Introducción
Uno de los instrumentos más importantes de la política ambiental mexicana son las áreas naturales protegidas (ANP). Desde su inicio se consideró substancial incluir a los habitantes locales en su manejo, aunque se venía arrastrando una visión de conservación basada en el establecimiento de vedas permanentes al uso de los recursos forestales y la expropiación del territorio para protegerlo (Bautista-Calderón, 2007), lo cual condujo a la creación de los parques nacionales, y con ello, se restringió formalmente el aprovechamiento de los bosques a las comunidades.
En los hechos, los pobladores de estas áreas y sus zonas de influencia hacen uso de los bienes y servicios que estos ecosistemas brindan, y establecen instituciones comunitarias (no necesariamente formales, explícitas, ni reconocidas por las instituciones del Estado) que se pueden enmarcar dentro de los sistemas de recursos de uso común (Thomé, 2016). Una de sus principales características es el derecho compartido entre los miembros de la colectividad con base en un conjunto de reglas de acceso aceptadas por el grupo y que excluye a otros agentes no propietarios o poseedores, aunque no siempre se apeguen al principio de igualdad en cuanto al derecho al uso del recurso, pues más bien existen prácticas de diferenciación social (Ostrom, 1990; Álvarez, 2006).
Esta investigación tomó como estudio de caso al ejido San Francisco Oxtotilpan (SFO), por ser la institución formal de manejo del territorio más articulada a sus pobladores- comunidad como un sistema de recursos de uso común, en particular los forestales, pues se reconoce, además, su estrecha relación con las áreas naturales protegidas en las que se ubica.
El presente trabajo es una aportación al conocimiento de la relación sociedad-naturaleza en las áreas naturales protegidas de México con un acercamiento cualitativo que considera la perspectiva de análisis de una comunidad indígena, Matlatzinca, en el contexto de reestructuración del marco normativo de la región del Nevado de Toluca. El momento de adecuación jurídica está en discusión por diferentes actores sociales y, muchas veces, sin la suficiente información sobre la dinámica socio ambiental de dichas áreas. Por lo tanto, este estudio puede generar algunos indicadores para contribuir al proceso de diseño, instrumentación y ejecución de nuevas políticas públicas dirigidas al aprovechamiento sustentable y a la conservación de los bienes y servicios ambientales.
Materiales y Métodos
El ejido SFO forma parte del municipio Temascaltepec, al suroeste del Estado de México, con una superficie total de 2 107 ha, distribuidas en 1 950 ha de bosque (de pino y oyamel principalmente), 130 ha de pastizales y 27 ha de cultivo y se integra al pueblo indígena Matlatzinca (Figura 1). Su suelo es de vocación forestal, aunque en él se realizan actividades agrícolas y en menor medida de ganadería extensiva.
El territorio Matlatzinca se puede considerar como un metasistema, conformado por el ejido y los bienes comunales. Fisiográficamente, el primero abarca, en esencia, bosques de Pinus y Abies-Pinus con pequeñas áreas agrícolas y pastizales, mientras que el segundo presenta bosques de Pinus y Abies-Pinus, valles agrícolas y asentamientos humanos que conforman el pueblo con sus siete barrios. Aquí no hay asentamientos humanos, pues tanto los ejidatarios como los demás habitantes del pueblo viven en el área de los bienes comunales.
Según el enfoque de los sistemas socioecológicos (Walker et al., 2002), de la cota de los 3 000 msnm, el área natural protegida Nevado de Toluca, hasta 2013 con categoría de Parque Nacional, contenía áreas forestales que estaban vedadas al uso productivo. Otro subsistema estaba por debajo del límite mencionado, pero dentro del Área de Protección de Recursos Naturales Valle de Bravo, Malacatepec, Tilostoc y Temascaltepec (APRNVBMTT), con zonas de aprovechamiento forestal. Finalmente, al oeste del ejido se ubica una pequeña franja en el área protegida estatal Parque Estatal Santuario del Agua Corral de Piedra.
Este escenario ha sido recategorizado de Parque Nacional a Área de Protección de Flora y Fauna, y hasta 2016 está en proceso de subzonificarse con la elaboración de los Programas de Conservación y Manejo de las dos áreas naturales protegidas federales (Figura 2).
Se realizó una investigación documental sobre el aprovechamiento de recursos naturales y la organización en el núcleo agrario y la localidad, con el fin de conocer los antecedentes y situación actual sobre el proceso de apropiación del territorio y sus recursos forestales.
Se emplearon métodos cualitativos para la recopilación de la información de primera mano y un método descriptivo para analizar las perspectivas de los ejidatarios.
En primera instancia se llevaron a cabo entrevistas con informantes clave como representantes agrarios, ejidatarios y familiares, asesores de organizaciones privadas y operadores de políticas públicas que inciden en la región. Durante el trabajo de campo, apoyados con el método de observación participante (Kawulich, 2006), se registraron los procesos de gestión de programas de gobierno y se ofreció acompañamiento en el recorrido de supervisión de programas de subsidio gubernamental en materia forestal en bosques del lugar.
En segunda instancia, se hizo una encuesta a 33 de los 69 ejidatarios en activo sobre la percepción en el uso de los recursos forestales del ejido y la relación con el área natural protegida Nevado de Toluca, mediante un cuestionario con 18 reactivos, con dos matrices de doble entrada sobre uso de recursos forestales. No se consideró una muestra probabilística, sino de intensión consentida por parte de los ejidatarios al que se tuvo acceso durante el trabajo de campo y a que en una primera aplicación, con sólo 13 individuos, los resultados mostraron poca variabilidad en las respuestas. Esta información se sistematizó con base en una escala de percepción del estado de conservación de los recursos forestales, la cual se ordenó y analizó mediante estadística descriptiva para generar un modelo conceptual de apropiación de la naturaleza mediante un análisis de los flujos (García, 2006; García y Toledo, 2008) aplicado al sistema de uso común de recursos forestales del ejido.
Por otra parte, se propuso un escenario del uso de recursos forestales en el ejido bajo el nuevo marco normativo a partir de su uso actual, obtenido mediante la investigación documental y de campo, y se le comparó con lo permitido en las propuestas de programas de conservación y manejo en revisión de las ANP federales Nevado de Toluca y APRNVBMTT.
Resultados y Discusión
Caracterización del Sistema de Recursos Forestales de Uso Común del ejido San Francisco Oxtotilpan (SRFUC-SFO)
El SRFUC-SFO se conceptualiza como espacio geográfico delimitado dentro del territorio ejidal con 2 080 ha de bosque y pastizales, a excepción de las 27 ha de agricultura. Desde la perspectiva social, se considera a los 69 ejidatarios que participan en forma directa o indirecta en las asambleas y actividades acordadas en ellas, de los cuales 48 son hombres y 21 mujeres.
Como entorno inmediato de este sistema se conceptualiza a los Bienes Comunales de SFO y algunas pequeñas propiedades que en su conjunto conforman el Pueblo de SFO (metasistema); entre ellos existen importantes intercambios de materia, energía e información, e incluso se comparten sus propiedades.
En la muestra de ejidatarios encuestados el intervalo de edad es de los 32 a los 85 años, con un promedio de 67 años para las mujeres y 60.7 para los hombres, lo que representa un proceso de envejecimiento en la asamblea ejidal, aunque 22% de los ejidatarios tiene de 30 a 49 años que representan al relevo generacional.
La escolaridad incluye desde la carencia total de estudios a la secundaria terminada (9 años); se destacan dos grupos dominantes, uno de mujeres sin estudios y otro de hombres con primaria concluida. El promedio de instrucción académica por género es de 1.9 años en las mujeres y de 4.8 años en los hombres. A partir de lo anterior sobresale el hecho de que las mujeres acumulan más edad y menos escolaridad como resultado de una histórica inequidad de género en cuanto al acceso a la tierra y la educación.
Es importante mencionar que las familias conforman redes que les confieren a sus integrantes un capital social que les permite el acceso a diferentes espacios y disponibilidad de recursos, lo cual propicia una mayor cohesión a los grupos, conformando así modos de vida que aprovechan el uso múltiple del bosque. Esta situación le da la característica de sistema difuso al SRFUC, pues los comuneros y familiares de ejidatarios pueden acceder a los recursos forestales por su relación con los mismos.
En el caso de los recursos maderables para autoconsumo (viviendas, áreas accesorias y herramientas), el área natural protegida Nevado de Toluca es el área de abastecimiento para todos los miembros del “pueblo” (ejidatarios, comuneros, avecindados y sus familiares), cuyas casas se asientan, principalmente, dentro de las tierras de los Bienes Comunales. El presidente del Comisariado Ejidal otorga la autorización de aprovechamiento para un volumen adecuado a este uso, de manera que no se dé lugar a una extracción excesiva de madera.
Con la asesoría de un Prestador de Servicios Técnicos Forestales (PSTF) se ejecuta el Plan de Manejo Forestal en el área fuera del ANP Nevado de Toluca; así, se establece el volumen de madera que se va a extraer, para lo cual se seleccionan y se marcan los árboles para el aprovechamiento. En esta actividad, junto con el uso comercial de recursos no maderables y en el pago por servicios hidrológicos, quienes tienen derecho a recibir utilidades o reparto, son los 69 ejidatarios formalmente reconocidos y listados. Además, el ejido aporta recursos para beneficio común como las fiestas patronales y las escuelas primaria y secundaria.
Desde hace más de 15 años, la madera es vendida anualmente a un comprador de la zona metropolitana de Toluca, quien es un empresario de la industria maderera, que la adquiere en el terreno (venta en pie) y la extrae con su personal; también contrata a un documentador que supervisa la extracción de la madera y al Consejo de Vigilancia que supervisa estas labores. Sin embargo, los miembros del ejido no tienen conocimientos de cubicación de madera por lo que quedan supeditados a lo que indique el técnico y el documentador. Finalmente, la madera en troncos, ya propiedad del comprador, es trasladada al aserradero para su transformación en productos comerciales.
El PSTF brinda información a la asamblea ejidal en la que se consulta sobre aspectos del manejo del bosque y su comercialización, pero dichas explicaciones se dan en forma sintetizada y no todas son comprendidas por los ejidatarios, ni los representantes agrarios, dada su complejidad técnica y los bajos niveles de escolaridad de la mayoría de ellos, quienes, en muchos casos, intuyen que lo que les comunican, tanto el técnico y en algunos casos el comprador de la madera (contratista), no es totalmente cierto (resultado de entrevistas con varios ejidatarios).
En el área natural protegida, al no ser de interés comercial, el conocimiento técnico y científico y el monitoreo del territorio por parte del ejido es casi nulo, a excepción de áreas bajo supervisión por haber realizado el saneamiento forestal, o que están comprometidas para reforestación en proyectos gubernamentales o en el Programa de Pago por Servicios Ambientales Hidrológicos. En algunas ocasiones se hacen recorridos de reconocimiento del lugar.
En general existe una ambigüedad sobre el control y apropiación de estos terrenos, pues aunque los ejidatarios saben que formalmente es del ejido, no la consideran bajo su control, por lo que es muy común entre ellos la expresión: “Para cuidar, sí es nuestro, tenemos la responsabilidad, pero si queremos aprovechar, ahí sí no podemos, ya no es nuestro, es del gobierno”.
A partir de lo anterior, queda claro que los datos de orden técnico y científico dasonómico y ambiental utilizados para elaborar el Programa de Manejo Forestal con el cual se toman decisiones en el uso de esta parte del territorio, son manipulados, principalmente, por agentes técnicos ajenos al ejido (PSTF, autoridades gubernamentales y el comprador, entre otros). Por lo tanto, prevalece una práctica tecnocrática que resulta más conveniente para los representantes gubernamentales, que para la propia comunidad, en la que los ejidatarios tienen una participación limitada en el control de sus recursos forestales.
Desde el punto de vista gubernamental, es menos complicado establecer un plan de manejo que solo considere aspectos técnicos, lo que podría excluir cualquier nivel de participación simbólica (informar, consultar y apaciguar) y de poder ciudadano (asociarse y delegar poder) (Arnstein, 1996).
No obstante, en la vida cotidiana de la población, en el ejido se realizan labores de mantenimiento y conservación del bosque mediante faenas o trabajo cooperativo, así como de los caminos de extracción, bajo las indicaciones de quienes representan al PSTF y la aprobación de las actividades en asamblea. De hecho, es frecuente que el PSTF solo dé las indicaciones y sea el Comisariado Ejidal y el Consejo de Vigilancia quienes planeen, convoquen y supervisen en campo las tareas.
Así por ejemplo, destacan algunas prácticas propias de la comunidad como el uso y manejo del musgo (Thuidium sp.), de la vara de perlilla (Symphoricarpos microphyllus HBK.) y de la vara blanca (Salvia hirsuta Jacq.). Los compradores externos al SFO se acercan a las autoridades para negociar su explotación y comercialización. Una vez hecho el acuerdo, los representantes agrarios del ejido solicitan al PSTF la elaboración del estudio técnico justificativo y una notificación a Semarnat. La gestión para la autorización se hace entre el PSTF y el comisariado y posteriormente es “vendida” al comprador, quien generalmente trae a sus trabajadores para la extracción. Aun cuando dicha operación debiera dar cumplimiento de la normatividad ambiental y forestal, no es supervisada por el Comité de Vigilancia debido a que los mismos miembros y los trabajadores desconocen las condicionantes regulatorias para el aprovechamiento sustentable del recurso.
Por medio de la encuesta sobre la percepción del acceso y uso de los productos forestales, se identificaron 17, de los cuales 11 son los reconocidos por más de la mitad de los encuestados. Los recursos más utilizados son madera, leña, agua, morillos, hongos, vara de perlilla y musgo. El acceso a estos lo tienen 90% de quienes se identifican como ejidatarios y avecindados (Figura 3).
Con respecto al agua, en el predio existen 23 manantiales, corren 9.2 km de corrientes permanentes y 27.9 km de flujos intermitentes (Información de campo del Ordenamiento Territorial Comunitario de San Francisco Oxtotilpan), las cuales sirven para abastecer de agua potable, para riego agrícola y para el cultivo de trucha.
Nuevamente, con base en los resultados de la encuesta, la percepción sobre el estado de los recursos forestales es para la mayoría de los ejidatarios muy bueno y bueno en 14 de los 15 recursos mencionados, a excepción del paisaje (uso turístico), del que se tiene una percepción mala, regular y, en menor medida, muy mala. En la Figura 4 se presenta un modelo del SRFUC de SFO elaborado con base en el análisis de flujos y de apropiación de la naturaleza (García, 2006; García y Toledo, 2008).
Este sistema de recursos está articulado, de manera organizada con diferentes instituciones formales y no formales que operan en el territorio del pueblo de SFO: los dos núcleos agrarios, los delegados municipales como autoridades políticas vinculadas al municipio Temascaltepec, y el Comité de Aguas, que es una institución no formal validada por los “usos y costumbres” del pueblo Matlatzinca.
Los usos y costumbres están amparados por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (artículos 2° y 33) y vinculados con el Tratado 169 de la Organización Internacional del Trabajo, ratificado por el Gobierno Mexicano en 1990 (Gamboa y Gutiérrez, 2008). Así, el uso para autoconsumo de varios recursos no maderables que no tienen una regulación específica dentro de la legislación nacional o estatal cabe dentro de esta protección o incluso, en algunos casos como el agua y especies en riesgo, la autoridad no aplica los sistemas normativos formales ante el riesgo de violentar dichas tradiciones del pueblo Matlatzinca; por lo tanto, en los hechos, su manejo queda bajo la administración de las instituciones comunitarias.
De manera formal, los recursos forestales están regulados directamente por tres leyes y cuatro reglamentos federales, 16 normas ambientales federales, dos decretos de ANP federales y uno estatal, tres ordenamientos ecológicos, uno estatal y dos regionales y próximamente dos programas de conservación y manejo de ANP. De considerarlos todos, y una vez que se autoricen los programas mencionados para ambas ANP federales, se obtendría un esquema de instrumentos normativos bastante complejo para que opere eficientemente en el SRFUC-SFO, como se muestra en la Figura 5.
Uso del territorio e ingresos
En 2013, de la superficie forestal de 1 950 ha, 1 467 ha (64%) no contaban con aprovechamiento autorizado y fuera del parque nacional 380 ha (17%) sí la tenían. Asimismo, 333.8 ha (15%) recibían un subsidio del Gobierno Federal como pago por servicios ambientales (Conafor, 2013) y 103 ha (5%) recibían pago por servicios hidrológicos del Gobierno del Estado de México (Gaceta de Gobierno, 2013). Esto cambió en 2014, ya que terminó el apoyo y solo 103 ha (5%) reciben el pago estatal (Gaceta de Gobierno, 2013).
El Programa de Manejo Forestal se basa en el Método Mexicano de Ordenación de Bosques Irregulares, que es de corta selectiva para el mantenimiento de una masa forestal irregular y multiespecífica, que busca mantener la estructura de un bosque templado natural. En este programa se tienen identificadas 16 especies maderables, 12 latifoliadas y cuatro coníferas, que, por ser las más atractivas desde una perspectiva comercial son focales para el manejo forestal. El ciclo de corta propuesto para el aprovechamiento forestal maderable es de 10 años, que inició en 2008 y se tiene programado terminarlo en 2018.
Para 2011 los precios por la venta de productos forestales maderables en el mercado de la región por metro cúbico fueron: de $1 200.00 para pino; de $500.00 para hojosas y encino; ambos montos están calculados con un aprovechamiento de madera en rollo de 70%. En 2014, el gobierno estatal otorgó como subsidio por pago por servicios hidrológicos un total de $154 500.00. Con ello se puede estimar que 20% del territorio bajo aprovechamiento forestal persistente, generó 91% de los ingresos.
Por su parte los subsidios por pago de servicios ambientales por conservación en 5% del territorio contribuyeron con 9% de los ingresos provenientes del bosque, mientras que 75% permanecía como área natural protegida sin aprovechamiento comercial de recursos forestales. Cabe señalar que no todo el ingreso bruto es distribuido como “reparto” a los ejidatarios, puesto que un porcentaje se emplea para financiar gestiones administrativas y jurídicas, obras sociales y gastos de operación de las labores de mantenimiento del bosque (alimentos, materiales, equipo, gasolina y reparación de vehículos).
Evaluación del nivel del ejido como Sistema de Recursos de Uso Común y como Empresa Forestal Comunitaria
Basado en la clasificación de Álvarez (2006) sobre la tipología de recursos de uso común en México, se identifica que el ejido estaría más cercano al Tipo 3, aunque contaría con elementos del Tipo 4. De esta manera se tiene la siguiente caracterización:
Tipo 3. Organizaciones de recursos de uso común asistidas, porque tienen un control relativo sobre el acceso y manejo de sus recursos naturales. Por lo general son comunidades que han logrado la reapropiación de sus recursos naturales y casi todas ellas han protagonizado una lucha por la recuperación del control de sus recursos.
Tipo 4. Organizaciones de recursos de uso común semi-asistidas, debido a que controlan claramente el acceso a sus recursos naturales y cuentan con reglas y reglamentos comunitarios para lograr una distribución equitativa de los beneficios. En general, están asociadas a algún financiamiento externo o gubernamental cuyo propósito fundamental es crear gobernabilidad en el manejo de recursos comunes.
Con respecto a la participación del ejido en la cadena productiva, se identifica el nivel de integración vertical en producción forestal maderable de acuerdo con la clasificación del Proyecto de Conservación y Manejo Sustentable de Recursos Forestales (Procymaf) de la Semarnat en el nivel II (“bajo”), de los cuatro tipos propuestos. Se caracteriza de la siguiente manera:
Tipo II. Productores que venden madera en pie: dueños o poseedores de predios sujetos a aprovechamientos forestales, a cargo de terceros mediante contrato de compra-venta, sin que el dueño o poseedor participe en alguna fase del aprovechamiento.
Asimismo, con base en el Índice de Desarrollo de la Actividad Forestal Comunitaria (Merino, 2014), el ejido obtiene un valor de “nueve” que equivale a “bajo nivel de desarrollo de la actividad forestal”, en el cual se ubica 7.8% de las comunidades forestales de México (Merino, 2014). En términos socioeconómicos, lo anterior se traduce en que la riqueza generada por los bosques se transmite a sujetos ajenos al ejido.
La perspectiva con el reordenamiento de las ANP en el oeste del Estado de México
Durante el año de 2013, en las dos ANP federales que tienen incidencia sobre el territorio del ejido, la Semarnat en colaboración con diferentes actores, realizó la propuesta de Planes de Conservación y Manejo para las mismas. Estos ejercicios se realizan de manera independiente por cada una de las direcciones de las áreas protegidas, aun cuando el ejido va a tener que asumir la regulación de ambas.
Con el fin de identificar cuál es la subzonificación propuesta que regulará las modalidades de uso de suelo en el ejido, se elaboró un mapa en el que se conjuntaron ambas zonificaciones propuestas en el Programa de Conservación y Manejo de cada área (Figura 6).
Con base en el mapa anterior, se identificaron las subzonas y las actividades permitidas con relación directa al SRFUC:
Subzonas de Preservación de Ecosistemas Conservados (SPEC)
Estas subzonas aparecen en el Programa de Conservación y Manejo del APFF; comprenden bosques de oyamel (Abies religiosa (Kunth) Schltdl. et Cham.) densos, en buen estado de conservación, en cañadas con pendientes promedio mayores a 40%, razón por la cual se les considera ecosistemas frágiles, debido a que la remoción de la vegetación puede derivar en erosión y pérdida del suelo. En estos sitios se permitirían actividades productivas de bajo impacto ambiental, manejo forestal para la preservación y restauración de los ecosistemas, e inducción de la regeneración natural (Conanp, 2014), de lo que resultarían dos SPEC en la misma APFF:
Franja que abarca parte de las porciones noreste y centro del ejido y que forma una cuña que corre hacia el sur del mismo con una superficie de 823 ha.
Área compacta que se encuentra al extremo noroeste del ejido con 14.96 ha. En total conforman una superficie de 838 ha y representan 39.7% del territorio ejidal.
Subzona Preservación de la mariposa Monarca
Esta subzona comprende superficies de bosque de oyamel denso en buen estado de conservación, en altitudes promedio de 3 220 a 3 430 m que favorece el establecimiento estacional de la mariposa Monarca (Danaus plexippus L.) En esta área se concederían actividades productivas de bajo impacto ambiental, manejo forestal para la preservación y restauración de los ecosistemas, mantenimiento de caminos existentes y reintroducción de especies nativas (Conanp, 2014). Se localiza en la zona centro del ejido, tiene una superficie de 45.8 ha y representa 2.17% del territorio ejidal.
Subzona Recuperación Bosques del Nevado (SRBN)
Reúne a los bosques de pino (Pinus hartwegii Lindl.) fragmentados con coberturas de copa menores a 50%. Aquí se desarrollarían el manejo forestal tendiente a la protección, conservación, restauración y preservación de los ecosistemas y el saneamiento forestal (Conanp, 2014). Es una pequeña porción al noroeste del ejido, con 136.4 ha, que corresponden a 6.4% del territorio ejidal.
Subzona Aprovechamiento Sustentable de los Recursos Naturales Forestales (SASRNF)
Esta subzona aparece en el Programa de Conservación y Manejo del APFF. Reúne a bosques densos y semidensos de pino y oyamel en pendientes menores a 40% donde se permitirá el aprovechamiento sustentable. En estas áreas se autorizará la apertura de brechas de saca, remoción de madera muerta en pie y derribada por fenómenos naturales para autoconsumo, manejo forestal, mantenimiento de brechas y caminos (siempre y cuando no se amplíen ni pavimenten), pago por servicios ambientales y programas de apoyo federales y estatales de conservación, protección, y restauración de recursos naturales, y turismo de bajo impacto ambiental (Conanp, 2014). Se ubica en la parte oeste del ejido, con una dirección del norte al sur con una superficie de 689 ha, que corresponde a 32.7% del territorio ejidal.
Subzona Aprovechamiento Sustentable de los Ecosistemas
Esta subzona es una franja de 74.6 ha equivalente 3.5% del territorio ejidal, que corre de sur a norte en la parte central y este del ejido, en la que hay relictos de vegetación primaria como bosques de pino-oyamel, pino, pino-encino y bosque de galería. Así mismo, en esta zona hay una brecha de acceso hacia el Cerro San Antonio que es la parte oeste del APFF Nevado de Toluca. En esta área se pueden realizar actividades productivas de bajo impacto ambiental, así como de restauración. Se permiten plantaciones forestales comerciales con especies nativas, manejo forestal y turismo de bajo impacto ambiental (Conanp, 2014).
Subzona Aprovechamiento Sustentable de Recursos Naturales
Esta zona de 523 ha, que equivalen a 24.8% del ejido, corresponde a dos polígonos en la parte sureste y el extremo suroeste del ejido, se distribuyen bosques de coníferas en los que predominan especies de Pinus y de Abies, así como algunas hojosas. Aquí se conceden actividades productivas de bajo impacto ambiental y de restauración, al igual que manejo forestal y del fuego, establecimiento de UMA y turismo de bajo impacto ambiental (Conanp, 2014).
Escenario del uso de recursos forestales bajo el nuevo marco normativo
Potencialmente de la Subzona de Aprovechamiento Sustentable de los Recursos Forestales del APFF se podrán incorporar 689 ha al manejo forestal, puesto que con el cambio de decreto de Parque Nacional a Área de Protección de Flora y Fauna se abren dichas posibilidades; las principales repercusiones serían:
Un incremento en la superficie bajo manejo, con lo que se podría mejorar el bosque al aplicar labores silvícolas de mantenimiento de la masa arbórea que actualmente no se han realizado por desinterés de los ejidatarios al considerarlo como un territorio que ha sido restringido, así como tener un mayor control de las plagas en el APFF.
Una disminución de la disposición de áreas de bosques no incorporadas al mercado y de donde los habitantes de SFO se han abastecido de madera para autoconsumo por usos y costumbres.
Una mayor venta de madera en pie, por lo que, aunque aumentarán los ingresos, los principales beneficiarios serán los contratistas y prestadores de servicios relacionados con el aprovechamiento forestal, mientras los ejidatarios no se incorporen a las actividades de manejo y transformación de los productos forestales.
Los recursos forestales no maderables recibirán una mayor presión, como resultado del proceso de corta y extracción de la madera.
Conclusiones
Se ha permitido el mantenimiento del SRFUC como un elemento importante para la cohesión y reproducción social en San Francisco Oxtotilpan (SFO).
Las restricciones establecidas por el Área Natural Protegida Nevado de Toluca (ANPNT) al aprovechamiento de recursos forestales en el ejido SFO han retrasado el desarrollo de una cultura forestal, mismas que no han sido el factor principal para el acceso reducido del ejido a la cadena productiva y a la formación de una cultura empresarial comunitaria. La posibilidad del incremento de superficie bajo aprovechamiento forestal con el cambio de categoría será limitada, pues no es una apertura total y estará sometida a un amplio marco regulatorio en materia ambiental y forestal, por lo que el aprovechamiento puede ser orientado hacia la sustentabilidad en beneficio tanto del bosque, como de sus dueños.
El cambio de categoría del ANPNT va a generar cambios cualitativos y cuantitativos en los flujos y procesos en el SRFUC-SFO, por lo que se abre la oportunidad de fortalecer la cultura silvícola Matlatzinca y empresarial comunitaria, con el ánimo de no generar presiones que puedan polarizar al ejido, ni al núcleo agrario con las otras instituciones comunitarias.
La participación femenina es de poco menos de un tercio en la asamblea ejidal y bienes comunales, lo que puede ser una señal del proceso de feminización, al menos en la toma de decisiones. Ello implica pensar las políticas de manejo forestal, conservación y de pago de servicios ambientales con una perspectiva de género, incluyente, justo y sustentable.