Introducción
Es a partir de la segunda mitad del siglo XX que el tema ambiental recibe atención a nivel mundial; una de las preocupaciones es conservar biodiversidad, de ahí surge el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), del cual México es partícipe. El CDB establece que para conservar la diversidad biológica es necesario preservar la diversidad cultural, lo cual entre otras cosas implica la conservación in situ de la biodiversidad. En el caso de la actividad agrícola campesina, la conservación in situ de la biodiversidad significa el cultivo de especies en campos de los agricultores. Además de conservar la diversidad biológica, el proceso socio-cultural y ambiental se mantiene, dando como resultado, entre otras cosas, la producción de alimentos, la conservación de la identidad, la evolución del conocimiento local y mantener empleos para la gente del medio rural (Brack, 2003; Pérez, 2008). De esta manera, los campesinos son quienes, con el propósito de continuar con su reproducción social, hacen uso de diversas fuentes de conocimiento para cultivar la tierra (Pérez, 2008) así como de permitir la conservación y continuidad de sus agroecosistemas como parte de su patrimonio biocultural (Boege, 2008).
En términos de riqueza biológica, México es considerado megadiverso por sus condiciones geográficas y climáticas, que permiten una gran diversidad de especies de flora y fauna (Aguilar y Marielle, 2003). En cuanto a su aporte a la alimentación, México es centro de origen y diversificación genética de 15.4 % de las principales especies del sistema alimentario mundial (CONABIO, 2006). Entre estas especies está el maíz, sus razas y variedades; que desde la época prehispánica han sido fuente primordial de alimentación y continúa siendo importante como alimento y para otros usos en los hogares mexicanos, principalmente en el medio rural. A nivel internacional, el maíz es de gran importancia en África, China, Estados Unidos, Brasil, Argentina, India y Francia.
En México, el maíz es cultivado principalmente cultivado por campesinos, bajo un sistema agroecológico. Al respecto la FAO declara que la agricultura realizada por campesinos se fundamenta en la práctica agroecológica, y tiene un gran potencial para producir alimentos de manera sustentable, por lo que debe recibir apoyo para que se conserve y desarrolle. En México; un ejemplo, tanto de la conservación in situ de la biodiversidad como de la agricultura sustentable, es el cultivo tradicional de maíz, que a pesar del tiempo y de políticas enfocadas a incrementar sólo la productividad del campo, persiste y sigue siendo parte importante tanto de las actividades del medio rural como de la identidad campesina. Como parte de la identidad campesina están los saberes locales que para el caso del maíz son de gran relevancia considerando la gran diversidad de condiciones ambientales en donde se cultiva; el cultivo de maíz se desarrolla con base en el conocimiento local de mujeres y hombres indígenas y campesinos (Hernández y Zarate, 1991; Boege, 2008). De esta manera, en México el cultivo del maíz implica diversidad cultural, ambiental y riqueza biológica en condiciones específicas de suelo, lluvia, sequía y heladas, entre otras condiciones ambientales; por ejemplo, encontramos campos de maíz desde el nivel del mar hasta los 3000 m (Ortega, 2003).
El proceso de diversificación del maíz en México se inició aproximadamente hace 3000 años con la domesticación del maíz y su cultivo a lo largo del país (Smith, 2001; Piperno y Flannery, 2001; Pickersgill, 2007), proceso continuo que ha dado lugar a la existencia de aproximadamente 65 razas de maíz en el territorio mexicano (CONABIO, 2012), producto de los modos de vida indígenas y campesinos. Esta amplia variedad de razas existentes en México, que básicamente los campesinos distinguen y nombran por el color del grano, son tan diversas que no hay un consenso en cuanto a su diversidad, Ortega Paczka (2003) documenta la existencia de 41 razas, Sarukhan (2009) menciona 50 razas reconocidas en el territorio mexicano y para Sánchez et al. (2000) son 59 las razas, mientras que para el proyecto Latinoamericano del Maíz (LAMP) (1991) y la CONABIO (2012) son 65.
La diversidad de razas del maíz en México se fundamenta tanto en las diversas condiciones ambientales (Ruíz et al., 2008; Durán et al., 2007; Doolittle y Mabry, 2006; Wellhausen et al., 1951) a lo largo del territorio nacional como en la riqueza cultural, por ejemplo mitos y creencias alrededor del propio proceso de cultivo del maíz (Vargas, 2007). Es alimento sagrado por excelencia, que juega un papel predominante en la cosmovisión y por consiguiente en las manifestaciones artísticas de los pueblos indígenas y campesinos (Hijar, 2003). De esta manera, las condiciones ambientales y la riqueza cultural influyen en la existencia de la diversidad biológica del maíz, por lo que en el presente estudio se muestra dos maneras de cómo se cultiva el maíz en dos sistemas agrícolas (riego y temporal).
En este sentido, el incentivo principal de conservación de las variedades de maíz por parte de los campesinos es el uso y la función como alimento humano y de los animales con que cuentan los campesinos, aunado al desarrollo de la agricultura de tipo tradicional. De tal forma que el uso y manejo de las variedades de maíz, los cultivos asociados y los elementos del entorno, representan elementos de cohesión cultural, equilibrio y continuidad en la relación campesino-maíz.
A lo anterior se suma el factor económico donde las diversas variedades de maíz representan usos, costumbres y tradiciones familiares, cuya producción final se destina además del consumo familiar al intercambio, la venta comunitaria y regional a través del grano, elote, tamales, atole, gorditas y tortillas. En tal sentido se plantea como hipótesis de trabajo que la diversidad de maíces y su continuidad está en función de los usos, y los manejos culturales que representan elementos de cohesión cultural, equilibrio y continuidad en la relación campesino-maíz.
Así, esta investigación tuvo como objetivo documentar el manejo de la diversidad del maíz en los ejidos de San Pablo Tlalchichilpa y San Pedro el Alto, municipio de San Felipe del Progreso, Estado de México, para contribuir al entendimiento de procesos socio-ambientales para la conservación de la biodiversidad in situ.
Para la realización del presente trabajo se llevó a cabo trabajo de campo durante el ciclo agrícola primavera - verano de 2012, bajo un enfoque cualitativo, con el objetivo de abordar las actividades agrícolas que dan lugar al uso y manejo de la diversidad de maíz en condiciones de riego y temporal. Se realizaron entrevistas semiestructuradas a campesinos acerca de la superficie cultivada, tipo de maíz y otras especies cultivadas, características de la semilla de maíz, actividades para el cultivo de la tierra, participación de los integrantes de la familia en el cultivo de maíz, así como los principales usos del mismo.
Materiales y métodos
Lugar de estudio
San Pedro el Alto y San Pablo Tlalchichilpa son ejidos del municipio de San Felipe del Progreso, Estado de México; el estudio se centra en el ejido porque es una unidad básica de la sociedad rural (Concheiro, 1990), donde el cultivo de la tierra no puede entenderse sin considerar tanto el uso y manejo de los recursos naturales de su territorio, mientras que dentro del tema ambiental, el ejido y las culturas originales, como es el caso de las mesoamericanas, son un baluarte del patrimonio biocultural, y además representan la posibilidad de conservar el equilibrio ecológico (Boege, 2008).
El municipio de San Felipe del Progreso se localiza en el noroeste del Estado de México y es el segundo en extensión territorial dentro del estado, con una superficie de 856.05 km2 (Gobierno del Estado de México, 2005). Castillo Nonato y Chávez Mejía (2013) mencionan que los ejidos de San Pedro el Alto (SPA) y San Pablo Tlalchichilpa (SPT), se localizan respectivamente en la parte noroeste y sureste del municipio, encontrándose SPA a una altura de 2550 m y SPT a 2750 m.
SPA, es un ejido que se encuentra en el valle de Ixtlahuaca, lugar de terrenos planos, el acceso al ejido es a través de la carretera estatal Ixtlahuca-San Felipe del Progreso, mientras que SPT se encuentra en una zona de lomas, pendientes y laderas (Plan de desarrollo municipal 2009 - 2012). La ubicación de los ejidos dentro del municipio y en el contexto del Estado de México se observa en la Figura 1.
Técnicas de Investigación
Con el propósito de recabar la información, se realizó trabajo de campo durante el ciclo agrícola primavera-verano de 2012, bajo un enfoque cualitativo, con el propósito de abordar las actividades agrícolas que dan lugar al uso y manejo de la diversidad en milpas de riego y temporal. Se realizaron entrevistas semiestructuradas a campesinos y se practicó observación y participante con la finalidad de captar y analizar los usos y manejo de la diversidad desde su perspectiva. Se aplicó por tanto la batería de preguntas que contenía la entrevista a los campesinos en función de la mayor diversidad de maíces presente en las milpas. Las preguntas se relacionaron con los siguientes aspectos: tipo de cultivo, variedades, producción, usos y manejos.
Para conocer las actividades agrícolas que dan lugar al uso y manejo de la diversidad en las milpas de riego y temporal de este municipio, se aplicaron encuestas a 100 campesinos de cada comunidad. En San Pedro el Alto 90 del sexo masculino y 10 del femenino, mientras que en San Pablo Tlalchichilpa 85 hombres y 15 mujeres a partir de una muestra aleatoria tomando en cuenta que su actividad de cultivo presentara 4 o más variedades para la siembra, usos alimenticios, principalmente elaboración de tortillas, atole, tamales, manejo de variedades, de tipo de suelo, fechas de siembra, cualidades de mazorca y de transmisión de saberes. A partir de estos datos, el método empleado para el análisis del trabajo de campo y los datos de las entrevistas es fundamentalmente antropológico y etnográfico.
De las entrevistas se obtuvo que 100 % de los campesinos son propietarios de sus terrenos, 100 campesinos de San Pedro el Alto tienen sus propiedades en planicie que les permite el uso de maquinaria agrícola y el acceso a riego de punta, 50 % de los campesinos restantes (San Pablo Tlalchichilpa) tienen sus propiedades en pendientes y laderas dando lugar al empleo de yunta de acémilas para el desarrollo de las principales actividades agrícolas. El rango de edad es de 45 a 82 años, la posesión de terreno fluctúa entre tres y cuatro hectáreas (50 %), seguido por 25 % con dos a tres hectáreas, 10 % cuenta con una hectárea y el restante 15 % cuenta con superficies de 0.25 a 0.5 ha.
Resultados y discusión
Maíces de temporal
La agricultura de San Pablo Tlalchichilpa depende totalmente del temporal. Los cultivos de maíz se localizan en pendientes y laderas (Figura 2). Esta situación hace necesaria la combinación del trabajo humano y animal para la realización de las actividades agrícolas. Los campesinos cuentan con yunta o recua propia o rentada para hacer barbecho, rastra, siembra y escarda, y la cosecha es manual.
Al ser un cultivo de temporal, existe una clara dependencia del agua de lluvia para el desarrollo del maíz; así, los manejos campesinos respecto al maíz y tipo de suelo se ven afectados por el retraso, ausencia, escasez y en algunos casos la abundancia de lluvia. Ante tales condiciones, la siembra se realiza después de las primeras lluvias o en suelos que guardan humedad, asegurando así que la semilla germine. En suelos que no guardan humedad, la siembra se realiza en abril o mayo o incluso en junio, pero si se siembra en junio, sólo se cosecha rastrojo de maíz para alimentar a los animales.
La diversidad de maíces que se encuentra en el ejido incluye maíz blanco (ciclo largo), maíz negro y amarillo denominados por los campesinos de ciclo intermedio, mientras que el rojo y rosado son conocidos como “maíces violentos” o de ciclo corto. En San Pedro el Alto los campesinos y las campesinas identifican los maíces por su color (Cuadro 1).
La diversidad biológica del maíz se mide con base en números, formas, tipos y razas diferentes que existen en una unidad de producción familiar, comunidad y región. En este estudio la diversidad del maíz se muestra partir de los manejos en función del tipo de suelo, las fechas de siembra, el riego, la humedad producto del agua de lluvia, las características de la mazorca y la transmisión del saber generacional.
Además de la variedad de maíces, los campesinos cuentan con dos o más terrenos de cultivo, lo que les permite de alguna manera asegurar la producción de maíz ante condiciones climáticas adversas, como escasez de lluvias, heladas tempranas y tardías y granizo. En este tenor, como ejemplo del manejo de diversidad de maíz y tierra para cultivo, se encuentran cuatro formas de sembrar los maíces en San Pablo Tlalchichilpa:
Siembra de maíz blanco y rosado. El maíz blanco se siembra en la mayor parte del terreno (en extensiones aproximadas de 800 a 2500 m2), y en una orilla del terreno se siembra el maíz rosado (en 15 o 20 surcos, es decir de 12 o 16 m de ancho, resultando una superficie de 1200 o 1600 metros cuadrados1); este arreglo de siembra de maíz es practicado por 15 % de los campesinos.
Siembra de maíz blanco, negro, amarillo o rosado. En una hectárea se presenta el caso del cultivo de maíz blanco en un área de 5000 m2 y la otra mitad de terreno el campesino puede destinarla al cultivo de maíz negro, amarillo o rosado, es decir una sola variedad, no las tres. Este arreglo de siembra de maíces lo practican 40 % de los campesinos.
Siembra de terrenos con una sola variedad de maíz. El 20 % de los campesinos siembran solo maíz blanco, negro, rosado o amarillo, en superficies desde 0.5 ha hasta una ha. Estos campesinos también cultivan otras especies como avena, chícharo y papa bajo monocultivo.
Siembra de maíz en asociación con otros cultivos. Este sistema de cultivo solo se establece en superficies de 0.5 o menores y es practicado por 25 % de los campesinos. Los cultivos de maíz en asociación con otras especies se ubican generalmente cerca de la casa, para que su cuidado y manejo sea constante. El campesino siembra de 5 a 10 surcos de maíz blanco, negro o rosado, en asociación con haba, frijol o calabaza y no aplica herbicidas para el control de las arvenses, por lo que estas plantas, conocidas con el nombre genérico de quelites, se usan para preparar comida para la familia.
Maíces de riego
Para el desarrollo de la agricultura en San Pedro el Alto se cuenta con agua e infraestructura de riego. El agua proviene de la presa Tepetitlán (construida en 1964) de la cual se desprenden tres canales generales que benefician a las comunidades y ejidos de los municipios de Jocotitlán, Ixtlahuaca y San Felipe del Progreso del Estado de México; el ejido de San Pedro el Alto, al estar dentro del curso del canal, se beneficia del agua para riego que lleva el canal general Enyege (Figura 3).
Los cultivos de maíz están en terrenos planos y se cultivan maíces de ciclo largo (maíz blanco), el amarillo, negro o al azul son de ciclo intermedio; mientras, el maíz rojo y el rosado, son considerados como “violentos” o de ciclo corto. Se encuentran los siguientes arreglos para la siembra de maíz.
Siembra de un solo tipo de maíz. Una sola variedad de maíz que puede ser: blanco, negro o amarillo, es sembrada por 50 % de los campesinos quienes cuentan con dos o tres hectáreas de terreno de cultivo.
Cultivo de maíz blanco y amarillo. El 25 % de los campesinos siembran dos variedades de maíz, dedicando media ha a la variedad blanca y 0.5 ha al maíz negro o azul.
Cultivo de maíz blanco o amarillo con azul. El cultivo de maíz blanco o amarillo predomina, solo en las orillas del terreno se siembra maíz azul, 15 % de los campesinos siembran maíz de esta manera. De acuerdo con ellos, cultivan maíz azul para para acelerar la maduración del maíz blanco.
Maíz asociado con otros cultivos. Se cultiva maíz blanco (10 % de los campesinos) en asociación con otros cultivos como haba y calabaza.
Cultivo de maíces de temporal y riego
Las labores agrícolas para el cultivo de maíz en San Pedro el Alto se inician con el riego por inundación; una vez hecho el riego, se dejan los terrenos por un lapso de 20 días, al cabo de los cuales se comprueba que el suelo no tenga una consistencia chiclosa, dura o agrietada para iniciar la siembra. Después de este periodo, para iniciar la siembra el campesino se asegura que el terreno esté apto para trabajarlo. La manera en que los campesinos comprueban que el suelo está listo, es enterrando la punta de una pala o azadón en el suelo, y si la tierra se adhiere todavía no es momento de trabajarla, pero si la herramienta sale limpia entonces la tierra está lista para sembrarla (Figura 4).
Dado que las actividades en milpa de temporal dependen de las lluvias tempranas que puedan presentarse en el mes de marzo o abril, si este es el caso, los campesinos siembran el maíz aprovechando la poca humedad del suelo.
Los campesinos cultivan los maíces y sus variedades en relación con el tipo de suelo y el ciclo de desarrollo que presentan, predominando el maíz blanco, seguido del negro, posteriormente el amarillo y finalmente el maíz rosado y rojo. La diversidad de maíz, además de su ciclo de crecimiento, se relaciona con los gustos de la familia como el comer tortillas de diferente color o el preparar diferentes alimentos locales con maíz en sus diferentes etapas de desarrollo. Por ejemplo, los elotes se cosechan de agosto a fines de septiembre; se preparan hervidos o se hacen esquites.
Los campesinos de ambos ejidos reconocen varios tipos de suelo (Cuadro 2) y los identifican de acuerdo con sus principales características, las cuales relacionan con la variedad de maíz que mayor probabilidad tiene de desarrollarse en determinado tipo de suelo. Las características del suelo que campesinos y campesinas toman en cuenta para sembrar la variedad de maíz es apropiada para cada tipo se presentan a continuación:
Barro, barro negro o colorado. Suelo duro pegajoso y chicloso. Suelo que guarda humedad, pero que es difícil de trabajar; sus características dificultan la preparación del terreno, pues con saturación de humedad se tiene que dejar secar de 25 a 30 días para iniciar la siembra después del riego. En ambos ejidos el barbecho debe hacerse en diciembre, cuando se facilita la labor, de lo contrario la tierra se endurece y dificulta la penetración del roturador y discos del tractor a la tierra.
Polvilla colorada. Suelos suaves sueltos. Son muy valorados por los campesinos debido a que retienen humedad y se pueden hacer las labores de cultivo fácilmente. En riego, en este tipo de suelo se siembra después de 15 ó 20 días de secado del suelo.
Blanco. Suelo suave manejable. Retiene humedad, por lo que también es valorado por los campesinos. Se siembra después de 15 a 20 días de secado.
Arena. Suelo blando poroso. Son de baja fertilidad, drenaje rápido y baja retención de humedad. Tanto en riego como en temporal, la siembra se hace desde abril hasta la segunda semana de mayo.
Tepetates. Son suelos no propicios para el cultivo, requieren de arduo trabajo humano y de la aplicación de pumicita (conocida localmente como arena blanca) y estiércol para mejorar la retención de humedad y textura del suelo.
La siembra de maíz y sus variedades realizadas por los campesinos en los ejidos de San Pedro el Alto y San Pablo Tlalchichilpa en función del tipo de suelo se muestra en el Cuadro 3.
El ciclo agrícola se inicia con el barbecho y comprende un periodo que va del mes de diciembre a febrero, la labor consiste en romper el surco del cultivo anterior e incorporar a la tierra residuos de la cosecha y arvenses. Después se rastrea para uniformizar el terreno, se hace a fines de febrero y en las dos primeras semanas de marzo.
La siembra comienza a partir del día 15 de marzo y de acuerdo a las variedades identificadas por el campesino como: ciclo corto, intermedio y largo, se siembra maíz blanco (ciclo largo) en el mes de marzo, seguida de la negra y amarilla (intermedio) finalizando en el mes de mayo con la siembra de la variedad roja y rosada de ciclo corto. En el Cuadro 3 se presentan las fechas de siembra por variedad en los ejidos.
La siembra se hace con tractor en la milpa de riego, depositando 4 o 5 granos por mata. La cantidad de semilla depende de la superficie a sembrar. En una hectárea se requiere de 14 a 15 cuartillos de maíz, es decir de 21 a 22.5 kilogramos, con base en la relación (cuartillos/ha). La siembra es una actividad que marca el futuro de la cosecha: en caso de que no toda la semilla germine, se resiembra con la finalidad de que los huecos del surco donde no germinó maíz, se cubran y que el surco esté lleno de plantas. Para la resiembra los campesinos remojan previamente la semilla con el fin de acelerar el tiempo de germinación y que las plantas de la resiembra maduren al mismo tiempo que las que se sembraron primero.
La siembra de maíz de temporal es con tracción animal y con mano de obra familiar o contratada. La labor consiste en hacer el surco y después se deposita manualmente la semilla; el hombre maneja la yunta y generalmente son las mujeres quienes depositan la semilla en el suelo (cuatro semillas por mata) desplazándose al ritmo que impone la yunta; con el tiempo las mujeres han desarrollado la habilidad de depositar la semilla en donde haya más humedad para garantizar la germinación del maíz. Las mujeres que realizan la labor de siembra son conocidas localmente como “echadoras” porque son quienes, al momento de la siembra, tienen la habilidad de contar la semilla al depositarla en el suelo. En ambos ejidos, los campesinos y campesinas toman en cuenta las características de la mazorca para sembrar la mejor. Observan que la mazorca tenga olote delgado, y también consideran el tamaño del grano y su brillo y el color de la mazorca. Así mismo, para la siembra toman en cuenta el tipo de suelo en el cual se desarrolla mejor cierto tipo de maíz (Cuadro 4).
Los campesinos de San Pedro el Alto toman en cuenta una combinación de características que da lugar a que 20 % de campesinos, elija una característica de las seis mencionadas, 30 % opta por dos, 50 % por tres, mientras que en el ejido de San Pablo Tlalchichilpa 15 % de los campesinos elijen una característica, 35 % dos y 55 % tres.
En ambos ejidos la selección de la semilla es una actividad prioritaria que se realiza por las mujeres (en 70 % de los casos), quienes se ayudan de sus hijas e hijos. En cuanto a la transmisión del saber local para seleccionar la semilla, 30 % de los hombres hacen referencia a que el conocimiento para la selección de la semilla fue transmitido por la madre, seguida del padre, abuelo y finalmente por un tío u otro familiar. En el Cuadro 5 se muestra quienes realizan cada labor agrícola y a quienes es trasmitida.
La escarda se realiza 50 días después de la siembra para arrimar suelo a la planta y que la sostenga y también para conservar la humedad del suelo. La escarda permite el anclaje de las raíces de la planta al suelo, dando a la vez forma al surco, que tendrá su forma final con la realización de la segunda escarda que se presenta quince días o veinte después de realizada la primera.
La primera y segunda escarda se hace con yunta o tractor, y está encaminada a dar soporte y cierta resistencia al embate de las lluvias y vientos, tratando de aminorar el acame; en la segunda se agrega el abono urea, sal y tierra, que ante los altos costos del fertilizante químico (550 pesos el bulto de 50 kg en 2011) los campesinos han optado y vuelto al empleo del abono orgánico de res, abono de mayor generalización y empleo por parte de los campesinos. Los abonos, sean químicos u orgánicos, son agregados al maíz de forma manual, se coloca el abono mata por mata.
El deshierbe se hace con productos químicos y de forma manual, y se hace desde el mes de julio hasta fines de agosto. El 15 de agosto se presenta “el cierre de milpa”: el ritual consiste en colocar ramitos de flores en las esquinas de la milpa, acompañados de mazorcas azules o negras, con la finalidad de pedir que las lluvias continúen y que el maíz siga su crecimiento y desarrollo, y así obtener una cosecha abundante; se pide también que no haya plagas, así como que no ocurran los vientos fuertes que provocan el acame de la planta. El ritual de cierre de milpa es llevado al cabo por los campesinos de edad avanzada, quienes en compañía de sus esposas “cierran la milpa” entre las 8:00 y 12:00 horas.
La cosecha del maíz se inicia en octubre y termina en diciembre, de acuerdo a la maduración de cada tipo de maíz. El tiempo de cosecha también depende del dinero de que disponga el campesino para cubrir los costos de los peones (de los mismos ejidos) para realizar la cosecha, y para el acarreo de los costales de la milpa a la casa. Una labor previa y fundamental en la cosecha es la apertura de calles en la milpa (espacio de 80 centímetros de anchura y que permite el desplazamiento de las personas que cargan los costales de maíz al exterior de la milpa). Se abre la calle en septiembre, cuando el maíz aún está verde; para abrir la calle se inclina el maíz hacia el costado junto a las planta de los otros surcos.
La cosecha es manual, y en ella participan la familia y peones. Estos últimos son los encargados de realizar la pizca o corte de la mazorca, quienes con la ayuda de un punzón o “pizcador”, realizan una abertura vertical en el totomoxtle u hojas que cubren la mazorca a fin de liberarla y depositarla en el ayate que cargan; una vez lleno lo depositan en los costales ubicados en lugares estratégicos de la calle para ser sacados por las personas conocidas como costaleros al exterior de la milpa, y trasladarlos en camionetas alquiladas o propias o con animales al patio, azotea o algún cuarto de la casa donde se deposita la mazorca.
La entrada de la cosecha de maíz a la casa constituye un acto ritual lleno de simbolismo, pues la mazorca es recibida de manera especial, ya que de ella el campesino obtiene alimento y semilla para continuar con el ciclo de cultivo. El maíz forma parte de sus pertenencias invaluables al ser heredado y transmitido por sus padres, tíos o abuelos. El recibimiento consiste en prender velas o veladoras y copal, agradeciendo a Dios la cosecha obtenida. Hombres y mujeres hacen una cruz con aquellas plantas de maíz más altas y con mazorcas más grandes o con aquellas plantas que tienen dos o más mazorcas, y la dejan sobre la cosecha de maíz para que la cruz cuide y santifique el maíz obtenido.
Para la cosecha se requiere de una inversión económica considerable para cubrir el pago de peones, compra de bebidas y para la comida que se les ofrece a los peones después de la cosecha. La cosecha se inicia a las siete de la mañana y termina alrededor de las 15 horas. En este horario, y sobre todo en la mañana, los peones tienen que cosechar la mayor cantidad de mazorca, ya que conforme avanza el día, el sol y sus rayos harán más difícil el trabajo. Durante la cosecha el dueño del terreno tiene que proveer a los peones de bebidas como agua simple, refrescos, cervezas o pulque para contrarrestar la insolación y la deshidratación. Concluida la cosecha se ofrece una comida que es preparada por las mujeres, sus hijas, otras mujeres de la familia o vecinas; la comida es en la casa o en el terreno que se cosechó. El Cuadro 6 muestra un comparativo de las actividades del cultivo de la tierra y su costo en San Pedro el Alto y San Pablo Tlalchichilpa.
El cierre del ciclo de cultivo lo marca el corte de zacate, el cual se usa para alimentar a los animales. El corte se realiza durante el mes de diciembre, siendo una labor completamente masculina, efectuada en un horario matutino que comprende de las 6:00 a las 11:00 horas. La labor dentro de este horario obedece a dos factores, uno porque en este horario los rayos solares no son tan intensos y por lo tanto el cansancio es menor y porque el zacate se puede cortar con mayor facilidad por contener humedad del rocío matutino, de lo contrario, más tarde, los rayos del sol hacen la planta quebradiza, dificultando el corte de zacate. El Cuadro 7 muestra los principales usos del maíz por parte de los campesinos y campesinas (100 por comunidad).
Conclusiones
Los campesinos en los ejidos de San Pablo el Alto y San Pablo Tlalchichilpa conservan una diversidad de maíces bajo diferentes arreglos y sistemas de cultivo, conservación y diversidad en función de las condiciones climáticas, disponibilidad de agua de riego y tipo de suelo, lo que resulta en el desarrollo de prácticas y saberes agrícolas relacionadas con las cualidades del maíz y sus características.
Entre las prácticas campesinas que permiten la conservación in situ del maíz destacan la siembra de maíces de diferente ciclo de desarrollo (maíces de ciclo corto, intermedio y largo), en función de lo cual se establece la fecha de siembra para cada uno, de acuerdo con las condiciones de agricultura de temporal y de riego; y del manejo de los suelos con base en el conocimiento local sobre éstos y sus características atribuidas en relación con las características de cada tipo de maíz.
Respecto a los sistemas de cultivo y arreglos de siembra de maíces, el de temporal se cultiva en mayor grado bajo una asociación de policultivos, donde es el eje rector, en asociación con calabaza, haba, frijol, etc., y donde los quelites son fomentados y tolerados, dando lugar a la milpa. En condiciones de riego también se cultiva la milpa, pero predomina el monocultivo de maíz, sin embargo, en este sistema también hay diversidad de maíz, debido a que los campesinos cultivan dos o más variedades en un solo terreno.
El sistema de producción en dos condiciones diferentes para producir: uno con riego y otro en temporal, permite, a partir de las particularidades del manejo por parte de la cultura campesina, ser la base para continuar y preservar in situ la diversidad del maíz, conservación que se fundamenta en la lógica del conocimiento campesino para producir, tomando como base las condiciones ambientales y las características de sus variedades.