Introducción
Tradicionalmente, la enseñanza de la Historia se vislumbra desde la perspectiva del estudiantado como una asignatura de estudio monótona, rutinaria, carente de significado, memorística y tediosa (Meléndez y Escobar 2020; Lombardi, 2000; Medina, 2000; Prats, 2000), al señalar múltiples prácticas tradicionalistas por parte del profesorado en su enseñanza asociadas a la memorización de personajes y fechas, copiado de notas, apuntes, resolución de cuestionarios y exámenes como actividades recurrentes en el aula. En palabras de Lombardi (2000): “La historia que se enseña sigue siendo en lo esencial la llamada historia tradicional o de acontecimientos en donde prevalece lo heroico y lo individual; historia eminentemente política y anecdótica, eurocéntrica y europeísta, anclada en la vieja cronología (Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea); un tiempo histórico estructural y orgánicamente discontinuo, anclado en un pasado muerto y en donde sistemáticamente se rehúye la contemporaneidad. Historia aséptica, neutral, acrítica y anticientífica. De allí que la historia escolar y cierta historia académica sea percibida como algo ajeno e inútil” (p.13).
Ello ha ocasionado que el estudiantado se muestre desmotivado hacia el estudio de la asignatura y presente actitudes poco favorables para el aprendizaje de contenidos de carácter histórico. En este sentido, surge la necesidad de saber qué y cómo se deben enseñar los contenidos sociales e históricos, situación que se constituye como una prioridad básica para el profesorado (Meléndez y Escobar, 2020; Hernández y Pagès, 2016; Medina, 2000) además de ser considerado como un fin educativo el hecho de contar con profesores mejores preparados y capaces de implementar estrategias educativas novedosas en las aulas (Portillo, 2019a).
Referente a los Planes y Programas de Estudio, la enseñanza de la Historia de México en Educación Primaria se inicia desde la comprensión del espacio local, para pasar posteriormente al escenario regional y avanzar hacia el análisis de carácter nacional e internacional (Sosenski, 2015). En este sentido, el aprendizaje formal de la Historia se inicia con la asignatura estatal que comprende el conocimiento de la Entidad, para pasar posteriormente a estudiar Historia de México e Historia Universal. Previo a ello, el acercamiento se realiza a través de experiencias de carácter informal al reconocimiento de la comunidad y la noción del tiempo histórico asociado a la relación pasado-presente, con la cual se analiza la historia personal y los cambios que presencia en el espacio que le rodea a nivel local. Esta última, la historia local y personal, ha sido la que mayor interés ha tenido en el alumnado, ya que esta historia es la que ha conservado el sentido de conocer, de volver a un pasado más inmediato (Prats, 2000).
La cuestión es que conforme se avanza en el aprendizaje formal de la Historia, las prácticas de enseñanza se van haciendo cada vez más monótonas y en vez de generar una actitud más positiva hacia su aprendizaje, la tendencia es contraria, ocasionando un mayor rechazo conforme se avanza. Incluso, hay investigaciones que expresan que muchos alumnos recuerdan muy poco o incluso olvidan lo que aprendieron en años anteriores (Meléndez y Escobar, 2020) y que el pasado reciente es el que menos se analiza en la escuela (Plá y Pérez, 2013), manteniéndose una percepción social en la tradición del saber histórico de que se debe tener un gran conocimiento del pasado (Prats, 2000).
En este sentido, se requiere de un replanteamiento que integre en los grados escolares donde se inserta la Historia de manera formal la integración de actividades que impliquen al estudiante al desarrollo de actividades y tareas que le generen interés hacia la asignatura, así como el análisis de una Historia más amena y cercana al alumnado, por lo que se debe evitar "la enseñanza del dato por el dato" (Lombardi, 2000, p.13) y “el programa como una camisa de fuerza” (Medina, 2000, p. 68); es decir, el profesorado debe considerar otros recursos que permitan al alumno tener nuevas experiencias con respecto a su aprendizaje y motivación hacia la clase. En este sentido, tal como expresa Sánchez (1995) "se debe enseñar a construir el conocimiento, a elaborarlo, a descubrirlo y a resolver los problemas que implican tales formulaciones mentales" (p.3).
Respecto a lo anterior, en la presente investigación se visualiza una estrategia alterna al aprendizaje del contenido histórico ante las prácticas pedagógicas que visualizan de manera exclusiva el uso del libro de texto como recurso de enseñanza, que en su generalidad, representa el recurso más inmediato tanto para el profesorado como el alumnado. Ello, explorando recursos audiovisuales, otras fuentes documentales y estrategias que permitan al estudiantado manipular, vivenciar y construir experiencias de las diversas manifestaciones políticas, económicas, sociales y culturales que se han dado en el pasado, para la comprensión del presente y la promoción de una visión prospectiva hacia el futuro. Considerando, el hoy y ahora como el tiempo referencial para la indagación, estudio y enseñanza de la Historia (Lombardi, 2000).
En este sentido, se vislumbra un replanteamiento de las prácticas pedagógicas para la promoción de las nociones espaciales, temporales y geográficas del conocimiento histórico a través de una enseñanza basada en la generación y construcción de ambientes de aprendizaje para la promoción del aprendizaje de la Historia: los corredores históricos.
A nivel conceptual, respecto a los corredores históricos Bendimez y Guerra (1996) expresan: “Una de las metas del concepto del corredor histórico es la conservación de los recursos históricos, naturales y culturales que existen en toda su longitud; aspectos que le dan un carácter especial, de ahí que creemos que se le debe tratar como un todo compuesto por muchas partes aisladas, como lo son los sitios misionales, minas, ranchos, pueblos, casas antiguas, sitios arqueológicos, y un sin fin de importantes zonas ecológicas Es decir, que un corredor histórico incluye una suma de componentes individuales que lo enriquecen profundamente”.
Para efectos de la presente investigación, el corredor histórico dentro del centro escolar, se visualiza como un espacio pedagógico que permite estudiar y visualizar contenido histórico a través de una exposición de elementos representativos de un periodo establecido de análisis que integra elementos representativos tales como vestimenta, herramientas, documentos, monedas, utensilios de cacería, cocina, entre otros objetos que se consideren relevantes. Su presentación es de tipo física y de manera cronológica, haciendo uso de materiales que datan del pasado, o bien, a través de la reconstrucción de objetos basados en imágenes contenidas en fuentes documentales que permitan comprender de mejor manera el espacio geográfico y tiempo histórico que se estudia.
En este sentido, la importancia de trabajar el tiempo histórico radica en: “La constitución de una herramienta esencial para comprender los fenómenos de la realidad social, la cual involucra una sería de categorías (datación, cronología, periodización, cambio, continuidad, simultaneidad y duración) que explican el concepto… y permiten la formación de la noción de temporalidad” (Cartes, 2020, p.8).
Con relación al espacio geográfico y la experiencia espacial, Guasch (2020) expresa: “Se plantea como un eje articulador y promotor de la relación cognitiva entre el ser humano y su medio por lo que adquiere una dinámica holística, mediada por dos ámbitos: biológicos (sentidos) y creativos (simbolizaciones)” (p.163).
Será pues, a través de la construcción y configuración de estos espacios, donde el estudiante habrá de descubrir y estudiar el contexto histórico del periodo y tema que analiza de manera complementaria al uso del libro de texto. Además, desde su planeación hasta su presentación permitirá al estudiante reconocer el patrimonio cultural, social, político y económico en dicha exposición, y en otros casos, habrá de fomentar el gusto por la Historia y la promoción de diversas manifestaciones artísticas contenidas en objetos, piezas, desarrollos arquitectónicos, en relación al reconocimiento de técnicas de tallado y elaboración.
Por otra parte, habrá de permitir ampliar el concepto de actor de la historia, hacia otro abanico de agentes entre los que se destacan “obreros, mujeres, indígenas, homosexuales, gitanos, artesanos, burócratas, jóvenes, adolescentes, niños y niñas” (Sosenski, 2015, p.134), lo que permitirá ampliar las gamas y diversificar a los distintos protagonistas históricos (Meléndez y Escobar, 2020; Barca, 2013; Villalón y Pagès, 2013) con quienes se habrán de hacer conexiones de vida a través de la empatía y otras emociones generadas por el contexto de análisis (Latapí y Pagès, 2018), considerando a los Otros para la construcción de la identidad personal o sí mismo (Portillo, 2020).
En este sentido, se alude al enfoque visual del análisis historiográfico, como acercamiento a las diversas formas de representación del mundo contemporáneo y el análisis documental del pasado para su reproducción con base en un proceso previo de reflexión crítica sobre escenarios históricos específicos, aspectos sociales y de clase, culturas dominantes, comprensión de la distribución territorial, geográfica, ambiental y otro tipo de conocimiento especializado a compartir. Resultando de lo anterior, las siguientes preguntas de investigación ¿Cómo se construye un corredor histórico para la Enseñanza/Aprendizaje de la Historia? ¿Cómo se utiliza el corredor histórico para la generación de interés hacia la asignatura? ¿Cómo se desarrollan las competencias históricas a través del uso de corredores históricos?
Desarrollo
Construcción de escenarios favorables para la enseñanza y el aprendizaje
Para generar interés, motivación y actitudes positivas hacia el aprendizaje desde cualquier asignatura, resulta fundamental crear espacios para que los estudiantes tengan acceso al conocimiento de manera individual y grupal, y en el que se puedan desenvolver de manera libre, con materiales de fácil acceso, disponibles para su consulta y manipulación. Portillo (2019b) menciona que gestionar dichos espacios en la escuela resulta una tarea permanente para el profesorado, quien debe “proporcionar las condiciones necesarias que permitan problematizar, descubrir, comprender, motivar y asimilar situaciones o contenidos educativos y de la vida diaria desde la propia perspectiva de los estudiantes” (p.57).
Para el caso del presente trabajo, un espacio dedicado a contenidos de carácter histórico dentro del aula resulta un ideal; por ello, prácticas recurrentes como organizar la biblioteca del aula puede favorecer la identificación de libros disponibles con temática histórica. También, aprovechar el espacio destinado a las matemáticas para integrar elementos relacionados al número y su uso a través del tiempo y en las distintas civilizaciones resulta atractivo, a saber, como un ejemplo, entre otras recomendaciones para integrar aspectos de carácter histórico dentro del aula.
Además, tal como expresan Hernández y Pagès (2016), "la enseñanza y el aprendizaje de contenidos sociales e históricos deben considerar no sólo la aplicación de actividades sino el contexto social, los intereses de la institución y de los padres de familia así como las características del grupo donde trabajan" (p.121). En este sentido, el ser humano en su carácter individual y social, en su devenir, es la referencia obligada, es decir, su historicidad (Lombardi, 2000, p.11). Ante esto Portillo (2019b) expresa: “Redimensionar los ambientes educativos en la escuela implica, además de modificar el medio físico, los recursos y materiales con los que se trabaja, un replanteamiento de los proyectos educativos que en ella se desarrollan y particularmente los modos de interacciones de sus protagonistas, de manera que la escuela sea un verdadero sistema abierto, flexible, dinámico y que facilite la articulación de los integrantes de la comunidad educativa” (p.57).
En este sentido, al conocer los propósitos de las actividades y las temáticas que se abordan en clase, el alumnado estará en condiciones de involucrarse libremente en clase buscando textos de interés asociados al tema, trabajando en el espacio destinado para el estudio de la asignatura, o bien, asociando el contenido a lo visto en otras materias. Ello, haciendo uso de la transversalidad de contenidos que se proponen en los programas educativos, aunado al trabajo específico de la asignatura.
El corredor histórico: su construcción y utilidad en la escuela
Cameron (1993) citado por Bendimez y Guerra (1996) conceptualiza el corredor histórico como: “Una ruta históricamente significativa a lo largo de la cual se han trasladado gente o bienes; donde existe evidencia de que el medio ambiente natural ha sido modificado por el ser humano. Es un paisaje cultural lineal que combina lo cultural con la naturaleza" (p. 5).
En este sentido, para efectos del trabajo escolar, el proceso de construcción como tal, habrá de integrar aspectos materiales y de carácter natural, así como aquellas modificaciones realizadas al espacio geográfico por parte del ser humano; por lo tanto, la construcción del corredor resulta un proceso clave y es el criterio más relevante a considerar para integrar los aprendizajes esperados y evaluar el dominio y comprensión del tema. Para ello, habrá de considerarse lo siguiente:
1. Un corredor histórico se planea con base en la recopilación de información documental obtenida en un proceso de exploración previa del tema específico del periodo por analizar. A saber, en el acervo de la biblioteca escolar y de aula, así como en otras fuentes, tales como videograbaciones, audios, fotografías, periódicos de circulación local, regional y nacional, entre otras. En este aspecto inicial habrá de propiciarse el intercambio de información entre el estudiantado para la identificación de aspectos relevantes que permitan comprender de mejor manera el periodo de análisis.
2. Se identifica el componente material que habrá de conformar el corredor histórico, considerando elementos y expresiones representativas del tema de análisis. Para ello, el reconocimiento de las producciones humanas resulta determinante: objetos representativos (elaborados a base de papel, adobe, piedra, madera, cerámica, entre otros), elementos visuales (códices, imágenes, fotografías, documentos históricos), desarrollos arquitectónicos (maquetas de viviendas, templos y ciudades), así como herramientas y vestimenta que integre el panorama del periodo. En esta etapa, habrá de distinguir aquellos elementos con que se cuenta a nivel local y aquellos que se habrán de elaborar con base en imágenes de referencia, utilizando material disponible y reciclable.
3. Se inicia la construcción del corredor histórico de manera cronológica o por ámbitos de estudio del panorama del periodo (político, social, cultural y económico). Se organiza el espacio de tal forma que como su nombre lo indica, quien se acerque a la exposición, realice un recorrido en el que pueda visualizar y vivenciar la organización del contenido histórico presentado. Hay que considerar agregar a los objetos y elementos físicos, los portadores de texto, folletos, carteles informativos a nivel textual que den mayor claridad y contextualicen la decisión de presentar dicho elemento en el recorrido.
4. Durante su exposición a la comunidad escolar, habrán de añadirse alumnos que participen de manera itinerante como presentadores de contenido y atención de dudas realizadas por los espectadores. Por ejemplo, en cierto momento del recorrido se puede integrar una explicación del calendario maya, el juego de pelota mixteco, el grito de independencia, principales revolucionarios, entre otros temas.
Respecto a lo anterior, la utilidad de trabajar el contenido histórico a base de ambientes resulta de suma importancia al generar en el estudiantado un cambio de actitud hacia la asignatura y las actividades que se realizan dentro de la misma. Además, se logra situar al estudiante en un periodo específico de análisis y se construye el conocimiento con base en las interacciones entre los mismos alumnos quienes se implican en la identificación de elementos relevantes del tema, discuten sobre aquellos de mayor importancia y que se deben presentar en el corredor histórico, y en ocasiones, deciden el tipo de materiales a utilizar para lograr un mayor impacto en la comunidad escolar. En este sentido, Abellán (2018) expresa: “Las acciones deben poseer un propósito definido por los intereses, necesidades y compromisos individuales y colectivos, se ha de garantizar que todos los estudiantes puedan aprender, en circunstancias cercanas a su realidad y en el marco de su propia cultura” (p.40).
Respecto a lo anterior y en función de la implementación del corredor histórico a nivel escolar, el profesorado puede trabajar cualquier tema de carácter histórico desde una dinámica grupal, en la que fomenta la exploración de los textos disponibles en el aula, la identificación de contenidos de carácter histórico, la lectura, el trabajo colaborativo y en equipo, así como generar una dinámica de trabajo motivante y de interés para los alumnos. En este sentido, tal como señala Portillo (2019c) el trabajo desarrollado en los centros escolares durante la jornada escolar debe portar por “la implementación de metodologías innovadoras e incluyentes que propicien la adquisición de nuevos aprendizajes y nuevas formas de convivencia” (p.53).
Al respecto, Bendiméz y Guerra (1996) expresan entre los beneficios de los corredores históricos, la conservación del patrimonio cultural, el fomento del estudio del periodo y la documentación de los recursos de la época y de aquellos que aún subsisten. Además, permiten comprender de mejor manera las sociedades que habitaron el espacio, los cambios de la cultura y el desarrollo comunitario de la región. En este sentido, a nivel escolar, la puesta en marcha de un corredor debe traer al centro escolar aspectos esenciales de los ámbitos sociales, culturales, políticos y económicos del periodo a representar e integrar aspectos relacionados al contexto local dentro del mismo periodo de análisis cuando el tema lo permita.
Considerando lo anterior, el trabajar con base en la construcción de ambientes para la promoción del aprendizaje de la historia se debe considerar que: “La enseñanza de las ciencias sociales desde la escuela considera la premisa de que los docentes, los estudiantes y su comunidad educativa logren movilizar e conocimiento hacia la movilidad social y práctica transformadora del entorno cercano y la ciudadanía desde su alcance social” (Vásquez, 2020, p.113).
Método
El objetivo de este estudio fue analizar el proceso de construcción del corredor histórico para favorecer el proceso enseñanza-aprendizaje de la Historia y describir los resultados de su implementación con relación a las competencias que se desarrollan en la asignatura.
Se sitúa en el paradigma cualitativo, ya que según Hernández y Mendoza (2018) a través de este “se busca comprender un fenómeno desde la perspectiva de los participantes en su ambiente natural y en relación con el contexto” (p.390).
Se trabajó con un diseño de investigación acción participativa, ya que además de realizar un proceso de investigación, se promueve la educación y la acción a través de la praxis en la que se busca generar nuevo conocimiento para la mejora y la transformación (Guasch, 2020; De Oliveira, 2015; Abad, Delgado, y Cabrero, 2010; Flores, Montoya y Suárez, 2009; Leal, 2009; Balcázar, 2003). Los participantes fueron 28 alumnos de cuarto grado (constituido por 11 niñas y 17 niños que oscilan entre los 8 y 10 años de edad), seleccionados por conveniencia para desarrollar el proyecto “Civilizaciones Mesoamericanas” a través de la puesta en marcha de un corredor histórico. Todos pertenecientes a una escuela primaria de un municipio del sur del Estado de Sonora, México. Durante el proyecto de investigación se utilizó el registro anecdótico y la observación participante, además de entrevistas para documentar la experiencia del estudiantado durante el desarrollo del proyecto.
Análisis de información
Primeramente, se realizó la identificación de escenarios favorables para la enseñanza y el aprendizaje recolectando la información sobre el docente, los estudiantes y el ambiente áulico. Enseguida, con base en las consideraciones para la construcción de un corredor histórico, se recolectó el material bibliográfico para la construcción de un espacio dedicado al estudio del periodo (Civilizaciones Mesoamericanas). Posteriormente, se dedicaron sesiones de clase para llevar a cabo los registros a través ejercicios y actividades sobre el acercamiento a fuentes secundarias y complementarias por parte de los estudiantes para finalmente documentar el proceso de construcción y creación del corredor histórico.
Resultados
En función de la información recolectada en la primera fase del proyecto, se encontró que un 57% de los estudiantes requería apoyo al reportar calificaciones entre 6 y 7, un 17% con desempeño bueno con calificaciones de 8, un 17% con 9 de calificación ubicándose en desempeño muy bueno, y un 9% con 10 de calificación y desempeño excelente durante el primer periodo de evaluación en la asignatura de Historia. El docente expresó no contar con un espacio dedicado al estudio de la Historia y presentó resistencia hacia la implementación de un corredor histórico en su grupo dado que en su primer acercamiento a la propuesta comentó representaba más trabajo desde su punto de vista. En una segunda visita al plantel escolar, el docente accedió a su ejecución.
La implementación del proyecto se desarrolló durante un lapso de 15 días. Periodo en el que se desarrollaron tres competencias: Manejo de información histórica, Comprensión del tiempo y del espacio histórico y Formación de una conciencia histórica para la convivencia. Para el trabajo de la primera competencia se crearon equipos de trabajo por civilización mesoamericana y horizonte de esplendor para la identificación de bibliografía y la creación de folletos informativos.
Para la segunda competencia enunciada, se desarrolló un taller del arqueólogo para la identificación de objetos representativos: instrumentos utilizados, desarrollos arquitectónicos, imágenes, códices, glifos, entre otros. Identificando el espacio geográfico de su ubicación y el tiempo histórico en el que fueron elaborados, agregando la elaboración de maquetas, objetos y elementos representativos con material de elección del estudiantado.
Para el caso de la tercera y última competencia se construyó un corredor histórico de manera grupal en el que se distingue la ubicación temporal, ubicación geográfica, expresión cultural representativa y su significado de cada una de las civilizaciones mesoamericanas.
Manejo de información histórica
En relación a esta competencia, los alumnos lograron identificar los horizontes del periodo (pre clásico, clásico y posclásico). Lograron consultar fuentes secundarias y complementarias al libro de texto que les permitieron crear folletos de cada uno de los momentos de esplendor desde los ámbitos social, político, cultural y económico.
El trabajo en equipo permitió organizar la información por civilización y periodo de manera cronológica al momento de su presentación. En este sentido, se destaca la noción de tiempo histórico al ordenar sucesos en el tiempo, y la distinguir aquellos que se realizan de manera simultánea en un mismo periodo. Con respecto a lo anterior, Lombardi (2000) destaca la idea de valorar en los niños su experiencia histórica con base en la imaginación, la emotividad, la memoria y su interés por la vida real. Por lo que se debe ir trabajando de manera gradual el uso del pensamiento abstracto conforme se avanza en los grados escolares, hacia experiencias más formales para la comprensión de la historia en toda su complejidad (Prats, 2000).
En esta línea de análisis, Plá y Pérez (2013) destacan la utilidad de las imágenes, expresando que todos los sujetos son capaces de extraer información de un acontecimiento histórico al observar una fotografía, por ejemplo, que va desde un simple comentario hasta una interpretación o inferencia.
Comprensión del tiempo y del espacio histórico
El desarrollar actividades prácticas y manuales como el taller del arqueólogo propició que los alumnos utilicen diversos materiales para reproducir representaciones mesoamericanas con adobe, plastilina, papel, periódico, cartón y otros materiales elegidos por los alumnos y que su implicación en la actividad les permitiera ubicar el referente geográfico de la pieza u objeto y el momento histórico en el que se desarrolló. Dichas estrategias, coinciden con Prats (2000), quien recomienda utilizar aspectos espaciales para la comprensión de la historia, desde la simple localización hasta el reconocimiento y caracterización histórica a nivel cultural. En este sentido, el desarrollo de actividades para desarrollar la comprensión del tiempo y espacio histórico está en función de lo “extender la investigación a formas extraescolares de difusión de la historia” (Sánchez, 1995, p. 5) y de ir más allá de una enseñanza memorística y comprensiva, hacia una formación de la dimensión temporal y relacional (Cartes, 2020; Prats, 2000) en la que existen múltiples creencias, expresiones, intereses y actitudes (Guasch, 2020).
Formación de una conciencia histórica para la convivencia
En esta competencia, se destaca el cambio de actitud que tuvieron los estudiantes hacia el aprendizaje de la Historia. Las conductas mostradas por el alumnado cambió de manera positiva al implicarse en las actividades y ser ellos quienes de manera conjunta planificaron, construyeron y presentaron el corredor histórico.
En esta línea de análisis, Sánchez (1995) en relación a la consciencia histórica expresa: “La formación de una consciencia histórica implica el reconocerme como ser social, que forma parte de una comunidad en transformación, pero también implica la percepción de que el pasado me constituye y me condiciona, a la vez que mi presente constituirá y condicionará mi futuro y el de los demás miembros de la comunidad a la que pertenezco. Esta conciencia histórica depende de una adecuada conformación del conocimiento histórico como un conocimiento vital, es decir, un conocimiento sin el cual no sea posible la vida verdaderamente humana” (p.6).
Con base a lo anterior, queda claro que el sentirse parte de la Historia que se aborda y se vivencia de manera diaria en la escuela se promueve una mayor comprensión de los procesos históricos que se estudian. Situación que Portillo (2019b) plantea en la construcción de ambientes de aprendizaje, donde expresa la necesidad de integrar elementos cotidianos para el alumno durante los procesos de enseñanza y lo coloca como una tarea permanente para el profesorado. Además, no hay que olvidar que “los estudiantes interpretan la realidad escolar a partir de sus experiencias con los demás actores en el tiempo” (Guasch, 2020, p.163), situación que autores como Plá y Pérez (2013) y Barca (2013) proponen estudiar a partir de las diversas narrativas para dar sentido al pasado y formar con mayor claridad una consciencia histórico-temporal que permitan identificar ideas de identidad y portadoras de cambio.
El corredor histórico como promotor del pensamiento histórico
La implementación del corredor histórico como estrategia didáctica en Educación Primaria ha evidenciado el desarrollo del Manejo de información histórica, Comprensión del tiempo y del espacio histórico y Formación de una conciencia histórica para la convivencia, competencias que coinciden con las identificadas por Abellán (2018): “Construcción de la conciencia histórico-temporal (pasado-presente-futuro); Representación de la historia (escenarios, personajes, hechos históricos); Imaginación histórica y pensamiento crítico-creativo; Interpretación de la historia a partir de las fuentes” (p.47-48).
Además, durante los procesos de planeación, construcción y exhibición queda claro que fortalece el desarrollo de una consciencia histórica individual y colectiva en el estudiantado (Plá y Pérez, 2013). Situación que Cartes (2020) señala como “una manera de dar significado y sentido a las experiencias en el tiempo y sus relaciones entre el pasado, presente y futuro” (p.10), y a su vez, representa para el docente otra manera de conducir sus reflexiones y decisiones didácticas en el contexto escolar, adquiriendo sentido su práctica pues es visible en la comunidad escolar, donde se observa el aprendizaje de sus estudiantes (Vásquez, 2020).
Conclusiones
El corredor histórico como estrategia de enseñanza de la Historia resulta pertinente, viable y útil tanto en Educación Primaria como en el resto de los niveles escolares. En esta línea, Lombardi (2000) y Medina (2000) proponen que mientras menor edad tenga el educando se habrán de utilizar en mayor medida recursos audiovisuales, gráficos y concretos, para pasar posteriormente, a una enseñanza orientada a las interpretaciones y explicaciones de la realidad histórica, diferenciando según el nivel y diversificando las estrategias de enseñanza. Ello, implica un gran reto para el profesorado, dada la complejidad de organizar temas adaptados a las condiciones específicas del alumnado sin dejar información relevante de lado (Prats, 2000).
Por otra parte, se destaca su implementación para generar motivación, interés y un cambio de actitud hacia la asignatura, tanto del alumnado como del profesorado. Además, se destaca lo integral que resulta dicha propuesta al garantizar múltiples procesos en el aprendizaje de la Historia, los cuales van desde la consulta y manejo de información histórica, hasta la comprensión de las nociones de tiempo y espacio, y la conformación de una conciencia que valora el presente con base el pasado para una adecuada convivencia (Sánchez, 1995). De manera agregada, se aprovecha el espacio áulico (Biblioteca del aula, rincón de la historia, rincón de las matemáticas) para introducir aspectos de carácter histórico, así como el espacio escolar (pasillos, cancha, patio) para la exhibición del corredor y la apreciación de toda la comunidad escolar.
Por otra parte, se destaca el cambio de prácticas monótonas y tradicionalistas asociadas exclusivamente al libro de texto. La propuesta busca se diversifiquen las prácticas y permitan al estudiantado implicarse en las actividades, manipulando, construyendo y colaborando entre pares, con un único objetivo, presentar el panorama del periodo de análisis a través de un corredor histórico. A nivel general, el cambio de actitud hacia la asignatura resulta uno de los hallazgos más relevantes, así como la diversificación de formas de enseñanza de la Historia. Por lo tanto, se debe seguir trabajando en estrategias que generen el gusto hacia la asignatura y estar atento a las condiciones contextuales del estudiantedo, ya que constituye el punto de partida de cualquier estrategia que implique análisis de carácter histórico en la escuela.