Introducción
Actualmente, de manera global, se presenta una necesidad de trabajadores comprometidos, creativos, entusiastas y productivos. Una de las problemáticas más apremiantes se muestra en los resultados del reporte Gallup (2017), en donde se observa que el 85% de los empleados en todo el mundo no están comprometidos o están activamente desconectados en su trabajo. Esta desconexión y falta de compromiso laboral tiende afectar la productividad en los trabajadores de todos los sectores.
La productividad es un métrico clave y punto de partida para medir casi todo lo relacionado al crecimiento económico y desarrollo humano, y al disminuir provoca un efecto dominó que impacta al desarrollo económico y social de los países (GALLUP, 2017, pp. 5). Por otra parte, la OCDE (2017) afirma que los bajos niveles de productividad son la razón principal entre las diferencias de renta per cápita de los países de América Latina y de la OCDE.
En ese sentido, se busca comprender y explicar los factores que influyen en el ser humano para lograr satisfacción personal y laboral partiendo de la búsqueda de sentido de vida que lleva consigo cada persona, considerando sus aspiraciones y pasiones, y cómo la educación apoyándose de la tecnología puede facilitar este proceso de autodescubrimiento personal.
Estudiar el comportamiento humano y sus motivaciones resulta fundamental debido a que un empleado motivado y satisfecho laboralmente presenta mejores resultados en beneficio de la empresa que uno que no lo está (Madero Gómez & Rodríguez Delgado, 2018); así mismo, cuando el empleado siente emociones positivas tiende a tener una conducta más exploratoria que permite aumentar sus habilidades y capacidades, sentirse cómodo con su trabajo y aumentar su compromiso laboral (Franco Miranda, Quiroz González & Castaño González, 2020). En esa línea, Franco et al. (2020) argumenta que para tener organizaciones saludables, humanas y productivas con empleados capaces de adaptarse a los cambios, proactivos y con iniciativa se requiere comprender los estados psicológicos positivos que favorecen el desarrollo de habilidades socioemocionales (pp. 3); por lo tanto, el bienestar debería ser una de las prioridades de la educación y de la política considerando que es uno de los ideales en la vida personal y social de todos los seres humanos (Bisquerra Alzina & Hernández Paniello, 2017).
En esta investigación se explorará la orientación vocacional desde diversas aristas: como un proceso que integra el aprendizaje socio emocional que permite al estudiante conocerse a través del descubrimiento de sus pasiones, intereses, aspiraciones y personalidad; un proceso que involucra a todos los actores educativos, así como también a los familiares de los estudiantes; y como un proceso que puede facilitar la búsqueda del sentido de vida, bienestar y satisfacción laboral a través del ejercicio profesional.
Desarrollo
Introducción al contexto educativo y psicológico
Para Cosacov (2007), la personalidad es un conjunto compuesto que integra las aptitudes, actitudes y los rasgos. Las aptitudes indican en el lugar en que la persona se desenvuelve de manera óptima; las actitudes lo que las personas piensan o valoran y los rasgos los factores psicológicos que más inciden en su comportamiento (pp. 250).
La personalidad también se define como el compuesto de los intereses, habilidades, competencias o capacidades y otros atributos como valores, inteligencia, sentido del humor, educación, finalidad, etc. Donde los intereses son las cosas que le gustan y que producen satisfacción laboral; las habilidades son talentos naturales que permiten hacer actividades con facilidad y las competencias los talentos adquiridos que mejoran con la práctica (Clark, Osterwalder & Pigneur, 2012).
Para Cortada (1984), el interés surge de manera espontánea con una motivación profunda que dirige a la persona hacía el ejercicio profesional con concentración y esfuerzo duradero. Mendoza (1994) argumenta este puede ser referido a aspectos de índole personal, social o económicos que al satisfacerlos conducen al cumplimiento de metas y objetivos. Por su parte, Goleman (2016) afirma que cuando los estudiantes sintonizan con lo que les importa y atrae, establecen una conexión con los intereses, lo que provoca una motivación intrínseca que revela lo que verdaderamente desean aprender y por qué (pp. 20); y los retos que despiertan el interés eliminan el aburrimiento, aumentan la motivación y la atención (Goleman, 2010, pp. 272). Por otra parte, los enfoques de aprendizaje combinan el motivo y la estrategia mediante un proceso metacognitivo y designan los procesos de aprendizaje que surgen de las percepciones de los estudiantes sobre sus tareas académicas, influenciadas por sus características personales (Urbina-Cárdenas & Ávila-Aponte, 2013).
La motivación se refiere a los impulsos y deseos que fomentan un comportamiento y hacen que las personas actúen de determinada manera para satisfacer una necesidad (Araya-Castillo & Pedreros Gajardo, 2013); fundamenta toda la conducta intencional y se divide en dos tipos de motivos: extrínsecos e intrínsecos (Cosavoc, 2007, pp.229), lo que implica, que al cubrir la necesidad, el impulso que provocó la acción disminuya.
Los motivos, según Cohén (1978), se clasifican en primarios y secundarios en donde los primarios son los básicos, fisiológicos e innatos de preservación como el hambre, la sed o el sexo; mientras que los secundarios se pueden adquirir y se dividen a su vez en sociales (extrínsecos) y personales (intrínsecos).
Los motivos personales se relacionan con la vocación, las habilidades, los intereses y las aptitudes del individuo mientras que los sociales refieren a los lineamientos que la sociedad impone. En ese sentido, López et al. 2018 hace hincapié en que la motivación hacia el aprendizaje es un proceso interno de la persona que puede ser afectado por factores internos o motivos intrínsecos (autoconcepto, metas, motivación de logro) o externos también llamados extrínsecos (apoyo familiar, estrategias educativas, recursos económicos) y funge como variable predictora en la formación de los intereses vocacionales de la persona. En contraste, cuando el joven está desmotivado hacia las tareas de aprendizaje, pierde el interés, lo que puede causar el abandono en sus estudios (pp. 3).
Por su parte, Cosavoc (2007) define la pasión como un desborde emocional y sobrevaloración hacia una persona, objeto, idea u obra (pp. 247). Para Urbina-Cárdenas et al. 2013, la pasión es la acción y se activa para que las intenciones de la razón no queden solo en deseos. En esa línea, la pasión por aprender es un acto, natural y permanente, que compromete todos los sentidos en búsqueda de satisfacer las ganas de saber. Aprender con pasión requiere de una motivación intrínseca y estrategia en el proceso de aprendizaje (pp. 4). Urbina-Cárdenas et al. 2013 argumenta que no hay aprendizaje significativo sin pasión, y no hay pasión sin encontrar significado a lo aprendido. La pasión inteligente es una aleación de sabiduría y de previsión científica, que actúa en el momento de aprender como la forma particular de vivir de un ser humano (pp.7).
Por otro lado, las aspiraciones son los objetivos que una persona se fija a si misma al desarrollar cierto trabajo definido (Vera, 2020, pp. 7) y la autorrealización es la preferencia natural por desenvolverse en lo máximo en sus capacidades, y que genera satisfacción personal y profesional por la práctica de dichos talentos (Vera, 2020, pp. 8). Para Clark et al. (2012), la mayoría de los orientadores coinciden en que la satisfacción profesional depende de los intereses, competencias, habilidades y personalidad (pp.99).
En ese sentido, la orientación según Mendoza (1994) es un proceso donde se brinda información a las personas sobre la relación entre sus capacidades, habilidades, gustos, preferencias y como estas pueden apreciarse, reconocerse y como pueden afectar el contexto formativo, laboral, económico y personal, mientras la vocación es el llamado intrínseco que experimenta cada persona para cubrir la necesidad de satisfacción al realizar alguna actividad particular (pp. 15). Para Vidales (1986) es sentirse cómodo e interesado en la actividad que se desarrolla y Cueli (1973) lo refiere a una necesidad que solo el ejercicio de la profesión puede satisfacer por lo que la actividad se realiza de manera eficiente, con alegría y atención.
La orientación vocacional es un proceso que ayuda a jóvenes para reflexionar sobre la elección de su profesión, ya que esta determina el tipo de trabajo y las actividades que realizarán en el futuro (Mendoza, 1994, pp. 23); que refiere a las aptitudes, capacidades y tendencias que tiene la persona en el inicio de su desarrollo intelectual (Alfonso, 2007) y su importancia radica en que al descubrir las capacidades personales se puede obtener un mejor aprovechamiento y ser más competitivo socialmente. Alfonso argumenta que entre más aptitudes se descubran y desarrollen, mayor será la evolución de la personalidad del joven (2007, pp. 14). El principal objetivo de la orientación vocacional es ayudar al joven a realizar de manera reflexiva la elección de su futura profesión (Cortada, 1984, pp. 59).
El proceso de la elección vocacional es determinante para las decisiones futuras de los estudiantes puesto que parten del diseño del estilo de vida que el joven quiere alcanzar a través de su actividad profesional (López Fernández & Sánchez Herrera, 2018). En ese sentido, la madurez emocional es un proceso en donde la persona tiene disposición de realizar actividades con las que se siente comprometido y cumple metas que proveen satisfacción y felicidad tanto a la persona como también se satisfacen las demandas del mercado laboral. Siendo así la madurez vocacional un predictor de éxito profesional (pp. 3).
Una decisión acertada en cuanto a vocación profesional es la combinación de lo que le atrae con lo que le importa y lo que puede llevar a cabo con éxito que hace que la persona se sienta cómoda, satisfecha, motivada, con ganas de seguir aprendiendo y lo que tiende a convertirse en un buen trabajo (Goleman, 2016. pp. 21). El proceso de la orientación vocacional puede lograrse a través de técnicas e instrumentos como entrevistas, cuestionarios o pruebas psicométricas para ayudar a la persona a descubrir sus cualidades y limitaciones y de esa manera elegir una profesión que pueda desempeñar con agrado y eficiencia (Cortada, 1984, pp. 257). Otra herramienta que puede facilitar este proceso es la grafología debido a que hay rasgos en la escritura que permiten identificar tendencias a las ciencias exactas, ciencias de la salud, al arte, arquitectura, diseño, ciencias sociales y humanidades (Centeno, 2018, pp. 148).
Para Mendoza (1994), es importante que en el proceso de orientación vocacional se involucren los consejeros de carrera escolares, los padres de familia y los maestros para orientar a los estudiantes sobre la profesión más adecuada según sus posibilidades personales, familiares y económicas. Cortada (1984) resalta la importancia de comenzar este proceso en el nivel secundaria y continuarlo en el bachillerato. Alfonso (2007) y Bisquerra et al. (2017) coinciden en que los programas educativos de desarrollo personal, así como la orientación vocacional deben ser promovidos a través de la educación.
En ese sentido, los niveles de la educación en México son educación inicial; educación básica que se compone del nivel preescolar, primaria y secundaria; educación media superior, superior y capacitación para el trabajo (SEP, 2019, pp.60).
La Educación Media Superior se refiere a los estudios obligatorios, posteriores a los de secundaria y comprende el bachillerato general, tecnológico, profesional técnico y el profesional técnico bachiller (SEP, 2016, pp. 6), y la Educación Superior se refiere al modelo formativo de profesionistas, posterior al nivel de educación media superior, de todas las ramas del conocimiento y abarca la educación normal, tecnológica y universitaria para alcanzar niveles de educación como licenciatura, maestría y doctorado (SEP, 2016, pp. 7).
El proceso de orientación vocacional
En la figura 1 se muestra el proceso de la orientación vocacional considerando todos los elementos que lo integran y las relaciones entre los mismos.
El aprendizaje socio emocional como núcleo de la educación para el bienestar
La educación es un proceso que para Rojas-León (2014) citada por (Ramos Monsivais & Ramos Sánchez, 2020) comienza en la infancia y se va desarrollando a lo largo de la vida, en el que se pone al alcance el conocimiento, los valores, el desarrollo de habilidades, reglas socioculturales, etc., para que las personas puedan convivir en sociedad, se desarrollen profesional y personalmente de manera que puedan alcanzar bienestar social y personal. El proceso educativo para Ramos et al. (2020) no se limita al campo formal y tradicional, sino que puede darse de manera autodidacta a través de las herramientas tecnológicas, o derivado de experiencias interculturales, viajes o de la práctica de diversas actividades (pp. 4).
La educación para el bienestar basado en la ciencia para Bisquerra et al. (2017) debe contemplarse como esencial para el desarrollo integral de los estudiantes. En ese sentido, Goleman (2016) afirma que el aprendizaje social y emocional complementa la parte académica pues en conjunto constituye la educación integral que permite a los estudiantes conseguir sus objetivos a pesar de los obstáculos cotidianos (pp. 33). La educación emocional surge como respuesta ante las necesidades sociales que no son atendidas a través de materias académicas y se implementa a mediante recursos y estrategias para afrontar los retos que les plantea la vida cotidiana (Santiago, 2018, pp.7). Para Bisquerra (2009) es un proceso educativo, continuo y permanente cuyo objetivo es el desarrollo emocional como complemento del cognitivo a través del dominio de las competencias emocionales.
La implementación de los programas de Aprendizaje Social y Emocional o SEL por sus siglas en inglés, en Estados Unidos tiene origen en New Haven, Connecticut en donde el Psicólogo Roger Weissberg creó el Plan de Estudios de Desarrollo Social con el objetivo de ayudar a los jóvenes de la región debido a las problemáticas sociales que hacían difícil prosperar. Algunas de estas problemáticas eran la pobreza, jóvenes embarazadas y madres solteras adolescentes; donde los modelos a seguir eran traficantes de droga (Goleman, 2016, pp. 13).
Los principios del SEL están basados en inteligencia emocional y son un marco integrador que promueven el desarrollo de habilidades sociales y emocionales como el autocontrol, conciencia de sí mismo, conciencia social, habilidades relacionales y tomar decisiones de manera responsable en ambientes positivos y estimulantes para prevenir factores de riesgo en los jóvenes (Fernández-Berrocal, Extremera Pacheco, 2005). Algunos beneficios del SEL son incrementar el rendimiento académico, mejorar actitudes y comportamientos, reducción de conductas negativas y de estrés emocional (CASEL, 2020).
En ese sentido, en 1994, un grupo de maestros e investigadores comprometidos con el SEL se unieron para fundar CASEL, y con ayuda del Instituto Fetzer y de la Fundación Surdna, se convirtió en una organización; actualmente se mantienen seis de los miembros fundadores activos en el campo como: Daniel Goleman, Profesor de Harvard; David Sluyter, tutor del Instituto Fetzer; Mark Greenber, del Departamento de Promoción del Desarrollo Humano de la Universidad Penn State; Linda Lantieri, Directora del Programa de Resiliencia Interior; Eileen Growald, Filantropista de riesgo y Timothy Sriver, de las Olimpiadas especiales, así como también trece miembros activos en donde destacan profesores como Roger Weissberg, Mary O’ Brien y Herbert Walberg de la Universidad de Ilinois; Joseph Zin de la Universidad de Cincinnati; Maurice Elias de la Universidad Rutgers; Norris Haynez de la Universidad del Estado de Connecticut del Sur, Janet Patti, del Hunter College y Janice Jackson, del Boston College.
En 1997, CASEL y la Asociación para la Supervisión y el Desarrollo Curricular (ASCD) se asociaron para promover el SEL y difundir las estrategias prácticas para los docentes de educación básica. Material que fungió como cimiento para la implementación de los programas SEL en Estados Unidos. En 2015, CASEL publicó el manual de aprendizaje social y emocional: investigación y práctica en donde se da a conocer el avance del campo de investigación en todos los aspectos del aprendizaje social y emocional y la red de colaboradores que se han sumado a este campo de estudio (CASEL, 2020).
En España también se comenzó a crear programas de alfabetización emocional y de aprendizaje socio-afectivo para incrementar el bienestar individual y la convivencia humana a través de incrementar la autoestima, el autocontrol, la asertividad, la empatía, y habilidades para solucionar problemas (Extremera Pacheco, Fernández-Berrocal, 2003). En esa línea, en el Reino Unido se creó el programa SEAL (Aspectos Sociales y Emocionales del Aprendizaje) para los estudiantes de primaria y secundaria con el propósito de que los niños y jóvenes sean felices. Diversos estudios demuestran que un nivel bajo de inteligencia emocional se relaciona con la depresión y con la ansiedad mientras que un nivel alto es asociado con indicadores positivos como bienestar psicológico, alta autoestima, satisfacción vital y niveles altos de felicidad (Cazalla-Luna, Molero, 2016); así mismo, Bisquerra et al. 2017 hace hincapié en que los centros educativos son el medio idóneo para la difusión de la cultura del bienestar debido a que de esta forma se empieza desde las primeras edades y también porque es el modo más efectivo de llegar a la totalidad de la población.
En la búsqueda de sentido de vida
Los humanos constantemente se encuentran en la búsqueda de significado y propósito en todas las acciones que realizan. Esa búsqueda se convierte en una de las principales fuerzas que les permiten lograr objetivos (García & Miralles, 2016).
Víktor Frankl, fundador de la Logoterapia y del análisis existencial en una de sus investigaciones encontró que el humano es capaz de vivir y de morir por sus ideales García et al. (2016); para Frankl el objetivo de la logoterapia es ayudar a las personas a encontrar motivos para vivir y el proceso de la misma se puede resumir en cinco etapas: 1. La persona siente un vacío, frustración o ansiedad; 2. El terapeuta le hace ver su necesidad de tener una vida con sentido; 3. El paciente encuentra motivos para vivir; 4. Según su voluntad, el paciente decide si acepta o no el camino a seguir y 5. El nuevo impulso por vivir le ayuda al paciente a ser resiliente (pp. 6). En ese sentido, la resiliencia emocional se refiere a la prontitud con la que las personas se recuperan ante los obstáculos y contratiempos cotidianos (Goleman, 2013, pp. 53).
Por otra parte, en la búsqueda del secreto de una vida saludable, larga y feliz en Ogimi, un pueblo de Japón con el índice de mayor longevidad en el mundo, se descubrió que la clave era la alegría con la que viven las personas hasta el fin de sus vidas y que esta es originada al tener un ikigai lo cual definen como la razón de ser, el propósito personal que brinda satisfacción, felicidad y significado a la vida (García & Miralles, 2016).
Para Clark et al. (2012), la persona puede encontrar el sentido de vida en su carrera profesional al descubrir su zona óptima profesional que se compone de la combinación de los intereses, la personalidad, las competencias y las habilidades y argumenta que la mayoría de los consejeros de carrera afirman que de esta depende la satisfacción profesional (pp. 99). En ese sentido, Vilaseca (2013) afirma que a medida que la persona empieza a decidir con libertad comienza a descubrir como emprender una profesión más útil, creativa y con sentido (pp. 113). Para Goleman (2012) la pasión por el trabajo es causada por una ambición intensa de ser útil, de tener una pasión (pp.82) y el autoconocimiento permite mantener las decisiones laborales en armonía con los valores más profundos (pp. 84).
En la figura tres se muestran componentes para descubrir el propósito personal propuesto por Andrés Zuzunaga citado por Vilaseca (2013).
En la figura cuatro se muestran los componentes de la zona óptima profesional propuesta por Clark et al. 2012.
Elegir una profesión de acuerdo con la personalidad, intereses, motivaciones, aspiraciones, competencias y habilidades provoca que al ejercerla la persona entre al estado de flujo y realice sus actividades con concentración y disfrute.
En el estado de flujo, según García et al. (2016), las personas experimentan tanta satisfacción mientras realizan la actividad que no les importa sacrificar otros aspectos de su vida por continuar su tarea (pp. 51); el trabajo se convierte en placer y se realiza con motivación e impulso por dar lo mejor de sí (Goleman, 2012, pp. 138).
El placer y la absorción plena en la actividad son los indicadores emocionales del flujo (Goleman, 2013, pp. 35). En contraste, cuando la persona ignora sus pasiones tiende a sentirse perdido, desorientado y corre un mayor riesgo de sufrir un problema cardiaco que quienes explotan sus talentos y sus habilidades en el trabajo (Goleman, 2012, pp. 83) para acercar a la persona desmotivada al estado de flujo se requiere intensificar la motivación y el entusiasmo, evocar una sensación de objetivo y agregar un poco de presión (Goleman, 2013, pp. 37).
Conclusiones
La orientación vocacional, el aprendizaje socio emocional y el sentido de vida como conjunto permiten facilitar el camino introspectivo del estudiante para elegir y ejercer una profesión de una manera asertiva, con propósito y convicción. En ese sentido, se sugiere crear y promover estrategias como la incorporación de la logoterapia en educación media superior y en el primer semestre de educación superior que permitan a los jóvenes vivir un proceso de autodescubrimiento y emprender una carrera de vida con propósito, con pasión de aprender que les brinde satisfacción personal para que de manera posterior se conviertan en profesionistas entusiastas, creativos, productivos y ese entusiasmo laboral pueda reflejarse en el incremento de la competitividad de la sociedad y de los países a los que pertenecen.
Sensibilizar a los estudiantes desde una etapa temprana sobre temas como la pasión, la misión de vida, la libertad de elección sobre su profesión y la búsqueda de sentido cobra una relevancia significativa para la calidad de vida y bienestar que puedan experimentar a través del ejercicio de su profesión; por lo tanto, es importante que la educación adopte estrategias innovadoras y creativas que permitan al estudiante vivir el proceso del autodescubrimiento de una manera placentera. En ese sentido, la educación se puede apoyar en la tecnología a través de la incorporación de tecnologías positivas, sesiones de orientación en línea y la aplicación de pruebas psicométricas a través del internet.