Introducción
El Pātañjalayogaśāstra o Tratado acerca del yoga de Patañjali es el texto fundante de lo que se conoce como el yoga-darśana. Está constituido por dos niveles textuales: un sūtra, el célebre Yogasūtra atribuido a Patañjali, y un bhāṣya o comentario atribuido tradicionalmente a Vyāsa. La autoría de los dos textos ha sido discutida ampliamente por los especialistas e incluso se ha propuesto la teoría de que ambos textos son obra de un mismo acto de composición que habría ocurrido alrededor del año 400 e.c.2
En el presente trabajo ofrezco una traducción anotada de un pasaje del Pātañjalayogaśāstra (II,12-18) que es fundamental para comprender la noción del yoga contenida en el tratado y, especialmente, su concepción del karman. Asimismo, la selección que brindo es relevante para obtener una imagen más clara de las concepciones de los guṇa y de la relación entre puruṣa y buddhi. En la actualidad se dispone de varias traducciones al español del sūtra de Patañjali (por ejemplo, Herrera 1977; Tola y Dragonetti 2005; García Buendía 2015, y Pujol 2016. Véase, asimismo, Martino 2016), pero no hay una del bhāṣya que se haya hecho directamente del sánscrito. La importancia del comentario atribuido a Vyāsa no puede ser soslayada, en la medida en que el sūtra apenas sería comprensible hoy en día si no fuera por el bhāṣya. Incluso en la misma tradición india, todos los comentarios posteriores son, de acuerdo con la opinión de los especialistas, subcomentarios o, al menos, deudores de la interpretación de Vyāsa (por ejemplo, Maas 2013).
Un estudio pormenorizado de la tradición, por otra parte, no puede abordar todos los comentarios indistintamente. Por estos motivos, acceder al texto del bhāṣya es el punto de partida tanto para disipar con fundamentos las interpretaciones descontextualizadas del Yogasūtra como para distinguir los variados estadios y puntos de vista acerca del yoga en el marco de la misma tradición del yoga patañjálico. Este trabajo, pues, es una contribución en ese sentido, aunque se trate de una traducción parcial, y constituye una primera etapa de un proyecto mayor en curso que consiste en la traducción completa del Pātañjalayogaśāstra.
Como la lectura de las líneas del tratado que presento pone de manifiesto, el Pātañjalayogaśāstra ofrece una concepción del yoga basada en la metafísica sāṃkhya, para la cual hay dos realidades: puruṣa y prakṛti. Puruṣa es el principio consciente, inactivo, impasible y no sujeto al cambio. Prakṛti, por el contrario, es el principio inconsciente, activo y sujeto a la transformación o pariṇāma. Esta transformación implica un pasaje de un estado inmanifiesto a uno manifiesto, y consiste en un progresivo surgimiento de una serie de tattva o principios, el primero de los cuales es buddhi o el intelecto, y los últimos son los elementos burdos.3Prakṛti y sus desarrollos están cualificados por los tres guṇa: sattva, rajas y tamas; puruṣa no está cualificado o carece de guṇa.4 El tratado presenta algunas diferencias respecto de la metafísica sāṃkhya clásica que no analizamos aquí (véase Larson y Bhattacharya 1987, 18 y ss.), pero también aporta elementos que permiten completar y comprender mejor la tradición sāṃkhya sistemática en una fase relativamente temprana. Aparte de su encuadre y filiación con la filosofía sāṃkhya, hay que destacar la intertextualidad que el texto evidencia con la literatura budista de su época. Si bien tales relaciones no son el foco de este trabajo, he señalado algunas en las notas y remito al lector a la bibliografía especializada.
El sūtra y el bhāṣya
Algunos especialistas han defendido la tesis de que los dos textos -o niveles textuales- que componen el tratado poseen un mismo autor. Sin embargo, no han faltado estudiosos que señalan tensiones conceptuales entre el sūtra y el bhāṣya. Grinsh-pon (1997, 129-138), por ejemplo, afirma que Patañjali ofrece una concepción revolucionaria del yoga en la medida en que crea un universo alternativo diferente no sólo del nuestro, sino también del de pensadores tradicionales como Vyāsa. Ante esta originalidad, afirma Grinshpon, Vyāsa adopta una actitud conservadora e incluso banalizante que busca acomodar el universo yógico propuesto por Patañjali a su propia visión, no necesariamente yóguica, del mundo y del hombre. Sahay (1964, 254-260), asimismo, discute varias doctrinas que Vyāsa proyecta sobre el Yogasūtra y que no parecen ser puntos de vista de Patañjali. Un análisis similar lo lleva a cabo Gokhale (2020, 210 y ss.), quien propone instancias en las que Vyāsa se aparta o bien del sentido que se sigue más naturalmente de los sūtra o bien del que tendrían en vista de su trasfondo budista. A partir de esto, Gokhale concluye que el bhāṣya y el sūtra no sólo no tendrían un mismo autor, sino que sus respectivos autores tampoco habrían entrado en comunicación directa en relación con el contenido del texto sútrico (véase, asimismo, Key Chapple 1994, 85-105).
Por lo pronto, se puede afirmar que el estilo sútrico es el característico de los textos fundantes de las escuelas de pensamiento de India clásica y ha sido el género preferido por la tradición para la exposición sistemática y concisa de los lineamientos principales de las distintas disciplinas de conocimiento, tanto del vedāṅga como de la tradición intelectual ortodoxa más amplia.5 La brevedad de la prosa sútrica, sin embargo, vuelve indispensable otro género de literatura, el comentario, dedicado a expandir, desarrollar, argumentar y, en muchos casos, a volver evidente la articulación entre las ideas presentadas en el texto sútrico. La proliferación de la tradición comentarial ha sido tan vasta en India que, si bien es correcto considerarla dependiente de los textos comentados, no sería apropiado considerarla secundaria (Hulin 2000, 425-434). De hecho, gracias a la tradición comentarial disponemos no sólo de un corpus de fragmentos de obras que desconoceríamos si no fuera por los comentarios,6 sino incluso de los mismos sūtra, ya que los comentarios han sido el vehículo principal de su transmisión (véase, por ejemplo, Maas 2013, 53-90). La relación entre sūtra y comentario, pues, es orgánica y mutuamente dependiente, ya que, si bien el comentario es siempre relativo a un texto base, un sūtra exige, a su vez, un comentario para volverlo inteligible.
La tradición distingue diversas clases de comentarios, y el bhāṣya es una de ellas, diferente de otras como la vṛtti, el vārttika, la ṭīkā, el guḍhārtha, etc. El bhāṣya, sin embargo, es el paradigma del comentario filosófico en sánscrito. Integra los distintos sūtra o aforismos de un texto sútrico en una red conceptual para darle coherencia y continuidad al texto,7 y mantiene el orden de los sūtra al comentarlos e incluso extrae información a partir de tal ordenamiento, en la medida en que éste permite evitar la repetición y la redundancia. El bhāṣya también establece el campo semántico de ciertos términos presentes en el sūtra, desambigua la referencia específica de los pronombres y determina la extensión de las alusiones a listas incompletas (como las que utilizan la partícula ādi), etc. (véase Ganeri 2010, 187-207).
Todas estas características se hallan en el Pātañjalayogaśāstra y se podrían agregar otras no menos importantes. En el pasaje analizado se identifica la ilustración de los conceptos mediante ejemplos tomados del Veda o de la literatura épica, el uso de analogías para explicar relaciones abstractas, la consideración de problemas surgidos de las tesis sostenidas en el sūtra y de sus soluciones, la argumentación en contra de doctrinas indeseables, la cita de autoridad, entre otras estrategias que contribuyen a dar vigor, contexto y sentido al sūtra. La brevedad del texto sútrico hace que gran parte de los términos y los conceptos presentados por Patañjali no puedan ser interpretados satisfactoriamente en el contexto del propio escrito. Por este motivo, el papel del comentario es fundamental para ampliar el contexto de interpretación, tanto al establecer relaciones con otros textos como al brindar las definiciones, clasificaciones y argumentos que vuelven inteligibles las nociones expuestas por Patañjali. Por momentos, no obstante, las interpretaciones y las conexiones que ofrece el bhāṣya parecerían contrariar otros contextos de intertextualidad del sūtra, como el budismo, por ejemplo, lo cual ha llevado a algunos especialistas a cuestionar la idoneidad del comentador (véase, por ejemplo, Gokhale 2020).
El yoga y el karman
El pasaje cuya traducción ofrezco resulta clave para comprender la concepción del yoga contenida en el Pātañjalayogaśāstra. Aquí, el yoga es concebido como un śāstra, es decir, una disciplina, pero también como un darśana, esto es, una filosofía.8 Es, de hecho, la correcta filosofía (samyagdarśana). Esta disciplina posee cuatro divisiones que el comentario presenta en analogía con la ciencia médica (cikitsāśāstra). Para ésta, sus cuatro divisiones abordan la enfermedad, su causa, su ausencia y su tratamiento. Para el yoga, correspondientemente, las cuatro divisiones abordan el ciclo de renacimientos (saṃsāra), su causa, la liberación (mokṣa) y los medios para lograrla. Y así como para la medicina la enfermedad es algo que eliminar, lo que se logra descartando, a su vez, la causa de la enfermedad, la disciplina del yoga busca eliminar el ciclo de renacimientos eliminando, a su vez, su causa.9 La causa de lo que debe ser eliminado es la asociación (saṃyoga) entre puruṣa y prakṛti o, más específicamente, entre puruṣa y buddhi, y la correcta filosofía es, a su vez, el medio para conseguirlo. El yoga, pues, es remedio o antídoto (pratīkāra) y medio (upāya), en cuanto que es un aspecto terapéutico o principio activo de una manera de comprender la problemática fundamental del ser humano. Pero también es la comprensión global, el conjunto de las cuatro partes, la disciplina entera o śāstra.
Ahora bien, incluso si se acepta que el yoga es el medio para eliminar el sufrimiento, no parece volver indispensable el yoga para el hombre común, puesto que éste se percibe sujeto a la fluctuación entre el placer y el sufrimiento. El yoga, por lo tanto, sólo sería necesario cuando el hombre estuviera (consciente de que está) sufriendo y no en el caso contrario. Sin embargo, como correcta filosofía, el yoga realiza una contribución más en este sentido, y es aquí donde el análisis del karman se vuelve indispensable.
Framarin (2018, 62) sostiene que una de las explicaciones más complejas acerca de la teoría del karman en la literatura sánscrita se encuentra en el Yogasūtra y sus comentarios. El pasaje que traduzco es justamente donde se encuentran estos elementos fundamentales. Tal teoría merece, no obstante, un examen pormenorizado, imposible de realizar aquí. Pero, como es a partir de los textos que se puede examinar esta doctrina, por el momento presento su traducción y una breve descripción del tema.10
Central en la teoría de la acción contenida en el tratado es la doctrina del renacimiento (saṃsāra), problema que, en analogía con lo que la enfermedad es para la ciencia médica, el yoga busca tratar y eliminar (Larson 2018, 1-9). Esta doctrina se presupone en el sūtra II,12, en su distinción entre un nacimiento ya experimentado y uno que todavía no se experimenta. El primero es el nacimiento actual de todo ser vivo, el segundo es el nacimiento futuro. En el actual, los seres humanos realizan acciones (karman) y ya sean virtuosas o no, acumulan en la mente un registro llamado karmāśaya o depósito de acciones. De acuerdo con el carácter de las acciones en esta vida, es decir, si son virtuosas o no, los registros almacenados madurarán en una única próxima vida,11 como una totalidad compensada, y determinarán la forma de nacimiento, la duración de la vida y el grado de disfrute que se experimentará en esa próxima existencia. Si las acciones han sido virtuosas, la forma de vida, su duración y su disfrute serán agradables; si la virtud ha sido escasa, se dará lo contrario.
Ahora bien, cuando el hombre experimenta estos placeres en virtud de sus méritos pasados, obtiene en su mente una impresión o saṃskāra de placer, mientras que al experimentar sufrimiento consigue una impresión de sufrimiento.12 Estos saṃskāra condicionan a los hombres a buscar el placer y a evitar el sufrimiento, lo que los impulsa a nuevas acciones que generan, a su vez, nuevas experiencias y saṃskāra. De este modo, afirma el bhāṣya, el río de sufrimiento se extiende sin fin.
Cabe preguntarse, no obstante, si el sufrimiento es resultado de las acciones no virtuosas, ¿no es posible evitar el sufrimiento mediante la virtud, que trae como resultado un disfrute proporcional? Asimismo, si el deseo busca la experiencia placentera, ¿no es posible satisfacer el deseo por medio de experiencias placenteras logradas a través de la virtud? El bhāṣya responde a estos interrogantes afirmando, en primer lugar, que la repetición del disfrute no es un medio adecuado para el cese del deseo. Tal insistencia, de hecho, lo aumenta. Con esto, incluso la virtud que teme al sufrimiento, que busca el placer y está motivada por el deseo, eventualmente puede conducir al sufrimiento, en la medida en que la repetición de los disfrutes aumenta el deseo, lo que apartaría al hombre de la virtud. En segundo lugar, al estar motivada por el deseo y la ignorancia, incluso la acción virtuosa retiene al hombre en el saṃsāra. Si las aflicciones o kleśa se encuentran en la raíz de las acciones (virtuosas o no) en forma de deseo, aversión y, en fin, de ignorancia, toda acción fructificará eventualmente. Esto evita que el hombre alcance la liberación.
Ahora bien, el sūtra II,15 también postula como causa de sufrimiento, para el que discierne (vivekin), el conflicto entre las actividades de los guṇa, las tres cualidades o constitutivos de prakṛti: sattva, rajas y tamas.13 El bhāṣya retoma este problema y brinda aquí y en los comentarios a los sūtra 17 y 18 una detallada explicación de la causalidad que éstos ejercen en relación con el sufrimiento. La correcta filosofía enseña al yogui que el puruṣa, como principio consciente y carente de guṇa, percibe los atributos surgidos en el sattva del intelecto o buddhi. Pero, a su vez, enseña que los guṇa se dan siempre juntos, por lo cual, incluso cuando el guṇa predominante en el intelecto es sattva, los guṇa rajas y tamas, que provocan el dolor y la ignorancia, están presentes. Por esto, incluso en un estado sáttvico, el yogui percibe el dolor subyacente. El bhāṣya distingue, en fin, entre el hombre común y el yogui: éste es como el ojo, cuya sensibilidad es extrema gracias al ejercicio de la verdadera filosofía, y percibe el sufrimiento y la ignorancia que subyacen incluso a toda experiencia de placer.
Mi traducción
La presente traducción se realizó a partir del texto sánscrito del Pātañjalayogaśāstram digitalizado por Philipp Maas (2020b) para el Göttingen Register of Electronic Texts in Indian Languages (GRETIL), y de la edición, con aparato crítico, de Kāśinātha Śāstrī Āgāśe (1904), en la que se basa la de Maas.14 En más de una ocasión resultó de gran utilidad el Concordance-Dictionary de Bhagavan Das (1938). Los diccionarios de Monier Williams (1899), Huet (2019) y el recientemente publicado de Pujol (2018) fueron de recurrente uso, así como las traducciones al inglés del tratado que cito en la bibliografía (Ganganatha 1934; Leggett 1981; Rāma 1998; Rukmani 1983 y 2001).
Como criterio de traducción, he preferido mantener cierto grado de literalidad en la medida de lo posible, con el fin de reflejar, aunque tenuemente, los rasgos del estilo propio del texto. La abundancia de compuestos y oraciones nominales, entre otras características, obligaron en muchas ocasiones a reponer palabras y a modificar las estructuras de las oraciones, con el propósito de que el texto fuera comprensible e, incluso, amigable para la lectura. Por último, cabe señalar que las interpretaciones que Vācaspati Miśra, Śaṅkara y Vijñānabhikṣu brindan en sus comentarios iluminaron mi comprensión del bhāṣya en más de una oportunidad.
Tratado acerca del yoga de Patañjali II,12-18
El depósito de las acciones, cuya raíz son las aflicciones, se expresa en el nacimiento [ya] experimentado y en el [todavía] no experimentado || YS II,12 ||
Aquí, el depósito de las acciones15 virtuosas y no virtuosas surge a partir de la cólera, la confusión, la codicia y el deseo.16 Este [depósito de las acciones] se expresa tanto en un nacimiento [ya] experimentado17 como en un nacimiento [todavía] no experimentado.18 De éstos, el depósito de las acciones virtuosas, cuando está desarrollado con un ardor intenso por el samādhi, el ascetismo o [la recitación de] mantras, o cuando es originado a partir del culto a la gran dignidad de los grandes sabios, de las deidades y de īśvara, siempre madura prontamente.19 Y, de manera semejante, incluso el depósito de las acciones malvadas madura prontamente, [cuando es] efectuado con una aflicción intensa una y otra vez como ofensa a los indigentes, a los enfermos y a los atemorizados, o a los que se acercan con confianza, a los de gran dignidad o a los ascetas: tal como el joven Nandīśvara fue transformado en una divinidad tras abandonar la forma humana, y del mismo modo que Nahuṣa, siendo incluso Indra entre los dioses, fue transformado en un animal tras abandonar la forma propia.20 De aquellos, el depósito de acciones que se expresa en un nacimiento ya experimentado no es propio de los seres infernales.21 A su vez, para aquellos cuyas aflicciones han sido destruidas, no existe incluso el depósito de las acciones que se expresa en un nacimiento todavía no experimentado.22
Mientras existe la raíz, ocurre la maduración de estos [depósitos de acciones] en el tipo de nacimiento, duración de la vida y [grado de] disfrute || YS II,13 ||
Mientras existen las aflicciones, el depósito de las acciones tiene el impulso para madurar, [si] su raíz que son las aflicciones no ha sido cortada. Así como los granos de arroz son aptos para la germinación [si están] cubiertos con el salvado y si son semillas no quemadas, pero no [son aptos] si son semillas quemadas o con el salvado extraído, de la misma manera, el depósito de las acciones que está cubierto con las aflicciones germina hasta la maduración, pero aquel cuyas aflicciones han sido extraídas no [germina], ni tampoco [germina] aquel que, siendo como una semilla con aflicciones, está, no obstante, quemado por medio de la reflexión.23 Y esta maduración es de tres clases: “tipo de nacimiento, duración de la vida y [grado de] disfrute”.
Aquí debe considerarse esto: ¿acaso una única acción es causa de un único nacimiento, o más bien una única acción da surgimiento a una multiplicidad de nacimientos? Segunda consideración: ¿acaso una multiplicidad de acciones hace que surja una multiplicidad de nacimientos, o más bien una multiplicidad de acciones hace que surja un solo nacimiento? Ciertamente, una única acción no es causa de un único nacimiento. ¿Por qué? [Si así fuera,] traería aparejada la impredecibilidad del mundo, pues sería indeterminada la sucesión de los frutos tanto de la acción presente como del resto, que es una innumerable [multiplicidad de acciones] acumulada en un tiempo sin comienzo, y esto es indeseable. Pero una única acción tampoco es causa de una multiplicidad de nacimientos. ¿Por qué? Si decimos que una única y exclusiva acción de entre la multiplicidad de acciones es causa de una multiplicidad de nacimientos, esto traería aparejada la inexistencia del tiempo [necesario] para la maduración de la restante [multiplicidad de acciones], e incluso esto es indeseable. Y tampoco una multiplicidad de acciones es causa de una multiplicidad de nacimientos. ¿Por qué? Esta multiplicidad de nacimientos no coexiste simultáneamente; debe ser considerado como algo que se da en sucesión. Y si es así, la consecuencia es el mismo inconveniente antes señalado. Por esto, la variada acumulación en el depósito de acciones virtuosas y no virtuosas, producida en el intervalo entre el nacimiento y la muerte, establecida en la forma de una [acción] predominante y una secundaria, manifestada en el momento final con un único impulso, produce toda condensada, tras sobrevenir la muerte, solamente un nacimiento. Y este nacimiento es uno cuya duración ya ha sido fijada justamente por esa acción. A lo largo de esa vida, el [grado de] disfrute es establecido conjuntamente por esa misma acción.
Este depósito de acciones es considerado como de triple maduración, a partir de la causalidad que ejerce sobre el [grado de] disfrute, la duración de la vida y el tipo de nacimiento. Por esto, el depósito de las acciones ha sido llamado “uniproductivo”. Pero el [depósito de acciones] expresado en un nacimiento [ya] experimentado es impulsor de una maduración a partir de la causalidad que ejerce sobre el [grado de] disfrute, o es impulsor de dos maduraciones a partir de la causalidad que ejerce sobre el [grado de] disfrute y sobre el largo de la vida, [o es impulsor de tres maduraciones a partir de la causalidad que ejerce sobre el tipo de nacimiento, el (grado de) disfrute y el largo de la vida],24 como Nandīśvara y Nahuṣa.
Pero esta mente, condensada desde un tiempo sin comienzo por las vāsanā25 originadas en la experiencia de maduración de las acciones [cubiertas por] las aflicciones, es como un producto coloreado, como una red de pescar extendida con nudos por todas partes. Estas vāsanā son antiguas, provenientes de múltiples existencias. Este depósito de las acciones es el que ha sido llamado “uniproductivo”. Y las vāsanā, que son los saṃskāra causantes de la memoria, [han sido llamadas] “pertenecientes a un tiempo sin comienzo”.26
Pero este depósito de las acciones que ha sido llamado “uniproductivo” es tanto de maduración determinada como de maduración indeterminada27 De éstas, la restricción28 se aplica a la maduración determinada que se expresa en un nacimiento [ya] experimentado, pero no a la maduración indeterminada que se expresaría en nacimientos [todavía] no experimentados. ¿Por qué? Porque [el depósito de acciones] de maduración indeterminada que se expresaría en nacimientos [todavía] no experimentados tiene tres cursos posibles: i) la destrucción de la acción sin madurar, ii) la subordinación en una acción predominante, o iii) la conservación por largo tiempo de [una acción] superada por una acción predominante con maduración definida. De estas [tres posibilidades], i) la destrucción de la acción sin madurar ocurre del modo siguiente: a causa del surgimiento de la acción blanca se da la destrucción aquí mismo de la [acción] negra.29 En relación con esto se dice lo siguiente:
“De dos en dos, ciertamente, deben ser conocidas las acciones;
la acción virtuosa como un conjunto aparta de la malvada.
Desea esto: realizar acciones nobles aquí.
Ciertamente, los sabios te permiten conocer la [naturaleza de la] acción”.30
ii) Acerca de la subordinación en una acción predominante se ha dicho lo siguiente: “Una pequeña mezcla podría ser neutralizada [o] tolerable y no sería suficiente para la disminución de lo bueno. ¿Cómo es posible? Porque tengo otra abundante buena [acción] sembrada, en la que, si esta [acción malvada] es añadida, incluso en el cielo resultará en una pequeña disminución”.31
iii) ¿Cómo es posible la conservación por largo tiempo de [una acción] que es superada por otra predominante con maduración definida? Se afirma que una única muerte es la condición suficiente para la manifestación de la acción de maduración determinada que se expresa en un nacimiento [todavía] no experimentado, pero no [es la condición suficiente para la manifestación de la acción] de maduración indeterminada que se expresa en un nacimiento [todavía] no experimentado.32 A ésta, por el contrario, que es la acción de maduración indeterminada que se expresa en un nacimiento [todavía] no experimentado, la [buena acción] sembrada podría destruirla. O ella podría quedar superada o quedar pendiente por largo tiempo, en la medida en que otra acción semejante, causa de la manifestación de aquella [que está pendiente], no la vuelva próxima a la maduración. Y este curso variado de las acciones es difícil de discernir debido a la incertidumbre en cuanto a su causa, tiempo y lugar de maduración. Pero no hay suspensión de la regla general por razón de la excepción: [decimos, entonces, que] el depósito de las acciones se reconoce como uniproductivo.
Debido a la causalidad que ejercen la virtud y la carencia de virtud, éstos tienen por frutos el placer y el dolor || YS II,14 ||
“Éstos” son el tipo de nacimiento, la duración de la vida y el [grado de] disfrute,33 cuyos frutos son placenteros si sus causas son las [acciones] virtuosas, y sus frutos son de sufrimiento si sus causas son las [acciones] carentes de virtud. Y así como este sufrimiento es de una naturaleza adversa, incluso en un tiempo de placer vinculado a los objetos de los sentidos, hay sufrimiento de una naturaleza ciertamente adversa para el yogui. ¿Cómo puede ser? Esto sigue a continuación.
A causa del conflicto entre las actividades de los guṇa y por los sufrimientos causados por la transformación, por el dolor y por las impresiones,34para el que discierne todo es únicamente sufrimiento || YS II,15 ||35
Para todos, una experiencia de placer, dependiente de instrumentos conscientes y no conscientes,36 está colmada de deseo. Por esto, existe un depósito de las acciones nacido del deseo.37 Y de modo semejante, [el hombre] siente aversión por los instrumetos de su sufrimiento y queda confundido, e incluso un depósito de las acciones es producido por la confusión y la aversión. Y de modo consecuente se ha dicho: “sin herir a los seres, el disfrute no puede tener lugar. Incluso el cuerpo es el depósito de las acciones producido por esta violencia”. Y el placer de los objetos de los sentidos ha sido llamado “ignorancia”. El placer es esto: el apaciguamiento a causa de la satisfacción de los sentidos en el disfrute. El sufrimiento es esto: la excitación causada por la avidez. Pero no es posible lograr la cesación del deseo para los sentidos por medio de la repetición del disfrute. ¿Por qué? Porque tras la repetición de los disfrutes, los deseos y la aptitud de los sentidos se incrementan. Por esto, la repetición de los disfrutes del placer es un medio inadecuado. El que desea los placeres saturado por los objetos de los sentidos se encuentra caído en un gran lodazal de sufrimiento. Éste es como quien, temeroso del veneno del escorpión, es mordido por una serpiente venenosa. Esto, que es adverso, es, de nombre, el padecimiento causado por la transformación. Aflige al yogui incluso en un estado placentero.
¿Qué es el padecimiento del dolor? Para todos, una experiencia del dolor, dependiente de instrumentos conscientes y no conscientes, está colmada de aversión. Por esto, existe un depósito de las acciones nacido de la aversión.38 El que anhela los instrumentos del deseo, se agita con su mente, palabra y cuerpo, entonces beneficia y daña a otro, y acumula dharma y adharma a causa del beneficio y del daño que hace a otros. Este depósito de las acciones surge a partir de la confusión y de la codicia.39 Es llamado “padecimiento causado por dolor”.
¿Qué es, nuevamente, el padecimiento causado por las impresiones? El depósito de impresiones de placer surge a partir de la experiencia de placer, el depósito de impresiones de sufrimiento surge a partir de la experiencia de sufrimiento.40 Así, una vez experimentada la maduración placentera o de sufrimiento causada por las acciones, surge nuevamente una acumulación en el depósito de acciones. De esta manera, el río de sufrimiento, extendido sin comienzo, intimida justamente al yogui a causa de la naturaleza adversa [que esto posee]. ¿Por qué? Porque el que posee conocimiento es semejante al ojo. Tal como una fibra de lana colocada en el ojo hace padecer por su contacto, pero no [si está colocada] en otro miembro del cuerpo, de la misma manera, estos sufrimientos afligen al yogui, que es semejante al ojo, pero no al resto que comprende [de manera diferente]. Estos otros,41 a pesar de que renuncian al sufrimiento acumulado por las propias acciones, obtenido y renunciado una y otra vez, adquieren una actividad mental variada por vāsanā sin comienzo, están colmados por completo de ignorancia, y nacen una y otra vez siguiendo con sus actos lo “mío” y el yo en relación con lo que debe ser abandonado. [A estos, pues,] los persiguen los dolores de tres clases, cuyas causas son tanto relativas al ātman como externas.42 El yogui, tras verse a sí mismo y a la comunidad de los seres arrastrados por un río de sufrimiento sin final, avanza hacia el refugio de la correcta filosofía, que es causa de la destrucción de todo sufrimiento.
Y así, debido al conflicto causado por las actividades de los guṇa,43 todo es sufrimiento para el que discierne. Los guṇa del intelecto, cuya naturaleza es de esplendor, excitación y estabilidad, tras devenir un entramado de dependencia mutua, producen una tendencia trigúnica apacible,44 vehemente o confusa. Y dado que la actividad de los guṇa es fluctuante, la mente es llamada “de rápida transformación”. Y las predominancias [de un guṇa] por la forma y por la actividad se suprimen unas a otras, pero los equilibrios [entre los guṇa] tienen lugar juntamente con las predominancias.45 Así, estos guṇa, cuyas respectivas tendencias de placer, sufrimiento y confusión son adquiridas por la dependencia de unos [guṇa] en otros, devienen todos en todas las formas, pero la diferencia entre estas [tendencias] es producida por el estado predominante de un guṇa [por sobre los otros].46 Por esto, todo es sufrimiento para el que discierne.47
La semilla que es el origen de este gran conjunto de sufrimiento es la ignorancia, y la causa de su extinción es la filosofía correcta. Tal como la ciencia de la terapéutica tiene cuatro divisiones -la enfermedad, la causa de la enfermedad, la ausencia de enfermedad y el tratamiento-, de la misma manera también esta ciencia tiene cuatro divisiones: el ciclo de renacimientos, la causa del ciclo de renacimientos, la liberación y los medios para la liberación.48 Entre éstos, el ciclo de renacimientos, colmado de sufrimiento, es lo que debe ser eliminado. La causa de lo que debe ser eliminado es la asociación del puruṣa y pradhāna.49 La extinción definitiva de la asociación es la eliminación. El medio para la eliminación es la correcta filosofía. Para ésta, la forma propia del eliminador50 no puede ser ni lo que debe eliminarse ni algo que adquirir. Cuando [se sostiene que] hay eliminación [del eliminador], hay adhesión a la teoría de la extinción de éste.51 Y cuando [se sostiene que] hay adquisición [del eliminador], hay [adhesión a la] teoría de la causación.52 Cuando se rechazan ambas teorías, hay [adhesión a la llamada] “teoría de la eternidad”.53 Ésta es la correcta filosofía.54 Ésta es la disciplina denominada “de cuatro divisiones”.
Lo que debe ser eliminado es el sufrimiento que todavía no ha llegado || YS II,16 ||
El sufrimiento pasado que fue agotado con su padecimiento no se encuentra entre la clase [de sufrimientos] que debe ser eliminado, y [el sufrimiento] que se encuentra presente en el propio momento surgido para su disfrute no requiere su eliminación en otro momento [futuro]. Por esto, justamente el sufrimiento que todavía no ha llegado, ése es el que aflige al yogui, que es semejante al ojo, pero no a otro que comprende [de manera diferente estos asuntos]. Éste, ciertamente, es el que requiere eliminación. Por esto, la causa de éste que se denomina “el que debe ser eliminado” es indicada [a continuación].55
La causa del [sufrimiento] que debe ser eliminado es la asociación entre el que ve y lo que es visto || YS II,17 ||
El que ve es el puruṣa, que es consciente del intelecto.56 Lo que es visto alude a todos los atributos brotados en el sattva del intelecto.57 Esto visto, semejante a un imán que se atrae al metal y que es efectivo solamente si está cerca [del metal], debido a su condición de ser algo visto, deviene lo propio del puruṣa, que es el propietario, cuya forma es el poder de la visión. [Lo visto] es adoptado como un objeto tanto de la acción como de la experiencia, por lo cual [es adoptado] con una forma distinta a la suya propia.58 Incluso siendo independiente, tiene una naturaleza propia adquirida dependiente, por el hecho de que es un objeto para otro.
La causa de lo que ha de ser eliminado, la condición para el sufrimiento, es la asociación sin comienzo producida con un propósito entre ambas potencias, la del instrumento de visión y la de la visión. Y así, se dijo: “A partir de la anulación de la causa, que es la asociación entre aquellos, se obtendría este remedio definitivo del sufrimiento”.59 ¿Cómo podría lograrse? Gracias a la filosofía, que constituye el remedio para lo que debe ser completamente extraído, que es la causa del sufrimiento.60 Tal como en el siguiente ejemplo: la capacidad de ser pinchada es propia de la planta de los pies, la capacidad de pinchar es propia de la espina, la anulación de la espina consiste o bien en la no colocación del pie [sobre la espina] o bien en la colocación [del pie sobre la espina] con la protección de un zapato. El que ha conocido en el mundo este conjunto de tres,61 ése, adoptando el remedio, no obtiene aquí el sufrimiento nacido del pinchazo.62 ¿Por qué? A causa de la aptitud para captar esta triada.63 En nuestro caso, no obstante, sattva es lo atormentado de [parte de] rajas, que es lo que atormenta. ¿Por qué? A causa de que la acción “atormentar” necesita realizarse en relación con un objeto:64 la acción “atormentar” se da en relación con el objeto sattva y no en relación con lo que no cambia, ni en relación con lo que no actúa, que es el conocedor del campo,65 a causa de la condición de objeto propia de lo que es visto. Pero a pesar de que sattva es lo atormentado, puruṣa asume la apariencia del ser atormentado. Se afirma [a continuación] la naturaleza propia de lo visto. 66
Lo que es visto, cuya finalidad es el disfrute y la emancipación, tiene un carácter de luminosidad, actividad y estabilidad, [y] constituye la naturaleza de los elementos y las facultades|| YS II,18 ||67
El carácter de luminosidad es sattva, el carácter de actividad es rajas, el carácter de estabilidad es tamas. Éstos son los guṇa: i) sus divisiones se deben a que son coloreados unos por los otros; ii) se transforman; iii) su característica es tanto de división como de asociación [entre sí]; iv) su manifestación es adquirida mediante la mutua dependencia; v) sus divisiones tienen potencias distinguidas incluso a pesar de ser [uno de ellos] el tronco y [los otros] los miembros, alternativamente; vi) se infieren a partir de las diferencias entre las potencias de las cosas de una misma clase y [las potencias] de las cosas de distinta clase; vii) su presencia se muestra en el momento de su predominancia; viii) pero incluso en el momento de ser cualidades subordinadas, su existencia se infiere como en el interior de la cualidad predominante a partir de sus operaciones específicas; ix) su fuerza es espoleada por la necesidad de que se alcancen los fines del puruṣa; x) son semejantes al imán que se atrae al hierro porque son efectivos solamente en la proximidad; xi) siguen la actividad de uno [de ellos] durante la tendencia; xii) son llamados mediante el término pradhāna. Esto es “lo que es visto”. Esto mismo, que constituye la naturaleza tanto de las facultades como de los elementos, se transforma en un estado propio de los elementos, sutil o burdo, como la tierra y los otros. De la misma manera, ocurre su transformación en un estado propio de las facultades, sutil o burdo, como la audición y los otros.68 Pero esto no carece de propósito, sino que incluso tal desarrollo debe ser admitido como algo con un propósito: una finalidad que es el disfrute y la emancipación. Así pues, esto es para el puruṣa lo que es visto. De estos [fines], el disfrute es la afirmación de la forma propia de los guṇa en términos de lo deseable y no deseable obtenida a partir de la asimilación [del que ve con lo visto]. La emancipación es la afirmación de la forma propia del disfrutador. Sobre estos dos, no hay otra filosofía superior. Y así se ha dicho: “Pero éste, verdaderamente, viendo todos los estados adquiridos como reducidos a los tres guṇa como agentes y al puruṣa como un cuarto ítem no-agente de una clase a la vez semejante y desemejante que percibe las actividades de aquellos, desconfía de toda otra filosofía como falsa”.69 Estos dos, el disfrute y la emancipación, son producidos por el intelecto [y] ocurren ciertamente en el intelecto. ¿Cómo entonces son predicados ellos dos respecto del puruṣa? Tal como la victoria, o bien la derrota que ocurre entre los guerreros, es predicada respecto del comandante, pues él es el disfrutador del fruto de éstas, del mismo modo, tanto la atadura como la liberación, que verdaderamente ocurren ambas en el intelecto, son predicadas respecto del puruṣa, pues él es el disfrutador del fruto de éstas.70 Ciertamente, la atadura, como la no completa realización de los fines del puruṣa, es propia del intelecto. La liberación es la terminación de los fines de éste. Así, el apego a la vida, el conocimiento de los tattva, la afirmación y la negación, la concentración y la percepción, que ocurren en el intelecto, son estados reales erróneamente atribuidos al puruṣa, pues éste es el disfrutador del fruto de éstos.