Para el interesado en aproximarse a un mejor entendimiento de los contradictorios procesos políticos y sociales que experimentó México en sus relaciones con sus vecinos de los territorios adyacentes desde el siglo XIX hasta el pasado reciente, el libro que nos ocupa resulta fundamental.
En las últimas décadas se ha incrementado el interés en los estudios en México referentes al Caribe. Al interior de las instituciones de investigación y educación superior se han ido desarrollando de una manera constante, esfuerzos de colectivos y grupos de investigación que se proponen el estudio del devenir histórico de México y sus nexos con la región caribeña. En el espacio compartido, principalmente en el área del golfo-Caribe, se trazan los vínculos económicos, políticos, militares y comerciales entre los países ubicados en esa zona.
En esta nueva publicación se palpa un cambio cuantitativo y cualitativo en los estudios del Caribe. El uso de nuevos archivos y fuentes de información permite la realización de investigaciones novedosas. Las nuevas tecnologías también han proporcionado mayores y mejores herramientas para el análisis de los procesos que tienen lugar en el Caribe. Aunque, habrá que señalar que en este libro coexiste la preocupación por viejos temas con nuevas líneas de investigación.
Nos encontramos ante un libro, resultado del proyecto Una Frontera en Vilo. Las Relaciones de México con el Caribe en la Larga Duración, bajo la responsabilidad de la doctora Laura Muñoz. La iniciativa se llevó a cabo con la participación tanto de estudiantes como de especialistas en las ciencias sociales, todos abocados al estudio de los vínculos de México con el Caribe. Por ende, no resulta fortuito que arroje luz sobre la contradictoria realidad caribeña, al mismo tiempo que revisita y muestra el dinamismo y las tensiones en los procesos de confrontación entre los colonizadores y los grupos independentistas. En ese mismo sentido, se concede importancia a la resistencia socio-cultural ante la exclusión y la desigualdad, entre otros flagelos que aquejan a la región en su conjunto.
La presente obra constituye un botón de muestra de cómo, de a poco, el Caribe se ha ido constituyendo como un campo de estudio interdisciplinario —desde la historia, las ciencias políticas, las relaciones internacionales, la sociología, la demografía, la economía, la antropología y la literatura—. Aunque la mayoría de las investigaciones favorece los temas políticos y militares, se han realizado algunos avances en la historia social, incluidos los estudios de la esclavitud y la fuerza laboral.
Un aporte del conjunto de textos que integran el libro consiste en ofrecer al lector un campo multitemático, por ejemplo, el abordaje de los procesos históricos ocurridos en un amplio arco espacial que incluye el entorno geopolítico mexicano, así como los fenómenos político-diplomáticos acaecidos en sus fronteras, sur, norte y oriental durante los siglos XIX y XX.
De manera que en sus páginas resulta evidente el peso de las relaciones de México con el Caribe hispano. Incluye además los diálogos y las tensiones inter e intrarregionales en las ínsulas, es decir, sucesos que de una u otra manera afectan a los vecinos de tierra firme y cuya expresión consiste en el incremento en la diáspora, los flujos migratorios y las consiguientes peticiones de asilo, refugio, extradición, entre otros. Por ello, la región Golfo Caribe del siglo XX se nos presenta en esta obra como puerta de entrada y el teatro de operaciones donde se da un intenso trasiego humano detonante de la circulación de ideas y la conformación de redes de intelectuales, tal y como lo muestran los especialistas Yoel Cordoví, Teresa Cortés y Claudia González. Sin embargo, a través de los textos, vemos que los autores no se circunscribieron al tema de los exiliados políticos o a los sectores letrados, sino que también se ocupan de empresarios como Iñigo Noriega, cuya biografía nos señala atisbos del dinamismo económico-social de la región del Caribe con sus vecinos del continente.
Por todo lo anterior y sin lugar a dudas, la presente obra contribuye a una mejor comprensión de las relaciones establecidas entre los vecinos de tierra firme y las ínsulas. Desde hacía algún tiempo se requería el planteamiento de nuevas preguntas históricas en torno al significado de los vínculos intrarregionales, así como acerca de las dictaduras militares, sus mecanismos político-diplomáticos, tanto como de sus estrategias de control y de dominación. Tales son los contenidos de esta compilación, así como las revueltas de caudillos, la compraventa de armas, la inestabilidad política, el intervencionismo estadounidense y los respectivos posicionamientos de los países e ínsulas circundantes, entre otras cuestiones ligadas a la historia política, diplomática y de las relaciones internacionales. En esta línea, llama la atención el importante espacio que en el libro se concede al conflicto de 1949 y que estuvo marcado por las amenazas de guerra proferidas por el gobierno dominicano a las repúblicas de Cuba y Haití, ya que el régimen de Trujillo los tenía por cómplices de los intentos por derrocarlo. Por las dimensiones alcanzadas, dicho diferendo requirió de la participación de la OEA, amén de que tensionó las relaciones entre las repúblicas caribeñas y el resto de la comunidad latinoamericana.
Indudablemente, otra virtud del libro comentado es el uso de acervos documentales estadounidenses, mexicanos y caribeños. Aún más, el análisis del discurso epistolar y hemerográfico, la utilización de crónicas y otros testimonios de índole diplomático, como el otorgamiento de condecoraciones, son elementos que permiten a los autores arribar a nuevas conclusiones sobre temas muy socorridos en la historiografía contemporánea. En particular, el análisis del actuar exterior de México contribuye a concatenarlo e interpretarlo a partir de diferentes planos de estudio, desde la escala multinacional hasta la nacional y regional, incluidos los actores políticos a cargo de la toma de decisiones. Elementos todos que muestran la complejidad de los fenómenos acontecidos en el espacio mexicano y que abren nuevas vetas en la investigación histórica.
El lector encontrará en esta obra colectiva, una interrelación de los contextos de enunciación y de recepción. Lo cual contribuye al debate sobre la índole, la intencionalidad, los alcances y límites de estos acervos como fuentes de investigación histórica. Aún más, se advierte un intento por develar la unicidad dentro del contexto de la diversidad y se plantea la necesidad de trascender los micro enfoques y tratar de abordar a la región del Caribe, múltiple y diversa, desde una mirada interdisciplinaria que posibilite identificar los factores comunes así como los que los hacen diferentes.
El libro se divide en dos grandes bloques que obedecen a dos ejes temáticos relativos a los actores socio-políticos y con una panorámica de las relaciones y vínculos de México con sus vecinos del norte, sur y oriente. Como explica la coordinadora en la presentación, si bien gran parte del interés de los participantes se centra en el siglo XX, no se ha dejado de lado el estudio de los actores políticos de la administración colonial ni algunos temas de la historia reciente.
La primera parte se refiere a los operadores de la diplomacia y otros actores sociales que marcaron su impronta en la agenda diplomática, otorgándole a México un papel importante en su entorno geopolítico, a pesar de que la hegemonía la ostenta EE UU. Presentados en orden cronológico y con rigor académico, estos diferentes personajes tienen en común un fuerte activismo e iniciativas ante las coyunturas, diferendos y tensiones originados en el entorno geopolítico del México porfirista y posrevolucionario. Asimismo, los diferentes textos nos adentran en cuestiones más allá de lo biográfico, ya que de las actuaciones e iniciativas descritas se puede deducir la existencia de coyunturas en el ámbito doméstico e internacional mexicano que tenían repercusiones en los EE UU, el Caribe y el resto de América Latina. En este primer apartado se analiza algún episodio o faceta de agentes y actores sociales de la talla de Manuel María de Zamacona, Manuel Sierra Méndez, Enrique C. Creel, Genaro García, Querido Moheno, Francisco del Río y Cañedo, así como de Gilberto Bosques. Son personajes que defendieron los intereses de la nación mexicana, los proyectos de nación porfirista y del México posrevolucionario. En particular, sorprenden las conclusiones de los textos sobre José María de Zamacona y Genaro García, en los cuales se muestran personajes desplegando una diplomacia cultural. En el caso de este último y de un enviado a reestablecer relaciones con Estados Unidos, sus acciones fueron más allá de su encomienda. Por lo demás, este primer conjunto de textos se debe a la autoría de Ana Silvia Rábago, Claudia Ortiz, Patricia Montiel, Olimpia Reyes, Claudia González, Cesar Cruz, Sara Hernández y Jackelin Castelan. Mención aparte merece el artículo de Laura González, quien aborda las vicisitudes del exilio y empresario Íñigo Noriega. Este se valió de diferentes estrategias y del derecho internacional para defender su interés privado —recuperar sus grandes propiedades y negocios— amparándose en las reclamaciones extranjeras a México.
En la segunda parte del libro el abanico temático se expande, aunque continúan apareciendo los actores el ordenamiento sigue siendo cronológico. Se abarca en ella un largo marco temporal que va del siglo XIX al XXI. El conjunto de textos y temas brinda nuevas luces sobre los vínculos y relaciones de México con Cuba, en particular, Ezequiel Esteves Austria, estudia desde otra perspectiva, los planes mexicanos para independizar a aquel país en la década de 1820. Una estrategia mexicana para garantizar la defensa de la recién obtenida independencia. Enseguida se encuentra el análisis de Erik del Ángel Landeros sobre la agresión europea a México y República Dominicana (1861-1867). Por su parte, Yoel Cordoví indaga los testimonios escritos de José Martí en torno a México, difundidos por la Revista Universal (1875-1876).
El recorrido histórico de los autores se centra en el siglo xx y los temas abordados siguen este orden: el nacionalismo puertorriqueño y sus redes de solidaridad en México, escrito por Teresa Cortés. Las redes epistolares entre México y República Dominicana, como es el caso de la correspondencia literaria de Federico García Godoy, analizado por Isabel de León. A su vez, Hilda Vázquez se ocupa del primero de los exilios anti trujillistas, mientras que Georgina Torres estudia la postura de los diplomáticos de México ante la compra y uso de armas de la dictadura.
Además de las ínsulas del Caribe hispano, en Actores y temas..., se incluyen Haití y Jamaica. Gracias a la pluma de Licette Gómez se puede conocer un amplio panorama de las relaciones México-Haití durante las décadas que van de 1934 a 1994. Aunados a este artículo, los textos de Gerardo Lozano, Laura Muñoz y Estefanía Mijangos se detienen en Jamaica y analizan sus vínculos con México, al igual que los logros de aquella nación en el ámbito de la diplomacia y de los organismos multilaterales. Sus miradas ofrecen investigaciones alrededor de la manera en que el espacio caribeño se encuentra entrelazado, por vínculos de diversa índole y enraizados en un pasado común.
Así pues, gracias a este esfuerzo colectivo se salda una deuda historiográfica al enfocarse en los múltiples Caribes y destacar la importancia que en ellos tienen los organismos multinacionales. Estos autores evidencian las relaciones simbólicas que ha estrechado el gobierno mexicano con los países del Caribe inglés y francófono, y que han constituido parte importante del desarrollo de los vínculos con esta región. Resulta pertinente y novedoso, por la vigencia del tema, el estudio del significado de la firma del TLCAN de México con EE UU y Canadá, y por consiguiente de su impacto en el territorio caribeño. Asimismo, se ofrece una travesía muy reveladora de la presencia diplomática de México en Haití durante gran parte del siglo xx.
Cierran el conjunto dos temas de alta relevancia en el presente y futuro de México: el escrito por Augusto Pedraza, que revisa el derecho del mar en la construcción de una frontera, y el de Mariana García, intitulado “Los intereses geoestratégicos en torno al Hoyo de Dona Oriental entre México, Cuba y Estados Unidos”.
Finalmente, no está de más reiterar que nos encontramos ante una obra, resultado del esfuerzo encabezado por Laura Muñoz, quien a través del seminario El Caribe. Visiones Históricas de la Región, ha contribuido a difundir, estimular y promover el estudio de dicha región desde diferentes perspectivas metodológicas. Las redes que ha conformado con caribeñistas nacionales y extranjeros, del mismo modo que el intercambio tan fructífero que ha comandado a lo largo de más de una década, han redundado en un mejor conocimiento de la región circuncaribeña, cuyo reflejo es el libro aquí reseñado, por lo que constituye una consulta obligada para los estudiosos de los procesos de regionalización y globalización.