Introducción
En México, cada día se integran más estudiantes a la educación superior. En casi dos décadas la tasa de cobertura para la población de 18 a 22 años se incrementó prácticamente al doble, al pasar de 21.5% en 2000 a 41.6% en 2019 (Sistema Nacional de Información Estadística y Geografía [SNIEG], 2021). Empero, esta cifra aún es baja en relación con otros países de Latinoamérica, como Argentina (59%) o Chile (63%) (OCDE, 2020). Además, existe una brecha en el acceso a este nivel educativo en el país entre sectores sociales, pues 42% de los estudiantes que ingresaron a la educación superior en 2015 provenían de hogares en los deciles de ingresos más altos, en contraste con 7% de aquéllos en los primeros deciles (INEGI, 2017).
Aun con las reformas de 2019 al artículo tercero de la constitución mexicana, en las cuales se plantea la obligatoriedad y gratuidad de la educación superior (DOF, 2019), queda mucho por hacer para garantizar el acceso a este nivel educativo y contribuir a la reducción de desigualdades, sobre todo, para ampliar la participación de estudiantes provenientes de los primeros deciles.
La composición del sistema de educación superior (SES) también impacta en la desigualdad en ese nivel educativo. Las más de tres mil Instituciones de Educación Superior (IES) que conforman el SES se distribuyen en 12 subsistemas fragmentados y diversos entre sí (por tamaño, denominación, composición, financiamiento, etc.) lo que, aunque pareciera contribuir a la oferta de distintos proyectos educativos, abona a la estratificación horizontal del sistema en términos de calidad y prestigio de las IES (Solís, 2015), al traducirse en preferencias y demanda diferenciada en el acceso.
Por otro lado, la información que se conoce de los estudiantes en las distintas IES proviene, principalmente, de instancias como la Secretaría de Educación Pública (SEP) o de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Esta información brinda un panorama general de la situación de la educación superior. Por ejemplo, para el ciclo 2019-2020 el número de estudiantes alcanzó 4 931 200 distribuidos, principalmente, en IES públicas (64%), en el nivel de licenciatura (88.6%) y en la modalidad escolarizada (82%) (ANUIES, 2020).
Otra información corresponde a la participación de las mujeres en el SES y de grupos minoritarios como los estudiantes hablantes de lengua indígena (HLI) y aquéllos con discapacidad. En el primer caso, las mujeres representaron para el ciclo escolar 2019-2020 52% de la matrícula nacional y en algunos de los subsistemas rebasan este porcentaje, como en las Normales públicas (74%), otras IES públicas (61%), las Universidades interculturales (58%) y las Instituciones particulares (55%). En cambio, en las Unidades descentralizadas (37%) y federales (40%) del Tecnológico Nacional de México, las Universidades Politécnicas (41%) y Universidades Tecnológicas (41%) continúan siendo minoría; es decir, en IES con una mayor oferta en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por las siglas en inglés) (ANUIES, 2020).
Respecto a los estudiantes HLI, su participación en la educación superior apenas llega a 1%; destacan las Universidades Interculturales en las que un tercio de su matrícula corresponde a este grupo de estudiantes, en contraste con las Instituciones particulares en las que representan el 0.1%. Mientras que, en el caso de los estudiantes con discapacidad, sólo 1% de la matrícula nacional corresponde a esta categoría, con mayor presencia en las Universidades públicas estatales con apoyo solidario (3.1%), Centros de Investigación de Conacyt (3%) y, en menor medida, en Instituciones privadas (0.4%) y otras IES públicas (1%) (ANUIES, 2020).
En el ámbito académico, existen investigaciones como la realizada por De Garay (2001) sobre la composición y características de estudiantes de una muestra de distintas IES en 2000; así como información procedente de estudios de casos institucionales (De Garay, Miller y Montoya, 2016; Guzmán y Serrano, 2007), por generaciones (Bartolucci, 2019) o por carreras.
No obstante, no se cuenta con algún sistema o instancia a nivel nacional que agrupe información actualizada sobre otros rasgos de los estudiantes, como sus características socioeconómicas y familiares, aspectos de las instituciones previas en las cuales cursaron sus estudios de nivel básico y medio superior, de acceso o no a becas en niveles previos, aprovechamiento, etcétera.
Este tipo de información permitiría conocer más sobre los estudiantes al llegar a la universidad, su diversidad, condiciones económicas, materiales y de tiempo disponible para el desarrollo de los estudios, elementos que a la larga influyen en las trayectorias estudiantiles (Guzmán, 2005). Estos datos podrían ser utilizados para el diseño e implementación de políticas y programas institucionales que favorezcan la equidad, la mejora de las condiciones de vida estudiantil, la trayectoria universitaria y contra de la interrupción y deserción de los estudios.
Se espera que el Sistema Integrado de Información de la Educación Superior (SIIES), producto de la nueva Ley General de Educación Superior, contribuya a la cohesión del SES al brindar indicadores básicos del nivel superior (matrícula, docentes, programas académicos, producción académica, patentes, participación en evaluaciones, etc.) y que en etapas posteriores incluya información sobre la composición social de los estudiantes, su progresión y movilidad en el SES y resultados de los egresados de las distintas IES.
Por ello, el objetivo del artículo se divide en dos: en primer lugar, interesa conocer la composición sociodemográfica, socioeconómica y cultural de la familia de origen de las personas que accedieron a la educación superior en distintos tipos de IES, y saber si existen diferencias entre éstos; en segundo lugar, importa explorar su trayectoria formativa, es decir, dar cuenta de los recorridos desde el nivel de primaria hasta su ingreso a distintas IES, de acuerdo con el sector público o privado de las instituciones en que desarrollaron sus estudios. Para ello, se analizan descriptivamente los datos del módulo de movilidad intergeneracional (MMSI) 2016 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2017), específicamente, de una muestra de quienes accedieron a la educación superior en distintas IES.
Si bien por la naturaleza de la encuesta y del módulo la muestra no es representativa para el caso de los estudiantes universitarios en el país, ésta incluye información sobre la composición social de los encuestados, la autoidentificación de color de piel, de las instituciones en las cuales cursaron sus estudios, la clasificación oficial de las IES públicas retoma propuestas de clasificación en el caso de las privadas, a diferencia de la información de la ANUIES y de la SEP, que congregan a estas instituciones en una sola categoría. Por lo que el análisis de estos elementos constituye un aporte en la exploración de perfiles estudiantiles y su contraste por tipos de IES.
Así, el artículo está organizado en cuatro secciones más esta introducción. En la primera se hace una revisión de los estudios respecto al acceso a la educación superior y la importancia de conocer los perfiles escolares. La segunda corresponde a la descripción de los datos y la estrategia analítica seguida. En la tercera sección se muestran algunas características sociodemográficas, socioeconómicas y de la trayectoria formativa de los estudiantes por los distintos tipos de IES a las que accedieron. Finalmente, el artículo cierra con algunas reflexiones al respecto.
Acceso a la educación superior y perfiles estudiantiles: marco y dimensiones de análisis
La expansión en la matrícula en diferentes países atrajo la atención académica sobre la composición de quiénes ingresaban a las universidades, sobre todo para conocer en qué medida el acceso a este nivel está ligado a la desigualdad de oportunidades educativas (Mountford-Zimdars y Harrison, 2017).
Diversas investigaciones destacan la influencia de distintos factores en las desigualdades de acceso a la educación superior, entre éstos, los elementos no controlados por los individuos, como el sexo, la edad, la pertenencia étnica y las condiciones socioeconómicas, culturales y educativas de los estudiantes y sus familias (Bourdieu y Passeron, 1977); estos últimos proveen no sólo de sustento económico, sino de una serie de recursos culturales, simbólicos, educativos y de códigos dominantes de la cultura escolar que posibilitan el acceso a las mejores oportunidades educativas.
Otro conjunto de factores refiere a los resultados académicos de niveles previos (efectos primarios), que en combinación con características del origen social (efectos secundarios), influyen en el acceso y elecciones educativas (Breen y Goldthorpe, 1997); los estímulos y orientaciones que reciben los individuos de otros significativos (Greenbank, 2011), así como el paso por determinadas escuelas previas a la universidad, que inciden a través de los procesos de formación en su interior (Davey, 2012) y por sus propias características (Kosunen y Carrasco, 2016). En esa misma línea, las diferencias en los sistemas educativos también presentan efectos, ya que éstas repercuten en la asignación de los estudiantes a opciones estratificadas a lo largo de su trayecto escolar (Lucas, 2001).
Una manera de conocer el grado de desigualdad en los distintos sistemas educativos y universitarios es a través de explorar los perfiles de los estudiantes y su concentración en los diferentes tipos de instituciones o carreras.
Los perfiles estudiantiles permiten identificar y describir los rasgos sobresalientes de distintas poblaciones estudiantiles (aspirantes, estudiantes de primer ingreso o de egreso), de una institución, carrera o generación. Éstos pueden constituirse en herramientas analíticas que brindan una primera aproximación al conocimiento sobre los estudiantes, para ubicar problemas específicos y demarcar áreas de interés o para profundizar en temáticas particulares (Guzmán, 2005).
La conformación de los perfiles puede estar guiada por aspectos específicos, como características personales, datos socioeconómicos y familiares, antecedentes académicos, condiciones de estudio, condiciones laborales, percepciones y opiniones en torno a la escuela, entre otros (Guzmán y Serrano, 2007). En gran medida, la conformación de los perfiles depende del objetivo con el que se establezcan y de la información con que se cuente para conformarlos. En general, los perfiles de estudiantes son parte de objetivos más amplios de las investigaciones.
En México, existen diversas investigaciones que dan cuenta de los perfiles de estudiantes universitarios y del acceso diferenciado a la educación superior. Una de las más representativas y pioneras a nivel nacional es la desarrollada hace dos décadas por De Garay (2001). El propósito de la investigación fue conocer las principales características y el tránsito de los estudiantes en la educación superior. A través de una muestra de 9 811 estudiantes de 24 instituciones de distinto tipo (universidades públicas, privadas y tecnológicos públicos) en ocho ciudades del país, se muestran las características comunes entre los estudiantes de las distintas IES (principalmente jóvenes, solteros, con hábitos similares de estudio y bajo consumo cultural al interior de las instituciones); y las diferencias: relativamente más jóvenes, con padres que en mayor medida contaban con estudios superiores, y con mejores condiciones de estudio en casa entre estudiantes de instituciones privadas, en contraste a la asistencia de estudiantes con menores recursos culturales, económicos y materiales en los tecnológicos públicos.
En un estudio posterior, De Garay (2003) analiza las trayectorias educativas de los estudiantes del subsistema de universidades tecnológicas por medio de la aplicación y análisis de un cuestionario a una generación. Como parte de la investigación se analizan los perfiles generales de los estudiantes. Entre los resultados relacionados con éstos destacan las diferencias regionales en la edad de los estudiantes (edad reglamentaria en la región norte y mayor en el noroeste), menor proporción de mujeres en general y concentradas en carreras de administración, contabilidad y turismo; estudiantes mayoritariamente solteros; 30% de éstos no se dedicaban de tiempo completo a los estudios; una gran mayoría fue la primera generación de sus familias en tener acceso a la educación superior y carecen de condiciones para el desarrollo de sus actividades académicas.
Otras investigaciones se concentran en el perfil y características de estudiantes de una institución. Tal es el caso de los estudios desarrollados en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en distintos periodos. Por ejemplo, Guzmán y Serrano (2007) analizan los cambios en la composición social de los estudiantes de 1985 a 2003, dando continuación al trabajo hecho por Covo (1990) con los estudiantes de 1990 a 1985. Entre las dimensiones que las autoras analizan se encuentran las sociodemográficas (sexo, edad y estado civil), académicas (tipo de institución previa) y el nivel socioeconómico (sostén económico, escolaridad y ocupación del padre e ingresos familiares). Las autoras muestran que para el periodo analizado se registra una mayor participación de las mujeres; al igual que en otras instituciones, los estudiantes eran principalmente jóvenes, solteros y provenían en mayor medida del bachillerato de la UNAM (53%). En lo que hace a las diferencias entre estos estudiantes se encontraba el nivel de escolaridad y ocupación del padre y los ingresos económicos, por lo que las autoras afirmaban la coexistencia de estudiantes con niveles pronunciados de precariedad y de estudiantes en niveles más acomodados en la UNAM.
En investigaciones más recientes sobre la misma institución, pero centradas en el perfil de los estudiantes de primer ingreso de la generación 2016-I, Bartolucci (2019) encuentra similitudes con los resultados de Guzmán y Serrano (2007). Los estudiantes son jóvenes (82% tienen 18 y 20 años); las mujeres representan 52% de esta generación y se concentran en el área de ciencias biológicas y de la salud (65%), con poca representación en físico-matemáticas e ingenierías (32%) y humanidades y artes (38%); 60% de los estudiantes proviene del bachillerato de la UNAM. Cuatro quintas partes de los estudiantes de la generación habitaban con sus padres al momento del ingreso y dependían económicamente de ellos; 36% declaró contar con un empleo y 40% de la generación fueron pioneros en la educación superior; se observa un aumento de la escolaridad entre los padres de los estudiantes, en relación con los datos de Guzmán y Serrano (2007).
Otros casos de investigaciones a nivel institucional son los trabajos desarrollados en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Se trata de un conjunto de investigaciones que parte de un proyecto longitudinal sobre el estudio de trayectorias escolares, cuyas dimensiones analíticas incluyen el perfil de ingreso de los alumnos, las prácticas académicas y culturales durante el bachillerato y la universidad. Así, entre los resultados de estos trabajos destacan la identificación del perfil de estudiantes que, a un año de haber ingresado a la UAM, no se reinscribieron: trabajar al momento de ingresar a la universidad, contar con compromisos maritales y con mayor capital cultural (padres con estudios superiores) y económico. Sobresale que no existieron diferencias académicas entre aquellos que continuaron los estudios y quienes no (De Garay, 2005)
Un trabajo sobre estudiantes de la UAM está dedicado a comparar el perfil de ingreso en dos unidades de la institución (De Garay, Miller y Montoya, 2016). Los resultados muestran coincidencias en algunas características: el predominio de hombres en la matrícula, edades mayores a la típica para cursar estudios universitarios y solteros; condiciones materiales bajas y, en 50%, padres sin contacto con la educación terciaria. Entre las diferencias sobresale una mayor participación de los estudiantes en Cuajimalpa en actividades laborales, así como tener trayectorias previas con interrupciones o rezagos. Al perfil se incorporan dos dimensiones: 1) académicas, conformada por el promedio obtenido en el bachillerato y el puntaje alcanzado en el examen de selección, que indica que los estudiantes de Cuajimalpa presentan mayores carencias académicas; y 2) los desplazamientos pendulares, en los cuales es coincidente entre estudiantes de ambas unidades gastar muchas horas en traslados entre su casa y la universidad.
Otras investigaciones de carácter institucional hacen énfasis en un grupo de estudiantes en particular, como aquéllos provenientes de grupos indígenas (Casillas, Ortiz y Badillo, 2009). En esta investigación, cuyo objetivo se enfoca a conocer la trayectorias y experiencia escolar de estudiantes indígenas en la Universidad Veracruzana, se describe que estos estudiantes son jóvenes, pertenecientes a distintos pueblos indígenas, principalmente al pueblo nahua (50%) y totonaco (22%). Un aspecto por destacar en la investigación es la ausencia de criterios, más allá del lingüístico, para identificar a los estudiantes indígenas.
En síntesis, el conjunto de trabajos destaca varias cuestiones: en primer lugar, la heterogeneidad de los estudiantes en el SES y la necesidad de continuar avanzando y de actualizar el conocimiento a nivel nacional sobre los perfiles estudiantiles, pues no sólo permiten conocer a uno de los actores fundamentales de las IES, sino también analizar el grado de equidad presente en el sistema. En segundo lugar, se evidencia la falta de investigaciones en las que se contrasten las características de los estudiantes en distintos tipos de IES, ya que es necesario profundizar en la estratificación de la oferta educativa y su incidencia en el incremento o disminución de desigualdades. En tercer lugar, el análisis de las características o rasgos de los estudiantes puede develar otros elementos o factores que influyen en su ingreso y permanencia en la educación superior. Finalmente, se destacan algunas de las principales dimensiones y variables que se retoman en este artículo en la conformación de perfiles estudiantiles: el origen socioeconómico familiar de los estudiantes, las características sociodemográficas y académicas.
Estrategia metodológica: datos, variables y técnicas analíticas
Los datos analizados provienen del Módulo de Movilidad Social Intergeneracional (MMSI), el cual se basa en el diseño estadístico de la Encuesta Nacional de los Hogares (ENH) 2016, elaborado por el INEGI. La información del MMSI comprende datos actuales y retrospectivos (14 años del entrevistado) que permiten comparar el origen y destino de los individuos en tres dimensiones: educativa, ocupacional y económica. Además, el MMSI tiene la particularidad de incluir información sobre la trayectoria educativa del entrevistado, institución y carrera a la que ingresaron en el nivel superior o su equivalente.
El tamaño de la muestra corresponde a 32 481 hogares y, de manera específica, a 25 634 personas de entre 25 a 64 años (INEGI, 2017). Para el artículo se consideró sólo a las personas que respondieron contar con estudios de nivel superior (4 953) y, de éstas, se analizaron solamente aquellas que especificaron la universidad a la que asistieron; es decir, 4 746 casos.
La estrategia analítica se dividió en dos partes: en la primera se realizó un análisis descriptivo para caracterizar a la población que declaró acceder a la educación superior a partir de dos dimensiones conformadas por diversas variables: sociodemográfica y socioeconómica y cultural de la familia de origen de los encuestados.
Sexo: da cuenta del sexo de los encuestados (hombres/mujeres).
Edad de la primera unión: ya que la encuesta no cuenta con información sobre el estado civil al momento de ingresar a la educación superior, se utilizó una aproximación a ésta a partir de la edad de la primera unión del entrevistado. La variable cuenta con cuatro categorías: de ocho a 17 años, de 18 a 24 años, de 25 a 30 años y de 31 a 50 años.
Hablante de lengua indígena (HLI): permite conocer si los encuestados son hablantes de alguna lengua indígena.
Autoidentificación de color de piel: se construyó una nueva variable derivada de la escala cromática del color de piel del cuestionario (Anexo), cuyas categorías son: tonalidades oscuras (A-F), tonalidades medias (G) y tonalidades claras (H-K).
Escolaridad máxima de los padres: se agrupó la escolaridad del padre y de la madre en una variable con cuatro categorías: educación básica (padre y madre, o al menos uno, con estudios hasta de secundaria), educación media (padre y madre, o al menos uno, con educación media superior), uno de los padres con educación superior (al menos uno de los padres tuvo contacto con educación superior) y ambos con educación superior (padre y madre con escolaridad superior o posgrado).
La ocupación del padre: se conformó una variable resumen usando una adaptación de la clasificación CASMIN respecto a la jerarquía y prestigio de las ocupaciones (Erikson y Goldthorpe, 1992). Las ocupaciones se agregaron en cuatro categorías: actividades manuales de baja cualificación, actividades manuales de alta cualificación, actividades no manuales de baja cualificación y actividades no manuales de alta cualificación.
Padres hablantes de lengua indígena: se creó una variable resumen para la información de ambos padres; las categorías son: ambos padres hablan alguna lengua indígena, al menos uno de los padres y ninguno habla lengua indígena.
Edad primer empleo: la encuesta no cuenta con información laboral al momento de ingresar a los estudios universitarios, por lo cual se utilizó la variable de la edad en que los encuestados iniciaron su trayectoria laboral; ésta tiene cuatro categorías: hasta los 18 años, de 19 a 25 años, de 26 a 30 años y de 31 a 55 años.
En la segunda parte del análisis se exploraron las trayectorias formativas de quienes accedieron a la educación superior. Para ello, se realizó un análisis exploratorio de secuencias (Abbot y Tsay, 2000). Este tipo de análisis permite identificar los posibles caminos por los cuales los individuos transitan durante su formación, en este caso, el sector (público/privado) de las instituciones en las que se desarrollaron sus estudios desde el nivel básico hasta el medio superior.
Las secuencias se determinaron a partir de las variables de la encuesta que dan cuenta del sector de las instituciones educativas a las que asistió el encuestado, que van desde primaria hasta universidad. Las secuencias se construyeron a partir de variables dicotómicas (dummy) donde 1 representa a las escuelas privadas y 2 a las públicas.
Para el análisis de secuencia se recurrió al análisis de alineación óptima (Optimal Matching Analysis, OMA) que permite encontrar patrones en las secuencias con base en una medida de proximidad o semejanza ente ellas (Abbot y Tsay, 2000). Se obtuvieron tres tipos de trayectorias por tipo de sector: el primero agrupa a aquellos individuos que realizaron su formación de la primaria al bachillerato en el sector público; el segundo, da cuenta de trayectorias que combinan diferentes tipos de sectores; mientras que, el tercero, corresponde a aquellos que hicieron sus estudios mayoritariamente en instituciones del sector privado.
Para la caracterización de quienes accedieron a la educación como de sus trayectorias formativas se consideró como eje analítico el tipo de IES en que los encuestados desarrollaron sus estudios de nivel superior. Para ello se utilizó la clasificación de universidades del INEGI basada en los criterios de Muñoz, Núñez y Silva (2004) y Ortega y Casillas (2014), que agrupa a las IES de acuerdo con el sector (público/privado) y, a su vez, de acuerdo con el control administrativo en el caso de las públicas y por su antigüedad y grupo que atienden, para las privadas.
Así, esta variable cuenta con seis categorías: 1) Universidades públicas autónomas federales y estatales; 2) Institutos tecnológicos, Universidades politécnicas y Universidades tecnológicas, 3) Escuelas normales públicas; 4) Instituciones privadas consolidadas o en proceso de consolidación de élite y atención a grupos intermedios; 5) Instituciones privadas emergentes de élite y atención a grupos intermedios; y 6) Instituciones privadas emergentes de absorción de la demanda.
Caracterización de estudiantes en los distintos tipos de IES
¿Qué características tienen las personas que ingresan a la educación superior en México? ¿Los rasgos varían de acuerdo con el tipo de institución a la que se ingresaron? La caracterización que se presenta se divide en tres dimensiones: cuestiones sociodemográficas, económicas y culturales de las familias de los encuestados y de trayectoria formativa.
Las principales características sociodemográficas de las personas por tipo de IES en las que estudiaron se resumen en el Cuadro 1.
Tipo IES | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Públicas | Privadas | Total | |||||
Universidades autónomas federales y estatales | Institutos tecnológicos, universidades politécnicas y tecnológicas | Escuelas normales | Consolidadas de élite | Emergentes de élite y atención a grupos intermedios | Emergentes de absorción de la demanda | ||
Sexo | |||||||
Hombre | 50 | 61 | 37 | 49 | 41 | 34 | 49 |
Mujer | 50 | 39 | 63 | 51 | 59 | 66 | 51 |
Edad primera unión | |||||||
12 a 17 años | 2 | 3 | 1 | 1 | 5 | 4 | 2 |
18 a 24 años | 41 | 43 | 52 | 40 | 51 | 51 | 44 |
25 a 30 años | 46 | 47 | 38 | 48 | 38 | 40 | 44 |
31 a 50 años | 11 | 8 | 8 | 11 | 7 | 6 | 9 |
Hablantes lengua indígena | |||||||
Sí | 2 | 3 | 5 | 1 | 2 | 2 | 2 |
No | 98 | 97 | 95 | 99 | 98 | 98 | 98 |
Autoidentificación del color de piel | |||||||
Tonalidad oscura | 12 | 14 | 12 | 7 | 12 | 12 | 12 |
Tonalidad media | 30 | 31 | 32 | 21 | 27 | 26 | 29 |
Tonalidad clara | 58 | 55 | 56 | 72 | 61 | 62 | 59 |
Fuente: elaboración propia con base en datos del MMSI 2016.
De manera general, se observa una distribución casi equitativa entre hombres (49%) y mujeres (51%). Estos datos concuerdan con la tendencia nacional mostrada en los datos de ANUIES para el ciclo 2019-2020, con los mismos porcentajes y con datos internacionales donde las mujeres representan 40% de la matrícula (Banco Mundial, 2019).
Al observar el porcentaje de mujeres por tipo de IES se aprecia una mayor presencia en las escuelas normales (63%), privadas emergentes de absorción a la demanda (66%) y privadas emergentes de élite y atención a grupos intermedios. Por el contrario, la participación de las mujeres es menor en el caso de los institutos tecnológicos, universidades politécnicas y tecnológicas. Estas tendencias probablemente estén relacionadas a la oferta de carreras, pero coinciden con la situación observada en casos institucionales (Guzmán y Serrano, 2007) y, aunque con cierta distancia temporal, continúa la baja participación de mujeres en instituciones cuya oferta está concentrada en carreras de STEM (De Garay, 2003).
Ya que la encuesta no contiene información sobre la situación conyugal al momento de ingresar a la educación superior, una manera de aproximarse a ese dato es a través de la edad en que los encuestados iniciaron su primera unión. Nuevamente en las Escuelas Normales, emergentes de élite y atención a grupos intermedios y de atención a la demanda el porcentaje de aquellos que iniciaron su primera unión entre los 18 y 24 años es mayor. Ello indicaría que al momento de cursar los estudios universitarios estos estudiantes contaban con compromisos familiares, o al menos con responsabilidades en su vida de pareja. Al contrastar este dato con resultados de otros estudios (De Garay, 2001) destaca el cambio en el estatus civil, pero, al utilizar un proxi de esta variable, el resultado debe tomarse con recaudo.
Dos datos que podemos conocer a través de la información del MMSI es la proporción de personas HLI que accedieron a las diferentes instituciones y su autoidentificación del color de piel. En el primero de ellos, de manera general, se constata una muy baja participación en la educación superior de personas HLI (2%). El dato concuerda con la información para el SES en el país, sólo 1.08% de la matrícula corresponde a estos estudiantes para el ciclo 2019-2020 (ANUIES, 2020) y con resultados de investigaciones que indican que “una persona HLI tiene cuatro veces menos oportunidades de ingresar a la educación superior que uno no HLI” (Blanco, 2020). Sólo en las escuelas normales y en los institutos tecnológicos, universidades politécnicas y tecnológicas el porcentaje se incrementa ligeramente (5% y 3% respectivamente). Se debe recordar que la encuesta no cuenta con información de las Universidades Interculturales pero, aun con ello, como lo indican otros estudios (Solís, 2017), poco más de dos terceras partes de personas HLI que concluyen la educación media superior, no ingresan a las universidades.
Respecto al tono de piel, el acceso es mayoritario para quienes declararon autoidentificarse con tonalidades de piel claras (59%) y medias (29%). Estas proporciones se mantienen para los distintos tipos de instituciones públicas y, en las privadas, se incrementan aun más, como en el caso de las consolidadas de élite que alcanzan 72%. Este dato, sin embargo, debe acompañarse de otros que den cuenta de características socioeconómicas y culturales de la familia de origen de los estudiantes (Blanco, 2017).
Al respecto, en el Cuadro 2 se presentan algunas variables que contiene el MMSI que permiten dar cuenta de características del núcleo familiar de los encuestados. En cuanto a si los padres son HLI, en general, los porcentajes se incrementan en relación con los encuestados. Destaca el caso de las escuelas normales, donde este porcentaje agrupando a ambos padres o al menos uno HLI alcanza 15%; así como en los institutos tecnológicos, universidades politécnicas y tecnológicas que llega a 10%. Una posible interpretación a la disminución entre el porcentaje de padres HLI y los encuestados podría deberse a la discriminación por ser HLI, que se intensifican en el nivel medio superior (Horbath y Gracia, 2018), por lo que los encuestados pudieron omitir este dato o bien, la práctica de una lengua indígena se va perdiendo de generación en generación.
Tipo IES | |||||||
Públicas | Privadas | Total | |||||
Universidades autónomas federales y estatales | Institutos tecnológicos, universidades politécnicas y tecnológicas | Escuelas normales | Consolidadas de élite | Emergentes de élite y atención a grupos intermedios | Emergentes de absorción de la demanda | ||
Padres hablantes de lengua indígena | |||||||
Ambos | 3 | 5 | 9 | 2 | 2 | 3 | 3 |
Al menos uno | 4 | 5 | 6 | 2 | 4 | 5 | 4 |
Ninguno | 93 | 90 | 85 | 96 | 94 | 92 | 93 |
Escolaridad de los padres | |||||||
Básica | 60 | 59 | 67 | 33 | 49 | 49 | 56 |
Media | 14 | 16 | 12 | 12 | 16 | 15 | 14 |
Al menos uno con superior | 17 | 19 | 14 | 33 | 22 | 25 | 20 |
Ambos superior | 9 | 7 | 7 | 21 | 13 | 11 | 10 |
Ocupación del padre | |||||||
No manual de alta calificación | 34 | 29 | 30 | 51 | 39 | 40 | 35 |
No manual de baja calificación | 13 | 11 | 11 | 17 | 17 | 14 | 13 |
Manual de alta calificación | 29 | 34 | 27 | 18 | 26 | 22 | 28 |
Manual de baja calificación | 24 | 26 | 33 | 13 | 17 | 24 | 23 |
Edad primer empleo | |||||||
18 años | 54 | 57 | 42 | 50 | 57 | 56 | 54 |
19 a 25 años | 40 | 39 | 53 | 43 | 40 | 40 | 41 |
26 a 30 años | 5 | 4 | 4 | 6 | 3 | 4 | 4 |
31 a 55 años | 1 | 0 | 1 | 1 | 0 | 0 | 1 |
Fuente: elaboración propia con base en datos del MMSI 2016.
Por otro lado, la escolaridad de los padres muestra que, de manera general, la mayoría de ellos (56%) cuenta con educación básica y en una quinta parte, al menos uno de los padres tuvo acceso a la educación superior. Al analizar por tipo de IES, se observan mayores niveles educativos entre los padres de las personas que desarrollaron sus estudios en instituciones privadas; el porcentaje de padres de encuestados en las consolidadas de élite con educación superior duplica al de las públicas en esa misma categoría (33% versus 17% en las públicas federales y estatales, 19% en los institutos tecnológicos y 14% en las normales). Ello da cuenta de condiciones educativas y culturales distintas en las familias de origen de los estudiantes entre los diferentes tipos de instituciones (Cuadro 2).
Para aproximarse a la situación socioeconómica de la familia de origen de los encuestados, se consideró la ocupación del padre. En ese sentido, la mayoría de ellos laboraba en actividades no manuales de alta calificación (35%), es decir, como gerentes, directivos y profesionistas. Esta tendencia se observa entre las instituciones privadas, en mayor medida en las consolidadas de élite (51%) y en las públicas autónomas federales y estatales (34%), aunque el porcentaje entre una y otra muestra una diferencia de 17 puntos porcentuales. Entre las públicas, en las escuelas normales, la mayoría de los padres tienen ocupaciones manuales de baja calificación (vendedores, trabajadores de seguridad, ayudantes o en actividades agrícolas); mientras que, en los institutos tecnológicos, universidades politécnicas y tecnológicas, las ocupaciones se concentran en operadores, choferes u obreros especializados, es decir, manuales de alta calificación.
Si se contrastan ambos indicadores, escolaridad de los padres y ocupación, con los resultados de otras investigaciones, continúan representando marcadores de diferenciación entre los estudiantes de un tipo de institución y otra. Como lo mencionaba De Garay (2001) hace dos décadas para el caso mexicano, estos indicadores marcan las pautas de acceso a distintos tipos de IES.
La condición de empleo de los encuestados también permite dar alguna idea sobre su situación socioeconómica. Para conocer esta información, se utilizó la edad del primer empleo que declararon los encuestados, ya que la encuesta no cuenta con el dato exacto de la situación laboral en el momento en que éstos ingresaron a la educación superior. Así, de manera general, se observa que la mayoría de los encuestados (54%) contaba con un empleo a los 18 años, edad normativa para ingresar a la educación superior. Esta tendencia es similar entre los diferentes tipos de instituciones, si acaso difiere para los de Escuelas normales, en las que, la mayoría de los estudiantes (53%) obtuvo su primer empleo entre los 19 y los 25 años.
Si bien otras investigaciones han mostrado que una proporción importante de los estudiantes universitarios fragmenta su tiempo entre atender las tareas escolares y las actividades de su empleo, en ocasiones este último guarda estrecha relación con los estudios, por lo que constituye una manera de obtener la parte práctica de su carrera universitaria (Guzmán, 2004). Aunque sería necesario profundizar en estos casos, dada la proporción de quienes declararon iniciar un empleo en paralelo a su formación universitaria.
La información contenida en el MMSI permite conocer también algunas características de la trayectoria formativa de los encuestados, en específico, el sector (público o privado) de las instituciones y escuelas en las que desarrollaron su formación previa al ingreso a la educación superior (básica y media superior). La Gráfica 1 muestra el sector de las instituciones previas por tipos de IES. Se observa que, entre aquéllos en universidades e institutos públicos, los estudios previos se desarrollaron principalmente en escuelas del sector público; mientras que, entre los encuestados de IES privadas emergentes de élite y de atención a grupos intermedios y de absorción a la demanda, haber estudiado en escuelas del sector público también es común (55% y 60% respectivamente), pero se incrementa el haber estudiado en escuelas del sector privado o combinado ambos sectores a lo largo de los estudios.
Destaca que, en el caso de los encuestados en instituciones privadas consolidadas de élite, los estudios previos se desarrollaron principalmente en escuelas del sector privado (48%). Esta información permite aportar evidencia de la posible existencia de circuitos educativos entre los sectores en el tránsito por el espacio educativo. Ya algunas investigaciones han mencionado que existe influencia del sector de bachillerato cursado (público o privado) en la transición hacia IES del mismo sector (Silas, 2011; Navarro-Cendejas, 2017). Ello podría dar cuenta de que el sector puede posicionarse como un elemento o factor institucional que condiciona las oportunidades en las transiciones educativas, abonando a la desigualdad horizontal del sistema educativo en el país (Solís, 2015). Aunque, para poner a prueba esta hipótesis, haría falta contar con información específica de las escuelas a las que asistieron los encuestados.
Finalmente, es necesario mencionar que, en su paso por el sistema educativo, los individuos trazan diferentes recorridos por éste. La Gráfica 2 muestra esos recorridos para el caso de los encuestados de acuerdo con el sector de las instituciones en que desarrollaron sus estudios, desde el básico (primaria y secundaria), la media superior y su arribo a los distintos tipos de IES.
Los recorridos educativos muestran el paso de un sector a otro en los distintos niveles. Se hace evidente el predominio del sector público en los niveles básicos y la relación que guardan con la matrícula en los diferentes niveles educativos por sector en el país: en el nivel de preescolar 85.7% público y 14.3% privado; en primaria 90.7% público y 9.3% en privado; secundaria 91.2% público y 8.8% privado; media superior 81.2% público y 18.8% privado (INEE, 2018).
Si se analizan los cambios entre un sector a otro por tipo de IES (Cuadro 3) se distingue que los encuestados más móviles son aquellos que estudiaron en IES privadas, principalmente de élite (40%). Entre estos estudiantes móviles se observa que es más probable realizar el cambio en la transición hacia el bachillerato, en mayor medida entre quienes estudiaron en las escuelas normales (57%), las IES privadas de atención a grupos intermedios (57%) y las emergentes de absorción a la demanda (57%). Esto puede deberse a los procesos de ingreso a la educación media superior que, como lo han constatado algunas investigaciones (Hernández, 2016), repercuten en las elecciones y transiciones educativas.
Cambios entre sectores % | 1 cambio | 2 cambios % | Total | ||
---|---|---|---|---|---|
Secundaria % | Bachillerato % | ||||
Universidades autónomas federales y estatales | 23 | 37 | 50 | 13 | 2426 |
Institutos tecnológicos, universidades politécnicas y tecnológicas | 21 | 41 | 43 | 16 | 801 |
Escuelas normales | 20 | 25 | 59 | 16 | 326 |
Consolidadas de élite | 40 | 36 | 51 | 13 | 409 |
Emergentes de élite y atención a grupos intermedios | 38 | 32 | 57 | 12 | 522 |
Emergentes de absorción de la demanda | 35 | 33 | 57 | 11 | 262 |
Fuente: elaboración propia con base en datos del MMSI 2016.
Por otra parte, destaca cómo recorridos similares pueden arribar a diferentes tipos de IES. Al respecto sería necesario profundizar no sólo en las características de los estudiantes de una u otra institución, sino en cómo estos factores influyen en los procesos y elecciones de los estudiantes y sus familias por determinados tipos e instituciones.
Sin duda, conocer las características personales, familiares y académicas de los estudiantes contribuye a la conformación de hipótesis y vetas para profundizar en el análisis de estos actores y su papel en las instituciones educativas.
Comentarios finales
El objetivo del artículo consistió en mostrar y contrastar las características de los estudiantes de distintos tipos de IES en el país. El análisis descriptivo de datos provenientes del MMSI permitió explorar algunos datos socioeconómicos y académicos de estos estudiantes.
Destaca, entre los resultados, la participación constante de las mujeres en la educación superior y su concentración en algunos tipos de instituciones debido, probablemente, a la oferta de carreras de éstas.
Otro de los rasgos de los encuestados tiene que ver con la dedicación no exclusiva a los estudios universitarios. Se observa la participación de los encuestados en actividades laborales o el inicio de compromisos familiares en paralelo al desarrollo de los estudios universitarios. Esta situación pudo incidir en su desempeño académico y en su permanencia y egreso de la educación superior tanto de manera positiva, como negativa (Guzmán, 2004).
Por otro lado, los datos del MMSI permiten constatar la baja participación en la educación de grupos socialmente excluidos, como el caso de los estudiantes HLI. Estos bajos porcentajes son generales para los distintos tipos de IES y resaltan la necesidad de continuar trabajando en políticas y acciones que contribuyan a un mayor ingreso de estos grupos en las distintas IES.
Esta información se complementa con la autoadscripción por color de piel de los entrevistados. Se muestra que en los diferentes tipos de instituciones predominan estudiantes de tonalidades de piel clara sobre las oscuras o medias. En las instituciones privadas de élite las proporciones son mayores para tonalidades claras que en otras instituciones. Si bien los datos deben contrastarse por origen social de los estudiantes, ya que puede existir una correlación en éstos, se requiere hacer análisis mucho más profundos para controlar ese efecto.
Entre las diferencias de las características de los encuestados por los distintos tipos de instituciones destaca el nivel de escolaridad de los padres, sobre todo a favor de las instituciones privadas consolidadas de élite. Es importante mencionar que, aun cuando se han incrementado los niveles educativos de la población en general, una importante proporción de los padres de estos estudiantes cuenta sólo con educación básica.
Otra diferencia por destacar es respecto a las ocupaciones de los padres de los encuestados. Nuevamente a favor de las instituciones privadas de élite con mejores posiciones laborales. Estas dos características enfatizan las desigualdades ligadas al origen social de los encuestados en el acceso a diferentes tipos de instituciones; es decir, hacen evidentes las desigualdades horizontales del sistema universitario en el país.
En cuanto a las trayectorias formativas, se aporta evidencia sobre la probable existencia de circuitos educativos conformados por el sector en el que se desarrollan los estudios; también se muestra cómo recorridos similares por el sistema educativo divergen en el ingreso a distintas IES.
El análisis realizado con los datos del MMSI aporta evidencia importante sobre las características de los estudiantes y su contraste por distintos tipos de instituciones. Sin embargo, es importante mencionar que presenta algunos sesgos al no contener variables precisas que den cuenta de condiciones y rasgos en el momento de ingreso a la educación superior de los encuestados, como el estado civil o la condición laboral.
Por otro lado, la información agrupa a instituciones que son heterogéneas, como en el caso de las públicas autónomas federales y estatales, o los institutos tecnológicos y universidades politécnicas. Es necesario afinar el análisis y considerar otra tipología de instituciones que permita cubrir la diversidad de las distintas IES que conforman el SES.
Esta situación resalta la importancia de contar con información específica y sistemática en torno a diversas características y condiciones de los estudiantes expresamente recabada para análisis educativos. Ello implicaría el diseño cuidadoso y metódico de instrumentos para agrupar la diversidad del SES y, probablemente, la conformación de una instancia encargada de esta labor.
Conocer el perfil de los estudiantes universitarios es una tarea obligada de la investigación educativa (De Garay, 2003), pues esta información permite conocer al principal actor de las universidades, a la vez que brinda herramientas necesarias para garantizar su formación integral y trabajar en la conformación de instituciones más inclusivas.