Señor Editor:
Retomo con gran interés el artículo de Rojo-del Moral1 para señalar que ciertamente el síndrome de COVID-19 prolongada representa un alto porcentaje de la consulta médica actual y es de alta importancia social por lo que representan los altos costos de la atención de sus complicaciones crónicas. Se vuelve un reto sobre todo en el medio rural, donde son limitados los estudios para hacer el diagnóstico de COVID-19, sobre todo para diferenciar si es un cuadro de recién contagio, si es un postagudo o si se trata de un caso de COVID-19 prolongada. Si partimos del hecho de que un gran porcentaje de los pacientes con COVID-19 inician con manifestaciones gastrointestinales, como diarrea, cabe la posibilidad de poder detectar el SARS-CoV-2 en heces. En este sentido se realizó un estudio piloto, en el cual se incluyeron dos grupos de pacientes con COVID-19: 1) 145 sujetos con la variante ómicron BA1 activa, y 2) 183 sujetos asintomáticos (originarios del Estado de Oaxaca) que tuvieron la variante ómicron BA1 hace 3 meses y que fueron tratados. Se les tomaron muestras de heces, de orofaringe y de nasofaringe, y se enviaron al laboratorio de patología clínica para realizar extracción de RNA y posterior prueba de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (RT-PCR) para COVID-19. Del grupo de pacientes con COVID-19 activa, 139 fueron positivos en orofaringe, nasofaringe y heces, mientras que del otro grupo 167 muestras de heces fueron positivas, y negativas en orofaringe y nasofaringe. Esta distribución muestra una asociación positiva, con un valor de X2 de Yates de 122.2, un valor de < 0.0000001, ORR de 90.06, intervalo de confianza del 95% de 12.71-638.1, sensibilidad del 98.18% y especificidad del 98.89%. Esto sugiere que la RT-PCR en heces podría ser un indicador de infección activa y o de un cuadro de COVID-19 prolongada. Su utilidad en la práctica clínica en el primer nivel de atención tendrá que ser corroborada en estudios de réplica epidemiológicos. La presente prueba piloto muestra evidencia clínica que refuerza el postulado de la vía de contagio gastrointestinal a través de la circulación enterohepática, considerando que encontramos un resultado positivo para SARS-CoV-2 en heces. Probablemente otro mecanismo de que el virus ingrese al organismo es a través de la circulación enterohepática mediante la unión al heparán sulfato, la apolipoproteína E y la enzima convertidora de angiotensina 2 a nivel endotelial, lo que permite su internalización, activando al factor de crecimiento endotelial vascular y a la catepsina E, almacenándose inclusive en las células o en los tejidos en los sincitios, por lo cual escapa a la detección en la nasofaringe y en la orofaringe.2 En conclusión, se aporta evidencia para una nueva prueba en el seguimiento de la COVID-19 aguda y prolongada: la RT-PCR en heces.