Introducción
La expansión de la matrícula en Chile ha modificado el mapa de las instituciones de educación superior, pasando de 172,996 estudiantes matriculados en 1983 a 1,114,640 en el año 2013. Un porcentaje importante de estos estudiantes provienen de sectores vulnerables. Esto implica que las instituciones formadoras, especialmente aquellas de carácter estatal, deben desarrollar y garantizar un acceso con equidad, generar estrategias de nivelación y flexibilizar los currículos para el nuevo perfil de estudiantes que ingresan, evitar la deserción de estudiantes -especialmente en los primeros años- y establecer un perfil docente idóneo1,2.
Entre los desafíos está la generación de perfiles específicos de los estudiantes que se incorporan a las aulas con el fin de establecer las adecuaciones necesarias en este escenario masificado. Estas adecuaciones debieran realizarse tanto en términos pedagógicos como en aquellos factores psicosociales que afectan el desempeño y éxito académico de manera permanente de los estudiantes3-5.
En este sentido, la universidad debe asumir el valor social y público que tiene desde la formación integral de la persona, la complejidad del conocimiento y la construcción de los procesos de elevación moral y cultural de la humanidad6.
Los estudiantes universitarios se enfrentan al desafío de generar mayor autonomía, nuevas relaciones sociales, mantener un promedio de calificaciones mínimo, gestionar el tiempo personal, la seguridad en la toma de decisiones, la incertidumbre del futuro, y en algunos casos el traslado de lugar de residencia y la adaptación a la nueva cultura organizacional que implica la vida universitaria, lo cual impactará de alguna manera su bienestar psicológico.
Bienestar psicológico
La psicología positiva es un nuevo enfoque de la psicología. Surge a fines de los años 90 cuando Seligman comienza a estudiar de manera decidida los aspectos saludables del ser humano descentrando la mirada de aquellos aspectos deficientes o con daño de la persona7. En este contexto, la teoría del bienestar psicológico planteada por Carol Ryff con el «modelo integrado de desarrollo personal» (integrated model of personal development) fundamenta la felicidad como producto del desarrollo del potencial humano, denominándolo bienestar psicológico8.
El concepto de bienestar psicológico se caracteriza por ser multidimensional y puede ser definido como las capacidades y el crecimiento personal, donde el individuo muestra indicadores de funcionamiento positivo9. Por su parte, Carol Ryff y Corey Lee Keyes definen el bienestar psicológico como una percepción subjetiva, un estado o sentimiento10.
El bienestar psicológico es una experiencia personal que se va construyendo a través del desarrollo psicológico de la persona y de la capacidad para relacionar y relacionarse de manera positiva e integrada con las experiencias de vida que va experimentando, considerando la incorporación activa de medidas positivas para ello y no solo la ausencia de los aspectos negativos que va vivenciando.
Se identifica por lo tanto como un factor de motivación intrínseca para el individuo11. Este bienestar depende de algunas variables como la edad, el género y la cultura; se puede medir a través de algunos de sus componentes, tanto afectivos como cognitivos, los cuales tienen que ser analizados en diferentes contextos, entre otros, la familia y el espacio laboral12.
El modelo multidimensional de bienestar psicológico
Integrando las teorías del desarrollo humano óptimo, el funcionamiento mental positivo y las teorías del ciclo vital, Carol Ryff (1989) formuló un «modelo multidimensional del bienestar psicológico», anclado en la tradición eudemónica. Este modelo de bienestar psicológico plantea una estructura de 6 factores o dimensiones propios del bienestar, obtenidos mediante análisis factoriales exploratorios y confirmatorios, y en diversas versiones de distinta longitud de las escalas de Ryff13.
Las dimensiones planteadas por Ryff (1995) en su escala son:
1. La autoaceptación: se relaciona con el hecho de que las personas se sientan bien consigo mismas siendo conscientes de sus limitaciones. Evalúa la valoración positiva de uno mismo y de su historia.
2. Relaciones positivas: se relaciona con la creencia de que se tienen relaciones de confianza, cálidas, de empatía y de intimidad con otros Evalúa la capacidad de establecer y mantener relaciones sociales de calidad y confianza con otros.
3. Dominio del entorno: se vincula a la habilidad personal para elegir o crear entornos favorables para sí mismos dirigiendo efectivamente la propia vida. Evalúa la percepción de control del medio.
4. Autonomía: se relaciona con el reconocimiento de que personas con altos niveles de autonomía puedan resistir mejor la presión social y autorregular mejor su comportamiento. Evalúa la capacidad de la persona de sostener su propia individualidad en diferentes contextos sociales y su sentido de autodeterminación personal.
5. Propósito en la vida: se relaciona con la capacidad de la persona para tener metas claras y ser capaz de definir sus objetivos vitales. Evalúa la capacidad que se tiene respecto a lo que se quiere en la vida.
6. Crecimiento personal: se relaciona con el reconocimiento de que el funcionamiento positivo óptimo requiere el desarrollo de las potencialidades individuales para crecer como persona y llevar al máximo sus capacidades.
Evalúa la capacidad del individuo para generar las condiciones para desarrollar sus potencialidades y seguir creciendo como persona14.
La preocupación de las universidades por ofrecer una enseñanza de calidad supone considerar todas las variables implicadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por ello es importante identificar los obstáculos y elementos facilitadores que los estudiantes encuentran en el desarrollo de sus tareas y la relación de estos con el bienestar psicológico y el desempeño académico15, sobre todo si se asumen los cambios constantes que experimentan las diferentes ciencias de la salud, que exigen sustentar un ejercicio pedagógico alejados de la réplica de formatos tradicionales16,17.
Por lo anterior, nos centraremos en el análisis del bienestar psicológico de los estudiantes del área de la salud, dado que estos profesionales en formación son quienes desde etapas tempranas participan en actividades académicas con la comunidad.
Método
El estudio es de tipo descriptivo de corte transversal, no experimental.
La muestra final de investigación se obtuvo a través de un muestreo incidental y estuvo conformada por 190 estudiantes de pregrado del área de la salud de las carreras de enfermería y kinesiología, comprendidos entre el primer y el cuarto año: 72 (37.9%) hombres (M=20.65, DT=2.85) y 118 (62.1%) mujeres (M=21.14, DT=3.38), con edades de 17 a 30 años (M=20.94, DT=3.17).
Se utilizaron 2 instrumentos. El primero fue una encuesta que recogió datos biosociodemográficos y académicos: género, edad, carrera estudiada, nivel académico (curso).
El segundo instrumento utilizado fue la Escala de Bienestar Psicológico de Ryff. La versión utilizada contiene las 6 subescalas originales del test. 1) Autoaceptación: 6 ítems, un ejemplo de ítem es «estoy contento con cómo han resultados las cosas en mi vida». 2) Relaciones positivas: 6 ítems, un ejemplo de reactivo es «siento que mis amistades me aportan muchas cosas». 3) Autonomía: 8 ítems, un ítem de la subescala es «expreso mis opiniones, aunque sean opuestas a la mayoría». 4) Dominio del entorno: 6 ítems, un ítem representativo es «he sido capaz de construir un hogar y un modo de vida a mi gusto». 5) Propósito en la vida: 7 ítems, un ítem utilizado es «disfruto haciendo planes y trabajar para hacerlos realidad». 6) Crecimiento personal: 6 ítems, se evalúa a través de ítems como «en general, siento que sigo aprendiendo más de mí mismo». El total de ítems de la escala es de 39, su formato de respuesta está compuesto por puntuaciones tipo Likert que van de 1 a 6, donde 1=totalmente en desacuerdo y 6=totalmente de acuerdo.Este instrumento fue utilizado previamente en estudiantes universitarios chilenos presentando niveles adecuados de fiabilidad y una estructura factorial consistente con la teoría; los índices de bondad de ajuste de la escala en población universitaria chilena fueron: χ2=2,569.15, RMSEA=0.068, CFI=0.95, NNFI=0.94 y SRMR=0.06018,1.
Para la aplicación de los instrumentos, se tomó contacto con los jefes de cada carrera involucrada. Se fijó un itinerario a cumplir con cada carrera. Se acudió a cada aula, se explicó el objetivo general del estudio. Solo respondieron los sujetos presentes en sala de clases que voluntariamente desearon hacerlo. Durante la aplicación del instrumento se respondieron las dudas de los estudiantes respecto a los ítems y a las instrucciones de respuesta. La duración promedio de la aplicación fue de 30min. Para este estudio se utilizaron solo encuestas respondidas en su totalidad.
Los datos obtenidos fueron codificados y analizados en el software SPSS 20.0.
Consideraciones éticas
Los aspectos éticos de la investigación fueron resguardados según los principios éticos planteados por Ezekiel Emanuel. Se solicitó consentimiento informado, garantizando el anonimato, el resguardo seguro, la confidencialidad y el acceso a los resultados individuales de cada estudiante en el momento que lo requiera.
Resultados
Se presentan los estadísticos, los análisis y la justificación de su utilización en cada momento de la investigación.
Consistencia interna
Con la finalidad de verificar la fiabilidad del bienestar psicológico, se utilizó el coeficiente alfa de Cronbach, de acuerdo con los criterios utilizados en la construcción original de la escala utilizada.
El nivel satisfactorio de confiabilidad depende de cómo se use una medida. En las primeras etapas de investigación sobre pruebas predictivas o sobre medidas hipotéticas de un constructo, bastarán fiabilidades de 0.60 o 0.50.
Se trata de estudiantes que son la primera generación de sus familias que acceden a educación superior, provenientes de los quintiles socioeconómicos más bajos.
Como se puede observar en la Tabla 1, la fiabilidad de las subescalas del bienestar psicológico se encuentra dentro de los rangos aceptables (0.68-0.78), siendo la de mayor valor la correspondiente a relaciones positivas y la de valor más bajo, propósito en la vida.
Respecto a los porcentajes obtenidos por los estudiantes en las subescalas de bienestar psicológico recogidos en la Tabla 2, destaca la dimensión propósito en la vida, en la cual el 40.6% de los estudiantes plantean tener un alto nivel de satisfacción en esta dimensión, implicando con ello un proceso de desarrollo y adaptación a los cambios propios de la vida universitaria. Este sentido de vida es considerado como un indicador de salud mental.
Por otro lado, en la subdimensión relaciones positivas, solo un 21.1% de los estudiantes presentan un alto logro de esta dimensión, mientras que en un 41.7% de los futuros profesionales, se observa un bajo logro en esta subescala. Esta dimensión hace referencia a la promoción de relaciones de confianza, saludables y satisfactorias, con los demás. Es decir, estar atento a las necesidades de otras personas y desarrollar la capacidad de empatía, afecto e intimidad. No se puede ser feliz en abstracto y descontextualizado, prescindiendo de lo que hay y ocurre a nuestro alrededor, sino en un contexto determinado y en relación con otros. Precisamente es en esta relación con los otros en que vamos transitando hacia el autoconocimiento.
En autonomía, el 26.6% de los estudiantes presentan un bajo logro de esta dimensión referida a resistir presiones sociales, manteniendo su propia individualidad con independencia del contexto social en el que se encuentren.
Respecto de la dimensión crecimiento personal, el 25.3% de los estudiantes presentan un bajo logro de esta dimensión referida a la búsqueda continua de las capacidades existentes, talentos y oportunidades para el desarrollo personal y para que el estudiante realice su potencial. En la medida en que no existan herramientas que favorezcan los procesos de autoconocimiento, nos encontraremos con profesionales incapacitados para continuar creciendo en la búsqueda de ser mejores personas y profesionales que brinden atención en salud de calidad, segura y oportuna.
En la Tabla 3 se observa que existen diferencias estadísticamente significativas entre estudiantes hombres y estudiantes mujeres en las dimensiones de relaciones positivas, autonomía, dominio del entorno y crecimiento personal. En la dimensión relaciones positivas las estudiantes mujeres presentan un mayor promedio que los hombres (mujeres: M=26.4; hombres: M=24.3; p=0.032). En la dimensión autonomía, en cambio, los hombres presentan una media más alta que las mujeres (hombres: M=34.6; mujeres: M=31.8; p=0.007). En dominio del entorno, el promedio de las mujeres es más alto que el de los hombres (mujeres: M=28.1; hombres: M=26.4; p=0.044). En crecimiento personal, las mujeres también presentan un promedio más alto que el de los hombres (mujeres: M=33.6; hombres: M=31.3; p=0.004).
En las dimensiones autoaceptación y propósito en la vida, las diferencias entre los promedios no son estadísticamente significativas.
En la Tabla 4 se observa que solo en la dimensión relaciones positivas existen diferencias estadísticamente significativas. En el cuarto año se observa un descenso en las relaciones positivas entre estudiantes de salud, presentando este grupo la media más baja (M=22.9; F: 3.108; p=0.028).
Respecto a las diferencias por carrera o edad, estas no mostraron diferencias significativas.
Discusión
Este estudio tuvo como objetivo identificar el nivel de bienestar psicológico -revisado desde un prisma de aquellos aspectos presentes y a potenciar por el individuo- que en este caso presentaban los estudiantes del área de la salud. Se buscó, por lo tanto, conocer qué dimensiones se encontraban potenciadas y cuáles eran deficitarias para fomentar su desarrollo a nivel de pregrado.
En las 6 subescalas que plantea el instrumento casi la mitad de los estudiantes obtuvieron un logro medio en estas dimensiones. Si bien se puede leer como positivo estos indicadores en los estudiantes universitarios, es importante estar atentos a que no se trate de un proceso de adaptación temporal y que cuando cambien las demandas ambientales -por ejemplo, incorporación a prácticas clínicas o al mundo laboral, es decir, dependiendo de las condiciones de vida- no sea posible sostener estos buenos indicadores.
Respecto al bienestar psicológico según el género, en la subdimension dominio del entorno las mujeres presentaron una media discretamente mayor que los hombres. Por otro lado, en la subescala autonomía los hombres presentaron una media mayor que las mujeres. Esto coincide con los resultados encontrados por Zubieta et al.19, Perez20 y García-Alandete21 que indican que este resultado podría responder a las características asociadas al género, otorgándole al hombre una tendencia a valores más de obediencia e instrumentales, mientras que la mujer estaría más orientada a valores comunitarios o relacionales.
En las subescalas de dominio del entorno y relaciones positivas los estudiantes de cuarto año presentan medias inferiores a los estudiantes de primer año. Estos resultados no coinciden con los encontrados por García-Alandete21, dado que a mayor edad de los estudiantes, esta dimensión tiende a ir en aumento. Esto podría deberse a que los/las estudiantes comienzan a vincularse fuertemente con su práctica profesional, lo que en un principio puede generar incertidumbre, ansiedad y una sensación preliminar de baja autoeficacia, lo cual debería ir disminuyendo en la práctica profesional.
En la subdimensión relaciones positivas los estudiantes mantienen la media durante los 3 primeros años académicos, bajando la media en el cuarto año. Esta situación no coincide con la revisión de otros trabajos encontrados, pero sin duda llama la atención especialmente tratándose de futuros profesionales que trabajarán en estrecha relación con otras personas. En este sentido, es de especial relevancia considerar esta dimensión cuando hablamos de profesionales de salud dado que todo su quehacer está centrado en la relación con otras personas (profesionales, pacientes y usuarios). Es allí donde se fundamenta y encuentra sentido. Desde esta permanente vinculación y relación con otros se puede experimentar un alto desgaste emocional a raíz de lo compleja que puede ser la relación entre quien brinda y quien recibe atención en salud. Por lo tanto, es necesario trabajar esta dimensión con el fin de asentar en el futuro profesional herramientas que permitan generar una relación empática y de confianza con aquellos con quienes transitará y serán parte en su vida laboral.
Conclusiones
Es relevante en este estudio la premisa de reemplazar el énfasis en las conductas de riesgo por la promoción de la competencia que tienen los estudiantes universitarios del área de la salud.
El trabajo de los profesionales de la salud plantea retos específicos, y uno de ellos es la demanda que conlleva la permanente interacción con personas. En este sentido, merece especial consideración el poder profundizar en la subdimensión de las relaciones positivas, dada la relevancia que esto plantea a los futuros profesionales de la salud que estarán en contacto permanente con otras personas.
Responsabilidades éticas
Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia.