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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.29 no.84 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 10-Feb-2023

 

Reseñas

Crítica al mito de competencia perfecta y al mecanismo de mercado perfecto

Hugo Amador Herrera Torres1 

1Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Hinkelammert, Franz. Cuando Dios se hace hombre, el ser humano hace la modernidad. Crítica de la razón mítica en la historia occidental. 2020. Editorial Arlekín, San José de Costa Rica,


Hinkelammert publica una obra explosiva en materia económica, filosófica y teológica. El documento se compone de múltiples partes, engarzadas técnicamente de forma coherente. Se trata de 10 capítulos cortos, cada uno con varios subtemas, y un anexo que corresponde a la entrevista que hizo Hoffmann al autor. El nuevo libro de Hinkelammert tiene relación directa con algunos de sus textos anteriores: Crítica a la razón utópica [2000], Hacia una crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad [2008], La maldición que pesa sobre la ley. Las raíces del pensamiento crítico en Pablo de Tarso [2013], entre otros.

Hinkelammert plantea, en su documento, que es necesario considerar en los análisis de prácticamente todos los temas sociales contemporáneos la tesis económica neoclásica de competencia perfecta, estructurada por Walras y Pareto. ¿Por qué considerar esta tesis? Por tres razones principales. Primera, la tesis se ha impregnado en las disciplinas académicas sociales, incluso la teología y filosofía. Segundo, los resultados que proyecta en el plano teórico son opuestos a los que obtiene en la realidad. Tercera, sigue imperando en la segunda década del siglo XXI con algunos matices laxos derivados del monetarismo neoliberal de Hayek y Friedman.

El mercado perfecto es el mecanismo clave de la competencia perfecta —también de la competencia imperfecta—. Hinkelammert sostiene que es empíricamente imposible que la competencia perfecta lleve hacia el equilibrio general, que configura una sociedad utópica. En esta sociedad equilibrada todos los agentes tienen cabida en el proceso económico (en la producción, distribución y consumo). El enlace entre mercado perfecto, competencia perfecta y equilibrio general constituye el motor de la teoría económica neoclásica. El autor anota que, en el mejor de los casos, se generan —con la competencia perfecta— aproximaciones a equilibrios parciales.

La competencia perfecta representa una situación perfecta: en el mercado del producto “X” los agentes económicos no tienen la capacidad para modificar el precio; la oferta y demanda de ese producto fijan su precio. En el mercado del producto “X”, además, participan muchos agentes, ya sea como compradores o vendedores [Hinkelammert 2020]. Las variaciones del precio del producto “X” causarán cambios en el precio de otros productos, estos cambios en precios de más productos y así sucesivamente hasta que las modificaciones arriben nuevamente al precio del producto “X”. Esta circularidad se desarrolla en contextos de cetiris paribus y la circularidad se repite de forma indefinida. La consolidación de una situación perfecta en el proceso económico instituye al equilibrio general que significa, según la explicación neoclásica, bienestar social total.

El mercado mueve tanto la oferta como demanda de los productos. La competencia perfecta al concebirse como situación perfecta implica considerar al mercado como mecanismo de funcionamiento perfecto. El mercado, para operar perfectamente, requiere que “los agentes económicos tengan información completa, oportuna y gratuita de todos los productos y de todos los movimientos productivos de todos los agentes” [Hinkelammert 2020: 83]. El autor expone que la teoría económica neoclásica exhibe al mercado como observador perfecto, capaz de recopilar —y surtir— información sin errores (certeza total).

Hinkelammert rastrea el diseño del primer observador perfecto que está en Laplace, quien dibujó a un demonio con la habilidad de saber “[…] la posición y velocidad de todas las partículas del Universo” [Hinkelammert 2020: 58], este demonio conocería entonces todo lo que sucede y sucederá. Laplace implícitamente eliminó a Dios, pero su demonio era un nuevo Dios. Planck, cien años después de Laplace, traza la idea de un “[…] observador dotado [de] una lucidez arbitrariamente grande [sin] ningún obstáculo” [Hinkelammert 2020: 61].1 Wittgenstein esboza también a una persona omnisciente. Los observadores construidos por Laplace, Planck y Wittgenstein miran los hechos sociales y los describen sin participar en ellos. Hinkelammert asevera que la realidad que efectivamente viven los seres humanos es sustituida por las versiones que lanzan los observadores perfectos.

El autor afirma que la competencia perfecta es justamente la que imposibilita el surgimiento del equilibrio general; esto no quiere decir que la competencia imperfecta —corregida con la acción del Estado sobre el mercado— haga posible el equilibrio general. Los economistas neoclásicos aceptan que el mercado no conduce con exactitud hacia la competencia perfecta; no obstante, defienden que el mercado sin intervenciones es la respuesta óptima para entrar en competencia perfecta y resolver cualquier desequilibrio. La solución a las fallas del mercado se encuentra en el mismo mercado. La propuesta de Keynes, con sus variadas ramificaciones, apuestan por un mercado con intervenciones; los enfoques keynesianos, postkeynesianos y neokeynesianos no discuten la vigencia del mercado, buscan atender las fallas con el Estado para su continuidad operativa con la competencia perfecta mejor posible. El Estado está subordinado al mercado, que sigue siendo el mecanismo por excelencia. El autor, en este tema, cita a Merkel: “[…] la democracia tiene que ser conforme al mercado” [Hinkelammert 2020: 55].

¿Por qué la competencia perfecta imposibilita al equilibrio general? Principalmente por la ilusión trascendental. Hinkelammert emplea a la razón mítica como método de análisis para descifrar a la sociedad de hoy: “[…] La razón mítica es pensar la realidad a partir de mitos creados a partir de la realidad, que reflexionan sobre esa realidad” [2020: 11]. La razón utópica no está separada de la razón mítica, se complementan; la razón utópica comprende conceptos trascendentales, es decir, ideas posibles sólo en el pensamiento humano e imposibles en lo empírico. Estos conceptos, empero, son indispensables para lograr lo mejor posible en lo empírico. No se puede prescindir de la razón utópica en tanto se busque el mejor avance de la humanidad.

Los mecanismos de funcionamiento perfecto son conceptos trascendentales; algunos mecanismos pueden formar parte de mitos. Los mecanismos, dentro de los mitos, son ilusiones humanas de cosas con capacidades o cualidades exclusivas de dioses. Los mitos son, en suma, conceptos trascendentales. El autor escribe: “[…] [el] nivel de mito [está en] […] concepto trascendental” [Hinkelammert 2020: 23].2

Hay otros mitos basados en imaginaciones. Ilusión no es lo mismo que imaginación. Hinkelammert pone como ejemplo al mito de Abraham e Isaac; el primero se negó a sacrificar al segundo, que era su hijo. Dios habló con el padre y le pidió —como prueba de lealtad— que sacrificara a su hijo. La desobediencia de Abraham soporta al mito que abre la experiencia de vivir con libertad —salvar la vida humana ante un mandato cruel. En caso de que Abraham hubiera sacrificado a Isaac, sería una narración de muerte y opresión. Los mitos que proyectan la afirmación de la vida humana están relacionados con imaginaciones (afirmación de lo real), mientras aquellos que inscriben la negación de la vida humana o exaltan cosas se hallan vinculados con ilusiones.

Los mitos son insumos que usan los seres humanos para construir sociedades utópicas; hay utopías de vida, existen utopías de muerte. “[…] El mercado es una gran ilusión [trascendental]” [Hinkelammert 2020: 32],3 la competencia perfecta es entonces una situación trascendental, producto de una ilusión, es un mito, y el equilibrio general, por su parte, es una utopía que enmarca relaciones mercantiles perfectas. Los seres humanos y sus relaciones sociales, en esta utopía, quedan invisibilizados (utopía de muerte).

El autor también sustenta que la competencia perfecta es insostenible como situación teórica lógica. Hinkelammert, en su explicación, modela una escena de Morgenstern cuando un policía quiere atrapar a un ladrón, pero, en esta persecución, el policía conoce perfectamente los movimientos del ladrón y el ladrón sabe perfectamente los movimientos del policía, el cometido del policía se hace imposible y la fuga del ladrón se vuelve inalcanzable; el policía y el ladrón permanecerán inmóviles. Lo mismo producen los supuestos de la competencia perfecta —mercado perfecto con agentes dotados de información completa, oportuna y gratuita—. La competencia perfecta anula la competencia

Hinkelammert, por otro lado, vincula la ilusión trascendental con pensamientos humanos que creen alcanzable empíricamente el mercado perfecto, la competencia perfecta y el equilibrio general, así que escribe: “[…] La ilusión trascendental nace cuando se cree que es posible [alcanzar] con pasos finitos […] una meta infinitamente lejos” [Hinkelammert 2020: 34].4

En caso de que la imaginación trascendental se conciba como posible en lo empírico, entra a la categoría de ilusión.

El comunismo marxiano —reino de la libertad— es otra sociedad utópica, retrata una convivencia humana perfecta, sin mercado ni Estado. El comunismo no es igual al equilibrio general de la teoría económica neoclásica; el comunismo enmarca “[relaciones sociales] perfectamente humanizadas” [Hinkelammert 2020: 27]5 y el equilibrio general centra relaciones sociales perfectamente mercantilizadas. El autor acepta la utopía comunista; empero, identifica asuntos críticos. La transición del socialismo al comunismo involucra planificación estatal perfecta, al menos en la experiencia soviética, así que advierte, al respecto, tres puntos. Primero, no es posible planificar el proceso económico al abolir el mercado; el mercado que programa Hinkelammert no hace referencia al mercado propio de la competencia perfecta. Segundo, Kantoróvich anota, sin profundizar, la existencia de un planificador omnisciente en el socialismo. Marx también supone “un personaje humano calculador omnisciente” [Hinkelammert 2020: 87]. Esto, en caso de ser cierto, se enlaza con mecanismos de funcionamiento perfecto. Y, tercero, pensar la planificación perfecta y el comunismo como alcanzables.

¿El mercado de la competencia perfecta debe reelaborarse? Hinkelammert es tajante en la respuesta: sí. El mercado sólo arriba a competencia imperfecta y desde ésta algunas veces se producen equilibrios parciales. Los otros productos en un mercado que se ha convertido en mundial se hallan en desequilibrio (desarticulación entre oferta y demanda). El mercado al mismo tiempo ocasiona desequilibrios macroeconómicos, los cuales, sumados a los desequilibrios de oferta y demanda, subsumen a los equilibrios parciales esporádicos. El mercado, como consecuencia, traslada hacia el desequilibrio general: “Polanyi llega a la tesis de que el propio mercado lleva a la destrucción de todo, cuyo logro [la destrucción] […] es [efecto] de la propia ley del mercado” [Hinkelammert 2020: 112].6

Hinkelammert enlista cuatro desequilibrios macroeconómicos, tres fueron identificados por Polanyi, el otro por Coraggio: 1) disminución permanente, cuando menos desde la década de 1970, de los salarios e ingresos de los trabajadores; 2) uso intensivo de los recursos naturales para la producción mercantil; 3) subordinación constante de la actividad productiva a los cálculos financieros del sistema bancario y 4) apropiación privada del avance tecnológico. Los tres primeros desequilibrios, siguiendo a Hinkelammert, se pueden rastrear desde El Capital de Marx.

El autor agrega que el mercado puede redireccionarse mediante intervenciones sistemáticas; el camino no se halla en su derogación. Las intervenciones tampoco corresponden a medidas tipo keynesiano, postkeynesiano o neokeynesiano; más bien, a propuestas alternativas, tales como economía social y solidaria, economía popular, economía para la vida, desarrollo en el ámbito humano y en algunas vertientes de la economía ecológica. El Estado tiene un papel preponderante en estas propuestas.

La primera parte del título del libro, Cuando Dios se hace hombre, el ser humano hace la modernidad, hace referencia a que la modernidad “debería” contener una praxis producto —en términos antropológicos— de la humanización de Dios. Hinkelammert propone el humanismo de la praxis; humanismo que implica necesariamente cambios en las estructuras sociales y económicas actuales. El autor recurre a Marx para desarrollar la explicación del humanismo de la praxis; parte de un imperativo categórico de Marx: “el ser humano es el ser supremo para el ser humano”. El ser humano como ser supremo no significa divinización del ser humano, sino que cada humano se comporte como humano. “[…] Todo es un llamado al humanismo y esto significa […] una llamada a hacerse humano” [Hinkelammert 2020: 51]. El autor emplea otro imperativo categórico de Marx: “echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano es un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable”. Los mecanismos de funcionamiento perfecto —mercado perfecto de la competencia perfecta, planificación perfecta soviética— con su posición de ilusiones trascendentales justamente generan esas relaciones que son incompatibles con el humanismo de la praxis.

La segunda parte del título, Crítica de la razón mítica en la historia occidental, muestra a los mitos como marcos de pensamiento que señalan juicios vida/muerte, no subordinados al análisis causal —positivismo— [Hinkelammert 2008]. Los mitos afirman o niegan la vida; los mitos, así como la utopía, influyen en el devenir de la humanidad, pues guian la acción de los seres humanos: “[…] La muerte [del ser humano] es lo más seguro[.] [Lo] más inseguro, en cambio, es la hora de la muerte [del ser humano]” [2008: 53].7 Tal inseguridad es ignorada en el análisis causal; este análisis supone causas infinitas. La capacidad cognoscente humana es limitada, no logra conocer con certeza todas las causas. El análisis, por tanto, requiere de un observador perfecto (mercado perfecto), pero el observador perfecto no es posible empíricamente, es trascendental; el observador perfecto se mueve, por consiguiente, en el infinito y pensamiento. La vida humana, por su parte, es finita y palpable. Hay contradicción fatal en el análisis causal.

Hinkelammert subraya que en la modernidad se niegan los mitos como marcos de pensamiento, son considerados como narraciones ancestrales, escritos del pasado. El autor indica que, al mismo tiempo, en la modernidad se construyen mitos capaces de conducir las estructuras sociales y económicas; en la modernidad, por un lado, se exclama ¡Mueran los mitos! y, por el otro, ¡Vivan los mitos! “[…] [En la] modernidad [se crean] mitos en contra del mito” [Hinkelammert 2008: 55].8 La discusión no gira sobre la vigencia de los mitos; se enfoca sobre qué mitos imperan.

Hinkelammert, en 2021, publica cuatro capítulos más, los cuales complementan a los 10 capítulos de la obra. El autor, en estos cuatro capítulos, dibuja la utopía “vida sin muerte” (vida eterna, vida perpetua). No es una utopía teológica, sino social, compatible con el humanismo de la praxis; utopía que puede observarse desde el poema de Gilgamesh, “Vida sin muerte”, ha sufrido cambios con el paso del tiempo. Algunas modificaciones han provocado muerte. ¿Por qué? La utopía fue ajustada con ilusiones trascendentales.

Los 14 capítulos que conforman los dos manuscritos representan ensayos académicos relevantes para comprender la dinámica social y económica vigente. El conjunto de capítulos dibuja la relación entre imaginaciones trascendentales, mitos y utopías en favor de crear una racionalidad que garantice la vida humana en el planeta.

REFERENCIAS

Hinkelammert, Franz 2000 Crítica a la razón utópica. Departamento Ecuménico de Investigaciones. [ Links ]

Hinkelammert, Franz 2008 Hacia una crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad. Materiales para la discusión. Palabra Comprometida Ediciones, Dríada, Departamento Ecuménico de Investigaciones. La Paz, Bolivia. [ Links ]

Hinkelammert, Franz 2013 La maldición que pesa sobre la ley. Las raíces del pensamiento crítico en Pablo de Tarso. Arlekín. San José de Costa Rica. [ Links ]

Hinkelammert, Franz 2020 Cuando Dios se hace hombre, el ser humano hace la modernidad. Crítica de la razón mítica en la historia occidental. Ensayos. Arlekín. San José de Costa Rica. [ Links ]

Hinkelammert, Franz 2021 Cuando Dios se hace hombre, el ser humano hace la modernidad. Crítica de la razón mítica en la historia occidental. Segunda parte. Manuscrito. Grupo de Pensamiento Crítico. San José de Costa Rica. https://www.pensamientocritico.info/libros/libros-de-franz-hinkelammert/espanol.html?start=20. [ Links ]

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