Introducción
La anafilaxia es la reacción alérgica más grave que puede acontecer. Se define como una reacción alérgica sistémica grave de instauración rápida y potencialmente mortal.1 El reconocimiento rápido de esta situación crítica para el paciente y la instauración inmediata del tratamiento adecuado son cruciales para reducir el riesgo de morbilidad y mortalidad. Sin embargo, para ello son requisitos fundamentales el correcto reconocimiento del cuadro clínico y la disponibilidad de los fármacos indicados para el tratamiento.
El reconocimiento de la anafilaxia como una condición médica potencialmente fatal ha aumentado entre las diferentes especialidades. Las publicaciones de los últimos años indican que no es una condición tan infrecuente como se percibía anteriormente.2,3 Sin embargo, el conocimiento sobre los datos epidemiológicos de la morbilidad por anafilaxia aún no es óptimo. Adicionalmente, la mayoría de los estudios utilizan diferentes metodologías y cubren poblaciones específicas, agrupadas en su mayoría por edad o factores desencadenantes, y la mayoría de las investigaciones basadas en poblaciones siguen considerando la incidencia acumulada, con la posibilidad de sobreestimar las cifras. De hecho, en la actualidad se están realizando esfuerzos para incluir a la anafilaxia en la lista de enfermedades raras, con el fin de incrementar los recursos destinados por los organismos sanitarios a esta patología y permitir un manejo adecuado.
Excepto las reacciones anafilácticas que aparecen tras la administración de inmunoterapia con alérgenos o durante pruebas diagnósticas de alergia (pruebas de exposición a medicamentos o alimentos), generalmente practicadas por especialistas en alergia, la mayoría de las reacciones anafilácticas son atendidas por profesionales sanitarios de otras especialidades. Por ello, es sumamente importante que todos los especialistas adquieran las capacidades apropiadas para reconocer y actuar ante un cuadro de anafilaxia. No obstante, numerosos estudios indican que, en general, el conocimiento sobre la anafilaxia entre los médicos aún es deficiente.4,5 Esta circunstancia también se ha documentado en Latinoamérica.6 Por lo anterior, es prioritario disponer de guías de actuación aplicables en cada entorno. En los últimos años se han publicado múltiples guías tanto nacionales como internacionales. A partir de estos documentos se puede realizar una labor de difusión con el objetivo de capacitar a los profesionales de la salud.
La adrenalina, administrada por vía intramuscular, es el fármaco de elección para el tratamiento de la anafilaxia, tal como lo reconocen todas las guías clínicas de anafilaxia.1,7,8,9 Considerada por la Organización Mundial de la Salud como un fármaco esencial,10 la adrenalina se encuentra disponible en ampolletas de 1 mg/mL en todos los países, adecuadas para ser administradas por profesionales sanitarios, sin embargo, para la administración por los propios pacientes o sus familiares se considera que los dispositivos idóneos son los autoinyectores, cuya disponibilidad está limitada a pocos países.
El objetivo del presente estudio es analizar los recursos disponibles en los países de América Latina para el diagnóstico y tratamiento de la anafilaxia.
Métodos
A finales de 2015, La Sociedad Latinoamericana de Alergia e Inmunología (SLAAI) realizó una encuesta en línea de carácter voluntario mediante la plataforma Surveymonkey. La encuesta fue dirigida a representantes de las sociedades nacionales de alergia de América Latina, miembros de la SLAAI. Para ello se utilizó un cuestionario de 9 preguntas (Cuadro 1) con respuestas cerradas, aunque también se permitía completar la información con texto libre. Los datos se recogieron en una base de datos automatizada.
Resultados
Se recibieron respuestas de 10 países de los 14 a los que se invitó a participar: Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, El Salvador, México, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En el Cuadro 2 se muestran las respuestas referentes a los recursos disponibles para el manejo de la anafilaxia.
En 5 países se dispone de guías de actuación en anafilaxia y en los otros 5 se utilizan guías internacionales o protocolos locales de los centros asistenciales
Solo se dispone de autoinyectores de adrenalina en Argentina y Brasil, y no están subvencionados por los sistemas públicos de atención a la salud. Los precios pueden llegar a los 185 dólares americanos, según indicaron los representantes de la Sociedad de Argentina de Alergia e Inmunopatología. En todos los países se dispone de adrenalina en ampolletas, que suelen prescribirse para autoadministración.
En 5 países, la determinación de triptasa sérica para confirmar la activación mastocitaria en una reacción sugestiva de anafilaxia o para el diagnóstico inicial de una posible mastocitosis sistémica es posible en algunos centros sanitarios, muchas veces privados, o en protocolos de investigación académica. En cuanto al tratamiento habitual, se solicitó una estimación de los medicamentos más utilizados (Cuadro 3).
En 5 países se estimó que en menos de 50 % de los casos se utiliza adrenalina, mientras que los antihistamínicos y los corticoides se emplean casi siempre. El empleo de otras medidas terapéuticas mostró gran variabilidad entre los diferentes países.
Respecto a las causas más frecuentes de anafilaxia, en todos los países se identificó que los alimentos eran los desencadenantes más frecuentes en los niños y los medicamentos en los adultos. En Cuba, El Salvador y México también destacaron las picaduras de himenópteros como posible causa de la anafilaxia, especialmente en los adolescentes.
Respecto a la existencia de un registro de fallecimientos por anafilaxia, solo se confirmó en Brasil,11,12 mientras que en los países restantes no existieron o se desconocían.
Discusión
Los resultados de esta encuesta evidencian que el manejo de la anafilaxia en América Latina no es óptimo. La utilización de la adrenalina para el tratamiento de la anafilaxia continúa siendo insuficiente en muchos países, mientras que los antihistamínicos y corticoides se emplean de forma preferente. Además, la carencia de autoinyectores es una limitación importante para la óptima utilización de adrenalina en el autotratamiento de crisis anafilácticas por parte de los pacientes y sus cuidadores. Aun cuando en 20 % de los países se indicó que se podían adquirir dispositivos de adrenalina autoinyectable, no se confirmó que el costo fuera sufragado por los sistemas públicos de salud.
Los datos obtenidos muestran claramente que aún existe reticencia a la utilización de adrenalina para el tratamiento de la anafilaxia. Estos resultados están en concordancia con los obtenidos en el Registro de Anafilaxia en América Latina publicados en 2011 y 2012.13,14
Asimismo, se pone de manifiesto que en América Latina la determinación de la triptasa sérica, el mejor método in vitro para confirmar una reacción anafiláctica, aún es anecdótica para evaluar una potencial mastocitosis sistémica o el posible riesgo de los pacientes alérgicos al veneno de himenópteros.15,16
Se reportó que las principales causas de anafilaxia son los alimentos en la edad pediátrica y los medicamentos en la edad adulta. Conocer la verdadera etiología de la anafilaxia es muy importante para reducir la morbilidad y mortalidad de la enfermedad, que debe ser establecida por un especialista en alergología. Se ha observado que es frecuente que la sospecha del médico de urgencias o del propio paciente no coincida con la diagnosticada tras el correspondiente estudio alergológico.17
Las guías clínicas deben adaptarse a los recursos disponibles en cada país. Además, es importante que estén redactadas en el idioma propio para facilitar su utilización. Por lo general, las guías internacionales se publican en inglés y pocos países disponen de guías nacionales propias. Ahora bien, aunque sirven como marco general, en las guías internacionales se suele asumir la disponibilidad de recursos de última generación, como los autoinyectores de adrenalina, cuyo uso si bien facilita la atención médica ante una situación de emergencia como la anafilaxia,18 no está al alcance de muchos profesionales y pacientes.
Los datos epidemiológicos de la incidencia de las reacciones anafilácticas y su mortalidad son escasos. La instauración y actualización de sistemas de codificación de enfermedades que incorporen adecuadamente las reacciones anafilácticas serán una oportunidad para mejorar esta situación.12,19
La limitación más importante de este estudio es que muchos datos corresponden a estimaciones y no a datos recolectados objetivamente; sin embargo, no se alejan de los registrados con otras metodologías.
Con los datos recopilados parece evidente la necesidad de disponer de una guía internacional de anafilaxia aplicable en los países latinoamericanos que pueda ser avalada por las sociedades de alergia de cada país y que sirva como base para elaborar programas de formación en anafilaxia para todos los colectivos interesados, desde los profesionales de la salud hasta los pacientes y a sus cuidadores. Este será un objetivo de la SLAAI, así como reivindicar el derecho de los pacientes con riesgo de padecer anafilaxia de disponer de los recursos adecuados para su manejo, incluyendo los autoinyectores de adrenalina.
Declaración de potenciales conflictos de interés
Victoria Cardona ha sido consultora y ha recibido pagos por conferencias de ALK, así como una subvención institucional de Thermofisher. Alberto Álvarez-Perea ha recibido pagos como consultor y por conferencias de ALK-Abelló y Meda. Juan Carlos Ivancevich ha sido consultor de Faes Farma y Sanofi y ha recibido honorarios por aportes científicos a ambas compañías. El resto de los autores declaran no tener conflictos de interés.