Introducción
En los últimos años de la década de 1960, surgió el concepto agotamiento en el ámbito de la salud para hacer referencia al aspecto emocional y al estrés psicológico experimentado por médicos y enfermeras dedicados al cuidado de pacientes. Desde entonces, el término burnout se ha utilizado para definir el estrés asociado al trabajo en diversos entornos (Rotenstein et al., 2018).
El pionero en usar el concepto de burnout fue Freudenberg (1974) quien, al realizar un estudio en una clínica de toxicómanos, investigó a individuos predispuestos al agotamiento y las implicaciones que conlleva la dedicación y el compromiso laboral. Freudenberg observó que el personal experimentaba una pérdida de energía que resultaba en agotamiento, ansiedad, desmotivación y atención despersonalizada. Sus contribuciones incluyeron resultados sobre el proceso de agotamiento emocional y la falta de motivación y compromiso (Maslach et al., 2001).
Ahora bien, el estudio del burnout como síndrome se atribuye a Maslach y Jackson (1981) quienes lo conceptualizaron como un síndrome que involucra agotamiento emocional y cinismo (despersonalización) en individuos que trabajan con personas. Para ello, elaboraron una escala de alta validez y confiabilidad para medir el burnout, de la cual surgieron tres dimensiones para el análisis: agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal (Maslach et al., 1997).
El agotamiento emocional se manifiesta como un estrés crónico que se exterioriza a través de agotamiento físico y psicológico surgiendo como respuesta a situaciones tensas en el ámbito laboral entre las personas. La despersonalización, por su parte, implica una respuesta negativa, insensible o distante hacia el trabajo, mientras que la baja realización personal hace referencia a la ausencia de logros y productividad en la esfera laboral. Este síndrome resulta en un deterioro de la calidad de la atención proporcionada por el personal, y se manifiesta a través de factores como el ausentismo, baja moral, angustia, agotamiento físico, consumo de alcohol y drogas, así como problemas familiares derivados de la carga de trabajo y del entorno laboral (Maslash et al., 2001).
Posteriormente, el burnout fue definido en el ámbito organizacional desde una perspectiva psicosocial como “una respuesta a fuentes de estrés laboral crónico vinculadas a las relaciones sociales entre los proveedores de los servicios y receptores de los mismos, es un mecanismo de afrontamiento y autoprotección frente al estrés generado en la relación profesional-cliente, relación profesional-organización” (Gil-Monte, 2007, p. 5). Este autor sostiene que este fenómeno ha sido objeto de estudio por numerosos investigadores, quienes lo describen como una adaptación a condiciones laborales estresantes caracterizada por desorientación profesional, desgaste emocional, sentimientos de culpa debido a la falta de desarrollo profesional y aislamiento.
El fenómeno del burnout también ha sido abordado en el contexto de estudiantes universitarios, donde ha surgido la idea de que este grupo se siente presionado y saturado por las demandas educativas, de ahí que se ha convertido en un síndrome que ha transitado del ámbito laboral al educativo (Torres-Zapata et al., 2023). De hecho, diversas investigaciones han documentado la manifestación de este síndrome en la población estudiantil como consecuencia de la pandemia por Covid-19, que comenzó a fines de 2019 (Llanes-Castillo et al., 2022; Seperak-Viera, 2021; Torres-Zapata, 2023).
Ahora bien, en el año 2020, en respuesta a la rápida propagación del virus covid-19, los gobiernos implementaron medidas de distanciamiento físico para salvaguardar la salud de la población (Izquierdo et al., 2021). En consecuencia, las universidades, en acatamiento a las directrices gubernamentales, suspendieron las clases presenciales y optaron por la modalidad a distancia, lo que ocasionó un escenario desconocido con limitaciones en recursos tanto humanos como tecnológicos, y generó estrés en los estudiantes ante un futuro incierto (González, 2020).
Enfrentar los desafíos en el proceso de enseñanza-aprendizaje durante la pandemia por covid-19 no fue tarea sencilla para estudiantes y profesores, ya que muchos hogares carecían de un espacio adecuado para trabajar. Incluso, se presentaron problemas significativos relacionados con la falta de equipos de cómputo y el acceso a Internet, lo que afectó a estudiantes, profesores y sus familias (Montoya-Restrepo et al., 2022). Además, la falta de preparación por parte de los profesores para impartir clases en línea y las dificultades de los estudiantes para acceder a la educación virtual contribuyeron a que el alumnado fuera más afectado que los docentes. Se observaron síntomas de depresión, ansiedad y estrés en la comunidad universitaria durante la pandemia por covid-19, especialmente entre los estudiantes (Moya y Andrade, 2022).
La pandemia, por tanto, ha acentuado el crecimiento del síndrome de burnout, lo cual ha despertado una profunda preocupación en la sociedad actual (Llanes-Castillo et al., 2022). Los estudiantes universitarios muestran una mayor tendencia hacia complicaciones relacionadas con la salud mental, que se manifiestan de manera más intensa al pasar sorpresivamente de la enseñanza virtual a la presencial (Banda et al., 2023) de ahí que este problema de salud en los universitarios requiera atención tanto de las familias como de las universidades y la sociedad en general (Cao, 2020).
Dentro de los estudios llevados a cabo sobre el burnout en estudiantes universitarios durante la etapa del covid-19, se destaca la investigación de Llanes-Castillo et al. (2022) quienes exploraron la persistencia del síndrome de burnout durante las clases en línea, resultado del confinamiento por covid-19 en 184 estudiantes mexicanos. El enfoque de esa investigación fue cuantitativo, no experimental, descriptivo, transversal y analítico, y los resultados indicaron que los sujetos de estudio experimentaron un alto agotamiento emocional, con mayor énfasis en las mujeres.
Por otro lado, Torres-Zapata (2023) llevó a cabo una investigación con el objetivo de evaluar la presencia del burnout como un factor que podría influir en el rendimiento académico. Este estudio fue de naturaleza cuantitativa, descriptiva y no experimental, con una muestra de 114 estudiantes universitarios. Los resultados revelaron que el 90 % de los participantes presentaba niveles bajos de burnout, mientras que menos del 1 % mostró niveles altos de este síndrome. Además, no se encontraron datos que indicaran relaciones significativas entre el bajo rendimiento académico y el burnout.
Igualmente, Seperak-Viera et al. (2021) llevaron a cabo una investigación sobre la prevalencia del burnout académico en 341 estudiantes universitarios, para lo cual evaluaron posibles diferencias según el género y el nivel de estudio. Los resultados revelaron niveles altos y de riesgo de burnout en la población estudiada, también con un mayor índice en mujeres. Los autores concluyeron que el burnout está asociado con la ansiedad y la depresión.
Considerando estos antecedentes que subrayan la importancia del estudio del burnout en estudiantes universitarios en el contexto de la pandemia por covid-19, el objetivo de la presente investigación fue identificar la proporción de estudiantes que experimentaron el síndrome de burnout durante las clases en línea impartidas en el periodo de la pandemia. La muestra incluyó estudiantes universitarios de diversas áreas del conocimiento en una universidad pública ubicada en Tabasco, México.
Materiales y métodos
Diseño de la investigación
La presente investigación se enmarca en un enfoque cuantitativo y descriptivo, para lo cual se adoptó un diseño no experimental de tipo transversal. En la recolección de datos, se procuró no modificar el contexto en el que se encontraban los sujetos de estudio para evitar la manipulación de la variable de estudio. El análisis de la información recopilada se llevó a cabo mediante el empleo de técnicas de estadística descriptiva (Cohen et al. 2007; Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018).
Sujetos de estudio
En esta investigación, se llevó a cabo un muestreo por conveniencia, donde los sujetos fueron seleccionados según la accesibilidad del investigador. Los participantes fueron voluntarios y expresaron su acuerdo para ser incluidos en el estudio; además, fueron seleccionados por la utilidad y cercanía del investigador con los sujetos de estudio. Este tipo de muestreo se aplicó por su eficiencia y rapidez en la obtención de información (Otzen y Manterola, 2017; Robledo, 2005; Tamayo, 2000).
En total, participaron de manera voluntaria 268 estudiantes de una universidad pública mexicana de diversas áreas del conocimiento. La muestra se dividió equitativamente entre mujeres (134) y hombres (134). En cuanto a la distribución por edades, el 31 % (83) tenía entre 18 y 20 años, el 50.4 % (135) entre 21 y 23 años, el 10 % (27) entre 24 y 26 años, y el 8.6 % (23) entre 27 y 29 años. El 94.8 % (254) de los participantes eran solteros.
En relación con el semestre que cursaban, el 16.8 % (45) estaba en los primeros tres semestres, el 20.9 % (56) del cuarto al sexto, el 51.5 % (138) del séptimo al noveno, y el 10.8 % (29) del décimo al doceavo semestre. Respecto a las calificaciones, el 12.7 % (34) tenía un promedio de 7 a 7.9, el 55.8 % (149) de 8 a 8.9, y el 31.5 % (85) de 9 a 9.9.
Procedimiento de recolección de datos
Para llevar a cabo la recolección de datos, se estableció contacto con la Dirección de Tecnologías de Información de la universidad con el propósito de solicitar su colaboración para enviar a los estudiantes, a través de correo electrónico, el enlace de la encuesta elaborada en Google Forms. Con el fin de cumplir con los principios éticos en la investigación, se proporcionó información detallada sobre el objetivo del estudio y se aseguró a los participantes la confidencialidad y anonimato de sus respuestas. Los estudiantes, atraídos por la relevancia del estudio, participaron de manera voluntaria.
Confiabilidad y validez del instrumento
Para lograr el objetivo de la investigación, se tomaron como base los instrumentos elaborados por Correa-López (2019) con 15 ítems y por López-Aguilar y Álvarez-Pérez (2021) con 21 ítems. Cada instrumento fue analizado cuidadosamente para adaptarlo al contexto específico de la universidad objeto de la investigación. Este análisis se centró en verificar que cada ítem considerara de manera específica a la universidad en cuestión, ya que los instrumentos de referencia fueron diseñados para otras unidades de análisis y algunos de sus ítems no eran aplicables al presente estudio. Además, se revisó la redacción de los ítems para garantizar que fueran comprendidos claramente por los encuestados.
Posteriormente, se llevó a cabo un análisis factorial exploratorio que validó un instrumento final con 20 ítems, estructurado en dos secciones. La primera recopiló información sobre la facultad a la que pertenece el estudiante, la licenciatura que cursa, el semestre, la edad, el género, el promedio de calificaciones y el estado civil. La segunda sección consta de 20 ítems en una escala tipo Likert que varía de 1 = totalmente en desacuerdo, 2 = en desacuerdo, 3 = de acuerdo y 4 = totalmente de acuerdo.
La confiabilidad del instrumento se calculó mediante el coeficiente alfa de Cronbach, que reportó una confiabilidad aceptable para los tres factores identificados: baja realización personal con ocho ítems, agotamiento con nueve ítems y despersonalización con tres ítems (tabla 1). Este proceso metodológico se basó en las recomendaciones de Field (s. f.).
Factor | Alfa de Cronbach (α) |
---|---|
Baja realización personal | 0.950 |
Agotamiento | 0.918 |
Despersonalización | 0.720 |
Confiabilidad de los 20 ítems | 0.950 |
Fuente: Elaboración propia
El burnout en los estudiantes se analizó a través de tres factores o dimensiones: baja realización personal, agotamiento y despersonalización. Las definiciones se encuentran en la tabla 2.
Factor | Definición |
---|---|
Baja realización personal | Refiere por parte de los estudiantes a sentimientos como la falta de entusiasmo, de interés, incompetencia para el estudio y angustia durante por las clases en línea en tiempos de pandemia. |
Agotamiento | Representa por parte de los estudiantes agotamiento, estrés, cansancio, falta de sueño, intranquilidad, falta de atención y sentimientos de soledad durante las clases en línea en tiempos de pandemia. |
Despersonalización | Representa por parte de los estudiantes insensibilidad hacia los demás, dificultad en la comunicación, en las relaciones con los profesores y con los demás durante las clases en línea en tiempos de pandemia. |
Fuente: Elaboración propia
Para la validación del instrumento, se llevó a cabo un análisis factorial exploratorio utilizando el método de máxima verosimilitud y la rotación Varimax. Para verificar la idoneidad de los datos para este análisis, se calculó la medida de adecuación de la muestra de Kaiser Meyer Olkin (KMO), que obtuvo un resultado de 0.963. Además, la prueba de esfericidad de Bartlett arrojó valores de (X2= 4167.526, gl= 190, p≤ .000). Estos resultados confirmaron que la estructura factorial era adecuada para la factorización de la matriz de correlaciones, lo que explica el 68.47 % de la varianza (Moral, 2011).
El análisis factorial exploratorio validó el instrumento con tres factores claramente identificados: 1) baja realización personal, 2) agotamiento, y 3) despersonalización. El modelo mostró una estructura aceptable según los criterios establecidos por Moral (2011) con cargas factoriales superiores a 0.5 (tabla 3). Este proceso de validación contribuyó a respaldar la solidez y la validez del instrumento utilizado en la investigación.
Ítems | 1 | 2 | 3 |
---|---|---|---|
Con las clases en línea disminuyó el entusiasmo por mis estudios. | 0.805 | ||
Perdí el interés por estudiar al tener las clases en línea | 0.805 | ||
La proyección hacia mis estudios se vio perjudicada con la enseñanza en línea. | 0.798 | ||
Cuando recibí clases en línea me sentí incompetente en mis estudios. | 0.793 | ||
Cuando recibí clases en línea sentí desmotivación por mis estudios. | 0.792 | ||
Cuando tuve clases en línea dudé sobre la importancia de mis estudios. | 0.745 | ||
El aislamiento académico perjudicó mis calificaciones. | 0.693 | ||
Estudiar en tiempos de pandemia me angustiaba. | 0.592 | ||
Cuando tuve clases en línea me sentí agotado por mis estudios. | 0.803 | ||
Cuando las clases eran en línea las tareas me provocaban estrés. | 0.779 | ||
Cuando recibí clases en línea me sentía cansado. | 0.772 | ||
En ocasiones no dormía bien pensando en el trabajo escolar. | 0.681 | ||
Las clases en línea me generaron intranquilidad. | 0.647 | ||
Fue muy difícil organizar mi tiempo cuando me daban clases en línea. | 0.593 | ||
Cuando tuve clases en línea era difícil poner atención. | 0.552 | ||
Se me hizo difícil tomar clases en línea. | 0.547 | ||
Me sentía solo cuando recibía clases en línea y realizaba desde mi casa el trabajo escolar. | 0.531 | ||
Cuando tuve clases en línea me volví insensible con los demás. | 0.727 | ||
Fue difícil la comunicación con los profesores cuando tenía dudas sobre las clases. | 0.706 | ||
La presión por las tareas y las clases me dificultaron las relaciones con los demás. | 0.509 |
Fuente: Elaboración propia
Resultados
Baja realización personal
En esta dimensión, se observa que más de la mitad de los estudiantes (56.35 %) afirmaron que estudiar en tiempos de pandemia les provocaba angustia, y un porcentaje similar (56.4 %) dudó de la importancia de sus estudios. Además, el 47.77 % declaró sentirse desmotivado por los estudios, y el 45.15 % coincidió en que con las clases en línea disminuyó su entusiasmo para estudiar, lo que afectó la proyección hacia sus estudios y generó sentimientos de incompetencia con la enseñanza en línea. Por otro lado, más de un cuarto de la población (34 %) mencionó que el aislamiento académico perjudicó sus calificaciones, y el 32 % manifestó haber perdido el interés para estudiar (figura 1).
Agotamiento
En la dimensión de agotamiento, se observaron elevados valores en cinco de los nueve ítems evaluados. El 65.7 % de los participantes coincidió en que experimentaba dificultad para prestar atención durante las clases en línea. Más de la mitad (57.8 %) manifestó sentirse agotado por los estudios, mientras que el 55.6 % indicó experimentar cansancio. Asimismo, el 53.4 % afirmó que en ocasiones tenía dificultades para dormir bien debido a las preocupaciones relacionadas con el trabajo escolar. Además, el 51.9 % reportó que las tareas académicas le generaban estrés, y el 48.9 % se sintió intranquilo con las clases en línea. Un 47.4 % encontró difícil tomar clases en línea, el 45.9 % experimentó sensación de soledad durante las clases en línea, y el 39.6 % afirmó que le resultó muy complicado organizar su tiempo (figura 2).
Despersonalización
En esta dimensión, el ítem que obtuvo el mayor porcentaje de respuestas (61.9 %) indicó que la comunicación con los profesores resultó difícil cuando los estudiantes tenían dudas sobre las clases. Además, el 46.3 % de los participantes señaló que la presión derivada de las tareas y las clases dificultó sus relaciones con los demás. Por otro lado, el 26.1 % afirmó haberse vuelto insensible con los demás cuando tuvo clases en línea (figura 3).
Discusión
En la primera dimensión analizada de burnout, los hallazgos revelaron un alto porcentaje de estudiantes experimentando baja realización personal, lo que refleja angustia y dudas sobre la importancia de sus estudios, así como desmotivación, pérdida de interés, falta de entusiasmo, falta de proyección e incompetencia al recibir las clases en línea. Aunque en menor proporción, algunos estudiantes indicaron que el aislamiento académico influyó en bajas calificaciones y causó la pérdida de interés para estudiar. Estos resultados sugieren la importancia de considerar este impacto en decisiones futuras relacionadas con ausentismo, reprobación y deserción de los estudiantes.
Los porcentajes más altos de burnout se encontraron en la dimensión de agotamiento, lo que destaca la dificultad para prestar atención durante las clases en línea. Además, la dimensión de despersonalización reveló dificultades en la comunicación con profesores cuando los estudiantes tenían dudas sobre las clases. Estos datos indican que más de la mitad de los estudiantes experimentaron agotamiento, lo cual podría ser consecuencia de la falta de un entorno propicio en los hogares para recibir las clases, problemas con la tecnología y la falta de preparación de los profesores, como señalan Montoya-Restrepo et al. (2022) y Moya y Andrade (2022).
En cuanto a la despersonalización, los estudiantes indicaron la existencia de una falta de comunicación con los profesores y experimentaron dificultades para relacionarse con otras personas como resultado de la presión derivada de las tareas y las clases en línea. En esta dimensión, un cuarto de la población afirmó haberse vuelto insensible durante la época de pandemia.
En términos generales, los hallazgos revelaron que más de la mitad de los estudiantes presentaron agotamiento, lo cual coincide con lo reportado por Llanes-Castillo et al. (2022), quienes identificaron un alto porcentaje de agotamiento en estudiantes universitarios en su investigación. Sin embargo, estos resultados difieren de los hallazgos de Torres-Zapata (2023), quien encontró bajos niveles de burnout en la mayoría de los sujetos de estudio.
En definitiva, esta investigación informó altos porcentajes de burnout, lo que coincide con los resultados obtenidos en otros estudios que han señalado la presencia del síndrome en estudiantes universitarios durante la pandemia por covid-19 (López-Aguilar y Álvarez-Pérez, 2021; Montoya-Restrepo et al., 2022; Salazar et al., 2021).
Conclusiones
Este estudio determinó el porcentaje de estudiantes universitarios matriculados en diversas áreas del conocimiento en una universidad pública mexicana que experimentaron burnout académico durante las clases en línea en el contexto de la pandemia provocada por el covid-19. En tal sentido, la validez y confiabilidad del instrumento de investigación utilizado permitieron obtener resultados fidedignos que ofrecen una visión clara de la experiencia vivida por los estudiantes universitarios durante la pandemia. Estos resultados pueden ser de utilidad tanto para los profesores como para las autoridades universitarias, ya que proporcionan información valiosa que puede orientar la toma de decisiones con el objetivo de mejorar el rendimiento académico de los estudiantes. Además, la metodología empleada en este estudio puede ser replicada en otros contextos donde exista interés en identificar la presencia de burnout como síntoma de problemas escolares.
Por otra parte, aunque los estudiantes han retornado a las clases presenciales, es evidente que podrían enfrentar deficiencias en el conocimiento de las asignaturas debido al estrés experimentado durante la época de pandemia. Por lo tanto, los resultados de este trabajo sirven como un respaldo para el diseño de estrategias destinadas a mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje en el periodo postcovid-19.
En conclusión, los hallazgos de la investigación ofrecen datos sólidos que son útiles para la toma de decisiones orientadas a reducir el burnout entre los estudiantes. Por ende, se sugiere realizar otros estudios durante el retorno a las clases presenciales para determinar si en este contexto los estudiantes continúan experimentando burnout después de haber recibido clases en línea.
Futuras líneas de investigación
Este trabajo proporcionó datos sobre los porcentajes de burnout experimentados por estudiantes universitarios durante las clases impartidas en línea como consecuencia de la pandemia ocasionada por el covid-19. No obstante, estos resultados demandan una mayor indagación con el objetivo de comprender a fondo las causas que originaron estos hallazgos. Una opción para explorar en detalle esta temática podría ser la aplicación de instrumentos de carácter cualitativo, como la entrevista, para la recolección de datos.
Otra alternativa viable consiste en llevar a cabo un estudio dirigido a la planta docente con el propósito de identificar los niveles de burnout y su relación con los estudiantes en el proceso enseñanza-aprendizaje, lo cual permitiría proponer medidas concretas destinadas a reducir de manera significativa esta problemática. Asimismo, sería posible determinar la existencia de diferencias estadísticamente significativas entre la baja realización personal, el agotamiento y la despersonalización con variables como el género, la edad, el promedio en las calificaciones y el semestre a través del análisis de varianza Anova y la prueba T de Student.