Introducción
La sociedad actual vive en el cambio social, caracterizada por el avance científico, tecnológico y la expansión de las telecomunicaciones, situación que ha propiciado beneficios y a su vez riesgos (Navarro y Pastor, 2018). La “Era de la Información y de la Comunicación” ha incidido de manera directa en la sociedad modificando nuevos modos de relacionarse y comunicarse trasformando las costumbres, las creencias y los valores de la sociedad. El grupo de adolescentes, los denominados “nativos digitales” desde su nacimiento integraron los medios tecnológicos a su vida adquiriendo una serie de habilidades y diferenciándose de las generaciones anteriores (Barrio Del y Fernández, 2016), a su vez a través de expansión de los dispositivos móviles incrementaron su capacidad de socializar, al conocer y hacer nuevos amigos, han rediseñado sus interacciones cotidianas y emocionales (Calvo, 2015), incidiendo potencialmente en la formación de la identidad psicológica (Reig y Vilches, 2013).
El empoderamiento tecnológico, la libertad en el ciberespacio y las nuevas formas de interacción poseen sus ventajas pero también sus riesgos, disfunciones y daños en los “nativos digitales; En la cibercultura el adolescente adopta estrategias adaptativas o desadaptativas que impactan en su identidad, en su interacción en el ciberespacio, se comunica, se expresa, intercambia emociones adoptando identidades diferentes en cada situación online (Arab y Díaz, 2015); en el feedback virtual puede surgir el efecto de desinhibición que alimenta un clima de toxicidad en las interacciones por la falta de la capacidad empática de los adolescentes (Udris, 2014) y el uso problemático de redes acompañado de problemas de inadaptación (Martínez, Moreno, & Musitu, 2018),estas formas inadecuadas de usos de las tecnologías han propiciado la aparición del ciberacoso y cibervictimización que son una extensión de la violencia y victimización escolar, pero con características particulares.
El ciberacoso posee características propias derivados de la influencia tecnológica con una identidad propia (Avilés, 2013; Sticca, Ruggieri, Alsaker & Perren, 2013) y conserva los siguientes elementos: el anonimato, que incrementa el dominio del agresor sobre la víctima (Avilés, 2013; Kowalski & Limber, 2007), la víctima siente que no es capaz de escapar de la situación (Durán & Martínez, 2015); también la intencionalidad, las acciones del ciberacoso tiene el propósito de dañar y molestar a la víctima; la repetición y la permanencia en las conductas agresivas que se redundan en el tiempo y sus contenidos permanece registrados en las redes sociales (Gálvez, Vera, Cerda y Díaz, 2016; Garaigordobil & Martínez, 2016); la víctima siente vulnerabilidad por el anonimato del ciberacosador (Lucas, Pérez y Giménez, 2016) aumentando el sentimiento de indefensión por el hecho de no actuar frente a las agresiones; a esto se le suma la escasa interacción relacional entre los participantes, situación virtual que provoca la falta de empatía del agresor con la víctima y la conciencia del daño provocado; a su vez la amplia audiencia potencia las agresiones en lo privado y en lo público llegando a un gran número de espectadores sin controlar la situación y produce en efecto devastador en la víctima (Williamson, Lucas & Guerra, 2013; Huang & Chou, 2013; Ortega, Buelga y Cava, 2016). Otro componente del ciberacoso es que las nuevas TICs poseen un canal abierto y una rápida difusión, trasmitiendo información y conectándola a una multitud de personas (Stewart, Drescher, Maack, Ebesutani & Young, 2014), el agresor puede repetir rápidamente sus agresiones y difundir rumores a miles de personas las 24 horas del día, incrementando los sentimientos de vulnevulnerabilidad en la víctima.
Los tipos de ciberacoso tienen que ver con la acción que se realiza y con las conductas específicas, entre las que se señalan los insultos, el hostigamiento, la denigración, la suplantación de identidad, la violación a la intimidad, la exclusión, la ciberpersecución (Kowalski, Limber & Agatston, 2010) y la paliza feliz (Kowalski, Giumetti, Schroeder & Lattanner, 2014), los cuales se pueden realizar de forma directa o indirecta.
La interacción de los sistemas son un proceso complejo e interconectado, en este sentido la violencia entre jóvenes en la vida real y espacios virtuales son un fenómeno complejo y multicausal (Cross et al., 2015). Para el entendimiento del ciberacoso retomaremos el enfoque ecológico que señala a un conjunto de subsistemas que interactúan de forma simultánea: el individuo (autoconcepto), la familia (la comunicación ofensiva y abierta de los padres), la escuela (ayuda del profesor y afiliación escolar) y la sociedad (actitud de respeto y trasgresión a las normas sociales).
El autoconcepto se considera una de las variables importantes para el entendimiento del ajuste psicosocial de individuo, para la salud mental, (García, Musitu y Veiga, 2006) y la totalidad de problemas conductuales. En la adolescencia los cambios biológicos, psicológicos y sociales generan una reestructuración de las identidades en las diferentes dimensiones: la académica, familiar, social, física y emocional. Esta fragmentación multidimensional conforma la personalidad que surge de la interacción social y enmarca la descripción de sí mismo y su valoración, rasgos que el adolescente tiende a organizar de una forma coherente. El autoconcepto positivo tiene un vínculo con el clima familiar positivo y con la comunicación abierta con los padres, procesos que retroalimentan su autoconcepto y autoestima. De ahí la importancia de estudiar el autoconcepto en referencia al fenómeno del ciberacoso, ya que con el tiempo los niveles de autoestima disminuyen en los ciberagresores (Modecki, Barber & Vernon, 2013).
En relación a la familia se considera un factor central del ajuste psicológico del adolescente ante el fenómeno del ciberacoso. La funcionalidad familiar saludable se expresa en la calidad de la comunicación abierta entre hijos-padres y la capacidad de resolver los conflictos entre los integrantes. Por otro lado, el estilo parental inadecuados: el autoritario y permisivo son un factor de riesgo del ciberacoso; la parentalidad autoritaria con métodos rígidos construye adolescentes inseguros y con alta vulnerabilidad en convertirse en víctimas (Makri & Karagianni, 2014; Buelga, Martínez & Cava, 2017); el estilo parental permisivo, carece de reglas y normas que corrijan a los menores, suponen un riego para convertirse en ciberagresores (Romero et al., 2019; Buelga, Martínez & Cava, 2017). Así la disfuncionalidad familiar no construye entre sus miembros relaciones de carácter positivo, el soporte emocional de la cohesión, la solidaridad y la independencia de sus miembros (Quitl y Nava, 2015). El clima familiar positivo, basado en la comunicación abierta, la unión y apoyo social parental, constituye un recurso que facilita la salud mental del adolescente, respecto al desarrollo de vinculaciones de carácter positivo con sus coetáneos como también al preparar al adolescente para evitar el ciberacoso. El clima familiar conflictivo se asocia a problemas cognitivo-emocionales, con bajo rendimiento académico, comportamientos disruptivos y violentos en el salón de clases (Navarro, Yubero & Larrañaga, 2015).
En la vida escolar el adolescente interactúa con sus compañeros y con los profesores, factores que repercuten en la implicación de conductas en el ciberacoso, ya que las agresiones recurrentes en la escuela se traspala al mundo virtual (Kowalski et al., 2014); por un lado, los ciberacosadores vivencian una baja empatía con la víctima y la popularidad de sus iguales, reforzando sus conductas violentas en el mundo virtual y real; por otro lado, la cibervíctima muestra una percepción negativa y no confía en las figuras de autoridad (Buelga, Cava & Torralba, 2014), se sienten vulnerables en lo físico y virtual, por sus dificultades en las relaciones interpersonales (Navarro, Ruiz, Larrañaga & Yubero, 2015).
Las actitudes hacia las normas sociales y a la autoridad institucional constituye otro factor de ajuste en la conducta de los chicos en los sistemas escolares y sociales en donde participan, el adolescente percibe el internet como un espacio sin normas jurídicas y experimenta una total libertad para realizar acciones delictivas en la red (Oliveros et al., 2012). Los adolescentes implicados en ciberacoso generalmente están envueltos en comportamientos delictivos y en transgresiones ante la autoridad (Buelga, Iranzo, Cava & Torralba, 2015; Ortega et al., 2016), la actitud negativa a las figuras de autoridad promueve la desinhibición en el mundo virtual facilitando las conductas violentas en los espacios virtuales (Romero et al., 2019;Udris, 2014), pero a su vez los adolescentes utilizan internet para enviar mensajes en contra de sus profesores (Mendoza, 2012), desvalorizando y criticando a las figuras de autoridad. Las dinámicas disruptivas favorecen las prácticas de riesgo de los adolescentes en un contexto global, flexible y con incertidumbre (Navarro y Pastor, 2018).
Con lo anterior se plantea en este estudio los objetivos de analizar las variables que discriminan a los grupos de alto y bajo ciberacoso, tales como individuales (autoconcepto), familiares (comunicación abierta y ofensiva hacia la madre y el padre), escolares (ayuda del profesor y afiliación) y sociales (actitud positiva y negativa hacia la autoridad y normas sociales).
Atendiendo a dichos objetivos, se plantearon las siguientes conjeturas: Hipótesis 1: Las variables “comunicación ofensiva hacia la madre”, “la comunicación ofensiva hacia padre” y “la actitud a transgredir las normas”, presentan mayor saturación discriminante en el grupo de alto ciberacoso. Hipótesis 2: Las variables “autoconcepto familiar”, “la actitud hacia la autoridad”, “la afiliación escolar”, “la comunicación abierta de la madre”, “la ayuda del profesor”, “el autoconcepto académico” y “el autoconcepto social” presentan mayor saturación discriminante en el grupo de bajo ciberacoso.
Método
Tipo de investigación
Este trabajo de investigación es de tipo explicativo, cuantitativo, ex post facto, de diseño transversal.
Participantes
De un universo de 14,759 adolescentes de nivel secundaria. Colaboraron 1,681 mexicanos, constituidos por 775 hombres (46%) y 906 mujeres (54%), edades de 12 a 17, y de 15 instituciones tanto públicas como privadas, con sus grados 1° (32.2%), 2° (34.0%) y 3° (33.8%) del área educativa de Jalisco, México.
Muestra
La muestra presentó el 95% de nivel de confianza, 2.5% de error muestral y .50 de varianza poblacional. Para la elección de los adolescentes que participaron, se manejó el “muestreo estratificado por conglomerados” (Santos, Muñoz, Juez y Cortiñas, 2003). Las instituciones educativas conformaron las unidades del muestreo, y los estratos se definieron basado en la variable “grado”.
Instrumentos
Para medir el nivel de ciberacoso de los adolescentes en internet, se utilizó la “Escala de Agresiones a través del Teléfono móvil y de Internet CYB-AG” de (Buelga & Pons, 2012), sólo enfatizando en la dimensión de internet, la cual consta de 10 preguntas agrupadas en una dimensión. En nuestro estudio, la escala obtuvo un coeficiente de fiabilidad de 89.
Al evaluar el autoconcepto del adolescente se utilizó la “Escala Autoconcepto Forma 5 AF5” de (García y Musitu, 1999), compuesta de 30 preguntas estructuradas en cinco factores: social, familiar, físico, académico y emocional. Los coeficientes de fiabilidad obtenida en las dimensiones respectivamente son: .65, .80, .78, .86 y .65. Se obtuvo un alfa de .86 en la escala global.
El instrumento que se utilizó para medir la comunicación abierta y ofensiva que percibe el adolescente de sus padres, fue la “Escala Comunicación Padres-Adolescentes PACS” de (Barnes & Olson, 1985). El instrumento consta de tres dimensiones conformadas por 20 preguntas, en nuestro estudio se eliminó la comunicación evitativa. En la escala global de comunicación con el padre se obtuvo un alfa de Cronbach de .86, en las subdimensiones comunicación abierta un .72 y en la comunicación ofensiva un .86. En la escala global de comunicación con la madre se obtuvo un coeficiente de fiabilidad de .84, en las subdimensiones de comunicación abierta un .92 y en la comunicación ofensiva un .73.
La herramienta utilizada para evaluar las relaciones entre los compañeros de salón, fue la “Escala de Clima Escolar CES” de (Moos, Moos y Trickett, 1984), adaptada por Fernández y Sierra (1989) y en su estructura cuenta con 30 preguntas que integran tres subfactores: ayuda del profesor, implicación y afiliación escolar. En nuestra investigación sólo retomamos las subdimensiones de Afiliación escolar y Ayuda del Profesor. Los coeficientes de fiabilidad fueron de .65 afiliación escolar, .64 para ayuda del profesor y el coeficiente global de la escala fue .77.
Para evaluar los comportamientos hacia la autoridad tanto de las normas como de los representantes, se utilizó de (Cava, Estévez, Buelga y Musitu, 2013), la “Escala Actitud Positiva hacia la Autoridad y Actitud Positiva hacia la Transgresión de las Normas”, en su composición consta de 9 preguntas que conforman dos subfactores. Los coeficientes de fiabilidad obtenida en las dimensiones respectivamente son .71 y .72. Se obtuvo un alfa de .67 en la escala global.
Procedimiento y ética
Las escuelas fueron informadas sobre las características de la investigación, posterior a la autorización, se tuvo una sesión con los padres de familia de los menores de edad y se solicitó el consentimiento informado por escrito. Posteriormente se acudió a los salones y sólo se le aplicó la batería de instrumentos a los autorizados por los padres, a los cuales se les señaló que su participación era voluntaria, anónimas y podían abandonar el proceso de contestar los cuestionarios en cualquier momento.
Referente a los valores éticos, se respetaron de acuerdo al ámbito del estudio con seres humanos señalados en la Declaración Helsinki, tales como no discriminación, protección de sus datos, confidencialidad, y consentimiento informado.
Análisis de datos
La codificación y análisis de los datos se realizaron en el paquete estadístico SPSS versión 22, primero se inspeccionó los valores fuera de rango, medias, desviaciones típicas y coeficientes de variación; los valores perdidos se trataron con el método de imputación de regresión, posteriormente se realizó un análisis inicial de datos, atendiendo los casos atípicos univariantes o multivariantes; según Hair, Anderson, Tathan, y Black (1999) se consideran atípicos los valores cuyas puntuaciones estandarizadas presentan un valor absoluto superior a 4, los univariantes se detectaron mediante la exploración de puntuaciones estandarizadas y los multivariantes se detectaron al calcular la distancia de Mahalanobis (Tabachnick & Fidell, 2007). Se realizó un análisis exploratorio de correlaciones de Pearson para determinar la relación entre ciberacoso con todas las variables objeto de estudio. Posteriormente para clasificar a los adolescentes se utilizaron las puntuaciones de la escala de ciberacoso a través de internet, utilizando el procedimiento bietápico, K-medias para conformar las agrupaciones naturales, surgiendo tres grupos: bajo, moderado y alto ciberacoso (variable dependiente), como señala Martínez (2008) la principal restricción del análisis discriminante es encontrar la combinación lineal de las variables independientes que se diferencien máximamente entre los grupos y de forma segura asigne las unidades a uno de los grupos, por lo que debe de cumplir igualdad de las matrices de varianza-covarianza de los diferentes grupos, la normalidad multivariante en el conjunto de predictores y la linealidad de las relaciones de las variables independientes. De ahí se eligió a los grupos de bajo y alto ciberacoso para acentuar la discriminación y evitar el solapamiento grande. Posteriormente se presentó la capacidad predictiva del modelo a través de una matriz de clasificación.
Resultados
Correlaciones
En la Tabla 1, se muestra que el ciberacoso correlaciona de forma significativa con las variables familiares, individuales, sociales y escolares.
El ciberacoso muestra correlaciones de forma tanto significativa como positiva con la comunicación ofensiva padre (r=.184, p< .01), comunicación ofensiva madre (r=.216, p< .01), y actitud positiva hacia la transgresión de normas sociales (r=.202, p< .01); así como se correlaciona negativo significativo con autoconcepto académico (r= -.146, p<.01), autoconcepto social (r= -.093, p<.01), autoconcepto emocional (r= -.054, p<.05), autoconcepto familiar (r= -.234, p<.01), autoconcepto físico (r= -.058, p<.05), comunicación abierta madre (r= -.154, p<.01), comunicación abierta padre (r= -.140, p<.01), afiliación escolar (r= -.125, p<.05), ayuda del profesor (r= -.132, p<.05), y actitud positiva hacia la autoridad (r= -.236, p<.05).
Análisis de clúster en la tendencia del ciberacoso
Con la finalidad de obtener agrupaciones naturales o clústeres, se utilizó el procedimiento bietápico, tratando de lograr la mayor diferencia entre lo grupos y la máxima homogeneidad en cada grupo. Se observó que el número de conglomerados fue de 3 [bajo ciberacoso, moderado ciberacoso y alto ciberacoso].
CA | AA | AS | AE | AFA | AFI | CAM | COM | CAP | COP | AFE | AP | APA | APTN | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
CA | 1 | |||||||||||||
AA | -.146** | 1 | ||||||||||||
AS | -.093** | .317** | 1 | |||||||||||
AE | -.054** | -.127** | .189** | 1 | ||||||||||
AFA | -.234** | .400** | .378** | .099** | 1 | |||||||||
AFI | -.058** | .513** | .473** | -.075** | .459** | 1 | ||||||||
CAM | -.154** | .376** | .310** | -.013 | .611** | .381** | 1 | |||||||
COM | .216** | -.108** | -.152** | -.217** | -.421** | -.090** | -.144** | 1 | ||||||
CAP | -.140** | .325** | .310** | .043 | .532** | .397** | .658** | -.057* | 1 | |||||
COP | .184** | -.099** | -.159** | -.168** | -.327** | -.067** | -.043 | .700** | -.081** | 1 | ||||
AFE | -.125** | .142** | .210** | .073** | .212** | .148** | .165** | -.121** | .181** | -.138** | 1 | |||
AP | -.132** | .180** | .074** | -.007 | .238** | .110** | .188** | -.159** | .190** | -.143** | .277** | 1 | ||
APA | -.236** | .294** | .204** | .034 | .352** | .248** | .311** | -.197** | .294** | -.204** | .182** | .331** | 1 | |
APTN | .202** | -.173** | -.058 | -.062** | -.191** | -.016 | -.132** | .231** | -.094** | .202** | -.123** | -.118** | -.095** | 1 |
Media | 1.26 | 3.34 | 3.65 | 3.44 | 3.96 | 3.28 | 3.58 | 1.92 | 3.24 | 1.86 | 15.84 | 15.72 | 3.40 | 1.70 |
Desviación estándar | .47 | .96 | .72 | .85 | .91 | .92 | 1.05 | .93 | 1.13 | .92 | 1.84 | 1.97 | .75 | .69 |
Nota: CA=Ciberacoso; AA=Autoconcepto académico; AS=Autoconcepto social; AE=Autoconcepto emocional; AFA=Autoconcepto familiar; AFI=Autoconcepto físico; CAM=Comunicación abierta madre; COM=Comunicación ofensiva madre; CAP=Comunicación abierta padre; COP=Comunicación ofensiva padre; AFE=Afiliación escolar; AP=Ayuda del profesor; APA=Actitud positiva hacia la autoridad; APTN=Actitud positiva hacia la transgresión de normas. *p < 0.05; **p < 0.01; Las correlaciones son significativas.
El ajuste fue bueno al encontrarse en el intervalo .50-1. Una vez conocido el número de conglomerados ideal y su ajuste, se aplicó el K-Medias con la finalidad de asignar casos a un número fijo de conglomerados, en función de las distancias existentes entre ellos a partir de un conjunto de variables. De ahí que en Tabla 2 se observan los centros de los conglomerados: en el primer conglomerado el promedio fue de 1.11, en el segundo de 1.93 y en el tercero 3.29. El ANOVA del ciberacoso y los tres conglomerados resultaron significativos (F (2), 1676= 4053.041; p<.001), en suman el análisis de clúster no estuvo limitado en su creación y diferenciación.
Análisis discriminante en bajo y alto Ciberacoso
A continuación, se realizó el análisis discriminante con la finalidad de observar las diferencias significativas entre los grupos a partir de la unión de variables anteriormente descritas. Se utilizaron los conglomerados 1 y 3, es decir los que puntuaron más bajo y alto en ciberacoso para lograr una mayor comprensión, discriminación y precisión de las varia-
Conglomerados | |||
---|---|---|---|
Bajo Ciberacoso | Moderado Ciberacos | Alto Ciberacoso | |
Centros finales | 1.11 | 1.93 | 3.29 |
N | 1434 | 200 | 45 |
Por consiguiente, respecto a la función discriminante se observa el centroide de cada uno de los grupos y las coordenadas de la proyección (ver Tabla 3).
De forma detallada, en la Tabla 4, se presenta la matriz de estructura y cada una de las variables en orden de acuerdo al grado de correlación canónica (saturación) con la función discriminante. Además, se optó por considerar las saturaciones superiores a .20.
Función 1 | |
---|---|
Comunicación Ofensiva Madre | .592 |
Autoconcepto Familiar | -.532 |
Comunicación Ofensiva Padre | .504 |
Actitud Positiva hacia la Transgresión de Normas | .459 |
Actitud Positiva hacia la Autoridad | -.389 |
Afiliación escolar | -.333 |
Comunicación Abierta con la Madre | -.294 |
Ayuda del Profesor | -.258 |
Autoconcepto Académico | -.233 |
Autoconcepto Social | -.227 |
Grado de pertenencia pronosticado | Total | ||||
---|---|---|---|---|---|
Nmero inicial de casos | Bajo Ciberacoso | Alto Ciberacoso | |||
Original | Recuento | Bajo Ciberacoso | 1079 | 226 | 1305 |
Alto Ciberacoso | 7 | 35 | 42 | ||
% | Casos sin agrupar | 102 | 86 | 188 | |
Bajo Ciberacoso | 82.7 | 17.3 | 100.0 | ||
Alto Ciberacoso | 16.7 | 83.3 | 100.0 | ||
Casos sin agrupar | 54.3 | 45.7 | 100.0 |
Nota: aClasificados correctamente el 82.7% de los casos agrupados originales.
Se observa que las variables, comunicación ofensiva del padre, actitud positiva hacia la transgresión de normas y comunicación ofensiva de la madre, presentan mayor saturación discriminante en el grupo de alto ciberacoso.
Por otro lado, las variables autoconcepto familiar, actitud positiva hacia la autoridad, afiliación escolar, comunicación abierta de la madre, ayuda del profesor, autoconcepto académico y autoconcepto social presentan mayor saturación discriminante en el grupo de bajo ciberacoso. Cabe señalar que las variables de autoconcepto emocional, autoconcepto físico y la comunicación abierta del padre no discriminan a ambos grupos.
Posteriormente, para saber el nivel de acierto de la predicción, se exhibe la Tabla 5 con los resultados de tipificación tanto del grupo de alto ciberacoso como de bajo ciberacoso, se muestra que pronostica de manera acertada el 82.7% de los casos.
De ahí que pronostica correctamente a los adolescentes con bajo ciberacoso, en un 82.7% y un 83.3% los de alto ciberacoso.
Discusión y conclusiones
En esta investigación se planteó el objetivo de examinar las variables que discriminan los grupos de adolescentes con alto y bajo ciberacoso, en variables individuales (autoconcepto), familiares (comunicación abierta y ofensiva hacia la madre y el padre), escolares (ayuda del profesor y afiliación) y sociales (actitud positiva y negativa hacia la autoridad y normas sociales).
Los resultados de la investigación permiten establecer diferencias en función del ciberacoso, pues en el análisis discriminante realizado ha diferenciado claramente los grupos planteados: alto ciberacoso y bajo ciberacoso, así como su acertada predicción en el grupo correspondiente en un 82.7%. En los siguientes párrafos comentaremos los resultados referentes a las hipótesis establecidas y señalaremos las implicaciones de los mismos.
En este sentido, nuestros resultados indican que las variables que más discriminan al grupo de alto ciberacoso son: la actitud positiva hacia la transgresión de normas, comunicación ofensiva de la madre y la comunicación ofensiva del padre. Los adolescentes con un perfil de ciberacosador en su núcleo familiar interactúan con una comunicación agravante de la madre y del padre, elementos que se suman como un factor de riesgo al fenómeno de ciberacoso. Nuestros resultados son coincidentes con otras investigaciones que plantean que los climas familiares hostiles, no democráticos y la reducción de recursos personales y sociales posibilitan un riesgo en el perfil del ciberacosador (Makri & Karagianni, 2014; Ortega et al., 2016; Buelga, Martínez y Cava, 2017; Romero et al., 2019). Generalmente una comunicación ofensiva es acompañada de estilos de crianza educativos autoritarios o negligentes que influyen directamente en los problemas de violencia en el aula y en el ciberespacio (De la Torre, García y Casanova, 2014; Parke & Ladd, 1992). Los adolescentes que viven climas negativos en sus familias presentan mayor predisposición a involucrarse en conductas disruptivas en el mundo virtual (Makri & Karagianni, 2014), perciben internet como un espacio sin normas jurídicas y experimentan una total libertad para realizar acciones delictivas en la red (Oliveros et al., 2012). Los adolescentes implicados en ciberacoso generalmente están envueltos en comportamientos delictivos y en transgresiones ante la autoridad (Buelga et al., 2015; Ortega et al., 2016; Ortega, Buelga, Cava y Torralba, 2017 ;Romero et al., 2019); la actitud negativa a las figuras de autoridad promueve la desinhibición en el mundo virtual facilitando las conductas violentas a través de las TICs (Udris, 2014); a la vez, los adolescentes utilizan internet para enviar mensajes en contra de sus profesores (Mendoza, 2012), desvalorizando y criticando a los modelos de autoridad. La actitud transgresora hacia los preceptos sociales y la conducta violenta son las variables de mayor ponderación explicativa en el ciberacoso (Ortega et al., 2017), el alto ciberacosador se percibe con menos conductas prosociales y recursos personales (Gómez, Romera y Ortega, 2017). De hecho los resultados constatan que el adolescente con un perfil de alto ciberacosador interactúa con los diferentes sistemas sociales (familia, amigos, escuela, redes sociales) cargados de riesgos, en el sentido de que el proceso de socialización, en su mecanismo de feedback, es retroalimentado con elementos no protectores que incrementan sus conductas de ciberacoso ante los demás, por su fragilidad en su identidad (autoconcepto), sus dificultades en la comunicación con los padres y adoleciendo de conductas prosociales en la escuela.
Por otra parte, los resultados también sugieren que las variables que más discriminan el grupo de bajo ciberacoso son: autoconcepto familiar, la actitud positiva hacia la autoridad, la afiliación escolar, la comunicación abierta de la madre, la ayuda del profesor, el autoconcepto académico y el autoconcepto social. Es decir, los adolescentes con bajo ciberacoso poseen aspectos protectores a nivel individual, ostentan una identidad que articula sus dimensiones académicas, sociales y familiares; elementos individuales que se articulan a la comunicación abierta de los padres, los cuales posibilitan elementos de ajuste, control y respeto tanto a las reglas sociales como a los modelos de autoridad, propiciando adolescentes bien ajustados en el mundo real como en el espacio virtual. A su vez, en su interacción con el clima escolar los adolescentes con bajo ciberacoso se integran adecuadamente en sus clases, conociendo a sus compañeros, haciendo amistades, colaborando, apoyándose y viviendo un clima relacional agradable; estos elementos se retroalimentan con la atención, apoyo, involucramiento y confianza de los profesores. Los resultados obtenidos son concordantes con estudios previos, existe una relación directa en la comunicación familiar y el ciberacoso (Law, Shapka & Olson, 2010), el apoyo parental con una comunicación abierta familiar de parentalidad afectuosa y sensible, facilita la relación tanto con los iguales como retira a los hijos de conductas de acoso en el mundo virtual (Yubero, Larrañaga y Navarro, 2014). Un estilo de crianza con normas, con comunicación abierta, calidez emocional, implicación emocional, una supervisión online parental, construye y aportan elementos de protección en el clima familiar que disminuyen la posibilidad de incurrir en comportamientos de ciberacoso (Hinduja & Patchin, 2013; Ortega et al., 2016; Sasson & Mesch, 2014), el respeto a las normas sociales y en el desarrollo de conducta prosociales (Gómez et al., 2017). En suma, el adolescente vive un proceso de madurez a través de la individuación psicológica articulada al bienestar colectivo de su red social mediante la interacción de los elementos protectores a nivel individual, familiar y escolar, nutriendo directamente el desarrollo de las conductas prosociales de empatía, de cooperación y cohesión social.
Para cerrar, es imprescindible señalar que las conclusiones deben interpretarse con mesura por su naturaleza correlacional y transversal; pero los resultados pueden orientar a profesores, trabajadores sociales, sociólogos, psicólogos y profesionistas del área educativa en el diseño tanto de políticas como de programas respecto a la salud mental preventiva y de intervención clínica y educativa, en el fenómeno del ciberacoso asociado a la identidad del adolescente, a la interacción comunicativa con los padres, a la convivencia escolar, vinculación con los profesores y al respeto a las reglas sociales.