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Revista mexicana de ciencias agrícolas
versión impresa ISSN 2007-0934
Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.3 no.2 Texcoco mar./abr. 2012
Artículos
Alternativas para el control de la cenicilla (Oidium sp.) en pepino (Cucumis sativus L.)*
Alternatives for the control of powdery mildew (Oidium sp.) in cucumbers (Cucumis sativus L.)
Moisés Gilberto Yáñez Juárez1§, Jorge Francisco León de la Rocha1, Tirzo Paúl Godoy Angulo1, Roberto Gastélum Luque1, Miguel López Meza1, Jacobo Enrique Cruz Ortega1 y Lourdes Cervantes Díaz2
1 Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Carretera Culiacán-El Dorado km 17.5. A. P. 726, Culiacán, Sinaloa. México. 01 667 8461084. (deuco452@hotmail.com), (tirzopaul@hotmail.com), (gastelum_rgl@hotmail.com), (zepol_mm@hotmail.com), (cobicruz@hotmail.com).§Autor para correspondencia: moisesyj@uas.uasnet.mx.
2 Instituto de Ciencias Agrícolas de la Universidad Autónoma de Baja California. Carretera Blvd. Delta s/n. Ejido nuevo León, Valle de Mexicali. C. P. 21705. Mexicali, Baja California. México. 01 686 5230073 Ext. 118. (lourdescervantes@uabc.edu.mx).
* Recibido: enero de 2011
Aceptado: diciembre de 2011
Resumen
Esta investigación se realizó para conocer el efecto de sales de fosforo y potasio en el desarrollo y control de la cenicilla (Oidium sp.) en pepino. Plantas de pepino var. Poinset 76 con signos de la enfermedad fueron asperjadas con soluciones de bicarbonato de potasio, bicarbonato de sodio, fosfato monopotásico, nitrato de potasio, cloruro de potasio y fosfito de potasio. La aplicación de sales no presentó efectos significativos (p≤ 0.05) en la altura y número de hojas en las plantas evaluadas. Con fosfito de potasio la incidencia de la enfermedad varió entre el 27.9 y 32.4%, con bicarbonato de potasio entre 19.9 y 29.5% y en el testigo la variación fue entre 44.1 y 47.4%. Veintiséis días después de la primera aplicación (dda) las plantas tratadas con bicarbonato de potasio y fosfito de potasio mostraron 67.7 y 62.0% menor severidad que las testigo. Cuarenta y dos dda con bicarbonato de potasio y fosfito de potasio se logró 49.4 y 44.5% menos severidad que el testigo. Los resultados obtenidos mostraron que fosfito de potasio y bicarbonato de potasio a 5 y 4.7 g L, respectivamente, redujeron de manera significativa (p≤ 0.05) la incidencia y severidad de la enfermedad.
Palabras clave: Oidium, cucurbitáceas, fitomineraloterapia.
Abstract
This research was conducted to know the effect of phosphorous and potassium salts in the growth and control of powdery mildew (Oidium sp.) in cucumbers. Cucumber plants of the variety Poinset 76 with signs of the disease were sprayed with potassium bicarbonate, sodium bicarbonate, monopotassium sulphate, potassium nitrate, potassium chloride and potassium phosphite solutions. The application of salts showed no significant effects (p≤ 0.05) on the height and number of leaves of plants evaluated. With potassium phosphite, the incidence of the disease varied between 27.9 and 32.4%; with potassium bicarbonate, it was between 19.9 and 29.5%, and in the control, variation went between 44.1 and 47.4%. Twenty-six days after the first application (dda), plants treated with potassium bicarbonate and potassium phosphite showed 67.7 and 62.0% less severity than the controls. Forty-two dda with potassium bicarbonate and potassium phosphite, there was 49.4 and 44.5% less severity than in the control. Results showed that the potassium phosphite and potassium bicarbonate at 5 and 4.7 g L, respectively, reduced significantly (p≤ 0.05) the incidence and severity of the disease.
Key words: Oidium, cucurbits, phytomineralotherapy.
Introducción
El pepino (Cucumis sativus L.) es una de las hortalizas con mayor demanda en el mundo. En México es un cultivo importante por el consumo y recursos generados por su producción. Los estados de Sinaloa, Baja California, Michoacán y Morelos destacan como principales productores de esta hortaliza. En el año agrícola 2009 en Sinaloa fueron sembradas 2 791.68 ha de pepino de las cuales se obtuvieron 166 896.71 toneladas que generaron $344 078 740.0 por su comercialización (SIAP, 2009).
El cultivo de pepino está expuesto a diversas enfermedades entre las que destacan las causadas por hongos fitopatógenos que originan las cenicillas (Abbod y Lösel, 2003; González et al., 2010). Las cenicillas se sitúan entre los principales patógenos que afectan plantas. Aunque raramente causan la muerte del hospedante, reducen el rendimiento y calidad de plantas de importancia económica (Abbod y Lösel, 2003; Koike, 2007; Jones et al., 2009; González et al., 2010). Las cenicillas más importantes de las cucurbitáceas son las originadas por Erysiphe cichoracearum y Sphaerotheca fuliginea, su presencia en el campo usualmente ocurre en la fase asexual (Oidium sp.) y rara vez se observa la fase sexual (Stadnik, 2001). En Sinaloa es común observar la presencia de cenicilla infectando plantas de pepino (Félix et al., 2005). Esta situación obliga al productor a destinar recursos para su combate. El principal método de manejo de las enfermedades de las plantas ha sido el control químico que impacta negativamente en la biodiversidad de los agroecosistemas, lo que ha generado la búsqueda y desarrollo de alternativas ecológicas como la fitomineraloterapia (Zavaleta-Mejía, 1999).
La fitomineraloterapia es la aplicación de sales, denominadas compuestos biocompatibles, para la protección contra algunas enfermedades (Horst et al., 1992; Zavaleta-Mejía, 1999). Las sales minerales funcionan debido a que modifican las estructuras de crecimiento y reproducción del patógeno (Sivakumar et al., 2002, Bombelli y Wright, 2006) o bien, al promover el fenómeno de resistencia sistémica contra enfermedades en las plantas (MacDonald et al., 2001). Entre las sales que se han utilizado para el control de fitopatógenos que originan las cenicillas se encuentran los bicarbonatos, carbonatos, fosfitos y fosfatos. Los bicarbonatos de potasio, sodio y amonio, han sido empleados en el control de Sphaerotheca fuliginea,Oidium ly coper si cum, Leveillula taurica, S. pannosa y Bremia lactucae en plantas de pepino, tomate, chile, rosal y lechuga, respectivamente (Dik et al., 2003); el fosfato monopotásico en el control de S. fuliginea en pepino y calabacita y L. taurica en chile (Reuveni et al., 1995; Reuveni et al., 1999; Reuveni et al., 2000); también fosfito de potasio para el control de Phytophthora cinnamomi en lupin (Lupinus angustifolius L.); P. nicotianae en tabaco (Nicotiana tabacum L.); P. palmivora en papaya (Carica papaya Tourn); P. infestans, Fusarium solani y Rhizoctonia solani en papa (Solanum tuberosum L.); Heterodera avenae y Meloidogyne marylandi en trigo (Triticum sativum L.) y avena (Avena sativa L.) (Smillie et al., 1989; Oka et al., 2007; Lobato et al., 2008).
El objetivo del trabajo fue estudiar la efectividad de sale s para el control de la cenicilla en plantas de pepino; y al interés de buscar alternativas en el control de enfermedades.
Materiales y métodos
Ubicación del estudio y material vegetal
El presente trabajo se realizó en el invernadero experimental de la Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa ubicado en la carretera Culiacán-El dorado km 17.5, Valle de Culiacán, Sinaloa.
Se utilizó semilla de pepino variedad Poinset 76 germinada en peat moss (Sogemix-VTM, Québec, Canadá). Siete días después de germinadas las semillas fueron trasplantadas en macetas con capacidad de 4.5 kg con suelo tipo Vertisol crómico (Parra, 1995). Se trasplantaron dos plántulas por maceta, las plántulas se mantuvieron en condiciones de invernadero y se fertilizaron cada tercer día con una solución compuesta de 101 g de nitrato de potasio (KNO3), 200 g de nitrato de calcio (CaNO3), 136 g de fosfato monopotásico (KH2PO ) y 246 g de sulfato de magnesio (MgSO4.7H O) por cada 100 L de agua. La fertilización se aplicó de forma directa en el riego.
Tratamientos. Se evaluó el efecto de seis sales (bicarbonato de potasio, bicarbonato de sodio, fosfato monopotásico, nitrato de potasio, cloruro de potasio y fosfito de potasio) y un testigo sin sal (Cuadro 1). Las sales fueron diluidas en agua destilada.
Aplicación de sales. Se realizó con un atomizar manual y rociando la superficie foliar de las hojas hasta mojarlas a punto de goteo. Se llevaron a cabo 5 aplicaciones a intervalos de 7 días entre ellas. Las aplicaciones foliares se iniciaron una vez que las plantas habían formado dos hojas verdaderas y empezaron a mostrar infestación natural por cenicilla. Para confirmar la presencia de cenicilla se evaluaron características morfológicas de conidios y micelio obtenidos de las plantas con síntomas de la enfermedad y se realizó la identificación de acuerdo a las características morfológicas reportadas por Barnett y Hunter (1988).
Los tratamientos se distribuyeron en un diseño de bloques completos al azar utilizando 7 macetas por tratamiento (dos plantas por maceta). Las variables evaluadas por planta fueron altura de planta, número de hojas, número de hojas enfermas, incidencia y severidad de la enfermedad. Se practicaron dos evaluaciones mediante muestreos destructivos (una planta por repetición) a los 26 y 42 días después de la primera aplicación de los tratamientos (dda). Cada evaluación se realizó considerando sólo la guía principal de la planta. La altura de planta se midió desde la base de la planta hasta la parte apical de la misma. El número de hojas se determinó contando las hojas verdaderas formadas, además, se cuantificaron las hojas que presentaron síntomas de la enfermedad (número de hojas dañadas) y con estos datos se estimó mediante regla de tres la incidencia de la enfermedad la cual se expresó en porcentaje.
La severidad de la enfermedad se determinó considerando en cada hoja el área total de lámina foliar y el porcentaje que de ésta visiblemente estaba cubierta por el micelio del hongo. En la primera evaluación (26 dda) fueron evaluadas las hojas 2, 4 y 6 y en la segunda evaluación (42 dda) las hojas 6, 7 y 9.
Análisis de datos. Los datos obtenidos de las variables estudiadas fueron analizados estadísticamente y aquéllos que cumplieron con los supuestos de normalidad y homogeneidad de varianza, se sometieron a un análisis de varianza y comparación de medias con la prueba de Tukey (p≤ 0.05). Los datos que no cumplieron con los supuestos de normalidad y homogeneidad se analizaron con estadística no paramétrica, transformándose a rangos y determinando la diferencia entre tratamientos mediante la prueba de Friedman (p≤ 0.05) (Ramírez y López, 1993; Castillo, 2000).
Resultados y discusión
La aplicación de sales minerales no presentó efectos significativos que repercutieran en la altura y número de hojas en las plantas evaluadas. Con respecto a la altura de planta (AP) no se presentaron diferencias significativas (p≤ 0.05), a los 26 y 42 días después de la primera aplicación de los tratamientos (dda); sin embargo, a los 26 dda la AP fluctuó entre 104 cm y 122 cm, presentándose la mayor altura con el BP (bicarbonato de potasio) y la menor con el FM (fosfato monopotásico). En la segunda evaluación (46 dda) se encontró que la mayor altura se obtuvo en plantas asperjadas con B S (bicarbonato de sodio) y la menor con BP (bicarbonato de potasio) y el testigo (Cuadro 2). Del mismo modo no se presentaron diferencias significativas (Friedman, p ≤ 0.05) en el número de hojas entre tratamientos, encontrándose que el promedio más alto (23 hojas) se obtuvo en las plantas tratadas con BS y el más bajo (20 hojas) con NP. El promedio de las plantas testigo se ubicó una hoja por debajo del valor más alto y 2 hojas por encima del más bajo (Cuadro 2).
Resultados similares reportan Abbasi y colaboradores (2002) al realizar aplicaciones foliares de lignosulfanato de amonio y fosfato de potasio en plantas de chile y tomate para el control de la mancha bacteriana originada por Xanthomonas campestris pv. vesicatoria, no encontrando diferencias significativas en el crecimiento de las plantas tratadas con respecto a las testigo.
La fertilización foliar se emplea en la corrección de deficiencias nutrimentales que en un momento dado se presenten en el desarrollo de la planta o bien cuando no se logran cubrir los requerimientos nutrimentales con la fertilización común al suelo (Trinidad y Aguilar, 1999), teniendo efecto significativo en el estado nutrimental que incide directamente sobre la tasa de absorción foliar y que repercute en el crecimiento de la planta (Kannan 1986; Marschner, 1995). Lo anterior sugiere que los tratamientos evaluados no modificaron las condiciones nutrimentales de las plantas, por lo que no se modificó significativamente la altura de planta ni el número de hojas.
En el Cuadro 3 se muestran los resultados del número de hojas con incidencia de cenicilla. Se encontró que las plantas tratadas con BP y FP presentaron reducción significativa (Friedman, p ≤ 0.05) en el número de hojas enfermas (NHE), con promedios de 3.3.a 6.5 y 4.3 a 6.8 de hojas enfermas, respectivamente; encontrándose que a los 26 dda el BP disminuyó 55.4%; el NHE y con fosfito de potasio se redujo 41.9%; ambos casos con respecto al testigo. A los 42 dda el NHE se contrajo 33% con BP y 29.9% con FP.
El promedio más alto de hojas enfermas se presentó en plantas tratadas con NP (7.7) y CP (11.2) a los 26 y 42 dda, respectivamente. Transcurridos 42 dda, el promedio más alto (11.2) correspondió a las plantas tratadas con cloruro de potasio el cual fue estadísticamente igual (Tukey, p ≤ 0.01) al testigo (9.7).
En relación a la incidencia de la enfermedad (IE) se encontró que a los 26 dda las plantas tratadas con BP (19.9%) y FP (27.9%) presentaron porcentajes significativamente menores (Friedman, p≤ 0.05) con respecto al testigo (47.4%) (Cuadro 3); sin embargo, la evaluación realizada a los 42 dda indicó que la IE no fue modificada por los tratamientos debido a que los porcentajes obtenidos con BP (33 .3%) y FP (33.7%) fueron estadísticamente similares al testigo (44.1%), y al resto de los tratamientos (Cuadro 3); se localizó que a los 26 dda la IE se redujo 27.9% y 42 dda en sólo 14.6%.
Estos resultados se explican considerando que a través del tiempo, la cantidad de inoculo producido por el patógeno se incrementa, originando que las plantas tratadas enfrenten mayor presión de la enfermedad. Resultados similares encontraron Reuveni y Rauveni (1995) en plantas de pepino asperjadas con fertilizantes a base de fosforo y potasio, para el control de S. fuliginea donde reportan aumentos significativos en la concentración del inoculo a través del tiempo.
Los resultados obtenidos de la severidad de la enfermedad se ilustran en la Figura 1 y 2. De manera general, se descubrió efecto significativo contra la enfermedad con los diferentes tratamientos (Friedman, p≤ 0.05). Con BP y FP se presentó la menor SE, mientras que con BS la severidad fue similar al tratamiento testigo. Asimismo, se observó que la severidad disminuyó a medida que la hoja evaluada se situaba a mayor altura en la planta, encontrándose que en la hoj a 2, 4 y 6 los promedios de severidad fluctuaron 12.1 a 79.8%; de 8.1 a 57.7% y de 8.1 a 45.5%, respectivamente; registrándose la menor SE con BP (de 37.4 a 67.7%) y con FP (de 37.4 a 62%) con relación al testigo (Figura 1).
La expresión de la severidad a los 42 dda registradas en la hoja 7 indicó que con BP (13.5 %) y FP (18.4%) se obtuvieron porcentajes significativamente menores al testigo (62.9%). En la hoja 9, los promedios de SE obtenidos fluctuaron entre 9.0 y 42.7%. El análisis estadístico mostró diferencias significativas (p≤ 0.01) y las plantas tratadas con FP y BP redujeron significativamente la SE (p≤ 0.01) con promedios de 9.0 y 15.4%, respectivamente (Figura 2).
Con base a los resultados obtenidos en el presente experimento, fue evidente que la aplicación foliar con BP a 4.7 o FP a 5 g L, reducen significativamente la incidencia y severidad de Oidium sp., en plantas de pepino.
El efecto de sales de potasio contra patógenos del follaje y la raíz en plantas cultivadas ha sido documentado en años anteriores y se explica por el mecanismo de resistencia sistémica adquirida por las plantas que son tratadas con estas sales, aunada a la acción nociva que ejercen las sales en los fitopatógenos involucrados (Descalzo et al., 1990; Reuveni et al., 1994; Reuveni y Reuveni, 1995; Davis y Gran, 1996; Reuveni et al., 2000; Tuset et al., 2003; Yandoc-Ables et al., 2007; Deliopoulos et al., 2010). Se conoce que los fosfitos son compuestos derivados del ácido fosforoso que combinados con diferentes cationes y aplicados a las plantas, tienen un efecto inductor de los mecanismos de defensa contra enfermedades (Lovatt y Mikkelsen, 2006; Lobato et al., 2008). Al respecto, Smillie et al. (1989), señalan que aplicaciones de fosfitos a las raíces de plantas de lupin (Lupinus angustifolius L.), tabaco (Nicotiana tabacum L.) y papaya (Carica papaya Tourn), presentaron protección contra Phytophthora cinnamomi, P. nicotianae, and P. palmivora, respectivamente; asimismo, señalan que los fosfitos inhibieron el crecimiento de los hongos cuando fueron evaluados in vitro. Por su parte, Lobato et al. (2008) reportan que la protección resultante de la aplicación de fosfito a tubérculos de papa fue alta contra P. infestans, intermedia contra Fusarium solani y baj a contra Rizocthonia solani.
Los resultados obtenidos en las dos evaluaciones de IE y SE (26 y 42 dda), indicaron que el FP a 5 g litro aplicado al follaje fue eficaz en el control de la cenicilla del pepino originada por Oidium sp., este efecto positivo probablemente se debió a la producción de fitoalexinas, las cuales son metabolitos generados por las plantas, presentes en niveles no detectables en plantas sanas y que se producen en altas cantidades como respuesta a estímulos patogénicos, físicos y ambientales (Misaghi, 1982). La producción de fitoalexinas, probablemente fue favorecida por los fosfitos lo cual es sugerido por Lovatt y Mikkelsen (2006). Además, el efecto negativo directo de los fosfitos sobre el desarrollo y esporulación del hongo que origina la cenicilla es un factor adicional que pudo contribuir en el control. En este sentido, Davis y Grant (1996) probaron que una concentración de fosfanato de potasio a 0.3 mM inhibió la producción de microconidias de Fusarium oxysporum f.sp. cubense. Smillie et al. (1989) encontraron que los fosfitos tuvieron una acción negativa directa sobre el crecimiento de tres especies de Phytophthora.
Por otro lado, la dosis de fosfito probada en este trabajo, no generó efecto negativo en el desarrollo de las plantas tratadas. Al respecto, existe evidencia que demuestran que altas concentraciones de fosfitos pueden inducir fitotoxicidad en las plantas (Lovatt y Mikkelsen, 2006).
También, fue evidente que las plantas que recibieron BP a 4.7 g L presentaron los niveles más bajos de la enfermedad (IE y SE). Se ha indicado que el efecto benéfico obtenido con el uso de bicarbonatos es debido al efecto tóxico que tiene sobre las estructuras de los patógenos, la reducción de la susceptibilidad del hospedante y la modificación del pH en la superficie del follaje en las plantas (Punja y Grogan, 1982; Depasquale y Montville, 1990; Ziv y Zitter, 1992; Fallik et al., 1997; Zavaleta-Mejía, 1999; Bombelli y Wright, 2006). Al respecto, diferentes estudios realizados por Dik y colaboradores (2003) confirmaron que los bicarbonatos, sulfatos y fosfatos contrarrestan la cenicilla del pepino S. fuliginea, en tomate, Oidium lycopersicum, en chile dulce Leveillula taurica, en rosas S. pannosa y en lechuga Bremia lactucae, controlando la incidencia entre 5 0 y 90%, siendo los bicarbonatos los compuestos más eficaces. Los mismos autores refieren que los bicarbonatos pueden ser otra alternativa para el control de enfermedades foliares. De igual forma, McGrath y Shishkoff (1999), evaluaron sales que denominaron productos biocompatibles, para el manejo de la cenicilla en diferentes cucurbitáceas y encontraron que el empleo de bicarbonato de potasio disminuyó el daño por cenicilla, mejoró la producción y el contenido de sucrosa en los frutos.
Los resultados obtenidos en las plantas tratadas con bicarbonato de sodio a una concentración de 4 g L, mostraron que esta sal no es una alternativa para el manejo de la cenicilla, debido a que la incidencia y severidad obtenida fue semejante al tratamiento testigo; sin embargo, se tiene evidencia documental que demuestra los beneficios que se puede obtener empleando esta sal de manera preventiva contra diferentes agentes fitopatógenos, incluyéndose las cenicillas (Horst et al., 1992; Ziv y Zitter, 1992; Fallik etal., 1997; Sivakumar et al., 2002 ; Tatagiba et al., 2002).
El tratamiento con fosfato monopotásico, nitrato de potasio o cloruro de potasio una vez que aparecieron los primeros síntomas de la enfermedad, no mostró control significativo de la cenicilla del pepino, lo cual difiere con lo reportado por Reuveni y colaboradores (1994) quienes indican que la aplicación al follaje de una solución a 0.1M con sales de fosforo (K2HPO4, KH2PO4 NH4H2PO4) o potasio (KCL, KNO3, KSO4) sobre la superficie de la primera hoja verdadera de pepino, previo a la inoculación, protegió en más de 94% contra S. fuliginea. La posible explicación a la diferencia de resultados, se puede dar considerando que el efecto de estas sales de potasio contra el desarrollo de la enfermedad, es principalmente por la inducción de la resistencia sistémica de las plantas y que aplicarlas de manera preventiva es más eficiente.
Conclusiones
Las sales de bicarbonato de potasio, bicarbonato de sodio, fosfato monopotásico, nitrato de potasio, cloruro de potasio y fosfito de potasio no modificación la altura ni el número de hojas de plantas de pepino.
La incidencia y severidad de cenicilla (Oidium sp.) fue controlada de manera significativa en plantas de pepino tratadas con bicarbonato de potasio a 4 g L y fosfito de potasio a 5 g L.
Literatura citada
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