Introducción
Este texto es un acercamiento a la ira y a la indignación, conceptos de emociones y sentimientos sociales y colectivos que se manejan en la política y, en consecuencia, en el análisis social y político, y que pertenecen a la emoción básica de enojo en diferentes grados y combinaciones. Es también una aproximación al papel del enojo precisamente como sentimiento a la hora de ejercer el derecho al sufragio. Esto último se observa en los resultados de una encuesta preelectoral que interroga en cuanto al sentir de las personas votantes acerca de si ganaría o no alguno de los cuatro candidatos a la Presidencia de la República que se presentaron a la elección en 2018 en México. Así que, tras exponer los datos de una forma descriptiva y constatar el peso de dicha emoción en la dirección del voto, y ante la imposibilidad de dilucidar en forma profunda y fehaciente su significado, se decide repasar la literatura existente sobre el enojo desde lo individual a lo colectivo, los conceptos afines, las funciones como sentimiento y las necesidades que cubre, las acciones que orienta, a través de obras y autores/as recientes sobre el tema, tanto desde la psicología como desde las ciencias sociales en general y la política en particular.
Se parte de la concepción construccionista y social de las emociones, lo cual no significa que se niegue su origen biológico ni otras formas de acercamiento: evolucionista, fisiológico y cognitivo (André y Lelord, 2012), por supuesto, pero sí se hace énfasis en su configuración en determinadas coordenadas espacio-temporales (Feldman, 2019) y en su característica de circulación social (Ahmed, 2012).
También es importante aclarar que, si bien se habla habitualmente de emociones, en realidad se van a abordar sentimientos, en el entendido de que la emoción es la reacción inmediata, intensa y breve a un estímulo, mientras que el sentimiento se nombra, dura en el tiempo e incluso se es consciente de él y es posible reflexionar al respecto (Damasio, 2006). No obstante, tanto en la literatura especializada como en la vida parecen utilizarse ambos conceptos prácticamente como equivalentes.
Decir que las emociones no son positivas ni negativas depende de su contexto, necesidad y función, entre otros factores. Sin embargo, también en el lenguaje coloquial e incluso académico así las denominan, ya sea porque comúnmente se consideran así, o porque duelen o surgen de forma desproporcionada o disfuncional, es decir, cubriendo necesidades falsas o desadaptadas (Fernández, 2011).
Si bien ha tenido lugar una aparente exclusión de las emociones en la teoría política moderna en favor de la sobrecarga de la idea de razón o hiperracionalidad -con algunas excepciones-, favoreciendo una concepción de “un conocimiento puro,‘objetivo’, consensual, carente de contradicciones y desapasionado, propietario en exclusiva de todas y cada una de las dimensiones cognitivas, evaluativas y motivacionales” (Máiz, 2010: 18), no es menos cierto que las emociones siempre han estado ahí, en la política, de forma clara y visible, y en su estudio, de manera diluida o semioculta. Por si las dudas, ahí está la obra de Aristóteles.
Hoy, por el contrario, las emociones parecen remarcarse desde la neurociencia (Maneiro, 2017) y la neuropolítica (García-Marzá, 2013; Bermejo, 2015), exaltarse en el mercadeo político (Gutíerrez-Rubí, 2019), y también se aconseja cultivarlas desde la misma filosofía política (Nussbaum, 2012). En todo caso, es cierto que en la actualidad se conoce el poder del inconsciente en las decisiones y acciones humanas y su papel fundamental en el comportamiento social y político, fruto, entre otras cosas, del reconocimiento del cerebro emocional (LeDoux, 1999; Westen, 2002)
De hecho, varios autores reintroducen de forma sistemática las emociones políticas; por ejemplo, Bodei (1995) subraya la importancia de las emociones en la elaboración de significados, además de su cuestionamiento sobre la separación de emoción y razón; mientras, Nussbaum (2012) aboga por su cultivo como parte de la ética y la democracia deliberativa, como proyecto político, solo por mencionar un par de ejemplos.
Hay quien considera que de negar, ocultar o ignorar las emociones en la política se ha pasado a venerarlas y sobrevalorarlas, proceso seguramente de avanzar en el nombrar y poner las cosas en su lugar, en el sentido de llegar a cierto equilibrio y tener en cuenta tanto la razón como la emoción en su justa medida, para no caer en una “democracia sentimental” (Arias, 2016) o un “ciudadano sentimental” (Marcus, 2002) y establecer un “gobierno de las emociones” de forma equilibrada y satisfactoria (Camps, 2012).
En este artículo presentaremos en primer lugar un acercamiento teórico y conceptual a la emoción de enojo en general y en particular en la arena política, para después exponer datos de una encuesta y entrevistas sobre el rol de dicha emoción o sentimiento en la elección presidencial del primero de julio de 2018 en México.
El enojo, la indignación y la ira: un poco de teoría
Muchos autores consideran que el enojo es una emoción primaria. Se define en el diccionario de la RAE como “Movimiento del ánimo que suscita ira contra alguien. Molestia, pesar, trabajo… agravio” (RAE, 2019). Esto es, aparece la palabra ira y dirigida a alguien, así como el agravio, que más adelante descubriremos con el matiz de indignación que emplean varios/as estudiosos/as desde las ciencias sociales.
Y es que hablamos de enojo porque reúne varios sentimientos alrededor, más adecuados en su nomenclatura y uso en ciencias sociales, como más adelante se mostrará, pero que definitivamente se encuentran en la órbita del enojo en su aspecto de emoción básica y primaria, como ya se expresó.
Desde la psicología, un acercamiento básico al enojo y a la ira1
Para empezar, cabe decir que el enojo tiene como función principal iluminar la necesidad de defensa y de poner límites, e invitar a la justa acción para ello. Claro que no siempre es funcional o satisfactorio si no se siente o si su sentir es exagerado, esto desde un enfoque humanista de las emociones (Muñoz, 2009), ya que no hay defensa ni límites, o puede llegar a ser agresivo y violento. Como se dijo, la indignación, la cólera, la rabia, la furia, el coraje y la ira son niveles de intensidad, además de direccionalidad, del enojo, e incluso combinación de emociones; por ejemplo, la rabia se siente y se queda en el cuerpo, mientras que la furia intenta hacer un movimiento hacia el exterior, el coraje como que da valentía y fuerza, y la indignación tiene tonos de dignidad y respeto social, actuando como prevención o defensa o justicia, según el caso. Se dice que “La cólera surge cuando se violan nuestros derechos, cuando alguien nos hiere, y nos da la energía necesaria para combatir” (Hahusseau, 2010:
133), esto es, aparece cuando han invadido el territorio, abusan o agreden, y permite tener conciencia con objeto de restablecer los derechos no respetados; en su versión de indignación da energía para luchar contra las injusticias. Desarrolla una acción correctiva en una situación determinada que es o se percibe como dañina o errónea, si bien puede llegar a ser incontrolada, por ejemplo, los ataques de ira. La cólera dispone para la lucha o intimida al otro y lo bloquea, lo cual es importante para evitar la primera; su utilidad es permitir que no nos tomen el pelo, si bien puede desencadenar una pérdida de autocontrol y en dicho caso prepara y conduce hacia la violencia (André y Lelord, 2012). También se considera que “nos enojamos con el pedido que el otro nos hace cuando consideramos que es inadecuado, o que para nosotros está fuera de lugar” (Levy, 2006: 137).
Suele hablarse de dos tipos de enojo, uno que está en la órbita de la autoafirmación y la defensa, y promueve la asertividad y la acción medida y eficaz (Greenberg y Paivio, 2007); conduce a la defensa del respeto y los derechos, por lo que tiene como objetivo armonizar relaciones sociales (Filliozat, 2007). Hay quien considera que incluso en su agresividad se establece una suerte de defensiva benigna, de adaptación, y favorable al desarrollo de la vida (Fromm, 1979). No obstante, todo lo anterior en la línea funcional y de desarrollo (Muñoz, 2009) también puede desencadenar agresión, violencia y destrucción (White, 1990; Rosaldo, 1991) en su versión maligna, según la definición de Fromm (1979). Regresemos a Greenberg y Paivio cuando afirman:
El enfado o la indignación pueden promover la asertividad y la acción eficaz; la pérdida de la propia moderación y la rabia puede colocarnos en desventaja… Los problemas surgen cuando las personas son incapaces de regular la intensidad de las emociones y son arrolladas por ellas, en contra de su voluntad, de modo que se sienten fuera de control (Greenberg y Paivio, 2007: 56).
Por su parte, Filliozat señala:
es una reacción a la frustración y la injusticia. Ofrece la energía de la afirmación de uno mismo. Sirve para mantener nuestras fronteras corporales, psicológicas y sociales y para defender nuestros derechos. El hecho de que surja ante la menor falta de respeto hacia nuestra integridad, nos alerta de nuestras necesidades tanto físicas como psíquicas y nos permite armonizar nuestras relaciones con los demás… Es importante no confundir la cólera con la violencia y el ejercicio de poder sobre el otro (Filliozat, 2007: 33 ).
En cuanto a la rabia, es una emoción compleja, pues vigoriza y embriaga.
Uno se siente fuerte, y dominar a otros puede producir cierto placer. Cuando se está en condiciones de ejercer poder, resulta fácil deslizarse hacia la violencia. La furia acumulada desde la infancia finalmente puede exteriorizarse… El violento se niega a ver que su rabia procede de sí mismo (Filliozat, 2007: 160 ).
Aquí se trata ya de un tipo de enojo tóxico y en la línea del deterioro, que violenta y daña al otro/a, y a una/o misma/o, no resuelve y se inicia un ciclo de agresión o autoagresión.
Otros autores consideran que la rabia es la emoción que peor se domina, por ser la más seductora de las nombradas como negativas, ya que retroalimenta la mente con argumentos convincentes para la furia, y sobre todo da energía y tonifica (Goleman, 2000). Es esa furia que aparece ante la sensación de presentir, imaginar o encontrarse ante un peligro real o no, así como el ser tratado de forma injusta y sentir frustración, con lo que sobreviene una inyección de energía que lleva a la acción a veces excesivamente vigorosa y no siempre funcional.
Sin compartir en su generalidad la propuesta de Plutchik (2003), es interesante retomar la intensidad de las emociones en el caso del enojo, que es la que aquí nos convoca, y desde su mirada evolucionista y adaptativa considerar que el enojo propiamente dicho sería lo leve; la ira equivaldría a la emoción básica, y la furia, la intensa. Otras autoras (Hahusseau, 2010) apuntan a diferentes grados también del enojo o la cólera: contrariedad, irritación, hostilidad, frustración, amargura, acritud, aversión, enervamiento, exasperación, odio, rabia, furor, rencor. Claro que la emoción o el sentimiento puro no existen. Las emociones van y vienen, se superponen, e incluso en combinación crean otras emociones; de ahí la importancia a la hora de entendernos -y para efectos de la encuesta aquí abordada se ha tomado en cuenta-, de mencionar la emoción considerada básica, conocida pero no dirigida en una dirección -valga la redundancia- hacia afuera -furia- o hacia adentro -rabia-, ni en la intensidad, por un lado, y por otro en el entrecruzamiento o la combinación de otras emociones.
Por ejemplo, Marina y López (2007) afirman que si la furia no se desahoga, la ira se encona y la impotencia se convierte en rabia; si la ira envejece se torna rencor, y la ira rancia deviene resentimiento que se relaciona con el odio; toda una familia emocional de conceptos afines relacionada y concatenada, más que compleja y empeñada en nombrar y diferenciar intensidad y dirección del sentimiento en cuestión. Otro listado de sentimientos afines es el de Muñoz (2009), eso sí, diferenciado según se trate de un enojo en la línea del desarrollo humano: enfado, firmeza, disgusto, agravio, fortaleza, seguridad, molestia, frustración, furia, agresión, incompatibilidad, inconformidad, fastidio; y si se trata del deterioro: abuso, ira, odio, injusticia, desprecio, omnipotencia, intolerancia, hostilidad, rencor, cólera, resentimiento, venganza.
Por supuesto, el enojo se puede cubrir con la tristeza o el miedo, o viceversa, ya que esa es otra de las características de las emociones: además de acompañarse, encubrirse. De hecho, en cuanto a la intensidad de la emoción aquí se considera que el enojo va de la molestia o irritación hasta el rencor y el resentimiento, pasando por la indignación, el coraje, la ira, la cólera, la furia y la rabia. Y es que el enojo aparece ante una frustración que puede ser de algo aparentemente insignificante hasta algo que sea una amenaza a la integridad física y a la vida misma (Levi, 2009). La ira también se origina en la frustración (Levy, 2009) y hay quien considera que, más que nada, surge de la creencia en que alguien está agrediendo (Marina, 2006).
Y del plano individual y personal al colectivo y social, por supuesto, en la vida real se encadenan y entretejen de forma complementaria e inevitable.
Sobre la indignación y la ira desde la sociología y la ciencia política
En las ciencias sociales no se habla de enfado o enojo, como ya se mencionó, sino básicamente de ira, coraje, cólera o indignación, siendo las palabras más empleadas por la bibliografía general y especializada en la materia. Para acortar la exposición mencionaremos a Aristóteles y luego nos centraremos en especialistas recientes y en concreto en la indignación y la ira, como una parte nítida de la función defensiva del enojo, y también su disfunción violenta.
El filósofo griego alude a la indignación como un término medio entre la envidia y la malignidad, y tiene que ver con “el dolor y el placer que sentimos por lo que sucede a nuestros prójimos. El que se indigna se aflige por los que prosperan inmerecidamente” (Aristóteles, 2008: 58); según él “resultan ser más injustos los que actúan a traición; pero el colérico o el hombre airado no incurre en traiciones sino que actúa francamente, porque la ira no es cosa oculta” (2008: 182);“quien actúa con ira actúa movido por el dolor” (2008: 183); “si aquellas cosas más injustas son las que provocan la ira justa… porque en la ira no existe el ultraje ni el deleite” (2008: 183). Enfoque que parecía arraigado hasta la invención de lo políticamente correcto en nuestra sociedad.2
Subrayamos el asunto de la indignación ante el agravio, sobre el cual destacan algunos autores como Barrington Moore Jr., un clásico al abordar la indignación que es la respuesta de coraje a la percepción y al sentimiento de agravio moral e injusticia social. Como afirma en su obra “hay una reacción directa de dolor y enojo contra los golpes que inflige el medio ambiente físico y social” (1996: 434) y prosigue en otro párrafo: “cómo los seres humanos se despiertan de la anestesia, cómo vencen el sentimiento de inevitabilidad y cómo puede tomar su lugar un sentimiento de injusticia” (1996: 435), y es que “Sin los fuertes sentimientos morales de indignación, los seres humanos no actuarían contra el orden social” (1996: 443). De hecho, hacia el final de su libro lanza la afirmación: “El coraje por el fracaso de la autoridad para cumplir con sus obligaciones y con su palabra para con sus súbditos, puede ser una de las emociones humanas más potentes, y puede derribar tronos” (1996: 480).
Un poco en esta línea de pensamiento de la indignación se situaría Axel Honneth, quien la considera una respuesta a la falta de reconocimiento y dignidad, “elemento esencial de nuestro concepto de justicia” (2010: 12), y también Fraser (2008) , quien habla de “lucha por el reconocimiento” haciendo énfasis en la justicia, aunando redistribución y reconocimiento. O incluso Jasper (2012), un autor actual que apunta a la indignación como emoción reflexiva y sobre todo moral con el sentimiento de desaprobación, que tiene que ver con la actitud de la gente, las orientaciones afectivas y las lealtades, así como apegos y aversiones, dentro de una valoración cognitiva y desde una perspectiva cultural de las emociones que él en particular utiliza en el estudio de la acción colectiva y la protesta social aplicada a los movimientos sociales. El enojo es también sentimiento moral de rechazo a quienes son responsables y causantes de la indignación; “la habilidad para expresar la ira es también un medio para desafiar las injusticias” ( Jasper, 2012: 57). Así, se trata de una emoción reflexiva toda vez que es un sentimiento moral. Incluso este autor señala cómo los participantes declaran sentir orgullo de pertenecer a los movimientos, se identifican con sus causas, se solidarizan con los afectados -cuando no son ellos mismos-, desean producir un efecto sobre el mundo y consideran que cumplen con un deber, e incluso dicen estar “haciendo historia”.
Stéphane Hessell (2011) , hace unos años lanzó el manifiesto dedicado a la juventud titulado ¡Indignaos!; por cierto, éxito de ventas en su país, Francia. Se trata de un llamado a la indignación pacífica y el compromiso social ante la situación actual, el poder del dinero, el control de los medios, el consumo voraz, la pobreza, los derechos humanos y la necesaria preocupación por la justicia, la estabilidad duradera y la ética.
Manuel Castells también aboga por la indignación en el sentido de que “La ira aumenta la percepción de una acción injusta” (2012: 210); “la caldera de la indignación social y política llega a su punto de ebullición” (2012: 211); moviliza contra la injusticia flagrante hacia la posibilidad de un cambio. En este caso subraya el papel de las redes e internet en la revuelta, y los movimientos sociales surgen o se originan por una chispa de indignación por un acontecimiento concreto, cuando no “porque han llegado al límite de repugnancia ante el comportamiento de los gobernantes” (2012: 214).
En esta revisión de significados del concepto de indignación llegamos a Martha Nussbaum (2018) , quien, por ejemplo, menciona la“ira de transición” o“ira noble” en el sentido de su utilidad limitada como indicador de que se ha cometido una falta, que protege la dignidad, el respeto y el combate de la injusticia con utilidad instrumental; y toda vez que da cuenta de la injusticia, motiva a buscar la justicia, pero señala que no es indispensable para dicha búsqueda y que más bien puede resultar un impedimento, así que propone desterrar la ira y apunta al camino del perdón. Su mirada desde la teoría cognitivista y moral de las emociones denomina a veces a la indignación como juicio moral (2014). Más adelante se ahondará sobre su obra.
Finalizamos este apartado con cuatro autoras disímiles que se refieren a las emociones en sus análisis sociales y políticos; entre ellas hay desde quien aboga por abolirlas, hasta quien propone cultivarlas, pasando por la que apoya su introducción necesaria como motivación de la acción política. Además, dirigen su atención a la dimensión ética de la emoción, y también estudian la ira y la indignación destacando y favoreciendo sus versiones propositivas y alertando también sobre sus tendencias destructivas.
En primer lugar, Hannah Arendt considera que los sentimientos no deberían influir en la política, y de hecho, advierte sobre el peligro del amor y de la compasión en ese terreno (1993); no obstante, recupera la ira y la indignación como algo según ella “objetivo” a la hora de describir, por ejemplo, los campos de concentración, pues los consideraba una “experiencia indignante” que era reflejo del índice moral ante una situación de injustica flagrante, una indignación social, política y moral.
En segundo lugar, Chantal Mouffe (2002) , en la antípoda emocional, aboga por el ejercicio de las pasiones por lo importante del conflicto en la política y los diferentes intereses sociales que se dirimen según los grupos involucrados, y reflexiona en torno a la democracia y el pluralismo agonista. Para ella es importante la introducción de las emociones junto a la cognición, la subjetividad, la identidad, la lucha por el poder y la confrontación que supone pugnas de ideas, antagonismos, hostilidades y, por supuesto, emociones, pues de no ser así aparecería la apatía por la falta de motivación y la pérdida de significación.
En tercero, Martha Nussbaum -ya citada-, quien posiblemente es una de las autoras más prolíficas desde la filosofía política en el abordaje del mundo de las emociones en la arena pública, desde su concepción cognitiva y evaluativa de estas, la importancia de la filosofía y la moral, y en torno a su proyecto político de democracia deliberativa. Considera que la indignación tiene lugar ante la injusticia y en una “sociedad liberal que aspira a la justicia y la igualdad de oportunidades para todos” (Nussbaum, 2014: 15). Cuando habla de ira asevera que engloba las categorías de rabia, cólera, enfado y furia. Considera que “La ira aún puede tener cierta utilidad limitada como un indicador, para nosotros y para los demás, de que se ha cometido una falta, como una fuente de motivaciones para abordarla y como disuasión para los otros, pues desalienta su agresión” (2018: 23).
Distingue la ira como venganza y la ira que denomina de transición que es hacer algo con la indignación. Esta autora, analizando diversos textos, sobre la ira concluye que tiene una utilidad instrumental de tres maneras: “1. La ira es necesaria (cuando se recibe un daño) para proteger la dignidad y el respecto por uno mismo. 2. La ira frente a las faltas es esencial para tomar al malhechor seriamente (en vez de tratarlo como a un niño o como a una persona con una responsabilidad disminuida). 3. La ira es una parte esencial del combate contra la injusticia” (2018: 23-24). La defiende como “un sentimiento de reivindicación de la dignidad igualitaria de los oprimidos y una expresión del respeto por los seres humanos como finalidad” (2018: 26). Sin embargo, añade, puede tener una utilidad limitada y no siempre es necesaria para la búsqueda de la justicia, citando los movimientos de Gandhi y Luther King, incluso Mandela, ya que puede también llegar a ser un impedimento para la generosidad y la empatía. En la esfera política de la justicia cotidiana, ante los actos injustos, el Estado de derecho debe responder reconociendo la injusticia con objeto de preservar la confianza. En cuanto a la política de la justicia revolucionaria, ante la injusticia la ira responde como indicador y reconocimiento de lo que está mal; también como motivación: “la indignación ante injusticias terribles, está bien y, por consiguiente, la ira expresa algo verdadero” (2018: 328). No obstante, lo anterior recuerda los movimientos de independencia de la India, por los derechos civiles en Estados Unidos y la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, exitosos y sin recurrir a la ira ni a la violencia, concluye esta autora.
Finalmente, Victoria Camps (2012) subraya la importancia del equilibrio emocional en la vida y también en la política, rememora y remarca el papel de las emociones desde la filosofía y la moral, y también en las elecciones y el lenguaje emocional, la retórica o el arte de la elocuencia parafraseando a Aristóteles, llegando a Lakoff y Westen para hablar del cerebro emocional y el empleo de las emociones en campaña, desde la identificación con el candidato, y como se “desintelectualizan los mensajes” para llegar a los votantes, “contar historias” o “hablar desde las tripas”, ya que al parecer, según los recientes estudios y como ya se mencionó con anterioridad, se vota por quien estimula los correctos sentimientos, no por quien presenta los mejores argumentos. Las campañas se ganan no con los temas sino con las vísceras.
“El objetivo de las campañas es la propaganda, cautivar al elector y persuadirle, eso sí, a favor de unas causas y unas políticas que se consideran justas y buenas para el interés general” (Camps 2012: 288 ). Reiteramos que no es objetivo de este texto la instrumentalización emocional en la campaña electoral, pero sí mencionarlo como hace Camps, entre otros autores, siempre en pos de la moral y las causas jutas en su caso.
Hasta aquí los acercamientos a las emociones en la psicología y la política y en las elecciones, en especial a la familia sentimental del enojo, pieza clave en esta investigación. Por ello a continuación se realiza un resumen esquemático de las funciones, necesidades y tendencias del enojo, la indignación y la ira, que podría aclarar en qué sentido el enojo decantó el voto en las elecciones estudiadas.
Tipología emoción, sentimiento | Acciones | Deterioro, desarrollo Satisfacción, insatisfacción Funcional, disfuncional |
• Sentimiento de
desarrollo • Agravio, indignación, moral, injusticia • Ira transitoria, justa, digna • Agresión innata, defensiva, benigna, biológicamente adaptativa y favorable a la vida • Acción correctiva ante algo dañino o equivocado • Promoción justicia social y reparación de agravios |
• Defensa frente
amenazas o agresiones • Respuesta y comunicación asertiva y constructiva • Poner límites • Dignidad, respeto, derechos • Enfrentamiento de amenazas • Autoafirmación • Armonizar relaciones |
Se satisface necesidad, funcional |
• Sentimiento de
deterioro • Venganza • Ataque • Agresión maligna, adquirida, violencia y camino de la destrucción • Pérdida control, prepara y conduce a la violencia • Acción incontrolada • Pérdida control cognitivo y puede causar daño a otros |
• Agresión
(exagerado, desproporcionado) • Exceso de fuerza, violencia • Explosión • Ataque de ira • Agresión verbal, física, directa o indirecta • Furioso |
Falsa necesidad, insatisfactorio, disfuncional |
• Sentimiento de
deterioro • Pasividad • Incapacidad poner límites y defenderse • Supresión de la ira, represión • Destructiva pues no encuentra salida |
• Inacción
(disminuido, no sentido, excesivamente controlado) • Miedo a la propia fuerza • Inhibición • Daño interno hacia uno mismo |
No se satisface necesidad, disfuncional |
Fuente: Elaboración propia con base en: Moore (1996); Fromm (2006) ; Greenberg y Paivio (2007); Muñoz (2009); André y Lelord (2012) ; Castells (2012) ; Jasper (2012); Nussbaum (2014; 2018).
Con esta revisión, más o menos a fondo en torno al enojo, cada quien puede ubicar y sacar sus propias conclusiones, el tipo de enojo, la intensidad y la duración, para imaginar consecuentemente cómo puede ser canalizado electoralmente en el sentido de favorecer el sufragio hacia un candidato y ejercer el denominado voto de castigo contra los otros. En todo caso, se exponen a continuación los datos de una encuesta y entrevistas al respecto como forma ilustrativa de acercamiento empírico al tema del enojo en la política y las elecciones de México en 2018.
Aquí de nuevo se invita a sacar las propias reflexiones e interpretaciones con las cifras de la encuesta, los testimonios de la entrevista y las perspectivas en torno a la emoción del enojo. No obstante, más adelante y en las conclusiones se ofrecerá el parecer de quien esto escribe, ello dentro de la tradición hermenéutica y de la búsqueda de significado, en parte según los sujetos interrogados (Blumer, 1969) en la encuesta y que se explayan en las entrevistas, en parte por el sentido común de quien investiga (Schutz, 2008); intentando tener presentes las explicaciones y comprensiones de la bibliografía revisada sobre el tema, aunar lo macro y lo micro, el dato y el relato, a modo de cierta triangulación (Bryman, 1988) y dentro del pluralismo metodológico que se abre paso en estos días.
El enojo en la elección presidencial: aproximación cuantitativa
las campañas más poderosas y los discursos más efectivos serán por lo tanto aquellos que combinen tanto emoción como cognición (Maneiro, 2017: 177).
Tras la breve introducción general al tema y la exposición de la importantica de las emociones en la política y las elecciones, y particularmente del enojo y su campo semántico o familia emocional, aquí nos centraremos en una revisión descriptiva del sentimiento de las y los futuros votantes ante la elección a la Presidencia de la República el 1° de julio del año 2018.3 Cabe remarcar que la encuesta se aplicó a mediados de junio, siendo un instrumento de investigación preelectoral, por lo que el interrogante solo podía ser de opinión o subjetivo y no de hecho, y para centrar y reducir las respuestas, la opción múltiple señaló las consideradas aquí cinco emociones básicas o que se consideraban podían ser las numéricamente más destacadas según estudios previos para seleccionarlas -entrevistas, grupos de enfoque y prueba piloto-. Además, se preguntó lo que la población consultada sentiría si ganaba o perdía cada candidato, con objeto de tener unas tendencias de una u otra opción, así como según cada candidato. Se asume la encuesta como aplicación extensa para la recolección de información en una sociedad (Giddens, 2000) con cierta amplitud y representación cuantitativa (Katz, 1987) que proporciona conocimiento de actitudes, opiniones y comportamientos (Worcester, 1994), y aquí añadimos emociones (Fernández, 2009).
Advertir, eso sí, que se trata de una revisión enunciativa y descriptiva según las respuestas ciudadanas, ya que con la información cuantitativa no es posible dilucidar y profundizar fehacientemente en el significado, las explicaciones y comprensiones de las respuestas, pero sí interpretar posicionamientos político-emocionales muy generales que guiaron y orientaron el voto y el resultado final electoral. Tampoco se trata de un análisis de campañas políticas ni mucho menos, sino más bien de medir cuantitativamente el clima y la tendencia emocional de los futuros votantes días antes del ejercicio en las urnas. Y de manera muy especial y en la medida de lo posible meditar en torno al papel del enojo.
Cabe mencionar, con objeto de contextualizar la encuesta y la elección -ya que la primera se aproxima mucho a la segunda-: que 52% dijeron que votarían por López Obrador, de la coalición Juntos haremos historia (Morena, PT y Encuentro Social); 17.25% por Ricardo Anaya, de Por México al frente (PAN, PRD, Movimiento Ciudadano), 7% por Antonio Meade, de Todos por México (PRI, Partido Verde, Nueva Alianza); 7% no sabía aún; 4.13% por Jaime Rodríguez, independiente; 2.63% ninguno; 2.63% no acudirá a votar; 0.5% votará en blanco y 4.75% no contestó.
Grosso modo y según los datos recabados, si no gana AMLO hay enojo y si gana cualquier otro candidato hay enojo, y es que el enojo sobresale en todos los candidatos a la presidencia, ya sea en el caso de no ganar como AMLO, o en el caso de ganar, como todos los demás. De ahí la importancia del rol de esta emoción y la elección y de ahí también su selección como centro de este artículo que, como se ha dicho, consta de dos partes: primero la información y datos de las emociones y el voto según una encuesta, para con posterioridad realizar una revisión de este sentimiento en general y del espacio político en particular, ello con objeto de que si bien no es posible hacer un análisis y una correlación cabal sobre el significado, las percepciones, sensaciones y las circunstancias que hay detrás de la emoción que al parecer está guiando el voto, sí se posible reflexionar en torno a la emoción y sus posibilidades de significado.
La esperanza es el sentimiento más reportado en el caso del triunfo de AMLO, 43.33% de los hombres y 44.39% de las mujeres; así, 43.88% de la población consultada en la encuesta manifiesta que sentirá esperanza si triunfa este candidato (Gráfica 1).
Sobre el sentimiento que consideran experimentarían si no saliera AMLO (Gráfica 2), sobresale el enojo con casi la mitad de la muestra (49.13%), 50.51% de los hombres y 47.80% de las mujeres; nótese la diferencia por sexo, aunque no sea significativa.
En cuanto a los grupos de edad, y en el caso de ganar, la esperanza es expresada por 43.59% de las personas más jóvenes, entre 18 y 29 años; 39.31% quienes tienen una edad intermedia y 48.03% las de 45 y más años (Gráfica 3). Es curioso cómo las personas mayores y jóvenes prevén una mayor esperanza.
De no ganar AMLO (Gráfica 4), el enojo sobresale entre las juventudes con 53.42%; 47.33% de quienes pertenecen al grupo etario de mayor edad, y 47.33% de las intermedias en años; así que de darse esta circunstancia las personas jóvenes serían quienes estarían más enojadas.
Queda claro el elevado enojo que la muestra consultada afirma o cree sentiría si su candidato favorito no llegara a la Presidencia, es algo a tener en cuenta. A continuación se prosigue con RAC.
En el caso de ganar RAC, el enojo lo sentirán, según declaran, 44.25% de las personas consultadas a tal efecto, 46.41% de hombres y 42.20% de mujeres (Gráfica 5). Así que se observa un nivel de enojo considerable de llevarse el triunfo, y algo más por parte de la población masculina que por la femenina, lo cual podría corresponderse también con el enojo algo más elevado de no ganar AMLO.
De no ganar RAC, el sentir declarado de la población de la muestra es de seguridad, con 42% de las/os participantes en la encuesta, 44.36% de hombres y 39.76% de mujeres (Gráfica 6). Esto es, la población consultada declara que sentirá seguridad si no llega a la presidencia RAC, y un poco más de hombres así lo consideran, correspondiéndose con el mayor porcentaje de enojo declarado en el anterior interrogante.
El sentir hacia el triunfo de RAC, ahora por edad, muestra que 45.72% del grupo de mayores dice que sentirá enojo, lo mismo que 45.30% de las personas jóvenes y 41.60 de las del grupo etario intermedio (Gráfica 7).
De no ganar RAC, 42.76% de las personas de más de 45 años declaran sentirán seguridad, lo mismo que 41.98% de los del grupo etario intermedio y 41.03% de aquellas personas de menor edad (Gráfica 8).
Hasta aquí queda claro el enojo de la población si RAC consigue la victoria, igual que se verá con JAMC.
Según las declaraciones de lo que sentirá la ciudadanía encuestada de llevarse el triunfo JAMK (Gráfica 9), y vuelve a sobresalir el enojo con 56.88%, 59.49% de población masculina y 54.39% de femenina. El enojo de nuevo es considerable en general, y especialmente entre los hombres, nuevamente.
Y si no obtiene la Presidencia, la seguridad aparece en primer lugar con 44.75%, 46.41% hombres y 43.17% mujeres (Gráfica 10).
En cuanto a los grupos de edad, si JAMK ganase la votación los de edad intermedia parecen los más enojados (58.40%), seguidos por 57.26% de las juventudes y 55.26% de las personas adultas mayores (Gráfica 11).
De no ganar este candidato el grupo de menor edad 47.86% declaran seguridad, el intermedio 48.47% y 39.14% el que cuenta con más años (Gráfica 12).
Para concluir esta presentación de las tendencias emocionales según el triunfo del candidato y la importancia del enojo en la elección, se presenta un cuadro básico y resumen de lo anterior (Cuadro 1), con objeto de observar y comparar directamente los datos obtenidos del conjunto de la ciudadanía consultada en torno a su sentimiento hacia la victoria de los cuatro presidenciables en ese momento. Como se observa y para no reiterar lo ya dicho con anterioridad, es obvio el destacado papel de la emoción del enojo en la decisión del voto. Enojo si no gana el que en la propia encuesta mayoritariamente es seleccionado como preferencia de voto, y enojo también si triunfa alguno de los otros -aquí incluimos también a JRC4-.
Emociones | AMLO | RAC | JAMK | JRC | ||||
Gana | No gana | Gana | No gana | Gana | No gana | Gana | No gana | |
Miedo | 19.50% | 14.88% | 20.00% | 10.38% | 22.75% | 6.50% | 33.88% | 5.88% |
Enojo | 12.13% | 49.13% | 44.25% | 22.75% | 56.88% | 14.50% | 43.88% | 13.50% |
Seguridad | 21.00% | 18.50% | 19.75% | 42.00% | 10.00% | 44.75% | 9.63% | 52.25% |
Esperanza | 43.88% | 13.63% | 11.75% | 20.88% | 6.00% | 30.38% | 8.00% | 24.38% |
Me es indiferente | 3.25% | 3.00% | 4.00% | 3.13% | 4.13% | 3.13% | 4.38% | 3.13% |
No contestó | 0.25% | 0.88% | 0.25% | 0.88% | 0.25% | 0.75% | 0.25% | 0.88% |
Total | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% | 100% |
Fuente: elaboración propia con base en la Encuesta preelectoral, 2018.
Llegados a este punto y tras el panorama descriptivo expuesto sobre los sentimientos, si gana o no el candidato en cuestión, y especialmente la revisión en torno al enojo como sobresaliente en todos los casos, conviene preguntarse ¿qué significa este sentimiento en el contexto social y político y en la elección? ¿De dónde proviene tanto enojo y a quién se dirige y por qué? ¿A quién beneficia y para qué? Si bien en un alarde de interpretación se puede pensar en lo presentado en los medios y lo personalmente sentido sobre el clima emocional de aquellos días: hartazgo, ira, cólera, rabia, furia, miedo, entusiasmo, esperanza (Henaro, 2017; Crespo, 2018; Zermeño, 2018; Santillán, 2018), todo ello ante la pobreza, desigualdad, corrupción, impunidad, fraude electoral, escándalos como la Casa Blanca, desapariciones forzadas como la de los 43 normalistas, la inseguridad, la violencia, y por qué no añadir, el trauma del terremoto.
También puede aportar pistas el malestar dirigido hacia el presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018). Si se revisan evaluaciones de gobierno por esos días se observa cómo en febrero del 2018 la aprobación del gobierno era de 21% y en mayo de 20%, la más baja en comparación con los últimos presidentes del país. De hecho, en todas las áreas de gobierno, tales como educación, salud, democracia, empleo, migración, delincuencia, pobreza, corrupción, etc., las expectativas parecen haber sido de decepción, con bajo puntaje en la evaluación. Por otra parte, entre lo mejor que hizo ese mandatario en su gobierno se considera que fue la reforma educativa, y entre lo peor, los “gasolinazos” (alzas en los precios), las reformas, la inseguridad, el caso Ayotzinapa, la corrupción, etc. Las principales problemáticas percibidas son la inseguridad, la crisis, el desempleo, la corrupción y la pobreza, entre otras (Consulta.mx, 2018). Cabe añadir cómo algunos analistas hablaban del gobierno anterior como “fallido” y que causaba “mal humor”, en sentido de las malas cuentas que presentaba tras las propuestas y expectativas en torno a las reformas realizadas, especialmente en lo tocante a la economía y la seguridad, la corrupción y la impunidad, lo cual significaría a efectos prácticos electorales un voto de castigo, y asimismo, cómo Andrés Manuel López Obrador parecía recoger dicho repudio (Zárate, 2018) que aquí podríamos rebautizar como enojo o indignación.
Todo esto constituye, por supuesto, suposiciones e interpretaciones que se desean ahondar en el siguiente apartado a través de información cualitativa de unas entrevistas, que pueden abonar y alumbrar en parte el significado de las respuestas de la encuesta que subrayan el rol protagónico del enojo en la elección.
Un acercamiento cualitativo: el enojo en la elección
Finalmente, y con la única intención de aportar una mirada cualitativa a la información emocional electoral, esto es, que aterrice en significados sobre lo que la gente quiso decir con la emoción de enojo expresada directamente en la encuesta y reiterada de forma notable, se trae aquí un par de preguntas de una entrevista preelectoral, también aplicadas en el mes de junio del 2018, que interrogaban a un grupo de personas que dijeron que votarían por AMLO, y que si este no ganaba sentirían enojo.5 La entrevista es una herramienta para excavar (Taylor y Bogdan, 1986), que reúne información cualitativa que permite un acercamiento a percepciones y actitudes de una persona o grupo humano (Canell y Kahn, 1987), y ofrece en principio la perspectiva de quien es interrogado en sus propias palabras (Hernández-Sampieri et al., 2006), incluidas las emociones (Fernández, 2009).
La primera pregunta de las que traemos a este artículo es: “¿Qué le enoja de la situación del país?” (Cuadro 2). Se reitera que solo es una ilustración aproximativa al enojo sentido y declarado por varias personas y en el contexto previo a la elección, con objeto de tener más información, en este caso de carácter explicativo y comprensivo, y sobre todo interpretativo, del significado que posee el sentimiento de enojo tan destacado en la encuesta.
Mujeres | Hombres |
18: Que no se
piense en la sociedad 20: Pues todo, que nos roben, que quieren hacer cambios de las reformas, o sea, cosas que ya no debieran de hacer cambios porque si así estamos jodidos ahora con su nueva reforma o con sus cambios que ellos quieren hacer nos terminan de perjudicar a nosotros 22: Me enoja que no se generalice en el país los derechos de los animales 23: Pues que haya muchos asaltos, violencia, mucha pobreza y corrupción 30: Me enoja la impunidad por parte del gobierno de Peña Nieto 34: Casi todo 39: Me enoja tanto el robo que nos hacen a los mexicanos y tanta corrupción 40: El cinismo de nuestros gobernantes, el despotismo de ellos, como se ríen de nosotros mismos por ignorar y no defender un cambio 40: Que no se castigue a los que le roban al país 43: Me enoja lo mismo que me duele, pero además me enoja que no tengamos a un presidente preparado que nos ayude a resolver los problemas que ya trajimos acarreando, y que solo los haya empeorado 44: Que paguen muy poco. Uno trabaja mucho y nos pagan una miseria 44: Creo que la impunidad…hay mucho desaparecido y nadie hace nada realmente para encontrarnos 45: La falta de oportunidad de estudio para los jóvenes 52: Me enoja saber que los más ricos se siguen enriqueciendo y los de abajo se siguen empobreciendo 56: Pues el hecho de que como mexicanos nos dejemos llevar y tratar como al gobierno le parece bien hacerlo, se quejan, pero no hacen nada al respecto 56: Lo mismo, que no hay oportunidades |
18: Me enfurece
tanta corrupción, narcotráfico, matanza 19: La corrupción, que ha atentado con los intereses del pueblo 19: El aprovechamiento por parte de N partidos por la pobreza 19: Que llevamos mucho tiempo siendo una nación independiente y no podemos crecer a pesar de que tenemos todos los recursos para hacerlo 20: El poco interés por la información verídica (explotación de las redes sociales) 21: La mala administración de los grandes poderes y como administran mal todo eso 22: Que el gobierno robe que digan que hace y no hacen nada y se chinguen el dinero eso es lo que más me duele. La manipulación por parte de la iglesia, por parte de los medios de comunicación, las redes sociales, te llenan de publicidad o pretenden tapar el sol con un dedo diciendo cosas que no son, nada más nos hacen dejar en vergüenza de todo lo que padecemos en este país es la ignorancia más que nada, el hambre, la desigualdad, asesinatos, abusos, etc. 23: La despolitización de los sujetos, el desinterés, la desinformación, el mal manejo de los recursos 26: Me da mucho coraje el que haya personas de nuestra clase social, y que haya personas dominadas defendiendo a la dominación, eso es lo que más me enoja en el momento en el que tú te pones a defender al que te explota por la necesidad de mantener ese pequeño salario que te dan, esas pequeñas migajas. Es que defiendes los discursos de los que te han dominado por tantos años, y que te van a seguir dominando, y entonces todos esos discursos de odio se replican en las clases dominadas se reafirman y hacen que el dominado se olvide de su condición 26: Que no importa que pase, la gente no se quiere informar, es conformista ha pasado muchas veces en que el engaño es notorio y la gente no lucha por la justicia, se queda ahí, no hay memoria histórica 26: Que el poder y la riqueza se concentre en pocos 27: Que cada uno de nosotros debería contribuir, con cambios personales, que nos conduzcan a un cambio, y lamentablemente la situaciones y pensamiento de las personas de cada uno de nosotros como personas, difícilmente cambia o tarda mucho 30: La pérdida de valores en la sociedad, la falta de civismo, no hay respeto de por la autoridad y la corrupción 30: Que suben el costo de la canasta básica, transporte, gas y gasolina y no el sueldo 32: El cinismo y descaro de la clase política 33: ¡Todo! Cada partido y los candidatos están a disposición a lo que les conviene 37: Pues todo, que llevamos años con el mismo tipo de gobierno que solo quiere acabar con nosotros y no le importamos más, que nos roban, matan, quitan todo a nuestras familias y pues la corrupción solo crece y no hacen nada, pues claro, ellos siempre tienen que salir bien parados 41: Peña Nieto 46: Que sigan robando y nosotros no hacemos nada 48: Al contrario, da coraje como se burlan de nosotros, se supone que ellos son nuestros empleados y ganan mejor que uno 49: La impunidad y la corrupción 56: Me enoja la injusticia y los gobernantes tan corruptos que tenemos 76: También, me enoja todo, conforme pasan los años más me molesta esta situación que vivimos y que les ha tocado vivir a ustedes los jóvenes |
Como se observa y según estos testimonios en las propias palabras vertidas en la voz de la ciudadanía es posible decir que causan enojo muchas cosas de la situación socioeconómica y política en general: el gobierno del presidente en ese momento y cuestiones ya puntuales, desde la pobreza a la corrupción, pasando por la desigualdad y la impunidad, el hecho de que los políticos y el gobierno roben, la pobreza y la violencia, la no información y el conformismo, y la situación de que la ciudadanía no hagan nada, es algo también que al parecer enoja; la injusticia de los de arriba y la pasividad de los de al lado. Como se puede ver en el cuadro correspondiente, todo o casi todo lo relacionado con la clase política enoja y hasta su propio cinismo.
El segundo interrogante que presentamos es “Si AMLO no gana la Presidencia, ¿cómo se sentirá usted?” (Cuadro 3). Aquí de manera directa la pregunta de esta entrevista se corresponde en el fraseado con la de la encuesta, así que sería como poner significado a la respuesta de enojo de forma más amplia y profunda, eso sí, sin nombrar en esta ocasión dicho sentimiento y emoción.
Mujeres | Hombres |
20: Enojada, porque
aparentemente o a través de todo lo que se ha presentado en las
elecciones AMLO es el que va ganando, entonces si así tan de
pronto hay un cambio es porque ya hubo corrupción o compra de
votos 23: Pues muy triste, porque sería más de lo mismo 30: Muy decepcionada de las instituciones en México 39: Con miedo, pero igual preparada para lo que venga 40: Defraudada 40: Enojada, porque es obvio que él va a ganar, toda la gente lo apoya 43: Mal, nuevamente decepcionada y muy enojada 44: Mal, de pensar que seguiremos con lo mismo me da miedo 44: Pues ya sé que es lo mismo de siempre 45: Decepcionada 56: Con incertidumbre y desconfianza 56: Va a haber inconformidad por mucha gente, no nada más por mi, por mucha gente 73: Triste, decepcionada, muy enojada |
19: Desconfiado por
lo que puedan hacer los otros 19: Pues... nada, sería con otros seis años como apatía 21: Si de manera hipotética no ganara, pues tristeza, incertidumbre, miedo de lo que llegue a pasar los próximos días en el país y mucho enojo 22: Definitivamente enfadado, timado, hasta embaucado han pasado muchos años y siempre nos han gobernado lo mismo 22: También voy a estar preocupado 23: Enfadado y decepcionado, de muchas formas 26: Me sentiría muy frustrado como enojado más que nunca, por el margen en las encuestas, creo que el fraude sería muy evidente como en el 2006, en el 2012, y pues sería nulo respeto a la democracia 26: Enojo, mucho enojo 27: El sentimiento seria de frustración e incertidumbre, pues no sabes con qué nuevas noticias despertarás al día siguiente o qué incrementos nuevos va a haber 30: Con la misma incertidumbre de no saber qué nos depara a futuro 30: Decepcionado y defraudado por el sistema electoral que tenemos 33: Enojado, y pensaré que le robaron su presidencia como hace 6 años 37: Dolido de que seguiremos en un país hundido en la corrupción 41: Muy enojado, me daría mucho coraje, pero pues ya ni modo, estoy acostumbrado 46: Que todo fue un fraude 48: Enojado por los gobiernos, por el fraude, por todo 49: Enojo y hambre de lucha y justicia 51: Enojado, sobre todo 56: Muy triste y decepcionado 56: Decepcionado, porque tiene todo para ganar 72: Decepcionado y desilusionado |
Grosso modo, el enojo es porque se habrá robado la elección, comprado el voto o hecho fraude, pues están convencidos de que AMLO tiene todo para ganar y así lo señalan las encuestas preelectorales, pero también enojo por seguir con gobiernos de siempre y la situación del país también igual; además, como varios amplían, es el enojo de ellos y también de mucha gente, e incluso señalan que se trata de muy enojado o mucho enojo.
A continuación se retoman algunos aspectos teóricos fundamentales y los resultados prácticos del estudio, con objeto de profundizar en dicha emoción y sentimiento, como para dilucidar en la medida de lo posible los acercamientos al significado de este sentimiento declarado en la encuesta y ahondado en las entrevistas en el contexto de la elección, y así obtener un panorama de probable explicación y comprensión más aproximada y fiel al fenómeno estudiado, pero que invita a la aprehensión y reflexión de cada quien.
Conclusiones
Este trabajo recuerda y enfatiza el papel de las emociones en la política y en las elecciones. Muestra de ello, y más allá de la teoría revisada, son los datos de la encuesta y en particular el rol fundamental del enojo en los resultados electorales presidenciales en México 2018. Si bien no es posible explicarlo a cabalidad y ahondar en los sentires y afectos de las y los electores, sí se puede afirmar que fue rotundo en el triunfo de un candidato y en el repudio hacia los otros de forma porcentual importante, a modo seguramente de voto de castigo o también denominado voto de ira-hartazgo, descontento, inconformidad, malestar e irritación social (Valdés y Huerta, 2011).
Quizás añadir y recordar de nuevo la importancia del cerebro político como cerebro emocional y del mercado de la emoción en las campañas electorales y en la política en general (Westen, 2005; LeDoux, 1999), de ahí su implicancia en el sufragio. Y también mencionar que últimamente se suele considerar que
Un aspecto central de la persuasión política es crear, solidificar y activar asociaciones que creen unos sentimientos positivos hacia el candidato y los partidos, y sentimientos negativos hacia otros candidatos y partidos. Las campañas exitosas presentan tanto mensajes positivos como mensajes negativos… Las campañas eficaces abordan los conflictos entre los votantes, ofrecen posiciones basadas en principios sobre cuestiones que importan a los electores, atienden a los valores y actitudes conscientes e inconscientes, activan e inhiben las redes asociadas a emociones positivas y negativas, y son emocionalmente convincentes (Maneiro, 2017:179).
La vida está envuelta y atravesada por emociones y sentimientos, la política también, ya sea en el ámbito de lo institucional o en el espacio de los movimientos sociales. Quizás se ha pasado con cierta rapidez y brusquedad de desconocer o menospreciar las antaño llamadas pasiones, a ensalzarlas e incluso a rendir culto a las actuales emociones. No obstante, su reconocida influencia en la vida en sociedad y en la política en particular es hoy, sin duda, indiscutible (Camps, 2012).
El enojo y la esperanza son dos emociones y sentimientos que mueven y conmueven, considerado el primero negativo y la segunda positiva, cuestión discutible, en todo caso, se parecen en que guían hacia la acción, una acción que para uno puede ser de defensa, constructiva y con relación a la dignidad o desencadenar acciones violentas y destructivas, y para la segunda, en principio, si está fundada en un proyecto de realidad, camina hacia la acción propositiva, o se queda en el plano de la fantasía. Dos emociones que están presentes en la ciudadanía, en asuntos sociales y políticos, en cuestiones electorales y en defensa de la vida, como se deduce de los datos presentados en estas páginas.
En unas elecciones en las que se barajaba el voto del odio versus el voto del enojo (Crespo, 2018) al parecer triunfaron la esperanza, el enojo y la seguridad, según la encuesta expuesta y revisada en el presente texto.
Así, si el enojo, emoción básica y sentimiento fundamental, es defensa, marca límites, algunos conceptos afines como la indignación y la ira son parte de la defensa social ante un agravio moral y la injusticia, ya sea grave y puntual, ya sea de largo alcance y persistente en el tiempo, aunque no por ello de menos importante. Por lo que la defensa como función básica y necesidad a cubrir del enojo es también importante para la defensa de los derechos de la ciudadanía, desde elecciones limpias hasta la justicia ante crímenes de lesa humanidad, cuestiones estas que tienen su lugar en la historia de México.
En estas páginas el enfoque cuantitativo a través de la encuesta subrayó el enojo en dato porcentual que la ciudadanía dijo sentiría si hubiera perdido AMLO (49.13%), así como el enojo de ganar cualquiera de los otros tres candidatos presidenciales, RAC, JAMK, JRC que iba del 43.88% a 56.88%. Y la información cualitativa de la entrevista profundizó el enojo de no ganar AMLO con relación al gobierno de ese momento y del pasado y la problemática social, económica y de seguridad vivida, en especial señaló que el enojo sería por el fraude, si no se respetaba o se compraba el voto. Por otra parte, y ligado por supuesto a lo anterior, encontramos cómo la ira, la cólera y la indignación como emociones sociales son esgrimidas por autores y autoras con relación al agravio moral y a la injusticia social, toda vez que se relacionan íntimamente con la traición de los gobernantes hacia la población (Moore Jr., 1996; Castells, 2012; Jasper, 2012).
Y si la esperanza es parte de la alegría que vivifica, emoción básica, sentimiento motor de vida y que energiza, porque guía e ilumina el camino del cambio, un cambio hacia el mejoramiento de la sociedad, colectivo y ciudadano, con un proyecto politico que se despliega hacia el futuro, el enojo echa raíces en el pasado, en las experiencias personales y las situaciones sociales, toda vez que energiza para defenderse y cambiar de rumbo. El pasado enoja, indigna (Moore Jr., 1985; Jasper, 2012), en el futuro se deposita la esperanza (Fromm, 1984; Bloch, 2007); esa parece ser la valoración y las expectativas que guiaron a la ciudadanía y al electorado en su pensar y sentir, en su sufragio presidencial en México en 2018.
Dicen que dijo Aristóteles: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”. Quizás la famosa frase puede hacerse extensiva a lo social y a lo electoral, solo quizás.