A los editores:
Durante el periodo de marzo de 2020 a marzo de 2021, en Miahuatlán de Porfirio Díaz, Sierra Sur de Oaxaca, se atendieron 1034 pacientes ambulatorios adultos con COVID-19. Acudieron por fiebre, cefalea, disnea, disgeusia, anosmia y ataque al estado general. Como no se contaba al inicio en el medio rural con pruebas moleculares y serológicas para la COVID-19, se utilizó la aplicación COVID-19 Detector Flask App1, en la cual se introduce la fotografía de una radiografía de tórax o una tomografía y estima la probabilidad de COVID-19, la cual en el 93% se correlacionó con el resultado de la prueba de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (qRT-PCR). Otro marcador utilizado fue el enantema palatofaríngeo, patognomónico de SARS-CoV2, que correlacionó con la qRT-PCR en el 100% de los casos2. Estos permitieron diagnosticar la infección en los primeros 3-4 días de su inicio. El 52% de la población atendida fueron diabéticos tipo 2, y en ellos se inició simultáneamente el control metabólico de la glucemia en 70-100 mg/dl. Los medicamentos con actividad antiviral disponibles para la infección fueron la ivermectina, la hidroxicloroquina y la azitromicina (Fig. 1). El 10% de los casos presentó bronconeumonía y coinfección con virus influenza H1N1, que se manejó con oseltamivir, y el 5% coinfección bacteriana manejada con claritromicina, ceftriaxona, clindamicina o cefalexima. Para la tormenta de citocinas se contó con dexametasona, prednisona, metilprednisolona, ambroxol, bromuro de ipratropio y salbutamol. El 8% de los pacientes no tuvieron respuesta al tercer día de tratamiento y se usaron terapias emergentes, como inmunomoduladores, ciclosporina A (5 mg/kg/24 h), inmunoestimulantes, metisoprinol y OM-85BV hasta por 7 días3 (Fig. 2). La pirfenidona4 y el OM-85 BV (Broncho-Vaxom®) se usaron simultáneamente en tres pacientes que tenían asma crónica, hígado graso y colelitiasis, y a los 7 días de tratamiento se redujo la sintomatología, con un promedio de saturación de oxígeno del 96%. Para la prevención de la inmunotrombosis se disponía de ácido acetilsalicílico y enoxaparina5. La nefrocardioprotección se realizó con dapagliflozina, por su capacidad para reducir el daño renal y el riesgo cardiovascular6.
En conclusión, se presenta la experiencia en el manejo de la pandemia de COVID-19 en un medio rural del Estado de Oaxaca, en donde a pesar de no contar con medios adecuados para la atención hospitalaria se logró tener una baja mortalidad basándonos en la detección oportuna mediante imágenes y marcadores clínicos.