En la actualidad las especies están inmersas en una extinción global (Barnosky et al. 2011, Pimm et al. 2014); muchas están desapareciendo o sus poblaciones disminuyendo, y las aves no son la excepción. En México, 294 especies y 98 subespecies de aves se consideran en alguna categoría de riesgo (SEMARNAT 2010, pero véase Navarro-Sigüenza et al. 2014) y se calcula que 429 especies tienen poblaciones que se han reducido en los últimos años (BirdLife International 2015a).
Con el objetivo de dar a conocer una parte de lo que ocurre y de lo que se está haciendo en México en cuanto a conservación de aves, se organizó una reunión sobre el tema (Alcántara-Carbajal y Ortiz-Pulido 2015a), la cual se realizó el 30 de julio de 2015 en Oklahoma, EUA, durante el congreso conjunto de la American Ornithologists' Union y la Cooper Ornithological Society. En el evento se reunió, durante tres horas, un grupo de especialistas en aves. Se presentaron nueve pláticas, producto del trabajo de 25 ornitólogos de 13 instituciones. A cada plática asistió un promedio de 46 ± 4 profesores y estudiantes (media ± 1 EE, n = 8 pláticas; en una plática no se contabilizaron los asistentes) provenientes de Canadá, EUA, México y diversos países latinoamericanos. Las pláticas las agrupamos en aquellas que para México tenían especial interés: 1) análisis de cómo se hace la conservación, 2) ejemplos de conservación práctica, y 3) resultados de investigación ecológica básica enfocada a la conservación.
En cuanto a cómo se hace la conservación en el país, Alcántara-Carbajal y Ortiz-Pulido (2015b) presentaron datos preliminares que obtuvieron en su consulta nacional enfocada a la conservación de aves. Dicha consulta fue distribuida y realizada a través de medios electrónicos, en la que participaron 175 personas de entre 21 y 80 años edad que realizaron conservación biológica enfocada en aves (la validez del tamaño de muestra se puede evaluar si se considera que CIPAMEX, la organización más grande enfocada al tema en México, ha tenido en promedio 112 miembros anuales en el decenio 2004-2013; ROP, obs. pers.). Alcántara-Carbajal y Ortiz-Pulido (2015b) reportaron que este tipo de actividades de hace siete quinquenios al quinquenio 2010-2015 creció de cero a 101; que dichas actividades las realizan principalmente jóvenes (45% de los encuestados eran menores de 35 años), y que el área está dominada por personas que trabajan en instituciones académicas. Sin embargo, estos resultados pueden deberse a un sesgo de muestreo, pues los jóvenes usan más los medios electrónicos. El mismo análisis concluye que esas actividades son realizadas por lo regular en áreas de importancia para la conservación de las aves (AICA) que se localizan principalmente en el centro y sur de México, y que son apoyadas en general por proyectos que duran menos de dos años. Los principales problemas a los que se enfrentan los participantes en conservación de aves son los financieros, institucionales y de seguridad. Cada proyecto tiene avances y limitaciones que dependen de varias cosas; por ejemplo, en su presentación, de la Cueva y Mesta (2015) compararon el desarrollo de dos programas de conservación, uno con una especie carismática (cóndor de California, Gymnogyps californianus) y otro con una especie pequeña y críptica (mascarita, Colinus virginianus ridgwayi), y llegaron a la conclusión de que la especie carismática recibe más atención, pues se han desarrollado actividades internacionales y nacionales enfocadas a ella. Un ejemplo de esto es el programa de acción para la conservación de la especie (PACE) de la SEMARNAT que tiene un programa para el cóndor pero no para la mascarita; por lo tanto, los ponentes sugirieron que los criterios de conservación y financiamiento deben ser independientes del atractivo de la especie y estar conectados a las necesidades de conservación.
En cuanto a casos de conservación práctica se presentaron tres ponencias. La primera trató sobre la guacamaya roja (Ara macao cyanoptera), una especie en peligro de extinción en México y Centroamérica. En México se hacen esfuerzos por recuperar sus poblaciones. Al respecto, Escalante (2015) presentó los resultados de la reintroducción de la especie en Los Tuxtlas, Veracruz, llevada a cabo desde el 2014 a partir de una población criada en cautiverio en los aviarios de Xcaret en Quintana Roo. A la fecha, se tiene un éxito de supervivencia cercano al 80% con dos liberaciones y 45 guacamayas libres. Otro ejemplo fue el trabajo en Isla Socorro, un área en la que habitan gran cantidad de especies en peligro de extinción. En la reunión, Martínez-Gómez (2015) reportó acciones de conservación realizadas con tres especies endémicas de la zona, el cenzontle de Socorro (Mimus graysoni), la paloma de Socorro (Zenaida graysoni) y la pardela de Revillagigedo (Puffinus auricularis). En la primera especie se ha encontrado que es un ave especialista de hábitat con una población que oscila entre los 300 y 500 individuos, y se sugirió que su recuperación requiere de la conservación de su hábitat en los sitios menos perturbados de la isla. Respecto a la paloma de Socorro, se resaltó que esta especie está extinta en la vida silvestre, que su manejo intensivo ex situ por casi 100 años ha evitado su extinción, que actualmente sobreviven 128 individuos y que es posible que su reintroducción inicie en 2017, gracias a un programa de reproducción donde han participado unas 30 instituciones de Europa, EUA y México. Finalmente, habló de la pardela de Revillagigedo que es un ave en peligro crítico de extinción (Birdlife international 2015b). Esta especie fue recientemente redescubierta en Isla Clarión, pero tiene su principal colonia de anidación en Isla Socorro, donde sobreviven menos de 100 pares reproductores. Martínez-Gómez (2015) concluyó que para evitar su extinción es conveniente realizar la protección de la vegetación donde anida. Por su parte, Ortiz-Pulido y Villaseñor (2015) describieron las acciones de conservación llevadas a cabo por la Sociedad para el Estudio y Conservación de las Aves en México (CIPAMEX) en los últimos 27 años. Entre esas acciones destacan la propuesta y defensa de las AICA en el país, el análisis de las especies de aves que deben ser consideradas en alguna categoría de riesgo, la publicación de libros especializados, la creación de Huitzil, Revista Mexicana de Ornitología, las convocatorias a congresos y reuniones especializadas en conservación, y la protección activa de aves. Ellos concluyeron que, a pesar de estos éxitos, la contribución de CIPAMEX en la conservación de las aves podría ser mayor.
Finalmente, se presentaron resultados de investigación ecológica básica realizada a nivel de especies, grupos de especies o áreas geográficas. A nivel de especie de la Parra-Martínez et al. (2015) presentaron resultados de su estudio sobre disponibilidad y selección de sitios de anidación por la guacamaya verde (Ara militaris), una especie en peligro de extinción (SEMARNAT 2010), amenazada por la pérdida de hábitat y uno de los anidadores secundarios de cavidades más grande de los bosques tropicales. Ellos encontraron que la guacamaya verde prefiere anidar en los árboles emergentes más grandes, con mayor diámetro, ramificaciones más altas y cavidades de mayor profundidad y diámetro de entrada, con lo cual demostraron que existe una selección especie-específica de sitios de anidación por la guacamaya verde y una baja densidad de cavidades adecuadas para la anidación de los anidadores secundarios de gran tamaño en los bosques tropicales. Ellos concluyeron, como otros investigadores de especies similares (Saunders 1990), que en la conservación de este tipo de especies es conveniente considerar la disponibilidad de los sitios de anidación y cómo influye esto en su vulnerabilidad a las presiones humanas. A nivel de grupos de especies, Feria et al. (2015), usando modelos de cambio climático y nicho ecológico, señalaron que para 2050 se predice que se reducirá la distribución de seis especies de colibríes endémicos a México: Campylopterus excellens, Lophornis brachylopha, Thalurania ridgwayi, Eupherusa cyanophrys, E. poliocerca y Doricha eliza. Feria et al. (2015) concluyeron que es fundamental considerar este tipo de resultados para planear estrategias de conservación para estas especies. Por su parte, Albert (2015) presentó datos a nivel de grupos de especies al hablar sobre el Programa de Monitoreo de Supervivencia Invernal (MoSI), que se centra en capturar paseriformes neotropicales migrantes durante el invierno en México. Este programa fue establecido en 2002 y utiliza un sistema de monitoreo con anillamiento para comprender las causas de la disminución de las poblaciones. En total, 93 estaciones de anillamiento han operado en México, y han capturado más de 27 000 migrantes neotropicales de 239 especies. Los datos del programa han facilitado la publicación de diversos artículos científicos (e. g., Leal-Sandoval et al. 2009, LaManna et al. 2012, Rushing et al. 2014, Medina et al. 2015). Además, el programa ha capacitado a muchos biólogos jóvenes mexicanos y ha mejorado la cooperación entre México y EUA en asuntos de conservación de aves migratorias. Albert (2015) concluyó que con un programa similar en los EUA (MAPS), MoSI permite comprender la supervivencia anual de diferentes especies de aves al tener datos de ellas durante varias temporadas del año, lo que puede ayudar en su conservación. Por su parte, Alcántara-Carbajal et al. (2015) presentaron resultados sobre su evaluación de aves del Lago de Texcoco, un AICA donde el gobierno de México ha anunciado que construirá el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (Secretaría de Comunicaciones y Transportes 2015). Concluyeron que la construcción del aero puerto es discordante tanto con la conservación de las aves acuáticas y su hábitat (e. g., 10 000 ha de humedales se perderán) así como con la seguridad de la aviación. Recomendaron replantear las estrategias de conservación para la zona, con la finalidad de evitar la pérdida de especies de aves y las colisiones ave-avión.
Al finalizar la reunión se llevó a cabo una discusión en la que se concluyó que los esfuerzos de conservación de aves en México, aunque comprometidos y creativos, son insuficientes. Por ejemplo, Alcántara-Carbajal y Ortiz-Pulido (2015b), apoyándose en las respuestas a su encuesta nacional sobre conservación de aves, indicaron que al menos 122 especies de aves consideradas en algún nivel de riesgo (sensuSEMARNAT 2010) no están siendo estudiadas actualmente. Debido a ello, se plantearon acciones que podrían permitir entender y apoyar mejor las actividades de conservación que se hacen en México y que sería conveniente, colaborando con CIPAMEX, realizar al menos cuatro actividades: 1) publicar una reseña breve de la reunión; 2) planear la elaboración de una publicación que, al presentar experiencias de éxito, complemente lo ya existente sobre conservación de aves en México (e. g., Gómez de Silva y Oliveras de Ita 2003); 3) establecer oficialmente un simposio sobre el tema que se realice en diferentes congresos cada año, y 4) revisar y actualizar continuamente dos listas: i) la de especies de aves consideradas a nivel federal en algún nivel de riesgo y ii) la de las AICA. Dichas actualizaciones deberían realizarse independientemente de los tiempos de las instituciones federales y de otras organizaciones involucradas. Creemos que si estas propuestas logran completarse, se motivará a que se realicen otras acciones de conservación de aves en el país, pues a través de dichas actividades se podrían captar nuevos estudiantes y se podría motivar a profesionales del área a que participen activamente.
Aun cuando el éxito de las estrategias y acciones de conservación enfocadas a las aves dependen de muchos intereses, a veces complejos y contrapuestos, consideramos de gran importancia que se implementen políticas públicas y se lleven a cabo acciones de manejo con este grupo biológico. Estas actividades deberían estar apoyadas en la investigación científica, tomando sus resultados como base para realizar una discusión entre los diferentes actores sociales; si esto se logra creemos que es posible la conservación de las aves mexicanas, la integridad de sus sitios de reproducción y alimentación, y la permanencia de los corredores biológicos para que realicen su migración. Para ello, es necesario revisar leyes y ordenamientos ambientales a la luz de las experiencias que han puesto a prueba su eficiencia y operatividad. Creemos que de esta forma se generarán instrumentos legales que, de respetarse y no modificarse unilateralmente, contribuyan a la conservación efectiva y al manejo sustentable de la diversidad biológica de aves en el país. Para ello, se requiere que los funcionarios públicos encargados de la conducción de las dependencias gubernamentales del sector ambiental cuenten con amplia experiencia y profesiona lismo, y que tanto estos funcionarios como los investigadores y ciudadanos propicien de manera activa la participación y la colaboración en el tema. De otra forma, si los componentes políticos, sociales y económicos no son atendidos apropiadamente, la conservación de las aves en México podría verse fuertemente comprometida en un futuro cercano.