Introducción
Este artículo forma parte de una serie más amplia de preguntas en torno a la relevancia de los deportes para la sociedad brasileña, considerando la actual situación del país. De tal modo, nos concentramos en los usos y apropiaciones de los nuevos estadios para las torcidas en el periodo que siguió al Mundial de Futbol de 2014. Nuestro objetivo es entender el impacto de las arenas1 en la constitución de identidades colectivas entre las asociaciones juveniles, mediante grupos de aficionados reunidos y movilizados en torno al futbol profesional de alto rendimiento.
Si las arenas se diseñaron teniendo en cuenta los requisitos de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) con el fin de cumplir con las expectativas de un campeonato de un mes con equipos nacionales, tras siete años de preparación, con compromisos y responsabilidades centrados en el país anfitrión, nos planteamos la pregunta de cómo podemos entender, en este contexto, la idea de una “herencia” para un país cuyos campeonatos locales funcionan con base en equipos locales y no en el equipo brasileño; cómo podemos entender la adaptación de la dinámica de equipos a los estadios que frecuentan aficionados cuyas conductas son distintas de las del público que asistió a los partidos del Mundial de Futbol.
Nuestra hipótesis se deriva del reconocimiento de esta discordancia estructural entre los aficionados de los equipos nacionales2 y de los equipos locales, dos sistemas de representación distintos dentro del futbol espectáculo, el nacionalismo y las asociaciones de equipos, de acuerdo con Arlei Damo.3 En principio, dicha disparidad pone en riesgo, o por lo menos vuelve vergonzosa, la nomenclatura altruista “herencia” cuando se aplica a megaeventos de la FIFA, como en el caso de Brasil.
Además de los costos elevados y cuestionables que se exigen al gobierno del país anfitrión, como lo ha informado la opinión pública desde 2007, el uso a posteriori de los megaeventos destaca el escepticismo respecto de los beneficios concretos para el mejoramiento de los niveles de calidad del futbol brasileño después de la Copa Mundial de 2014.
Con el fin de analizar el alcance de este problema, estructuramos nuestro estudio en dos partes. En primer lugar, nos concentramos en el megaevento de la FIFA en Brasil, presentando los aspectos relevantes de la literatura internacional y describiendo el conjunto de modificaciones hechas a los estadios brasileños, también con base en la bibliografía especializada del país.
En la segunda parte, que es la principal, nos enfocamos en un segmento específico de los seguidores, a saber: las torcidas organizadas de futbol. Es bien sabido que los problemas de comportamiento de las torcidas, asociadas con la agenda periodística de la violencia urbana y la delincuencia juvenil, las colocan en el epicentro de un debate sobre su exclusión social a través de dos dimensiones: 1) el impedimento legal de su existencia, establecido en décadas recientes por el Ministerio Público de algunos estados de la federación, debido al vandalismo recurrente y a las peleas premeditadas derivadas en muertes; y 2) el elitismo de los nuevos estadios, intensificado por los programas de lealtad de los socios y el aumento significativo en el costo de los boletos debido a la reducción en la capacidad de las sedes deportivas, entre otros factores.
De tal suerte, si decidimos desarrollar una investigación cuantitativa sobre esta “población”, fue precisamente por su dimensión de conflicto y controversia, puesto que trata con actores no deseados cuya presencia colectiva enfrenta el perfil del alto poder adquisitivo que se espera de quienes asisten actualmente a los estadios, así como el diseño de la ingeniería y la arquitectura de las arenas. Por eso intentamos comprender la forma en que las torcidas organizadas perciben, piensan y reaccionan ante los cambios en el futbol brasileño de la última década.
De los estadios a las arenas: el contexto de los megaeventos deportivos en Brasil
En las primeras décadas del siglo XXI, el futbol brasileño enfrentó un intenso proceso de transformación de estadios que comprendió la introducción de asientos numerados en las gradas y la reforma de una parte significativa de su infraestructura. Dicho proceso fue el resultado de un conjunto de cambios, a escala tanto nacional como global, en el así llamado “deporte espectáculo” o “futbol empresa”.
De acuerdo con el economista Marcelo Proni, del Instituto de Economía de la Universidad de Campinas, se trata de:
[…] una forma particular de prácticas altamente competitivas y a una esfera específica del consumo deportivo. El deporte espectáculo no sustituye a las formas más simples de la competencia deportiva, sino que se traslapa con ellas; no compite con las demás formas de consumo deportivo, sino que más bien las potencia […] la introducción de una mentalidad empresarial en la organización deportiva ocurrió debido a la apropiación de los deportes por parte de la industria del entretenimiento y al desarrollo del marketing deportivo.4
Para muchos, la conversión de los viejos estadios en cómodas arenas dentro de la dinámica del futbol espectáculo tuvo un efecto positivo, pues fomentó la economía, la inversión privada y nos permitió equiparar las viejas canchas deportivas brasileñas -“deterioradas por la falta de mantenimiento, urgidas de reformas”-5 con el modelo de los estadios europeos.
Para otros, fue lo contrario. Hay quienes creen que la modernización de los estadios deportivos tuvo un efecto nocivo, pues se gastó dinero público, se retrajo la dimensión democrática y popular de los estadios, y se fomentó un mayor grado de elitismo.6
El nuevo paradigma arquitectónico -“útil, funcional y pragmático”-7 no sólo implicaba un distinguido diseño de punta; también contemplaba un proyecto privatizado que se tradujo en un nuevo público meta, con palcos ejecutivos, asientos ejecutivos, asientos de club y boletos de temporada, entre otras cosas. El resultado perverso golpeó a los asistentes habituales debido al aumento exponencial en el precio de los boletos, la valorización de los espacios vip y la reservación de asientos para los patrocinadores.
Mientras que en Brasil la literatura especializada y el sentido común tienden a emplear el término “elitismo”, en Gran Bretaña, centro exportador del nuevo estándar del futbol, se utiliza el término “gentrificación” para incluir los estudios urbanos cuyos autores abordan la revitalización de ciudades y ciertas zonas, edificios, monumentos o complejos arquitectónicos.
Derivada de la palabra gentry, que significa “condición o rango de caballero”, la palabra adquirió, de acuerdo con el geógrafo escocés Neil Smith, el siguiente sentido contemporáneo:
Comenzaría por decir que la gentrificación es el proceso mediante el cual ciertos barrios pobres y de clase trabajadora en las zonas marginadas se ven renovados mediante la afluencia de capital privado y de compradores e inquilinos de clase media -barrios que anteriormente habían experimentado un éxodo de inversión y de habitantes de clase media-.8
Por lo menos desde los Juegos Olímpicos de Verano de Barcelona 1992, los megaeventos deportivos se han considerado ocasiones propicias para este tipo de empresa revitalizadora. En estos proyectos, los deportes se vinculan con la mediatización mundial, la especulación financiera, el entusiasmo por los bienes raíces, la promoción móvil de las ciudades, y el desarrollo del turismo.9
Con el fin de evaluar el impacto de la Copa Mundial de Futbol de 2010 en Sudáfrica, James Duminy y Thembi Luckett10 identificaron tres factores generales que permitieron la gran expansión de los megaeventos deportivos en décadas recientes. El primero se vincula con la velocidad de la información y el progreso de los aparatos técnicos e informativos, capaces de amplificar los índices globales de audiencia televisiva.
El segundo factor se relaciona con la poderosa alianza económica y política establecida entre los deportes, los medios y las empresas mediante acciones convergentes entre la promoción, la mercadotecnia y la adquisición de derechos de transmisión y patrocinio. El tercero tiene que ver con la creciente atracción generada a las afueras de las ciudades -ciudades “emergentes”, “en desarrollo” o los BRICS-, que apuestan por las colaboraciones público-privadas y por el despliegue de imágenes como alternativa para lograr visibilidad y obtener ventajas, ya sean simbólicas o materiales, en tanto anfitriones de un megaevento.11
En Brasil, la transformación fuera de las canchas resonó en el universo del deporte con el estímulo de la adopción de un conjunto de principios consumistas.12 Por un lado, para dirigir estas transformaciones, el gobierno brasileño promulgó la ley núm. 10,671/2003, conocida como el Estatuto para la Defensa del Aficionado, que legisla los derechos y obligaciones de las entidades y autoridades responsables del espectáculo deportivo. Sin embargo, por el otro lado, la tendencia a privatizar espacios y formas privadas de relación entre equipos de futbol y sus seguidores no podía controlarse mediante programas exclusivos de acceso a los partidos. La lealtad personalizada trajo como resultado el surgimiento de la figura de “aficionado con membresía”.
La XX Copa Mundial de la FIFA 2014, entre otros megaeventos internacionales que tuvieron como anfitrión a Brasil, fue uno de los momentos detonantes de este empuje modernizador. Una parte significativa de la academia lo ha identificado como un proyecto excluyente que ignoró a las clases populares, cuya relación con los deportes de alto rendimiento en el país dejó de ser mediada por gradas festivas y su tradicional carácter interclasista y multirracial.
De las 12 arenas solicitadas para la Copa Mundial, cinco fueron construidas especialmente para cumplir con los requisitos de la organización: la Arena Pantanal, en Cuiabá (estado de Mato Grosso); la Arena Amazonas, en Manaus (estado de Amazonas); la Arena das Dunas, en Natal (estado Rio Grande do Norte); la Arena Pernambuco, en Recife (estado de Pernambuco); y la Arena Corinthians, en São Paulo (estado de São Paulo). Además de éstas, también está el Estadio Joaquim Américo Guimarães, en Curitiba (estado de Paraná), mejor conocido con el nombre de Arena da Baixada, que fue incluido como una de las sedes del evento.
Además de estas seis arenas, dos estadios fueron totalmente reconstruidos con el fin de cumplir con los requisitos y criterios recomendados por la agencia transnacional que organizó el evento: el Estadio Nacional de Brasília, llamado Mané Garrincha, y el Estadio Fonte Nova, en Salvador (estado de Bahia).
Cuatro sedes deportivas completan la lista. Éstas fueron parcialmente destruidas y requirieron de una reforma importante y costosa: 1) el Estadio Mário Filho -conocido como Maracanã- en el estado de Rio de Janeiro; 2) el Estadio Beira Rio, en el estado de Porto Alegre; 3) el Estadio Plácido Aderaldo Castelo Branco, en el estado de Fortaleza, conocido localmente como Castelão; y 4) el Estadio Governador Magalhães Pinto, en el estado de Belo Horizonte, conocido como Mineirão.
Para completar la lista, aunque no fueron miembros de los estadios nacionales elegidos para la Copa Mundial de 2014, dos equipos, el Grêmio Football Porto Alegrense y la Sociedade Esportiva Palmeiras, demolieron sus antiguos edificios. En su lugar, construyeron arenas apegadas a los “estándares FIFA”, con derechos de denominación, subcontratación de servicios administrativos, y otras características de los modelos europeos adoptados en Brasil. En el caso de estos dos equipos, Grêmio y Palmeiras, fue evidente la estrategia competitiva para igualar su nivel de infraestructura con las “casas” de sus principales rivales, los equipos Internacional y Corinthians, respectivamente.
Cabe destacar que los únicos estadios totalmente nuevos recibieron el nombre de “arenas”. Aquellos que sólo fueron reformados -independientemente del mayor o menor alcance de las intervenciones diseñadas para cumplir con los estándares de la FIFA- no fueron llamados así. La única excepción fue la Arena da Baixada, pues ésta, pionera en la adopción del modelo europeo de estadios en Brasil, ya se conocía como tal desde la década de 1990.
Debido a una polémica en la opinión pública, la designación del Maracanã, cuyo nombre oficial desde 1966 es estadio Jornalista Mário Filho, cambió en más de una ocasión. Cuando estaba a punto de ser inaugurado, en 2013, comenzó a conocerse como Arena Maracanã. Luego vino el nombre Novo Maracanã. Después del Mundial de 2014, empero, retomó el título tradicional de Maracanã.
En São Paulo, una conciliación de intereses entre autoridades públicas -gobiernos federal y estatales- y autoridades privadas -la Confederación Brasileña de Futbol, la Federação Paulista de Futebol (Asociación de Futbol de São Paulo), el Sport Club Corinthians Paulista, y algunas compañías de construcción- logró que se construyera una arena nueva a la salida de la zona este, a 22 kilómetros del centro de la ciudad. Se sabe que esta coordinación política interfirió en la eliminación del que hasta entonces era el candidato más probable, el Estadio Cícero Pompeu de Toledo, que pertenece al São Paulo Futebol Clube.
Además de Morumbi, el estadio con mayor capacidad en el estado desde 1970, diseñado por los arquitectos Vilanova Artigas y Carlos Cascaldi,13 existía la posibilidad, aunque remota, de utilizar el viejo Parque Antártica de principios del siglo XX, que pertenece al equipo de futbol Palmeiras. Existía un proyecto para intervenir radicalmente la estructura del mismo estadio que sería financiado por un consorcio privado y que buscaba adaptarlo a un formato multipropósito, siguiendo los estándares de la FIFA.
Sin embargo, aunque ignorado por los líderes de la política deportiva y del gobierno local, el estadio Palmeiras, ubicado en el centro del tradicional barrio de Barra Funda, fue inaugurado poco después de la Copa Mundial de 2014. En esa ocasión, recibió el nombre de Allianz Parque, con el fin de destacar su homología con la Allianz Arena, en Munich (2005), construida para el Mundial de 2006 en Alemania.
La “arenización” de los estadios de São Paulo desde la perspectiva de las torcidas organizadas
Una vez presentados los estadios involucrados y el proyecto de cambios para la Copa Mundial de la FIFA, presentaremos ahora la investigación empírica que desarrollamos en la ciudad de São Paulo.
Conforme a la investigación anteriormente mencionada, nuestro estudio también examina las modificaciones en la infraestructura y los mecanismos de apropiación simbólica, aunque el foco está más dirigido a las percepciones de los grupos de aficionados conocidos como “torcidas organizadas” o “torcidas uniformadas”. Estos grupos, considerados y señalados por la opinión pública como los responsables de los actos de vandalismo y el desorden dentro y fuera de los estadios, han experimentado, en el contexto de los megaeventos, un proceso de asfixia legal y económica.
Se trata de un intento más evidente por parte de las autoridades y los organizadores del evento -el Ministerio Público, equipos y asociaciones- por moderar el aumento de la violencia y eliminarla del escenario futbolístico, ya sea en términos legales con la prohibición de su entrada a los partidos, o bien en términos financieros, con el aumento en el precio de los boletos para dificultar su acceso.
Como resultado, llevamos a cabo una investigación cualitativa y cuantitativa con el fin de conocer la conformación socioeconómica y observar los aspectos conductuales de estos grupos. Con el propósito de delimitar nuestro artículo, efectuamos la observación participante in loco del comportamiento de los miembros de estos grupos en los estadios de São Paulo, tanto aquellos que conservaron su estado original -estadios Pacaembu y Morumbi- como los que pasaron por reformas o fueron construidos para el Mundial de 2014: Arena Corinthians y Allianz Parque.
En este último caso, buscamos entender los efectos de un perfil distinto del público en la percepción de los seguidores organizados, considerando la introducción de asientos, la disminución de la capacidad promedio de espectadores, y el consecuente proceso de elitización de los nuevos asistentes.
Con base en los cambios recientes, llevamos a cabo un sondeo14 para evaluar la percepción de las torcidas organizadas de São Paulo en torno a varios temas actuales de la agenda pública brasileña en lo que concierne al ámbito futbolístico. El sondeo tuvo lugar en el segundo semestre de 2014 y se extendió a lo largo de todo febrero de 2015. Se aplicaron 612 entrevistas. De este modo, el trabajo de campo y la aplicación de cuestionarios se llevaron a cabo durante la totalidad del campeonato brasileño de futbol de 2014 (en portugués, Campeonato Brasileiro), organizado por la Confederación Brasileña de Futbol (del portugués, Confederação Brasileira de Futebol-CBF), de la Copa São Paulo (del portugués, Copa Paulista), organizada por la Asociación de Futbol São Paulo (del portugués, Federação Paulista de Futebol-FPF), tanto en el segundo semestre de 2014 como en el periodo inicial del Campeonato de Futbol de São Paulo (en portugués, Campeonato Paulista de Futebol), primera división, 2015, también organizado por la FPF.
Para fines de selección de los encuestados, consideramos “seguidores organizados” a aquellos individuos que llevaran playeras o gorras, pantalones o shorts con emblemas de los equipos examinados, así como a quienes llevaran banderas, banderolas o instrumentos musicales asociados con las torcidas organizadas. Una vez identificados los aficionados con alguna de estas características, dentro del estadio o en torno a su entrada, estas personas fueron consideradas para que el equipo que participaría en la investigación las abordara. Además, en la encuesta delimitamos miembros de las torcidas organizadas de seis equipos en la ciudad de São Paulo, a saber: Corinthians (146 encuestados), Juventus (25), Palmeiras (163), Portuguesa de Desportos (25), São Paulo (150), y Santos (103).15
El trabajo de campo se realizó con base en un cuestionario estructurado, el instrumento de recolección de datos, con un total de 50 preguntas. Dado que no existen registros actualizados de los miembros de las torcidas organizadas (TO) de los equipos en cuestión, lo cual habría hecho posible la adopción de una muestra probabilística, elegimos un muestreo no probabilístico que nos permitiera la recolección de la encuesta de opinión.16
El equipo de entrevistadores -elegido por el Museo del Futbol en Brasil, institución socia del proyecto- abordó a la mayoría de los aficionados entrevistados en las instalaciones de los estadios, en espacios como las gradas, los corredores y otros sectores de acceso y convivencia. En una proporción menor, algunos entrevistados fueron abordados en los alrededores de las sedes deportivas, momentos antes del partido, dado que un número significativo de ellos se encontraba en esa ubicación organizando el material durante los preparativos para el partido.
El trabajo de campo se llevó a cabo en los siguientes estadios: Arena Corinthians, Estádio Municipal Paulo Machado de Carvalho (Estadio Pacaembu), Vila Belmiro (Santos), Cícero Pompeu de Toledo (Estadio Morumbi), Arena Allianz Parque (Palmeiras), Estadio Conde Rodolfo Crespi (Juventus-Rua Javari), y Estádio Doutor Oswaldo Teixeira Duarte (Portuguesa de Desportos-Estadio Canindé), durante el periodo anteriormente mencionado.
Los temas cubiertos por la encuesta nos permitieron identificar el perfil socioeconómico de los seguidores organizados de los seis equipos. Los temas también permitieron generar indicadores cuantitativos con el fin de entender el vínculo de los seguidores con el futbol, su grado de adopción de conductas consideradas antideportivas, y las formas de sociabilidad juvenil alentadas por el futbol. Uno de los temas propuestos por el equipo que participó en el proyecto se relaciona con el grado de devoción y pertenencia respecto de las nuevas arenas multipropósito, el objetivo central de nuestro estudio.
Por lo tanto, con los datos obtenidos pudimos evaluar la percepción de este subgrupo de aficionados al futbol, quienes se representan a sí mismos de manera significativa y siguen sistemáticamente los partidos de sus equipos en los estadios. Buscamos evaluar las formas de comprensión de las arenas en dos dimensiones principales: una para la Copa Mundial de la FIFA 2014, y otra para los campeonatos nacionales después del megaevento.
La primera dimensión de la que hablaremos en detalle es la satisfacción de las torcidas organizadas de São Paulo con estos nuevos estadios que se construyeron y modificaron para el Mundial de 2014 en Brasil. De acuerdo con la gráfica 1, el resultado de la primera variable puede considerarse poco positiva.
Si bien, por un lado, alrededor de una tercera parte de los encuestados afirmó estar insatisfecha con estos estadios, por el otro, 54% informó estar satisfecho. En cuanto al último grupo, más detalles nos permitieron establecer un nivel de clasificación. Como resultado, sólo 8% declaró estar “muy satisfecho” -categoría de mayor intensidad de satisfacción-, mientras que 27% informó estar “satisfecho”, y 19% dijo estar “insatisfecho”, categoría de menor nivel de satisfacción.
La evaluación general de los entrevistados es más positiva que negativa, con una diferencia que equivale a 22 puntos porcentuales. En cierta forma, lo que contribuye a este resultado es la novedad de la estructura física, combinada con las mejoras en la limpieza, la organización, la seguridad y la comodidad ofrecidas a los espectadores. Por otra parte, el alto costo de los boletos y el control impuesto a las torcidas organizadas -ya sea en relación con los materiales autorizados para entrar a los estadios, o bien la reconfiguración de los espacios dentro del estadio- tienden a recibir una evaluación negativa.
Los datos recolectados permiten inferir que este nuevo marco de las sedes deportivas ha agradado más a los seguidores organizados con un mayor nivel educativo. De acuerdo con la siguiente gráfica, el grado de satisfacción respecto de las arenas para la Copa Mundial de 2014 aumenta a medida que el nivel educativo de los entrevistados también aumenta. Entre las personas sin educación, o con cierto grado de educación primaria, el porcentaje de espectadores satisfechos equivale a 33%. Este porcentaje se incrementa a 49% entre los aficionados organizados con educación primaria y a 53% para aquellos que cuentan con educación preparatoria. El porcentaje de espectadores satisfechos aumenta a 57% entre quienes tienen un grado universitario (Véase la gráfica 2).
Si bien la investigación no evaluó factores relacionados con el ingreso mensual de los entrevistados, podemos suponer que el grupo con el mayor nivel educativo tiene un mayor ingreso mensual. Esto se debe a que varios estudios mencionan una relación cercana entre niveles de ingreso y niveles educativos en Brasil.17
El nivel de satisfacción con los estadios para el Mundial de 2014 es mayor entre los seguidores organizados con un periodo más corto de pertenencia a las torcidas. Los que tienen menos de un año o un año completo alcanzaron, respectivamente de 63% y 62% de satisfacción, que representan los mayores niveles de aprobación. Los aficionados con entre dos y tres años de pertenencia reportaron 59% de satisfacción. En los porcentajes menores, 51% de los entrevistados con cuatro a nueve años de pertenencia dijo estar satisfecho con los nuevos estadios. Un total de 55% de los aficionados con un periodo de pertenencia igual o mayor de 10 años declaró estar satisfecho con las sedes deportivas inauguradas para la Copa Mundial de 2014, de acuerdo con la siguiente gráfica.
La relación entre las variables requiere una mayor profundización, aspecto que la investigación cuantitativa no siempre abarca, según Babbie (mencionado anteriormente). Sin embargo, podemos suponer que esta mayor satisfacción, aunada al porcentaje de aficionados organizados con una pertenencia más corta, ocurre debido a una menor experiencia de socialización en el universo de dichos grupos. Como una especie de “carrera”, esto podría calcularse de acuerdo con la cantidad de estadios frecuentados, el número de grupos en los que participan estos aficionados o el tiempo que le dedican al futbol.
La segunda dimensión que utilizamos en nuestro estudio, y que es pertinente al tema mencionado, es la evaluación general de las arenas para las TO de São Paulo. Es decir, tuvimos que medir cómo perciben los aficionados las arenas y hasta qué punto estas últimas constituyen un espacio para la actividad de las torcidas, que consiste en participar, expresarse, apoyar (al equipo) y organizar “fiestas” en las gradas. Esta pregunta se planteó después del tema descrito anteriormente. Mientras que en la pregunta anterior prevaleció una concepción más positiva de las nuevas sedes deportivas para el Mundial de 2014, en este caso las respuestas de los encuestados fueron en general más negativas.
Después de todo, mientras que 31% de los encuestados cree que la arena es un espacio mejor y más apropiado, 49% de los encuestados lo percibe como peor en comparación con las estructuras previas. Por lo tanto, existe una diferencia considerable de 18 puntos porcentuales.
Si antes los aficionados con el mayor nivel educativo eran los más satisfechos con las nuevas construcciones para el Mundial de 2014, en la segunda pregunta fueron los más insatisfechos. Es decir, cuanto mayor el nivel educativo, más críticos e insatisfechos tienden a mostrarse los seguidores organizados respecto de las arenas. De acuerdo con la siguiente gráfica, 54% de los encuestados que cuentan con un grado universitario considera que la arena es peor. Este porcentaje disminuye a 49% entre quienes tienen la preparatoria. Por último, el porcentaje baja un poco más, a 46%, entre quienes tienen una educación primaria.19
Más aún, cabe destacar el razonamiento mediante el cual entre mayor es la edad del grupo de encuestados, mayor es el número de personas que perciben la arena como un mejor espacio para las torcidas organizadas. Quizá estos seguidores sean quienes exigen una mayor comodidad y, por ende, le otorgan un mayor valor a la organización. Así, 24% de los encuestados, de hasta 19 años de edad, cree que las arenas son mejores para las torcidas organizadas.
Este porcentaje aumenta a 31% y a 35%, respectivamente, entre los encuestados de entre 20 y 29 años y quienes tienen entre 30 y 39 años. Los aficionados de entre 40 y 49 años constituyen un porcentaje menor que el de la categoría anterior, aunque es bastante similar (33%). Por último, los encuestados de entre 50 y 59 años de edad y los mayores de 60 representan los mayores porcentajes -60% y 67%-, considerados los mejores. Así lo refleja la siguiente gráfica:
No encontramos ningún resultado lineal con la muestra representativa entre las variables temporales de la pertenencia a las torcidas organizadas y la percepción de positividad/negatividad respecto de las arenas para los miembros de las TO. Esto dificulta la interpretación de acuerdo con el criterio del análisis estadístico descriptivo. Los aficionados con menos de un año y un año completo de pertenencia son quienes tienen la opinión menos negativa, pues 38% y 36% declararon que las arenas eran peores para las torcidas organizadas.
Los seguidores con una pertenencia de 2 a 3 años (52%) y de 4 a 9 años (58%) declararon que las arenas les parecieron peores en un porcentaje mayor. Y, en una proporción menor que la mencionada anteriormente, pero mayor que las dos categorías, los aficionados con entre 10 y 14 años de pertenencia (47%) y aquellos con más de 15 años (46%) criticaron las nuevas arenas en relación con la actuación de las torcidas organizadas.
Estos datos denotan una evaluación dual de las torcidas organizadas. Podemos inferir que las nuevas arenas son aceptadas por una mayoría, en particular por los seguidores con un nivel educativo más alto y quienes tienen un periodo de pertenencia menor. De igual forma, las arenas no recibieron una buena evaluación en cuanto al espacio para las “fiestas” -categoría local- de las TO. Este dato destaca entre los aficionados con un mayor nivel educativo y los que son jóvenes. Por lo tanto, existe una distinción entre la evaluación de las sedes deportivas para su uso en el evento internacional de la FIFA, por un lado, y la percepción de sus ventajas en el caso de las torcidas organizadas, por el otro.
A pesar de esto, entre más positiva es la satisfacción de los aficionados con los nuevos estadios para el Mundial de 2014, mayor es su tendencia a evaluar de manera positiva las arenas para las TO. De tal modo, sólo 19% de los seguidores insatisfechos con las nuevas sedes deportivas para la Copa Mundial cree que las arenas son positivas para dichos grupos.
Esta proporcionalidad aumenta entre los poco satisfechos (24%), se duplica entre quienes declararon estar satisfechos (48%) y aumenta aún más entre los encuestados que afirmaron estar muy satisfechos (63%) con los nuevos estadios. En cuanto a la evaluación de las arenas, es plausible que los encuestados hayan considerado los elementos clave para la modernización del futbol brasileño, a saber: el mayor precio de los boletos; la tecnología y los aparatos de vigilancia, con cámaras y mecanismos de identificación óptica; las restricciones a las acciones de apoyo colectivas, condicionadas por la estructura física; la imposición de castigos más severos para quienes intervengan en peleas y conflictos dentro de las instalaciones de los estadios.
Por otra parte, debemos considerar hasta qué punto la mejor organización del evento, las formas de recepción cordial y la preocupación por la limpieza de las instalaciones físicas interfirieron con las opiniones de los encuestados, dado que estos factores difícilmente podían encontrarse en los modelos de administración de los viejos estadios.
Para detallar las opiniones recolectadas, el siguiente cuadro intersecta dos variables. Si bien en la gráfica anterior la pregunta sobre la evaluación de los estadios para el Mundial de 2014 se consideraba una variable independiente -es decir, buscábamos explicar o entender la aprobación/desaprobación de las arenas por parte de las torcidas organizadas-, en el siguiente cuadro el criterio es distinto. Nuestro objetivo es identificar la correlación general entre las dos variables, identificando la proporción de encuestados de acuerdo con las categorías de las dos dimensiones.
Así, 23% de los encuestados declaró estar satisfecho con los estadios para el Mundial de 2014 y creyó que la arena es mejor para los seguidores organizados. Un porcentaje igual de los encuestados, 23%, mostró estar insatisfecho con los estadios para el Mundial de 2014 y percibió un deterioro causado por las nuevas sedes para las TO. De hecho, estos dos subgrupos llevan en nuestro estudio el nombre de “mejor-satisfecho” y “peor-insatisfecho”, respectivamente. Éstos son los dos porcentajes principales y cumplen con la expectativa de la hipótesis general. Sin embargo, entre mejor evaluada está una variable, mejor tendería a estarlo la otra, de lo cual se esperaría, por silogismo, el efecto opuesto en términos proporcionales.
No obstante, existe un subgrupo que representa bien el punto de vista estadístico. Es el compuesto por 121 encuestados, que constituyen 20% del total. Comprende un segmento interesante, pues está satisfecho con las nuevas sedes deportivas construidas y reformadas para su uso en la Copa Mundial de 2014 en Brasil. Sin embargo, esos mismos encuestados están insatisfechos con el uso de las arenas como un espacio de actuación y coreografía para las torcidas organizadas.
Este segmento de los aficionados organizados -llamado a partir de ahora “peor-insatisfecho”- rechaza el proceso de modernización de los estadios de futbol, en particular en lo que toca al propósito de participar en el grupo al cual están sujetos, y que no se extiende al futbol en su totalidad.
Un cuarto grupo, compuesto por quienes están insatisfechos con las arenas para el Mundial de 2014 y que las considera mejores para las torcidas organizadas, tiene una representatividad cuantitativa pequeña: sólo 6% de los encuestados, lo cual corresponde a 36 encuestados. Con esta cantidad, el análisis estadístico es limitado,20 por lo que fue descartado en nuestro estudio. Sin embargo, una investigación cualitativa más profunda ayudaría a comprenderlo.
Estadio para seguidores organizados |
|||||
Mejor |
Igual |
Peor |
Total |
||
Grado de satisfacción respecto de los nuevos estadios y arenas para la Copa Mundial de 2014 |
Satisfecho |
23% (138) |
11% (68) |
20% (121) |
54% (327) |
Indiferente |
3% (18) |
4% (24) |
7% (39) |
14% (81) |
|
Insatisfecho |
6% (36) |
3% (19) |
23% (136) |
32% (191) |
|
Total |
32% (191) |
18% (111) |
50% (296) |
100% (599) |
Fuente: FGV-Opinião; Hollanda, Territórios do Torcer. Elaborada por Jimmy Medeiros.
Una manera de caracterizar las diferencias entre los subgrupos identificados consiste en mapear las dificultades para la supervivencia económica de las torcidas organizadas de acuerdo con la percepción de sus miembros. Actualmente, el principal obstáculo que enfrentan los seguidores organizados -datos presentados en la siguiente gráfica- es el elevado costo de los boletos para ver un partido de futbol, debido a la disminución de la capacidad de los estadios, así como a la tendencia a adoptar el modelo de membresía por parte de la mayoría de los equipos de primera división del Campeonato Brasileño. Las nuevas formas de adquirir los boletos de entrada son una barrera concreta para el acceso a los estadios y para la participación completa de las torcidas.
Este obstáculo lo menciona 60% de los encuestados. En cuanto a los castigos impuestos a las torcidas organizadas, los reportan 29% de los encuestados. Es la segunda categoría más mencionada, con 31 puntos porcentuales por debajo de la primera opción. En un porcentaje menos significativo, encontramos el nuevo patrón arquitectónico de las arenas (9%) y los equipos (7%), además de algunas indicaciones que apuntan a los medios, la Policía Militar de Brasil, las torcidas muy organizadas y sus miembros, y la Asociación de Futbol de São Paulo.
Sin embargo, la distribución difiere si se compara dentro de los tres grupos de aficionados caracterizados anteriormente. Para el grupo denominado “mejor-satisfecho”, el precio del boleto es el obstáculo más mencionado. Sin embargo, lo es en una proporción ligeramente menor que en los otros dos subgrupos. Para éstos, los castigos tienen mayor prominencia (34%). Más aún, la nueva estructura arquitectónica de los estadios es considerada una barrera por sólo 1%, porcentaje mucho menor que el de los otros subgrupos.
En cuanto al grupo “peor-insatisfecho”, el elevado costo del boleto alcanza un rango más expresivo, con 63% de respuestas. No obstante, el punto de comparación más destacado refiere a la categoría “nueva arquitectura”, pues representa la mayor incidencia entre los tres grupos (19%). Quizá la combinación de estas dos dimensiones es la razón por la que las arenas son rechazadas tanto en lo que concierne a las torcidas organizadas como en la evaluación sobre la Copa Mundial de 2014.
Así pues, existe un rechazo parcial de las arenas en tanto espacios para las TO, en particular debido a la dimensión física, que limita la tradicional “cultura de las torcidas”. Además, hay una pérdida de espacio para colocar banderines debida a la instalación de asientos en las gradas, y a la prohibición, en algunos casos, de apoyar de pie o saltando sobre los asientos, entre otros factores.
En el subgrupo “peor-satisfecho”, el elevado costo de los boletos también comprende un porcentaje más significativo (63%) que la muestra en general. La categoría “nueva arquitectura” de los estadios es mencionada por 15% como un inconveniente. Por lo tanto, podemos concluir que existe un porcentaje intermedio entre los subgrupos “peor-insatisfecho” y “mejor-satisfecho”.
Conclusión
Nuestro artículo buscó contribuir con una reflexión sobre el futbol profesional de alto rendimiento en el Brasil contemporáneo. Buscamos presentar un panorama de actualidad mediante un balance de investigación académica tras el final del Mundial de Futbol de la FIFA de 2014, y mediante un sondeo llevado a cabo entre las torcidas organizadas en la ciudad de São Paulo.
El contexto de transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales permite entender buena parte de la dinámica deportiva brasileña de los últimos 15 años. Por otra parte, es bien sabido que lo contrario es verdad: el deporte, más que una mera reflexión pasiva de la sociedad, es una parte constitutiva que se conforma a los cambios contextuales que se experimentan en la economía, la política y la cultura.
Por lo tanto, dado que no es posible tomar en cuenta todos los múltiples aspectos que involucra la vida colectiva, optamos por elaborar un artículo que reflexionara sobre la llamada “herencia” de los megaeventos deportivos en Brasil a lo largo de una década, entre 2007 y 2016.
¿Qué tipo de país surge de esta espectacular serie de competencias deportivas que coloca al país en el epicentro de los medios internacionales? Entre las convulsiones desencadenadas en el país después de los “días de junio” en 2013,23 el punto de inflexión de un ciclo virtuoso de inclusión social, estabilidad política y crecimiento económico, ¿cómo puede entenderse la asignación de enormes recursos públicos y privados gastados en la infraestructura y organización de eventos como el Mundial de la FIFA en 2014 y los Juegos Olímpicos de Rio en 2016?
Si los estadios públicos, como Pacaembu (1940) y Maracanã (1950), constituyeron el plato fuerte histórico del profesionalismo y la formación de una cultura deportiva de masas en Brasil durante la segunda mitad del siglo XX, asumimos que, con el surgimiento de las herramientas multimedia y los megaeventos globales, la modernización de los campos deportivos constituye una etapa de convergencia y alineamiento con el escenario internacional del espectáculo futbolístico en los albores del siglo XXI.
A lo largo del siglo pasado, el espectador, visto como un personaje pasivo, se convirtió en un aficionado, en un ser activo que participa en el escenario deportivo, entre la masa que constituyen las multitudes de los grandes estadios. Ahora somos testigos de la conversión del seguidor tradicional en un ser distinto, más cercano a la figura de un consumidor o cliente.
Este perfil se concentra en un tipo de comportamiento en principio congruente con el nuevo espacio arquitectónico, equipado con tecnología de punta e integrado a la cadena de consumo de la industria del entretenimiento.24 Sin juzgar los valores, percibimos sedes deportivas que cumplen con el proceso de atomización de la experiencia deportiva, la personalización del disfrute del futbol, y la provisión de una ingeniería de la seguridad más avanzada en el ámbito del ocio.
Dentro de este fenómeno global,25 encabezado por Europa, pero con una importante presencia en países como China, más recientemente, nuestro propósito era destacar el caso de Brasil con el fin de evaluar las especificidades nacionales. Buscamos enfocarnos en la interacción entre el estadio y los aficionados, en particular dentro de las nuevas arenas y las tradicionales torcidas organizadas del futbol.
Así pues, tras una revisión general de la literatura especializada en el tema, así como de los estudios académicos dedicados a evaluar la resignificación de los estadios en ciudades como Belo Horizonte, Curitiba, Rio de Janeiro, y São Paulo, pudimos alcanzar el propósito de nuestro artículo. Encontramos resultados estadísticos de la opinión pública con más de 1 000 miembros de las torcidas organizadas de São Paulo.
La principal línea de investigación consistía en analizar la “herencia” del Mundial de 2014 considerando las sedes deportivas en São Paulo y examinando, mediante una suerte de clasificación, de qué manera los seguidores organizados se posicionan respecto de las ventajas y desventajas de dichas sedes. Al ignorar los juicios de valor, buscamos entender este universo de asistentes a los estadios en la ciudad de São Paulo, evaluando su perfil en términos de edad, posición socioeconómica, nivel educativo y aspectos “militantes” -llamados así porque calculan el periodo de pertenencia a las TO, el grado de dedicación a dicho grupo y la experiencia acumulada en esta trayectoria-.
Podemos concluir que, en el momento en que llevamos a cabo la investigación, identificamos que los seguidores organizados muestran una satisfacción ligeramente mayor en cuanto a las arenas construidas y reformadas para el Mundial de 2014. Esta opinión, que podría considerarse sorprendente por parte de quienes insisten en hablar de estereotipos y maniqueísmos, representó el 54% del total. Por lo tanto, a diferencia de lo que podría imaginarse a priori, confirmamos que existió apoyo a la transformación de los viejos estadios en arenas, dado que éstas sugieren modernización, comodidad y seguridad para todos los grupos de asistentes.
Sin embargo, cuando a las torcidas organizadas se les preguntó sobre la idoneidad de las sedes deportivas para la actividad de estos grupos en las gradas -cantar y saltar colectivamente-, el apoyo disminuyó. Mientras que 31% de los encuestados señaló que las arenas son mejores que los demás estadios para las TO, 49% consideró lo contrario. Por lo tanto, al pedir la opinión de estos aficionados en particular, observamos un rechazo al proceso de modernización de los estadios brasileños.
En principio, la cantidad cobrada por el boleto, el escenario icónico y los castigos impuestos a los grupos antes mencionados podrían explicar el mayor o menor porcentaje de insatisfacción. Sin embargo, una visión generalizadora podría generar una comprensión errónea de la interpretación: existen diferencias internas significativas entre los subgrupos de las torcidas organizadas. Mientras que la nueva infraestructura tiene un menor peso para algunos, para otros la crítica se centra predominantemente en el “castigo”, pues éste supone un obstáculo para la asistencia a los nuevos estadios por parte de los seguidores que participan en peleas, disturbios y episodios antideportivos.
Así, contrario al sentido común, notamos la falta de un pensamiento unívoco y de una explicación homogénea en la percepción de los seguidores organizados respecto del proceso de transformación del futbol, en particular en cuanto a la infraestructura de los estadios. Los recientes cambios en el futbol requieren cada vez más del mapeo de los puntos de vista de los distintos actores involucrados en esta actividad deportiva, con el fin de ofrecer cambios que beneficien no sólo al equipo de profesionales -atletas, entrenadores y otros actores de la industria del futbol-, sino también a los aficionados, individuos y colectividades, quienes le atribuyen al futbol significados afectivos y emocionales.