En el noreste de México durante el verano la precipitación es abundante y escasa el resto del año (Vargas et al., 2007). Esto tiene una relación directa con la producción de forraje, que se presenta de manera estacional; con abundancia en los meses de máxima precipitación (mayo-octubre), donde los pastos llegan a tener su máxima producción de biomasa, reportándose tasas de crecimiento de hasta 140 kg ha-1 día-1, en contraste durante los meses de mínima precipitación, el crecimiento del pasto es relativamente nulo (Garay et al., 2019).
Aunado a la disminución en la producción de forraje, el valor nutritivo de este es deficiente, el cual presenta valores de proteína cruda y digestibilidad menores a 50 y 400 g kg-1, respectivamente (Ávila, 2013), por lo que no se logra cubrir los requerimientos de los rumiantes a través de forraje y en especial la proteína (Belachew et al., 2013).
Una alternativa para contrarrestar la falta de disponibilidad de forraje durante la época seca es la conservación de forraje, el cual puede ser mediante el ensilado. Con este método, se conservó gran parte del valor nutritivo del forraje y con ello se reduce significativamente la utilización de concentrados durante la época de estiaje (Garcés et al., 2004).
Para incrementar el valor nutritivo de los ensilados de gramíneas se han realizado mezclas con leguminosas, como es el caso del maíz con forraje de soya (Ni et al., 2018). En este sentido Cheng et al. (2021), al evaluar mezclas de forraje de soya y maíz en proporciones de 25:75 y 50:50, reportaron diferencias significativas en los contenidos de proteína cruda (99 vs 147 g kg-1) y la digestibilidad in vitro (732 vs 787 g kg-1).
El pasto buffel [Pennisetum ciliare (L.) Link. (Sin. Cenchrus ciliaris L.)] es un forraje adaptado y de uso frecuente en el noreste de México, principalmente por ser una gramínea de rápido crecimiento y porque tolera la sequía y el pastoreo intensivo (Garay-Martínez et al., 2017); sin embargo, su valor nutritivo es bajo, a las 8 semanas presenta contenidos de proteína cruda y digestibilidad in vitro de ≈74 y ≈563 g kg-1, respectivamente (Garay et al., 2020).
Por otra parte, el forraje de soya [Glycine max (L.) Merrill] puede ser una alternativa para la complementación de la alimentación de rumiantes, en especial, durante la época seca (Ávila et al., 2014), ya que presenta contenidos de proteína cruda y digestibilidad de ≈200 y ≈600 g kg-1, respectivamente (Díaz et al., 2003; Touno et al., 2014), por lo que la combinación de ambos forrajes podría generar un ensilado con deseables características nutrimentales. Por lo anterior, el objetivo de este estudio fue evaluar el valor nutritivo de ensilados en diferentes proporciones de forraje de soya y pasto buffel en condiciones subtropicales.
El estudio se realizó en condiciones de temporal de septiembre a diciembre de 2019, en la Posta Zootécnica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, ubicada en el municipio de Güémez, Tamaulipas, México. Las coordenadas geográficas son 23° 56’ 26.5” latitud norte y 99° 05’ 59.9” longitud oeste, a 193 msnm. El clima del lugar es de tipo BS1(h’) hw (Vargas et al., 2007). El suelo es de textura arcillosa, con pH de 8.3, la relación de absorción de sodio es de 0.19, con contenidos de materia orgánica y nitrógeno de 4.2 y 0.25%, respectivamente (Garay-Martínez et al., 2018).
Los tratamientos evaluados fueron ensilados de diferentes proporciones de pasto buffel y soya: S50B50 (50% forraje de soya + 50% forraje de pasto buffel), S25B75 (25% forraje de soya + 75% forraje de pasto buffel) y B100 (100% forraje de pasto buffel). El forraje de soya utilizado fue de la variedad comercial Huasteca 200, la cual se cosechó a 13 semanas después de la siembra y se encontraba en la etapa reproductiva R 6.0 (Fehr et al., 1971). El pasto buffel se cosechó de una pradera que tenía 10 semanas de rebote y se encontraba al inicio de la floración.
Para el cultivo de la soya, la preparación de terreno y control de malezas y plagas se realizó de acuerdo con el paquete tecnológico para la producción de soya en el estado de Tamaulipas (Maldonado et al., 2007). La siembra se realizó el 07 de septiembre del 2019, en surcos a 0.8 m de distancia, donde se depositó la cantidad de semilla suficiente para asegurar 20 ±2 plantas por metro lineal y con ello obtener una densidad de ≈250 000 plantas ha-1.
Dos días entes de elaborar los ensilados, de cada forraje se tomaron tres muestras, las cuales se separaron en componentes morfológicos: hoja (foliolo + raquis + peciolo), tallo, vaina (valva + semilla) y material muerto (˃ 60% del tejido clorótico) y se siguió la metodología descrita por Garay-Martínez et al. (2018) para determinar el rendimiento de forraje y contenido de materia seca (Cuadro 1).
Forraje | MVT | MST | MS | Hoja | Tallo | Vaina* | MM | ||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
(t ha-1) | (%) | (%) | |||||||
Huasteca 200 | 14.17 | 4.25 | 30 | 44 | 21 | 25 | 10 | ||
Pasto buffel | 7.69 | 2.69 | 35 | 50 | 35 | - | 15 |
MVT= materia verde total; MST= materia seca total; MS= materia seca; MM= material muerto; *= vaina incluye valvas y grano.
Para elaborar los ensilados, se cosecharon 100 kg de forraje de cada material, los cuales se cortaron a 5 y 10 cm sobre el nivel del suelo para el pasto buffel y soya, respectivamente. Dicho forraje se picó a un tamaño de partícula de 2 ±0.5 cm. Posteriormente, a cada forraje picado, por separado se agregó el 2% de melaza (disuelta en agua en proporciones 1:1) en base materia húmeda y se homogenizó.
El forraje se pesó y mezcló en las diferentes proporciones para obtener los tratamientos descritos anteriormente. Dichas mezclas se depositaron en microsilos de PVC (6” × 40 cm, con tapa fija en un extremo), se compactaron y se sellaron con una capa de polietileno fijada con cinta adhesiva para ductos.
Los microsilos se almacenaron y trascurridos 90 días se abrieron y se obtuvieron muestras para analizarlas. La proteína cruda y extracto etéreo (g kg-1) se determinaron mediante la metodología descrita por la (AOAC, 2019). La fibra detergente neutro y fibra detergente ácido (g kg-1), se determinaron mediante el procedimiento descrito por Van Soest et al. (1991). La energía metabolizable (Mcal kg-1) se estimó usando el modelo de la AFRC (1993). Los datos se analizaron con el procedimiento GLM de SAS (2002) con base en un diseño completamente al azar con tres repeticiones. La comparación de medias se efectuó mediante la prueba de Tukey ((= 0.05).
El valor de PC fue diferente (p< 0.01) entre tratamientos evaluados, siendo la combinación en partes iguales de forraje de soya y pasto buffel (S50B50) la que tuvo el mayor valor; el cual fue 38 y 97% mayor, en comparación con los tratamientos S25B75 y B100, respectivamente. Lo anterior, coincide con reportes con ensilados de soya donde se utilizaron combinaciones similares al presente estudio, con la diferencia de que en dichos estudios usaron forraje de maíz o sorgo (Ni et al., 2018) o rastrojo de maíz (Cheng et al., 2021) en lugar de pasto buffel.
Por otro lado, como se puede observar, a medida que se incrementó el pasto buffel disminuyó el valor de PC, esto se debe a la diferencia en el contenido de proteína en el forraje de soya y pasto buffel (Jahanzad et al., 2016).
Asimismo, el hecho de que todos los tratamientos incluyeran melaza ayudó a reducir la pérdida del contenido de PC por un incremento de la proteólisis (Ni et al., 2018), situación que es común en procesos de ensilaje de leguminosas cuando faltan fuentes de carbohidratos solubles. En contraste, cuando se incluyen este tipo de carbohidratos, se favorece una rápida caída del pH durante las etapas iniciales de la fermentación, con lo cual se produce una inhibición de la acción de las bacterias proteolíticas, lo que conduce a una menor producción de amoniaco-N (Cheng et al., 2021) y en consecuencia existe una menor pérdida de PC, como lo observado en el presente estudio.
Por otra parte, en el presente estudio cuando se agregó 25% de forraje de soya y 75% de pasto buffel, el valor de PC incrementó 43% (de 65 a 93 g kg-1). Con esto se garantiza una actividad óptima de la población de microorganismos del rumen y por ende la digestión adecuada de la fibra, dado que la concentración mínima de PC recomendada en la alimentación de rumiantes en pastoreo es de 70 g kg-1 (Belachew et al., 2013).
Con respecto al contenido de FDN (p< 0.01) y FDA (p< 0.01) se encontraron mayores contenidos en el ensilado con solo pasto buffel. Lo anterior, se puede explicar por el uso de la melaza, la cual promovió una transformación eficiente de los azúcares a ácido láctico, reduciendo la proteólisis (Rosa et al., 2020). Al respecto, la inclusión de melaza en procesos de ensilaje con forraje de soya provoca una mayor reducción de los valores de pH en los primeros 10 días de fermentación (Rosa et al., 2020), lo cual se asocia con un rápido desarrollo de bacterias productoras de ácido láctico.
El pH ácido inhibe el desarrollo de microorganismos indeseables, con lo cual se conservó un mayor contenido celular en los forrajes, debido a que se favorece la presencia de enzimas celulolíticas. Dichas enzimas actúan sobre la celulosa contenida en la pared celular de las plantas, rompiendo los enlaces glucósidos β-1-4 liberando azúcares, de tal forma que la melaza ayuda a la liberación de azúcares adicionales, con lo cual se propicia un proceso de fermentación más adecuado (Rosa et al., 2020).
En este mismo sentido, el mayor contenido de FDA en el ensilado con sólo pasto buffel, pudo deberse a un menor contenido de hemicelulosa (Rosa et al., 2020), aunado a que este tipo de ensilados se asocian con una mayor presencia de ácidos orgánicos (Ni et al., 2018), los cuales hidrolizan la fracción de pared celular más digestible durante el ensilaje (Larsen et al., 2017) y esto provoca que se reduzca la calidad nutrimental de este tipo de ensilados.
El ensilado con proporciones iguales de soya y pasto buffel (S50B50), presentó el mayor valor de EE (p< 0.01), 27% superior en comparación con los demás tratamientos (Cuadro 2). Este comportamiento se debió a la mayor proporción de forraje de soya, el cual contenía del 25% de valvas y grano (Cuadro 1) y este último aporta aceite en concentraciones altas (Bernard, 2011).
Tratamiento | PC | FDN | FDA | EE | EM |
---|---|---|---|---|---|
(g kg-1) | (Mcal kg-1) | ||||
S50B50 | 128a | 513c | 355b | 28a | 1.71a |
S25B75 | 93b | 596b | 389ab | 23b | 1.54b |
B100 | 65c | 692a | 408a | 21b | 1.43b |
P-value | <0.01 | <0.01 | <0.01 | <0.01 | <0.01 |
S50B50= 50% forraje de soya + 50% forraje de pasto buffel; S25B75: 25% forraje de soya + 75% forraje de pasto buffel; B100= 100% forraje de pasto buffel; PC= proteína cruda; FDN= fibra detergente neutro; FDA= fibra detergente ácido; EE= extracto etéreo; EM= energía metabolizable. Literales diferentes (a, b, c) entre líneas, indican diferencia estadística significativa (Tukey; (= 0.05).
Sin embrago, se debe tener en cuenta que después del proceso de ensilaje los valores de EE tienden a disminuir (Ni et al., 2018; Cheng et al., 2021), la razón de ello aún no se conoce con claridad, pero es posible que dicho compuesto se pierda como efluentes por lixiviación (McDonald et al., 2002).
El valor EM fue 15% mayor (1.71 vs 1.49 Mcal kg-1; p< 0.01) en el tratamiento con proporciones iguales de soya y pasto buffel (S50B50), esto es probable se deba a que el valor de EM del pasto buffel es menor que el de la soya forrajera, lo cual es consistente con los resultados obtenidos por Blaunt et al. (2006); Cheng et al. (2021).
Conclusiones
Realizar ensilados de soya y pasto buffel podría ser excelente alternativa para la alimentación de rumiantes en época de estiaje, pues el estudio demostró que es un ensilado adecuado para la alimentación de rumiantes. En particular, la combinación de 50% forraje de soya y 50% pasto buffel fue con la que se obtuvo el ensilado con el mejor perfil nutrimental.