Introducción
La empatía en la atención sanitaria presenta múltiples beneficios, como un mejor diagnóstico1 y mejores resultados clínicos2, mayor adherencia al tratamiento y mayor satisfacción del paciente3, menor tasa de quejas médicas4 y menor nivel de burnout en médicos5. Sin embargo, los datos sugieren que su expresión puede ocasionar ansiedad y depresión, causando la condición referida como fatiga por compasión6,7.
Por sus beneficios durante la práctica profesional, la empatía ha sido evaluada8,9 e instruida10 durante la formación del estudiante de medicina11,12. No obstante, la prevalencia de ansiedad es elevada en esta población13,14 y estudios previos han reportado una asociación negativa entre empatía y ansiedad15. Esto implica que entrenar la empatía sin recursos para controlar la ansiedad asociada puede ser contraproducente. La empatía también puede perjudicar otros aspectos de la salud mental, como el bienestar psicológico, que se refiere a un estado afectivo positivo que favorece el funcionamiento óptimo en la vida personal y social16. Si bien este se ha considerado un aspecto crítico en la formación médica17, los datos demuestran su disminución sobre el curso de los estudios en medicina18, aunque sin relación con una baja empatía19.
La empatía puede ser un factor asociado a altos niveles de ansiedad y bajo bienestar psicológico en estudiantes de medicina, aunque pocos estudios han investigado dicha relación. Este estudio identificó perfiles que describen la relación entre empatía, ansiedad y bienestar psicológico en estudiantes de medicina mexicanos.
Método
Estudio transversal en el que mediante muestreo no probabilístico por conveniencia, entre agosto y diciembre de 2019, se reclutaron estudiantes de medicina de una universidad pública. Los criterios de inclusión fueron participar voluntariamente en el estudio y completar una batería con tres instrumentos. Esta batería incluía una carta de consentimiento informado, un cuestionario de variables sociodemográficas y académicas, la Escala Multidimensional de Empatía reducida (EME)20, el Inventario de Ansiedad de Beck (IAB)21 y la Escala de Bienestar Psicológico para Adultos (BIEPS-A)22, validados en población mexicana20,23,24. La EME consta de 10 reactivos con cinco opciones de respuesta, explica el 59% de la varianza (α = 0.77), y a mayor puntaje, mayor empatía. El IAB comprende 21 reactivos con cuatro opciones de respuesta y explica el 56% de la varianza (α = 0.93). El nivel de ansiedad se consideró por su puntaje: mínimo (0-5), leve (6-15), moderado (16-30) y grave (31-63). La escala BIEPS-A comprende 12 reactivos con tres opciones de respuesta y explica el 60% de la varianza (α = 0.79). El nivel de bienestar psicológico se consideró adecuado con un puntaje ≥ 32.
Dos investigadores solicitaron a los estudiantes su colaboración en el estudio, explicaron los objetivos y aclararon sus dudas. Quienes aceptaron participar recibieron un formulario de consentimiento informado y la batería impresa.
Se identificaron las características sociodemográficas de la muestra y se analizaron diferencias en empatía, ansiedad y bienestar psicológico entre sexos y año de formación mediante ANOVA bifactorial sexo × año de formación, la prueba post hoc de la diferencia honestamente significativa (DHS) y la ηp2 como índice del tamaño del efecto (efecto pequeño, mediano y grande: ηp2 ≥ 0.01, 0.06 y 0.14, respectivamente25). Para identificar subgrupos con niveles diferenciados de empatía, con los datos de la EME se realizó un análisis de conglomerados mediante una técnica jerárquica con la distancia euclídea al cuadrado y el método de agrupamiento de Ward. Los subgrupos fueron formados por la inspección del dendograma y se validaron mediante pruebas ANOVA unifactorial, DHS y ηp2. Se identificaron prevalencias para nivel de empatía, ansiedad y bienestar psicológico. Se realizó un análisis de correspondencias múltiples con una estructura bidimensional identificada por el valor de las medidas de discriminación (MD). Se empleó el programa SPSS v.20.
Este estudio fue aprobado por la Secretaría de Investigación y Posgrado del Instituto Politécnico Nacional, México (registro SIP20195546).
Resultados
Participaron 322 estudiantes, pero se eliminaron los datos de uno por presentar datos atípicos multivariados. Los 321 estudiantes retenidos tenían una edad media de 20.60 años (desviación estándar [DE]: 4.33), fueron 196 (61.1%) mujeres y 125 (38.9%) hombres, cursaban el primer (n = 93; 29%), segundo (n = 84; 26.2%), tercer (n = 70; 21.8%) o último (n = 74; 23.1%) año de formación, en el turno matutino (n = 104; 32.4%), vespertino (n = 27; 8.4%) o mixto (n = 190; 59.2%). El promedio académico osciló entre 70 y 100/100 (M = 93.01; DE: 4.35), y 10 (3.1%) participantes tuvieron entre una y nueve materias reprobadas (Mdn = 0). La carrera de medicina fue primera opción para 284 (88.5%) estudiantes.
La tabla 1 muestra la media para la EME, el IAB y la BIEPS-A obtenida por sexo y año de formación. Las pruebas ANOVA identificaron un efecto principal para el factor sexo, obteniendo las mujeres un mayor puntaje en la EME, con F(1, 313) = 15.28, p < 0.01 y ηp2 = 0.04, y en el IAB, con F(1, 313) = 5.51, p = 0.02 y ηp2 = 0.01, y un menor puntaje en la BIEPS-A, con F(1, 313) = 4.89, p = 0.02 y ηp2 = 0.01. Se detectó un efecto principal para el factor año de formación, con menor puntaje en el IAB obtenido por estudiantes del último año de formación en comparación con el de estudiantes de primer y segundo años, con F(3, 313) = 3.58, p = 0.01, ηp2 = 0.03 y DHS p < 0.01 (Tabla 1).
Sexo | Año de formación | |||||
---|---|---|---|---|---|---|
Mujer | Hombre | 1 | 2 | 3 | 4 | |
EME, media (DE) | 39.22 (5.44) | 36.87 (5.15) | 38.37 (4.84) | 39.08 (4.96) | 37.87 (6.27) | 37.75 (5.84) |
IAB, media (DE) | 20.51 (12.68) | 16.52 (12.38) | 20.60 (12.31) | 20.78 (12.85) | 19.28 (13.21) | 14.51 (11.62) |
BIEPS-A, media (DE) | 30.75 (3.23) | 31.60 (3.05) | 31.06 (3.27) | 30.92 (3.47) | 30.71 (3) | 31.62 (2.87) |
BIEPS-A: Escala de Bienestar Psicológico para Adultos; DE: desviación estándar; EME: Escala Multidimensional de Empatía; IAB: Inventario de Ansiedad de Beck.
Se identificaron cuatro niveles diferenciados de posesión de empatía: bajo (19-34), medio (35-37), alto (38-41) y muy alto (45-50), con F(3, 317) = 575.76, p < 0.01, ηp2 = 0.84 y DHS < 0.01.
La empatía fue baja en 70 (21.8%), media en 69 (21.5%), alta en 92 (28.7%) y muy alta en 90 (28%) participantes. Presentaron ansiedad mínima 51 (15.9%), leve 88 (27.4%), moderada 119 (37.1%) y grave 63 (19.6%). El bienestar psicológico fue bajo para 154 (48%) y adecuado para 167 (52%). La dimensión 1 del análisis de correspondencias múltiples explicó el 31.28% de la varianza y se definió por el nivel de ansiedad (MD: 0.47). La dimensión 2 explicó el 23.21% de la varianza y se definió por el nivel de empatía (MD: 0.47). Los perfiles identificados (Fig. 1) fueron:
– Perfil 1: hombres, ansiedad mínima, empatía baja.
– Perfil 2: estudiantes de primer año de formación, ansiedad moderada a grave, bienestar psicológico bajo, empatía alta.
– Perfil 3: último año de formación, ansiedad leve, bienestar psicológico adecuado, empatía media.
– Perfil 4: mujeres, segundo y tercer año de formación, muy alta empatía.
Discusión
El principal resultado de este estudio fue que un alto nivel de empatía se asocia a niveles moderado a grave de ansiedad y a bajo nivel de bienestar psicológico en estudiantes del primer año de formación de la carrera de medicina.
La empatía fue alta o muy alta en el 58.7% de los estudiantes evaluados, lo cual puede deberse a la naturaleza de la carrera, que requiere contacto con terceros y por ello tiende a ser frecuentemente elegida por individuos con mayores habilidades empáticas26. En concordancia con la literatura, las mujeres obtuvieron puntajes superiores en la evaluación de la empatía27, lo cual se ha explicado por influencias evolutivas, neurobiológicas y sociales que derivan en diferentes estilos cognitivos28. La prevalencia de ansiedad de moderada a grave también se encuentra en el rango antes reportado13,14, siendo las mujeres quienes obtienen puntajes más altos en su evaluación14. Esto puede deberse a diferencias ligadas al sexo en la respuesta hormonal al estrés29. El nivel bajo y adecuado de bienestar psicológico fue cercano a la equivalencia en la muestra analizada. Sin embargo, el puntaje obtenido por las mujeres fue menor. Esto último pudo ser por la mayor ansiedad detectada en ellas. El nivel de empatía y de bienestar psicológico fue equivalente entre años de formación. Para el caso de la empatía, esto es opuesto a datos previos30,31. No obstante, cuando se reportan cambios en esta habilidad el tamaño de efecto es pequeño, por lo que la implicación práctica de dicho resultado es igualmente poco relevante32. Para el caso del bienestar psicológico, los estudios previos han obtenido el mismo resultado14 y puede deberse, entre otros factores, al instrumento de medición empleado. La menor ansiedad en estudiantes del último año de formación también ha sido reportada en otros estudios y puede deberse a la adquisición de adecuadas estrategias de afrontamiento33.
El aspecto más relevante de esta investigación es la integración de los perfiles que describen la relación entre empatía, ansiedad y bienestar psicológico. Los perfiles 1 y 4 pueden ser explicados por estilos cognitivos diferenciados que inhiben o promueven la habilidad empática en hombres y mujeres, respectivamente28. Es posible que el perfil 3 se deba a la adquisición de adecuadas estrategias de afrontamiento; futuras investigaciones deberán verificar esta hipótesis. El perfil 2 resulta novedoso porque sugiere un efecto adverso de la empatía en la salud mental de los estudiantes de medicina, independientemente del sexo del estudiante. Para los integrantes de este perfil, es posible que la mayor empatía ocasione un mayor involucramiento afectivo con terceros, la cual a su vez puede generar ansiedad y disminuir su bienestar psicológico. Una relación de este tipo entre empatía y ansiedad y bienestar psicológico es consistente con el concepto de fatiga por compasión, mayormente investigada en profesionales de la salud6,7, pero en menor medida en estudiantes de pregrado34. Al respecto, si bien la atención a pacientes no es una actividad común de los estudiantes del primer año de formación, el conocimiento sobre la duración y los efectos a mediano y largo plazo de una posible fatiga por compasión en esta población es escaso.
Aunque los datos encontrados hasta ahora solo indican síntomas somáticos de ansiedad en la población estudiada, sería interesante identificar si estos hallazgos se pueden extender a trastornos específicos de la ansiedad u otras patologías. En tal caso, podría afectar al quehacer del profesional de la salud, como se ha sugerido en la literatura35-37. Paradójicamente, la empatía, que se ha señalado como un factor benéfico en la atención sanitaria, podría también acarrear inconvenientes a la misma atención clínica y reforzar una psicopatología posiblemente preexistente. En este sentido, es necesario profundizar en el estudio de dicha relación para poder desarrollar programas específicos en esta población.
Una limitación de este estudio es su diseño transversal, que no permite establecer ni evaluar relaciones causales entre las variables de interés. Además, solo participaron estudiantes de una universidad pública, lo cual limita la generalidad de sus resultados a estudiantes de escuelas privadas o de otras regiones del país. Futuros estudios deberán abordar la relación entre empatía, ansiedad y bienestar psicológico en muestras más amplias y diversas, así como emplear diseños que permitan identificar los mecanismos involucrados y proponer las estrategias de intervención pertinentes.
Conclusiones
Un alto nivel de empatía se asocia a niveles de ansiedad moderada a grave y a bajo nivel de bienestar psicológico. Estas características son independientes del sexo y se encuentran principalmente en estudiantes del primer año de formación, quienes pueden ser considerados como población de riesgo. Son necesarias estrategias de intervención para este sector estudiantil que eviten perjuicios en su calidad de vida y aprendizaje, a la par que mantengan los beneficios que la empatía puede generar en su futura práctica profesional.