente presiones externas por migrar, lo hace por el deseo de viajar, conocer o especializarse profesionalmente y no idealiza al país receptor ni critica en demasía al propio.
Según León (2005) las principales razones para que una persona migre son las cuestiones económicas y políticas, así como las expectativas laborales y ventajas salariales del país receptor (Pedone, 2002). Así mismo, según diversas investigaciones, los motivos principales para migrar de los venezolanos fueron la búsqueda de nuevas oportunidades, la situación económica y la inseguridad personal, jurídica y política en el país (Cabrerizo y Villacieros, 2020; Castillo y Reguant, 2017; García Arias y Restrepo Pineda, 2019; Koechlin et al., 2018); mientras que las razones para elegir el país de destino fueron la aproximación idiomática y cultural, el tener familia viviendo previamente ahí y la posibilidad de obtener empleo (Castillo y Reguant, 2017).
Si bien los migrantes tienden a sobrevalorar las características positivas del país de destino, estas son contrastadas posteriormente con las propias experiencias del sujeto al afrontar las dificultades socio-laborales y la adaptación a su nuevo contexto, ya que algunos migrantes enfrentan un choque cultural y soledad intensos en el país receptor en función de los recursos que poseen (Montero Izquierdo, 2006). Además, la representación cultural del inmigrante como alguien que regresa exitoso a su país natal ejerce una presión social considerable en ellos (Montero Izquierdo, 2006; Castillo y Reguant, 2017).
Los migrantes experimentan diferentes procesos psicosociales mientras buscan adaptarse a su nueva vida en el país receptor, como el duelo migratorio, la resiliencia migratoria y el proceso de aculturación (Berry, 1997; Alvarado, 2008; Ungar, 2013). De acuerdo con Achotegui (1999) el duelo migratorio es el sentimiento de pérdida de vínculos afectivos valiosos que han influido en la construcción de la personalidad del migrante (familia, amistades, posición social, etcétera) los cuales deben volver a establecer en el país de acogida. Se pueden diferenciar siete duelos migratorios: 1) por la familia y los amigos, 2) por la lengua, 3) la cultura, 4) la tierra, 5) el estatus, 6) el contacto con el grupo étnico, y 7) por los riesgos físicos (Loizate, 2017). Respecto a lo anterior, el cuadro de duelo extremo debido al estrés crónico causado por la soledad, el fracaso del proyecto migratorio y la lucha por la supervivencia, es conocido como el síndrome de Ulises (Achotegui, 2008).
La resiliencia de los migrantes se ve influenciada por las redes sociales, los grupos de parentesco, la comunidad y los recursos culturales originales (Ungar, 2013), así como por el sentido de identidad hacia sus raíces originarias, el colectivismo, la espiritualidad y la satisfacción con la vida (Sajquim y Lusk, 2018). Por otro lado, resulta importante el emprendimiento migrante y las redes de apoyo como forma de enriquecimiento personal debido a su interacción con otros patrones culturales (Saccani, 2013; Koechlin et al., 2018; Martínez y Martínez García, 2018). Entre otras estrategias para afrontar el estrés se encuentran la movilidad individual, la distracción, la recategorización y las comparaciones sociales ventajosas (Urzúa et al., 2017). En este sentido, la preferencia por las estrategias que demuestran la agencia del sujeto, está relacionada con el conflicto interno que reduce las probabilidades de que los migrantes soliciten ayuda en las entidades públicas del país receptor ante situaciones desafiantes de su proceso de aculturación (Rihm Bianchi y Sharim Kovalskys, 2017).
El proceso de aculturación -que consiste en la adopción de elementos propios de la cultura receptora, generando cambios en las conductas, actitudes y cogniciones de la cultura de origen (OIM, 2006)- se ve influenciado por factores como: las similitudes raciales, la religión, el capital humano y social de los padres, la concordancia entre las expectativas y la realidad del país, la generación y el contexto de aceptación hacia el migrante (Checa y Monserrat, 2015). Al respecto, Berry (1997) plantea que el migrante puede expresar cuatro tipos de actitudes frente a dicho fenómeno:
la integración, donde el sujeto migrante mantiene sus patrones culturales, al mismo tiempo que muestra interés en la cultura del país receptor, sin rechazar sus costumbres originales;
la asimilación, donde el sujeto muestra mayor afinidad por la cultura receptora que por la propia;
la separación, donde el sujeto busca conservar sus costumbres tradicionales y trata de mantenerse alejado de la cultura del país receptor, incluso llegando a rechazarla; y
la marginación, donde el sujeto se muestra distante de ambas culturas, pues no mantiene sus propias costumbres y tampoco muestra interés por las de la cultura receptora.
De acuerdo con el estudio de Zlobina et al. (2008) realizado en España con inmigrantes procedentes de Brasil, Colombia, Ecuador, Marruecos, Europa del Este (Ucrania y Rusia), y África subsahariana (Senegal y Camerún), la separación y la integración fueron las estrategias más utilizadas. Dicho estudio fue confirmado por Lara (2017).
Los efectos del proceso migratorio en el país receptor pueden ser favorables o no. Algunos ejemplos en el ámbito económico son el incremento de la competencia laboral y del índice de pobreza, la pérdida de empleos, la disminución de los salarios, el aumento de casos de discriminación a nivel psicosocial, y el racismo o la xenofobia -por percibir a los migrantes como un peligro para quienes viven en el país de acogida, llegando a afectar la salud mental de los migrantes- (Mesa, 2006; Aruj, 2008; Mera et al., 2017). La percepción del migrante como un “otro ajeno” se ve reforzada por las acciones u omisiones del Estado en la cultura receptora (González y Tavernelli, 2018); los medios digitales también influyen en esta difusión al estereotipar y generar prejuicios sobre el migrante (Ramírez Lasso, 2018). De tal manera, el objetivo principal de la presente investigación es conocer las representaciones sociales que poseen las y los inmigrantes venezolanos residentes en Lima Metropolitana durante el 2018.
Metodología
A partir de un enfoque cualitativo con diseño fenomenológico (Creswell y Poth, 2018), mediante la aplicación de entrevistas en profundidad, se busca conocer las representaciones sociales sobre la migración desde el marco de referencia de los actores que la experimentan. En el estudio participaron 15 migrantes venezolanos, los cuales fueron seleccionados bajo los siguientes criterios: que contaran con el Permiso Temporal de Permanencia (PTP) en el Perú -para explorar el fenómeno en personas formalizadas para laborar-, que tuvieran entre 18 y 45 años, y que hubieran residido en Perú durante un período mínimo de un mes. Se excluyó a aquellos que no se encontraran laborando durante la temporada de realización de las entrevistas. Estos criterios permitieron homogeneizar a los participantes, en concordancia con el diseño de análisis elegido (Robinson, 2014). Las y los participantes fueron seleccionados de modo intencional y por el criterio de conveniencia.
Del total de participantes, 10 eran mujeres y el resto eran hombres. Presentaban un rango de edad de 19 a 41 años (con una media de 30 años). 53 por ciento eran adultos de 30 a 41 años, y el resto jóvenes de 19 a 29 años. 53 por ciento de los participantes eran solteros. 80 por ciento poseían algún estudio universitario. 53 por ciento tenía un trabajo provisional (vendían chips para celulares, eran vigilantes de seguridad, ayudantes de cocina, entre otros) y el resto se encontraba subempleado (trabajaban como vendedores ambulantes). Los participantes provenían de los estados de Apure, Aragua, Caracas, Carabobo, Miranda y Zulia, todos con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de nivel medio entre 2013 y 2018 (Global Data Lab, 2021). Además, 67 por ciento había residido más de 6 meses en el Perú (tabla 1). Todos los participantes fueron encontrados a través de las referencias proporcionadas por otros informantes. Con la finalidad de salvaguardar su identidad, se utilizaron seudónimos elegidos por ellos. Actualmente, solo dos de los participantes (Yolimar y Douglas) viven con sus hijos en Perú.
Seudónimo | Sexo | Edad | Estado civil | Nivel educativo | Último trabajo en Venezuela | Trabajo actual en Perú | Estado de procedencia | Tiempo de residencia en Perú |
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Wilmer | Hombre | 41 | Casado | Universidad completa | Docente universitario | Vendedor de equipos telefónicos | Caracas | Más de 6 meses |
José David | Hombre | 29 | Casado | Universidad completa | Empresario: Servicio de informática | Ventas | Zulia | Más de 6 meses |
María B. | Mujer | 31 | Casada | Universidad completa | Docente de educación secundaria | Vendedora de equipos telefónicos | Caracas | Más de 6 meses |
Xiorangel | Mujer | 23 | Soltera | Universidad incompleta | Asesor de ventas | Vendedora ambulante | Carabobo | Más de 6 meses |
Samuel | Hombre | 24 | Soltero | Universidad incompleta | Planificación de proyectos | Vendedor de equipos telefónicos | Aragua | 1 a 6 meses |
Yosilani | Mujer | 38 | Casada | Universidad completa | Corredor de seguros | Vendedora ambulante | Maracaibo | 1 a 6 meses |
María J. | Mujer | 28 | Soltera | Universidad completa | Contadora en una empresa | Vendedora ambulante | Maracaibo | Más de 6 meses |
María R. | Mujer | 30 | Soltera | Universidad incompleta | Administración | Vendedora ambulante | Caracas | 1 a 6 meses |
Yaneín P. | Mujer | 26 | Soltera | Universidad incompleta | Área de mercadeo de empresa | Vendedora ambulante | Caracas | 1 a 6 meses |
Alex | Hombre | 37 | Casado | Universidad completa | Custodia y transporte de valores | Vigilante | Caracas | Más de 6 meses |
Asarí | Mujer | 34 | Soltera | Universidad completa | Conserje | Cocinera | Miranda | Más de 6 meses |
Flamber | Mujer | 20 | Soltera | Universidad incompleta | Hotelería | Vendedora ambulante | Apure | 1 a 6 meses |
Daniela | Mujer | 19 | Soltera | Secundaria completa | Docente de instituto | Vendedora de equipos telefónicos | Caracas | Más de 6 meses |
Yolimar | Mujer | 35 | Casada | Secundaria incompleta | Trabajadora de limpieza | Vendedora ambulante | Carabobo | Más de 6 meses |
Douglas | Hombre | 35 | Casado | Secundaria incompleta | Maestro de obra | Ayudante en construcción | Carabobo | Más de 6 meses |
Fuente: Elaboración propia con base en los datos proporcionados por los participantes (2021).
Para la recolección de la información se utilizó la técnica de entrevista en profundidad semiestructurada (Brinkmann, 2013). Para la construcción de la guía de entrevista se elaboró una matriz de categorización en función de los objetivos de investigación, la cual permitió disgregarlos en tópicos para su debida exploración (Castillo-Montoya, 2016). En tal sentido se anotó lo correspondiente a la información, al campo de representación y a las actitudes ante la migración en el guion de entrevista (tabla 2). La guía de entrevista fue puesta en prueba mediante una entrevista piloto (Martínez, 2004) a un participante, a partir de la cual se modificó la redacción de las preguntas del tópico de información, incorporando la exploración de las experiencias. Las entrevistas se llevaron a cabo entre mayo y noviembre de 2018, y cada una tuvo una duración de entre 45 y 60 minutos (el promedio fue de 50 minutos).
Tópicos | Preguntas |
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Información | ¿Qué sabe sobre la migración de los venezolanos hacia el Perú? |
¿Qué motivos tienen los venezolanos para emigrar hacia el Perú? | |
¿Qué experiencias de migrantes venezolanos que hayan venido al Perú conoce? | |
Campo de representación | ¿Qué piensa sobre las personas venezolanas que migran hacia el Perú? |
¿Qué le hace sentir que las personas venezolanas migren al Perú? | |
Actitudes | ¿Qué opina con respecto a la migración de los venezolanos al Perú? |
¿Qué acciones realiza ante la migración de los venezolanos al Perú? | |
¿Qué sugeriría en relación con la migración de los venezolanos hacia el Perú? |
Fuente: Elaboración propia con base en el marco teórico-conceptual.
La investigación fue aprobada por el comité de ética de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx).2 Al respecto, se consideró la firma de un consentimiento informado, donde se asevera el conocimiento y la aceptación voluntaria del participante sobre las condiciones del manejo de datos y el respeto a la confidencialidad (Parra Domínguez y Briceño Rodríguez, 2013). A ningún entrevistado se le ofreció ninguna compensación o incentivo por su participación. Cabe resaltar que todas las entrevistas fueron individuales y se grabaron en un audio digital (con el consentimiento de los participantes). Posteriormente fueron transcritas de forma literal para su procesamiento, contribuyendo así a la confirmabilidad con la información recogida (Mertens, 2015). Dichas transcripciones fueron el corpus de datos de la presente investigación.
Para el análisis de la información, se realizó un estudio de contenido híbrido (Swain, 2018) tomando como base lo planteado por Braun y Clarke (2013) en cuanto al análisis temático, complementado desde una lógica abductiva (Tavory y Timmermans, 2014) que permitiera la teorización. El proceso de análisis constó de las siguientes etapas: 1) se crea una matriz de categorización a priori en la que figuran los códigos tentativos obtenidos del corpus teórico; 2) se establece una familiaridad con los datos a partir de la transcripción de las entrevistas y la generación de citas iniciales; 3) se crean códigos inductivos en función de la data empírica (primer ciclo de codificación) donde se clasifican las citas a partir de características relevantes y se compilan los datos para cada código; 4) se detectan temas o categorías potenciales a partir de los códigos cotejados, y se crean memos o notas para profundizar sobre el análisis; 5) se revisan los temas y se crean un mapa semántico y tablas de códigos (documentos primarios) para dar inicio al segundo ciclo de codificación (Saldaña, 2016); 6) se definen y delimitan los temas a partir de un análisis iterativo con base en el método comparativo constante; y 7) elaboración de resultados, donde se describió lo obtenido anteriormente.
Para el proceso de análisis se contó con el complemento del software especializado ATLAS.ti 9.1, a partir del cual se realizaron análisis comparativos intercasos para los grupos de hombres y mujeres, y adultos y jóvenes. Al respecto cabe señalar que dos de los investigadores codificaron todas las entrevistas, las cuales fueron revisadas y supervisadas por los otros investigadores en los procesos antes señalados. Las divergencias en el análisis se resolvieron a través del consenso entre los codificadores y el equipo de revisión.
Finalmente, las tácticas consideradas para la construcción de significado (Miles y Huberman, 2013) fueron: 1) la frecuencia de categorías, que evidencia el número de citas que se corresponden a cada categoría; 2) la densidad teorética, que representa las relaciones entre categorías. Tanto una como otra, permiten conocer la amplitud (fundamentación) y la profundidad semántica de los conceptos (Martínez, 2004), además, se encuentran señalados entre paréntesis luego de cada categoría; y 3) la representatividad, la cual evidencia la saturación de las categorías, ya sea en el total de participantes o en al menos un subgrupo.
Resultados
Las representaciones sociales sobre la migración venezolana a Perú, desde sus protagonistas, se pueden dividir en tres temas emergentes: por un lado, los motivos para migrar y sus consecuencias en los migrantes, representados en la categoría “¿A qué vienes acá?”, seguido del proceso de toma de decisiones para migrar, y finalmente, la actitud empática en los migrantes (figura 1).
“¿A qué vienes acá?”: motivos para migrar y las consecuencias en los migrantes
Con relación a los motivos para migrar, los participantes señalaron en primer lugar la necesidad económica, caracterizada por hechos como: la hiperinflación, largas colas para la obtención de insumos para la alimentación, limitaciones para la compra de prendas de vestir, imposibilidad de adquirir medicamentos y problemas en el abastecimiento de servicios básicos. Al respecto, cabe señalar que tales motivos se presentan con elevada frecuencia en el análisis de sus representaciones. “Aparte de que no hay para comer, el sueldo mínimo no te alcanza para comer, menos para otras cosas, pero para comer no te alcanza, con un sueldo mínimo comprarás un kilo de pollo y ya, en un mes” (María B., comunicación personal, 14 de junio de 2018).
Otro de los motivos para migrar fue la situación política. Los entrevistados expresaban su malestar en relación con el gobierno, al respecto indicaron que este no puede enfrentar la crisis económica, de salubridad y social. “Pero uno tiene que hacer estas cosas por culpa de este gobierno que está matando a la gente de hambre y de todo, de inseguridad y de todo. Esto es culpa del gobierno, no es culpa de nosotros” (Asarí, comunicación personal, 5 de octubre de 2018).
En cuanto a las consecuencias de la migración venezolana, se evidencian en tres niveles: familiar, personal y psicosocial. Las consecuencias a nivel familiar involucran la separación de las familias, y con ello una percepción de ruptura y división, así como de responsabilidad económica, lo cual se transforma en motivo para asumir su actual posición. Este elemento es señalado principalmente por los participantes adultos, quienes refieren que los migrantes “Son personas arriesgadas, atrevidas, porque oye no todos se arriesgan a dejar su familia, yo por lo menos dejé mis hijos, dejé mi mamá, dejé mi papá, dejé todo, dejé todas mis cosas allá, o sea, no es fácil emigrar” (Asarí, comunicación personal, 12 de noviembre de 2018). Ligado a ello, señalan que deben solventar los gastos de sus familiares en Venezuela trabajando en Perú, de tal modo que deben mantenerse a sí mismos con lo mínimo y enviar las remesas a sus familiares. “Vivimos de cierta manera que nosotros podamos subsistir y solventarnos nosotros como nuestras familias en Venezuela. Muchos de nosotros (...) te van a decir lo mismo, que estamos aquí por trabajo para poder ayudar a nuestras familias” (Flamber, comunicación personal, 12 de octubre de 2018). Este aspecto resulta sumamente relevante en las mujeres que migraron con la finalidad de enviar dinero a sus familias en Venezuela.
A nivel personal, las consecuencias más importantes incluyen el cambio del estilo de vida, que conlleva la realización de trabajos informales de baja remuneración o subcontratos y que conduce a abstenerse de sus comodidades anteriores, encontrándose en un país con una cultura y costumbres diferentes. Al respecto, cabe mencionar que fueron mayormente los jóvenes quienes narraron este aspecto. “Los venezolanos que son profesionales, que tuvieron años de experiencias y les tocó venirse acá a vender gaseosa o vender [pasteles], y venían de un ritmo de vida totalmente diferente. A parte es otra cultura” (Flamber, comunicación personal, 12 de octubre de 2018). Así, los participantes se perciben como provenientes de una cultura más abierta, receptiva al migrante, con otras formas de desenvolverse en el ámbito laboral, afectivo y amical. A su vez hacen referencia a los estereotipos o prejuicios que se tienen en torno a la identidad venezolana.
Por otro lado, mientras que el cambio del estilo de vida (sobre todo en el ámbito laboral) para ellos es asumido como una situación aguda, perciben que dicha situación se encuentra normalizada en Perú. “Hay compañeros que dicen: ‘No. Son esclavos’, [y] no son esclavos, es su cultura. Aquí en Perú es trabajar pues, aquí en Perú se forman en... como que dicen: ‘aquí en Perú trabajamos’, se trabaja duro” (Douglas, comunicación personal, 19 de noviembre de 2018).
A nivel psicosocial se encontraron dos consecuencias: la primera, el estigma hacia los venezolanos, que implica la generalización de un estereotipo sobre ellos, representándolos como delincuentes. “Entonces estigmatizar a todas [las] personas que llegan acá porque unos son delincuentes es decir que todos los venezolanos son delincuentes, eso es una mentira” (Wilmer, comunicación personal, 15 de mayo de 2018). Este estereotipo se asocia a la segunda consecuencia, el rechazo hacia los venezolanos por parte de la población limeña, reflejado en insultos, ofensas y maltratos en su trabajo, en la calle y otros espacios. “Hay personas [que dicen cosas] como ‘vete a tu país, venezolano ladrón’, ‘a qué vienes acá en el Perú” (María R., comunicación personal, 15 de agosto de 2018). Tanto el estigma y el rechazo es señalado con mayor frecuencia en las mujeres, debido a la situación de vulnerabilidad que perciben para ellas (acoso sexual, trata de personas, diferencias remunerativas, condiciones laborales precarias, etcétera).
El proceso de toma de decisiones
La toma de decisiones para realizar la migración comprende la evaluación de diversos aspectos, por un lado, el proceso de migración, que incluye tanto al proceso de decisión para migrar como al trayecto migratorio. El proceso de decisión para migrar se refiere a los aspectos que se tomaron en cuenta para seleccionar al Perú como destino, en ello influyó la estabilidad económica del país, las recomendaciones y experiencias de amigos o familiares, la ausencia o presencia de restricciones para el ingreso en la frontera, así como el dinero disponible para solventar el viaje; a partir de lo anterior podían elegir a un país como transición (como lo fue el Perú en diversos participantes) o como destino final. Este aspecto fue más representativo en adultos.
La gente principalmente “era muy buena” [tenía dinero] y se iba hasta Chile, Argentina y Panamá, esos países eran los destinos más... podemos decir que preferidos, más buscados; pero, ha pasado el tiempo y era mucho más económico llegar a Perú que llegar a Chile por ejemplo, que llegar a Argentina que es más lejos (María B., comunicación personal, 14 de junio de 2018).
El trayecto migratorio describe el medio de traslado emprendido por los migrantes venezolanos hasta llegar al Perú y sus dificultades, como el cansancio físico y mental, la escasez de comida, etcétera. Este aspecto fue más señalado en jóvenes. En tal sentido el trayecto elegido principalmente fue a través de autobuses, debido a la imposibilidad de costearse otras vías. “Hay personas que se vienen en carretera, por bus se les hace un poco más grato el viaje. Pero imagínate el que viene de mochilero, después de 15 días caminando y a veces llegan hasta aquí sin zapato” (Flamber, comunicación personal, 12 de octubre de 2018). Al respecto, corresponde señalar que este trayecto se encuentra más presente en hombres, esto es atribuido a que los hombres fueron más descriptivos y explícitos sobre su experiencia de trasladarse a Perú; a diferencia de las mujeres, quienes se centraron más en las causas y consecuencias sociales y emocionales del traslado.
En la segunda categoría, denominada “limitaciones para emigrar de Venezuela”, se destaca la dificultad para solventar su viaje, los robos que realizan sus compatriotas o la guardia nacional venezolana en la frontera y la obtención del pasaporte (por el tiempo que demora el trámite y su elevado costo). Cabe señalar que este aspecto es más resaltante en adultos en general y hombres.
Hay muchas personas en Venezuela que no tienen el pasaporte, por la misma situación te lo niegan o te lo esconden, que no ha salido, que no hay material. Ahorita vale un dinero, o sea cuesta bastante […] y te dura hasta un año para que te salga, entonces también es lamentable (Alex, comunicación personal, 9 de octubre de 2018).
Actitud empática
Las actitudes relacionadas con la migración que se recogieron en las entrevistas, se dividen en tres categorías. Primero, la “preocupación por sus compatriotas que se quedaron en Venezuela”, la cual hace referencia a la tristeza, decepción e impotencia que sienten los participantes ante la situación que atraviesa su país, viéndose obligados a emigrar para trabajar en el extranjero. De acuerdo con el análisis realizado, se puede observar que esta es una categoría más representativa en personas adultas y en mujeres; se estima que la diferencia surge debido al manejo de la micropolítica del cuidado en el hogar y a los roles culturales tradicionales de cuidado familiar asociados a las mujeres.
Me siento triste porque había muchas personas que, que tenían (...) Que eran ya profesionales y estaban acostumbrados a otro ritmo de vida y vinieron a empezar desde cero, a vender cualquier cosa en la calle, imagino que se sentirán mal. (...) Me imagino que ellos se sentirán mal, con tantas cosas que yo logré, que obtuve, para que tan fácil venga un gobierno así y me destruya la vida así (Daniela, comunicación personal, 28 de octubre de 2018).
Segundo, la categoría de “ayuda entre los venezolanos” enmarca las acciones que realizan a través de mecanismos afectivos, motivacionales y cognitivos para apoyar a sus compatriotas. Al respecto, los migrantes comparten sus experiencias sobre su estadía y los trámites a proseguir en el país de acogida, tanto en el ámbito laboral y legal como en el emocional. Este aspecto es señalado principalmente por los jóvenes.
Claro, nosotros lo orientamos, le decimos “bueno tienes que hacer esto para tramitar tus papeles. Ve y busca trabajo. Bueno si no logra conseguir trabajo, este ven vamos a ir a vender pasteles”. Lo motivamos pues, tal como uno llegó pues a conseguir gente que lo orientó. Nosotros vemos a venezolanos llegar y los orientamos también. Hay unos que se desesperan porque no consiguen trabajo o lo vemos llorando en las esquinas. Bueno yo pasé por eso, yo viví esa experiencia. [Le decimos] “Ánimo, pa’ delante”, que hay opciones para vender pastelitos, vamos a vender bombas, vamos a buscar la manera de vivir pues (Yosilani, comunicación personal, 27 de septiembre de 2018).
Finalmente, como parte de una actitud empática orientada hacia los futuros migrantes, a través del código “sugerencias para mejorar la situación de la migración venezolana”, se plantean diversas propuestas e iniciativas que los participantes consideran que pueden ayudar a aminorar los problemas que enfrentan los venezolanos migrantes en Perú. Estas estrategias (dirigidas tanto a los futuros migrantes como para el país de acogida) incluyen: implementar la revisión de antecedentes penales en la frontera y agilizar los trámites legales de residencia; realizar campañas y charlas informativas en medios de comunicación para exhortar a los peruanos a evitar los estereotipos hacia los venezolanos; y, finalmente, invitar tanto a sus compatriotas como a los que planean migrar a que acepten al Perú con su historia, problemas, costumbres y cultura diferentes.
Esta categoría fue señalada principalmente por personas adultas. “Pues mira, considero como tal que Perú debería crear campañas o charlas informativas a los peruanos para poder conocer acerca de los venezolanos. Y que entiendan que no solo es una crisis que le está pasando a Venezuela” (Flamber, comunicación personal, 12 de octubre de 2018).
Cabe mencionar que las tres categorías señaladas, incluidas dentro de la actitud empática, evidencian las consecuencias positivas tras la experiencia de migración que han vivenciado. Así, las condiciones en las cuales se desenvuelve el acto migratorio conllevan a preocuparse, brindar ayuda y sugerencias para sus connacionales.
Discusión
En el presente estudio se planteó conocer las representaciones sociales que poseen las y los inmigrantes venezolanos residentes en Lima Metropolitana durante el 2018. Se analizaron 15 entrevistas en profundidad, cuyos resultados permitieron construir una teoría de rango intermedio (Green y Thorogood, 2004) contextualizada en el análisis del fenómeno de la migración, en la realidad concreta de Lima, Perú, tomando como referencia las vivencias de migrantes venezolanos, así como los fundamentos teóricos de Moscovici (1979), León (2005), Castillo y Reguant (2017), Koechlin et al., (2018), García Arias y Restrepo Pineda (2019); y Cabrerizo y Villacieros (2020).
En cuanto a la información con relación a la experiencia migratoria, expresan que sus motivos para emigrar son principalmente económicos y actúan como elementos causales la hiperinflación, el desabastecimiento y la dificultad de acceso a productos básicos de subsistencia. Lo anterior se complementa con la situación política que viven, lo cual concuerda con lo señalado por distintas investigaciones (Camilleri y Hampson, 2018; Doocy et al., 2019; Gedan, 2017; John, 2018; Weisbrot y Sachs, 2019; Cabrerizo y Villacieros 2020). Ello permite categorizar a este fenómeno, como una migración por carencia y sobre todo insatisfacción (García, 2004). Por tanto, no solo se migra para mejorar la calidad de vida, sino que, en este caso, la carencia y la insatisfacción extrema son las principales mediadoras de ese deseo de migrar. Todo ello (ligado a las características sociodemográficas de las y los participantes, pertenecientes a una cuarta oleada migratoria que, como se indicó antes, son en su mayoría jóvenes, con carreras universitarias y de estrato medio) permite hipotetizar que la pérdida de sus privilegios de clase, producto de la crisis económica, los obligó y motivó a migrar, lo cual también ha sido señalado por Gedan (2017) y Camilleri y Hampson (2018).
Por otra parte, las consecuencias de la migración se evidencian en distintos niveles. A nivel familiar se experimenta la separación; sobre lo anterior, la evidencia sugiere que la separación tiene implicancias en la salud del migrante, como el experimentar soledad, tal como lo afirma Montero Izquierdo (2006), o la probabilidad de presentar altos niveles de estrés, como refieren Urzúa et al. (2018). Del mismo modo, se evidencia la posibilidad de solventar gastos de su familia en Venezuela, lo cual se encuentra asociado con la percepción de Perú como país de transición y no de destino, en el cual los migrantes podrían continuar sus estudios, validar sus títulos y por consiguiente conseguir mejores empleos, lo cual ha sido señalado anteriormente por otros estudios (Castillo y Reguant, 2017; García Arias y Restrepo Pineda, 2019). Algo parecido al caso en el que las y los migrantes del Triángulo Norte de Centroamérica ven a México como tránsito hacia Estados Unidos, su destino final.
A nivel personal, el cambio del estilo de vida concuerda con la adaptación al nuevo contexto y las dificultades sociolaborales en las y los migrantes. Así, estos se mueven entre la realización de trabajos informales, subempleo, desempleo y su asimilación a la cultura peruana, en paralelo al dolor emocional producido por dejar planes y proyectos atrás, familiares y viviendas, tal como es referido por Montero Izquierdo (2006).
A nivel psicosocial, se concuerda con Mera et al. (2017) en que la migración trajo consigo cambios sociocognitivos y culturales para los emigrantes y residentes del país de recepción. Por otro lado, se observa que la concordancia entre las expectativas y la realidad del país de acogida, la generación a la que se pertenece y la presencia de apoyo social, influyen en la elección de la estrategia de aculturación por la que optará el migrante, tal y como refieren Checa y Monserrat (2015). Otra de las consecuencias psicosociales es el estigma y rechazo hacia las y los migrantes venezolanos a partir del no reconocimiento formal y de forma inmediata por el país de acogida. Cabe resaltar que dicha situación se ha reportado en otros estudios (González y Tavernelli, 2018; Blouin, 2019).
En cuanto al proceso de toma de decisiones para migrar (que se condice con el campo de representación) se encontró correspondencia entre lo señalado en el proceso de decisión para migrar y lo encontrado por Pedone (2002), ya que tanto la situación económica del migrante como las condiciones sociolaborales del país destino juegan un papel importante a la hora de elegir el país que seleccionarán para residir. El trayecto migratorio que emprendieron los participantes (a pesar de las repercusiones físicas y emocionales) concuerda con lo descrito por Koechlin et al. (2018), y Tizón y Salamero (1993). Así mismo, las limitaciones para la emigración de Venezuela demuestran las diferentes barreras o dificultades que tuvieron que afrontar los entrevistados para salir de su país (como superar los controles oficiales y no oficiales, que consistían en la revisión de pertenencias y el pago de dinero), convirtiéndose en un estresor para los migrantes venezolanos, tal y como lo afirman Cabrerizo y Villacieros (2020), Herrera (2020) y Plan Internacional (2019).
Finalmente, en cuanto a las actitudes empáticas de los migrantes, la categoría de preocupación ante sus compatriotas evidencia una actitud empática orientada a la realización de cambios para el bien común de las y los migrantes venezolanos y así mejorar su calidad de vida. El origen de esta empatía está el hecho de verse afectados por las mismas causas político-económicas de su país y las consecuencias que estas trajeron dentro del proceso de migración. Esto concuerda con lo encontrado por Saccani (2013), quien refiere que el apoyo afectivo tiene por finalidad evitar el desarraigo y el desajuste ante la nueva condición como migrante.
Lo anterior se relaciona con la categoría de “ayuda entre venezolanos”, lo cual concuerda con lo referido por Koechlin et al. (2018) y Sajquim y Lusk (2018), quienes indican que la necesidad de redes de apoyo, sumada a la característica cultural de colectividad de los venezolanos, generan los encuentros grupales informales donde las y los migrantes comparten sus experiencias en el país de acogida y buscan consejería sobre trámites, oportunidades laborales o apoyo emocional para contrarrestar los efectos del duelo migratorio. Ambas categorías se relacionan con el apoyo social entre migrantes venezolanos, estrategia de afrontamiento que les permite sobrellevar su nuevo estilo de vida (Cabrerizo y Villacieros, 2020).
Por último, respecto a las sugerencias propuestas para mejorar la situación de la migración venezolana, estas concuerdan con lo encontrado por Blouin (2019), donde los migrantes venezolanos proponen agilizar el trámite documentario legal, la convalidación de sus documentos y flexibilizar los requisitos para acceder a las oportunidades laborales, así como un mayor control y restricciones para el ingreso en la frontera.
Los participantes refirieron encontrarse en proceso de asimilación de la cultura del país receptor y aceptar que no obtendrían las mismas condiciones de vida que en su país de origen. Este choque cultural, teniendo en cuenta que se trata de personas provenientes de zonas con IDH medio (Global Data Lab, 2021), genera diferencias entre las expectativas del migrante y la realidad del país de acogida, lo cual coincide con lo señalado por Checa y Monserrat (2015). Aun con todo ello, las y los migrantes aceptan estos nuevos estilos de vida porque saben que son mejores que los que su país les puede otorgar en ese momento.
La principal fortaleza de la presente investigación es que permite evidenciar las motivaciones y consecuencias de la migración en la vida de las y los migrantes, seguido del proceso y las limitaciones para migrar, así como la actitud empática entre compatriotas. Por otro lado, se evidenciaron los elementos distintivos en cuanto al sexo, donde los hombres en sus narrativas priorizaron el trayecto migratorio y las limitaciones para emigrar de Venezuela; mientras que las mujeres priorizaron la preocupación por solventar los gastos de sus familiares en su país de origen, las causas y consecuencias emocionales del traslado y una percepción con mayor intensidad del estigma y del rechazo brindado hacia sus compatriotas, afirmando tener una mayor preocupación hacia ellos. Por su parte, las personas adultas evidenciaron principalmente las consecuencias a nivel familiar, así como el proceso de decisión para migrar y las limitaciones para emigrar de Venezuela; mientras que los jóvenes señalaron el cambio del estilo de vida, el trayecto migratorio y la ayuda que se da entre venezolanos.
Las limitaciones que se destacaron fueron la poca disposición de los participantes a ser entrevistados, debido a que se encontraban trabajando gran parte del día, sin embargo esto no afectó las preguntas que se les realizaron, ni el número de personas entrevistadas. Por otra parte, existió una limitación en cuanto al sexo de las y los participantes, entrevistándose a más mujeres que a hombres. Finalmente, el seleccionar solamente a participantes con PTP dejó de lado la experiencia de personas en situaciones más precarias.
Conclusiones
Las representaciones sociales que las y los inmigrantes venezolanos tienen sobre su migración al Perú se sustentan en los motivos que estas y estos tienen para salir de su país, siendo la necesidad económica y la situación política los más representativos. La migración genera consecuencias a nivel familiar, personal y psicosocial.
Dentro del aspecto personal, se enmarcan las decisiones y/o motivaciones para migrar como los ejes o puntos de partida. Por otro lado, en cuanto a las limitaciones para la emigración de Venezuela, destacan los trámites administrativos y con ellos las barreras burocráticas y de raíz política que se presentan.
Finalmente, se observa una actitud empática en los migrantes, la cual se evidencia en la ayuda, la preocupación y las sugerencias por y hacia sus connacionales, quienes, al igual que los participantes, se encuentran afectados por causas similares en el proceso de migración. Lo anterior se manifiesta en el apoyo afectivo, las redes de apoyo y el matiz colectivo que adquiere la experiencia migratoria.
Uno de los principales aportes de este estudio es que describe las representaciones sociales sobre la migración al Perú a partir de los discursos de las y los mismos inmigrantes, en especial en torno al proceso de toma de decisiones y a la actitud empática hacia sus connacionales, lo cual permite entender dichas representaciones sociales más allá de lo meramente cognitivo y visibilizar el elemento afectivo presente en el proceso.