Las elecciones presidenciales de 1940: Manuel Ávila Camacho vs. Juan Andreu Almazán
Hacia 1940, la Revolución apenas comenzaba a cumplir las peticiones por las que las clases populares y la pequeña burguesía se habían levantado en armas, como la reforma agraria, la educación popular, el crédito barato, los derechos sindicales, las nacionalizaciones y el estímulo al desarrollo industrial. Por el lado contrario, la profundidad de las reformas y la agitación obrero-campesina - i.e., huelgas, tomas de tierra, manifestaciones, núcleos de obreros y campesinos armados - llevaban a un sector de la sociedad política a clamar por la moderación, el orden, la justicia y la restricción del autoritarismo estatal. Para la poderosa burguesía e importantes sectores urbanos, la Revolución Mexicana estaba yendo demasiado lejos. Para los grupos conservadores era necesario contener a la Revolución sobre todo a partir de que en marzo de 1938 las reformas habían llegado a su clímax con la nacionalización del petróleo y las grandes movilizaciones de apoyo a la expropiación.
Creado por iniciativa presidencial, desde arriba, el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) - antes Partido Nacional Revolucionario (PNR) - fue organizado en torno a cuatro sectores separados: obrero, campesino, militar y popular. Se reclutó a un gran número de miembros a través de las dos grandes organizaciones laborales afiliadas: la Confederación de Trabajadores de México (CTM), dirigida por Vicente Lombardo Toledano, y la Confederación Nacional Campesina (CNC), por Graciano Sánchez.
En el seno del PRM existieron dos corrientes claramente diferenciadas: la radical representada por Francisco J. Múgica, a quien se veía como el sucesor natural de Lázaro Cárdenas, y la moderada representada por Manuel Ávila Camacho, quien no era una figura política relevante, pero sí fiel a Cárdenas, con quien participó combatiendo la rebelión delahuertista en Michoacán y en la lucha contra los cristeros en el estado de Colima. Se distinguió por su actitud conciliadora y pacifista.
Desde el 22 de febrero de 1939 la precandidatura del general Ávila Camacho ganó mayor fuerza gracias al apoyo explícito de los dirigentes de los cuatro sectores del PRM, los gobernadores de los estados, y los diputados y senadores. Sin apoyo real en el seno del partido y de las principales organizaciones obrero-campesinas, el 14 de julio de 1939 Múgica retiró su precandidatura arguyendo que no contaba con el favor oficial. La derecha incapaz por sí misma de vertebrar una alternativa electoral, buscó dentro de la oposición un candidato viable y con arraigo popular (Sosa, 1996, pp. 395-401).
Dos nombres de generales de la Revolución se pronunciaron con insistencia: Rafael Sánchez Tapia y Juan Andreu Almazán. Almazán era uno de los nuevos ricos de la Revolución, oriundo de Guerrero, tenía un arraigo popular y era conocido por su trayectoria conservadora, se decía además que lo apoyaban las compañías petroleras extranjeras recién expropiadas.
La efervescencia almazanista encontró uno de sus momentos culminantes en la gran concentración del 27 de agosto de 1939, cuando en el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México se congregaron alrededor de 200 000 personas para darle la bienvenida. El movimiento pronto se convirtió en una corriente de masas en donde el sector liberal de la clase media urbana alcanzó la hegemonía. Sin dejar de ser un movimiento de derecha, esbozó un proyecto que mezclaba ambiguamente fragmentos de un discurso democrático burgués con otros de origen reaccionario y proimperialista.
Frente a un almazanismo que rápidamente se convirtió en un movimiento de masas y rebasó su proyecto inicial, el grupo Monterrey, uno de sus principales adeptos, optó por buscar el entendimiento con el gobierno y con su candidato Manuel Ávila Camacho, quien a través de su discurso y propuestas de campaña prometía una posición más moderada que la del régimen cardenista.
El 20 de octubre, Gildardo Magaña se retiró de la competencia por la candidatura presidencial, y unos días después ya sin oponentes, en noviembre de 1939, Manuel Ávila Camacho fue nombrado oficialmente candidato por el PRM en su Convención Nacional. Por su parte, Juan Andreu Almazán fundó el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN) en enero de 1940 y fue postulado como su abanderado presidencial. Ambos candidatos se proclamaron “hijos de la Revolución”, y recorrieron el país ofertando el verdadero “programa de la Revolución Mexicana” (Aguirre y Ávila, 1989, p. 70).
Mítines, desplegados, manifestaciones públicas, acusaciones recíprocas, advertencias y enfrentamientos entre pequeños grupos, crearon a lo largo del primer semestre de 1940 un tenso ambiente y acumularon la carga emotiva con que se presentaron los ciudadanos mexicanos a votar el domingo 7 de julio de 1940.
Ese día se celebró una de las elecciones presidenciales más impugnadas que se recuerde. En las principales ciudades se registraron escaramuzas entre almazanistas y avilacamachistas, tiroteos en la Ciudad de México con saldo de varios muertos y heridos; también en el medio rural existen noticias de enfrentamientos (Aguirre y Ávila, 1989, p. 71; González, 2006, pp. 348-52).
Almazán declaró fraudulentas las elecciones y 10 días después se embarcó hacia Cuba en busca del apoyo norteamericano para sus planes de levantarse en armas, pero la situación internacional de Estados Unidos de América cambió. En plena guerra mundial y tras el vertiginoso ascenso del fascismo, Estados Unidos consideró como prioritario los intereses de seguridad nacional y hemisférica, frente a los de las compañías petroleras, por lo tanto, no hubo respaldo hacia el movimiento almazanista.
La contienda político electoral en Michoacán. Félix Ireta vs. Efraín Pineda
En la sucesión presidencial de 1940 participaron tres michoacanos como aspirantes a la candidatura del PRM: Francisco J. Múgica, Rafael Sánchez Tapia y Gildardo Magaña Cerda. Los tres contaban con grupos de apoyo en el estado, por lo tanto, la lucha por la gubernatura que también se resolvió a la par de la presidencia de la República se tornó bastante conflictiva. El general Gildardo Magaña, que era el gobernador saliente de Michoacán (1936-1940), desde un principio se decantó por respaldar al general Félix Ireta Viveros, quien se desempeñaba como jefe de la XXI Zona Militar de Michoacán. Este puesto en más de una ocasión había sido la antesala de la gubernatura, pues permitía al titular la promoción de su persona, así como el conocimiento del territorio y de las personas, de los liderazgos y de la problemática social. Durante el desempeño de Magaña en la función de gobernador casi siempre llevó a cabo sus giras al interior del estado acompañado por Félix Ireta, con el que al parecer tenía muy buena relación.
Otro aspirante fuerte era el senador Dámaso Cárdenas, hermano del presidente, quien desde mucho tiempo atrás ambicionaba ser gobernador y contaba obviamente con el beneficio del parentesco y su desempeño como senador, como un fuerte capital político, no solo entre los contrarios al gobernador Magaña, sino desde las mismas filas del gobierno estatal y sus organizaciones afines, donde podía allegarse de apoyos en un momento dado, pero a pesar de que sus prosélitos ya habían iniciado los trabajos de promoción de su candidatura, nuevamente el presidente Cárdenas le negó el visto bueno y el proyecto fracasó en ciernes.
Ante la imposibilidad de la candidatura de Dámaso Cárdenas, la corriente damasista y el conjunto de líderes y organismos opositores al magañismo, buscaron un nuevo candidato y lo encontraron en la personalidad del general Francisco Montoya Martínez, a la sazón jefe militar en el estado de Morelos, quien aceptó ser su candidato e inició de inmediato los trabajos. Había otros aspirantes como el senador Luis Mora Tovar, coordinador de la campaña presidencial de Gildardo Magaña; Antonio Mayés Navarro, quien apoyaba la candidatura presidencial de Ávila Camacho, y el senador Ernesto Soto Reyes, que coordinaba la campaña presidencial de Francisco J. Múgica. Sin embargo, en la medida que fueron desarrollándose los prolegómenos de la lucha por la candidatura presidencial y que fue definiéndose el inminente triunfo de Manuel Ávila Camacho para ser postulado por el PRM, también en el nivel local se perfilaron solo dos contendientes para la etapa final: Félix Ireta y Francisco Montoya.
Después ocurrió que inesperadamente cayó enfermo el general Francisco Montoya, quien murió el 5 de enero en un hospital de la Ciudad de México, dejando a Félix Ireta como único precandidato del PRM. Pero, ¿cuáles eran los antecedentes del candidato oficial Félix de Jesús Ireta Viveros? Según los datos obtenidos, Ireta nació en Zinapécuaro, Michoacán, en el año de 1892; es decir, tenía 48 años. De joven se dedicó al pequeño comercio, luego como meritorio en la oficina de rentas, secretario de la Tenencia de Huajúmbaro, además de que fue profesor en dicho pueblo hacia 1910.
Años más adelante, cuando fue secretario de la Prefectura de Zinapécuaro, se incorporó a la lucha revolucionaria con el general villista Félix Bañuelos y combatió al ejército huertista en el norte de Jalisco y Zacatecas. Después se unió al también villista José Altamirano en 1915 y militó en el Ejército Reorganizador Nacional Felicista de 1916 a 1919. En marzo de 1919, Ireta entró a Morelia con 100 hombres armados. Fue indultado por el gobierno de Carranza en noviembre de 1919 y enseguida secundó el Plan de Agua Prieta en 1920 adhiriéndose al obregonismo. Persiguió a Francisco Cárdenas el “Huango” que se rebeló en contra del gobernador Múgica en 1922 (Ochoa y Sánchez, 1995, p. 199).
Hacia enero del año de 1924 Ireta defendió la ciudad de Morelia del ataque de los rebeldes delahuertistas al mando de 500 hombres del Primer Cuerpo Rural, destacándose en esta lucha por su heroísmo, lo que le ganó la confianza de Cárdenas, que era jefe de esta Plaza, y del coronel Manuel Ávila Camacho, jefe del Estado mayor del jiquilpense (Sánchez, 2016, p. 186). Durante la presidencia del general Cárdenas fue nombrado jefe de la XXI Zona Militar de Michoacán el 18 de mayo de 1938.1
Definidos los candidatos oficiales del PRM para contender a la presidencia de la República y a la gubernatura de Michoacán respectivamente, desde la oposición se generó un movimiento político alternativo muy fuerte en torno a la personalidad del general Juan Andreu Almazán. Este personaje, ya que fue candidato, trató de conseguir un buen prospecto que lo acompañara en su proyecto y fuera designado como aspirante al gobierno de Michoacán bajo las siglas de su organización política: el PRUN.
El elegido fue Efraín Pineda Borja, un político también joven, nacido en el año de 1895 en Zirándaro, Guerrero - cuando todavía pertenecía a Michoacán -, pero que había hecho carrera política en Michoacán, primero como oficial de la Secretaría de Justicia en la Secretaría de Gobierno del estado en el año de 1917, y después como jefe de la Sección de Agricultura y Fomento en 1921 (Ochoa y Sánchez, 1995, p. 298). Durante la gubernatura de su primo hermano, Sidronio Sánchez Pineda, estuvo como jefe de la policía de Morelia y le tocó participar junto con Félix Ireta en la defensa de la ciudad del ataque de los delahuertistas del 21 al 24 de enero de 1924, quienes luego de tres días de asalto lograron tomarla. Efraín Pineda con 50 hombres defendió el templo de San Francisco y el edificio contiguo que servía como Inspección General de Policía, ahí resistió dos días hasta que fue herido y se escondió en una casa de las cercanías logrando huir de la ciudad con la ayuda de su tío, el general Juan Pablo Pineda de la Garza, quien era parte del Estado mayor del general Enrique Estrada jefe delahuertista (Pineda Guerrero, 2007, pp. 168-75). Con esta participación se ganó el afecto del general Obregón y gracias a su apoyo fue diputado federal por el distrito 10 de Zitácuaro, Michoacán, en tres ocasiones seguidas: de 1924 hasta 1930.
De acuerdo con la versión de un hijo de Efraín Pineda, durante la gira del candidato Almazán en la ciudad de Zitácuaro el día 3 de febrero de 1940, después del mitin principal, su padre fue convidado a platicar con el distinguido visitante y este le ofreció sin más la postulación como candidato del PRUN a gobernador de Michoacán, así como respaldo económico para sus actividades electorales (Pineda Guerrero, 2007, pp. 183-85).
A principios de marzo en las oficinas del PRUN en la Ciudad de México finiquitaron el acuerdo y Almazán le advirtió sobre la posibilidad de que, si no se respetaba su triunfo por el gobierno, se tendría que llevar a cabo una rebelión armada, a lo que Efraín Pineda respondió su disposición de seguirlo hasta el éxito o hasta la muerte (Pineda Guerrero, 2007, pp. 192-93). Otra fuente sugiere que la propuesta y el arreglo de la candidatura de Efraín Pineda devino de la intermediación del político callista guanajuatense Melchor Ortega, quien conocía a ambos personajes (Pineda Ochoa, 2013, p. 35).
El 12 de marzo de 1940 los almazanistas del distrito de La Piedad lanzaron la candidatura para gobernador de Efraín Pineda, y convocaron a toda la ciudadanía a darle el respaldo “pues es un civil que tiene limpia ejecutoria revolucionaria”.2 Inmediatamente comenzó a recibir adhesiones de las delegaciones distritales del PRUN en todo el estado, e inició su campaña el 26 de marzo con un evento en Huetamo donde asistieron más de 3 000 adeptos destacándose la participación femenil.3
Durante las primeras semanas de abril el candidato almazanista al gobierno del estado recorrió en su gira de campaña las poblaciones de Tacámbaro, Puruarán, Ario de Rosales y La Huacana, siendo muy concurridas las diversas manifestaciones realizadas.4 El 21 de abril la Federación de Comunidades Agrarias del Norte de Michoacán se manifestó en apoyo a Almazán y Efraín Pineda. Los candidatos a senadores almazanistas fueron el licenciado Jesús Ramírez Mendoza y el profesor Francisco Mercado, postulándose además por parte del PRUN candidatos a diputados locales y federales en todos los distritos. Entre los candidatos a legisladores federales se destacaron José Castro Estrada, líder estatal del PRUN, y Juan Abarca Pérez, exmagañista y director del periódico Heraldo Michoacano.5
Los almazanistas comenzaron a denunciar la cruenta represión que se desató contra ellos señalando los atropellos y asesinatos de compañeros como Felipe Sosa en Angao, municipio de San Lucas, Michoacán, y a Zeferino Yépez y J. Pilar Ramírez en Chucándiro.6 Aparte de la violencia oficial contra el almazanismo, se intentó obstruir el registro de sus candidatos alegando que el PRUN no estaba inscrito legalmente, con todo y que desde el 26 de enero de 1940 la Secretaría de Gobernación comunicó al gobierno de Michoacán que dicho partido había hecho el registro legal correspondiente. Se supo que quien había omitido el registro indebidamente había sido el entonces secretario de gobierno, José María Mendoza Pardo.7
A pesar de las trabas, para el 28 de abril, y luego de insistir y presentar las pruebas documentales necesarias, se logró finiquitar el registro de todos los candidatos del PRUN y siguieron las campañas. En el almazanismo en Michoacán confluyeron grupos de diversos tintes ideológicos y posturas políticas contando con viejos políticos callistas, ex confederados cardenistas, sectores de la clase media provinciana y hasta grupos indígenas de la meseta tarasca (Oikión, 2004, p. 53).
En cuanto al candidato del PRM, el general Félix Ireta, solicitó licencia para separarse del servicio activo en el ejército, a partir del 1 de enero de 1940, e inició de inmediato su campaña en la población de Tlalpujahua, desde donde envió un mensaje a la ciudadanía michoacana para darle a conocer que comenzaba su actividad preelectoral y exhortar a los michoacanos a la concordia proponiendo un ideario político basado en la unión, en la acción y en el progreso.
La candidatura de Ireta se consolidó en la medida en que los sectores del partido oficial se pronunciaron en su favor. El 9 de marzo en la capital del estado, durante la celebración del Congreso Estatal de la Federación de Trabajadores de Michoacán, esta dio su apoyo político a Félix Ireta avalado con la presencia de Lombardo Toledano y Fidel Velázquez (Oikión, 2004, p. 248). También la Liga de Comunidades Agrarias de Michoacán, de común acuerdo con las presidencias municipales, se movilizó intensamente con todos los Comités regionales y realizó actos masivos de recepción para su candidato.
En las candidaturas al Senado se postuló a Antonio Mayés Navaro y a J. Trinidad García como propietarios. En cuanto a las diputaciones locales y federales luego de intensas negociaciones y arreglos celebrados por parte del gobierno estatal, el candidato a la gubernatura Félix Ireta, el senador Dámaso Cárdenas y las centrales CTM y CNC, así como otras agrupaciones locales y políticos regionales, se conformó un listado de candidatos con representantes de casi todos los grupos, destacando varios magañistas de los que desde un principio apoyaron a Ireta, tales como Norberto Vega, Pablo Rangel Reyes, Pascual Abarca Pérez, Roberto Cerda Espinoza, Ignacio Ramírez Palacios y Helí López.8 Los otros candidatos del PRM por Michoacán al Congreso Federal fueron Norberto Vázquez, Ernesto Soto Reyes, José Alfaro Pérez, Ignacio Urbina Mercado, Juan Picazo, Luis Ordorica Cerda y Leopoldo Zuncúnegui Tercero.
Para diputados locales en la propuesta del PRM, entre los personajes afines al magañismo, se incluyó a Juan Gutiérrez en el distrito 5 y a Pedro Espino en el distrito 10; casi todos los demás fueron propuestos o avalados por el general Ireta: Francisco Martínez Vázquez, distrito 1; Delfino Loya, distrito 2; David Vargas, distrito 3; Ramón López, distrito 4; Mauro Sánchez, distrito 6; Everardo Campos, distrito 7; Donato Ramírez, distrito 8; Everardo Rodríguez, distrito 9, y Joaquín Contreras Tapia, distrito 11 (Oikión, 2004, pp. 250-51).
El candidato a presidente de la República del PRM, Manuel Ávila Camacho, hizo una breve campaña en Michoacán. El 12 de enero estuvo en Zamora donde fue recibido por más de 15 000 personas; ahí recordó, emocionado, su estancia en esa población donde estuvo al frente del sector militar, dijo que conocía los problemas de la región y se comprometió a tratar de resolverlos si llegaba a la presidencia.9 Luego a fines de febrero de 1940 asistió a Ciudad Hidalgo, Zacapu, Zamora, Chilchota, Chavinda, Jiquilpan, Sahuayo y Morelia (Oikión, 2004, p. 252).
Los sucesos del zafarrancho
El 1 de junio de 1940 en Huetamo, Michoacán, en el marco de las campañas para presidente de la República y gobernador del estado de Michoacán, los simpatizantes de las candidaturas de Efraín Pineda - quien ese día se encontraba en Morelia - y Juan Andreu Almazán, candidatos opositores, realizaron un mitin de protesta con la asistencia de unas 400 personas frente a la presidencia municipal, encabezado por el señor Darío Benítez Hernández. La gente protestaba por las disposiciones adoptadas para la instalación de las casillas y porque no hubo listas electorales, lo que demostraba, según este grupo opositor, la evidente intención de cometer un fraude electoral.
El edificio del H. Ayuntamiento permaneció cerrado ante una muchedumbre que furiosa gritaba contra el candidato oficial: ¡muera Ireta, viva Pineda! Cansados de gritar y al no obtener respuesta, la gente se fue retirando en pequeños grupos y otros se dirigieron pacíficamente hacia la plaza del pueblo. No hubo mayores problemas (Pineda Guerrero, 2007, p. 194). Más tarde, después de mediodía, un grupo de pinedistas estaba reunido en la plaza principal en una de las neverías; de repente llegó un contingente de la policía municipal y de las defensas rurales de Chumbítaro, quienes atacaron al señor Fernando Ochoa con el pretexto de desarmarlo hiriéndole de un balazo en la nuca, lo que hizo que muriera en el acto. El asesinato desató una balacera entre la policía, las defensas y los manifestantes pinedistas. El tiroteo duró varios minutos y se dispararon como 500 cartuchos por ambos bandos, resultando una gran cantidad de muertos y heridos que quedaron tendidos en la plaza.10
Las primeras versiones que corrieron de estos hechos eran contradictorias, pues tanto los almazanistas como avilacamachistas se culpaban de haber iniciado el zafarrancho. El periódico Excélsior de la Ciudad de México, que recogió la versión del relato de algunos heridos que fueron llevados a la capital, difundió que la “espeluznante carnicería” se debió a que los “pinedistas” dispararon un nutrido fuego sobre la gendarmería “que ni uno solo de sus miembros salió ileso; pues de los diecisiete que componían la corporación, ocho quedaron muertos en la trapatiesta y los restantes heridos de gravedad”.11 Por su parte La Prensa publicó las declaraciones del general Heriberto Jara, líder nacional del PRM, quien señaló que
[…] durante una manifestación que alcanzó caracteres subversivos los almazanistas nuevamente habían hecho alarde de libertinaje, disparando armas al aire y pronunciando discursos sediciosos. Las autoridades locales acudieron a desarmar a los escandalosos, los que, parapetados en casas, bancas y árboles, hicieron una verdadera carnicería.12
El PRUN diligente contestó a través de un comunicado que lo sucedido en Huetamo había sido culpa de las autoridades locales al agredir al pueblo que solo pretendía ejercer su derecho a manifestarse: “como buen comunazi Heriberto (Jara) sigue la táctica de sus jefes, esto es, atribuye a sus contrarios lo que los imposicionistas hacen.13 Pero la versión que parece más apegada a la realidad es la que envió el inspector de gobernación ps-7 en dos informes sucesivos los días 4 y 6 de junio y en los que, mediante minuciosas indagaciones con autoridades militares y municipales, con los policías que habían sido heridos, así como con diversos testigos “alejados de la política”, se intentó llegar a los verdaderos responsables de la tragedia. Sobre los muertos y heridos escribió:
La lista de muertos y heridos que se nos fue proporcionada y que ratificamos en diferentes acciones y con los últimos datos obtenidos son las siguientes:
ALMAZANISTAS MUERTOS
Ramón Duarte, mozo del señor Francisco Pineda. Un balazo en la nuca.
Fernando Ochoa, hermano político del señor E. Pineda
Ángel Pineda, primo hermano del señor Efraín Pineda y que resultó muy gravemente herido. De dos tiros por la espalda uno le dio cerca de la región umbilical. Muriendo el día tres de los actuales en Zirándaro, Guerrero.
HERIDOS ALMAZANISTAS
Fulgencio Bravo. Amigo de los anteriores.
Enrique Laguna. Primo hermano del señor Efraín Pineda.
MUERTOS AVILACAMACHISTAS
Bartolo Salas. Policía.
Aurelio Fuentes. Policía.
Paulino Molina, defensa de Huetamo.
Eulalio Hernández, defensa de Huetamo.
Crisóforo Ojeda. Segundo jefe de la defensa de Huetamo.
Sebastián Medrano. Jefe de la defensa de Chumbítaro, del municipio de San Lucas, de malos antecedentes.
Jesús Peñaloza, defensa de Chumbítaro. Clemente García, vecino.
HERIDOS AVILACAMACHISTAS
Joaquín Herrera, jefe de la defensa de las Anonas, fue desarmado a mediados del mes pasado por órdenes expresas del general Múgica y por sus malos antecedentes, se encuentra en México, D.F.
Alejandro Arriola, policía muy grave. Se encuentra en México, D.F.
Gonzalo Solórzano. Policía se encuentra en México, D.F.
Francisco Mederos. Defensa se encuentra muy grave. Se dice que ya murió, sin tener seguridad.
Francisco Rojas. Miembro de la defensa, se dice está muy grave. Y Clemente García. Que ya murió, como dije en principio.
[…] El señor Efraín Pineda me comunica ya cerca de las 17 horas del día de hoy que tiene cartas, y me fueron mostradas, por las cuales se presume que hubo otro zafarrancho en San Lucas, teniendo informes vagos de que resultó muerto el señor Maurilio López, candidato suplente para diputado local por aquel distrito. Igualmente me informan que se sabe que tienen informes de la desaparición del señor Ignacio Ramírez enviado especial por el señor Efraín Pineda para intervenir en San Lucas, unos dicen que desapareció, otros dicen que se encuentra preso de Huetamo, lo que sí informa es que todo el día de ayer estuvo un cadáver en el camino de Huetamo a San Lucas expuesto al sol, que no han querido salir muchos por temor a que los maten o los aprehendan. Se tienen informes que existen más de 90 presos en la cárcel de Huetamo, todos almazanistas y algunos hasta parientes del señor Efraín Pineda.
Manifestó el señor Efraín Pineda que es una agresión directa para él, la cual estuvo previniendo a la zona militar en diferentes coacciones y con motivo de las noticias que tenía de sus familiares y partidarios de Huetamo, que es notorio y público la mala conducta del señor Ignacio Ramírez a quien considera único responsable de estos hechos y atentados, que ahora tratan sus enemigos de hacerlo aparecer tanto a él como a sus familiares como promotores de una rebelión, la cual nunca han pensado, y que si hubo más muertos de parte de los avilacamachistas. Esto se debe a que todo el pueblo está con él, porque sus familiares son unidos y estimados en el pueblo, que se supone que al ver que sus parientes caían, los vecinos y amigos se echaron encima de la policía y de las defensas que resultaron desarmados por el pueblo, que una demostración palpable de que fueron agredidos sus parientes lo demuestra el hecho de que todos tienen los balazos por detrás, en cambio la policía y los de las defensas tienen los balazos por enfrente, que esta agresión fue de indignación del pueblo por la agresión salvaje de que eran objeto sus parientes, además manifiesta que todos sus parientes son machos y hombres de armas tomar que no saben dejarse de nadie, y la situación actual ya la conoce el propio señor Presidente de la República porque yo se la pinté y se la expliqué con detalles desde algunos años aprovechando uno de sus viajes por esta región.14
En un segundo informe fechado el 6 de junio el agente ps-7, cuyo nombre real era Francisco Urrutia Loza, abundó en los detalles de los acontecimientos y la explicación sobre los presuntos causantes de la desgracia ocurrida en Huetamo:
[…] permítame hacer del superior conocimiento de usted que al continuar mis investigaciones con el objeto de conocer y si es posible esclarecer el motivo y promotores del choque político sangriento de Huetamo, Michoacán, ocurrido el día primero de los actuales, hoy tuve la oportunidad de hablar con varias personas del lugar muchas de estas completamente ajenas a todo asunto político, algunas hasta señoritas que fueron testigos presenciales y que se han refugiado por unos días en esta [Morelia] temerosas de nuevos choques o reyertas.
Estas personas me dicen lo siguiente; el día primero ya hacia como una hora que había pasado la manifestación de protesta de los almazanistas, a la cual habían asistido parientes y amigos de los Pineda de Zirándaro, Guerrero, que en número aproximado serían como unos 8 o 10, algunos se habían retirado a sus casas otros tomaban sombra en los árboles de la plaza y otros tomaban refrescos en las neverías de la misma plaza, desde el día 29 de mayo notamos la llegada de varias defensas rurales, el día primero estuvieron acuartelados, después de pasada la manifestación, vimos cuando pasaban los señores Ignacio Ramírez candidato a diputado del PRM, acompañado de los señores Luis Romero, secretario del juzgado y del señor Alejandro de la Torre, tesorero municipal, hacia la cantina La Congeladora, pasaron los muchachos Pineda a una nevería del ángulo de la plaza y casi frente a la presidencia municipal, Ignacio Ramírez se asomó de la cantina y les dijo a unos de las defensas de Chumbítaro, miren díganle al comandante de policía que con ustedes y con la policía desarmen a los Pineda, a como dé lugar pero que los desarmen, salieron estos se armaron y sacaron a los policías, dirigiéndose a los Pineda, quienes no hicieron caso de los policías, pues continuaron tomando nieve, un policía se dirigió al señor Fernando Ochoa con insolencias le pidió su pistola, al mismo tiempo otro de los policías le dio un culatazo en la cabeza, que lo hizo caer al suelo boca abajo, y el policía Crisóforo Ojeda le disparó un balazo que le entró por la espalda y le salió cerca de la tetilla derecha, en esos momentos el hijo del señor Fernando Ochoa sacó la pistola y de cinco tiros mató al policía Crisóforo Ojeda, continuaron los tiros pero ya no mataron a nadie y dieron media vuelta los policías y los de la defensas, pero Ignacio Ramírez y sus acompañantes les salieron al encuentro y los obligaron a regresar.15
De acuerdo con el testimonio de estas personas entrevistadas por el agente ps-7 al regresar a la plaza los policías y miembros de las defensas, se desató la balacera entre ellos y los pinedistas, los cuales dieron muestras de su buena puntería haciéndoles muchas bajas. Al día siguiente de los sangrientos sucesos ocurridos en la plaza de Huetamo, desde luego no hubo elecciones en este lugar, y como a las 14:00 horas llegó al pueblo el general Antonio Gómez Velasco, comisionado por el general Francisco J. Múgica jefe de la XXI Zona Militar, para imponer el orden y averiguar lo que había ocurrido.
El militar comisionado encontró en la sede del poder municipal a varios de los heridos de la gendarmería y defensas, también una comisión encabezada por la señora Rebeca Pineda que pedía garantías para su esposo J. Trinidad Ugarte García - ex presidente municipal y candidato a diputado local almazanista - y su primo José María Pineda, así como para otros 50 paisanos y familiares a los que el presidente municipal quería aprehender y que se refugiaron en su casa. El general Gómez Velasco les ofreció seguridad para trasladar a sus heridos y muertos a Zirándaro con el fin de que pudieran curar a unos y darles cristiana sepultura a los otros.
Después de hacer las averiguaciones correspondientes sobre los sucesos y coincidiendo con la parte medular de los informes del inspector ps-7 sobre la presunta responsabilidad de las autoridades locales en la tragedia, por acuerdo del gobernador y el jefe de la XXI Zona Militar, se depuso al presidente municipal, regidores y demás funcionarios y se les encarceló, y se nombró al mayor del ejército J. Sóstenes García Carmona como responsable de la administración civil de manera provisional y mientras se hacían las investigaciones para deslindar responsabilidades. Por su parte el ex diputado local, ex dirigente estatal del PRM y candidato a diputado federal por Tacámbaro, Ignacio Ramírez Palacios, reiteradamente señalado como el instigador de la masacre - con el apoyo del licenciado Franco López, delegado especial enviado a Michoacán por el PRM -, se inconformaron ante el gobierno estatal y federal por lo que consideraron acciones que favorecían a los almazanistas y en contra de los avilacamachistas, tensándose aún más la situación política en la región por el temor de nuevos enfrentamientos.16
Desarrollo y resultados de las jornadas electorales del 2 de junio y del 7 de julio
El proceso electoral para renovar los poderes locales en Michoacán se llevó a cabo en medio de un sinnúmero de protestas de los simpatizantes de Efraín Pineda en casi todos los distritos, a causa de las irregularidades realizadas por las autoridades locales: padrones alterados con difuntos inscritos; casillas en vía pública; asaltos de casillas y robo de paquetes electorales en donde los resultados no favorecían al PRM; presidentes municipales que obstruían y se negaban a entregar las credenciales correspondientes a los representantes del PRUN.
No hubo autoridad que hiciera caso de las reclamaciones de la oposición. Por lo tanto, los pinedistas instalaron una “Junta Computadora” el 9 de junio, conformada por un buen número de los presidentes de casilla de la reciente elección que les eran afectos, la cual declaró que, de acuerdo con el cómputo que ellos habían hecho, resultó ganador Efraín Pineda. Para esta acción, se pidió que diera fe y legalidad el notario público Rafael Campero Calderón (Pineda Guerrero, 2007, p. 196). Todo fue en balde, pues el 22 de junio se reunió el Colegio Electoral que a los cuatro días dictaminó que Efraín Pineda había obtenido 9 941 votos aportados por los electores de Pátzcuaro, Zamora y Zitácuaro, en su mayoría. Por su parte Félix Ireta obtuvo 75 011 sufragios por lo que la Comisión declaró la elección en favor de este para gobernador del estado (Oikión, 2004, pp. 246-57).
Luego de ser validadas las elecciones estatales en las que se le dio el triunfo a Félix Ireta, el domingo 7 de julio se llevaron a cabo las elecciones federales en las que surgieron numerosos brotes de violencia y choques sangrientos. Se generalizó el asalto a las casillas tanto por parte de avilacamachistas, como por los almazanistas. Desde muy temprano el domingo 7 de julio ambos bandos intentaron apoderarse del mayor número posible de casillas electorales, pues de acuerdo con la ley, los primeros ciudadanos en llegar a una casilla se encargaban del recuento de votos. Obviamente estando respaldado el PRM por el aparato estatal, logró acaparar la mayoría de las casillas electorales.
Los incidentes y trifulcas en la votación fueron notorios en toda la jornada electoral. Muchos de los simpatizantes almazanistas fueron impedidos de depositar sus votos con distintas trampas. Grupos de choque organizados se encargaron de violar y destruir urnas, como cínicamente lo confesaría después el diputado avilacamachista Gonzalo N. Santos, en su famoso libro de memorias. En Morelia la situación no era más tranquilizadora. Debido a los informes provenientes de numerosas poblaciones de Michoacán, donde se comunicaba de las agresiones, maltratos y golpes sufridos por los partidarios de Almazán, Efraín Pineda acudió a la Junta Computadora Electoral del distrito de Morelia con la intención de verificar los votos emitidos, según permitía la ley. Estando en ese lugar, el general Antonio Gómez Velasco lo hizo prisionero; la noticia se difundió rápidamente. En pocas horas sus partidarios instalaron una manifestación frente a la Jefatura de Operaciones Militares, para exigir su liberación. Hubo un espacio de cuatro días sin que se formularan acusaciones ni se le permitiera comunicarse con alguien, tampoco se supo de dónde provinieron las órdenes, pero finalmente salió de la prisión entre la alegría y los gritos de apoyo de sus correligionarios (Pineda Guerrero, 2007, pp. 196-97).
Concluidos los comicios federales, el PRM propagó públicamente su triunfo electoral el 12 de julio, pero los almazanistas denunciaron fraude. El propio Juan Andreu Almazán, entre titubeante, fijó varias fechas sucesivas: 5, 15, 30 de septiembre, 12 de octubre y 5, 30 de noviembre para iniciar una rebelión armada si no le era reconocido su triunfo (Oikión, 2004, pp. 256-57). De acuerdo con los resultados oficiales Manuel Ávila Camacho había obtenido 2 476 641; Juan Andreu Almazán 151 101, y Rafael Sánchez Tapia 9 840. Sin embargo, eran datos poco confiables por las condiciones antidemocráticas y sin transparencia en que se desarrolló este proceso, pero al fin y al cabo fueron los datos oficiales.
Pero Almazán no permaneció en territorio mexicano, pues el 17 de julio partió hacia La Habana y de ahí a Estados Unidos, sin haber organizado en forma definitiva los preparativos para el levantamiento armado. Almazán destinó a sus elementos de confianza a distintas entidades con esos supuestos fines. A Melchor Ortega le tocó organizar en Hidalgo, México, Querétaro, Guanajuato y Michoacán. Asimismo, el propio Almazán dio órdenes para que Efraín Pineda recibiera 4 000 pesos por conducto del licenciado Castro Estrada. El gobierno mexicano ante las evidencias de una posible rebelión hizo diversos movimientos de distinta índole con el ánimo de bloquearla y neutralizarla. A los jefes militares almazanistas se les ubicó en diferentes zonas militares. Miguel Alemán, jefe de la campaña de Ávila Camacho, logró un acuerdo, desde febrero de 1940, con la dirigencia de la Unión Nacional Sinarquista para evitar su alianza con el almazanismo; en este convenio esta organización se comprometió a la abstención electoral a cambio de que el gobierno titulara las parcelas ejidales. También Miguel Alemán obtuvo un acuerdo con la burguesía regiomontana de darle su apoyo a Ávila Camacho a cambio de la nominación en su favor del candidato a gobernador del estado de Nuevo León y del candidato a presidente municipal de Monterrey.
Por su parte, Estados Unidos, que por algunos momentos se mostró afín al general Almazán, y ante la inminente entrada al conflicto mundial que se avecinaba, reafirmó su apoyo en favor de Ávila Camacho. Finalmente, los elementos militares y los grupos de las capas medias de la población que estaban resueltos a levantarse en armas quedaron aislados y desvinculados de la dirigencia almazanista que se trasladó a Texas, y a pesar de las múltiples llamadas para que Almazán y su plana mayor cruzaran la frontera para encabezar el movimiento nunca lo hicieron (Oikión, 1995, pp. 100-1).
El movimiento almazanista conforme al testimonio de Jorge Prieto Laurens, no contemplaba en una primera fase la acción de las clases urbanas, sino la convergencia de diversos levantamientos armados de militares y civiles hasta constituirse en un ejército regular. Para llevar a cabo esta idea contaban con numerosos jefes “con mando de fuerza”, con los alumnos del colegio militar, con los oficiales, jefes y soldados de la Guardia de Palacio Nacional, el batallón de zapadores y las guarniciones de Saltillo y Monterrey. La única condición que pusieron es que Almazán regresara al país y encabezara la rebelión (citado en Contreras, 1983, p. 211). Aunque no lo hizo en los días cercanos al 15 de septiembre y hasta las primeras semanas de octubre, hubo levantamientos en Guerrero, Sinaloa, Jalisco, Sonora, Chihuahua, Durango, Morelos, Coahuila, San Luis Potosí, Puebla y Monterrey.
El PRUN, por su propia cuenta le confirió al general guerrerense Héctor F. López el nombramiento de “presidente provisional” y fue el único personaje más connotado que se levantó en armas mediante el Plan de Yautepec, dado a conocer el 22 de septiembre; sin embargo, su llamado a la rebelión tuvo poca repercusión más allá de algunas zonas de Chihuahua, Guerrero y del sureste de Michoacán, en donde Efraín Pineda con algunos seguidores se encontraba ya remontado en la sierra. También hubo grupos descontentos almazanistas, aunque en menor medida, en Parácuaro, Apatzingán, Paracho, Charapan, La Piedad y Zamora.
La situación política de Michoacán en la coyuntura del cambio de gobernador
Después del reconocimiento de su triunfo, el general Félix Ireta se abocó a atender la cuestión de los rumores que alertaban sobre próximos levantamientos armados en algunos lugares del estado para evitar su toma de posesión. El gobernador electo trató de mantener estrecha comunicación con el general Francisco J. Múgica y particularmente con su jefe del Estado mayor, el general Antonio Gómez Velasco, quien era el encargado de monitorear la situación política de los lugares en donde podrían ocurrir levantamientos, así como de tomar medidas para sofocarlos. Se mantenía una vigilancia especial en todos los puntos de entrada a la región de Huetamo, ya sea por vía terrestre o aérea.17 A principios de septiembre, por ejemplo, el comisionado de gobernación para estar informando de la situación política de Michoacán, Salvador Tena, anotó que el general Velasco había detenido a dos individuos que viajaban en avión a Huetamo y que supuestamente iban a comprar ganado, pero no tenían apariencia de dedicarse a ese ramo; luego cambiaron su declaración diciendo que iban a comprar ajonjolí. El general mandó detener a uno de ellos y al otro lo dejó proseguir su viaje, no sin haber recomendado al jefe del destacamento Huetamo que lo vigilara. A los detenidos se les recogieron las armas que llevaban.18
En el pueblo de Tzitzio se reportó que habían llegado ocho individuos armados que iban a reunirse con Efraín Pineda a Huetamo o Zirándaro.19 El 4 de septiembre el presidente municipal de La Huacana informó que había sido detenido por un grupo de rebeldes almazanistas en el trayecto al pueblo de Ario de Rosales, mismos que lo amenazaron de muerte en el caso de que diera parte a las autoridades. Sin embargo, el foco de atracción de los rebeldes era la región de Huetamo y Zirándaro de donde se recibieron denuncias de que el cabecilla de nombre Darío Prieto, vecino del rancho El Gallo de Oro, Guerrero, estaba recibiendo armas y parque que eran llevados en embarcaciones pequeñas por el río Balsas; este individuo lideraba un buen número de campesinos en aquella zona y estaba en comunicación con otro líder campesino, Vicente Huerta, jefe de las defensas en Poturo, Michoacán. En el mismo tenor el administrador de rentas de Coalcomán informó que en aquella región había grupos descontentos que estaban agitando en favor del almazanismo y que esta inconformidad se avivaba por la actitud del destacamento militar en ese lugar que en vez de conciliar los estaba hostilizando, lo que podría contribuir a que surgiera algún movimiento armado en aquella región.20
En esos días previos a la toma de protesta del nuevo gobernador Ireta, por el hecho de encontrarse ya Efraín Pineda internado en la sierra de Guerrero, en los límites con Michoacán, existía un ánimo levantisco entre los opositores y la firme certeza todavía de la inminencia de una rebelión de carácter nacional.
Pese a los rumores de violencia, el evento de toma de posesión efectuado el 15 de septiembre, transcurrió con absoluta tranquilidad. El nuevo gobernador comenzó a hacer los nombramientos de su equipo de trabajo y también a despachar al público en el palacio de gobierno. Este ambiente de calma solo fue interrumpido por las noticias de dos grupos rebeldes que de Michoacán se internaron al estado de Guerrero. El gobierno federal instruyó a las autoridades militares de Michoacán a que inmediatamente hicieran una labor de convencimiento entre los alzados para que depusieran su actitud rebelde ofreciéndoles garantías de no ser molestados si volvían al seno del gobierno constituido, antes de cometer algún delito serio.21
Ya como gobernador, Ireta, lo primero que hizo fue tratar de controlar a las autoridades municipales relevando a los militares que Francisco Múgica había colocado al frente de los ayuntamientos de Zacapu, Chilchota, Vista Hermosa y sobre todo Huetamo, donde designó como presidente municipal a Rafael Vázquez Valdéz, ex diputado local por ese distrito (1938-1940). La situación no era para menos, pues había informes que desde los estados de Guanajuato y Querétaro habían pasado a Puruándiro y Maravatío, grupos de gente armada sin que la Zona Militar los hubiera localizado y que probablemente iban con rumbo a Tierra Caliente para unirse al contingente de Efraín Pineda.22
El 24 de septiembre, elementos pertenecientes a la reserva del ejército lograron detener a los rebeldes Ayala y Quintana Roo en la hacienda de Nueva Italia; estos sujetos traían un contingente de nueve hombres, los cuales al ser detenido su jefe optaron por entregarse y se les dio absoluta libertad y salvoconductos para que no fueran molestados. Enseguida el también cabecilla rebelde Apolinar Gómez Elizalde, desde la hacienda La Catarina, Guerrero, se acogió al indulto que se estaba ofreciendo y pidió, entre otras condiciones 3 000 pesos para pagar adeudos del sostenimiento de su gente. El general Gómez Velasco aceptó las condiciones y además se trasladó a la región de Huetamo para, personalmente, invitar a los rebeldes a deponer su actitud. Al llegar a este pueblo se presentaron con él, José María Sánchez Pineda, primo de Efraín, y Juan Santibáñez, líder regional, diciendo que tomaban esta determinación para que no se creyera que estaban haciendo armas contra el gobierno.23
A principios de octubre se dieron algunas acciones rebeldes en Ciudad Hidalgo y Maravatío. En el primer lugar hubo un combate en el Cerro del Palmito entre fuerzas de la defensa y un grupo dirigido por el cabecilla Carlos Rubio; en Maravatío el rebelde Juan B. Reséndiz, al frente de 60 hombres, quemó varios puentes en el ramal del ferrocarril de Maravatío a Zitácuaro, entrando además a las comunidades agrarias de Pomas y Casablanca, cerca de Maravatío, donde robaron una decena de caballos. Inmediatamente el general Gómez Velasco envió algunos contingentes militares para perseguir tenazmente al rebelde y su gavilla con órdenes de eliminarlos. Los alcanzaron en el cerro de San Andrés cerca de Zitácuaro y tras un enfrentamiento les hicieron un muerto y varios heridos, destruyeron su campamento y recuperaron 25 caballos y varias armas.24
Para mediados de octubre ante la indefinición del general Almazán por adentrarse en México y encabezar la pretendida rebelión, poco a poco, fueron reduciéndose los ánimos levantiscos y varios de los que andaban inmiscuidos comenzaron a declinar sus armas. En la situación administrativa, Ireta se afianzó cada vez más y en la situación militar fueron naciendo la calma y reduciéndose la confianza de que prosperaría un movimiento armado que daría el triunfo a los enemigos del gobierno instituido.
La táctica seguida por el general Gómez Velasco de recurrir primero al convencimiento, como en la región de Huetamo, y de una acción enérgica cuando se ameritaba, como en Ciudad Hidalgo y Maravatío, estaba dando resultado. Muchos almazanistas otrora convencidos entraron en desaliento y muchos enemigos de Ireta empezaron a ver la forma de llegar a un acercamiento al darse cuenta de la actitud conciliadora del gobernante. Sintomático fue en este sentido un evento realizado el 14 de octubre cuando se inauguró el rancho del Charro en Morelia y donde entre millares de concurrentes el gobernador fue recibido con porras y aplausos.25
Las andanzas de Efraín Pineda y su rendición
Efraín Pineda después de salir libre en Morelia, viajó a la Ciudad de México el 11 de julio de 1940 para reunirse con Almazán y los directivos del PRUN, con quienes se discutían los planes para la inminente rebelión. Luego de esto y notando que estaba sometido a la férrea vigilancia de la policía secreta que lo seguía por todas partes en la capital, regresó a Guanajuato para despedirse de su familia; se dirigió después a Huetamo a donde arribó el 2 de septiembre, y con recursos que le había otorgado el PRUN y otros que consiguió de manera personal compró un mínimo de armamento. Así pues, el 4 de septiembre en la madrugada, con cerca de 53 jinetes, se internó en las montañas guerrerenses en plan de rebelión contra la imposición (Pineda Guerrero, 2007, pp. 200-7). Ahí esperó, pero transcurrieron los días y no había noticias de que el general Almazán hubiera regresado al país a encabezar el movimiento.
El 13 de septiembre de 1940, Manuel Ávila Camacho fue declarado presidente electo de México. José Castro Estrada radicado en la Ciudad de México era el contacto que le informaba a Efraín Pineda de las noticias más recientes y el cual le envió 1 700 pesos para sostener su tropa que según el propio Efraín llegaba ya a 700 hombres dispuestos a tomar Zihuatanejo para ahí esperar el arribo de su líder que estaba en el extranjero (Pineda Guerrero, 2007, p. 209).
Efraín Pineda instaló su cuartel en el cerro de la Mesa que fuera refugio de Vicente Guerrero durante la guerra de Independencia. A medida que aumentaba el número de afiliados al movimiento comenzaron a presentarse las dificultades para conseguir víveres y pastura suficiente para la caballada. De vez en cuando pasaban volando algunos aviones del gobierno con la intención de ubicar las fuerzas rebeldes, por lo que decidieron organizarse en batallones de 50 partidarios, distribuidos en toda la región cercana a la Costa Grande (Pineda Guerrero, 2007, p. 210).
Después de un mes de estar remontado en la sierra, a mediados de octubre, el general Salvador González, por instrucciones del presidente Lázaro Cárdenas, buscó a Efraín Pineda a través de algunos amigos mutuos para reunirse con él y ofrecerle que depusiera su actitud contra el gobierno y volviera a la vida civil con plenas garantías de que no se ejercería ninguna acción en su contra. Incluso se le ofrecía pagar una compensación para reparar los gastos de campaña. Efraín Pineda se negó a aceptar el ofrecimiento por lo que otra vez, a los 10 días, el general González volvió a buscarlo trayéndole a un salvoconducto firmado el 23 de octubre de 1940 por el general Lázaro Cárdenas para que pudiera acudir a Palacio Nacional a reunirse con él en persona y llegar a acuerdos.
Nuevamente el excandidato a gobernador se negó a aceptar, y en respuesta le envió una carta al general Lázaro Cárdenas, en la que agradecía la deferencia, pero insistía en su postura de inconformidad. Aunque no se lo dijo a Cárdenas, lo anterior obedecía a que todavía mantenía la esperanza, al igual que el “presidente provisional” Héctor F. López, de que Almazán rechazaría la imposición y el 1 de diciembre regresaría al país para dirigir el movimiento revolucionario (Pineda Guerrero, 2007, pp. 213-18).
Poco más adelante, Efraín Pineda recibió la visita del coronel Bolívar Sierra, primo suyo, que le llevaba la noticia de que el gobierno de Estados Unidos había dado ya su reconocimiento a Manuel Ávila Camacho. Ambos se reunieron en la hacienda de San Antonio el día 20 de noviembre. Bolívar Sierra le insistió en la necesidad de que se rindiera, puesto que además ya comenzaban a rodearlo en la región, donde se encontraba cerca de 2 000 hombres al mando del coronel Carlos Moya y podía ocurrir un enfrentamiento que resultaría innecesario.
Por fin ante la evidencia de que Almazán no encabezaría el movimiento y de que era inminente la toma de posesión de Ávila Camacho como nuevo presidente, Efraín Pineda se decidió a acabar con el movimiento que había iniciado y comenzó a disolver los grupos que lo habían acompañado en su protesta. El 28 de noviembre, Efraín Pineda Borja se presentó, acompañado de su hijo, ante el general Carlos Moya en Zirándaro. Moya le ofreció todas las garantías necesarias para su regreso a la vida civil y además trasladarlo en un avión militar a donde él le solicitara. Efraín Pineda no aceptó, pero con sus propios recursos se trasladó a la Ciudad de México, a donde llegó el 5 de diciembre y el día 9 acudió a Palacio Nacional para entrevistarse con Manuel Ávila Camacho.
El presidente lo recibió y le agradeció por haber recapacitado a tiempo y alejarse de los caminos de la disidencia. Luego de una media hora de platicar, sin que se mencionara ni una vez al general Almazán ni a los muertos de la tragedia de Huetamo, el presidente le reiteró las garantías de parte de su gobierno para que continuara su vida civil y además “la posibilidad de reanudar su relación de amistad”. Efraín Pineda le agradeció la audiencia y salió de su oficina resuelto a tratar de reconstruir su vida lejos de la política a la que no volvió jamás. Falleció en Guanajuato en el año de 1982 (Pineda Guerrero, 2007, pp. 219-27).
Por su parte el general Almazán, derrotado en todos los frentes volvió a México desde fines de noviembre de 1939 para continuar administrando sus prósperos negocios. Anunció su renuncia a la presidencia de la República, así como la decisión de no hacer agitaciones inoportunas. Con esto quedaba finiquitada la posibilidad de una rebelión almazanista, aunque muchos de sus seguidores siguieron reclamándole públicamente su actitud como una traición al movimiento que lo había apoyado.
¿El porqué del olvido histórico? Una reflexión final
La masacre de Huetamo no fue un hecho aislado o fortuito, sino que ocurrió en el contexto de la violencia derivada de la lucha política por la sucesión estatal y presidencial de 1940. Tuvo además trágicas secuelas de daño colateral hacia los ciudadanos comunes, los de a pie, pero a pesar de ello fue poco a poco, con el paso de los años, cayendo en el olvido histórico. Salvo las notas periodísticas del momento en la prensa estatal y nacional, casi nada se escribió al respecto. Un poco del recuerdo de estos sangrientos hechos, que contribuyeron a darle fama de violentos a los terracalenteños y en particular a la familia de los Pineda, que es muy extensa en la región de Tierra Caliente del Balsas, quedó y se transmitió a través de la memoria colectiva de varias generaciones de pobladores de esta agreste región, pero se fue difuminando. No hubo, o al menos no tenemos registro, de siquiera algún corrido que en la tradición oral diera cuenta del zafarrancho de Huetamo.
Este trágico evento en donde murieron 14 ciudadanos, la mayoría campesinos, pasó a ser un suceso local, sin mayor repercusión en el nivel estatal y nacional, por así convenir a los intereses gubernamentales de lograr estabilidad en una coyuntura donde se estaba fraguando la posibilidad de una rebelión de carácter nacional y no abonar a aumentar el clima de tensión y violencia. De este modo, no se investigó a fondo ni se persiguió de oficio a los culpables de los crímenes materiales e intelectuales, que enlutaron a más de una docena de familias. No encontramos en el Archivo del Poder Ejecutivo ni en el del Poder Judicial de Michoacán ningún expediente sobre los hechos.
Las autoridades municipales encarceladas salieron libres poco tiempo después. Darío Benítez el depuesto presidente municipal, un campesino que apenas sabía leer, murió en Huetamo en el año de 1953. Ignacio Ramírez, señalado como uno de los autores intelectuales de la confrontación y quien realmente mandaba en esa época en el municipio, ganó la diputación federal por el distrito de Tacámbaro y ejerció su periodo completo, aunque al parecer no tuvo mayores ascensos en la política. Efraín Pineda, como ya se dijo, después de estos sucesos se retiró de la vida pública.
En el aspecto de la historiografía local, para el año de 1968, el profesor Juan Tavera Castro (1968, pp. 112-13), con financiamiento de Leodegario López, oficial mayor de gobierno de Michoacán en la administración estatal de Agustín Arriaga Rivera, publicó la primera monografía de Huetamo y apenas le dedicó 19 renglones de su texto a dar algunas referencias de la tragedia del 1 de junio de 1940. De forma similar la obra de Enrique Cárdenas de la Peña (1980, pp. 276-77), Tierra Caliente Porción Sureste de Michoacán - que relata la historia de esta área geográfica y que se editó profusamente ilustrada en dos tomos, con el apoyo de la Secretaría de Asentamientos y Obras Públicas -, en dos páginas narra de forma genérica y sucinta los hechos de la tragedia de Huetamo.
Otros autores en el nivel regional, como Gerardo Soto Yáñez (2000) en su libro Huetamo en el Ayer de los Recuerdos y Arturo Garduño L. (2007) en su texto Volver a Huetamo, así como Arturo Salmerón Bruno (2009) en La Historia de Zirándaro, refieren brevemente este suceso trágico de junio de 1940 en Huetamo, de una forma coloquial y con base en los testimonios locales recogidos de la tradición oral. Finalmente, otro libro que da luz sobre estos hechos históricos con mayores datos es el titulado Crónica de los Años Muertos, cuyo autor, Efraín Pineda Guerrero, presenta tramos de la historia de la familia Pineda, asentada en los límites entre Guerrero y Michoacán, y en específico aspectos biográficos de su padre Efraín Pineda.
Aparte de los mencionados no logramos ubicar ningún otro trabajo de carácter histórico sobre este tema, por lo que la publicación del presente texto tiene por objeto tratar de esclarecer, un poco más, sobre el contexto político estatal y nacional, así como la manera en que ocurrieron los hechos de este conflicto de violencia política faccional preelectoral en Huetamo para contribuir al entendimiento del significado y las condiciones concretas en que se generó, asumiendo que la coyuntura político electoral no agota la explicación del suceso, pues también tuvieron que ver otras causas como el ambiente cultural - es decir, una visión muy particular de la gente de estos lugares sobre la valentía y el honor -, la proliferación de armas entre los lugareños sin ningún control por la autoridad y particularmente las rivalidades personales y de familias que ya existían.
Sobre esto último, siguiendo el análisis antropológico de Augusto Montes Vega (2011, pp. 178-80) acerca de esta región, es relevante anotar que la familia Pineda de Zirándaro, desde los primeros años del siglo XX hasta finales de los años ochenta, ha sido de las más significativas en términos de “transmisión de su apellido”, debido a que muchos de los conflictos económicos o políticos entre los Pineda y otras familias habían sido mediados o resueltos por medio del matrimonio; tan fue así que este apellido es el que más aparece relacionado con casi todas las familias de élite política de los diferentes municipios de esta región del Balsas. En otros conflictos, cuando el establecimiento de alianzas por parentesco no podía realizarse, también se recurrió al enfrentamiento violento.
Una de las vertientes de esta extensa familia, la de los Sánchez Pineda, desde la etapa postrevolucionaria fue una de las primeras en ir conformando un control comercial y político que los mantuvo como facción política al mando de la región de Tierra Caliente del Balsas durante mucho tiempo. Bajo el padrinazgo político de Sidronio Sánchez Pineda como gobernador de Michoacán de 1922 a 1924, los hermanos Ángel, José María y Jesús Sánchez Pineda, así como también sus primos Efraín Pineda y Salvador Pineda, tuvieron fuerte influencia en la política regional sobre todo en los municipios de Huetamo, San Lucas, Pungarabato y Zirándaro. Ellos eran miembros de la oligarquía regional de carácter latifundista orientada a la producción agrícola y ganadera que se alinearon al nuevo proceso revolucionario y sortearon la expropiación agraria dividiendo sus propiedades entre varios familiares. La familia Sánchez Pineda siempre se mostró contraria a la reforma agraria llegando a encabezar acciones violentas contra los agraristas. En lo político, para finales de los años treinta su poder comenzó a ser amenazado por otros grupos familiares conformados por exitosos comerciantes de ajonjolí, artesanos y pequeños tenderos locales que buscaron eliminar su injerencia en los ayuntamientos y la intermediación política de los Sánchez Pineda ante el gobierno estatal y federal (Montes Vega, 2011, pp. 146-47).
A estos se sumaron los campesinos agraristas y maestros rurales de la región, muchos de los cuales habían sufrido agravios por parte de la familia Pineda, para hacer un frente común siendo encabezados por Ignacio Ramírez Palacios, ex diputado local y candidato a diputado federal, que los ubicó en el contexto de la sucesión presidencial de 1940 en el bando del avilacamachismo, mientras que los Pineda y sus aliados - ya sea por interés económico, político o de parentesco - se ubicaron bajo la dirección de Efraín Pineda, candidato opositor al gobierno de Michoacán, del lado de Almazán, quien por su oposición al reparto agrario, su ascendencia conservadora y su origen guerrerense les pareció el candidato presidencial más idóneo.